|
|
Beata
Elías de San Clemente Carmelita
Descalza (1901-1927) SÍNTESIS
DE SU VIDA |
Tercera hija de los esposos José Fracasso y
Pascua Cianci, la Beata nació en Bari el 17 de
enero de 1901 y, a los cuatro días, fue bautizada con el nombre de Teodora en
la iglesia de Santiago por su tío don Carlos Fracasso,
capellán del cementerio. Recibió la confirmación en 1903 de manos de monseñor
Julio Vaccari, arzobispo de la diócesis. Su familia vivía entonces en la plaza de San Marcos y se mantenía con
los ingresos del padre, maestro pintor y decorador edil, el cual, alrededor
de 1929/30 con grandes sacrificios abrirá un negocio para la venta de
barnices y colores. Su madre se ocupaba de las faenas domésticas. Considerados ambos como óptimos cristianos practicantes tuvieron
nueve hijos, cuatro de los cuales murieron en tierna edad. Representaron un punto
seguro de referencia en su crecimiento humano y espiritual para los cinco
hijos que quedaron en vida (Prudencia, Ana, Teodora, Dominica y Nicolás). En 1905 la familia se transfirió a la calle Piccinni,
a una casa que tenía un pequeño jardín, en la cual la pequeña Teodora, a la
edad de cuatro o cinco años, afirmó haber visto en sueños a una bella
"Señora" que se paseaba entre las filas de lirios florecidos, y que
después desapareció al improviso con un haz de luz, y a la cual prometió
hacerse monja de grande, una vez que la madre le había explicado el posible
significado de la visión. Teodora, mandada al asilo de las religiosas estigmatinas,
prosiguió los estudios hasta el tercer año de primaria. El 8 de mayo de 1911,
después de haber hecho una larga preparación, recibió la Primera Comunión; la
noche precedente sueña a Santa Teresita del Niño Jesús quien le predice:
"serás monja como yo". Después frecuentó el taller de costura y de
bordado en el mismo Instituto. Entra a formar parte en la asociación de la Beata Imelda Lambertini, dominica con una acendrada piedad
eucarística; pasará enseguida a la "Milicia Angélica" de san Tomás
de Aquino. Reunía periódicamente a las amigas en la habitación de la casa
para hacer meditación y orar juntas, para leer el Evangelio, las Máximas
Eternas, la Imitación de Cristo, los 15 sábados de la Virgen, las vidas de
los santos y sobre todo la autobiografía de santa Teresa del Niño Jesús. Este comportamiento y su benéfico influjo en las otras compañeras no
pasaron desapercibidos a una de sus maestras, sor Angelina Nardi. Mientras tanto, la no bien definida vocación
religiosas de Teodora comenzaba tomar una dirección bajo el consejo del P.
Pedro Fiorillo, O.P., su
director espiritual, que le introdujo en la Tercera Orden Dominica, en la
cual, admitida como novicia el 20 de abril de 1914 con el nombre de Inés,
hizo la profesión el 14 de mayo de 1915, con dispensa especial por su joven
edad. Teodora, durante los años difíciles de la guerra 1915-1918, encontró
una infinidad de ocasiones para ampliar más allá del ámbito familiar y de sus
amistades, su campo de apostolado, de catequesis y de asistencia, dando
libremente desfogue a su ardiente deseo de hacer bien al prójimo. Hacia el fin de 1917, Teodora decidió dirigirse al padre jesuita
Sergio Di Gioia para pedir consejo, el cual
convertido en su nuevo confesor, decidió encaminarla, después de cerca de un
año, junto con la amiga Clara Bellomo, futura Sor Diomira del Divino Amor, al Carmelo de san José, de la
calle De Rossi, en Bari, al que se dirigieron ambas
por vez primera en diciembre de 1918. El 1919 fue un año de intensa preparación espiritual en vistas al
ingreso en el monasterio, bajo la guía prudente e iluminada del P. Di Gioia. La nueva Beata entró en comunidad el 8 de abril de 1920 y vistió el
sagrado hábito el 24 de noviembre del mismo año, asumiendo el nombre de Sor
Elías de San Clemente. Emitió los primeros votos simples el cuatro de
diciembre de 1921: "Sola a los pies de mi Señor Crucificado, lo miré
largamente, y en aquella mirada vi que El era toda
mi vida". Además de santa Teresa de Jesús, tomó como guía a Teresita del
Niño Jesús, siguiendo el "caminito de la infancia espiritual donde me
sentía -afirma la Beata- llamada por el Señor". Hizo la profesión
solemne el 11 de febrero de 1925. Su camino, desde los inicios, no fue fácil. Ya en los primeros meses
del noviciado había tenido que afrontar con gran espíritu de fe no pocas
dificultades. Pero el verdadero problema surgió después de que la Madre
Priora, Angélica Lamberti, en la primavera de 1923,
nombró a Sor Elías maestra de encaje a máquina en el centro de educación para
jovencitas junto al Carmelo; la directora, Sor Paloma del Ss.
Sacramento, de carácter autoritario, severa y poco comprensiva, no veía con
buenos ojos la bondad y la gentileza con que Sor Elías trataba a las
educandas, y, después de dos años, la hizo apartar de su oficio. Siempre rigurosamente observante de las Reglas y de los actos
comunes, la nueva Beata transcurría largos ratos gran parte de la jornada en
su celda, dedicada a los trabajos de costura que se le encomendaban,
continuando incluso a disfrutar de una gran estima por parte de la Madre
Priora, que la nombró sacristana en 1927. En esta dolorosa prueba le sirvió
de gran consuelo el P. Elías de san Ambrosio, Procurador General de la Orden
de los Carmelitas Descalzos, que la había conocido en 1922, con ocasión de
una visita al Carmelo de san José, y con el cual la joven mantuvo una
edificante correspondencia epistolar sacando un gran provecho. Afectada en enero de 1927 de una fuerte gripe que la debilitó mucho,
Sor Elías comenzó a acusar frecuentes dolores de cabeza de los que no se
lamentaba, y que soportaba sin tomar ninguna medicina. Cuando, algunos días antes de Navidad (el 21 de diciembre), Sor Elías
comenzó acusar también una fuerte fiebre y otras molestias, lo consideraron
que se trataba de uno de sus habituales malestares; pero la situación se hizo
cada vez más preocupante. El 24 de diciembre la visitó un médico, quien aún
habiendo diagnosticado una posible meningitis o encefalitis, no consideró la
situación clínica particularmente grave, por lo que solamente la mañana
siguiente fueron convocados a la cabecera de la enferma dos médicos, los
cuales desgraciadamente constataron la irreversibilidad de sus condiciones. Sor Elías de San Clemente se apagó a las 12 del 25 de diciembre de
1927. Hizo su entrada en el cielo en un día de fiesta, como lo había
predicho: "Moriré en un día de fiesta". El arzobispo de Bari, Mons.
Augusto Curi, celebró el funeral al día siguiente
en presencia de los familiares de la Sierva de Dios y de tantísima
gente que vino para visitar la finada. La joven Carmelita dejó en todos un nostálgico recuerdo, y también
una gran enseñanza: es necesario caminar con gozo hacia el Paraíso porque es
el "punto omega" de todo creyente. La fama de santidad pronto la hizo tener muchos devotos, y fieles que
escribían al monasterio. Muchos cristianos de Bari se congregaron el día de
su muerte, y pedían se pasasen objetos religiosos por su cuerpo para
guardarlos de reliquias. Dios quiso regalarle a esta alma sufrida y sencilla, la gloria de los
Altares. y aprobadas las fechas, era beatificada en
la catedral de Bari, el 18 de marzo de 2006. Ahora muchos se encomiendan a su intercesión, y la Iglesia espera
otro milagro, para sellar con broche de oro el libro de su vida,
canonizándola. |
|