31 DE DICIEMBRE DE 2011. FIN DEL AÑO CIVIL

P. Eduardo Sanz de Miguel, o.c.d.

 

 

Hablando con propiedad, el 31 de diciembre no es una fiesta litúrgica; pero es una fecha muy arraigada en la sociedad, que celebra el final de año con conciertos, cenas, fuegos de artificio y otras manifestaciones populares. En Italia, por ejemplo, es normal comer lentejas en la cena de Nochevieja y en España es costumbre comer doce uvas cuando suenas las campanas a media noche. En los conventos y monasterios se suelen pasar los últimos momentos del año viejo y los primeros del año nuevo en presencia de Jesús Sacramentado. Así los pasaré yo, si Dios quiere, en el centro de espiritualidad del Desierto de las Palmas, con las personas que acuden desde hoy para la convivencia de fin de año.

Estas fechas son muy oportunas para reflexionar sobre el paso del tiempo y el uso que hacemos de él. Ante todo, tenemos que dar gracias a Dios por el tiempo de vida que nos concede, sea largo o corto, independientemente de las circunstancias que nos toquen vivir. La vida es un regalo y cada nuevo día es una oportunidad. En segundo lugar, tenemos que pedir perdón por el tiempo malgastado en obras malas (los pecados) y en otras que, sin ser malas, tampoco eran buenas (las faltas de omisión, el bien que pudimos hacer y no hicimos). También podemos aprovechar para interceder por los que amamos, por los que sufren y por los que no conocen a Dios, suplicando a Dios que tenga misericordia de todos. Por último, debemos poner nuestra vida entera en manos del Señor: el pasado, el presente y el futuro; sabiendo que Él quiere lo mejor para nosotros y que Él sabe mejor que nosotros mismos lo que nos conviene. Con confianza absoluta y con deseos de que su voluntad se cumpla en nosotros.

No importa cuántos años tienes ni cuáles son las circunstancias concretas de tu vida en estos momentos. Hoy, aquí y ahora, es el tiempo de la gracia y de la salvación para ti. Cristo, el Hijo eterno de Dios ha entrado en nuestra historia y permanece con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Él no espera a que seas bueno para darte su gracia. Te la ofrece hoy, en este momento. Y te la ofrece gratis. Basta que quieras recibirla con el corazón agradecido. Por ti se ha hecho hombre, por ti ha asumido la debilidad, la pobreza, el frío, los sufrimientos y la muerte. Por ti se queda en la Eucaristía y para ti actúa en los sacramentos de la Iglesia.

Al respecto, san Pablo tiene un texto precioso, que dice: “Les suplicamos que no hagan inútil la gracia de Dios que han recibido. Dice la Escritura: En el momento fijado te escuché, en el día de la salvación te ayudé. Pues bien: éste es el momento favorable, éste es el día de la salvación” (2Cor 6,1-2). A veces estamos tentados de pensar que otros tiempos fueron mejores: cuando teníamos más salud, cuando éramos más jóvenes, cuando vivíamos en un determinado lugar. Pero san Pablo dice: “Éste es el momento favorable, éste es el día de la salvación”. No ayer; no mañana; hoy. En este momento concreto, con sus luces y sus sombras, el Señor me ofrece su gracia y me invita a su amistad. Siempre hay personas que acogen su gracia y personas que la rechazan. Por eso, también nos invita a no hacer inútil la gracia que hemos recibido; es decir, a no desperdiciarla, a acogerla y a dejarla actuar en nuestra vida.

San Juan de la Cruz, en el primero de los Dichos de luz y amor, dice así: “Siempre descubrió el Señor los tesoros de su Sabiduría y Espíritu a los mortales. Pero ahora que la malicia va descubriendo más su cara, más los descubre”. Esto era válido en el s. XVI y sigue siéndolo hoy. Dios ha manifestado siempre los tesoros de su amor a los mortales. Pero hoy que parece que crecen los problemas, la indiferencia religiosa, las contradicciones, etc., los descubre todavía más. Nuestro Dios no está encerrado en el pasado. Jesucristo está vivo. Él es el mismo ayer, hoy y siempre. Dejémosle entrar en nuestra vidas; acojamos agradecidos su gracia; vivamos confiados en su amistad. A Cristo, Señor del tiempo y de la historia, sean la gloria, el honor y la alabanza, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

He adjuntado un par de fotos del Desierto de las Palmas y os añado un enlace a un canto de Luis Alfredo Díaz con letra de santa Teresita. ¡Feliz año 2012!

 

http://www.youtube.com/watch?v=WfWn2m2IXno&feature=related

Burriana, 30 de diciembre de 2011

 

P. Eduardo Sanz de Miguel, o.c.d.
C/ San Juan de la Cruz, 2

Apartado 96

12530-Burriana (Castellón)

P. EDO. SANZ DE MIGUEL, OCD.

 

 

Caminando con Jesús

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

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