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Isabel de la Trinidad

3.      NADA PUEDE DISTRAERLA DE SU CRISTO

Autor Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


3.1   Chiquilla alegre y festejada

He estado leyendo el itinerario veraniego de Isabel durante sus vacaciones entre julio y octubre de 1898, donde los detalles llaman la atención. Ella escribe continuamente a sus amigas sobre sus excursiones y paseos. En las notas del epistolario (Monte Carmelo), se comenta que para sus cartas se preocupa de utilizar papel de gran calidad, a veces acartonado, de diferentes colores, verde, rosas, morado, amarillo, todo un detalle. También se comenta el humano sensible y emotivo de recoger una flor o una hoja pequeña de cada lugar que visitaba y pegarlas en un cuaderno escolar señalando a modo de recuerdo el lugar que visito. Esto a mí me trae recuerdo de mi época de estudiante,  cuando nos sacaba al mundo el profesor de ciencias naturales, que lastima que la tecnología de hoy lleve a los jóvenes a otras cosas distintas.

Cuando leo la vida de Isabel, como la vida que llevó Teresa de los Andes, Teresa de Lisieux o la misma Teresa de Jesús, me doy cuenta como estas santas mujeres han tenido una vida característica de cualquier chiquilla y que no por eso se distraen de su amor a Jesús. Tanto en su vida en el Monasterio, como monja de claustro y su vida en el  mundo, Isabel no se evadirá y escapará de una vida peculiar como quizás nos habríamos puesto a pensar de una santa como ella, es decir, su vida la hace con exquisita naturalidad. Por ejemplo, ella con sus invitados, sabe apreciar las cosas deliciosas que a todos gustan, como las tartas de Francina, de quien se dice que es la mejor cocinera de Dijón, y reirá de buena gana por disfrutar algunos almuerzos, donde se supo que le engolosinaban tanto, que cargaba el estómago hasta hacer pedir perdón.

Sus cartas revelan una joven alegre y festejada por las visitas de familia y amigos, uniéndose estrechamente con algunas almas escogidas con quienes se tropieza, donde participa en encuentros  indistintamente mezclada con los grupos de jóvenes de su edad. Se destaca ella entregando afecto, caridad y educación.

3.2   Viajes de vacaciones

Cuando llegaba el verano, tiempo tan esperado por las vacaciones, salía Isabel como muchos a diversos lugares para disfrutar de una vida soleada, el verano era el período de los grandes viajes fuera de Dijon. Isabel visitó Suiza, los Alpes, los Vosgos, los Pirineos y buena partes de Francia. En sus viajes, encontrándose muchas veces con nuevas amistades, ella con todos disfruta y ríe alegremente. Así lo relata ella en una carta a la señorita Alicia Cherveau, a pesar de que con esta amiga tuvo bastante correspondencia, no le escribía sobre temas espirituales ni de su vocación religiosa. Me parecen interesantes sus cartas, porque nos muestra a una joven Isabel muy natural, como estas que hablan de sus vacaciones y excursiones.

Viaje a Tarbes. En una carta comentado su viaje, se nos revela un joven alegre y participativa, escribe Isabel: “Nuestra estancia aquí ha sido una serie ininterrumpida de diversiones: bailes, conciertos, excursiones de campo. Todo se sucedía en cadena. (Isabel participaba con toda naturalidad en estas diversiones juveniles). La sociedad de Tarbes es muy agradable. Me he relacionado con muchas jóvenes, a cuál más encantadoras. Estamos emocionadas por la acogida que nos han dispensado y llevamos un recuerdo muy grato de Tarbes.” Y luego anota que ha hecho amistad con una chica encantadora de veinte años de edad, con gran talento musical, diciendo: “No dejamos de tocar el piano. Las casas de música de Tarbes no tenían surtido suficiente de partituras para interpretarlas” (Carta a la Srta. Alicia Cherveau, Tarbes 21 de julio de 1898, Obras Completas, pagina 215.)

Viaje a Lourdes: “Hoy salimos para Lourdes; Mi corazón sangra al ante la idea de tener que dejar a mi querida Ivonne. (Se refiere a Ivonne Rostang, amiga íntima humana y espiritual de toda su vida)  ¡Si vieras qué joven más agradable….Tiene, además un carácter ideal. A la señora de Rostang, no le ha quedado ninguna señal de su enfermedad. Esta más joven, más elegante que nunca. Sigue siendo la mujer bondadosa de siempre. Anteayer cumplí mis dieciocho años. Me ha regalado un maravilloso juego de botones turquesa para la blusa.” Y más adelante le añade: Escríbeme pronto…..Te dejo porque voy a cerrar mis maletas. Te recordaré especialmente en Lourdes. De allí recorreremos los Pirineos: Luchon, Cauterets, etc... Me vuelven locas estas montañas que contemplo mientras te escribo. Me parece que ya no podré vivir sin ellas.” (Carta a la Srta. Alicia Cherveau, Tarbes 21 de julio de 1898, Obras Completas, pagina 215.)

Viaje a Luchon. Sobre estas vacaciones también le escribe a la señorita Valentina Defouges, quien más tarde fue la señora de Baré, De este viaje a Luchon, escribe Isabel: “Luchon nos reservaba algo para mí aún más hermoso. El lugar es incomparable. Pasamos allí dos días, tiempo suficiente para realizar la escalada al valle del Lys. Tuvimos a nuestra disposición un gran landeau de cuatro caballos. Nos acompañaron las primas de los Rostang, las de San Miguel, que encontramos nuevamente en Luchon. Dichas señoras nos encomendaron a un sacerdote que ya conocíamos y que también realizaba escalada al abismo del infierno. Estuvimos a 1.801 metros de altura, inclinadas sobre ese horrible abismo. A Magdalena y a mí nos pareció tan sublime que casi deseábamos ser arrastradas por sus aguas. El sacerdote a pesar de su entusiasmo, no compartía nuestra opinión. Era mucho más prudente que nosotras, pues corríamos por el borde del precipicio sin sentir el menor vértigo. Aquellas señoras, al vernos, lanzaron un suspiro de alivio porque no se fiaban de nosotras durante esa escalada.” (Carta a la Srta. Valentina Defouges, Agosto de 1898, Obras Completas, pagina 217.)

Así va Isabel de amigos en amigos, gozando, disfrutando de la vida, como ella misma se lo escribe a su amiga Alicia: Llevamos en Luneville una vida muy agradable. Comida en casa de unos, lunch y cena en casa de otros. Jugamos muchas partidas de tenis con jóvenes estupendas.” (Entre estas amigas esta Luisa Recoing, que más tarde se hizo religiosa con el  nombre de Maria de San Mauricio). (Carta a la Srta. Alicia Cherveau, 19 de julio de 1897, Obras Completas, pagina 215.)

3.3   A sola con su Cristo de quien no se ha separado

Isabel no dispone un minuto para sí. Ya he comentado que es hija de un oficial militar. El 14 de julio, en el Campo de Marte, asiste al desfile al cual la llevan las grandes amistades de su familia con el mundo militar. Ella como hija de oficial, se entusiasma por la carga de caballería. Como muchos, ella también se deslumbra, cascos y corazas centelleando al sol, un espectáculo deslumbrador que se termina por la noche, en los bosquecillos del parque, con iluminaciones maravillosas, algunos opinan algo así como en Venecia.  Con todo, sin dejar de estar presente en medio de esas fiestas mundanas, su corazón está en otra parte, ella en su intimidad mantiene la nostalgia del Carmelo. Una vez que han desaparecido los invitados, Isabel Catez se encuentra sin esfuerzo, sola con su Cristo de quien no se ha separado. Esta no es una verdad ficticia, es una realidad que nos puede pasar a todos, porque siempre hay en nuestra vida esa oportunidad de la diversión, de compartir con nuestros familiares y amigos, pero a solas, nos quedamos con El. En Tarbes, para sustraerse un instante a las bulliciosas fiestas de la sociedad, se refugia en el Carmelo y la hermana tornera la encuentra detrás de la reja, en el locutorio, de rodillas. De buena gana besaría todas las paredes de esa casa de Dios.

Haciendo un recuerdo de sus vacaciones de verano, Isabel escribe en su poesía “La Inmaculada Concepción”, (8 de diciembre de 1898);  “fue este verano, en tu gruta misteriosa sumergida en el silencio, te confié mi pureza” Allí durante tres días se recoge junto a la Virgen. Vacaciones y mundanalidad se alejan de su espíritu sin esfuerzo. Sumida en la oración, largo tiempo, tranquila y serena, con el alma sosegada cerca de la gruta, suplica a la Inmaculada que la guarde pura a su imagen y se ofrece como víctima por los pecadores.

Nada puede distraerla de su Cristo. Es así como más tarde, desde su Carmelo de Dijón, podrá escribir a su madre en la posdata de una carta: “El viernes, en el vagón no te olvides de hacer la meditación: es muy propicio, lo recuerdo.” Carta a su madre, julio de 1906. En sus viajes, no se distrae de lo importante, las riquezas superficiales de las grandes ciudades que atraviesa la dejan indiferente, en una visita a Marsella se sorprende por una gran transatlántico, pero cuando le relata este viaje a un amiga, lo importante es contarle que fueron en peregrinación al santuario de “Nuestra Señora de la Guarda” y que la encomendó en su oraciones. (Carta a María Luisa Maurel, 6 de octubre de 1898, Obras Completas, página 221) En un viaje a París, oportunidad que junto a su hermana y su madre vistan la célebre Exposición Universal de 1900, sólo dos cosas le llaman la atención, Montmartre y Nuestra Señora de las Victorias: “Hemos ido dos veces a la Exposición; es muy linda, pero detesto ese ruido, esa muchedumbre. Margarita se burlaba de mí y pretendía que yo parecía volver del Congo.

3.4   Jesús siempre estaba en su corazón y oía su voz

Otro detalle que me parece necesario destacar, es como a Isabel ninguna cosa la aleja de lo importante que es para ella la vida espiritual. Es así como le escribe a su amiga que conoció durante sus vacaciones (Carta a María Luisa Maurel, 20 de noviembre de 1898, Obras Completas, página 223) “Me acorde mucho de ti durante tus Ejercicios Espirituales. Con que fruición (gusto) leía con todos los detalles  que me dabas en tu última carta. Me han interesado muchísimo. Los he leído y releído.” Y luego le cuenta que ella también está participando en unas conferencias que da un padre jesuita diciéndole que le gustaría que ella, su amiga, las oyese.   Sigue en su carta relatando que ya han regresado todas sus amigas y que asiste a muchas reuniones y que son tantas que le falta tiempo para cumplir con sus obligaciones, pero cuando va a misa de las siete ya ha hecho muchas cosas. Se comenta en las notas de esta carta (Monte Carmelo) que su madre fomentaba muchas reuniones de sociedad. Claro, Isabel le había comunicado formalmente a su madre, tenía diecisiete años de edad,  su deseo de ingresar al Carmelo. Ella, su madre, se opuso en principio de manera decisiva, tanto que le prohibió visitar a las carmelitas, entonces a su mama le agradaba mucho ver a su hija participando de las reuniones sociales, con la esperanza que Dios la orientara por otros caminos. Isabel es obediente con su madre, tanto que se compra guantes nuevos para las reuniones y así no dar sospecha, pero su corazón ya está decidido y ella quiere hacer cambios importantes en su vida, en especial luchar contra algunos defectos dominantes. Escribe ella en su Diario Espiritual; “Hoy he tenido la satisfacción de ofrecer a mí Jesús algunos sacrificios sobre mi defecto dominante. ¡Pero, cuanto me han costado! Por  este esfuerzo reconozco mi debilidad. Cuando recibo una advertencia injusta, parece que siento hervir la sangre en mis venas. Todo mi ser se revela. Pero Jesús estaba hoy conmigo, escuchaba su voz en el fondo de mi alma y me sentía dispuesta a sufrirlo todo por su amor.” (Manuscrito “A”, lunes 30 de enero, Obras Completas, página 9)

Más adelante, a los diecinueve años, luego de participar en unos Ejercicios Espirituales, anota aún en su Diario: “Me he consagrado totalmente al Señor. Le he entregado todo mi ser. Le he confiado también el deseo que más amo. Solo quiero lo que le quiera. Soy su víctima. Que haga de mi lo que más le agrade. Que me lleve cuando a Él le plazca.” Y más adelante añade sus propósitos: “La humildad, la renuncia de sí misma.” Y le ruega a Jesús que le ayude a cumplirlo con fidelidad diciendo: “Si Amado mío, os prometo humillarme y renunciar a misma cuantas veces se me presente la ocasión” Isabel anota también ese día que se ha impresionado de las conmovedoras palabras de la Eucaristía: “venid y comed” y le responde: “Si, Jesús mío. Iré a Ti que eres mi fortaleza, mi apoyo, mi vida” (Manuscrito “B”, sábado 27 de enero de 1899, por la mañana, Obras Completas, pagina 101.)

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


Fuentes y Bibliografía

-        LA DOCTRINA ESPIRITUAL DE SOR ISABEL DE LA TRINIDAD, M.M. PHILIPON, O.P.

-        OBRAS COMPLETAS, EDITORIAL MONTECARMELO


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