DOMINGO DEL  SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO y NOVENA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

(Ciclo C)


 

Contenido

DOMINGO DEL  SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO.. 1

LUNES. 6

MARTES. 10

MIERCOLES. 14

JUEVES. 18

VIERNES. 20

SABADO.. 24

 


DOMINGO DEL  SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

Lecturas bíblicas

a.- Gn. 14,18-20: Melquisedec ofreció pan y vino.

La primera lectura, nos sitúa en la invasión de la región de Canaan y el rescate que hace Abraham, de su sobrino Lot. De regreso pasa por Salém (Jerusalén) y se encuentra con su rey y sacerdote Melquisedec, sacerdote del Dios Altísimo. El autor sagrado, quiere resaltar la figura de Abraham, como guerrero, compromiso con su familia, su generosidad a la hora de repartir el botín. Esos bienes, no son un don de los cananeos, sino una bendición especial de Dios. Pero lo más importante, es situar a Abraham en Jerusalén, el lugar santo por excelencia, donde se venera a Yahvé. Es el deseo de mirar hacia atrás, proyección de la teología davídica, donde Abraham recibió hospitalidad y la bendición del rey sacerdote Melquisedec. Jerusalén, será capital de Israel con David, de ahí su interés, en estos hechos precedentes. El gesto amistoso de Melquisedec, ofrecer pan y vino, es un gesto, de hospitalidad a quien vuelve de la batalla, Abraham y sus hombres. Abraham, como reconocimiento paga el diezmo, con lo cual reconoce el sacerdocio de Melquisedec. Si bien esta figura es prácticamente es desconocida el NT la recuerda por sus gestos muy significativos (cfr. Sal.110; Heb.7, 1-17), y fundamento teológico del sacerdocio de Cristo Jesús.

b.- 1Cor. 11,23-26: Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor.

Pablo, exhorta a la comunidad de Corinto, con una catequesis sobre la Cena del Señor. ÉL había recibido una tradición que venía del Señor, y que ahora él les comunica. No es que él la hubiera recibido del Señor, sino que va a comunicar la catequesis que él había recibido seguramente en la comunidad de Damasco, luego de su conversión. Esta catequesis, hace hincapié en la muerte de Cristo en forma cruenta, es decir, romper el pan, la entrega de su cuerpo; lo mismo el cáliz de la nueva alianza, en su Sangre (vv. 24-25). Jesús pide a los apóstoles que ese gesto, lo repitan en memoria suya (cfr. Lc. 22,19-20); este gesto es un claro recuerdo de la celebración de la Pascua, celebrada de generación en generación, como memorial de su muerte y resurrección. Era toda una fiesta para Yahvé (cfr. Ex. 12, 14). En el ritual judío de la cena pascual, había una oración a Yahvé: que se acordara del Mesías. La petición de Jesús de hacer esto en memoria suya, tiene su eco en este mandato a los apóstoles. La pascua judía, recordaba la liberación del yugo egipcio, por lo mismo, la pascua cristiana, habla de una liberación humana integral, de todas las esclavitudes a la que está sometida la humanidad. El bautizado está incorporado a la muerte y resurrección de Cristo, vida nueva, sin embargo, hasta que el Señor venga la resurrección, es promesa para todo bautizado. El Sacrificio Eucarístico, es un adelanto de esa vida nueva que tendremos en la eternidad.

c.- Lc. 9, 11-17: Comieron todos y se saciaron.

La multiplicación de los panes, es uno de los milagros más importantes de Jesús. Toda una revelación de su parte en hechos y palabras, les abre a los hombres el camino del reino de Dios y una vida nueva. La apocalíptica judía tradicional, hablaba de la participación en el banquete en el reino de Dios, ya sea Isaías que habla de banquete suculento en vinos y manjares exquisitos, dichoso el que coma en el reino, se habla en una parábola, o Jesús, que come la cena hasta su cumplimiento definitivo en el reino (cfr. Is. 25,7; Lc. 14,15; 22, 16). Es nuevamente en el desierto, de noche, en despoblado, donde Dios renueva los prodigios de la historia de su pueblo; en medio de ellos se encuentra Dios, en la persona de Jesús comunicando su misterio: enseña, sana, ofrece alimento. Seguir a Jesús, es para dejarlo todo, incluso la comida, las seguridades; convertido en discípulo, Jesús que conoce sus necesidades, las satisface. Les dio de comer, es decir, el banquete del reino había comenzado. El signo de los panes, habla de una revelación escatológica: en Jesús, Dios Padre está presente, es Aquel que también, ofrece alimento al pueblo. El poder de los apóstoles es comunicado por Cristo, no pudieron alimentar al pueblo ellos, sólo con el pan que Jesús les da pueden hacerlo. En un contexto de comunidad eclesial, el milagro es anticipo, y signo de la Eucaristía: Jesús pronuncia la bendición sobre el pan, lo parte, y lo ofrece a los hombres. De ahí que cenar juntos en tensión escatológica, es el signo de fraternidad, memoria, sacrificio y presencia del Resucitado en su Iglesia. Este banquete abundante de bienes nos lleva a compartir con el prójimo para superar las injusticias; todos están invitados a este él puesto que los bienes del reino son de todos. El hambre y la injusticia nos hablan de una sociedad que no escucha a Jesús, porque en esa misma sociedad, existe la abundancia de bienes, pero que no son compartidos. La celebración de la Eucaristía, es la participación de todos los cristianos para aprender a compartir el pan de la Palabra y el Pan de vida, principalmente, y los bienes materiales con el necesitado. En este día muchos pueblos y ciudades, hacen la procesión con el Santísimo Sacramento, por calles y plazas, que su paso derribe los ídolos que esclavizan al hombre de nuestra sociedad, y a los que se pongan en su camino les comunique vida nueva, fe y esperanza, salud del alma y del cuerpo y un deseo ferviente de volver a la casa del Padre y sentarse a la mesa de los hijos. ¡Viva Jesús Sacramentado! ¡Viva y de todos sea amado!

Teresa de Jesús tuvo a Jesús como compañero de vida y de caminos en sus fundaciones de frailes y monjas, por la ancha geografía española del s. XVI. “Hele aquí…compañero nuestro en el Santísimo Sacramento que no parece fue en su mano apartarse un momento de nosotros” (Vida 22,6).


LUNES

Lecturas bíblicas

a.- Tb. 1,3; 2,1-8: Tobías temía más a Dios que al rey.

b.- Mc. 12,1-12: Parábola de los viñadores homicidas.

Esta parábola, es una expresión del amor entrañable del Padre por su pueblo. Amor que se preocupa por la viña, para que produzca sus frutos. Pero además, expresa la actitud de los administradores, a cuyo cuidado dejó la viña el dueño, ellos la quieren para sí, arrebatándosela al Hijo. Matarán a todos los enviados que vinieren a buscar la paga, el fruto. El Hijo del dueño de la viña también, es enviado, pero los viñadores se dijeron: “Pero aquellos labradores dijeron entre sí: "Este es el heredero. Vamos, matémosle, y será nuestra la herencia. "Le agarraron, le mataron y le echaron fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y dará muerte a los labradores y entregará la viña a otros. ¿No habéis leído esta Escritura: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido” (vv. 7-10). Este último pasaje es una referencia al rechazo que sufre Jesús de parte de los judíos, pero también éstos se sienten identificados con los malos administradores de la viña, por lo que deciden matarlo. La lección, que trae a nuestra vida, es saber administrar la salvación, que aunque sabemos es don gratuito de Dios, también es responsabilidad de quien acepta vivir esta historia de amor con Dios. Saber trabajarla, consistirá en ver cómo esos criterios y actitudes de Cristo, los puedo asumir de acuerdo a las necesidades y urgencias que percibo a la luz de su misterio. No es fácil, acertar ciento por ciento, por la falta de conocimiento personal de nosotros mismos, falta de comunión con Dios y el prójimo. Muy centrados en nosotros mismos, no valoramos cuánto ha hecho el Señor por nosotros y los frutos que le debemos. La misma responsabilidad deberíamos tener con la Iglesia, Sacramento de salvación universal.  Si viviéramos nuestro compromiso a nivel personal y eclesial, la comunidad sería espacio abierto para todos los que de verdad quieran trabajar en la viña del Señor, y fructificar según la voluntad del Padre. Deberíamos sentirnos afortunados de trabajar en la viña del Señor, que es la Iglesia, porque contribuimos en la evangelización del mundo, y nos hacemos más responsables de cuanto nos ama Dios Trinidad.

Santa Teresa de Jesús, amante de la Iglesia de Jesucristo, procura hacer lo posible, vivir los consejos evangélicos con toda perfección, para mantener el alto el ideal de la vida consagrada. “En este tiempo vinieron a mi noticia los daños de Francia y el estrago que habían hecho estos luteranos y cuánto iba en crecimiento esta desventurada secta. Dime gran fatiga, y como si yo pudiera algo o fuera algo, lloraba con el Señor y le suplicaba remediase tanto mal. Parecíame que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las muchas que allí se perdían. Y como me vi mujer y ruin e imposibilitada de aprovechar en lo que yo quisiera en el ser servicio del Señor, y toda mi ansia era, y aún es, que pues tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que ésos fuesen buenos, determiné a hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, confiada en la gran bondad de Dios, que nunca falta de ayudar a quien por él se determina a dejarlo todo; y que siendo tales cuales yo las pintaba en mis deseos, entre sus virtudes no tendrían fuerza mis faltas, y podría yo contentar en algo al Señor, y que todas ocupadas en oración por los que son defendedores de la Iglesia y predicadores y letrados que la defienden, ayudásemos en lo que pudiésemos a este Señor mío, que tan apretado le traen a los que ha hecho tanto bien, que parece le querrían tornar ahora a la cruz estos traidores y que no tuviese adonde reclinar la cabeza.” (CV 1,2).


MARTES

Lecturas bíblicas

a.- Tb. 2,9-14: Tobías ciego.

b.- Mc. 12,13-17: El tributo al César.

El relato evangélico nos presenta a fariseos y herodianos juntos, frente a Jesús, para consultarle acerca del tributo, que como ciudadanos debían pagar al César; esto no podía ser sino una trampa o una pregunta capciosa. Si decía que sí, debía pagarlo, se convertía en idólatra, porque el emperador romano, era considerado una divinidad, además lo podían acusar de colaborador con el poder imperial. Si su respuesta era negativa, lo podían acusar de ser un rebelde, soliviantar al pueblo a la rebelión, y no cumplir la ley establecida por el poder pagano. Sin embargo, hay que hacer notar que si bien, la pregunta iba torcida, los fariseos tenían un buen concepto del Maestro de Nazaret: lo consideran veraz y que enseña el camino de Dios (v.14). ¿Lo creían de verdad, o habían oído hablar así de Él? No lo sabemos, pero al menos, conocemos lo que se decía de ÉL, en esos ambientes partidistas. Si sorprende la forma en que estos fariseos y herodianos se presentan a Jesús, más admirable, es la respuesta que les brinda a su interrogante: “Mas él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea.» Se lo trajeron y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?» Ellos le dijeron: «Del César.» Jesús les dijo: «Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios.» Y se maravillaban de él.” (vv. 15-17). Hoy no resulta fácil equilibrar esta doble pertenencia a la sociedad y a Dios, porque puestos a pensar un poco, pareciera que le damos más al César, que a Dios, vivimos más para el consumismo, las cosas materiales, que para las realidades de la fe. Lo más sano será vivir la fe, no como un deber, sino como una respuesta integradora de la realidad, que nos toca vivir día a día, donde tratamos de encontrar al Señor, para darle una visión de creyente a eso que hacemos diariamente: estar con la familia, trabajar, estudiar, etc. Para dar a Dios, tenemos que ser conscientes, de cuánto hemos recibido, hasta percibir sus dádivas día a día. Es la respuesta a la inmensa bondad de Dios, la mirada de fe, y trascendencia comprometida con todo lo que hemos recibido. Amor con amor se paga. Como cristianos, vivimos en una sociedad que nos reconoce como ciudadanos, que tienen derechos y deberes, que cumplir para sí entendernos y vivir en forma más civilizada y justa posible. Lo contrario sería un caos. Ahora el cristiano, desde su vida  dedicada a Dios, contempla, porque tiene una mirada propia de la realidad, que quiere transformar desde dentro con su testimonio. Su vida de familia, su vida profesional, lo que haga por el prójimo, será su modo como cristiano de darle a Dios y a la sociedad lo que corresponde. Hay, sin embargo, muchos que viven su relación con la sociedad no desde Dios, sino desde sí mismos, y dan a la sociedad mucho más de lo que es posible ofrecerle, ya que sin tener una opinión propia, viven al dictado de los criterios de la sociedad. Ahí  hay vaciedad, y un sin sentido, por la propia existencia, y la de los demás. Hoy más que nunca se necesita tener claro lo que debemos a Dios y a la sociedad: santificarse como padres, esposos y profesionales cristianos. Ser cristiano hoy significa ser luz y sal, testigo y profeta, poseer un sentido, un norte para la propia existencia, y la de nuestros hermanos, en la sociedad que construimos.

Santa Teresa de Jesús, vivió la experiencia de vivir para Dios, pero sujeta por las vanidades del mundo. “¡Oh, válgame Dios, si hubiera de decir las ocasiones que en estos años Dios me quitaba, y cómo me tornaba yo a meter en ellas, y de los peligros de perder del todo el crédito que me libró! Yo a hacer obras para descubrir la que era, y el Señor encubrir los males y descubrir alguna pequeña virtud, si tenía, y hacerla grande en los ojos de todos, de manera que siempre me tenían en mucho.  Porque aunque algunas veces se traslucían mis vanidades, como veían otras cosas que les parecían buenas, no lo creían. Y era que había ya visto el Sabedor de todas las cosas que era menester así, para que en las que después he hablado de su servicio me diesen algún crédito, y miraba su soberana largueza, no los grandes pecados, sino los deseos que muchas veces tenía de servirle y la pena por no tener fortaleza en mí para ponerlo por obra. ¡Oh Señor de mi alma! ¡Cómo podré encarecer las mercedes que en estos años me hicisteis! ¡Y cómo en el tiempo que yo más os ofendía, en breve me disponíais con un grandísimo arrepentimiento para que gustase de vuestros regalos y mercedes! A la verdad, tomabais, Rey mío, el más delicado y penoso castigo por medio que para mí podía ser, como quien bien entendía lo que me había de ser más penoso. Con regalos grandes castigábais mis delitos.” (V 7,18-19).


MIERCOLES

Lecturas bíblicas

a.- Tob. 3, 1-11.16-17: La desgracia de Sara

b.- Mc. 12, 18-27: Resurrección de los muertos

Los saduceos, otro partido religioso, además de los fariseos, negaban la resurrección, cosa que sí afirmaban los fariseos, por lo tanto, cercanos a Jesucristo en ese tema. El caso que le ponen, se basa en la ley del levirato (cfr. Dt. 25, 5; Gn. 38, 8), según la cual la viuda, debía unirse al hermano del difunto fallecido, para que le diera descendencia. En esta hipótesis, siete hermanos tuvieron a la misma mujer, en la vida eterna, cuando resuciten: ¿de quién será mujer, si todos los hermanos la tuvieron por esposa? (v.23) Jesús establece, que en la vida eterna, hombres y mujeres, serán como ángeles, es decir, espíritus celestiales. Para confirmar su tesis sobre la resurrección, cita a Ex. 3, 6: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac, el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos sino de vivos” (v. 26). Lo más importante de este pasaje, es la noticia que en la vida eterna, seremos como ángeles, espíritus celestiales que alaban a Dios y contemplan su Rostro, por toda la eternidad. Es un anuncio de su propia resurrección. En una buena noticia, sobre todo cuando nos preguntamos, cómo será esa vida eterna, a la cual estamos llamados por nuestra vocación a la santidad. La vida eterna, es la meta de nuestro caminar, por eso, es tan importante preparar esa vida con la escucha de la palabra de Dios, la vida sacramental, particularmente la reconciliación y la Eucaristía, uno nos purifica y renueva, sacramentos que nos comunican la vida del Resucitado a nuestro espíritu. Es verdad, que la vida nos sumerge en medio de las preocupaciones propias de nuestra sociedad, pero no olvidemos que todo este mundo pasa, lo único verdadero, es la vida teologal, la fe, la esperanza y la caridad. Una fe que siendo luminosa también nos oculta, hasta la vida eterna, la plenitud de su contenido, una esperanza que nos asegura los bienes que ya poseemos en esperanza teologal (cfr. Rm.5,1-5),  y una caridad que busca la posesión de Dios y la unión definitiva en conocimiento y amor eterno. 

Santa Teresa de Jesús, exclama: “Dadnos, Dios mío, Vos a entender qué es lo que se da a los que pelean varonilmente en este sueño de esta miserable vida. Alcanzadnos, oh ánimas amadoras, a entender el gozo que os da ver la eternidad de vuestros gozos, y cómo es cosa tan deleitosa ver cierto que no se han de acabar. ¡Oh desventurados de nosotros, Señor mío!, que bien lo sabemos y creemos; sino que con la costumbre tan grande de no considerar estas verdades, son tan extrañas ya de las almas, que ni las conocen ni las quieren conocer. ¡Oh, oh, oh, qué poco fiamos de Vos, Señor! ¡Cuántas mayores riquezas y tesoros fiasteis Vos de nosotros, pues treinta y tres años de grandes trabajos, y después muerte tan intolerable y lastimosa, nos disteis y a vuestro Hijo, y tantos años antes de nuestro nacimiento! Y aun sabiendo que no os lo habíamos de pagar, no quisisteis dejarnos de fiar tan inestimable tesoro, porque no quedase por Vos, lo que nosotros granjeando con El podemos ganar con Vos, Padre piadoso. ¡Oh ánimas bienaventuradas, que tan bien os supisteis aprovechar, y comprar heredad tan deleitosa y permaneciente con este precioso precio!, decidnos: ¿cómo granjeabais con él bien tan sin fin? Ayudadnos, pues estáis tan cerca de la fuente; coged agua para los que acá perecemos de sed.” (Excl.13,1ss).


JUEVES

Lecturas bíblicas

a.- Tob. 6, 10-11; 7, 1. 9-17; 8, 4-10: Os ha traído Dios a mi casa que mi hija se case contigo.

b.- Mc. 12, 28-34: El mandamiento principal.

La discusión que le presenta el fariseo a Jesús, no era nueva, sino antigua entre las diversas interpretaciones, que daban las escuelas rabínicas de Jerusalén. La respuesta de Jesús, es la que todo buen judío debía dar, primero porque conocía la doctrina, y segundo, porque la vivía profundamente (vv. 29-31; cfr. Dt. 6,5; Lv. 19,18). Lo que hace Jesús, es equiparar ambos mandamientos, lo que equivale decir, que amar a Dios es tan importante, como amar al prójimo. Es más, sería difícil cumplir uno, sin cumplir el otro. La respuesta agradó tanto al maestro de la ley, que dijo: “Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que  Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo  vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios.» (v. 32-34). El maestro comprendió, que lo que él intuía era verdad, amar a Dios vale tanto como amar al prójimo. La tarea nuestra será, no sólo conocer la doctrina acerca de estos mandamientos y cumplirlos, sino comprender que no puedo conformarme con amar a Dios, sin amar al prójimo, porque de lo contrario nos engañamos a nosotros mismos (cfr. 1Jn.4,20-21). Ambos preceptos, o se cumplen juntos, o no se cumplen, por lo tanto, será labor nuestra revisar en la oración personal, y en el examen de conciencia, si realmente amamos al prójimo que es lo más concreto, con lo que podemos comprobar diariamente la calidad de nuestro amor. En la oración ciertamente debemos pedir con constancia al Espíritu Santo (Rm.5,5), que colme de amor divino nuestro corazón, como lo ha hecho con los místicos, para que podamos corresponder, a modo humano, al querer de Dios manifestado en Cristo Jesús. Hoy son tantas las necesidades,  como las formas de ayudar a esa variedad de prójimos, que existen en nuestra sociedad que no hacerlo sería una manifestación del olvido, fruto del egoísmo, que hacemos de esta dimensión del mandamiento que converge en el necesitado. La Iglesia siempre ha mantenido en mucha estima el servicio a los pobres y menesterosos de todo tipo, porque  hombres y mujeres han dedicado su vida a servir al prójimo. Hoy podemos invertir parte de nuestro tiempo en servir, como Jesús, al hermano y así cumplir ambos mandamientos para hacer la voluntad de Dios en nuestra vida.

Santa Teresa de Jesús, nos exhorta a guardar estos dos mandamientos cimiento de toda perfección cristiana. “Entendamos, hijas mías, que la perfección verdadera es amor de Dios y del prójimo, y mientras con más perfección guardáremos estos dos mandamientos, seremos más perfectas. Toda nuestra Regla y Constituciones no sirven de otra cosa sino de medios para guardar esto con más perfección. Dejémonos de celos indiscretos, que nos pueden hacer mucho daño. Cada una se mire a sí.” (1M 2,17).


VIERNES

Lecturas bíblicas

a.- Tob. 11, 5-18: Dios devuelve la vista a Tobit, padre de Tobías.

b.- Mc.  12, 35-37: El Mesías, hijo y Señor de David.

Si bien Jesús acepta las preguntas capciosas de los fariseos y saduceos, es ahora ÉL, el que pregunta a los escribas del templo: “¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo  de David? David mismo dijo, movido por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. El mismo David le llama Señor; ¿cómo entonces puede ser hijo suyo?» (vv. 35-37). Los fariseos enseñaban que el Mesías sería hijo de David, basados en la promesa de Dios de darle un dinastía eterna (cfr. 2Sam.7, 8). El mismo David decía que Yahvé, dijo al Mesías: “siéntate a mi derecha y haré de tus enemigos estrado de tus pies” (Sal. 110, 1). Si  David, lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo? La respuesta es que siendo en lo humano descendiente de David, su origen divino, lo hace superior a David. La clave está en la resurrección de Jesús (cfr. Hch.2, 29-35). El uso litúrgico del Sal.110, hizo comprender a los cristianos que Jesús podía ser hijo de David e hijo de Dios. Críticamente les dice a los escribas, que si no son capaces de resolver una disputa de la Escritura, mucho menos, podrán juzgar la identidad del Mesías, puesto que no reconocen en ese Salmo, un texto mesiánico.  A Jesús le interesa develar la imagen del Mesías, despojarla del excesivo sentido político, con que lo esperaban las autoridades y pueblo judío. La profecía de Natán, después del destierro babilónico, despertó la esperanza del Mesías que restablecería el reino de David. Jesús, escuchó muchas veces ser identificado, como el hijo de David, aclamaciones que venían del pueblo, aunque más bien, se identificó con el “Hijo del hombre” más acorde con el Siervo sufriente de Isaías. La mentalidad judía, no comprendía un Mesías sufriente, sino más bien triunfante en lo político, social y espiritual. Habrá que esperar hasta la resurrección, para comprender esta realidad de la que el AT, ya había anunciado. Será la comunidad cristiana, que a la luz de la experiencia pascual comprenderán el sentido de las antiguas profecías, la espera mesiánica y el itinerario para verlas cumplidas en Cristo Jesús. El Hijo de David, cambió toda su gloria divina, por el servicio y la cruz para ser Señor y Cristo, para siempre (cfr. Flp. 2, 6ss). Si los cristianos debieron comprender este itinerario del Hijo de David, de optar por la kénosis para adquirir la gloria eterna, también nosotros debemos hacerlo meditando el misterio de Jesucristo en su pasión, que como enseña San Pablo, en Él están todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (cfr. Col. 2, 2-3).

Santa Teresa  de Ávila, nos invita a considerar la vida de Cristo como contenido fecunda de toda vida de oración. “Llamo yo meditación a discurrir mucho con el entendimiento de esta manera: comenzamos a pensar en la merced que no hizo Dios en darnos a su único Hijo, y no paramos allí, sino vamos adelante a los misterios de toda su gloriosa vida; o comenzamos en la oración del Huerto y no para el entendimiento hasta que está puesto en la cruz; o tomamos un paso de la Pasión, digamos como el prendimiento, y andamos en este misterio, considerando por menudo las cosas que hay que pensar en él y que sentir, así de la traición de Judas, como de la huida de los apóstoles y todo lo demás; y es admirable y muy meritoria oración.” (6M 7,10).


SABADO

Lecturas bíblicas

a.- Tob. 12,1.5-15.20: Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles.

b.- Mc. 12,38-44: Guardaos de la levadura de los letrados.

Dos textos, uno se refiere a los letrados y cómo hay que cuidarse de sus actitudes  (vv.38-39) y el otro trata del óbolo de la viuda (vv.41-44). Las palabras de Cristo, son una advertencia, de cómo esas actitudes son para aparentar piedad y santidad externa, que no corresponde a las intenciones del corazón. El castigo será más severo con ellos, por su hipocresía religiosa. El verdadero israelita, debe serlo desde lo interior, como también, el cristiano. Si no nacen de una verdadera religión, siempre cabe la posibilidad de caer en la hipocresía. Con frecuencia, Jesús condena la hipocresía religiosa del tipo que sea, porque lleva al engaño, con lo más sagrado, como es la religión referida a Dios y a los hombres. Si hay algo que se necesita hoy, y siempre, es la autenticidad,  tanto del que cree, como del que no tiene religión, pero sigue su conciencia moral. La verdadera religión, nace del espíritu y de la verdad. El espíritu humano, es morada de Dios y de la verdad, revelada por Dios en Cristo a los hombres. La verdadera religión, es en espíritu y en verdad (cfr. Jn. 4,23), como enseñó Jesús a la samaritana. Así como Moisés dio al pueblo los Mandamientos, Jesús dio las Bienaventuranzas (cfr. Mt. 5, 4-11; Lc. 6, 20-23), como su propia ley para el cristiano. No se anulan los mandamientos, pero en la nueva economía de la salvación, se perfecciona la voluntad divina para nosotros. Es el Espíritu Santo, el que interioriza la voluntad divina, y por lo mismo, hace que el hombre, pueda efectivamente y afectivamente, hacer la voluntad de Dios. La viuda del templo, es la imagen de la mujer nueva del evangelio de la gracia, confianza y oración, se unen en ella, la generosidad de quien entrega, más que una moneda, entrega la propia vida a Dios y los hombres. Es de  alabar la mirada de Jesús, con esta viuda pobre, su capacidad de dejarse admirar por la sencillo, lo simple, como observar el obrar de las personas menos significativas para los grandes, o que se consideran tales. Ve cómo echa más que nadie, frente a los ricos que echaban mucho dinero en el cepillo del templo. La viuda echó  unas monedas, dos cuartos, una minucia si se quiere, pero Jesús lo considera mucho, porque dio lo que tenía para vivir, mientras que los otros daban de lo que les sobraba. Ambos textos,  apuestan por la interioridad, como fuente donde Dios se revela y el hombre le busca le puede encontrar. Fuente de donde brotan las actitudes de cara a Dios y a los hombres. Sin olvidar que también ahí nacen las actitudes más nobles, y también, nuestras debilidades, que siempre habrá que vencer a fuerza de bien. Quien vive con trasparencia su fe, es un aporte para la comunidad eclesial, para su familia, para su profesión, etc. Quien actúa así, o mejora o retrocede, porque en el fondo, la hipocresía se percibe con sospecha y por lo mismo, hombre o mujer no confiable. La verdad nos hace libres, enseña Jesús, porque esa verdad es el mismo Cristo y su mensaje de salvación.

Santa Teresa de Jesús, mirarle a ÉL es la consigna de una cristiana que sabe lo que enseña porque lo vivido. Dejarse mirar por ÉL,  colma de amor el propio corazón. “No os pido ahora que penséis en El ni que saquéis muchos conceptos ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento; no os pido más de que le miréis. Pues ¿quién os quita volver los ojos del alma, aunque sea de presto si no podéis más, a este Señor? Pues podéis mirar cosas muy feas, ¿y no podréis mirar la cosa más hermosa que se puede imaginar? Pues nunca, hijas, quita vuestro Esposo los ojos de vosotras. Haos sufrido mil cosas feas y abominaciones contra Él y no ha bastado para que os deje de mirar, ¿y es mucho que, quitados los ojos de estas cosas exteriores, le miréis algunas veces a Él? Mirad que no está aguardando otra cosa, como dice a la esposa, sino que le miremos. Como le quisiereis, le hallaréis.Tiene en tanto que le volvamos a mirar, que no quedará por diligencia suya.” (CV 26,3)

                                               Fr. Julio González C.  OCD


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