DECIMA QUINTA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO  

 (Año Par. Ciclo A)

P. Julio González Carretti ocd


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DOMINGO.. 2

a.- Is. 55, 10-11: La lluvia hace germinar la tierra. 2

b.- Rm. 8, 18-23: La creación espera la manifestación de los hijos de Dios. 2

c.- Mt. 13, 1-23: Salió el sembrador a sembrar. 3

LUNES.. 4

a.- Is.1,11-17: Lavaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. 5

b.- Mt. 10, 34-11,1: No he venido a sembrar paz, sino espadas. 5

MARTES.. 6

a.- Is. 7,1-9: Si no creéis, no subsistiréis. 6

b.- Mt. 11, 20-24: Ay de las ciudades impenitentes. 6

MIERCOLES.. 7

a.- Is.10,5-7.13-16: ¿Se envanece el hacha contra quien la blande?. 7

b.- Mt. 11, 25-27: Has escondido estas cosas a los sabios, y se las has revelado a la gente sencilla. 7

JUEVES.. 9

a.- Is. 26,7-9.12.16-19: Despertarán jubilosos los que habitan en el polvo. 9

b.- Mt. 11, 28-30: Soy manso y humilde de corazón. 9

VIERNES.. 10

a.- Is. 38,1-6. 21-22. 7-8: He escuchado tu oración, he visto tus lágrimas. 10

b.- Mt. 12, 1-8: El Hijo del Hombre es Señor del sábado. 10

SABADO.. 12

a.-  Miq. 2,1-5: Codician los campos y se apoderan de las casas. 12

b.- Mt. 12, 14-21: Jesús, es el Siervo de Yahvé. 12

 

DOMINGO

Lecturas bíblicas

a.- Is. 55, 10-11: La lluvia hace germinar la tierra.

EL profeta Isaías, invita al banquete escatológico de los tiempos mesiánicos; basta tener sed, hambre de Dios. En los momentos más importantes de la relación de Yahvé con su pueblo los acuerdos y alianzas se confirmaron con un banquete y un sacrificio hasta que al final se promete una nueva alianza y un banquete en el reino de Dios. Comer y saciar la sed, son las imágenes para significar los grandes anhelos del hombre que busca su felicidad. El diálogo con la Samaritana es el mejor modelo de esa búsqueda y saciedad. Pero en todo este proceso hay una exigencia básica: escuchar la palabra de Dios, manifestada en la ley, en la alianza. El que escucha, vivirá, no cualquier tipo de vida sino en Dios; el NT, la identificará con la vida eterna. La Nueva y eterna alianza, (cfr. Is. 55,3ss), se realizará no por la fuerza militar o política, sino atraídos los pueblos subirán a Sión por el Santo de Israel, por la justicia y santidad de su pueblo fiel a la Nueva alianza. El regreso de los exiliados, redimidos y perdonados es imagen de la liberación de todas las demás esclavitudes, incluido el pecado. Ahora se comprende que cuando Yahvé, habla su palabra es eficaz, como la lluvia, su palabra no vuelve vacía, sin antes penetrar la tierra para fecundarla, sin alcanzar su fin. Su palabra es salvación para el hombre, que Cristo Jesús, manifestará en el NT, ÉL es su palabra encarnada. Un anticipo del banquete celestial, es la Eucaristía, palabra hecha carne y bajada del cielo para ser ofrecida en sacrificio y alimento para los hambrientos y sedientos de justicia, de verdad, de paz y amor.

b.- Rm. 8, 18-23: La creación espera la manifestación de los hijos de Dios.

El apóstol Pablo, nos introduce de lleno en el drama de la creación cuyo origen lo tenemos en el pecado del hombre que participa de su mismo destino. Pablo insiste en proponer una visión global en el sentido de la salvación que llega,  no sólo al hombre sino también a su contexto a la creación entera. Sigue la tradición bíblica que no separó al hombre de su Creador y redentor. Pablo afirma, que la creación fue sometida por el hombre pecador al sin sentido, como su existencia; teniendo siempre presente que fue Dios quien le dio sentido a la vida del hombre y a la creación (cfr. Gn. 1-3). Si bien el hombre abusó de su libertad, permanece siempre la esperanza de la liberación de la corrupción que será junto a la creación, es decir, desde dentro de la creación, salvará su alma y su cuerpo. El gemido de la creación y del cristiano, es oración no para huir de la realidad, sino desde ella, se convierte en fuerza que renueva toda la creación. Por lo tanto, así como el hombre integral está llamado a la salvación y glorificación final. Es todo un avance en el pensamiento, ya que la filosofía griega consideraba como mala la materia, el cuerpo, el cristianismo libera incluso la materia, no sólo el espíritu, lo que incluye toda la realidad creada. El cristiano posee las primicias del Espíritu, por ello, desea alcanzar la liberación cuanto antes, así se explica todo el camino de la vida teologal.

c.- Mt. 13, 1-23: Salió el sembrador a sembrar.

En este evangelio encontramos tres momentos: la parábola del sembrador (vv.3-9), porqué Jesús habla en parábolas (vv.10-17) y explicación de la parábola del sembrador (vv.18-23). El evangelio nos presenta a Jesús que sale de casa y se sienta  a orillas del lago de Genesaret, la multitud lo rodea para escucharle. La casa se entiende como el espacio íntimo, familiar, de la formación especial para los discípulos, distinta de la que dirige a todos. Jesús, debido a la gran multitud que se acerca, sube la barca y se sienta, actitud del Maestro que va a enseñar a las gentes, desde la otra orilla (vv.1-2). Los hombres acuden donde pueden escuchar la palabra de Dios, donde el Espíritu, da testimonio eficaz en Jesús de Nazaret. Una  experiencia común en Palestina como es la siembra; el sembrador esparce la semilla, consciente que sólo la que cayó en tierra buena, dio una buena cosecha el 30, 60 y el 100 por uno  (vv. 4-9; cfr. Mc. 4, 11). En un segundo estadio los discípulos preguntan a Jesús la razón de su hablar en parábolas (vv. 10-17), y lo hacen en público porque interesa a todos los que oyen a Jesús. Las parábolas son una forma de enseñar al hombre, especie de lenguaje secreto, no como una abierta instrucción sobre el reino de Dios. Quizás la inquietud nace al comprobar que la predicación de Jesús no daba los frutos que se esperaba. El rechazo y la incredulidad es posible sea el origen de hablar en parábolas. Jesús responde con unas palabras consoladoras: “a vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos  pero a ellos no” (v.11). Es un misterio sólo quien escucha solícito puede reconocer lo que es el reino de Dios; realidad que no se impone al hombre, tampoco lo supera, es un misterio. Si bien Jesús no excluye a nadie, pero será dónde se cultive su palabra, unos la acogerán y darán fruto, en otros apenas echará raíces, se perderá enseguida o con el paso del tiempo. ¿Por qué unos sí y otros no? Es un misterio de vocación y elección que sólo el oyente bien dispuesto puede dar fruto. Pura gracia, donde al hombre no le conviene preguntar a Dios nada (cfr. Ex. 33,19; Rom.9,19s). A los bien dispuestos se le dará la perfección de la nueva alianza, Dios prodiga sus bienes libérrimamente hasta conseguir la vida eterna. A los no dispuestos, ni con el oído y la vista se les quitará hasta lo que creen poseer hasta que en día del juicio lo pierdan todo. Es el infierno del sinsentido; la decisión respecto a Jesús es radical. Habla en parábolas porque “viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden” (v. 13; cfr. Is. 6,9-10). Jesús contesta ahora directamente la pregunta de los discípulos. Isaías había recibido el mandato de Yahvé de endurecer el corazón de Israel, porque no obedeció la alianza con el Señor. Dicha aniquilación comienza con no querer ni ver ni oír, es decir, con el endurecimiento del corazón. Dios encargó al profeta anunciar el juicio sobre Israel, que comenzaba con sus palabras. Como con el profeta, también con Jesús aparece el misterio de obstinación. De ahí que el lenguaje sea en parábolas; no se quieren salvar, por lo mismo, son culpables (v. 15, cfr. Mc.4,11s). Jesús declara dichosos a los discípulos porque ven y oyen. Muchos quisieron ver y oír lo que ellos ven y escuchan (cfr. Mt. 23,29; Rom.16,25; Ef.3,4-5; Col.1,26). ¿A quién ven y escuchan? A Jesús de Nazaret, sus palabras y obras; la llegada del Reino de Dios (cfr. Mt.13,11).  S pasa del adviento que fue para los profetas y la venida, es decir, esta manifestación que ellos no conocieron pero sí los discípulos, por eso ahora son dichosos. De ahí que ven y conocen, oyen y entienden porque en y con Jesús experimentan el misterio de Dios (cfr. Col.1, 24s). Finalmente, encontramos la explicación de la parábola (vv.18-23). La buena tierra es obra de Dios y del hombre, de su salvación aceptada y comprendida, puesta por obra con la fuerza del Espíritu de Jesús; lo que le corresponde al hombre, es responsabilizarse de su fe y comprometerse, dejarse guiar por el amor de Dios, su poder salvador, y la realidad que la necesita para que tenga sentido vivirla.

Santa Teresa de Jesús, nos exhorta a obrar como consecuencia de nuestra fe: “Todas hemos de procurar ser predicadoras de obras” (CV 15,6). O bien: “Los del mundo harto harán si tienen determinación de cumplirlo. Vosotras hijas diciendo y haciendo, palabras y obras” (Camino 32,8).


LUNES

Lecturas bíblicas

a.- Is.1,11-17: Lavaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones.

b.- Mt. 10, 34-11,1: No he venido a sembrar paz, sino espadas.

Este evangelio nos presenta tres partes: Jesús señal de contradicción (vv.34-36), renuncia para seguir a Jesús (vv.37-39), y la conclusión del discurso apostólico (vv. 40-42). Las palabras de Jesús  son como  espadas, que exigen tomar postura, hacer una elección. Miqueas había anunciado la perdición de su pueblo, la corrupción invadía a las instituciones, los lazos familiares se había roto hasta convertirse el prójimo en un enemigo. EL pueblo experimentó la acción del tribunal de Dios al conocer en su propia vida las consecuencias de su apostasía de Yahvé.  Jesús tiene presentes las palabras del profeta (Miq. 7,1-7). El juicio de Dios, vislumbrado por el profeta ha llegado a su punto culminante con la venida de Jesús e inicio del reino de Dios. Viene como separación, como espada. Jesús viene como espada, que no  sólo separa a los hombres entre los que creen o no, sino que es la decisión ante la  cual Dios pone al hombre. La paz que menciona Jesús, no es la de Dios y los  hombres, sino la que existe entre los hombres, una paz corrompida que deja todo como estaba, como si Jesús no hubiera venido, la de Dios y Satán, la que no puede  darse. Esta palabra más tajante que espada de doble filo, lo penetra todo (cfr. Hb.  4, 12), incluso el tejido familiar, para descubrir a los que están a favor o en contra  de Dios; la opción, conlleva la separación, o enemistad de los seres más queridos. En un segundo momento se nos habla del amor a Jesús.  El amor a Jesucristo es exclusivo, por lo que los parientes, incluidos padres y  hermanos, quedan en segundo plano. Es precisamente en esa libertad, que el  discípulo, aprende a  amar a Dios y a su prójimo, o lo que es lo mismo, amar al  prójimo en Dios y por amor a Dios. Los parientes son su primer prójimo. La decisión  por Cristo, precede a la vivencia de este amor. Quien no hace esta opción, no es  digno de Cristo, porque significa que no hay entrega de la vida, imitación de Cristo  y es el fracaso como discípulo. En cambio, quien entrega su vida y corazón, lo  recupera con la fuerza del divino amor. La Cruz aparece en el horizonte del  discípulo, como signo de seguimiento, señal de su amor, como el dar la vida, por  quien se ama. Siendo esta última, la mayor prueba de amor por el prójimo. Al  seguimiento diario, precede el asimilar su modo de pensar y de vivir. La Cruz nos  acompaña en nuestra vida sacramental, desde que nacemos hasta que volvemos a  la casa del Padre. Abrazar la Cruz significa asumir la vida de cada día con sus luces  y sombras, alegrías y penas, descanso y esfuerzo con Cristo, es decir, no olvidar  nuestro destino, el mismo que el suyo, su misterio pascual de muerte y  resurrección. La cruz, es signo de vida y no de muerte, de victoria y no de derrota.  La mística de la cruz, y la renuncia es actividad fecunda del amor, que destruye los  criterios y modo de pensar del hombre viejo, creando un hombre nuevo, imagen de  Jesucristo, que en el bautismo recibió la fe y por ello creen firmemente en ÉL. “El  que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.”  (v. 39). Finalmente, todo lo que hagamos por el Reino de Dios tendrá su recompensa, así sea  dar un vaso de agua.     

Si bien Teresa de Jesús está pensando en sus comunidades religiosas, hoy pensamos en con ella en la Iglesia, la familia, la sociedad, finalmente en cada uno en forma personal. Necesitamos de la paz que nace del encuentro frecuente con Jesucristo, Príncipe de la paz (Is. 9, 5). “Paz, paz, hermanas mías dijo el Señor, y amonestó a sus Apóstoles tantas veces. Pues creedme, que si no la tenemos y procuramos en nuestra casa, que no la hallaremos en los extraños” (2 Moradas 1,9).


MARTES

Lecturas bíblicas

a.- Is. 7,1-9: Si no creéis, no subsistiréis.

b.- Mt. 11, 20-24: Ay de las ciudades impenitentes.

Estas ciudades mencionadas están alrededor del mar de Genesaret, donde más estuvo fue Cafarnaúm. Tiro y Sidón, que también son mencionadas como ciudades paganas, fueron acreedoras de la ira divina (cfr. Is.23; Am.1,9-10), sin olvidar Sodoma y Gomorra, ciudades pecadoras por excelencia (cfr. Gn.18,16-19,29; Mt.10,15). Fueron invitadas a la penitencia y no respondieron; a mayor actividad de Jesús, mayor responsabilidad de parte de ellos. “¡Ay de ti!” (v. 21), es toda una llamada a la desventura, contrario a bienaventurados (cfr. Mt.5,3; 23,11ss). Ciudades que serán juzgadas con mayor severidad, que las ciudades de Tiro y Sidón, mencionadas por los profetas, por su por su riqueza y altiva arrogancia (cfr. Is. 23,1-14; Ez. 26-28). Es en, Corazaín y Betsaida, donde se han hecho grandes milagros de parte de Jesús; si en Tiro y Sidón se hubiesen hecho los milagros que ahora el Mesías realiza, esas ciudades se habrían convertido, por ello serán tratadas mejor el día del juicio  (vv. 21-22). Pero el juicio más fuerte es para su propia ciudad: “Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar?  ¡Hasta el Hades te hundirás!  Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, aún subsistiría el día de hoy. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti.” (vv. 23-24; Mt. 9,1). ¿Cuáles milagros fueron hechos en estas ciudades? No lo sabemos con exactitud. Los milagros son obras de Jesucristo, que actúa con el poder de Dios, sobre Satanás, los elementos de la naturaleza, la enfermedad, y la muerte. Milagros que son predicación y obras al mismo tiempo, que llaman a la conversión sobre todo en las ciudades más pecadoras. La más responsable es Cafarnaúm, porque ahí Jesús estuvo más tiempo, se hacía presente el Reino de Dios, con su presencia y palabra, milagros y acciones. Las palabras que usa Jesús, son la referidas por el profeta cuando condena a Babilonia (cfr. Is. 14, 13-15). Han rehusado el don de la gracia y han dejado pasar el tiempo de la decisión. La predicación de Jesús, ayer como hoy, exige una respuesta personal a su invitación; la respuesta es tan importante, que tiene repercusión en el ingreso a la vida eterna o en su auto-exclusión de la misma.  La verdadera respuesta es la conversión personal a la que nos llama la Iglesia, en nombre de Jesús, a los valores y actitudes del Reino de Dios. Vemos tanta falta de Dios e increencia entre los hombres,  egoísmo manifestado en todas sus formas, que Dios nos pide generosidad para creer en eso que Jesús nos predicó y enseñó con su vida. La oración frecuente al Espíritu Santo y la vida teologal, como sacramental, son la fuente de la cual mana la savia divina que nos hace testigos veraces del Resucitado.

La nueva Teresa de Jesús, nace del encuentro con Jesús de Nazaret, convertida a su amor, gracia de arrepentimiento y unión que la purifica y levanta al diálogo divino con Aquel, que la ama desde siempre en lo interior. “Comencé a leer las Confesiones de San Agustín…Cuando llegué a su conversión y leí cómo oyó aquella voz en el huerto, no me parece sino que el Señor me la dio a mí (la conversión)” (Vida 9, 8).   


MIERCOLES

Lecturas bíblicas

a.- Is.10,5-7.13-16: ¿Se envanece el hacha contra quien la blande?

b.- Mt. 11, 25-27: Has escondido estas cosas a los sabios, y se las has revelado a la gente sencilla.

Este evangelio nos habla de la filiación divina de Jesucristo, Hijo de Dios, su relación con su Padre. Esta realidad nos hace pensar que Dios es Padre de Jesús y nuestro a través de ÉL de todos los creyentes, centro de su predicación a los hombres. La paternidad divina, define de algún modo la relación de los hombres con Dios, si la aceptan, pero sobre todo es de Dios a los hombres, porque la iniciativa es suya. Encontramos una acción de gracias a Dios Padre, por la revelación que hemos conocido y la hace Jesús a nombre de todos. El contenido de dicha revelación son los misterios del Reino y termina este pasaje con una invitación a llevar su yugo. La acción de gracias por haberla ocultado a los sabios y entendidos de este mundo, es una referencia al rechazo que escribas y fariseos había hecho de la persona y palabra de Jesús de Nazaret. Ellos eran los sabios de la Ley, en cambio, los misterios del Reino desbordan los límites de la sabiduría humana. Sólo aceptan los misterios del Reino los que son conscientes de su pobreza interior, pequeñez que busca de Dios para llenar ese vacío de la propia existencia. Características que se pueden encontrar en aquellos que buscan la verdad, doctos o no, como el ejemplo de Nicodemo (cfr. Jn. 3,1-21). Sólo donde hay humildad, se despliega el misterio de la paternidad divina, en cambio, donde se refleja la autosuficiencia religiosa, es imposible conocerlo y mucho menos aceptarlo. En otro momento de este evangelio, Jesús se define como el  único revelador del Padre, y esto es fruto del  conocimiento que tiene de ÉL. Conocimiento que el pueblo judío admitía, como reconocimiento de la elección que Yahvé había hecho de Israel su pueblo elegido. Sólo su pueblo elegido conocía a Dios; ÉL había entregado su revelación. La relación de Jesús con su Padre, se justifica desde la intimidad divina: “Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie  sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” (v. 27; cfr. Jn. 3, 11. 20). Dios se revela a los sencillos y de corazón humilde; aceptar a Jesucristo, consiste no en ciencia alguna sino en acoger la revelación gratuita de Dios a los que ama. La fe, es la ciencia de creer en Dios Padre y en su Hijo, su objeto es la experiencia de vida, de comunión con Dios y el prójimo y especialmente una vivencia entrañable de la intervención de Jesucristo en el que tiene fe y lo acepta como Señor. Sólo los humildes conocen a Dios, intuyen su querer, conocen sus secretos y en este sentido los Santos Doctores de la Iglesia como Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, son un ejemplo de creyentes de excelencia.

Teresa de Jesús, nos invita a vivir la humildad delante de Dios y de los hombres, pero sobre todo con nosotros mismos, en el sentido de conocernos lo suficiente para saber cuánto necesitamos de Dios y de los demás, reconocerlo y obrar de acuerdo a la voluntad de Jesús que se hizo uno de nosotros por nuestro amor y salvación. “No está el amor de Dios en lágrimas…sino en servir con justicia, fortaleza de ánima y humildad” (Vida 11,13).


JUEVES

Lecturas bíblicas

a.- Is. 26,7-9.12.16-19: Despertarán jubilosos los que habitan en el polvo.

b.- Mt. 11, 28-30: Soy manso y humilde de corazón.

En este evangelio encontramos una invitación al descanso. Uno podría preguntarse: ¿De qué estamos cansados? Delante de sí tiene Jesús a las personas a las que ha dedicado su amor: los pobres, los ignorantes, enfermos y la gente sencilla. Le han llevado sus enfermos, han escuchado sus palabras, han procurado tocarle aunque sean los bordes de sus vestidos. Ahora los invita a Sí a todos y les promete aliviarlos; son como ovejas  sin pastor (cfr. Mt. 9,36). En los tiempos de Jesús, el yugo se refería a la observancia estricta de la Ley mosaica, que el pueblo ya no soportaba, eran tantas prescripciones, que por lo mismo,  ya ni las conocen ni observaban (cfr. Ez. 20,13). Por eso, los maestros fariseos y escribas, consideraban como malditos de Dios al  pueblo ignorante (cfr. Hb. 15,10). El descanso al que invita Jesús, es a sentirse aliviados del peso de la Ley de Moisés, su absolutismo, y acoger el yugo suave de su doctrina, que consiste primeramente en la acción del Espíritu Santo en lo interior del creyente, poniendo la fuerza necesaria para cumplir los mandamientos, las bienaventuranzas, y lo más importante el amor a Dios y al prójimo. El yugo de Cristo, es suave y ligero, porque viene al hombre con humildad, desde su misterio de haberse hecho uno como nosotros (cfr. Flp. 2,5); lo acoge para que descanse en ÉL y le invita a la mansedumbre, para que desde esta experiencia, comience el camino de una intimidad divina que lo haga un discípulo y revelador del amor de Dios en su vida para el prójimo. La ley de Cristo, es yugo llevadero porque nace de la alegría y de la confianza en Dios; Jesús es más exigente, como vemos en las bienaventuranzas, que los rabinos judíos, pero la diferencia está en que es Maestro manso y humilde, y no despótico (cfr. Zac. 9, 9). Su yugo es suave, no es pesado, porque sólo exigen entrega y amor. Considerando todo la voluntad de Dios es un yugo y una carga, pero se hace liviano, si hacemos lo que nos dice Jesús: aprended de mí. El propio Jesús lo vive, su misión es un yugo y un peso, él lo ha aceptado como Siervo humilde. Se hizo como uno de tantos, hace la voluntad de Dios, se hizo servidor de todo. Aunque el Padre le entregó todo, se hizo esclavo de todos. Jesús promete el descanso para quien hace la voluntad de Dios en la vida cotidiana, en las cosas pequeñas. Quien vive para Dios, ejercita el amor, es levantado interiormente a la unión divina. Esa religión y moral, basada en normas y leyes, sin alegría, desgraciadamente todavía se vive en la Iglesia de hoy porque muchos cristianos, lo entienden como un mero cumplimiento. La religión fundada por Jesucristo está basada en el evangelio, anuncio alegre de la salvación, libertad y gozo, amor a Dios y al prójimo. Creemos y seguimos a Jesús, creemos en su palabra y en los valores que encarnó y predicó; exige una respuesta de amor. Como bautizados, el Espíritu Santo ora en nuestro interior, como hijos con el Hijo al Padre. ¡Padre nuestro! Esta relación de filiación divina posibilita la respuesta a la voluntad de ese Padre Dios que nos ama y une a su Hijo e ingresar en la vida eterna.

La Santa Madre Teresa, exige cultivar esta virtud para ser verdadero cristiano orante y contemplativo; conocer la propia verdad o realidad a la luz de la verdad de Dios. “Una vez estaba yo considerando por qué razón era nuestro Señor tan amigo de esta virtud que la humildad, y púsome delante esto: que es porque es suma Verdad, y la humildad es andar en verdad” (6 Moradas 10,7).


VIERNES

Lecturas bíblicas

a.- Is. 38,1-6. 21-22. 7-8: He escuchado tu oración, he visto tus lágrimas.

b.- Mt. 12, 1-8: El Hijo del Hombre es Señor del sábado.

Nos encontramos con Jesús, en uno de los enfrentamientos con los fariseos y escribas, en su afán de liberar al hombre de la esclavitud de la religión judía. Lo peor es que lo hacían en nombre de Yahvé y de su ley. El sábado se santificaba con el descanso de todo tipo de trabajo y se pasó de una ley humanitaria a una institución sagrada, pero no al servicio del hombre, sino más bien, para ser servida por el hombre. Jesús proclama que el sábado fue hecho para el hombre, y no al revés (cfr. Mc. 2, 27); palabras que sonaron a blasfemia. Se había llegado a medir los pasos que el piadoso judío debía caminar para no faltar al descanso del sábado (cfr. Hb. 1,12). ¿Arrancar espigas y comerse los granos mientras se va de camino, se puede considerar un trabajo? ¿Era lícito o no hacerlo en  sábado? (v. 2). Estaba permito el coger espigas y comerlas, no así el cosechar algo ajeno (cfr. Dt. 23, 25). Los fariseos le acusan de que lo consintiese, y no lo impidiese en sábado. Jesús responde recordando lo acontecido con David y los suyos, que huyendo de Saúl, le pidió al sacerdote Aquimelec los panes reservados para los sacerdotes en el templo, para él y sus hombres, aunque este texto, no señala que fuera en sábado (cfr. 1Sam. 21,2-7). Se resalta aquí la libertad de David y de Jesús. Con ello establece que Jesús que el sábado no es un absoluto: primero está la necesidad humana, antes que la ley del sábado, como hizo David y sus hombres. El segundo argumento es más fuerte todavía, se refiere al culto que los sacerdotes tributaban a Dios en sábado, lo que implicaba trabajo: la inmolación de  los corderos, la recolección de los dones, la purificación de las vasijas, etc. Los sacerdotes lo hacían y no incurrían en culpa. Esa libertad es ahora cuanto más debe estar presente, porque en el templo hay uno que es más grande que el templo; el templo lo habita sólo Dios, en Jesús no sólo habita sino que obra por medio de Él, hecho hombre. Esa dignidad es mayor que toda la Casa de Dios, hecha de piedra y madera. Finalmente, Jesús usa un tercer argumento: les pide a sus adversarios que mediten qué significa: “Misericordia quiero y no sacrificio” (Os. 6, 6; Mt. 9,13). Jesús en línea profética, apela a un orden de valores: Dios quiere el corazón, la obediencia, la verdadera justicia, la bondad. Si se cumple con estos valores entonces Dios acepta también los sacrificios. Lo que no puede faltar es la misericordia, de lo contrario, nos alejamos de la voluntad de Dios. Los argumentos de Jesús superan la queja y dan con el profundo sentido de la ley de Dios y las referidas al culto divino. No es una objeción al templo, al culto o a los sacrificios. Más importante que el sábado y los sacrificios del templo, es la misericordia con el necesitado, con el hambriento en este caso y esto sí es voluntad de Dios. Jesús inaugura el tiempo de los que  adoran a Dios en espíritu y en verdad (Jn.4, 23). Primero será la obediencia y la misericordia y luego las rúbricas litúrgicas. El culto divino adquiere ahora con la nueva alianza una gran dignidad porque es ofrecido por Jesús, sumo sacerdote. Llevar el culto dominical a la vida, y la vida al culto, es cosa de hacerlo más humano y divino. Sólo quien hace la voluntad de Dios y obedece a Jesús encuentra salvación. La celebración eucarística nos dona su Palabra, su Cuerpo y Sangre para tener vida eterna. Jesús  es Señor del sábado.

Teresa de Jesús, en la Humanidad de Cristo, descubrió el camino para ir a Dios, en un tiempo, como ahora, en ciertas corrientes espirituales, la Humanidad de Cristo era considerada un impedimento para los orantes avanzados. La Santa luchó contra estas teorías: Jesús es camino siempre hacia el Padre. “Veía que aunque era Dios, era Hombre, que no se espanta de las flaquezas de los hombres” (Vida 37,5).


SABADO

Lecturas bíblicas

a.-  Miq. 2,1-5: Codician los campos y se apoderan de las casas.

b.- Mt. 12, 14-21: Jesús, es el Siervo de Yahvé.

El evangelio nos presenta otro encuentro de Jesús enfrentado con los fariseos, que le critican que sanara a un hombre con la mano paralizada, en sábado, y en la misma sinagoga (Mt.12,9-14). ÉL justifica su acción argumentando, que si estaba permitido salvar una oveja que caía al pozo en sábado, con cuánta mayor razón, se podía sanar un hombre enfermo; el hombre valía mucho más que una oveja (cfr. Mt.12,11). El hombre no había nacido para servir al sábado, sino que todo debe estar a su servicio. Este es el momento, en que los fariseos deciden eliminar a Jesús (v. 14), ÉL sigue haciendo el bien a quienes lo necesitan, sólo les pide a la gente, que no lo digan a nadie. ¿Cuál es el motivo para imponer silencio? Es el secreto mesiánico. La prudencia le aconseja evitar nuevos controversias con los fariseos, necesitaba tiempo para exponer su doctrina y su mesianismo, por ello Jesús se retira de esa región (v.15). Pero la razón más importante es de carácter teológico: Jesús, es el Siervo de Yahvé (cfr. Is. 42,1-4), que actuará sin ostentación, con sobriedad que busca a los pobres y necesitados, concederá la justicia a todos incluidos los paganos. Jesús, es el Siervo de Yahvé, en que se cumplen las esperanzas de las naciones, vive oculto en el misterio, pero que se esclarece con su muerte y resurrección, en total sintonía con el hombre pecador al que vino a rescatar para hacerlo hijo de Dios. Al Siervo no se le retira nada de lo que se la había confiado desde el principio: ser el Emmanuel y salvar a su pueblo de los pecados (Mt.1, 21.23). La voz de Jesús, del Mesías, su palabra, es no sólo para Israel, sino para todas las naciones, como lo había anunciado Isaías; pero la actividad del Siervo es internamente sanadora, no porfía ni grita sino que delicada misericordiosamente cura las heridas, alienta el desánimo, se inclina sobre el pecador. Delante de sus adversarios, Jesús no hace otra cosa que defender los derechos de Dios y obedecer a su palabra manifestada en Jesús. El retirarse de Jesús de escena no es una derrota sino el triunfo de la soberanía de Dios. En su Nombre esperan todas las naciones, incluida Israel. El camino del Mesías va de la humillación al ensalzamiento, del retiro a la manifestación (cfr. Mt.10, 27). San Juan manifiesta el mismo proceso pero a la inversa: el Verbo desciende del Padre, la Palabra preexistente viene de Dios a la humillación de hacerse hombre, para volver exaltado al seno del Padre con toda la humanidad redimida (Jn.16, 28). La Cruz se alza desde entonces, como esperanza nuestra, fuente de vida.      

El alma poética de Teresa de Jesús, nos invita en estos versos a descubrir en la Cruz el camino de la vida verdadera que nos dejó abierto con su ofrenda al Padre Jesucristo, el Señor por toda la humanidad. “En la Cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo” (Poesía 19).

P. Julio González C.


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