DECIMA SEPTIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO  

 (Año Par. Ciclo A)

P. Julio González Carretti ocd


DOMINGO.. 2

a.- 1 Re. 3, 5. 7-12: Pediste discernimiento. 2

b.- Rm. 8, 28-30: Nos predestinó a ser imagen de su Hijo. 2

c.- Mt. 13, 44-52: Parábola del tesoro y la perla fina. 3

LUNES.. 4

a.- Jr. 13,1-11: El pueblo será como un cinturón, que ya no sirve para nada. 4

b.- Mt. 13, 31-35: El grano de mostaza y la levadura. 4

MARTES.. 6

a.- Jr. 14, 17-22: Recuerda, Señor, y no rompas tu alianza con nosotros. 6

b.- Mt. 13, 36-43: Explicación de la parábola de la cizaña. 6

MIERCOLES.. 7

a.- Jr.15, 10. 16-21: ¿Por qué se ha vuelto crónica mi llaga? Si vuelves estarás en mi presencia. 7

b.- Mt. 13, 44-46: El tesoro y la perla. 7

JUEVES.. 8

a.- Jr. 18,1-6: Vosotros, estáis, en mi mano Israel. 8

b.- Mt. 13, 47-53: Parábola de la red. 8

VIERNES.. 9

a.- Jr. 26, 1-9: El pueblo se juntó el templo del Señor. 9

b.- Mt. 13, 54-58: Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe. 9

SABADO. 10

a.- Jr. 26,11-16.24: El Señor me ha enviado a predicar estas palabras. 10

b.- Mt. 14,1-12: Martirio de Juan el Bautista. 10

 

DOMINGO

a.- 1 Re. 3, 5. 7-12: Pediste discernimiento.

El autor sagrado destaca de la vida de Salomón tres rasgos fundamentales para comprender su figura. Ser sabio (cc. 3-5), gran constructor (cc. 6-9), y hombre rico en bienes materiales y espirituales (c.10). Lo que más se destaca en el texto es su sabiduría extraordinaria, superó con creces a los sabios de Oriente, por lo que se hizo famoso en todos los pueblos del entorno de Israel (cfr.1 Re. 5, 9-14). El texto quiere hacer su sabiduría en el arte de gobernar, con la reorganización administrativa del reino de Israel, pero también en su relación con el resto de las naciones (cfr. 1 Re. 3, 16-28), sin olvidar que su saber se extendió a las artes y letras. La sabiduría de Salomón, quiere el autor sagrado, con fuerza señalar que es un don de Dios, fruto de su oración en el templo de Gabaón, acompañado de sacrificios gratos a los ojos de Dios. Un reflejo de esa sabiduría es la oración sabia e inteligente por eso fue agradable a Dios, no se dejó llevar por el egoísmo, sino que pidió sabiduría para saber juzgar, discernimiento entre el bien y el mal, en definitiva, saber gobernar. La respuesta divina habla de su magnanimidad a la hora de colmar de bienes al hombre, como a Salomón, sabiduría y riquezas materiales (cfr. 1 Re. 10, 14-29; Lc. 6, 38). Una interpretación de dicha oración de Salomón la debemos al libro de la Sabiduría: “Por eso pedí y se me concedió la prudencia; supliqué y me vino el espíritu de Sabiduría. Y la preferí a cetros y tronos y en nada tuve a la riqueza en comparación de ella. Ni a la piedra más preciosa la equiparé, porque todo el oro a su lado es un puñado de arena y barro parece la plata en su presencia. La amé más que la salud y la hermosura  y preferí tenerla a ella más que a la luz, porque la claridad que de ella nace no conoce noche. Con ella me vinieron a la vez todos los bienes, y riquezas incalculables en sus manos. Y yo me regocijé con todos estos bienes porque la Sabiduría los trae, aunque ignoraba que ella fuese su madre.” (Sab. 7, 7-12). Hermoso texto que habla de lo esencial de la vida del hombre, discernir entre lo eterno y lo superfluo.

b.- Rm. 8, 28-30: Nos predestinó a ser imagen de su Hijo.

En estos breves versículos San Pablo, se encuentra encerrada una gran riqueza teológica donde deja en claro la acción salvadora de Dios y la vida del hombre con todo su quehacer cotidiano, pero de lo que se vale Dios para llevar adelante su obra, hasta llegar a su glorificación final. Enumera el apóstol las obras que pertenecen a actos eternos de Dios: la presciencia y predestinación a ser conformes a la imagen de su Hijo, vocación a la fe, justificación y glorificación; los otros actos pertenecen al hombre o realizados en el tiempo. La presciencia consiste en ese conocimiento que tiene Dios del beneficio o la gracia de ser conformes a la imagen de su Hijo, es decir, reproducir en sí mismos los rasgos esenciales de su Hijo, como Hermano mayor de una numerosa familia, con el destino de gloria que ello conlleva. Este es el fin último de la obra de Dios: la gloria de Cristo, cuya soberanía aquí se quiere resaltar (Col. 1, 15-20).

c.- Mt. 13, 44-52: Parábola del tesoro y la perla fina.

El evangelio nos presenta la segunda parte del discurso parabólico de Mateo: las parábolas del tesoro en el campo (v.44), la perla (vv.45-46), y la red (vv.47-50), con clara alusión al Reino de los cielos. La palabra tesoro suscita todo tipo de expectativas desde la esperanza de cambiar de vida hasta la despreocupación el futuro, libre de preocupaciones. Jesús habla de un tesoro, alguien lo encuentra, reconoce su valor va y vende todo lo que tiene, y adquiere aquel campo. A esto se agrega la alegría por haber encontrado el tesoro. Todo cuanto se tenía, dejó de tener valor. El hombre se hace dueño del campo por la vía legal, porque encontró el tesoro, así será dueño del suelo y subsuelo, como mandaba la ley judía. Este tesoro es el reino de Dios, y por tanto, es el mismo Dios. El que encontró el mensaje de Jesús, renuncia a todo lo demás, encontró la verdad y la vida. Teniendo a Dios lo tiene todo, sólo Dios basta, esta lección sólo se aprende en la vida real. La segunda parábola es la de la perla fina (vv. 45-46). La palabra perla fina, suscita la idea de un altísimo valor y belleza de forma y de luz. El reino de Dios no sólo posee un alto valor sino también el bien más bello y perfecto que se pueda alcanzar. El que encontró la perla fina, se dedicaba a buscar este tipo de perlas, a diferencia del hombre, que encontró el tesoro por casualidad, como muchos que encontraron a Jesús, sin haber tenido el afán de encontrarlo. En esta parábola se puede pensar en quien busca la verdad como Nicodemo o la Samaritana (cfr. Jn.3, 1; 4,1). Este hombre es un gran comerciante de joyas, que al encontrar esta fina perla, vende todo lo que tiene por adquirirla, sabiendo que bien vale la inversión.  Mientras Jesús no rebaja las exigencias, encontrada la salvación el hombre lo entrega todo hasta la propia vida con la alegría fontal del hallazgo. La búsqueda hecha con dedicación alcanza lo que se buscaba. Estas dos parábolas hablaban del tiempo presente. La parábola de la red, habla del tiempo futuro. Actividad muy común en el mar de Galilea: la red llena de peces, la sacan a la playa, para hacer la selección de los peces buenos y malos. Antes se usó la metáfora de la siega, que separaba el trigo de la cizaña, aquí son peces juntos que los pecadores separan. En la realidad escatológica, la separación es sólo incumbencia de Dios, el hombre no puede realizarla aunque quiera. La parábola pone a Dios como el Señor del juicio, juicio que ha traspasado al Hijo, para gloria del Padre (cfr. Mt.16, 27; 25,31). El final de la parábola quiere resaltar el temor a la reprobación, más que la idea de la separación. El día del juicio se verá la real calidad del cristiano si buscó verdaderamente su reino o de una piedad que se buscaba sólo a sí mismo. La pregunta del Señor nos habla no sólo de oír, sino entender, ya que la acción dependerá de haber comprendido lo proclamado y aceptado en lo interior. El sí de los apóstoles es fundamental para su tarea en la Iglesia. El que quiere enseñar debe andar muy bien instruido, conocida la verdad del reino, es la parte didáctica de esta enseñanza. Nace una nueva categoría de escribas del reino de Dios con una nueva palabra, la de Jesús, que desde ahora interpretará toda la Escritura. El verdadero maestro en la  comunidad eclesial, como un padre saca para sus hijos de lo antiguo y de lo nuevo, de su tesoro, lo que necesitan (v.52). Jesús no suprimió el AT, sino que lo ha perfeccionado con lo nuevo. Lo antiguo es el reino de Dios que empezó con Israel, ahora, lo nuevo es el mensaje de Jesús; la Iglesia actualiza el pasado en el presente por medio de la tradición perenne de la comprensión más profunda y perfecta del evangelio de Jesús.  

Teresa de Jesús,  pide en el Padre Nuestro: el Pan nuestro de la Palabra y de la Eucaristía. “Pues visto el buen Jesús la necesidad, buscó un medio admirable adonde nos mostró el extremo de amor que nos tiene, y en su nombre y en el de sus hermanos, pidió esta petición: «El pan nuestro de cada día, dánosle hoy, Señor». Entendamos, hermanas, por amor de Dios, esto que pide nuestro buen Maestro, que nos va la vida en no pasar de corrida por ello, y tened en muy poco lo que habéis dado, pues tanto habéis de recibir.” (Camino 33,1).


LUNES

Lecturas bíblicas

a.- Jr. 13,1-11: El pueblo será como un cinturón, que ya no sirve para nada.

b.- Mt. 13, 31-35: El grano de mostaza y la levadura.

El evangelio nos sitúa en el discurso parabólico de Mateo, con la parábola del grano de mostaza (vv.31-32) y la levadura (v. 33), y porqué Jesús habla en parábolas (v. 34). El árbol de mostaza alcanza la altura de árbol, pero ello es vistoso, se convierte el árbol más alto de la huerta. Puede que detrás de esta imagen encontramos la idea de un árbol ideal, es decir de amplias ramas donde los pájaros habitarán, símbolo que usa el profeta como signo de fertilidad, vida y estabilidad, el árbol universal (cfr. Ez. 17, 22). Será el mismo Dios quien plantará este árbol de nuevo en el tiempo futuro (cfr. Ez. 31,1ss; Dan. 4, 6ss). Vemos que Jesús trae  a la memoria la imagen del árbol, para darle un sentido nuevo, lo mismo sucederá al final de los tiempos con la obra de Dios que ahora empieza como una humilde semilla. La idea de la parábola, es dar a conocer los humildes inicios del Reino de Dios, pero también la grandeza de su consumación. La oración del discípulo confía en que Dios de algo humilde puede convertir en algo fuerte y grande, si puede sacar hijos de Abraham de las piedras, también puede formarse un pueblo numeroso (cfr. Mt. 3, 9). El pensar de Dios, es bien distinto, al pensar de los hombres. Todavía encontramos otra idea, la del  crecimiento, es decir, la semilla que se convierte en árbol frondoso tiene su dinámica propia de progreso, encaminado a su meta final, porque es Dios quien conduce la historia hacia su consumación gloriosa.  La levadura (v.33), en medio de la masa, es otra de las imágenes para expresar la misma idea: en esa cantidad de harina un poco de levadura fermenta toda la masa y la mujer puede cocer el pan. Se produce un milagro en el tiempo, la masa queda toda ella fermentada, se ha producido un cambio sorprendente, entre el comienzo y el fin; así son los comienzos del Reino de Dios. Los humildes inicios nos hablan de la vitalidad, poder y grandeza que puede alcanzar en el tiempo. La levadura es el comienzo de su crecimiento, todo lo demás está contenido en ella. El comprender de Dios es distinto al pensar del hombre: más allá de pensar en lo pequeño y grande, también se puede agregar lo débil y lo eficaz. Es en lo pequeño y débil, donde radica toda la vitalidad y la fuerza del mensaje (cfr. Gál. 4, 13; 1 Cor.1, 25. 27; 2, 3; 2 Cor. 12, 8). El discípulo de Cristo tiene nuevo espíritu y nuevo corazón, porque se dejó transformar, cual levadura para sí y su entorno. La fuerza vital que lleva la comunica a las personas y también a todo lo que se le confía. Su misión es fermentar las realidades que vive desde la humildad de su existencia cotidiana para asentar todo en la vida de Dios. Esta es la vida de Dios en nosotros. Concluye el texto con el tema de la enseñanza por medio de parábolas se sintetiza sí: Jesús habla en parábolas porque el pueblo no presta atención al mensaje ni cree, sólo se explican a quienes quieren escuchar y comprender, por ello la cita del Salmo 77,2, porque Jesús habla según las Escrituras. Dios ofrece la comprensión plena de sus misterios sólo a los abiertos al Espíritu, tanto al antiguo Israel, como ahora en la Iglesia.

A los que comienzan vida de oración, Teresa de Jesús los invita a no dejar la oración, camino seguro para ingresar en el Reino de Dios. “Y verdaderamente un alma en sus principios, cuando Dios la hace esta merced, ya casi le parece no hay más que desear, y se da por bien pagada de todo cuanto ha servido. Y sóbrale la razón: que una lágrima de éstas que, como digo, casi nos la procuramos, aunque sin Dios no se hace cosa, no me parece a mí que con todos los trabajos del mundo se puede comprar, porque se gana mucho con ellas. ¿Y qué más ganancia que tener algún testimonio que contentamos a Dios? Y así, quien aquí llegare, alábele mucho, conózcase por muy deudor; porque ya parece le quiere para su casa, y escogido para su reino, si no torna atrás.” (Vida 10,3-4).


MARTES

Lecturas bíblicas

a.- Jr. 14, 17-22: Recuerda, Señor, y no rompas tu alianza con nosotros.

b.- Mt. 13, 36-43: Explicación de la parábola de la cizaña.

Esta explicación corresponde en realidad a la lectura que hizo la primitiva comunidad y que Mateo nos comparte. La primera parte corresponde a saber quién es quién en la parábola, explicación que da el propio Jesús (vv. 37-39). Luego, se explica el destino contrapuesto entre la cizaña y el trigo  (vv. 40-43). Se trata de la suerte del justo y el pecador en el juicio final, que se describe con tonos apocalípticos: el horno encendido, llanto y rechinar de dientes. Si bien sabemos de la coexistencia de buenos y malos, justos y pecadores en la Iglesia, el acento de esta explicación se pone en el final de la historia,  el día del Juicio. El Hijo del Hombre, es el sembrador, el campo es el mundo, la buena semilla son los hijos de Dios, la cizaña los hijos del demonio; el enemigo es Satanás, la siega el drama del Juicio final. En esta explicación se persigue centrarse en la siega futura, en la parábola era dejar crecer el trigo y la cizaña, la sabia decisión del dueño del campo. Hay un deseo de  la Iglesia primitiva de rebatir una temeraria seguridad entre los llamados a la salvación, acentuando la gravedad del Juicio. El que siembra, es el Hijo del Hombre, en el hoy, del campo, el mundo, judíos y paganos, sin distinción (cfr. Dan.7,13); la buena semilla, son los hijos del reino, los llamados, que alcanzarán la filiación plena si mantienen su elección (Mt.5,9; 22,14). Poseen una esperanza justificada de conseguir esa posesión, porque llamados han respondido a ese llamado. Están también los hijos del Maligno, que tientan a los hijos del reino, pero que también están presentes en la Iglesia, sembrando discordia, seducir y atraer a la apostasía, en todo caso cooperan con el malo contra Dios. En la segunda parte se explica el destino de los malos y buenos. El que juzga es el Hijo, los malos será arrojados muy lejos de Dios, exclusión definitiva de la gloria y vida de Dios, de ahí la desesperación de los condenados. Escandalosos y malvados, ambos grupos son culpables, son lo contrario a la obra de Jesús, vida de amor a Dios y al prójimo, perfección de la nueva ley. Los justos brillarán por su fidelidad a Dios a y a la filiación divina que alcanza así su perfección.    

Teresa de Jesús, nos invita a dejarlo todo por el Reino de Dios. “Por esto  y por otras muchas cosas  avisé yo en el primer modo de oración, en la primera agua, que es gran negocio comenzar las almas oración, comenzándose a desasir de todo género de tormentos, y entrar determinadas a sólo ayudar a llevar su cruz a Cristo, como buenos caballeros, que sin sueldo quieren servir a su Rey, pues le tienen tan seguro. Los ojos en el verdadero y perpetuo reino que pretendemos ganar. Es muy gran cosa traer esto delante, en especial en los principios; que después tanto se ve claro, que antes es menester olvidarlo para vivir, que procurarlo traer a la memoria lo poco que dura todo y cómo no es todo nada y en lo nonada que se ha de   estimar el descanso.” (Vida 15,11).


MIERCOLES

Lecturas bíblicas

a.- Jr.15, 10. 16-21: ¿Por qué se ha vuelto crónica mi llaga? Si vuelves estarás en mi presencia.

b.- Mt. 13, 44-46: El tesoro y la perla.

Las parábolas del tesoro (v.44), y  la perla (v.45) son muy semejantes. En la primera el hortelano descubre el tesoro y quiere comprar el campo para ser dueño del tesoro. Quiere ese campo renunciando a todo lo demás. El mercader al descubrir una perla de gran valor está dispuesto a vender lo que tiene por conseguir esa perla. Con esta actitud de ambos protagonistas el evangelista, nos quiere enseñar acerca de la entrega incondicional que el Reino de Dios exige. Pero, a la entrega total por el Reino de Dios se añade, la alegría por haber encontrado el tesoro y la perla, es decir, el Reino de Dios, ante el cual todos los bienes que posee pierden valor. Nada le parece excesivo con tal de conseguir ese tesoro. Ambos han encontrado algo que llena su vida y le da un sentido nuevo, que los transforma desde lo interior. El verdadero tesoro es haberse encontrado con Jesucristo, que encarna el Reino de Dios, con su presencia salvadora, su evangelio, y sus actitudes de vida nueva, en definitiva amar a los demás como ÉL las ama: ser perla preciosa y tesoro para el prójimo, desde el amor que recibe de ÉL y a ÉL vuelve con nuevo rostro y palabra hecha oración, el prójimo.

Teresa de Jesús vive el gozo de alabar a Dios por ese Reino que no tiene fin, y a la que nos vamos encaminando. “Rey sois, Dios mío, sin fin, que no es reino prestado el que tenéis. Cuando en el Credo se dice: «vuestro reino no tiene fin», casi siempre me es particular regalo. Aláboos, Señor, y bendígoos para siempre; en fin, vuestro reino durará para siempre. Pues nunca Vos, Señor, permitáis se tenga por bueno que quien fuere a hablar con Vos, sea sólo con la boca.” (Camino 22,1).


JUEVES

Lecturas bíblicas

a.- Jr. 18,1-6: Vosotros, estáis, en mi mano Israel.

b.- Mt. 13, 47-53: Parábola de la red.

Esta parábola, si bien representa un aspecto común de la vida de los apóstoles, como era echar las redes al mar de Galilea, tiene un trasfondo escatológico. Una vez fuera del agua y la red llena de peces, comienza la selección, escoger lo recogido para la venta o comida. La parábola busca darnos luz sobre las verdades o realidades últimas, es decir, lo que sucederá al final de los tiempos. Como ese tiempo no ha llegado todavía, pero caminamos a su consumación, deben coexistir buenos y malos, trigo y cizaña hasta que llegue el fin. Todos los peces están en la red por el momento, hasta que llegue el tiempo de la selección. Sólo al final de los tiempos, se descubrirá la verdadera comunidad de los hijos de Dios, libres ya del pecado y la muerte, de aquellos que confesaban a Cristo sólo con los labios, del fariseísmo de muchos.  Todos aquellos que no tienen nada que ver con la verdadera comunidad de los hijos de Dios, quedarán excluidos de la vida eterna en el cielo, correrán la misma suerte que los peces que son dejados en la playa, es decir, en la oscuridad para siempre. El Reino de Dios se hace presente en la persona de su Hijo, el Señor, que nos comunica su buena noticia, el evangelio, para nuestra salvación. Nos  propone un modo de vida, amar a Dios y al prójimo, con el espíritu de las bienaventuranzas. La participación futura en el Reino de Dios, se inicia con un compromiso con la fe, la esperanza y la caridad, es decir, un compromiso social de vivir la vida cristiana en nuestra sociedad, testimoniando el evangelio y anunciando la salvación a todo hombre. Este compromiso llevado con una vida litúrgica participativa y oración continua, va transformando la vida cotidiana en servicio activo a Dios y a los hermanos, lo que nos asegura un lugar en el Reino de Dios.

Teresa de Jesús, confía en que seremos juzgados por Quien hemos amado y servido toda la vida. Ella está hablando de la conveniencia de procurar siempre el amor y el temor de Dios cuando comenta las palabras: Y no nos dejes caer en tentación. Líbranos del mal. “Plega a Su Majestad nos le dé antes que nos saque de esta vida, porque será gran cosa a la hora de la muerte ver que vamos a ser juzgados de quien habemos amado sobre todas las cosas. Seguras podremos ir con el pleito de nuestras deudas; no será ir a tierra extraña sino propia, pues es a la de quien tanto amamos y nos ama. Acordaos, hijas mías, aquí de la ganancia que trae este amor consigo y de la pérdida en no le tener, que nos pone en manos del tentador, en manos tan crueles, manos tan enemigas de todo bien y tan amigas de todo mal.” (Camino 40,8).


VIERNES

Lecturas bíblicas

a.- Jr. 26, 1-9: El pueblo se juntó el templo del Señor.

b.- Mt. 13, 54-58: Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe.

El evangelio nos presenta la visita de Jesús a la sinagoga de Nazaret. Ahí se había establecido Jesús, José y María, luego de regresa de Egipto, actuaba según lo mandado por la Escritura (Mt. 2, 23). También allí, Jesús en sábado, en la sinagoga de su pueblo, propone su buena noticia. La gente quedó admirada, maravillada, sorprendida, como cuando la muchedumbre escuchó el sermón de la montaña (Mt.7, 28). Es la reacción irritante de verse heridos en la propia estimación de unos, amenazados, se ponen a la defensiva; otros conmovidos en su interior, están dispuestos a cambiar de vida. ¿De dónde le viene esa sabiduría y esos milagros? (v. 54). Reconocen su sabiduría, pero como algo ajeno para el hijo del carpintero, sus acciones poderosas, más que una señal, es un desafío, porque le conocen, saben de dónde procede.  Saben que su familia es pobre, su familia es muy conocida, “Jesús hijo del carpintero… ¿Entonces de dónde le viene a éste todo eso?” (vv.55-56) Jesús ha sido engendrado por obra del Espíritu Santo, que había descendido sobre ÉL (Mt.1,18; 3,16), dedicado a la predicación y respecto a los milagros podía hacerlos si quería, pues siendo Dios no depende de las determinaciones del hombre (cfr. Mc. 6, 3. 5). Los habitantes de Nazaret se cierran a Jesús preguntando por su origen no quieren oír, no han oído nada en la sinagoga. Se escandalizan de ÉL, con lo cual el evangelista nos quiere introducir en el misterio de Jesús. Hay dos actitudes frente a Jesús: se abren a Jesús con fe o se cierran con escándalo. Sus compatriotas se mostraron ciegos y obstinados, porque en lugar de secundar el querer divino lo rechazaron demostrando su infidelidad a la alianza, por eso se escandalizan de su Profeta y Mesías, Jesús de Nazaret. La incredulidad, no la propia impotencia, hace que Jesús no realice, ningún milagro. El milagro nace de la verdad y de la confianza en el hombre, hasta hacer obras mayores, siempre que esté de por medio lo esencial: creer. 

La mayor merced que Dios nos hizo fue entregarnos a su Hijo, enseña Teresa de Jesús. “Pues veis aquí, hermanas, lo que nuestro Dios hace aquí para que esta alma ya se conozca por suya; da de lo que tiene, que es lo que tuvo su Hijo en esta vida; no os puede hacer mayor merced. " (5 Morada 2,13).


SABADO.

Lecturas bíblicas

a.- Jr. 26,11-16.24: El Señor me ha enviado a predicar estas palabras.

b.- Mt. 14,1-12: Martirio de Juan el Bautista.

Este pasaje de Mateo, nos presenta su visión del martirio de Juan el Bautista. El relato tiene mucho de historia, pues nos habla de Herodes Antípas, hijo de Herodes el grande; gobernaba sobre todo el norte de Israel, Galilea y Perea, lugar donde Jesús realizó gran parte de su ministerio hasta que fue a Judea. La decapitación de Juan Bautista, se debe a su predicación que denunciaba la inmoralidad en que vivía el tetrarca Herodes, por tener por mujer, a la esposa de su hermano Filipo. La recia personalidad de Juan y su irrenunciable actitud de no temer las amenazas del poder, hacen que su palabra sea fuerte en denunciar el error, con una moral que no cede ante la mentira. Juan Bautista, no es caña que se doble ante cualquier viento (cfr. Mt. 11, 7), es el profeta y precursor del Mesías. Su vida está estrechamente unida al sufrimiento, rechazo y muerte violenta, como la de Jesús (cfr. Mt. 23, 29. 37; Lc. 13, 33). Con este relato el evangelista, nos quiere mostrar que Jesús seguirá un camino semejante. Juan, muere por defender los mandamientos del Yahvé, el adulterio de Herodes Antipas, va contra la voluntad de Dios, más tarde Jesús defenderá estos mandamientos denunciando la malicia que había en la interpretación que hacían los dirigentes religiosos del pueblo de Israel. Lo odian a Jesús, como a Juan Bautista porque denuncia la maldad, la mentira, sus obras son malas (cfr. Mt. 5,21; Jn. 7, 7). Lo mismo habían vivido los profetas en el pasado, antes que Juan y Jesús y pero que experimentarán más tarde sus discípulos (Mt. 5, 12; 10, 17ss.34). Pero Mateo, insiste en la relación entre ambos, al señalar que a la decapitación de Juan, sucede que sus discípulos lo enterraron y fueron a comunicar a Jesús la noticia. Con lo que nos quiere indicar que los discípulos de Juan, deberán ir a Jesús. En ÉL encontrarán la plenitud de la revelación, por ÉL, la verdad, dio Juan la vida, quien había asegurado que Jesús era superior a él, que bautizará con Espíritu Santo y fuego, que era el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Como Juan y Jesús, la Iglesia sigue su mismo camino al denunciar la maldad de muchos y de instituciones de maldad que esclavizan a los hombres, y lo hace anunciando a Jesucristo, el Señor de la vida, la verdad y el amor. La Iglesia vive en camino, hecho de testimonio y de sufrimiento, cuando es perseguida y martirizada en sus hijos los profetas de nuestro tiempo.

La vida del cristiano comprometido y la del buen religioso es un largo martirio, enseña Teresa de Jesús. “Torno a decir que está el todo o gran parte en perder cuidado de nosotros mismos y nuestro regalo; que quien de verdad comienza a servir al Señor, lo menos que le puede ofrecer es la vida; pues le ha dado su voluntad, ¿qué teme? Claro está que si es verdadero religioso o verdadero orador, y pretende gozar regalos de Dios, que no ha de volver las espaldas a desear morir por él y pasar martirio. Pues ¿ya no sabéis, hermanas, que la vida del buen religioso y que quiere ser de los allegados amigos de Dios, es un largo martirio? Largo, porque para compararle a los que de presto los degollaban, puédese llamar largo; mas toda es corta la vida y algunas cortísimas. Y ¿qué sabemos si seremos de tan corta, que desde una hora o momento que nos determinemos a servir del todo a Dios se acabe? Posible sería, que, en fin, todo lo que tiene fin no hay que hacer caso de ello; y pensando que cada hora es la postrera, ¿quién no la trabajará? Pues creedme que pensar esto es lo más seguro.” (Camino 12,2).

P. Julio González C.


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