FIESTA
DE LA PRESENTACION DEL SEÑOR EN EL TEMPLO
(2
de Febrero)
Jornada
de la Vida Religiosa
P.
Julio González Carretti OCD
Lecturas
bíblicas
a.-
Ml. 3, 1-4: Entrará en el santuario, el Señor a quien vosotros buscáis.
El autor sagrado está preocupado por
responder a los creyentes el escándalo que produce el éxito de los impíos,
ricos y opresores, y el dolor y sufrimiento de los buenos. Escribe una vez
regresados los judíos del exilio babilónico. De ahí que anuncie el “Día de
Yahvé” (Ml.3, 23), cuando Dios hará desaparecer el mal para siempre y a los
fieles una vida mejor. El profeta ve el cumplimiento de este anuncio cuando
contempla a Yahvé estará en su templo de Jerusalén (v.1), y las naciones subirán
a ofrecer en él un sacrificio agradable a Dios. El profeta anuncia que Dios
vendrá a tomar posesión de su templo. El mensajero, que prefigura a Juan
Bautista (cfr. Mt.11, 10; Lc.7,27), o el Ángel de la Alianza, son formas de
designar al propio Yahvé, que lleva a delante su obra de purificación con fuego
y lejía, fundir y purgar (vv.2-3), comenzando por los sacerdotes que sirven en
el templo, para hacer gratas a Dios, las oblaciones y sacrificios, porque en
definitiva, el pueblo será lo que Dios espera de él, como en los años remotos
(v.4). Con esta visión la escatología
profética, se llega a idea de la retribución individual, donde los justos verán
el castigo merecido de los impíos. Este pasaje es de actualidad, porque muchos
injustos, gozan en esta vida, mientras los pobres sufren, y el silencio de
Dios, retarda su venida en el corazón de los fieles. La fe en su actuar, y la
esperanza en su venida, a pesar de la visión oscura de la realidad que nos
circunda, creemos que Dios es luz y amor, que viene a iluminar, purificar y
crear comunión en su pueblo.
b.-
Hb. 2, 14-18: Tenía que parecerse en todo a sus hermanos.
Se destaca la cercanía de Cristo, en
el contexto de su condición de Sumo
Sacerdote, con los que creen en ÉL, los que redimió del pecado y la muerte.
Jesús es de los nuestros, comparte nuestra naturaleza humana, no se avergüenza
en llamarnos hermanos (cfr. Hb. 2, 11. 14). La Encarnación, es el contenido de
la Navidad: Dios con nosotros. Asume todo el caudal humano. Vivir en familia,
las penas y alegrías, sufrimientos y limitaciones, el dolor y la muerte. Aceptó
al hombre pecador, limitado, como al bueno y justo; Jesús asume al hombre como
hermano, desde aquel que lo acepta como tal, como a quien lo rechaza y
traiciona, hasta quien lo lleva a la
muerte. A todos los habló de perdón y amor misericordioso como palabra del
Padre, de una verdad que hay que encontrar en ÉL, un camino que traza y lleva a
la Cruz gloriosa y vida nueva resucitada. Desde Belén, Jesús experimentó la
angustia de muerte, salvó la vida, por el cuidado de sus padres, hasta la
muerte de Cruz, síntesis de todos los sufrimientos humanos (cfr. Hb.2,9-10); angustia del hombre que se estremece, ante los
infinitos deseos de vida y felicidad que siente, pero limitado por la realidad
y que la muerte amenaza de no convertir en una realidad esos deseos tan
profundos. El débil Niño de Belén, es comienzo donde lo humano y divino, la
fuerza redentora del amor se hace presente en todo su misterio, revelado a algunos,
ignorado por otros. La experiencia humana vivida por Jesús, sufrimientos e
incomprensiones lo lleva a la perfección, a la gloria, y a la comunión con Dios
por medio de su misterio pascual, liberando al hombre de la angustia de la
muerte (cfr. Hb.2, 9-15). Asumiendo la
vida, es como el hombre se entrega a Dios, encontrando en ÉL vida verdadera. Si
vivimos en Dios aprendemos a amar la vida, y al prójimo, como es, menos el
pecado que es muerte; Belén es vida porque ahí está Jesús, lo mismo que en el
templo donde hoy se presenta.
c.-
Lc. 2, 22-40: Mis ojos han visto a tu Salvador.
El evangelio, nos narra la
presentación del Niño Jesús en el templo,
la purificación de María (vv.
22-28), el cántico y profecía de Simeón y de Ana (vv. 29-40). La Ley establecía la purificación de la madre,
después de dar a luz (cfr. Lv.12, 1-4). Quizás
el mejor sentido de purificación de la madre, se refiera también a
la consagración del Niño, que a
diferencia de los animales, ellos eran ofrecidos, el hijo primogénito siempre era rescatado (cfr.
Ex. 13,12; 13,14ss); su precio eran cinco
siclos (cfr. Nm. 3, 47). Sus padres entregaron
la ofrenda de los pobres, es decir, un par de
pichones (cfr. Lev. 12,6-8). Jesús fue presentado al templo, lo que
equivalía a consagrarlo a Dios, hacerlo
posesión suya, como Samuel, Juan Bautista (cfr.1Sam.1,28;
Lc.1,35ss). El sentido pleno de esta ofrenda se comprenderá cuando el Hijo suba
a la Cruz, donde no es sustituido, y muere por la salvación de la humanidad,
como el auténtico primogénito. La presentación en el templo, manifiesta lo que
estaba oculto a Israel acerca de ÉL, lo
mismo que los pastores de Belén, proclamaron en su venida. Ahora que Jesús ha
sido ofrecido al Padre, como respuesta, envía el Espíritu Santo sobre Simeón y
Ana, que dan testimonio salvífico, profetizan acerca de este Niño. El anciano
Simeón, varón justo, temeroso de Dios,
aguardaba el consuelo de Israel, la salvación mesiánica, y a Aquel que la debería traer (cfr. Is. 49,13). Es un profeta,
Dios le ha dado, antes de morir, ver cumplido su deseo, conocer al Mesías de
Dios, el Ungido del Señor (vv. 26-33). Simeón
movido por va al templo, penetrado de la fe, toma en sus brazos al
Niño y bendice a Dios; lo acoge con
cariño y amor, su fe penetra el misterio
salvífico y el fin, es la alabanza de Dios, la bendición de Aquel que es
fuente de toda bendición. El cántico de
Simeón, vespertino en su vida, es la respuesta a la revelación que acaba de recibir acerca de
este Niño. Lo sostiene la palabra profética,
que ha sido interpretada a la luz de los hachos salvíficos (cfr.Is.40,5; 42,6; 46,13; 52,10). Ahora Simeón satisfecho su deseo,
ver al Mesías, puede partir de la vida en
paz. Jesús, es el enviado por Dios, la salvación a la vista de todos los
pueblos (cfr. Is. 52,10). Este Niño que
tienen en sus brazos, es Luz para iluminar a todas las naciones (cfr. Is. 60,1-3; 49,6; 42,6). La
salvación alborea no sólo sobre Israel,
sino también sobre las naciones
paganas. Son atraídas por esta luz los pueblos
gentiles, vienen al pueblo de Dios, para ser iluminados, donde habita el
Salvador. Israel adquiere gloria por la
presencia de Jesús en medio de ellos, resplandor de Dios, por lo que las
naciones glorifican a Israel. Jesús es salud para todos los pueblos,
porque la pueden ver, como lo había
anunciado el profeta (cfr. Is. 3,6; Hch. 28,28). José
y María, quedan maravillados de lo que
escuchan acerca del Niño (v. 33). Finalmente
los dos ancianos profetas Simeón y Ana profetizan acerca de este Niño
Jesús, sobre el cual Israel deberá tomar
una decisión: si uno está con ÉL será salvado, quien está en contradicción, cae en la perdición
(cfr. Is.8,14; 28,16; 65,2; Rm.10,21;Hch.7,21). La suerte del Hijo toca a
la Madre hasta llevarla al pie de la
cruz, donde la espada atravesará su alma, consecuencia última de la
contradicción. El dolor de la Madre y la
contradicción del Hijo tienen una clara finalidad fijada por Dios: quedarán al descubierto, las
intenciones de muchos corazones, ante la
señal que es Jesús (v. 35; Jn.3, 19). Mayor contradicción será el
Crucificado, pero María, la Madre estará junto a Él; la verdadera contradicción
es la humanidad de Jesús, donde la
obediencia de los suyos es entrega, en cambio, la desobediencia de sus enemigos que lo acompañarán en el
Gólgota, será seria contradicción (cfr. Lc.
4,22; 7,23; 23,35; Lc. 23, 35-46). Concluye todo con la palabra de la
profetiza Ana, testigo de la hora de
gracia vivida en el templo; apóstol de la liberación que trae el Redentor. Una nueva Luz brilla en
Jerusalén, porque Jesús está en medio de
ellos, pero brillará más cuando sea exaltado a la gloria del Padre,
entonces el nuevo pueblo de Dios se
reunirá, y de ahí partirán llevando el mensaje de salvación de Cristo a las naciones de la tierra.
Teresa de Jesús, nos invita a poner
los ojos en el Niño Jesús, que su luz ilumina
nuestro camino, nuestra vida. Caminemos hacia Belén. “Los ojos en El y
no hayan miedo se ponga este Sol de
Justicia (cfr. Mal. 3, 20), ni nos deje caminar de noche para que nos perdamos, si primero no le
dejamos a Él.” (V 35,14).
P. Julio González
Carretti OCD