SEGUNDA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

(Ciclo C)

 (20 al 26 de enero)

HOMILIAS DEL FR. JULIO GONZALEZ C. OCD

 

 

20. DOMINGO

Lecturas bíblicas

a.-  Is. 62,1-5: El marido se alegrará con su esposa.

El profeta, en este nuevo poema sobre la gloria de Jerusalén (cfr. Is. 60), donde el tema central o que más resalta son los desposorios: el triunfo de Jerusalén y de Israel, consiste en convertirse en esposa de Yahvé. Lenguaje poético, pero por ello, no menos fuerte y cierto, denuncia la falta de justicia de parte de los dirigentes políticos de Israel. El fin de la prédica del profeta, es propiciar la manifestación de la justicia y la salvación de Sión, para que las naciones contemplen la justicia divina, y los reyes, contemplen la gloria de Jerusalén; justicia y gloria, son un don de Yahvé a su pueblo. El Señor creó la comunidad, al derramar su espíritu sobre él, sin pedir nada a cambio (cfr. Is. 43, 1-7) Es el don divino, que transforma el desierto en una alameda, símbolo del pueblo pecador, junto a las corrientes de agua (cfr. Is .44, 4). El pueblo idolatra, simbolizado por la ceguera, se convierte en el pueblo creado por Dios, y que manifiesta su gloria divina (cfr. Is. 42, 18-25; 43,7). Esta obra divina comienza, cuando el pueblo acoge la Ley. La observancia de la Ley, hace que la justicia brote en el pueblo; la desobediencia trae al pueblo la desgracia (cfr. Is. 51,4; 42,21; 42, 24). Será el Siervo quien mantenga la alianza entre Dios y su pueblo, además de ser el mediador de la alianza entre Yahvé y las naciones (cfr. Is. 42, 1-9; 49,1-7; 50,4-11; 52,13-53,12).  El nombre nuevo (v. 2), que recibirá Jerusalén, se remite al futuro, porque su transformación, no lo traducen labios humanos: será Yahvé en darle un nombre nuevo: mi “Complacencia”, “Desposada”, nunca más será llamada, Abandonada o Desolada (v. 4). Estos nombres simbolizan las nuevas relaciones de Dios con su pueblo, con la metáfora de la alianza matrimonial. El esposo de Jerusalén, es Yahvé, símbolo de la alianza eterna que Dios establece con su pueblo. Como su constructor, edificador Yahvé se goza de la alianza, como esposo de Jerusalén, se alejan de ella todas las adversidades (v.5; cfr. Is. 62,19; 55,15).

b.-  1Cor. 12, 4-11: Diversidad y unidad de los carismas.

Pablo, descubre que en el nuevo pueblo de Dios, nacido del misterio pascual de Cristo, alianza de Dios con cada hombre, hay un solo Señor Jesucristo a quien servir en la Iglesia, pero es el Espíritu Santo, quien dota a cada uno con un carisma particular, para provecho de toda la comunidad eclesial. El apóstol quiere formar en la recta doctrina sobre los carismas del Espíritu Santo. No todo entusiasmo es verdadero carisma o don del Espíritu, teniendo en cuenta que los corintios cuando eran paganos experimentaban transportes espirituales respecto a sus ídolos. En la Iglesia los carismas provienen sólo del Espíritu Santo, no puede ser causa de divisiones entre los fieles. La diversidad de carismas, en la que insiste el apóstol, viene  decir, que el cristiano no recibe el Espíritu en abstracto, sino con una aptitud concreta que pondrá al servicio de la Iglesia (cfr. 1Cor.12,2). Mencionar diversos carismas, es hablar de la unidad en la diversidad, que con la imagen del cuerpo humano, explicará enseguida, todos los miembros son importantes, se necesitan mutuamente. En una segunda lectura les dice a los dirigentes de la comunidad que deben buscar en los miembros de la comunidad, incluidos ellos, la plenitud del propio ser. Condena el paternalismo y la tiranía. Pueblo y jerarquía, deben caminar muy unidos en el revivir en la comunidad eclesial los carismas recibidos del Espíritu. Se trata de hacerse ahora responsable de la alianza personal, en beneficio de la Iglesia, contraída en el Bautismo, con lo cual, la idea de Cuerpo, hace que cada uno se sienta bien incorporado, para que sea la fe, la que mantenga viva esta realidad de pueblo de Dios en camino, hacia la Casa del Padre.

c.-  Jn. 2, 1-12: En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos

Las bodas de Caná, es el inicio de los signos de Jesús, primera manifestación de su gloria, en la que está presente María, su Madre, y los discípulos. La atención se desplaza de los novios, hacia Jesús y María, los invitados. Convertir el agua en vino, viene a significar, el anticipo de su glorificación definitiva, su Hora, por la intervención de su Madre. Es anuncio del banquete del Reino de Dios, donde habrá vinos exquisitos, imagen de la salvación que viene de lo alto. Tiene también su sentido eucarístico, donde el vino se convierte en la Sangre de Cristo, Sangre de la nueva y definitiva Alianza de Dios con la humanidad. Finalmente, es imagen del amor esponsal de Dios con su pueblo, como enseñaba Isaías. La oración, petición de María a su Hijo a favor de esos novios, adelanta la Hora de Jesús, la realización del prodigio de convertir el agua en vino. El evangelista, nos presenta a la Madre de Jesús, al comienzo y al final de su obra: en Caná y al pie de la Cruz. En ambas ocasiones la Madre, es testigo, junto a los apóstoles, de la manifestación de la gloria del Hijo. Este signo, manifiesta la solicitud amorosa de la Madre y la eficacia de  su intercesión ante su Hijo. El pueblo de la Alianza sellada con la Sangre preciosa de Jesucristo en la Cruz, la vive la Iglesia como comunidad y confiando, que siempre gozará del vino nuevo de la salvación y de la intercesión de la Madre por sus hijos.  

Santa Teresa de Jesús, huérfana en esta vida, la madre murió siendo adolescente, la joven Teresa acude a la Madre del cielo, para que sea su Madre, al final de su vida reconoce que esta suplica, le valió para toda la vida. “Acuérdome que cuando murió mi madre quedé yo de edad de doce años, poco menos. Como yo comencé a entender lo que había perdido, afligida fui a una imagen de nuestra Señora y le supliqué fuese mi madre, con muchas lágrimas. Paréceme que, aunque se hizo con simpleza, que me ha valido; porque conocidamente he hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a ella; y, en fin, me ha tornado a sí. Fatígame ahora ver y pensar en qué estuvo el no haber yo estado entera en los buenos deseos que comencé.” (Vida 1,7).

21. LUNES

Lecturas bíblicas

a.- Hb. 5,1-10: A pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer.

b.- Mc. 2, 18-22: El novio está con ellos.

En el evangelio encontramos una controversia entre Jesús y los fariseos. Ahora se trata del ayuno y de la conducta escandalosa de parte del grupo de Jesús, es decir, de sus discípulos. La pregunta de los fariseos, da pie a Jesús, para presentar una doctrina más profunda que el tema del ayuno. Esta práctica se refiere, no al ayuno, que toda la nación practicaba un vez al año, sino del ejercicio libre y particular (cfr. Mt. 6, 16ss), que hacían los fariseos piadosos, dos veces por semana (cfr. Lc. 18, 12). La Iglesia primitiva dio más importancia, no a la norma respecto al ayuno, sino al  tema sobre la venida del Señor y de la era, que con ÉL se inicia. Los ejemplos del paño y los odres de vino, esclarecen la parábola del novio y el banquete de boda. Jesús entiende su venida y presencia en medio de los hombres, como el cumplimiento de las promesas de Dios (cfr. Is. 62; 61,10). Por lo tanto, es imposible que los invitados a las bodas ayunen, o estén afligidos (v. 19; Mt. 9, 15). Esa misma alegría que tiene el Hijo, deben reflejarla los amigos del novio o sea los discípulos. De ahí, que la Eucaristía tiene ese carácter de alegría escatológica (cfr. Hch. 2, 46); pero, por otra parte, el realismo exige a Jesús decir, que cuando se lleven al Esposo, entonces ayunarán. Está pensando en su misterio pascual, de muerte y resurrección y ascensión a los cielos. Este tiempo, antes de su venida definitiva con poder y gloria, hay que vivirlo, muriendo a nosotros mismos ayunando de cosas vanas, para nutrirnos  de la Palabra de Dios, la Eucaristía, la comunidad eclesial y la oración, hecha en común y privadamente. Entonces, la verdadera penitencia y ayuno, se entiende como lo que tenemos que aportar de disposición interior, para que el Señor, por medio de su gracia nos santifique cada día. Con Jesús todo es nuevo, y no entra en el viejo orden social, moral y religioso de los fariseos, de Israel; nueva creación en lenguaje profético y ordenamiento divino de la sociedad (cfr. Jer. 31, 31; Ez. 36, 26; Is. 65, 17; 66, 22). Esta novedad escatológica, es presente y futuro en Jesús: sus palabras y obras, anuncian un tiempo nuevo y un orden nuevo de la sociedad para el hombre de fe y también para el pagano. Es el tiempo de la salvación, es el vino nuevo que hay que recibir en odres nuevos, es decir, con cambio de mentalidad (cfr. Jn. 2, 1-11). La nueva Alianza sellada con la Sangre de Cristo, es el inicio de ese tiempo nuevo, que no terminará, sino con el regreso del Señor Jesús al final de los tiempos. Este tiempo que ha llegado, vivido en la comunión con Dios, es motivo de alegría y servicio en la construcción del Reino de Dios, con el prójimo que se nos ha confiado, servicio hecho en fe,  libertad y amor.

Teresa de Jesús,  vivió a fondo esa esponsalidad bautismal con Cristo, cuyo mejor fruto fue su consagración a Dios en el Carmelo, hasta convertirse en Maestra de espirituales. “O somos esposas de tan gran rey, o no. Si lo somos, ¿qué mujer honrada hay que no participe de las deshonras que a su esposo se hacen” (CV 13,2).    

22. MARTES

Lecturas bíblicas

a.- Hb.6,10-20: La esperanza es ancla segura y firme.

b.- Mc. 2, 23-28: El sábado se hizo para el hombre,  y no el hombre para el sábado.

El evangelio nos habla del hambre de los discípulos. Jesús así como defendió su venida, como motivo de alegría, y relativizó el ayuno, ahora defiende a los suyos por haber calmado el hambre, quebrantando el sábado arrancando espigas de los campos. El verdadero centro de la discusión está en esto: ¿es el Hijo del hombre, Señor del sábado? La cita de David, es para recalcar el hambre y la costumbre de frotar las espigas y comerse los granos, pero el texto, no dice que fuera en sábado, lo que escandaliza a los fariseos, por estar prohibido hacerlo por considerar la recolección como trabajo. En todo caso, la falta de David, fue comer los panes de la proposición reservado a los sacerdotes; rompió una ley del culto, pero no faltó al sábado (cfr. Mc. 2, 26; 1 Sam. 21,1-7). Como conclusión de esta discusión, se puede decir que conservar la vida, es más importante, que las prescripciones mosaicas (v.27) y si esto se lo permitió David, rey tan venerado, el  Mesías, su descendiente, actúa con la misma libertad. Por eso, para la Iglesia primitiva, Jesús era Señor del sábado. Era el conocimiento de la voluntad de Dios la que hacía libre a Jesús, y poseer esa autoridad, respecto a los preceptos de los hombres. Ahí está la fuente de su dignidad y señorío que había manifestado en sus obras: resurrección de muertos, vencer a Satanás con la expulsión de demonios, la curación de los enfermos y perdón de los pecados. Ataca las fuentes de lo que oprime al hombre, y le abre nuevos horizontes con el Reino de Dios, que trae su palabra creadora. Esto fue determinante para la Iglesia primitiva, comprender la dignidad y sublimidad del Hijo del Hombre. Perdonar pecados y liberar la conciencia de una mirada estrecha, expresan el mismo poder salvador de Jesucristo: su conocimiento y unión con la voluntad del Padre. Finalmente, los mandamientos han sido confiados por Dios a favor del hombre, pero su interpretación, y exposición corresponden al Hijo del Hombre, porque conoce el querer del Padre, fruto de su unión con Él. Solo la responsabilidad personal y confianza en este único Señor, lleva al creyente a dar cuenta de cada una de sus acciones y palabras (cfr.2 Cor. 5, 10), lo que genera libertad que Jesús ejerció y que confió a sus seguidores a lo largo de la historia. Como enseña Juan, la gracia y la verdad nos vienen por Cristo, por lo mismo el cristiano sabe que su única ley s y su único Mediador es Cristo (Jn.1,17). La salvación depende de aceptar a  Cristo Jesús y de la respuesta personal al amor del Padre, que siempre nos precede ante cualquiera iniciativa nuestra. Jesús es el Sí de Dios, el discípulo, más allá de mediaciones externas, lo tiene a ÉL, como modelo de obediencia al querer del Padre.   

Santa Teresa de Jesús, comprende que la obediencia a la fe recibida es un camino que tenemos que hacer todos los cristianos,  aprendió a amar la voluntad de Dios en su vida en la medida que la observó y comprendió. “La seguridad que podemos tener es la obediencia y no torcer la Ley de Dios; digo a quien hiciere semejantes mercedes (ser llamados por Dios a su servicio)  y aun a todos” (5M 3,2).

23. MIERCOLES

Lecturas bíblicas

a.- Hb. 7, 1-3. 15-17: Tú eres sacerdote para siempre.

b.- Mc. 3, 1-6: ¿Está permitido salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?

Tenemos otro encuentro de Jesús y los fariseos, con motivo de una curación en sábado, en la sinagoga. La trasgresión de Jesús es haber trabajado, curando a un enfermo de una mano paralizada. Su preocupación, es salvar a ese hombre de su mal, mas sus enemigos tienen cerrado el corazón, y ciegos los ojos, por sus interpretaciones humanas. Es una oposición irreconciliable, porque, mientras Jesús está unido a la voluntad del Padre, sus enemigos en tanto,  manifiestan su endurecimiento a los designios divinos. Lo central de este evangelio, luego de la curación, es la palabra de Jesús: “Dice al hombre que tenía la mano seca: Levántate ahí en medio. Y les dice: ¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla? Pero ellos callaban.” (vv. 3-4). Jesús pone el amor al prójimo, por sobre las prescripciones respecto al sábado. Los fariseos prohibían en sábado, la ayuda a cualquier enfermo, excepto en peligro de muerte; hacer el bien, para Jesús está por sobre la ley, y el no hacerlo, es ya obrar mal. El mal del enfermo, no era de muerte, es verdad, pero, pide salud; la vida es don de Dios, Jesús quiere traer la salvación a todos, por eso pregunta, y quiere una respuesta de sus enemigos. Ellos callan (v. 4). El sentido más profundo, se encuentra en comprender que la curación corporal, y la salvación del hombre van muy unidas. La vida es don de Dios, el hombre es una unidad de cuerpo y alma, no sanar al enfermo, hubiera significado excluirlo de la  salvación que trae Jesús. La curación de la mano seca, es sólo el signo externo de la salvación que Dios ofrece en Cristo, al hombre necesitado (cfr. Jn. 5, 1-15). Sanar en sábado para Jesús, equivale a salvación para todo hombre, y continuar por esa vía es cumplir la misión que Dios le confió (cfr. Jn. 5, 17-19). La ira y la tristeza del corazón de Cristo, es por la cerrazón de sus interlocutores, su palabra salvadora produce en ellos,  que se sumerjan en las tinieblas de sus siniestros pensamientos, que terminan matando al enviado de Dios (v.6). Esa actitud del corazón de Cristo, revela su misión salvadora y toda su persona. Su tarea es anunciar la vida, comunicarla a quien cree, salvar de la muerte, al que acepta su mensaje. La Iglesia  es hoy, la que defiende la vida desde su concepción hasta su deceso natural, pues cree, que la vida es don de Dios y propone el camino del Evangelio, como encuentro con la salvación que Jesús nos trajo a todos los hombres.

Santa Teresa de Jesús, enseña que la oración es la mejor arma para abrir, con la gracia del Espíritu Santo, el corazón endurecido por el pecado. Teresa lo vivió y lo propone como camino de entrega a Dios. “Pues para lo que he tanto contado esto es, como he ya dicho, para que se vea la misericordia de Dios y mi ingratitud; lo otro, para que se entienda el gran bien que hace Dios a un alma que la dispone para tener oración con voluntad, aunque no esté tan dispuesta como es menester, y cómo si en ella persevera, por pecados y tentaciones y caídas de mil manera que ponga el demonio, en fin tengo por cierto la saca el Señor a puerto de salvación, como, a lo que ahora parece, me ha sacado a mí. Plega a Su Majestad no me torne yo a perder.” (V 8,4).      

24. JUEVES

Lecturas bíblicas

a.- Hb. 7, 25-8, 6: Se ofreció a sí mismo.

b.- Mc. 3,7-12: Tú eres el Hijo de Dios.

Este texto es una síntesis de toda la actividad de Jesús en Galilea, ahora junto al lago de Genesaret,  donde el evangelista quiere destacar la inmensa atracción que ejercía el Maestro sobre las personas que lo seguían de todas partes, para escucharlo, sanarse de sus males, tocarlo y hasta los demonios lo reconocían: “Tú eres el Hijo de Dios” (v. 11). Su palabra y la energía que nace de ÉL, centran su poder de atracción. La mención de Galilea y Jerusalén, además de otras ciudades, más bien paganas, no quiere el evangelista resaltar el afán de milagros de las gentes, sino poner en el centro a Jesús y su actitud, su atracción y energía sanadora, motivo por el que lo buscan (cfr. Mc. 5, 27-31). Los poseídos, lo reconocen como el Hijo de Dios, los demonios salen de sus víctimas, pero Jesús les manda callar, no quiere darse a conocer por ellos (v.5). Jesús sana con el poder divino que posee  su palabra, su filiación divina, no puede ser confirmada por los demonios, sino desde la luz de la fe pascual. Jesús atrae a los hombres, no por los prodigios que realiza, sino por la salvación, y redención que ofrece en esos prodigios, por la comunión con Dios que germina en sus vidas. Marcos, nos presenta a Jesús como fuente oculta de salvación, el divino Medico de la salud eterna, en una sociedad enferma y necesidad de redención. Si el Cristo terreno atraía de esa forma, mucho más desde su Cruz y Resurrección, porque  quiere llevar a los hombres a la vida e intimidad divina que posee con el Padre. Esta síntesis que hace el  evangelista, quiere ser una imagen de la humanidad  reunida junto al Resucitado. La Iglesia, reúne en torno al altar de la Palabra y la Eucaristía al pueblo de Dios, y desde ahí comunica la fuerza redentora y sanadora de Jesucristo, como enviado del Padre.   

Teresa de Jesús, recibió muchas veces la visita del Resucitado con un propósito: mostrarle el camino de su sacratísima Humanidad para una oración más cristológica y eclesial. “Hase de notar también que en cada merced que el Señor me hacía de visión o revelación quedaba mi alma con alguna gran ganancia, y con algunas visiones quedaba con muy mucha. De ver a Cristo me quedó impresa su grandísima hermosura, y la tengo hoy día; porque para esto bastaba sola una vez ¡cuánto más tantas como el Señor me hace esta merced!” (V 37,4).

25. VIERNES

Lecturas bíblicas

a.- Hb. 8, 6-13: Es mediador de una alianza mejor.

b.- Mc. 3, 13-19: Llamó a los que quiso y los hizo sus compañeros.

Luego de estar en medio de la muchedumbre, Jesús junto al lago de Genesaret sube al monte, expresión con la que Marco, quiere significar la proximidad de Dios. El monte es lugar privilegiado de oración, al que se asciende desde lo humano para estar cerca de Dios (cfr. Mc. 6,46; 9,2; Lc. 6,12). En ese clima orante, Jesús llama a los Doce para que estuvieran con ÉL, y luego enviarlos a evangelizar. Los hace subir a la comunión con Dios en el monte, más tarde a tres de ellos los hará subir más alto, donde se Transfigura delante de ellos, y escuchan la voz del Padre (cfr. Mc. 9, 2-7). Los Doce representan, en el querer de Jesús, a las doce tribus de Israel, que en su tiempo estaba reducida a sólo dos, y al que quiere llevar su mensaje de salvación (cfr. Mt. 10, 6; 15, 24; 19, 28). Es una acción simbólica que busca reunir y completar al verdadero pueblo de Israel, mas para los lectores cristianos, es el nuevo pueblo, la Iglesia, sobre los cuales se edifica este edificio santo. Cuando Marco menciona a los Doce, los contempla frente a las multitudes como dirigentes, que forman una comunidad entorno a Jesús a la que instruye  continuamente (cfr. Mc. 9, 33-50). El motivo del llamado, es la comunión con ÉL, y participar de su misión. Lo central será la unión con Jesús, comunidad de vida, vocación y destino, entrar con Jesús en la comunión e intimidad con Dios. De esto se desprende que comunión, vocación y misión, son un don de Dios al discípulo, por eso llamados por su enviado. Desde la libertad y del conocimiento que Jesús tiene de la voluntad de Dios, llama a estos hombres, porque se les ha confiado el misterio del Reino de Dios (cfr. Mc. 4, 11), por una llamada gratuitamente hecha por el mismo Dios. Esta comunidad apostólica, es fundada desde la gracia y libertad; su  centro es la comunión con Jesucristo de cada uno de sus miembros y de todos con Dios Padre. La ley básica que les da es el amor, convertido en servicio al prójimo (cfr. Mc. 9, 33-35; 10, 35-45). Pero Jesús, también los llamó, para  enviarlos y hacerlos partícipe de su misión: predicar y expulsar demonios. El evangelista, destaca la figura de Pedro, no sólo poniéndolo al inicio de la lista sino que lo asocia a los hijos de Zebedeo: Santiago y Juan. Estos son los íntimos de Jesús, y testigos de signos importantes (cfr. Mc. 5, 37; 9, 2; 14, 33), los llamados “boanerges”, hijos del trueno; de carácter impetuoso y dispuestos a morir por Cristo (cfr. Lc. 9, 54; Mc. 10, 38-40). Todo este proceso vocacional, es modelo de toda vocación cristiana; necesitamos profundizar en las motivaciones de nuestro seguimiento de Cristo para crecer en el conocimiento de su persona, palabra, obra y misión. La vocación cristiana consiste en escuchar al Mesías, el enviado por el Padre, al mensajero del reino de Dios, al Crucificado del Calvario, al Señor Resucitado al tercer día y al dador de su Espíritu a su Iglesia.

Teresa de Jesús, nos invita estar atento a las muchas veces que en la vida el Señor nos llama, lo importante, es responderle en alguna de ellas, con un compromiso radical de seguimiento, imitación y configuración. “Así éstos entienden los llamamientos que les hace el Señor, porque, como van entrando más cerca de donde está Su Majestad, es muy buen vecino y tanta su misericordia y bondad que, aun estándonos en nuestros pasatiempos y contentos y baraterías del mundo y aun cayendo y levantando en pecados  porque estas bestias son tan ponzoñosas y peligrosa su compañía y bulliciosas, que por maravilla dejarán de tropezar en ellas para caer  con todo esto, tiene en tanto este Señor nuestro que lo queramos y procuremos su compañía, que una vez u otra no nos deja de llamar para que nos acerquemos a él; y es esta voz tan dulce que se deshace la pobre alma en no hacer luego lo que le manda; y así, como digo, es más trabajo que no lo oír.” (2M 1,2).

26. SABADO

Lecturas bíblicas

a.- Hb. 9, 2-3. 11-14: Entró en el santuario para siempre.

b.- Mc. 3, 20-21: Su parientes lo buscan.

Este pasaje es propio de Marco, es uno de los textos oscuros y un aspecto difícil de comprender, respecto de la misión de Jesús. No son muchas las veces en este evangelio, en que Jesús da a conocer su identidad más profunda. Las gentes buscan milagros del joven rabino de Nazaret, sus propios discípulos están aprendiendo a conocerle. Pero son sus parientes más cercanos que vienen a por ÉL, porque, dicen, está fuera de sus cabales (v.21). Si bien, la expresión viene a significar, que se salió de su conducta habitual, está exaltado, fuera de sí, está loco, no deja de ser humillante. Como todos los profetas, Jesucristo, vive la soledad, la incomprensión, la excentricidad. Juan, agrega que ni sus parientes creían en ÉL (cfr. Jn. 7, 5). Más tarde, los fariseos venidos de Jerusalén, dirán que Jesús está endemoniado. Muy unido a esto de los parientes, hay que recordar que el mismo Jesús estableció los parámetros del verdadero parentesco con ÉL, que nace del cumplimiento de la voluntad de Dios: esos van a ser su madre, hermanos y hermanas (cfr. Mc. 3, 31ss). Sus parientes de Nazaret, tampoco creerán en sus palabras cuando los visite; no tenían fe (cfr. Mc. 6,1ss). El mensaje de Jesús, sus prédicas debieron causar un enorme revuelo entre la gente importante y sencilla, porque sus propuestas eran toda una novedad, que rompía con todos los parámetros establecidos en lo religioso, social y político, como por ejemplo, las Bienaventuranzas; lo mismo, el tema de orar por los enemigos, el sentido de amor al prójimo, la pobreza, la puerta estrecha, etc. No extraña entonces que digan está fuera de sí. Si Cristo fue incomprendido en su tiempo, por las autoridades religiosas, por el poder político, por sus parientes y discípulos hasta que llegó la luz pascual, no es de extrañar la incomprensión que vive también hoy en nuestra sociedad. Él es siempre bandera discutida y suscita las más variadas reacciones. De  una parte, están los que lo rechazan abiertamente, en el otro extremo, los que lo siguen en forma incondicional, luego hay una masa cuyas motivaciones religiosas, no siempre cristianas, deben madurar, por ignorancia o una deficiente relación con Dios y la Iglesia. Hay un segmento que no podemos de olvidar de admiradores de Jesucristo y la Iglesia y los indiferentes. El verdadero discípulo como Jesús, deberá sufrir incomprensión y su fe se verá fortalecida por las pruebas, lo mismo su esperanza y caridad. Los Santos, los auténticos cristianos que se tomaron en serio el Evangelio y a Jesucristo, fueron tratados de locos. Como verdaderos parientes de Jesús, locos de amor por ÉL, dentro de lo razonable, hay que abrir el Evangelio, asumir la radicalidad del seguimiento y la cruz con todo lo que encierra. Si nos guiamos por solo lo razonable, no llegaremos muy lejos como discípulos de Cristo Jesús, entendiendo por razonable, lo que hace todo el mundo. Sólo el camino del amor nos transforma en locos, porque nos hace penetrar en el misterio de la persona amada: conocer a Jesucristo lo es todo, el amor y la fe, las vías más a nuestro alcance para recorrer desde hoy el camino de la santidad.      

Teresa de Jesús, hablando del sueño de potencias, la tercer grado de oración y otra forma de regar el huerto del alma, la Santa: “Es un glorioso desatino, una celestial locura, adonde se aprende la verdadera sabiduría” (V 16,1).

Fr. Julio González Carretti



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