OCTAVA
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
(Año
Par. Ciclo A)
P.
Julio González Carretti ocd
Lecturas bíblicas
a.- Is. 49, 14-15: Yo no te olvidaré.
La primera lectura nos invita a saber
que Yahvé no abandona a su pueblo. Por
un parte encontramos en los versículos anteriores, la visión teológica del
profeta, que vislumbra tiempos de felicidad para Israel, una vez regrese a
Jerusalén. Otra muy distinta es la que tiene el pueblo, donde si bien eran
esclavos, poseían tierras, altos cargos en el gobierno, etc. pero pensar en el
retorno no les hacía ninguna ilusión. La tarea del profeta será infundirles esperanza
y usan todo tipo de imágenes que hablan de la protección divina, que faciliten
el regreso de los exiliados. Les preocupaba la falta de agua para ellos y sus
ganados, comida, pastos, buenos caminos…Yahvé será su pastor. Lo más importante
será adquirir tierras, como en tiempos de Josué, será Yahvé quien restablezca
el país y repartirá las herencias ahora devastadas. Hasta los presos
recuperarán la libertad y los que habitan mazmorras, verán la luz. La reunión
de todos los desterrados, desde el lugar en que se encuentren en Jerusalén, es
otro elemento a considerar. Todo esto ha preparado para su pueblo y Sión había
pensado que Dios la había abandonado. Si la madre no abandona a su bebé que
amamanta en sus brazos, tampoco Yahvé olvida a su pueblo. No hay en el Antiguo
Testamento, expresión más profunda, íntima y cercana, del amor de Dios por sus
hijos.
b.- 1Cor. 4,1-5: El Señor manifestará
los designios del corazón.
Pablo, quiere que en cada apóstol se
vea servidores de Jesucristo y buenos administradores de sus misterios (v. 3).
El discípulo es tal en la medida que sirve a su Señor que está presente en su
Iglesia. Con esto se quiere advertir que el siervo no es un remedo, sustitución
de Cristo, como si éste no estuviera presente o muy alejado de la comunidad,
Pablo insiste en la presencia de Cristo resucitado en la comunidad. Si el
discípulo tiene claro esto primero, también debe saber, que es un administrador
de los misterios de Dios, no es inventor o descubridor de nada. Lo que debe
hacer es estar atento a la voz de su Señor, esperar en la oración la palabra
oportuna y serena de Dios. Se le pide encarecidamente que sea fiel, porque los
fieles pueden criticarle precisamente en si ha sido
fiel al ministerio recibido. Pablo no teme ser juzgado, por la comunidad, es
consciente de sus malas actuaciones, pero tampoco él se juzga, decide esperar a
que venga el Señor que iluminará los corazones y se descubrirán las
intenciones; sólo entonces cada cual recibirá la alabanza del Señor. Toda una
lección de sabiduría y humildad, de perseverancia en el bien para no ambicionar
puestos y cargos en la comunidad eclesial, como tampoco juzgar intenciones de
los hermanos.
c.- Mt. 6, 24-34: Confianza en la
Providencia de Dios.
El evangelio nos habla del verdadero
servicio a Dios (v.24), y de la confianza en la Providencia (vv.25-34). Se
llama al discípulo para que tome su decisión: tesoros en la tierra o tesoros en
el cielo. En realidad el hombre sólo puede servir a un sólo Señor; el hombre sabe que sólo Dios
puede darle la salvación. Sólo Dios puede exigir el corazón del hombre, todo su
ser, en exclusiva, el otro señor es el dinero, un ídolo que exige adoración del
corazón humano, con lo cual se olvida al verdadero Señor, para servir al ídolo.
Cuando se discute sobre el señorío de
Dios, se oculta el demonio detrás del dinero, Mammón.
Representa la propiedad terrena, las riquezas, acumulación de bienes, toda
clase posesiones. Estas realidades fascinan y cautivan el corazón del hombre.
Por ello Jesús califica a las riquezas de injustas, porque quien se deja
cautivar, termina también bajo el poder de Satanás. En un segundo momento Jesús
nos habla de quien vive confiando en Dios, no se preocupa de la vida terrena. El gran argumento para confiar plenamente en
Dios es saber que El cuida de la vida del hombre, este no debe preocuparse,
porque hay Alguien, que se ocupa de ello (vv. 25. 27. 28. 34). No hay que
agobiarse por el alimento y el vestido, aviso para todos los creyentes, ricos y
pobres, para evitar la obsesión del poder, porque Dios sabe de las necesidades
de sus hijos. Se reprueba el excesivo esfuerzo por las cosas terrenas, el afán
egoísta, donde Dios no es considerado para nada. Si Dios nos dio la vida, el
cuerpo, no se cuidará de lo menos importante (v.25). No vivimos sólo de pan.
“Mirad las aves del cielo…” (v.26). Si se preocupa de alimentar a las aves,
¿cuánto más se preocupará de los hombres, más cercanos a su corazón de Padre?
Buscar sobre todo o primero el reino de Dios y su justicia, no excluye lo
demás, trabajo y bienes materiales. Jesús, sabe que no somos ni pájaros ni
flores, sino hombres necesitados de bienes, de trabajo para ganarse la vida y
descubrir la Providencia divina a cada paso que cada jornada. “Observad los
lirios del campo… qué vamos a comer y beber” (v. 28.31ss). También del cuidado
por el vestido se preocupa el Padre. Jesús nos invita a optar por el Reino de
Dios y su justicia, es decir, optar por la soberanía de su amorosa voluntad en
nuestra vida y de la sociedad. El seguimiento a que nos invita Jesucristo, es
una prueba para nuestra fe y confianza en Dios diariamente ya que ella tiene
mucho de paradoja y aventura, riesgo en el desierto y peregrinación para la
vida. La fe y confianza que pide Jesús es abandono en las manos del Padre
providente porque le servimos con amor por sabernos, a su vez amados. En este
caso la mejor oración es decir: Danos hoy el pan de cada día.
Teresa de Jesús, aprende a pedir el
verdadero Pan del cielo para enfrentar la jornada diaria: “¿Pensáis que no es
mantenimiento aun para estos cuerpos este santísimo Manjar y gran medicina aun
para los males corporales? … Porque de
las maravillas que hace este santísimo Pan en los que dignamente le reciben son
muy notorias, no digo muchas que pudiera decir de esta persona que he dicho,
que lo podía yo saber y sé que no es mentira. Mas ésta habíala
el Señor dado tan viva fe, que cuando oía a algunas personas decir quisieran
ser en el tiempo que andaba Cristo nuestro Bien en el mundo, se reía entre sí,
pareciéndole que teniéndole tan verdaderamente en el Santísimo Sacramento como
entonces, que ¿qué más se les daba?” (CV 34,6).
Lecturas bíblicas
a.- Eclo. 17,24.26-29: Retorna al
Altísimo.
b.- Mc. 10, 17-27: Vende lo que tienes
y sígueme.
Encontramos dos momentos en este
pasaje evangélico: el encuentro con un joven rico (vv.17-22), y la enseñanza de
Jesús sobre las riquezas que da a los discípulos (vv.23-27). El joven quiere alcanzar la vida eterna, ha
cumplido todos los mandamientos desde su infancia. El rico representa al hombre
que cumple con la Ley, pero que le falta la renuncia a las riquezas de la nueva
Ley de Cristo. La respuesta de Jesús es que venda todo lo que posee, lo dé a
los pobres, así tendrá un tesoro en el
cielo, y luego lo siga. Con cumplir la Ley no basta, se necesita algo más, el
desprendimiento de todo lo que se posee, la pobreza voluntaria para ser
discípulos de Cristo. Es toda una propuesta que superó las expectativas
vocacionales del joven, se marchó, ya que poseía muchas riquezas. No se puede
ser discípulo de Cristo, con alma de rico, es decir, poner la confianza en las
riquezas, impide alcanzar la vida eterna. De ahí que Jesús use la hipérbole: es
más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja a que ingrese un rico en
el Reino de los Cielos. Si bien la llamada a la renuncia es para todos, el
desapego de las riquezas es distinto, según la llamada particular que reciban
del Señor. El rico fue llamado por Jesús, a una renuncia total, para que lo
siguiera. En la segunda parte, Jesús
enseña el peligro que entrañan las riquezas para todo cristiano, rico o pobre,
puesto que todos buscamos hoy el dinero por la seguridad que nos otorga; es el
espíritu de codicia que nos embarga, poniendo en duda nuestra confianza en
Dios. El apego a las riquezas endurece el alma y los corazones, como al joven
rico; aleja al prójimo de nosotros, enfría las relaciones personales, esclaviza
al hombre, puesto que el cristiano está llamado a ser señor de su dinero, en
definitiva, su afán dificulta asimilar los valores del Reino de Dios. En los
discípulos se produce un conflicto, porque desde el AT., la riqueza es
considerada una bendición de Yahvé, ahora Jesús, nos enseña que para alcanzar
la vida eterna debemos entregar la vida por ÉL y el evangelio, cuanto más las
riquezas, para que no ocupen el espíritu, el corazón del discípulo llamado
a amar libremente a Dios y al prójimo.
¿Quién podrá salvarse? preguntan los discípulos (v. 26). Es imposible para los
hombres, pero todo es posible para Dios, responde Jesús. Recibir el Reino de
Dios con espíritu de niño, entraña, la capacidad de reconocer la propia
pequeñez y debilidad, y poner la confianza en el poder de Dios y poner la vida
a su disposición para que su Espíritu actúe en nosotros. Debemos aprender, como
los discípulos a contar la ayuda de la gracia divina para llevar adelante el
proyecto salvador y redentor de Jesús. Se necesita la apertura a la acción de
Dios, vaciándonos de nosotros mismos para servir a Dios y al prójimo.
Teresa de Jesús, nos enseña a vivir la
pobreza de espíritu y el último grado de amor que es la confianza absoluta en
Dios: “Quien a Dios tiene, nada le falta; solo Dios basta” (Poesía 9).
Lecturas bíblicas
a.- Eclo. 35, 1-12: El que guarda los
mandamientos ofrece sacrificio de acción de gracias.
b.- Mc. 10, 28-31: Lo hemos dejado
todo por seguirte.
Es Pedro quien a nombre de sus
compañeros, le recuerda a Jesús, que lo han dejado todo, y lo han seguido. Las palabras del apóstol están en
abierto contraste con la actitud del joven rico. Del peligro de las riquezas se
pasa a la pobreza apostólica. La intención de Marco la promesa va dirigida a
toda la comunidad, más que la otra promesa que Jesús había hecho a un círculo
más íntimo (cfr. Mt.19,28; Lc.22,30). La respuesta de
Jesús es la promesa: quien lo ha dejado todo por ÉL, recibirá el céntuplo en
esta vida, con persecuciones y en el futuro la vida eterna (v.29). Dejarlo
todo…encierra afectos familiares, posesiones materiales, pero en la comunidad
del Reino, comunidad eclesial, encontrará todo eso y más de lo que
materialmente dejó. El fundamento de la promesa se encuentra en el llamado que
había hecho Jesús a los que querían formar su nueva familia (cfr. Mc. 3,34).
Todos los que están unidos a Jesús, por su palabra y enseñanza recibirán más de
lo que han dejado por ÉL. La aceptación de la fe cristiana rompe sin querer a
veces los lazos más entrañables, a veces se trata de abandonar la familia para
siempre (cfr. Mc.13,12; Lc.9,61; 12,52; 14,26). Las
persecuciones a las que hace alusión el texto, nos hace pensar que seguir a
Jesús no libra al discípulo de la persecución que vive a propósito de su fe,
son las borrascas que se levanta en la sociedad y en espíritu de los hombres
frente al discípulo de Cristo. No podemos ser discípulos de Jesús sin cruz, es parte del camino para llegar al
Reino de los Cielos. La vida eterna, es la culminación de esa vida de
desprendimiento y pobreza voluntaria, para adquirir los bienes de Reino de Dios:
la comunión con Dios y vivir en la verdad,
la justicia, el amor y la paz. Los que ahora son los últimos, serán los
primeros en el Reino de Dios. Esta propuesta de Jesús, la pobreza voluntaria,
es una llamada a creer firmemente en las riquezas de Dios. Nosotros sabemos de
quien nos fiamos, de Jesús y su palabra, es aprender a vivir en la pobreza de
espíritu afectiva y efectiva, en libertad interior, donde la fe obra y la
libertad verdaderamente libera del poder seductor de las riquezas. Desde esta
perspectiva se va a la búsqueda de la
fuente de la felicidad que está en lo interior del hombre. Es el hombre
plenamente realizado, estado que no se compra con riquezas, Jesús lo exige para
ser su discípulo. Deberíamos sentirnos plenamente realizados, siguiendo a
Jesús, lo que significa estar en el Reino de Dios y en el camino a la vida
verdadera. La Iglesia trabaja desde siempre para que todos, especialmente los
pobres, tengan participación de los bienes de la tierra en un compromiso de
solidaridad y justicia, que nace de una fe y esperanza creativa y operante.
La Santa Madre Teresa, nos recomienda
vivir la pobreza de espíritu para alcanzar de estimar la pobreza afectiva y
efectivamente por seguir a Jesús de Nazaret. “Sería engañar al mundo otra cosa;
hacernos pobres no lo siendo de espíritu, sino en lo exterior” (CV 2,3).
Lecturas bíblicas
a.- Eclo. 36,1. 4-5.10-17: Que sepan
las naciones que no hay Dios fuera de ti.
b.- Mc. 10, 32-45: El Hijo del Hombre
va a ser entregado.
En este pasaje encontramos tres temas:
el tercer anuncio que hace Jesús de su Pasión (vv.32-34), la petición de los
apóstoles Santiago y Juan hijos de Zebedeo (vv.35-40), y los que son
constituidos en autoridad deben servir en la comunidad del Reino de Jesús
(vv.41-45). En este tercer anuncio de su Pasión agrega en “manos de los
gentiles”, en los otros anuncios, era en manos de los sumos sacerdotes y en
manos de los hombres (cfr. Mc. 8, 31; 9, 31), todos ellos conformarán la maraña
de intereses que desembocan en la entrega libre de Jesús, a la Pasión, en
obediencia al Padre. Será en Jerusalén, la ciudad que mata a los profetas, en
donde será humillado, morirá pero además resucitará. Los Doce siguen a Jesús
que sube a Jerusalén entre la sorpresa y el miedo. Sólo a ellos Jesús les
revela detalles de la Pasión, porque sólo ellos son introducidos en el misterio
de su Pasión. Jesús será entregado a los sumos sacerdotes y escribas, se puede
referir, a la traición de Judas, lo que aumenta las tinieblas del Calvario; ser
traicionado por uno de los suyos (cfr. Mc.14,20s).
Dios permite esta entrega, impotencia y humillación del Hijo del Hombre. En un
segundo momento, encontramos la petición de los hermanos Zebedeos,
lo que habla de lo poco que entienden a
Jesús; quieren un lugar a la derecha y a la izquierda en su gloria o en su
Reino mesiánico. Petición semejante a la discusión por el primer puesto
(cfr.Mc.9, 33-37). Era el pensamiento de todos los judíos, esperaban un Reino
político con Jesús como rey. En su respuesta les asegura que beberán de la copa
y recibirán el mismo bautismo que ÉL, pero sentarse a la izquierda o derecha no
le corresponde decidirlo (vv. 38-40). Se ve que la gracia obró en ambos, porque
participaron efectivamente en la Pasión de Cristo, pero el puesto a la derecha
e izquierda los designa el Padre.
Finalmente, Jesús encuentra la ocasión para instruir a los apóstoles en
el tema de la autoridad en la nueva comunidad. Todos sabían cómo gobernaban los
reyes a sus pueblos con la opresión y la tiranía para mantener el orden y
ganancias políticas y económicas. Nada de eso deberá ocurrir en la comunidad de
los discípulos sino que el que quiera ser grande deberá servir a sus hermanos;
lo mismo si quiere ser el primero, será esclavo, servidor de todos. El
cristiano debe propiciar, aumentar y fortalecer
el espíritu de servicio, sin esperar pago ni recompensa. En la comunidad
eclesial es el espacio ideal para servir desde la jerarquía hasta el último
miembro de la Iglesia; es servicio a Jesús y al prójimo, servicio vital por el
Reino de Dios. El primer servidor de la comunidad es el propio Jesús, que dio
la vida en rescate de todos; servir es reinar en el Reino de Dios desde esta
vida.
Teresa de Jesús, en su realismo, nos
ayuda a concretar el servicio a Dios y al prójimo; las virtudes o dones
recibidos en la oración deben estar al servicio de la comunidad. “Sí, que no
está el amor de Dios en tener lágrimas, ni estos gustos y ternura que por la
mayor parte los deseamos y consolamos con ellos; sino en servir con justicia y
fortaleza de alma y humildad” (V 11,13).
Lecturas bíblicas
a.- Eclo. 42,15-25: La gloria del
Señor se muestra a todas sus obras.
b.- Mc. 10,46-52: Maestro, haz que
pueda ver.
Este evangelio, nos narra la curación
del ciego Bartimeo, hijo de Timeo, durante la última
etapa del viaje de Jesús a Jerusalén. Esta ciudad para el autor, no es sólo la
ciudad geográfica, sino la ciudad santa, donde están las autoridades de Israel.
Este ciego pide limosna junto al camino, no estaba en el camino de Jesús, pero
había abandonado Jericó, ciudad pecadora. Este ciego, es ejemplo de oración
perseverante, a pesar de las dificultades, se da ánimos, va al encuentro de
Jesús, le pide ver, y la gracia le es concedida, y con gran alegría sigue a
Jesús. La delicadeza de parte del Maestro es haberle hecho llamar y
preguntarle: “¿Qué quieres que te haga?» El ciego le dijo: «Rabbuní,
¡que vea!» Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.” (vv. 51-52). El ciego
llamó a Jesús “hijo de David, Jesús, ten compasión de mí” (v. 47), desde la
comprensión del dolor, desde la fe, se puede seguir a Jesús hasta el Calvario,
pero algunos lo hacían callar. Esta invocación es preludio de las que oirán
todos cuando Jesús entre en Jerusalén aclamado por el pueblo. Le atribuye a
Jesús el título del mesianismo judío, sabe sólo que ÉL es poderoso. La súplica
del ciego es un grito oracional, que pide la vista de sus ojos, pero también
los del espíritu para comprender el seguimiento del maestro Jesús. Por ir a su
encuentro el ciego lo ha dejado todo, la ciudad, el manto, símbolo de poder, da
un brinco y está como desnudo, dispuesto a lo que se le mande; descubre a
Jesús, lo ve, es el maestro de Nazaret. Realizado el prodigio Jesús le dice:
“Vete tu fe te ha salvado” (v. 52). Recobrada la vista, el ciego entra en el
camino de Jesús, le seguía por el camino (v. 52). Jesús, ha llenado de luz sus
ojos, por esto le sigue como otro de sus discípulos.
Teresa de Jesús, como el ciego elevo
su plegaria ante Jesús y fue escuchado, comprendió la verdad del seguimiento de
Cristo. Luego de su conversión encontró en Jesús de Nazaret, la luz para su
vida, la oración continua fue la
vía por donde vino el Maestro a su vida:
“La oración es adonde el Señor da luz para entender las verdades” (F 10,13).
Lecturas bíblicas
a.- Eclo. 44,1.9-13: Nuestros
antepasados fueron hombres de bien, su fama permanece.
b.- Mc. 11, 11-25: La higuera seca. Mi
casa se llama casa de oración.
Este relato de la higuera, para
algunos autores, es puro símbolo; los que la consideran histórica, ven que
Jesús la usa en forma simbólica. A Israel se le comparó con una higuera seca
(cfr. Miq. 7, 1; Jr. 8, 5-13); Marco
relaciona la higuera con el templo. Buscó en ella frutos y no los
encontró, solo vio un frondoso follaje. También el Templo estaba lleno de
riquezas, e incluso malas obras (cfr. Is. 5,7). Si bien no era tiempo de higos,
anota el evangelista, a Israel se le había pasado el tiempo, el momento de los
frutos, la alianza había dado sólo hojas, había sido un tiempo estéril en
obras. Los discípulos escucharon la maldición que le echó Jesús, como una
advertencia. La expulsión de los vendedores del templo, va dirigida no sólo a
los vendedores sino también contra los que compraban los animales para el
sacrificio. Hay que pensar en el comercio que había en el templo, fuente de
riqueza para la ciudad; Jesús se opone a toda operación de tipo negociante en
ese lugar sagrado. El templo, es casa de oración, (cfr. Is. 56,7), para todas
las gentes y no un mercado, peor todavía, una cueva de ladrones (cfr. Jr. 7,
11), porque ahí estaba el tesoro del templo.
Son las autoridades religiosas las que deciden darle muerte, pero no se
atreven a hacerlo por la autoridad que gozaba entre el pueblo. La admiración
venía porque Jesús era evangelio puro, su predicación era ÉL mismo; para ÉL no
contaba ni el dinero, ni prestigio ni el placer. La predicación de Jesús
consistía en poner al hombre en relación inmediata con Dios, involucrado en la
vida de los hombres; hablaba como quien acaba de conversar con Dios. Se preocupaba
de los problemas de la gente, en medio de los pobres y pequeños. Para
Jesús, sólo Dios es absoluto y no la
Ley, comunicaba la imagen de un Dios nuevo e inmediato. Finalmente, se vuelve
al tema de la higuera, ahora ya seca. La esterilidad de Israel se debe al
propio orgullo y ambición. Según los profetas, el templo era el lugar de culto
a Yahvé, para todos lo pueblos de la tierra, pero
esto no sucedió por la falta de fe de Israel. ¿Es que en el templo no se oraba?
Claro que se oraba, pero al mismo tiempo, se faltaba al amor al prójimo y a la
justicia. Faltaba el amor y el servicio al hermano peregrino, de ahí que la
oración no era escuchada por Yahvé, sólo la fe podía perdonar al enemigo para
así recibir el perdón de Dios. En la
comunidad eclesial, el culto debe nacer de la fe y el amor a Dios y al hermano
que comparte nuestros compromisos religiosos desde una profunda vida de
oración.
Teresa de Jesús nos invita a servir a
Dios con pureza de intención y santidad de vida: “Andan ya las cosas del
servicio de Dios y tan flacas, que es menester hacerse espaldas unos a otros
los que le sirven” (V 7,22).
Lecturas bíblicas
a.- Eclo. 51,12-20: Daré gracias al
que me enseñó.
b.- Mc. 11, 27-33: ¿Con qué autoridad
haces esto?
Este texto es la respuesta de las autoridades
religiosas a la situación vivida en el
templo por parte de Jesús, al echar a los vendedores y volcar las mesas de los
cambistas. Además, recordemos su entrada triunfante en Jerusalén, eran motivos
como para indagar más acerca de la persona de Jesús de Nazaret. La pregunta que
le hacen tiene dos momentos: ¿con qué autoridad obraba así? y ¿quién le había
dado esa autoridad? La pregunta fue bien pensada, ya que sólo el Mesías de Dios
podía actuar de esa manera, según ellos. Si respondía afirmativamente, es
decir, afirmar que ÉL era el Mesías, corría el riesgo que le abrieran un
proceso legal, por actuar o pretender como falso Mesías. Jesús, sabe que sus
interlocutores no tienen fe, por lo mismo la respuesta la convierte en pregunta
acerca del bautismo de Juan, ellos no saben la respuesta (vv. 29-33). Marco,
quiere resaltar la incredulidad de los interlocutores de Jesús. Con ello el
Señor nos enseña que siempre ha obrado en la verdad, con sinceridad, es más,
sabe que sus acciones lo pueden llevar a la condena. Usa una artimaña, para no
contestar directamente a los sacerdotes, porque de la verdad sólo se puede
hablar con aquellos que son dignos de ella, y las autoridades habían demostrado
claramente sus torcidas intenciones. Jesús fue sincero, pero no ingenuo, frente
a personas de mala fe, no hay obligación de decir la verdad. Aquí viene muy
bien el refrán: “Sed, pues, prudentes como las serpientes, pero sencillos como
las palomas” (Mt. 10, 16). Claramente las autoridades no habían aceptado el
bautismo de Juan; pensaban que venía de los hombres, pero no lo decían, por
temor a la gente, que tenía a Juan por profeta. El
los había acusado, en la parábola de la viña, de cómo había rechazado a todos
los enviados de Dios, también a Juan, pensaba Jesús. No les responde y cómo
ellos tampoco respondieron, entendiendo que rechazaban el bautismo de Juan, se
siente libre de toda responsabilidad de responder a sus preguntas. Aunque les
hubiese respondido no le creerían, porque precisamente su ministerio entre los
hombres, comenzó con el bautismo dado por Juan. Ahí fue donde el Padre, lo
declara su Hijo amado, en quien se complace; ahí está la fuente de su
autoridad. Si no aceptaron a Juan, tampoco aceptan la autoridad de Jesús, que
en bautismo fue revestido de toda fuerza y poder por Dios, en la debilidad de
su carne, pero en unidad perfecta con su Padre.
Teresa de Jesús siempre tuvo en gran
estima andar en la verdad de Dios y la propia. “Ande la verdad en vuestros
corazones, como ha de andar por la meditación, y veréis claro el amor que somos
obligadas a tener a los prójimos” (CV 20,4).
P.
Julio González C.