QUINTA SEMANA DE CUARESMA

(Ciclo C)


DOMINGO

LUNES

MARTES

MIERCOLES

JUEVES

VIERNES

SABADO


DOMINGO

Lecturas bíblicas

a.- Is. 43,16-21: Mirad que realizo algo nuevo y daré bebida a mi pueblo.

En la lectura del profeta Isaías, nos presenta a Yahvé como Redentor y Santo, títulos que lo definen. Por lo mismo hará justicia, una justicia redentora. Se abre la memoria histórica, las grandes hazañas de Yahvé en Egipto y la liberación de la esclavitud, cómo pasaron por el Mar Rojo: todo lo hizo Yahvé. Abrió caminos en el mar y apagó el poderío del enemigo. El profeta nos dice ahora que todo eso se olvidará, cuando contemplemos lo que está Yahvé por hacer por su pueblo: un nuevo éxodo. A Israel en exilio se le pide fe en las maravillas que  Dios está por realizar. Aquí es donde la historia y la voluntad de Dios se compaginan para dar una luz de esperanza al pueblo de Israel. Ciro, el gran general, que conquistó Babilonia es el nuevo instrumento de Yahvé para la liberación de su pueblo. El mismo Dios que preparó el camino desde Egipto a la tierra prometida, ahora, prepara nuevamente la vía que a su pueblo conduce desde  el cautiverio babilónico su tierra Israel. Tendrán agua en abundancia para ellos y sus ganados, que a su paso van a encontrar en la estepa (v. 20). La generosidad de Yahvé, no la deben confundir con la idea que todas estas promesas, son el pago o premio a los méritos que han hecho en su cautiverio. No han dejado de ser pecadores en el destierro,  no invocaban a Yahvé, lo han olvidado. Todas las promesas nacen de la generosidad de Dios, responde así a su esencia divina, que es amor. No podía ser de otro modo. 

b.- Flp. 3, 8-14: Todo lo estimo pérdida comparado con Cristo.

El apóstol Pablo, nos invita a dejarlo todo por el conocimiento de Cristo, por estar en Cristo. Todo lo aprendido como fariseo ahora no vale nada en comparación con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, se coloca en la misma condición del pagano que recién llega a la fe. Con Jesús, hay que comenzar de cero, lo mismo el judío que el gentil, lo privilegios pasados de nada valen ante la justicia de ÉL, no la de los fariseos, como en el caso de Pablo. Toda su ciencia bíblica y rabínica queda atrás, la considera basura con tal de ganar a Cristo. El pensamiento paulino es  que Dios es más que la Ley de Moisés, más que la Biblia, más que el creyente, por lo tanto, el discípulo debe correr, no mirando hacia atrás, sino avanzar hacia la meta, que siempre es Cristo Jesús; y no hacer como uno que está instalado. La fe es dinámica y no un museo de verdades religiosas; el cristiano debe otear los vientos del Espíritu que rondan la sociedad para saber responder a los interrogantes con el conocimiento adquirido en el seguimiento de Cristo.

c.- Jn. 8,1-11: El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.

Este evangelio nos narra la suerte de una mujer sorprendida en adulterio. Jesús después de predicar del agua viva (cfr. Jn.7, 37-38), se retira al monte a orar al monte de los Olivas (cfr. Lc.4, 42; 6,12; 9,18; 11,1; 21,3738; 23,39-46). El pueblo vuelve a la mañana siguiente para dejarse enseñar por Jesús (v.2). Los fariseos y escribas, le traen una mujer sorprendida in fraganti cometiendo adulterio, la ponen en medio entre Jesús y el pueblo (v.3). El destino era la muerte, lo que le da una carácter dramático al hecho, pero que era lo que menos le importaba a los escribas y fariseos. Ellos la acusan para desafiar a Jesús (vv.4-5). Ellos saben lo que haría Moisés pero quieren poner a Jesús frente a Moisés y la Ley (cfr. Jn. 6, 30-31; 9,29). De ahí la pregunta que le hacen: “Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?” (vv. 5-6), lo que nos advierte que la mujer era sólo un pretexto para enfrenta a Jesús contra la enseñanza de Moisés y tener motivos para acusarle (v.6). No tienen interés en la mujer, ni en el marido engañado, sino la posibilidad de encontrar incoherencias en el magisterio del joven rabino (v.6). El conflicto es fuerte y  público, se  esté desarrollando un verdadero proceso. El marido podía la demanda de divorcio, y esto era concedido en forma automática, el marido quedaba libre de la mujer, sin obligaciones para con ella (cfr. Nm. 5). El adulterio era considerado un pecado grave por la Ley de Moisés; su castigo era la pena de muerte, la mujer era lapidada (cfr. Dt. 22, 22). El joven rabino no sólo interpreta a Moisés, sino que es capaz de legislar como él. Si se pronuncia a favor de la aplicación de la ley, todo su discurso sobre la compasión y misericordia, quedaría en nada. En ese contexto político, los judíos habían perdido la capacidad de aplicar la pena de muerte quedaba en manos de los romanos (cfr. Jn. 18, 31). Si se pronunciaba en contra, estaba en problemas: ¿se podía uno fiar de un maestro que ahora aplica la ley, el mismo, que se opone de muchas de sus disposiciones? ¿Dónde queda su autoridad como maestro ante el pueblo? Después de esto: ¿Dónde quedaban sus pretensiones mesiánicas?  Jesús no la condena, escribe en el suelo, se da tiempo para dar una respuesta sensata y rescata a la mujer de la muerte. Se puede interpretar su gesto de escribir en el suelo, que así como Moisés escribió en la piedra, Jesús escribe su ley en la tierra; una ley que cuenta con la debilidad del hombre, capaz de arrepentirse y enmendarse desde su fragilidad (cfr. Jr.17,13). También se puede interpretar este gesto como indiferencia de parte de Jesús, decepción, por el procedimiento, trata de ignorar lo que se ha hecho. Inclinado sobre el hombre, no ha venido a condenar sino a salvar. Dado que los fariseos insisten, Jesús se levanta, restableciendo el diálogo y proponiendo que quien esté libre de pecado, lance la primera piedra (v.7; Lev.24,1-16;Dt.13,10; 17,2-7). Si bien no se sabe a qué pecado se refiere Jesús, seguramente se relacionaba a pecados del ámbito sexual; Jesús vuelve a su posición anterior, escribía en la tierra (v.8). Se necesitaban dos testigos para  aplicar la pena capital, más que las pruebas, el testimonio de los testigos era fundamental. Uno de ellos,  pronunciaba la sentencia, tenía el derecho de  tirar la primera piedra. La respuesta de Jesús fue un ataque frontal a esa mentalidad; nadie se atrevió a tirar ni una sola piedra. Nadie pudo presumir de estar sin culpa. Los ancianos se marchan, representaban la autoridad y la tradición, quizás también el pueblo;  ante Jesús carece de sentido su actuar. Su ley era de piedra, la suya era escrita en la tierra,  es decir, en el corazón del hombre que acepta a Jesús. Los acusadores, ahora se van como acusados. La mujer sigue de pie y ÉL agachado sobre la tierra, quedan solos, como cuando lava los pies a sus discípulos, todo un Dios inclinado para ensalzar  al pecador. Una vez solos Jesús se convierte en Juez, luego de amonestarla, la absuelve, y la invita a no volver a pecar (v.9). La desdichada mujer ha encontrado la encarnación de la misericordia de Dios, que la absuelve de su culpa, le devuelve la vida. Jesús se dirige a la mujer como un tú, y no como un objeto, que se convierte en alguien que entra en comunión con el rabino al que denomina Señor, la invita a una vida nueva, cimentada en una relación justa con Dios. Clara  alusión a la nueva alianza, anunciada por los profetas: ley escrita en el corazón por la fuerza y unción del Espíritu Santo (cfr. 2 Cor.3,6-7; Jr. 31, 31-33; Ez. 36, 25-27). Su palabra salvó una vida; es la misión de Jesús, signo de la llegada del reino de Dios entre los hombres y mujeres pecadores hoy en su Iglesia.

Teresa de Jesús, cuan agradecida de Dios estuvo siempre, del amor y delicadeza, con que Jesús trató a la mujer en su tiempo y hoy en su Iglesia. “Parece atrevimiento pensar yo he de ser alguna parte para alcanzar esto. Confío yo, en estas siervas vuestras que aquí están, que veo y sé no quieren otra cosa ni la pretenden sino contentaros. Por Vos han dejado lo poco que tenían, y quisieran tener más para serviros con ello. Pues no sois Vos, Criador mío, desagradecido para que piense yo dejaréis de hacer lo que os suplican; ni aborrecisteis, Señor, cuando andabais en el mundo, las mujeres, antes las favorecisteis siempre con mucha piedad. Cuando os pidiéremos honras, no nos oigáis, o rentas, o dineros, o cosa que sepa a mundo; mas para honra de vuestro Hijo, ¿por qué no nos habéis de oír, Padre eterno, a quien perdería mil honras y mil vidas por Vos? No por nosotras, Señor, que no lo merecemos, sino por la sangre de vuestro Hijo y sus merecimientos.” (CV 3,7).


LUNES

Lecturas bíblicas

a.- Dan. 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62: Susana y los dos ancianos.

En la primera lectura,  encontramos el triunfo de la pureza y castidad por sobre la maldad humana. Las palabras de Susana: “Susana gimió: «¡Ay, qué aprieto me estrecha por todas partes! Si hago esto, es la muerte para mí; si no lo hago, no escaparé de vosotros. Pero es mejor para mí caer en vuestras manos sin haberlo hecho que pecar delante del Señor.» (v. 22-23). El relato con todos los detalles son una preciosa joya de la literatura hebrea donde se exalta la virtud de la castidad y de la fidelidad a la Ley de Yahvé.

b.- Jn. 8, 12-20: Yo soy la luz del mundo.

En este evangelio, Jesús se declara, Luz del mundo durante de la fiesta de las Tiendas. Luz que alumbra para todo aquel que quiera seguir a Jesús en forma personal. En el AT, encontramos símbolos que nos habla de Dios como Luz: la nube luminosa que acompaña a Israel por el desierto (Ex. 13, 21), la Sabiduría (cfr. Sb. 9,1-6; 18,1-4), que invita a los hombres a su banquete y la luz que el Siervo que sufre (cfr. Is. 42,6; 49, 6). El símbolo de la luz acompañó siempre a la figura del Mesías en la mentalidad rabínica. Antes se había manifestado como agua (Jn. 7, 37-39). Agua y luz, elementos fundamentales del Israel del desierto, que ahora convergen en Cristo Jesús. Es el único Maestro, que conduce a los hombres hacia Dios, porque conoce a Dios, como su Padre, se identifica con ÉL (cfr. Jn. 8, 19). Lo que comunica Jesús es también “luz de la vida” (v.12); ha venido para ser la luz de los hombres (cfr. Jn. 1, 4), pero también para que los suyos tengan vida en abundancia (cfr. Jn. 10,10). Jesús comunica la vida, su vida de resucitado, como el agua se convierte en el que la bebe en un manantial (Jn.4,14), la comunidad eclesial, es espacio de vida, alegría, libertad, así como la sociedad es espacio de dolor, tristeza y muerte. Para Juan evangelista, Jesús es sobre todo la Vida de los hombres (cfr. Jn. 14,6). Luz de la vida, es el esplendor de la vida que nace de Jesús. En el diálogo con la samaritana, quien beba del agua que EL le dará, la misma persona se convertirá en fuente, manantial que salta hasta la vida eterna (Jn. 4,14; 7, 37-39). Esta experiencia de luz y vida, suscita en quien se adhiere a Cristo, la actitud de obrar como ÉL. El cristiano se sumerge más y más en el misterio de Jesús, Hombre y Dios verdadero, que se traduce en comunión íntima y vital con EL, pero como ÉL, con el Padre (cfr. Jn. 8, 8). Con ese trasfondo de la fiesta de las Tiendas, los candelabros de oro despedían luz que recordaba el paso de Israel por el desierto, a cuyo alrededor se bailaba,  cantaba, y la alegría acompañaba estas fiestas. En la comunidad eclesial, los cristianos, su condición con la unción del Espíritu y la acción de adherirse a Cristo en el Bautismo (cfr. 1Jn. 2, 27). La objeción de los fariseos, de carecer de valor el juicio de quien habla de sí mismo cae por tierra, porque no sólo les ha dado otros testimonios que no han aceptado, y ahora Jesús quiere recalcar la comunión con su Padre, que lo invade desde lo interior, hasta  convertirse en expresión de Dios Padre. Dios de Dios, Luz de Luz decimos en el Credo, pues es eso lo que intenta comunicar Jesús en su discurso. La invitación que nos hace Jesús es en esta Cuaresma es a conocerle más; la inclusión del evangelista al decir, que su discurso Jesús lo hizo en el lugar donde estaba el tesoro del Templo, en la nueva economía Jesús es el verdadero templo de Dios y el verdadero tesoro: Luz que es vida para los hombres.

Teresa de Jesús, paso de las tinieblas a la luz después de su famosa conversión. “No puedo entender qué es lo que temen de ponerse en el camino de la perfección. El Señor, por quien es, nos dé a entender cuán mala es la seguridad en tan manifiestos peligros, como hay en el andar con el hilo de la gente, y cómo está la verdadera seguridad en procurar ir muy adelante en el camino de Dios. Los ojos en El y no hayan miedo se ponga este Sol de Justicia, ni nos deje caminar de noche para que nos perdamos, si primero no le dejamos a El.” (V 35,14).


MARTES

Lecturas bíblicas

a.- Num. 21,4-9: La serpiente de bronce.

El pueblo atraviesa el desierto, lugar vasto donde sufren hambre, sed y el ataque de enemigos como las serpiente y los escorpiones (cfr. Dt. 8, 15; Is. 14, 29; 30,6). El pueblo se queja por el maná, las serpientes abrasadoras son un castigo divino, si bien piden perdón mueren muchos, pero la salvación viene de Dios, como respuesta que los libra de las serpientes. La serpiente en la antigüedad, e Israel no es la excepción, creía en los poderes curativos de la serpiente, símbolo de la fertilidad. La historia que escuchamos hoy tiene resabios de la cultura cananea, que pasó al culto del templo de Jerusalén, hasta que Ezequías en su reforma la mandó destruir un ídolo que la representaba (cfr. 2 Re.18, 4). La serpiente en el relato es providencia de Dios y salud de Dios para su pueblo en el desierto. El símbolo mira a Dios como fuente de salud  y bondad para quien contempla la serpiente de bronce y que supera al castigo impuesto por el mismo Dios por las quejas del pueblo. El símbolo de muerte y de vida como es la serpiente de bronce nos habla también del juicio y la misericordia que prevalece en el obrar de Dios. Todo gracias a la intercesión de Moisés su siervo, que temeroso sube al monte a dialogar con Yahvé, trayendo vida para Israel.

b.- Jn. 8,21-30; Cuando levantéis al Hijo del hombre.

Si Jesús se ha proclamado luz del mundo ha sido para que los hombres lo sigan; cuando se marche, los hombres lo buscarán pero no podrán encontrar, sin la adherencia a ÉL no puede encontrar el camino, hacia donde va, que no es otra cosa que cumplir la voluntad el Padre en su misterio pascual, entregar la vida por los hombres. Jesús se manifiesta como expresión nítida de la voluntad del Padre, lo ha visto y oído, por eso actúa como lo hace. El pecado, es la razón de la no adhesión a Cristo Jesús, es decir, oposición al plan revelador de Dios. Para salir del pecado es necesario creen en Jesús en ese “Yo soy” (v. 24); ÉL hace presente a Yahvé, lo invade con su presencia amorosa, se halla en ÉL, contemplamos en Jesús al Padre. A la pregunta: “Quien eres tú?” (v. 25), Jesús se remite a su experiencia de Hijo, el Padre en ÉL se muestra veraz y que no lo abandona jamás; lo conforma en que siempre hace lo que le agrada. Ante sus dudas les remite a su exaltación: “Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre entonces sabréis que Yo soy” (v. 28), exaltación que se refiere a la crucifixión y a la resurrección. Hay que recordar que para el evangelista, Jesús comienza a reinar y ser glorificado, desde la cruz. Los hombres ante estos hechos confesarán que es el Hijo de Dios, imagen del Padre.  Es en la humanidad de Jesucristo, donde resplandece la gloria de Dios Padre, que culmina con su entrega en la Cruz. Abiertos sus brazos al cielo, cara a cara con el hombre y con Dios Padre, es cuando la revelación se hace patente: “sabréis que Soy” (v. 28). Si bien el evangelista habla que muchos creyeron en ÉL, su adhesión era muy frágil, de hecho Jesús no se fiaba de ellos. Lo siguieron en su discurso, pero sin fe. La adhesión que quiere Jesús es total, es decir, creer que viene del Padre y acercarse a ÉL como fuente de la vida verdadera, luz que alumbra nuestro caminar para seguirle adonde vaya.

La Santa Madre nos invita a poner los ojos en Jesús, para comprender que es Dios y que para gozarle debemos vivir su mismo misterio pascual. “Poned los ojos en el Crucificado, y se os hará todo poco” (7M 3,8).


MIERCOLES

Lecturas bíblicas

a.- Dan. 3,1.4-6. 8.12.14-20.24-25.28: Los tres jóvenes en el horno.

Esta lectura de Daniel hay que leerla en clave ya que describe la persecución que sufren los judíos en tiempos de Antíoco IV (s. II a. C.), para mantener la fidelidad del pueblo a la alianza hecha con Yahvé, vuelve el autor su mirada a los tiempos del destierro en Babilonia con el rey Nabucodonor (s. VI a. C.). Cada uno en su tiempo, mandaron a los judíos, bajo pena de muerte, adorar un ídolo: en el caso del rey babilonio su propia estatua, mientras que  Antíoco  mandó poner a Zeuz en el templo de Jerusalén.  Los tres jóvenes se niegan y son condenados a muerte. Pero  Dios los  libra de las llamas de fuego por la acción de su ángel hasta que finalmente el rey Nabucodonosor confiesa su fe en el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago cuando exclama. “Bendito sea el Dios de Sadrak, Mesak y Abed Negó, que ha enviado a su ángel a librar a sus siervos que, confiando en él, quebrantaron la orden del rey y entregaron su cuerpo antes que servir y adorar a ningún otro fuera de su Dios.” (v. 95).

b.- Jn. 8, 31-42: Si el Hijo os libera, seréis libres.

 Sigue Jesús en su discurso y lo dirige a los que lo había seguido en su exhortación, pero que lo seguían con una fe débil, inicial, sin embargo, queda claro que  también había otros que no lo aceptan, es más, quieren matarlo (v. 37.40). Las palabras de Jesús develan que el judaísmo y su doctrina son incompatibles. A aquellos que lo aceptan les pide que permanezcan en su palabra, es decir que mantengan una comunicación vital con Jesús. Permanecer es mantener la aceptación de su persona, como algo vital  para el discípulo; sólo así se conoce la verdad y gusta la verdad, que lleva o converge en la libertad. La muerte ya no tiene domino sobre el discípulo porque vive la experiencia liberadora de la salvación. Se sienten libres sus interlocutores porque son descendencia de Abraham, se sienten orgullosos de ser el pueblo escogido por Yahvé, sin embargo, olvidan la esclavitud de Egipto, Babilonia y otras; Jesús les reconoce ser descendientes del patriarca Abraham, pero no poseen su espíritu, por eso no lo reconocen a ÉL. Quiere salvar al judaísmo, pero a sus interlocutores les falta el espíritu que recibió Abraham de parte de Yahvé. Prosigue el discurso en forma más intima con aquellos que le siguen: Él habla lo que ha visto y oído a su Padre y ellos hablan de Abraham, su padre, pero Jesús los desenmascara, diciéndoles que, el patriarca jamás hubiera querido eliminarlo; por lo tanto Abraham no es su padre. Ellos se defienden argumentando que no son hijos de la prostitución, es decir tienen un Padre y que no se han contaminado con la idolatría, como la llamaban los profetas (cfr. Os. 1,2; Ez. 16, 44). Todo el sentido del discurso de Jesús se centra en la comunión plena con Dios, porque lo ha visto y oído. Rechazar a Jesús, su persona y mensaje, es rechazar  a Aquel que lo envió, por lo mismo tampoco puede ser hijo de Abraham, que era amigo de Dios. La mentalidad judía que rechaza a Jesús no viene de Dios (cfr. Jn. 1, 11), sino de Satanás, padre de la mentira. Por el contrario, la verdad y el amor, son atributos de Dios, quien proviene de ÉL, acoge a Jesús como verdad del Padre y ama   sus palabras y obras. En esta Cuaresma acojamos a Jesús, única verdad del Padre, que vino del cielo para que el hombre participe de esa categoría de ser hijo de Dios.

Teresa mujer que luchó por la libertad interior, como espacio para el crecimiento humano y cristiano del orante, que no nos espante la verdad de lo que somos, para aceptarla con amor y libertad de espíritu. La voluntad entregada totalmente al servicio de Dios, hace realidad el “hágase tu voluntad” en la propia existencia cristiana. “Así que torno a avisar, y aunque lo diga muchas veces no va nada, que importa mucho que de sequedades, ni de inquietud y distraimiento en los pensamientos, nadie se apriete ni aflija. Si quiere ganar libertad de espíritu y no andar siempre atribulado, comience a no se espantar de la cruz, y verá cómo se la ayuda también a llevar el Señor, y con el contento que anda y el provecho que saca de todo; porque ya se ve, que si el pozo no mana, que nosotros no podemos poner el agua. Verdad es que no hemos de estar descuidados, para que cuando la haya, sacarla; porque entonces ya quiere Dios por este medio multiplicar las virtudes.” (Vida 11,17).


JUEVES

Lecturas bíblicas

a.- Gen. 17, 1-9: Alianza de Dios con Abraham.

La primera lectura nos habla de la alianza de Dios con Abraham, según la versión sacerdotal. Es en el destierro babilónico, cuando Israel y la alianza parecían olvidadas los círculos sacerdotales, confirman la alianza de Dios con su pueblo y con toda la humanidad en la persona de Abraham, quien fue padre de muchos pueblos porque creyó en la palabra de Dios. Esta lectura es todo un canto a la esperanza teologal puesto que cuanto le habla Dios, es vuelo de fe y esperanza en el alma de este patriarca y padre de la fe.

b.- Jn. 8, 51-59: Antes de Abraham existo yo.

Este capítulo de Juan comenzó con la proclamación de Jesús como luz del mundo: “Yo soy” (Jn. 8,12) y lo terminará con un tercer “Yo soy” (v. 58), donde se declara superior a Abraham porque existía antes que él. Quien se adhiere a Cristo, no conoce la muerte: todos murieron, lo mismo Abraham y los profetas. Con ello Jesús se está declarando superior a Abraham. ÉL se contentó al ver el día de Jesucristo (v. 56). Texto oscuro porque no se dice cual es el día de Cristo y cómo pudo verlo Abraham, pero es seguro que todo el existir de Abraham está orientado hacia Cristo Jesús: Él raíz de su esperanza y todo su gozo (cfr. Gn. 17, 17; 12,1-3). Jesús, llama al patriarca Abraham, vuestro padre, refiriéndose a los judíos y a Yahvé, su Padre: “Jesús respondió: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada; es mi Padre quien me glorifica, de quien vosotros decís: "El es nuestro Dios", y sin embargo no le conocéis, yo sí que le conozco,  y si dijera que no le conozco, sería un mentiroso como vosotros. Pero yo le conozco, y guardo su Palabra.” (vv. 54-55). ÉL es expresión, voz y palabra del Padre: lejos de Jesús, todo conocimiento de Dios no es válido. Finalmente el tercer: “Yo soy” es una introducción que hace Jesús en la esfera divina, antes de que Abraham existiera en el tiempo, ÉL ya existía. La reacción de los judíos ante semejante afán de trascendencia, quieren apedrearle por blasfemo. Jesús, se oculta y sale del templo; se oculta, la incapacidad de los judíos para descubrirlo; y salir, del centro de la institución judía, el templo, por haber abandonado la espera del cumplimiento de las promesas relativas al Mesías que era ÉL. Vayamos al encuentro de Yo soy, voz, palabra y rostro amoroso de Dios nuestro Padre que encontramos en la Faz de Cristo Jesús, su evangelio, sus obras en esta Cuaresma.  

El claro conocimiento de Cristo, Verdad y Vida para el cristiano, hacen de Teresa de Jesús una embajadora de su amor caritativo para con sus hermanas de comunidad y con todos los hombres. Conocer a Jesucristo, enviado del Padre es conocerle también al que lo envió. “Quedóme una verdad esta divina Verdad que se me representó, sin saber cómo ni qué, esculpida, que me hace temer un nuevo acatamiento a Dios, porque da noticia de Su majestad y poder de una manera que no se puede decir: sé entender que es una gran cosa. Quedóme muy gran gana de no hablar sino cosas muy verdaderas, que vayan delante de lo que acá se trata en el mundo, y así comencé a tener pena de vivir en él. Dejóme con gran ternura y regalo y humildad; paréceme que, sin entender cómo, me dio el Señor aquí mucho; no me quedó ninguna sospecha de que era ilusión. No vi nada, mas entendí el gran bien que hay en no hacer caso de cosa que no sea para llegarnos más a Dios, y así entendí qué cosa es andar un alma en verdad delante de la misma Verdad. Esto que entendí es darme el Señor a entender que es la misma Verdad.” (CV 40,3).


VIERNES

Lecturas bíblicas

a.- Jr. 20,10-13: Confesiones de Jeremías.

Jeremías, nos introduce en sus confesiones, a sus crisis interiores le acechan las amenazas exteriores, persecución y odio a muerte. Las crisis interiores las vive enfrentando a Dios, pero cuando las dificultades vienen del exterior, aunque venga de los más cercanos, su postura es de seguridad en su interior porque sabe que Yahvé está con él como fuerte soldado. Sabe que es motivo de otra conspiración, cuchicheos por doquier, sus enemigos esperan verlo caído, para acabar con su vida. Sin embargo, no se que de esto, le basta recordar la llamada de Yahvé, conoce su intimidad por ello espera confiado la derrota de sus enemigos, más aún habla de venganza (v.12). Se refleja la justicia distributiva y la retribución terrena, tan propia de ese ambiente judío del AT. El profeta sale de su situación y pide alabar a Yahvé por sus obras, por lo que ha realizado en él. Ha sido testigo de la palabra, con dolor y esperanza, pero también de la salvación y glorificación que le dará en esta vida, ya que toda su existencia está en las manos de Yahvé. Desde la inseguridad germina la confianza total en que Dios no lo abandonará.  

b.- Jn. 10, 31-42: Jesús se declara Hijo de Dios.

Por segunda vez los judíos quieren apedrear a Jesús: por declarar su unidad con el Padre, lo mismo cuando se consideró superior a Abraham (cfr. Jn. 8, 58-59). Estaba pretendiendo ser Dios (v. 33). Jesús revela su misterioso origen y personalidad: «¿No está escrito en vuestra Ley: Yo he dicho: dioses sois? Si llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la Palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura - a aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: "Yo soy Hijo de Dios"? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago,  aunque a mí no me creáis, creed por las obras,  y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre.” (vv. 34-38). Jesús se declara por sobre Abraham, de Israel y todas sus instituciones. Ahora se confirma que Jesús, es expresión exclusiva del Padre e Hijo de Dios, entonces adquiere sentido ese “Yo soy” (Jn. 9, 58), coronación de los otros dos anteriores (cfr. Jn. 9, 24.28). De esa profunda comunión de Jesús con su Padre, nace la conciencia de saberse  enviado. ÉL se convierte en el espacio donde Dios Padre encuentra su expresión, su verdadero templo es Jesús: “El Padre está en mí y yo en el Padre” (v. 38). Pero su plenitud la encuentra Jesús en la expresión “Hijo de Dios”, desde ahí adquieren sentido todos los lugares y figuras de la presencia de Dios en el AT. Jesús, acaba la recreación de la historia de Israel, que hace en su vida pública, sabiendo que el verdadero éxito se producirá luego de su resurrección (cfr. Jn. 20, 19-23). Aunque vuelve al comienzo, al lugar donde Juan bautizaba, al Jordán (Jn. 1, 28), Jesús sitúa al Bautista, como su  precursor, mas todo lo que él había dicho del Mesías, ahora reconocen que era verdad. “Y muchos creyeron en él” (v. 42).  Creamos en esa unidad del Padre y del Hijo, que es vida eterna para nosotros y Jesús propone en esta Cuaresma para seguir el camino.

Teresa de Jesús vive esa comunión con el Padre y del Hijo, como comunión de salvación y gracia de la misericordia divina. “Una vez acabando de comulgar, se me dio a entender cómo este santísimo Cuerpo de Cristo le recibe su Padre dentro de nuestra alma, como yo entiendo y he visto están estas divinas Personas, y cuán agradable le es esta ofrenda de su Hijo porque se deleita y goza con El -digamos- acá en la tierra; porque su Humanidad no está con nosotros el alma, sino la Divinidad, y así le es tan acepto y agradable y nos hace tan grandes mercedes; entendí que también recibe este sacrificio aunque esté en pecado el sacerdote, salvo que no se comunican las mercedes a su alma como a los que están en gracia: y no porque dejen de estar estas influencias en su fuerza, que proceden de esta comunicación con que el Padre recibe este sacrificio, sino por falta de quien le ha de recibir; como no es por falta del sol no resplandecer cuando da en un pedazo de pez, como en uno de cristal. Si yo ahora lo dijera, me diera mejor a entender. Importa saber cómo es esto, porque hay grandes secretos en lo interior cuando se comulga. Es lástima que estos cuerpos no nos lo dejan gozar.” (Relaciones 57).


SABADO

Lecturas bíblicas

a.- Ez. 37, 21-28: Serán mi pueblo y yo seré su Dios.

El profeta Ezequiel también usa el símbolo para expresar su mensaje al pueblo. Escribir los nombres de Judá y José o Israel en dos varas y luego de atarlas, las lleva en sus manos. El mensaje es claro: la historia de Israel desde los tiempos de David, promete en nombre de Yahvé, la repatriación y la unidad en la tierra prometida, bajo la égida de un nuevo rey David. Fue este rey quien consiguió la unidad de Israel, Salomón la conservó pero no la supo transmitir, tiempo de unidad teocrática. Luego de la división en dos reinos, Israel y Judá, pierde su unidad teocrática, siendo alejadas de la tierra prometida. El anuncio de Ezequiel es precisamente el anuncio del retornar a la unidad, bajo la égida de un nuevo David, tiempo en que no habrá división, fruto del pecado y del desorden. En esta repatriación será esencial la purificación de toda idolatría, preparación inmediata a la nueva alianza, alianza de los tiempos mesiánicos, que Cristo Jesús llevará a cabo en el altar de la Cruz, con su sangre derramada para el perdón de los pecados. Este pastor, lo identifica así el profeta, con el mismo Dios, “único pastor” (v. 24) de ellos. Anuncio del misterio de la Encarnación, garantía de esa insistencia que encontramos en que esta alianza es para siempre, con una paz y bienestar estable. La nueva alianza  tiene características propias: al mismo Dios que la realiza, Israel ahora será para siempre su pueblo, un santuario en medio de ellos, presencia vivificante y salvífica; el nuevo David será el único pastor y finalmente la promesa de convertir a Israel en instrumento de salvación para todos los pueblos: “Y sabrán las naciones que yo soy Yahvé, que santifico a Israel, cuando mi santuario esté en medio de ellos para  siempre.” (v. 28). La Iglesia es sacramento universal de salvación.

b.- Jn. 11, 45-57: Para reunir a los hijos de Dios.

Este evangelio nos narra la decisión de las autoridades judías para decidir la muerte de Jesús. Serán los signos que hace Jesús los que provocaron la alarma de las autoridades, como la resurrección de Lázaro, las que deciden su muerte inminente. Estos signos pueden provocar en el pueblo un levantamiento a favor de Jesús, lo que provocaría la intervención de la guarnición romana asentada en Jerusalén. En el fondo, temían que las instituciones judías, en particular el Templo, desaparecieran. Caifás teme que la fama de Jesús y su magisterio, transformen profundamente la religiosidad de los judíos. Sumos sacerdote y fariseos, pertenecían a los saduceos, amigos de Roma, controladores de las fianzas, especialmente del templo. El triunfo de toda clase de movimientos mesiánicos, era su ruina, porque el poder romano caería sobre ellos para sofocarlos y el fin de su poder sobre la gentes. Sabemos que fue Anás, suegro de Caifás quien  movía en las sombras todos los poderes de la política, economía y sacerdocio del templo. Con ello el evangelista nos presenta un sacerdocio, que depende del poder romano.  La profecía de Caifás, que propone la muerte de uno, Jesús, es para que no perezca Israel o todo el pueblo de Dios. Totalmente contraria, es la idea que nos presenta el evangelista que contempla la muerte de Jesús, como la que restablece al pueblo de Dios, no solo a judíos sino también a todos los que crean en ÉL. Pero los propósitos de las autoridades son conocidos por Jesús, por lo cual se retira al desierto porque no ha llegado su hora. Este ir al desierto, mientra el pueblo sube a Jerusalén a purificarse, supone el inicio de un nuevo éxodo, el de la Pasión. Sin embargo, la gente en Jerusalén pregunta por Jesús, les interpela su persona y su palabra. Existía la orden de detener a Jesús, si alguien lo veía por Jerusalén. A ÉL lo podían encontrar en el desierto, no en el templo, ya había iniciado su éxodo de el y de sus instituciones, las había superado, ahora se va a iniciar la verdadera purificación y entonces podrán encontrarlo los que lo busquen. 

Santa Teresa de Jesús no duda un instante en vincular el misterio pascual de Cristo con la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Estar junto a Cristo es siempre lo mejor.  “Hele aquí sin pena, lleno de gloria, esforzando a los unos, animando a los otros, antes que subiese a los cielos, compañero nuestro en el Santísimo Sacramento, que no parece fue en su mano apartarse un memento de nosotros. ¡Y que haya sido en la mía apartarme yo de Vos, Señor mío, por más serviros! Que ya, cuando os ofendía no os conocía; ¡mas que conociéndoos, pensase ganar más por este camino! ¡Oh, qué mal camino llevaba, Señor! Ya me parece iba sin camino, si Vos no me tornárais a él, que en veros cabe mí, he visto todos los bienes.” (Vida 22,6).

 

                                                                         Fr. Julio González C.  OCD


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