QUINTA SEMANA DE
PASCUA
(Ciclo C)
DOMINGO
Lecturas bíblicas
a.- Hch. 14, 21-27: Contaron a la
Iglesia lo que Dios había hecho por medio de ellos.
El
tema central de este domingo es la consolidación de la comunidad cristiana y
los elementos que la constituyen: los creyentes, la vida eterna que nos espera
y el amor que en la comunidad eclesial le da sentido y existencia a todo el
quehacer eclesial. La primera lectura, es otro de los sumarios que Lucas
acostumbra a hacer para decirnos, cómo el Espíritu Santo va abriendo caminos al
Evangelio en el corazón de los paganos, mientras los judíos provocan reacciones
contrarias a los apóstoles. La misión con los gentiles tuvo un comienzo querido
por Dios, que obligó a Pedro a admitir a los gentiles en el seno de la Iglesia.
Antioquía con Pablo y Bernabé comenzaron esta tarea. Vuelven a visitar las comunidades ya
evangelizadas, antes de volver a Antioquía, iglesia madre, para pedirles que permanezcan en la fe y en
la gracia, en definitiva a permanecer en el Señor Jesús (cfr. Hch. 11, 23.43).
Estos tres momentos, describen de modo admirable la vida cristiana entendido
como el hecho de permanecer y profundizar en esa relación con el Señor Jesús,
convertido en Señor de la vida nuestra y la respuesta del creyente como un
servicio a ÉL. Este permanecer, supone sufrimiento para el cristiano, son
tribulaciones y dificultades, que pone el mundo y la cultura de la sociedad en
que se vive. Una manifestación de la consolidación de las comunidades, es la instauración de los presbíteros
(ancianos) en cada una de ellas (cfr. Hch. 11, 30). El ayuno, la oración y la
imposición de las manos formaban parte de la institución de estos hombres
responsables de la comunidad (cfr. Hch. 13, 3; 6, 6). Aparece, lo que será más
tarde uno de los grados del ministerio sacerdotal en la Iglesia.
b.- Ap. 21,1-5: Dios enjugará las
lágrimas de sus ojos.
El
apóstol Juan, nos presenta el futuro de la humanidad y de la Iglesia. Contempla
un cielo y una tierra nueva, porque todo lo antiguo ya pasó, Dios hace todo
nuevo: el mar ya no existe, tampoco la muerte, llanto, clamor y dolor, ya no
existen más; tampoco existen más la maldición y ni la noche (cfr. Ap. 21, 1. 4;
22, 3. 5. 11). La tierra y el cielo son nuevos, Jerusalén también lo es, porque
en ella triunfa la vida sobre la muerte, el orden sobre el caos, la luz sobre
las tinieblas. En el Apocalipsis, Jerusalén es la ciudad santa, se opone a
Babilonia, símbolo de la idolatría; Jerusalén es la ciudad santa, esposa del
Cordero. El movimiento del cielo y la tierra, es de tipo descendente, es la
etapa final de la historia, cuando el cielo baja a la tierra; la salvación y
liberación llega finalmente a la tierra. Lo contrario lo encontramos en Babel,
cuando la humanidad quiere construir una ciudad y llegar al cielo (cfr. Gn.
11,1-9). La Biblia, comienza con una ciudad opresora, soberbia e idolátrica, y
termina con la nueva Jerusalén, la ciudad bajada del cielo a la tierra (cfr.
Ap. 21,2).
c.- Jn. 13, 31-35: Os doy un
mandamiento nuevo: que os améis unos a otros.
La
salida de Judas, en la noche, conduce a una confesión, un grito de triunfo, ha
comenzado la pasión, puesto que Judas, impulsado por Satanás, acaba de salir,
Jesús celebra ya su triunfo, como algo consumado. Las palabras de Jesús están
muy unidas a la salida de Judas (cfr. Jn.13, 30). Es determinante para entregar
su vida, ser levantado, con lo que da a conocer a Dios y atraer hacía Sí a
todos los hombres (cfr. Jn.3,14; 8, 28; 12,32-33). La
salida de Judas, conduce a la proclamación: Ha llegado la hora, en que el Hijo
sea levantado, para su glorificación, y mediante ella, se lleve a cabo la
glorificación de Dios (v.31). Cuando utiliza el evangelista el término, “Hijo
del Hombre”, apunta a la crucifixión (cfr.Jn.1, 51; 3,14;6,
27.53; 8,28; 12,23). La glorificación de Jesús, la encontramos en la Cruz,
donde se revelará también la gloria de Dios. El uso, que hace Juan de la
palabra “gloria” referida a la revelación, hace pensar en la gloria de Dios
revelada en el Sinaí, gloria que se hizo visible, ahora es la cruz, el lugar y el espacio, donde Dios, se revela
(cfr.Jn.114; 2,11; 5,44;7,18; 11,4.40; 12,41.43). La salida del traidor,
provoca la proclamación que hace Jesús, que será glorificado, el Hijo del
Hombre, ha llegado la hora; la gloria de Dios se manifestará en la
glorificación de Jesús en la Cruz. Acontecimientos que tendrá lugar
inmediatamente. La salida de Judas, acelera que se pongan en movimientos los
acontecimientos prometidos por Jesús (cfr. Jn.13,18-20),
con lo que los apóstoles elegidos y enviados, por Jesús creerán en Él, como
enviado del Padre, su Revelador, su revelación.
El gran amor que Jesús tiene a sus discípulos, el apóstol, lo refleja
tiernamente en la forma como se dirige a ellos: “hijitos” (v.33). Recuerda las
palabras dichas a los judíos anteriormente, que lo buscarán, y no lo
encontrarán, todavía estará un tiempo entre ellos, previendo el arresto
violento, con que vendrán los guardias de los fariseos al Huerto de los Olivos
(cfr. Jn.7,33; 18,1-8). Ese momento lleno de tensión y conflicto, lo buscarán,
y no lo encontrarán, los judíos no entienden quién es Jesús, que retorna al Padre. Lo mismo, les sucederá
a los discípulos, confundidos, pero amados, a pesar de sus fallos, ignorancias,
no obstante, siguen siendo sus discípulos, sus hijitos. La glorificación de
Jesús se encuentra unida a su partida, para los judíos la separación será
definitiva, para los discípulos será momentánea. Jesús les da un mandamiento
nuevo, que se corresponde con el don del ejemplo de amor que les ha dado
mientras a estado con ellos, como el lavado de pies y el bocado compartido,
están marcados por el mandamiento nuevo (cfr. Jn.13,1-30). Tanto el ejemplo como
el mandamiento, están muy relacionados con la exigencia que Jesús hace a sus
discípulos de que le sigan en esa entrega de la vida mediante la muerte. Está
implícito en el mandato, que obren con el prójimo como ÉL había hecho con ellos
(cfr. Jn.13,15), que ahora se hace explícito, en el
mandamiento nuevo, de que se amarán uno a otros como Jesús les había amado. Es
un amor singular, como el de Jesús por los suyos, lo que caracterizará a sus
discípulos. En poco tiempo Jesús, no estará con ellos, y éstos no podrán ir
donde está Jesús. En ese tiempo de ausencia, tienen el mandato de hacer
presente el amor de Jesús, haciendo presente su estilo de amar y servir al
prójimo. El principio central, es el mandamiento nuevo del amor, distinto al de
la Ley; mandamiento de la alianza nupcial. Es nuevo porque nace del corazón de
Cristo, de su amor, para la naciente comunidad: “Amaos como Yo os he amado”
(cfr. Lev. 19,18; Jn. 2, 1-11; 3, 29; 20, 1-18). Para Juan creer y amar,
constituyen todo el quehacer del cristiano; determinan desde la raíz el núcleo
de la existencia cristiana. La historia de Jesús, es la demostración más clara
del amor del Padre por el hombre al entregarlo a su único Hijo. ÉL a su vez, ha
amado al hombre hasta el extremo de dar lo más suyo la vida y el Espíritu, de
ahí que amarse entre sí, es la respuesta
al amor del Padre. Esta nueva capacidad de amar nace de Jesús, es la novedad
radical, nueva creación en la propia vida y un nuevo éxodo. Si bien Jesús se
dirige al grupo de los apóstoles, también es cierto, que el amor de Dios Padre
se dirige al hombre, cada hombre, toda la humanidad (cfr. Jn. 3, 18). Ese amor
del Padre alcanza su plenitud, en la respuesta que cada hombre da a Dios pero
pasando por el prójimo, lo que constituye la comunidad eclesial. Luego, se
piensa en los foráneos es decir, los no cristianos en cuanto se desea que
también participen de ese amor divino. Es impensable el amor al prójimo, si no existe primero en
la comunidad. Sólo la comunión con Jesús, posibilita la adhesión plena para
revivir el misterio pascual en la vida de cada miembro de la comunidad. Esta
necesitará de la muerte de Jesús en Cruz y la venida del Espíritu Santo, para
que cada miembro de la Iglesia alcance su madurez.
Santa
Teresa de Jesús: Hablando del amor la Santa nos invita a vivir el amor
fraterno, sin mezcla de egoísmo: “Tornando al amarnos unas a otras, parece cosa
impertinente encomendarlo, porque ¿qué gente hay tan bruta que tratándose
siempre y estando en compañía y no habiendo de tener otras conversaciones ni
otros tratos ni recreaciones con personas de fuera de casa, y creyendo nos ama
Dios y ellas a él pues por Su Majestad lo dejan todo, que no cobre amor? En
especial, que la virtud siempre convida a ser amada;
y ésta, con el favor de Dios, espero en Su Majestad siempre la habrá en las de
esta casa. Así que en esto no hay que encomendar mucho, a mi parecer. En cómo
ha de ser este amarse y qué cosa es amor virtuoso -el que yo deseo haya aquí- y
en qué veremos tenemos esta virtud, que es bien grande, pues nuestro Señor
tanto nos la encomendó y tan encargadamente a sus
Apóstoles (Jn.13, 34), de esto querría yo decir ahora un poquito conforme a mi
rudeza. Y si en otros libros tan menudamente lo hallareis, no toméis nada de
mí, que por ventura no sé lo que digo.” (CV 4,10-11).
LUNES
Lecturas bíblicas
a.- Hch. 14,5-18: Curación en Listra.
La
curación del tullido realizada por Pablo, sigue el esquema de las curaciones
realizadas por Jesús y por Pedro (cfr. Lc. 5, 18; Hch. 3, 1; 9, 32). La idea de
estas curaciones en Hechos, es enseñar que Jesús sigue obrando milagros por
medio de sus apóstoles, como proclamación del evangelio a judíos y paganos. La
reacción de éstos últimos, responde a su mentalidad pagana: creer que los
dioses, Júpiter y Hermes, Bernabé y Pablo, han tomado forma humana. Los judíos,
en cambio, hubieran pensado en hombres con poderes dados por Dios. El colmo de
la situación llega cuando ven que quieren ofrecer un sacrifico en su honor,
entonces rasgan sus vestidos, culto a los ídolos, pecado capital para los
judíos. Este gesto, se hacía cuando el nombre de Dios era profanado. Pablo y
Bernabé detienen ese acto afirmando la igualdad entre los hombres, ellos no son
dioses, sino mortales; proclaman o fundamental de la fe judía: Dios es el
Creador de todo, y es conocido por medio del mundo visible. No se menciona ni
la historia de la salvación ni a Jesús, porque para estas gentes eran
desconocidas por el momento. Dios ha permitido que los paganos vayan por su
camino debido a la ignorancia. No obstante, Dios se ha manifestado por medio de
la naturaleza, la lluvia fecunda la tierra y da el alimento y el vino que
alegra el corazón del hombre. Se contrapone el Dios verdadero a los falsos
dioses, al Dios vivo a los dioses inertes. Todas bendiciones divinas, sin las
cuales el hombre no tendría nada de cuanto goza hoy. La predicación de Pablo
posee toda su raigambre profética, es decir, la conversión al Dios verdadero
frente al paganismo; el complemento es la conversión al evangelio: “os
predicamos que abandonéis estas cosas vanas y os volváis al Dios vivo” (v. 15),
con lo que consiguieron que no les ofrecieran un sacrificio como si fueran
dioses.
b.- Jn. 14, 21-26: El que me ama
guardará mi palabra.
El
hecho que Dios ame a los hombres, es porque su amor a Jesucristo, los une a ÉL
y por ÉL, participan en la comunión entre el Padre y el Hijo. Será en la vida
comunitaria donde se manifestará el amor de Jesús por los hermanos, por lo que
se constituye en Señor en medio de ella.
Judas, no el Iscariote, pregunta el cómo de su manifestación, los judíos la
esperaban como algo sensacional. El Jesús de Nazaret en su apariencia humilde,
es causa de indiferencia o abierto rechazo a su persona y a su mensaje; estaba
por acabar su proceso, comienza la hora de la glorificación. Pero tampoco en
este período se manifestará como ellos esperaban: nada de manifestaciones
apoteósicas, ni respuestas a sus inquietudes, sin poderes venidos de Dios para
convencer a los hombres o darle razón a los judíos que esperaban su mesías
glorioso. La fe seguirá siendo invisible, la aparición del Reino de Dios está
en el mundo, aunque todo parezca que
sigue igual, la gloria de Dios es sólo perceptible a los que viven su fe. Dios
sigue actuando en su Iglesia, en forma humilde y callada, como el amor verdadero,
que no hace ruido. La manifestación de Jesús es posible, el clima en que ÉL
mismo vivió la Pasión, un espacio de
obediencia y amor. De ahí que
Jesús se manifieste a los creyentes y no al mundo. El Padre y el Hijo y la
comunidad creyente, forman un círculo perfecto de amor y obediencia, comunión y
conocimiento mutuo. Todo cuanto enseñó Jesús los discípulos no lo asimilaron
inmediatamente, sino que había que esperar la venida del Espíritu Santo (v.
26), que guiará a la comunidad hacia la verdad que el Maestro enseñó. ÉL será
el Abogado que interprete la verdad, defienda a los creyentes del error y de la
mentira. Este Abogado, traerá a la memoria de los creyentes las enseñanzas de
Jesús, es decir, interpretarlas y profundizarlas, en todo su sentido para enriquecer
a la vida de la Iglesia desde la luz de la resurrección.
Santa
Teresa de Jesús, experimentó esta palabra evangélica cuando fue invitada a
contemplar el mistrio de vivir en el seno del amor
trinitario: “Aquí es de otra manera: quiere ya nuestro buen Dios quitarla las
escamas de los ojos y que vea y entienda algo de la merced que le hace, aunque
es por una manera extraña; y metida en aquella morada, por visión intelectual,
por cierta manera de representación de la verdad, se le muestra la Santísima Trinidad,
todas tres personas, con una inflamación que primero viene a su espíritu a
manera de una nube de grandísima claridad, y estas Personas distintas, y por
una noticia admirable que se da al alma, entiende con grandísima verdad ser
todas tres Personas una sustancia y un poder y un saber y un solo Dios; de
manera que lo que tenemos por fe, allí lo entiende el alma, podemos decir, por
vista, aunque no es vista con los ojos del cuerpo, porque no es visión
imaginaria. Aquí se le comunican todas tres Personas, y la hablan, y la dan a
entender aquellas palabras que dice el Evangelio que dijo el Señor: que vendría
El y el Padre y el Espíritu Santo a morar con el alma que le ama y guarda sus
mandamientos” (7M 1,6).
MARTES
Lecturas bíblicas
a.- Hch. 14,19-28: Fin del primer
viaje apostólico
Concluye
el primer viaje apostólico de Pablo y Bernabé, habían sembrado a manos llenas
la Palabra del Señor, habían conseguido una buena cosecha de fieles. El dolor
de la lapidación sufrida por Pablo a manos de judíos venidos de Antioquía a
Iconio, les hace exclamar más tarde. “Es necesario que pasemos muchas
tribulaciones para entrar en el Reino de Dios” (v. 22). Organizar esas nuevas
comunidades dejando presbíteros, animando a los fieles a la perseverancia, y
encomendándoles a la gracia y al poder de Jesucristo fue su apostolado. Vueltos
a Antioquia contaron sus experiencias y cuanto
había hecho Dios con ellos y cómo habían abierto la puerta de la fe a los gentiles.
b.- Jn. 14, 27-31: La paz os dejo, mi
paz os doy
Continúa
Jesús en su discurso de despedida: el tema es la paz. Había comenzado el
capítulo con aquello de: “No se turbe vuestro corazón” (Jn. 14,1). La partida
de Jesús, no debería ser causa de turbación sino de mucha paz y alegría. ¿Por
qué? Porque camina hacía su hora, hacia la humillación de la Pasión, pero
camino de gloria que conduce al Padre.
De una costumbre de saludarse y despedirse con un deseo o saludo de paz, Jesús
como hombre singular, no se va, anuncia su regreso entre ellos. Su ida es
momentánea, pero les deja su paz; don definitivo que conseguirá en su misterio
pascual: paz entre el cielo y la tierra. Por
eso habla de “mí paz”, no cualquier paz, sino la que proviene de su
muerte y resurrección. La paz de Cristo, es siempre un don y no un premio a sus
méritos. ÉL la logró para nosotros; el motivo último para dárnosla es el amor.
No así, no así la paz del mundo que es siempre interesada. (cfr. Rm. 6, 23). El ir y volver de Jesucristo, es parte de una
sola realidad: su misterio de muerte y resurrección. Su marcharse, volver al
Padre, debe ser para el creyente motivo de gozo, porque de eso dependen, todos
los bienes de la vida nueva en Cristo Jesús en cuanto discípulo. Termina una
parte del ministerio de Jesucristo, y comienza el más importante vivir la redención
del género humano, por medio de la cruz y resucitar de entre los muertos. Se
acaba este tiempo, porque se acerca el “Príncipe de este mundo” (v. 30), que
actúa por medio de Judas Iscariote (cfr. Jn.13, 27). Satanás, no tiene ningún
poder sobre Jesucristo, porque está libre de pecado, si lo tiene sobre el
hombre en cuanto pecador. Sus últimas palabras no deben hacer meditar en
nuestra filiación: “pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según
el Padre me ha ordenado. Levantaos. Vámonos de aquí.» (v. 31). Jesús ama al
Padre y le obedece: cumplirá su voluntad, por eso entrega la vida. Nosotros
debemos dejar que el Padre obre en nosotros, como lo hizo en Jesús.
Santa
Teresa de Jesús, exhorta a tener paz en
el corazón, la mente y la voluntad para crear ambientes comunitarios ricos de
la presencia del Resucitado. “Por eso, no os desaniméis, si alguna vez
cayereis, para dejar de procurar ir adelante; que aun de esa caída sacará Dios
bien, como hace el que vende la triaca
para probar si es buena, que bebe la ponzoña primero. Cuando no viésemos
en otra cosa nuestra miseria y el gran daño que nos hace andar derramados, sino
en esta batería que se pasa para tornarnos a recoger, bastaba. ¿Puede ser mayor
mal que no nos hallemos en nuestra misma casa? ¿Qué esperanza podemos tener de
hallar sosiego en otras cosas, pues en las propias no podemos sosegar? Sino que
tan grandes y verdaderos amigos y parientes y con quien siempre, aunque no
queramos, hemos de vivir, como son las potencias, ésas parece nos hacen la
guerra, como sentidas de las que a ellas les han hecho nuestros vicios. ¡Paz,
paz!, hermanas mías, dijo el Señor, y amonestó a sus Apóstoles tantas veces
(Jn.20, 19). Pues creeme, que si no la tenemos y
procuramos en nuestra casa, que no la hallaremos en los extraños.” (2M 1,9).
MIERCOLES
Lecturas bíblicas
a.- Hch. 15, 1-6: Controversia en
Antioquia.
El
problema que plantea este pasaje de los Hechos, es la apertura del evangelio a
los gentiles y por otro, el integrismo de los fariseos, que habían abrazado la
fe en la comunidad de Antioquía. Se trataba de salvar la libertad del evangelio, y por otra parte la unidad de
la Iglesia. La Fe en Jesucristo, era el último estadio al que lo llevaba la fe
del AT. Si bien, aceptaron la novedad del evangelio, la mentalidad judía acerca
de la ley y la validez de las prescripciones rituales, (circuncisión, pureza o
impureza de alimentos, días sagrados etc., no había cambiado mucho. La fe
cristiana se había expresado hasta ese momento en categorías judías, sin embargo,
la Iglesia crecía en otro terreno, el de los gentiles. Los interrogantes más
importantes, eran el tema de la Ley: ¿qué validez tenía para el nuevo pueblo de
Dios? ¿Había una continuidad del plan de Dios respecto del nuevo pueblo de
Dios? Pensaban que los gentiles sólo
podían ingresar a este nuevo pueblo si aceptaban la Ley. Pero los cristianos
venidos de la gentilidad: ¿debía volver el cristiano al judaísmo? ¿Debía
aceptar el bárbaro ritual de la circuncisión y los rituales? El mejor
razonamiento, era que una Iglesia que pretendía ser universal, no podía imponer
prácticas obligatorias, lo que era propio de un pueblo. Una realidad más
abierta era las de las Iglesias de Antioquía y Cesarea,
donde se vivía un judaísmo de la diáspora, había judíos y gentiles con una sana
convivencia: Pedro, Bernabé y Pablo son testigos de esta realidad (cfr. Hch.
10, 27. 48; 11,3; 11, 23-24). Los judaizantes, fariseos convertidos al
cristianismo, exigían la práctica de la Ley (v.1). Pablo lo plantea así: ¿Ley o
Cristo? ¿Circuncisión o Cristo? Pablo luchará por la libertad de la Iglesia y
del evangelio, libre de la Ley, pero enraizado en las Escrituras. Pablo y
Bernabé son enviados a Jerusalén a consultar a los apóstoles, y les narraron
las maravillas que Dios había hecho con ellos.
b.- 15,1-8: La Vid y los sarmientos.
Este
evangelio, nos viene hablar de la presencia de Jesús, en la vida de sus
discípulos, por medio de la alegoría de la vida y los sarmientos. Jesús, es
fuente de vida para sus creyentes y de las obras que realicen. Si bien hasta ahora, se nos pedía creer en Jesús,
ahora se trata de permanecer en ÉL (cfr. Jn. 14-15). Este pasaje es sólo
comparable con el tema eucarístico, permanecer en ÉL, comer el pan de vida
(cfr. Jn. 6). La vid, planta que exige muchos cuidados, los mismos que el
creyente debe tener para con Dios; la destrucción de la viña, era símbolo de
las infidelidades y destrucción de
Israel (cfr. Is. 5; Jer. 2, 21; Sal. 80, 13-16; Ez. 19,10-40). Jesús, usa las imágenes
campestres, la vid y los sarmientos, conocidas por su auditorio, para hablar de
la unión íntima de sus discípulos con ÉL y entre ellos. Esta vid, ya no es
Israel, sino Jesús; el viñador es el Padre, Jesús siempre dependiente del
Padre. Los frutos son imagen de las buenas obras, su carencia es signo de falte
de fe o los que abandonan el camino de fe.
La limpieza (v. 3), o poda, que hace el viñador, es la obra que ha hecho
Jesús con sus discípulos, por medio de su palabra, la comunicación que estableció
con cada uno de ellos. Porque están limpios deben permanecer en ÉL, aunque
Jesús se marche sus discípulos deben permanecer unidos. ÉL promete su presencia
en ellos, por lo tanto, la unión con el Maestro permanece por la vivencia de la
fe y el amor. De esta íntima unión deben nacer los frutos, es decir, la vida
divina, obras buenas que Dios espera de sus hijos. La persona orgullosa, se
aparta de Dios, no da frutos de santidad; separación que puede ser definitiva
en el día del juicio. Es el sarmiento, que separado de la vid, es echada al
fuego. La vida con frutos, es el resultado de la unión con Dios, donde la
oración, es el espacio vital entre el alma y Dios. El auténtico discípulo, da
frutos para dar gloria a Dios, donde su amor y la obediencia del hombre
conforman la respuesta que el Padre espera. La razón última del discipulado, es
que el Padre ama al Hijo y el Hijo ama a los que creen en su palabra. Vía
obediencia y configuración con Cristo, se llega al amor de unión con Dios; lo
mismo que el Hijo vive la unión perfecta con el Padre.
Santa
Teresa de Jesús, reconoce que los
esfuerzos por crecer en la vida espiritual es posible
sólo por la obra de Jesús en el avance dentro del Castillo Interior. “Pues hablando de lo que dije que diría aquí,
de la diferencia que hay entre contentos en la oración o gustos, los contentos
me parece a mí se pueden llamar los que nosotros adquirimos con nuestra
meditación y peticiones a nuestro Señor, que procede de nuestro natural, aunque
en fin ayuda para ello Dios, que hase de entender en
cuanto dijere que no podemos nada sin El (Jn.15,5); mas nacen de la misma obra virtuosa que
hacemos y parece a nuestro trabajo lo hemos ganado, y con razón nos da contento
habernos empleado en cosas semejantes. Mas, si lo consideramos, los mismos
contentos tendremos en muchas cosas que nos pueden suceder en la tierra: así en
una gran hacienda que de presto se provea a alguno; como de ver una persona que
mucho amamos, de presto; como de haber acertado en un negocio importante y cosa
grande, de que todos dicen bien; como si a alguna le han dicho que es muerto su
marido o hermano o hijo y le ve venir vivo. Yo he visto derramar lágrimas de un
gran contento, y aun me ha acaecido alguna vez. Paréceme a mí que así como
estos contentos son naturales, así en los que nos dan las cosas de Dios, sino
que son de linaje más noble, aunque estotros no eran
tampoco malos. En fin, comienzan de nuestro natural mismo y acaban en Dios.”
(4M 1,4).
JUEVES
Lecturas bíblicas:
a.- Hch. 15,7-21: Concilio de
Jerusalén.
El
tema de este pasaje de los Hechos, es si los gentiles, deben abrazar la Ley de
Moisés. El discurso y defensa del evangelio y la unidad de la Iglesia la hace
Pedro. Fue este apóstol, el que inició
este trabajo con Cornelio y la Iglesia de Jerusalén estuvo de acuerdo. Es Dios
quien envió el Espíritu Santo sobre gentiles y judíos en esa ocasión. La
purificación que hizo Dios en el corazón de os gentiles, los judíos creían que
se lograba por la Ley, en cambio, ahora es por la fe. Recordemos que ellos llamaban
impuros a los gentiles, lo que
significaba distancia. Ahora bien, si la fe purifica la conciencia del
creyente, es absurdo soportar el peso de la Ley o yugo de la Ley; si era pesada
para los judíos, para los gentiles,
resultaba intolerable. ¿Qué sentido tenía imponérsela a ellos? Lo más
importante, es que el hombre se salva por la fe en Jesús y no por la Ley. Luego
vino la intervención de Pablo y Bernabé, que contaron las maravillas que hacía
el Señor en medio de los gentiles. El discurso de Santiago, a modo de síntesis,
quiere ser una confirmación de lo dicho por Pedro y Pablo, pero también una
adhesión pero ordenada a justificar desde la Escritura, lo vivido por sus
hermanos Pablo y Bernabé (cfr. Am. 9, 11-12; Jer. 12, 15). Conseguida la
libertad del evangelio respecto a la Ley, había que disponer algunas
obligaciones a los cristianos venidos de la gentilidad. Tenemos entonces el
decreto de los apóstoles con cuatro prohibiciones, tomadas del Levítico: no
contaminarse con la carne ofrecida a los ídolos ofrecida en los templos paganos
y mucho menos comerla en los rituales de ellos, ni comprarla en el mercado
(cfr. Lev.17,8); abstención de la fornicación, se refiere al matrimonio por
razones de parentesco (cfr. Lev. 18, 6-18); comer animales con su sangre, es
decir, los que habían muerto sin sangrar, y la misma sangre. Para ellos la vida
está en la sangre y por lo tanto es de Dios (cfr. Lev. 17, 10ss). Si vemos, las
prohibiciones se trata de aspectos que más rechazaba la mentalidad judía: la
idolatría y la inmoralidad sexual. Con este primer concilio y decreto quedan
abiertas las puertas para el ingreso de los gentiles a la Iglesia de Dios.
b.- Jn. 15, 9-11: Permaneced en mi
amor.
Este
pequeño texto de Juan, nos introduce en el mandamiento del amor, que viene de
arriba: Movimiento de amor que viene del Padre, enviando por amor el Hijo para
estar con los hombres. El Hijo por amor al Padre, acepta esta misión, y trae
consigo, este amor salvador a los hombres, de esta manera el movimiento vuelve,
del hombre a Cristo y de Cristo al Padre. Es desde la obediencia al Padre, que
tiene el Hijo, que se logra este retorno de amor al seno trinitario. Nos
encontramos en el núcleo de la fe cristiana y del seguimiento de Cristo. El
evangelista nos sitúa en el amor al hermano,
porque es la fuente de las relaciones entre las Personas de la Santa Trinidad.
Amor que se expresa en la donación de sí mismo, capacidad de entrega y
autoinmolación; Jesús antes de exigirlo, lo ha demostrado con su propio
testimonio, entregar la vida por ellos en el Calvario. Si bien, Juan aquí no lo
menciona, este amor incluye también a los enemigos (cfr. Mt. 5, 44). Es novedad
en Cristo, que llame a sus discípulos “sus amigos”, porque la amistad suele
darse entre iguales, hombres y mujeres de una misma condición. ¿Cómo entender esta amistad? Hay una nueva
definición: Jesús no gana nada con nuestra amistad, no se dan intereses
comunes. Él es el Señor. Les llama amigos por la misma razón por la que les
eligió para ser sus discípulos: los ha amada hasta el extremo de dar la vida
por ellos (cfr. Jn. 13, 1). Sólo el amor divino, es el vehículo por el cual
llegamos a ser amigos fuertes de Dios, dirá Teresa de Jesús. Amor y amistad,
rigen las relaciones de Jesús con sus discípulos, iniciativa del Padre que el
Hijo comunica y vive para que los hombres la comuniquen entre sí y la vivan
para gloria del Padre.
Santa
Teresa de Jesús, enseña que debemos imitar a Jesús, vivir de su amor. “Y este
amor que sólo acá dura, alma de éstas a quien el Señor ya ha infundido verdadera
sabiduría, no le estima en más de lo que vale, ni en tanto. Porque para los que
gustan de gustar de cosas del mundo, deleites y honras y riquezas, algo valdrá,
si es rico o tiene partes para dar pasatiempo y recreación; mas quien todo esto
aborrece ya, poco o nonada se le dará de aquello. Ahora, pues, aquí -si tiene
amor- es la pasión para hacer esta alma para ser amada de él; porque, como digo, sabe que no ha de durar en
quererla. Es amor muy a su costa. No deja de poner todo lo que puede porque se
aproveche. Perdería mil vidas por un pequeño bien suyo. ¡Oh precioso amor, que
va imitando al capitán del amor, Jesús, nuestro bien!” (CV 6,9).
VIERNES
Lecturas bíblicas
a.- Hch. 15, 22-31: Carta apostólica
de Jerusalén.
De
la reunión conciliar de Jerusalén, sale una resolución respecto a la
obligatoriedad para los gentiles, que se
incorporaban a la Iglesia. Nombran dos delegados propios, Judas y Silas, además de
Pablo y Bernabé embajadores de la
comunidad de Antioquía, llevan por escrito lo acordado. Esta decisión deja ver
la autoridad de la Iglesia de Jerusalén.
La carta en cuestión, es enviada a Antioquía y otras comunidades que habían
sido violentadas, en cierta forma, por las palabras de los judaizantes. La
decisión de proclamar la libertad del Evangelio, respecto a la Ley fue asumida
por el Espíritu Santo y los miembros de la comunidad. Santiago, movido por el
Espíritu Santo, habla basado en la Escritura (cfr. Am. 9,11-12), pero además
supo exponer el pensar de la comunidad. Vemos la profunda convicción de Hechos,
que el Espíritu Santo, actúa en la Iglesia, no sólo en los momentos de
conflicto o crisis, o cuando hay que tomar una decisión, sino siempre. El
Espíritu Santo y los dirigentes de la comunidad, son los dos testimonios
autorizados para tomar una decisión trascendental para la Iglesia y su
futuro. Las cuatro prohibiciones están
tomadas del libro del Levítico: no contaminarse con la carne ofrecida a los
ídolos; la abstenerse de la fornicación; la prohibición de comer animales con
su sangre, prohibido consumir su misma sangre (cfr. Lv. 17, 8. 10ss; 18, 6-18).
Se trata de evitar la idolatría y la inmoralidad sexual, ideas que rechazaba la
Ley de Moisés y los propios judíos. Este comunicado causó gran alegría en la
Iglesia, porque las Escrituras se habían cumplido en su tiempo y en esos
acontecimientos que les tocaban de forma directa. No es de menor importancia la
alabanza que el autor reserva para Pablo y Bernabé, como hombres que han
consagrado la vida por la causa de Jesucristo, el Señor (v. 26). Alabanza no
menor si se piensa que Lucas, no menciona los sufrimientos que ello significó,
sobre todo para Pablo, pero define la vida del apóstol como una consagración
total a la causa del evangelio, respuesta de fe a la entrega que hizo Jesucristo
de sí mismo por los hombres (cfr. 2 Cor. 8, 5; Mc. 10, 45; Jn. 10, 17-18).
Crecía la importancia de Jerusalén, que apoya y confirma la acción de Pablo y
condena el obrar de los judíos convertidos.
b.- Jn. 15, 12-17: Esto os mando: que
os améis unos a otros como yo os he amado.
La
comunión de amor y vida de Jesús con sus
discípulos, tiene un origen trinitario. Jesús revierte el amor que
recibe del Padre en ellos, como es amado ÉL, así ama a los suyos. Los
discípulos son llevados a ese grado de amistad y comunión y permanecerán en él,
si guardan su mandamiento nuevo: el amor al prójimo. Amarse con entre ellos,
con la misma fuerza con ÉL, los ha amado. Todos los mandamientos Jesús, los
resume en su mandamiento. Su mandamiento y el mandamiento nuevo, son una misma
realidad, porque nacen de una realidad más profunda: como yo os he amado (cfr.
Jn.13, 1. 30). Hemos sido elegidos por Jesús, y por ellos, nos eleva a la
categoría de sus amigos. Verdadera amistad que nace de Jesús para con sus
discípulos porque ÉL nos amó primero (cfr. 1Jn. 4, 19); el nombre propio del
discípulo, es amigo y no siervo. La amistad en la Biblia, nos presenta ejemplos
admirables como la de David y Jonatán, aunque será en la corriente sapiencial
la que explicará mejor esta realidad (cfr.1Sam. 18, 1-14-19, 1-20). Será Juan,
quien hable de este tema, al designar al Bautista, como el “amigo del Esposo”
(cfr. Jn.3,29), Lázaro su “amigo” (cfr. Jn.11,11) y el
discípulo “amado” (cfr. Jn. 20,2). La razón última, que tiene Jesús para llamar
amigos a sus discípulos es la comunicación de su intimidad, es decir, les
comunica a sus discípulos, lo que ha oído del Padre. El Hijo ha sido traspasado
por la experiencia del Padre, y la comunica, haciendo su voluntad, no la ha
guardado para sí, sino que les hace partícipes de ella. Ahora los amigos del
Hijo, conocen los secretos del Padre. De este permanecer en comunión con el
Padre y el Hijo, y los hermanos entre sí, nacen las obras, los frutos que
también deben permanecer, como la mencionada amistad divina. Todas las preces
hechas por los amigos de Jesús serán escuchadas o atendidas por al Padre. Jesús
termina su discurso con la insistencia del amor fraterno.
Santa
Teresa de Jesús, hablando de cómo Dios
puede de la meditación subirla a la perfecta contemplación por el determinado
amor que ponemos en ello. “¡Oh dichoso cuidado, hijas mías! ¡Oh bienaventurada
dejación de cosas tan pocas y tan bajas, que llega a tan gran estado! Mirad qué
se os dará, estando en los brazos de Dios, que os culpe todo el mundo. Poderoso
es para libraros de todo, que una vez que mandó hacer el mundo, fue hecho: su
querer es obra. Pues no hayáis miedo que si no es para más bien del que le ama,
consienta hablar contra vos: no quiere tan poco a quien le quiere. Pues ¿por
qué, mis hermanas, no le mostraremos nosotras, en cuanto podemos, el amor?
Mirad que es hermoso trueco dar nuestro amor por el suyo. Mirad que lo puede
todo y acá no podemos nada sino lo que El nos hace
poder. Pues ¿qué es esto que hacemos por Vos, Señor, Hacedor nuestro? Que es
tanto como nada, una determinacioncilla. Pues si lo que no es nada quiere Su
Majestad que merezcamos por ello el todo, no seamos desatinadas. ¡Oh Señor! que
todo el daño nos viene de no tener puestos los ojos en Vos, que si no mirásemos
otra cosa sino al camino, presto llegaríamos; mas damos mil caídas y tropiezos
y erramos el camino por no poner los ojos -como digo- en el verdadero camino.
Parece que nunca se anduvo, según se nos hace nuevo. Cosa es para lastimar, por
cierto, lo que algunas veces pasa.” (CV 16,10-11).
SABADO
Lecturas bíblicas
a.- Hch. 16,1-10: Pablo inicia el
segundo viaje.
Hasta
ahora Pablo y Bernabé, habían trabajado juntos, pero debido a alguna discusión
a motivada por Juan Marcos, que no les ayudó en sus tareas en Panfilia, Pablo
toma por compañero a Timoteo. (cfr. Hch.15, 37-40). Lo curioso, es que Pablo,
circuncidó a Timoteo, por ser hijo de madre judía y padre griego. La razón de
claudicar de sus propias convicciones, porque predicaba todo lo contrario, fue
para evitarle a él problemas entre los judíos (v.3). La verdadera razón, es que
como hijo de madre judía, debía ella haber cumplido con lo que mandaba la Ley,
no estarlo para él, significaba haber vivido un judaísmo desobediente o
emancipado. Pablo, quería judíos convertidos al cristianismo, pero no judíos,
emancipados o desobedientes. Es verdad que Timoteo ya era cristiano, y la
circuncisión no añadía nada, pero era más práctico, para su tarea entre los
judíos convertidos. A Lucas, le interesa acentuar la buena disposición de Pablo
y Timoteo, de actuar de acuerdo a la Iglesia madre de Jerusalén. No convenía
que un apóstol, tuviera un pasado reprobable en el judaísmo, luego convertido
al evangelio, acompañase a Pablo en la tarea evangelizadora. Timoteo, no estaba
en la misma situación que los gentiles, de ahí, que la circuncisión sanaba de
raíz esta situación. Estos dos apóstoles se convierten en voceros del decreto
dispuesto por la Iglesia de Jerusalén; por otra parte, se confirma que la tarea
evangelizadora con los gentiles, está en conformidad con toda la Iglesia. Si
bien Pablo, quiere ir a la provincia de Asia (Éfeso, Pérgamo), el Espíritu de Jesús, lo envía a Macedonia.
Lucas, quiere resaltar que son guiados por el Espíritu de Jesús, en esa
empresa, como también en otras (vv. 6-7); en el evangelio nos lo presentó como
un hombre lleno del Espíritu Santo, ahora nos lo presenta a Jesús, exaltado a
la derecha del Padre, glorificado, y actuando a través de su Espíritu.
b.- Jn. 15,18-21: El odio del mundo a
Cristo y a sus discípulos.
El
discurso de Jesús, pasa del amor por sus discípulos y entre ellos, pero al
vivir en el mundo, encontrarán lo opuesto al amor, el odio. Lo opuesto a la
Iglesia, en Juan es el mundo. Los discípulos son amados por Jesús, son sus
amigos; pero el mundo los odia; los discípulos conocen a Jesús y al Padre; el
mundo no los conoce. La Iglesia fue perseguida por los judíos, luego por los
paganos, pero Jesús lo anunció: la persecución es parte de la vida del
cristiano. El mundo los odia, porque no son suyos, los cristianos no le
pertenecen, son de Jesucristo el Señor. La vida del cristiano, es una condena y
testimonio contra él por sus pecados. La persecución le llegó a la Iglesia
desde el judaísmo, y el discípulo no será más que su Señor. Si Jesús murió
crucificado, la suerte del discípulo, no puede ser otra que la persecución y
cruz, para llegar a la Resurrección.
¿Qué puede esperar el cristiano que vive de la palabra y predica la muerte y
resurrección de su Señor? Pero también, hay hombres y mujeres que amaron y aman
a Jesús, mientras estuvo entre los hombres por el testimonio que dio con su
vida, palabra y obras; pero también hoy, porque por medio de su Espíritu
trasforma la vida de hombres y mujeres que tienen fe en su resurrección fuente
de todos los bienes para los creyentes. Hoy más que nunca se diferencia entre
quienes aman a Jesús y quienes, son indiferentes. Hay una cosa que es verdad en
todo esto: que muchos no aman a Jesús, porque no lo conocen, lo mismo podemos
decir de la labor de la Iglesia a favor de los pobres, enfermos, ancianos,
trabajo en colegios y universidades, misiones etc. La razón de este
desconocimiento o indiferencia, es porque ahí hay un compromiso de amor y
fidelidad, de entregar la vida por Jesucristo, su evangelio y la Iglesia, a
favor del prójimo. Los que se comprometen con Cristo, lo hacen desde una
convicción profunda de fe, los que no lo
hacen, tendrán sus razones, pero una de ellas es la falta de compromiso en la
vida, no sólo en la fe, sino con el amor, la fidelidad matrimonial, la
paternidad o maternidad, etc. Necesitamos creer en Jesús, para tener vida
verdadera y comprometida, su carencia es no vivir de verdad.
Santa
Teresa de Jesús, vive con humildad la fe y con mucho realismo lo que incluye el
padecer por la fe en Cristo. “Tornando
al segundo punto, nosotros no somos ángeles, sino tenemos cuerpo. Querernos
hacer ángeles estando en la tierra y tan en la tierra como yo estaba es
desatino, sino que ha menester tener arrimo el pensamiento para lo ordinario.
Ya que algunas veces el alma salga de sí o ande muchas tan llena de Dios que no
haya menester cosa criada para recogerla, esto no es tan ordinario, que en
negocios y persecuciones y trabajos, cuando no se puede tener tanta quietud, y
en tiempo de sequedades, es muy buen amigo Cristo, porque le miramos Hombre y vémosle con flaquezas y trabajos, y es compañía y, habiendo
costumbre, es muy fácil hallarle cabe sí, aunque veces vendrán que lo uno ni lo
otro se pueda. Para esto es bien lo que ya he dicho: (28) no nos mostrar a
procurar consolaciones de espíritu; venga lo que viniere, abrazado con la cruz,
es gran cosa. Desierto quedó este Señor de toda consolación; solo le dejaron en
los trabajos; no le dejemos nosotros, que, para más sufrir, El
nos dará mejor la mano que nuestra diligencia, y se ausentará cuando viere que
conviene y que quiere el Señor sacar el alma de sí, como he dicho.” (V 22,10).
Fr. Julio González C. OCD