SEXTA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

(Año Par. Ciclo A)

P. Julio González Carretti ocd


Contenido

DOMINGO   1

LUNES   1

MARTES   1

MIERCOLES   2

JUEVES   2

VIERNES   2

SABADO   3

 


DOMINGO

Lecturas bíblicas

a.- Eclo. 15,15-20: No mandó pecar al hombre.

La primera lectura es toda una lección de sabiduría. El hombre ha sido creado libre por el Creador, por lo mismo, debe optar en la vida: agua o fuego, vida o muerte (cfr. Dt. 30,15). Por ser libre, es responsable de sus opciones, nacidas de la voluntad, iluminadas por la razón. La libertad, es un don maravilloso de la infinita sabiduría de Yahvé, pero a la cual, nadie consigue oponerse, ya que puede castigar a quien opta por el mal, y premiar a quien opta por el bien. Según esta teología nada que haga el hombre deja de estar presente a Dios, todo lo ve, a pesar de todo, el hombre sigue siendo libre, responsable de lo bueno o malo que realice. El texto termina con una frase muy consoladora: “Que grande es la sabiduría del Señor, fuerte es su poder, todo lo ve. Sus ojos están sobre los que le temen, él conoce todas las obras del hombre. A nadie ha mandado ser impío, a nadie ha dado licencia de pecar.” (vv. 18-20; cfr. Sant. 1,13-16). Este pasaje nos deja en claro que el pecado no procede de Dios, todo Santo, y la libertad que dio al hombre: un don y una responsabilidad. 

b.- 1Cor. 2,6-10: Enseñamos una sabiduría divina.

El apóstol Pablo, cuando habla de los “perfectos”, se refiere a los que han alcanzado el pleno desarrollo de la vida y del pensamiento cristiano. Son los adultos en la fe, no son niños en Cristo (cfr.1Cor. 3,1). Esta postura del apóstol, es contra los gnósticos, que una vez iniciados en los misterios, podían alcanzar a ser perfectos. De cara a esta sabiduría (gnosis), de las religiones mistéricas, Pablo, enseña que la verdadera sabiduría no es de este mundo, y que los bautizados, ya purificados e iluminados por el Espíritu Santo, son invitados a participar en la vida divina. Esta sabiduría la encontramos en la voluntad divina, por ello, es esencial hacer la experiencia de la palabra de Dios que salva a los creyentes, y que se manifiesta en los creyentes, aunque está llamada a revelarse plenamente al final de los tiempos. Los ahora iniciados por el Espíritu Santo, llegarán a ser realmente perfectos. La iniciación cristiana, a diferencia de los gnósticos, es una gracia de Dios que obra en los llamados a la fe. Contario al intento humano de alcanzar a Dios, la fe cristiana es respuesta del hombre que Dios suscita viniendo el mismo en Cristo, donde se encuentre el hombre. Todo intento de sacar al hombre de su realidad, el mundo, donde Jesús se ha hecho hombre, no es mística cristiana.  Si los jefes de este mundo hubiesen conocido la sabiduría divina, no hubiesen Crucificado “al Señor de la Gloria” (v.8; cfr. Hch. 3,17), es decir, en Jesús, en quien se manifiesta la sabiduría de Dios en toda su plenitud. Termina el texto con una combinación de palabras de Isaías y Jeremías, que Pablo cita libremente queriendo introducir al cristiano a revivir la experiencia de salvación con la que ha sido favorecido por la fe en Cristo Jesús (cfr.Is.64,3; Jer.3,16). Hoy esa fuente de Sabiduría divina la encontramos en la obra que el Espíritu Santo de guiarnos a la profundidad de Dios, superando toda sabiduría humana, y a su amor que con abundancia derrama en nuestros corazones (cfr. Rm.5,5; 8,5-27). Con ello, se quiere decir, que el cristiano está llamado a interpretar la historia, como parte de un plan de salvación para la humanidad, y no guiado por el pensamiento o corriente de moda.  

c.- Mt. 5, 17-37: Se dijo a los antiguos, pero yo os digo. La nueva justicia, superior a la antigua.

El evangelio nos presenta la actitud de Jesús frente a la ley de Moisés. Hay que dejar claro que Jesús no suprime la ley, sino que viene a darle plenitud, cumplimiento dirá Jesús (v.17). Frente a la ley se puede caer en la casuística, como lo interpretaban los fariseos o en el desprecio de la misma. La ley era expresión de la voluntad de Dios, debe ser aceptada en su totalidad y no como lo hacían los escribas y fariseos; el cristiano está preparado para superar la justicia de estos judíos que se creían justos por observar la ley sólo externamente (vv.19-20). Los ejemplos que pone Jesús, se refieren prescripciones de la ley y la nueva interpretación a modo de antítesis. La primera prescripción se refiere al mandamiento de no matar (v.21), pero la ira y el insulto contra el prójimo, en la nueva interpretación, es como darle muerte a los ojos de Dios, porque quizás lo haga morir en su corazón. No ama, quien ofende de esa manera a su hermano. Más que ofrecer sacrificio en el templo a ese que ofendió a su hermano, le valdría reconciliarse antes con aquel que ha ofendido (v.23). Lo mismo, se debiera hacer, si alguien tiene una deuda con otro, antes de ir a juicio, es mejor llegar a un acuerdo (vv.25-26). Otra antítesis, se refiere al adulterio, contrario al mandamiento es el adulterio del corazón, de la vista y de la mano, partícipes de los deseos del corazón (v.27). No se debe jurar (v.33-37), por nada de este mundo, porque Dios preside la humanidad, basta el sí o el no, lo que equivale a un juramento, porque están pronunciados delante de Dios. En fin, Jesús establece la unidad de vida, es decir, lo que debe presidir la existencia cristiana es la voluntad de Dios, y la pureza de intención, a la hora de cumplirla. Sólo así será grande el cristiano en el Reino de los Cielos.      

Teresa de Jesús,  nos enseña como el Señor la condujo por el camino de la vida interior.  “Entiendo que, sin ruido de palabras, le está enseñando este Maestro divino,  suspendiendo las potencias, porque entonces antes dañarían que aprovecharían si  obrasen. Gozan sin entender cómo gozan; está el alma abrasándose en amor, y no  entiende cómo ama; conoce que goza de lo que ama, y no sabe cómo lo goza; bien  entiende que no es gozo que alcanza el entendimiento a desearle; abrázale la  voluntad sin entender cómo; mas en pudiendo entender algo, ve que no es este  bien que se puede merecer con todos los trabajos que se pasasen juntos por  ganarle en la tierra. Es don del Señor de ella y del cielo, que, en fin, de cómo quien  es. Esta, hijas, es contemplación perfecta.” (CV 25,2).


LUNES

Lecturas bíblicas

a.- St. 1,1-11: La fe probada, lleva a la integridad.

b.- Mc. 8, 11-13: ¿Por qué ésta generación reclama un signo?

En este pasaje, Marcos nos presenta el requerimiento de los fariseos: “un signo del cielo” (v. 11). Jesús hace los milagros, no para impresionar a la gente, sino para darles a conocer la noticia del Reino de Dios, la liberación que les ofrece de la enfermedad, la muerte y del mal. En cambio, los fariseos pensaban al Mesías, haciendo  signos triunfalistas, de ahí que le pidan un signo cósmico que obligue a la muchedumbre a creer (cfr. Jos. 10,12-15). Desde lo interior Jesús gime, entre la indignación, y la desazón por la pregunta: “¿Por qué esta generación pide una señal? Yo os aseguro: no se dará, a esta generación ninguna señal.» (v. 13). Esta gente o generación, se entiende en los textos del NT en forma negativa, opuesta a Dios y sus planes (cfr. Mc. 8, 38; 9, 19; Mt. 12, 39-45; 16,4; 17,17; Lc. 9, 41; 11, 29; Fil. 2,15). Jesús es categórico al afirmar que el poder de Dios, no se manifiesta como un espectáculo; tentación que puede sufrir la fe cristiana cuando se abusa de los supuestos milagros o señales asombrosas que opacan la fe en Jesús y en sus signos liberadores. La idea que ellos tenían era la de un Mesías que con sus acciones acallara para siempre a los enemigos de Israel; no podían comprender que los signos mesiánicos tuvieran que ver con anunciar el evangelio de la gracia a los pobres, enfermos, publicanos, endemoniados, prostitutas. Eran ideas demasiado humanas la de ellos; el evangelista Marcos no concede ningún signo, porque su obra la recorre por entero el secreto mesiánico: la fe es una respuesta a una presencia que respeta la decisión de la persona. La petición de los fariseos va contra el hombre, porque le quita la responsabilidad, libertad e iniciativa en su respuesta. El gran signo que Dios iba a realizar, es la máxima humillación de su Hijo, que en obediencia suya, muere en la Cruz, y resucita al tercer día. Es la dinámica del amor divino y la cruz gloriosa de Cristo, signo y señal para el cristiano ante el mundo. Todavía hay muchos que son religiosos, pero no tienen fe en Jesús, y buscan apariciones y hechos portentosos; otros empuñan las armas en nombre de la religión de Cristo, para liberar a los pobres de su opresión. Jesús tiene su propio camino y rechazó  las dos primeras opciones, los signos que hizo fueron para anunciar la llegada del Reino y la salvación para el pecador, el ignorante de Dios, el enfermo, el endemoniado, en pocas palabras de vida nueva por medio de la fe en su persona y en sus palabras. Vino a servir desde su condición de Hijo de Dios, Siervo fiel a la voluntad de Dios Padre.

Santa Teresa nos da un sabio consejo de ayer y de hoy, en el sentido que hay que creer lo que nos enseña la Iglesia porque su mensaje hunde sus raíces en la Biblia y la Tradición viva de la Iglesia: “No son tiempos de creer a todos sino a los que viereis van conforme a la vida de Cristo” (CV 21,10).


MARTES

Lecturas bíblicas

a.- St.1, 12-18: Dios no tienta a nadie.

b.- Mc. 8, 13-21: Tened cuidado de la levadura de los fariseos y  de Herodes.

El evangelio parece un diálogo de sordos, y termina siendo un monólogo de Jesús. Mientras el Maestro les habla que se cuiden de la levadura de los fariseos y de Herodes, los apóstoles están preocupados del pan; habían olvidado traer pan para la travesía.  Llevaban uno sólo en la barca (n.14). Jesús ha dado de comer a tantos, es el que alimenta a la muchedumbre, es Aquel en quien se encuentra la salvación. Van de viaje y no llevan alimentos: el pan que llevan es Jesús. Precisamente relacionado con el pan, ÉL les habla de la levadura; el pan alude a su doctrina, la levadura en cambio, al impulso malo que nace en el interior del corazón del hombre. Es un sentimiento pernicioso, que puede contagiar a los demás y crecer, como la levadura, que hace crecer la masa. Ahora les advierte de la peligrosa doctrina de los fariseos, y del rey Herodes. Resulta llamativo que sean presentados juntos; es porque ambos rechazan a Jesús, mientras los fariseos quieren signos de otra naturaleza, Herodes, por evitarse problemas políticos, no quiere tenerlo cerca de Jerusalén, distintas motivaciones pero una sola actitud de rechazo a Jesús y su misión (cfr. Mc.3,6;6,14-29). Los apóstoles están tan sumergidos en sus pensamientos terrenales, que Jesús les reprocha no haber entendido nada de cuanto ha realizado, cuando lo que quiere es prepararlos para pensar en la misión de Jesús. Los está mirando casi como incrédulos y extraños (vv.17-21; cfr. Mc.4,2), sin embargo, los lleva a reflexionar. Pasa a recordarles las dos multiplicaciones de los panes, el número de panes, los destinatarios y cuantos canastos se recogieron de sobras. ¿Qué sentido encierra esto? Hubo dos multiplicaciones, como ahora hay dos comunidades, la judía y la gentil, pero quiere insistirles  que el Evangelio se encamina hacia éstos últimos. Les previene de no sufrir un naufragio en la fe y eviten el endurecimiento del corazón en que han caído los fariseos y Herodes (cfr.Jr.5, 21; Ez.12,2).   Recordemos, que Jesús parte el pan para los hombres y mujeres que le escuchan y siguen, no sólo los multiplica, lo que evoca una Cena o Eucaristía en ambas multiplicaciones (cfr. Jn. Jr. 5, 21; Ez. 12, 2). Desde ahora Jesús es el único Pan que baja del cielo y   alimenta a toda su comunidad eclesial en la Eucaristía.

Teresa de Jesús vivió los tiempos en que se discutía sobre la presencia eucarística,  comentando el Padre Nuestro enseña a sus lectores que pidamos al Padre este Pan que sacia toda necesidad: “Pedid vosotras, hijas, con este Señor al Padre que os deje a vuestro Esposo, que no os veáis en este mundo sin EL; que baste para templar tan gran contento que quede tan disfrazado en estos accidentes de pan y de vino” (CV 34,3)


MIERCOLES

Lecturas bíblicas

a.- St. 1,19-27: Llevad a la práctica la Palabra.

b.- Mc. 8, 22-26: El ciego de Betsaida.

Este milagro está a propósito de la ceguera de los apóstoles respecto a Jesús y también de los fariseos que piden signos extraordinarios (cfr. Mc. 8, 18). Como con el sordomudo de la Decápolis, Jesús usa gestos que perecen mágicos, pero no lo son, usa un lenguaje táctico, lo único comprensible para un ciego (cfr. Mc.7,31ss). La curación se realiza mediante la  imposición de sus manos y saliva sobre los ojos, remedios eficaces, lo que se verifica en el relato. La intención de Jesús, es que lo que va a sucederle al ciego sea comprensible para él, y que sea consciente de lo que le va a pasar. Revela la gravedad del caso y la intención del sanador; era la virtud curativa de Jesús. Al comienzo el ciego ve poco y confusamente, ya que confunde  a los hombres con árboles que caminan, más tarde ya comienza a ver bien (v.24). Dos veces Jesús le impone las manos hasta que se realiza el prodigio. Finalmente, le manda ir a casa pero no entrar en su aldea, para evitar malentendidos nacionalistas con aclamaciones respecto a sus curaciones o a su mesianismo. Jesús, sanaba porque era Hijo de Dios; de ÉL salía una fuerza sobrenatural (cfr. Mc.5, 30). Son los discípulos, especialmente Pedro, los que deben comprender a ver a Jesús de Nazaret, y saber Quién es realmente. Esta curación prepara la profesión de fe de Pedro. Como a este ciego, Jesús nos tendrá que imponer las manos las veces que sean necesarias, para que aprendamos a ver con toda claridad; quizá todavía vemos borrosamente, como los Doce, que si bien se han encontrado con Cristo, ven la realidad, las cosas, pero no captan  su sentido y significado más profundo. La fe ilustradísima es la que hace el milagro de ver la realidad que nos circunda con el mirar de Cristo Jesús, luz del mundo, pero necesitamos que sea el Señor de nuestro corazón, mente y voluntad.

Teresa de Jesús considera que es la Humanidad de Cristo la puerta hacia la vida verdadera la eterna, pero también para conocer a Dios como quiere ser conocido, humanado y cercano a todo hombre que tiene fe. “Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad Sacratísima, en quien dijo su Majestad se deleita” (Mt. 3, 17)…He visto claro que por esta puerta hemos de entrar si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos” (V 22,6).


JUEVES

Lecturas bíblicas

a.- St.2,1-9: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres?

b.- Mc. 8, 27-33: Tú eres el Mesías. Primer anuncio de la Pasión.

Vemos cómo Jesús, deja la Galilea, y se interna en Cesarea de Filipo. Aparece la palabra “camino” (v.27), cuyo significado encontraremos en Jerusalén, lugar de la muerte y resurrección de Jesús. Las dos curaciones de ciegos, una en Galilea y la Betsaida, son signos de cómo el Mesías comienza a vislumbrar su destino. De camino, hace la pregunta sobre su persona, las respuestas son diversas, lo único importante, es que para ellos Jesús, es uno de los profetas del pasado o alguno que vuelto a la vida, pero para los judíos no representa ninguna novedad (cfr. Mc. 6, 15). Marcos, introduce la pregunta a sus lectores cerca de Jesús, pero el tema se ha explícito hasta que el mismo Jesús quien haga la pregunta acerca de su persona. Pedro, sin embargo lo confiesa Mesías, el Cristo, que tenía que venir (v.29). La pregunta de Jesús, se puede relacionar con aquella que le hará el Sumo Sacerdote a ÉL, durante el juicio en la Pasión, acerca de si ÉL es el Mesías, y así como Pedro responde afirmativamente, Jesús comienza a adoctrinarles sobre el camino de cruz del Hijo del Hombre (cfr. Mc. 14,61-62). Se puede afirmar, que la profesión de Pedro, es una pregunta a Jesús que deberá responder y cuál es el sentido de su camino. Pero cuando Jesús hable de cómo vivir esa dignidad de Hijo del Hombre, a través de la humillación, el camino de la Cruz, será precisamente Pedro, el que se revelará y se negará a aceptar eso para el Mesías; no le puede suceder eso a Jesús (v. 33). Desde ahora, ya  se sabe quién es el Mesías: es Jesús, el Hijo del Hombre que camina hacia la Pasión, Cruz y Resurrección. Pedro ve a Cristo sin Cruz, no la  comprende, porque para él, su idea del mesianismo va por el camino del poder político y logros humanos. Como el ciego ve las cosas al revés, en forma desproporcionada, de ahí la prohibición de Cristo de callar acerca de su mesianismo (v. 30). Aquí se entiende el secreto mesiánico de Marcos, para no confundirse con las ideas nacionalistas judías. Los discípulos han comenzado a ver algo, a entender a Jesús, con este primer reconocimiento. Pedro cree en el Mesías, lo quiere entrañablemente, pero no acepta lo más profundo y singular de este misterio, como es el misterio de la Cruz, lo que lo convierte en un incrédulo. En la vivencia de la Cruz, precisamente se encuentra la Resurrección. Quizá nosotros debemos comenzar a conocer mejor a Jesús, para que a diferencia de Pedro, podamos con fe aceptar la Cruz, realidad esencial de su ser de Mesías redentor y de nuestro vivir su Misterio Pascual, si queremos luego gozar de su luz pascual, vida nueva para el creyente.

Teresa de Jesús, comprendió que Dios si no se espantó de las negaciones de Pedro, de la dispersión en que vivió un tiempo es porque es Dios misericordioso y salvador de las miserias humanas. “Veía que, aunque era Dios, era Hombre, que no se espanta de las flaquezas de los hombres” (V 37, 5).


VIERNES

Lecturas bíblicas

a.-  St.2.14-24.26: La fe sin obras, está muerta.

b.- Mc. 8, 34-9,1: El que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.

Este evangelio dice que Jesús: “comenzó a enseñarles” (cfr. Mc. 8,31). Desde ahora, Jesús no se dirige a las multitudes, sino a los discípulos, ahora comienza su magisterio. Todo comienza, con el primer anuncio de la Pasión, desde ahora, Jesús se autodenomina como el “Hijo del Hombre”, aunque ya lo había mencionado (cfr.  Mc. 2, 20; 2, 28). A este Hijo del Hombre le espera padecer, ser reprobado por las autoridades religiosas y políticas, sufrir la humillación moral y física, pero luego de tres días resucitará. Jesús asume su destino como Mesías, ya que hablaba de ello abiertamente. Jesús se da cuenta que los discípulos, lo mismo la muchedumbre, no tienen una idea clara de su seguimiento, por eso les explica a ambos grupos esta realidad. Su camino no sólo ilumina su destino sino también el de aquellos que lo seguirán, de ahí la importancia de escucharle. El seguimiento consiste en ir detrás de Cristo y es negarse a sí mismo (v.34), es decir, asumir los criterios del evangelio, llevar a la práctica las palabras y actitudes de Jesús. Se trata de no usar criterios mundanos o de los hombres, no hacer del yo el centro de la vida, sino que poner a Jesucristo, como lo más importante. Segundo, tomar la cruz y seguirle (v.34), significa asumir el dolor de la vida diaria, pero con Jesús, llevar la obediencia de fe hasta el final. La cruz y el crisma son las señales del cristiano con la que estamos marcados desde nuestro bautismo (cfr. Ez.9, 4). Salvar la vida (v. 35), se refiere a lo que realmente somos, si no hay renuncia a uno mismo, todo se limita, no se abre a los demás, todo queda en lo subjetivo y temporal; quien la pierde, en cambio, quien entrega la vida, se abre al prójimo y al evangelio, queda abierto a Dios porque ama de verdad. Avergonzarse de Jesús (v.38), significa que ÉL no es un importante en la vida. En el día del  Juicio, Jesús no verá en ellos su imagen, causa de su vergüenza, en un momento definitivo respecto de la salvación eterna. Cristo que muere y resucita, finalmente, se convierte en Juez de vivos y muertos, centro de la historia. Marcos relaciona la vida del hombre con el Hijo del Hombre y al Juicio final. El seguimiento de Cristo, es en la mentalidad del evangelista, es el único proyecto que hace al hombre verdadero discípulo. El seguimiento forma al discípulo, la sociedad, la familia, la comunidad eclesial, y desde la Resurrección de Jesús, la presencia del Reino se hace una realidad en constante crecimiento en nosotros.

Teresa de Jesús, acoge la vocación y la vive pero con una gran dosis de esfuerzo personal. Renunció como mujer a ser madre y esposa en un proyecto de matrimonio y familia para seguir a Jesús hasta el Carmelo. “En tomando el hábito, luego me dio el Señor a entender cómo favorece a los que se hacen fuerza por servirle, la cual nadie no entendía de mí, sino grandísima voluntad. A la hora me dio un tan gran contento de tener aquel estado, que nunca jamás me faltó hasta hoy; y mudó Dios la sequedad que tenía mi alma en grandísima ternura.” (V 4,2).


SABADO

Lecturas bíblicas

a.- St. 3, 1-10: Dominar la lengua.

b.- Mc.  9, 1-12: La Transfiguración.

El evangelista Marcos, pensó en la subida de Moisés a la montaña, al Sinaí, donde recibe las tablas de la ley, en una manifestación gloriosa, a la hora de redactar este pasaje evangélico de la transfiguración de Jesús en el Tabor (cfr. Ex. 34,29-35. Marcos, resalta la blancura de los vestidos de Jesús, lo que alude a la resurrección de los justos (cfr.Ap.3,5;7,9). La transfiguración, es importante porque comienza a devalar el misterio mesiánico de Jesús a sus discípulos, para que luego de la resurrección, también pueda iluminar a toda la comunidad. Este acontecimiento, en su camino a la pasión, la transfiguración, devela la gloria oculta, y lo hace para servir de consuelo a la comunidad. El fin de esta narración es presentar a Jesús de Nazaret, como hombre importante, como como Elías, el profeta de los profetas y Moisés, servidor de Yahvé y su pueblo,  y Jesús en medio de ellos lo colocaba como superior a todos los patriarcas y profetas. Si conversan con Jesús es porque también pertenece a ese grupo; será llevado al cielo, no sin antes pasar por la muerte corporal, pero sí resucitado. La presencia de ambos viene a significar que Jesús es el esperado que colma todas las esperanzas. Será Pedro, quien a esta manifestación de la divinidad y de la gloria de Dios, quien quiere retener ese momento,  sin que el Hijo del Hombre pase por el Calvario y la Cruz (cfr. Ap. 21, 3; Jn. 1,14). Las tres tiendas alude a la fiesta de los Tabernáculos, anticipo del júbilo de la salvación que traería el Mesías; Pedro es invadido por el temor (v.6). Interviene desde la nube la voz del Padre: “Este es mi Hijo amado, escuchadle” (v. 9; cfr. Mc. 1, 11; Ex. 24,15-18), revela a Jesús como su Hijo amado, mayor que Moisés y Elías, diferente al Mesías esperado por los judíos. La voz se dirige no a Jesús, sino a los discípulos (cfr. Dt.18, 15.19), con lo que se quiere decir, que todo lo dicho acerca del seguimiento y su camino de cruz son palabras a los discípulos y la comunidad como palabra de Dios que hay que obedecer.  Este hecho, significa que la espera de la gloria de Dios, no debe impedir el seguimiento de Cristo, su camino de cruz. El Padre  nos da a su Hijo a la comunidad, y sólo ÉL debe guiar a la comunidad eclesial. Se justifica el camino de Jesús de Nazaret, su investidura de poderes por parte del Padre, sin suprimir el anuncio de su pasión y muerte. Lo que nos queda a nosotros es escucharle y crecer en su seguimiento para transfigurar la propia existencia. La Transfiguración, es el remoto anuncio de la Resurrección de Cristo, y de la nuestra si pasamos también por el monte Calvario y la Cruz. La centralidad la tiene Jesús para nuestras vidas, acompañémosle hasta el final del camino, hasta la vida eterna.

La S. M. Teresa vive la Transfiguración como  los discípulos,  un cielo abierto para recibir fuerzas y subir al Calvario. La Santa lo contempla desde la clave contemplativa  el mismo Cristo del Tabor, lo encontramos en el Calvario para darnos la máxima prueba de su amor: morir por cada uno de nosotros. En la Eucaristía oración lo encontramos vivo y resucitado. “Puede representarse delante de Cristo y acostumbrarse a enamorarse mucho de su sagrada Humanidad” (V 12,2).  

P. Julio González C.


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