VIGESIMA PRIMERA SEMANA
Año
Impar Ciclo C
P. Julio González C.
Contenido
Lecturas bíblicas
a.- Is. 66, 18-21: Traerán a
todos vuestros hermanos de entre las naciones.
En
la primera lectura, encontramos el final del libro de Isaías. Tema central es
la manifestación de la gloria de Dios, la atracción universal de Jerusalén y lo
más llamativo, la participación de los paganos, como sacerdotes y levitas, en
esa era mesiánica. Revelado por el Hijo de Dios, los gentiles también podrán
formar parte de su pueblo sacerdotal. Israel, ya no estará solo, puesto que
todos los pueblos paganos vendrán en paz, atraídos por la manifestación de la
gloria de Dios a todos los hombres,
revelación hecha en Jesús de Nazaret. La mención que hace el profeta de
ciudades importantes en su tiempo, viene a significar, que de todos los
confines de la tierra subirán a Jerusalén. Yahvé tomará de entre los gentiles
sacerdotes y levitas, con la revelación posterior, judíos y gentiles, formarán
parte del nuevo pueblo de Dios, donde ya no hay diferencias de raza, color o
lengua. Los hijos de este nuevo Israel, no sólo se llamarán hijos de Dios, sino
que son hijos en el Hijo, y por lo mismo, herederos de la Promesa. En este
nuevo pueblo del Espíritu, todos los hijos de Dios forman el pueblo santo y
sacerdotal, del cual Dios escoge sus ministros; sacerdocio ya no hereditario,
sino vocacional, carismático, profético. Sacerdocio que es participación del
sumo y eterno sacerdocio de Jesucristo.
b.- Hb. 12,5-7.11-13: El Señor
reprende a los que ama.
El
autor de la carta a los Hebreos, nos exhorta a dejarnos corregir por Dios, cada
vez que le ofendemos con nuestro pecado, pero quien la acoge recogerá frutos de
justicia y santidad en su vida. El autor, se dirige a cristianos que han tenido
que sufrir por su fe, pero quiere descubrirles la finalidad de tales pruebas.
Dios corrige a quien ama y aflige a sus escogidos, dando a entender cómo el
sufrimiento tiene una finalidad pedagógica en el plan de Dios (cfr. Pr.
3,1-12). El sufrimiento ingresa como criterio, para saber que somos hijos
amados del Padre, y por lo tanto, somos corregidos. No hace lo mismo con los
que nada tienen que ver con ÉL. Si los
padres corrigen a sus hijos, es para que sean buenos ciudadanos, con mayor
razón “nos someteremos mejor al Padre de los espíritus para vivir” (Heb. 12,
9). Con esta expresión, nos viene a decir, que Dios es origen de una vida
espiritual, superior a la vida terrena, es decir, participación en la misma
vida de Dios, de su santidad, de su vida divina. Dios usa el dolor y el
sufrimiento, para corregir al hombre, y encaminarlo a hacer la voluntad divina,
de lo que nace la justicia y la paz interior del cristiano. Finalmente, exhorta
a cuidar de los más débiles de la comunidad, robustecer sus manos y rodillas
vacilantes, enderezar los caminos, como expresión de quien encamina sus pasos
hacia el querer de Dios.
c.- Lc. 13, 22-30: Vendrán de
Oriente y Occidente y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios.
El
evangelio nos presenta Jesús, camino de Jerusalén. En este pasaje encontramos
dos estadios: el primero se refiere al tema de la puerta estrecha (vv.22-24) y
el rechazo a los judíos infieles y la vocación de los gentiles (vv.25-30). Jesús tiene una misión, mientras camina,
enseña que las promesas del AT., se están cumpliendo por medio de ÉL; enseña el
camino de Dios, la vida que el Padre espera de los hombres, lo que es necesario
para alcanzar la salvación (cfr. Lc. 4, 21; 4,15.31; 5,3.17; 13,10; 19,47;
20,1.21; 21,37; 23,5; Hch.16, 17; 13,23). Recorrer ciudades y aldeas, viene
significar que ofrece la salvación a todos, todos son llamados a tomar una
decisión a favor o en contra, en este tiempo de salvación que Jesús inaugura.
Esta actividad del Maestro, itinerante, es modelo para la futura actividad
apostólica (cfr. Lc. 13, 33; Hch.1,10; 8,25.40;
9,51;13,22; 16,17). Uno que escuchaba a Jesús, le pregunta, por el
número de ¿cuántos se salvarán? (v. 23). Le llama Señor, como alguien que sabe
acerca de la salvación, una autoridad en la materia (v. 23; cfr. Lc.17, 20;
18,18; 22,28; Hch.1,6). La pregunta era frecuente en
el ambiente fariseo, unos afirmaban que todos tenían participación en la
salvación, en cambio, otros más bien pesimistas, sólo a algunos traerán
salvación y fatiga para muchos. Cuando pregunta por el número, busca seguridad,
si todos tienen participación, en cambio, si son pocos los que se salvan, no hay que
molestarse en ello. Jesús no responde a la curiosidad, que por cierto, lo que
importa es el ofrecimiento de salvación de parte de Dios. Jesús propone una exigencia
básica del reino de Dios: “Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os
digo, muchos pretenderán entrar y no podrán” (v. 24). Palabras que significan, para el discípulo de Jesús: se salvan todos los
bautizados responsables de su fe, y en forma extraordinaria, los que siguen su
conciencia, es decir, los cristianos anónimos. Más importante que el número de
los salvados, lo importante es encontrar el camino de la salvación, y por lo
mismo, es medular preocuparse de la propia salvación. Esto no es motivo, de
curiosidad sino de responsabilidad personal, hacer suyas las palabras de Jesús:
esforzarse en entrar por la puerta estrecha (v. 24). En un segundo momento,
toda la escena cambia. El dueño de casa se ha levantado porque ha comenzado el
banquete, la puerta ya está cerrada, los que no hayan entrado quedarán afuera.
Comienzan a llamar a la puerta, desde dentro se oye la voz del dueño de casa
diciendo: que no les conoce, que se retiren por ser malhechores (vv. 25.27). Muchos,
han escuchado su palabra y participado en la Eucaristía, vienen con derecho a
exigir que les abra la puerta del banquete, creen ser de la familia de Jesús,
pero son agentes de iniquidad, sus enemigos, no los reconoce porque no han
hecho su voluntad. ¿Quiénes son éstos? Primeramente los judíos, que no se
convirtieron ante la predicación del Mesías, más tarde, los cristianos que le
llaman Señor, oyen su palabra, comen a su mesa, pero no han cumplido su
palabra, por eso quedan fuera del banquete mesiánico. No vale llamarle Señor o haberle escuchado o
haber estado sentado a su mesa (cfr. Mt.7, 21). Todo lo necesario para ingresar
al banquete debe ir unido a la obediencia de las obras a las palabras de Jesús,
con una decisión firme en su voluntad. Si no nos decidimos por Jesús, es decir,
no le obedecemos, la vida sacramental y de oración no nos sirve de nada, si no
hacemos la voluntad de Dios, que ÉL nos anuncia. Sólo ahora se comprenden las palabras que vendrán
de los cuatros lados del mundo a sentarse a la mesa del reino de Dios. “Y hay últimos que serán primeros, y hay
primeros que serán últimos.” (vv. 29-30). Para los que están en la Iglesia, es
una invitación a la responsabilidad de la propia salvación, para los que están
fuera, una esperanza para todos los pueblos de la tierra, todos los hombres
pueden ver y acoger la salvación de Dios.
Teresa
de Jesús, comprendió muy bien que este banquete de la Eucaristía, es anticipo del banquete
celestial del que participamos ya desde este mundo. “Que no pide más de hoy,
ahora nuevamente, que el habernos dado este pan sacratísimo para siempre. Su
Majestad nos le dio como he dicho este mantenimiento y maná de la humanidad;
que le hallamos como queremos, y que si no es por nuestra culpa, no moriremos
de hambre; que de todas cuantas maneras quisiere comer el alma, hallará en el
Santísimo Sacramento sabor y consolación. No hay necesidad ni trabajo ni
persecución que no sea fácil de pasar si comenzamos a gustar de los suyos” (CV
34, 2).
Lecturas bíblicas
a.- 1Tes. 1,1-10: Abandonasteis
los ídolos para servir a Dios.
b.- Mt. 23, 13-22: ¡Ay de
vosotros, guías ciegos!
Nos
encontramos con la primera de las maldiciones o imprecaciones de Jesús contra
los escribas y fariseos, a los que denomina hipócritas, puesto que se habían
constituido en un obstáculo para la fe (v.13). El Reino de Dios aparece con la
persona de Jesús de Nazaret, pero fue rechazado por los dirigentes judíos de la
religión, pero éstos no se contentaron con rechazar a Jesús, sino también
perseguir, a los que creyeron en ÉL. El amplio conocimiento que tenían de las
Escrituras, debió llevarlos a descubrir en Jesús, al Mesías esperado. Cristo
Jesús, se definió como la puerta y el camino hacia el reino de Dios (cfr. Jn.
10,7; 14,6), sin embargo, ellos promulgaron un decreto de expulsión de la
sinagoga a todos los que creyeran en Jesús, es decir, no dejaron que otros
alcanzaran la salvación. Esto ocurrió en tiempos de Mateo, cuando escribe su
evangelio. Una segunda imprecación, se refiere al proselitismo judío, que
pretendía un reino universal de Yahvé (v.15). Jesús condena a los prosélitos
como hijos de condenación, porque estos paganos convertidos al judaísmo, eran
más fanáticos que los propios judíos. Su soberbia y autoafirmación, provenía de
la justicia que venía de la Ley (cfr. Fil. 3,6), lo que cerraba el camino a la
novedad del reino de Dios. Es posible que estos prosélitos, sean los enemigos
que encontrará Pablo en sus correrías apostólicas. Una última recriminación de
Cristo a los fariseos se refiere al juramento, donde se pone a Dios como
testigo de las acciones humanas (v.16). Ni las ofrendas de animales, ni el oro,
limitan la acción de Dios ni pueden obligarle al capricho humano. Dios es el
Señor del templo y del altar, simbolizan su presencia; templo y altar son más
que las todas las ofrendas, cuyo valor viene precisamente del templo y del
altar habitado por Dios. La gran hipocresía de nuestro tiempo es el divorcio
entre fe y vida, denunciada por el Concilio Vaticano II (GS 19,3). Muchos
cristianos viven un cristianismo formal, pero que no toca la vida, convirtiéndose en personas que
honran a Dios con los labios, apegados al pasado, sin mirar los signos de los
tiempos. Desfiguran el rostro de Dios ante el mundo, no son capaces de dar
razón de su fe hoy. La fe es dinámica y se encarna en la realidad que nos toca
vivir y ahí es donde es luz, que alumbra las mentes y los corazones de los que
están lejos de Dios. Fe y acción, oración y trabajo, unión con Dios y servicio
al prójimo. No desfiguraremos el rostro de Dios, si continuamente
contemplamos la faz de Cristo Jesús.
Teresa
de Jesús, desde pequeña buscó la verdad hasta que la encontró, como cristiana y
religiosa carmelita, en Cristo Jesús. “Era el Señor servido me quedase en esta
niñez impreso el camino de la verdad” (V 1,5).
Lecturas bíblicas
a.- 1Tes. 2,1-8: Deseábamos
entregaros hasta la propia vida.
b.- Mt. 23, 23-26: Pagar el diezmo y las
purificaciones.
El
evangelio nos presenta otras dos maldiciones de Jesús a los escribas y fariseos
acerca del pago del diezmo y las purificaciones. La Ley mandaba pagar el diezmo
de los frutos de la tierra, el trigo, el vino y el aceite, para que el hombre
aprendiera a agradecer a Dios, como dador de la vida, de la fecundidad y sobre
todo de la fertilidad (v. 23; cfr. Deut.14, 22-23). Sin embargo, los fariseos
habían extendido este precepto a todos los productos, incluso, a los
condimentos de las comidas, el anís, la menta y el comino. Jesús condena esta
actitud, porque llevaba a olvidar lo más importante de la Ley: la justicia, la
misericordia y la fidelidad a Dios. Mateo, deja claro que lo más importante, es
el amor a Dios y al prójimo, de ahí derivan la justicia, que procede de Dios, y
se refleja en la conducta del hombre, la misericordia, es decir, amor de Dios
con el prójimo necesitado que el hombre de fe, hace práctico en él (Mt. 5,7; 6,
14-15; 18, 33), fidelidad, atributo de Dios en el AT, que no cambia su modo de
actuar, que podía cambiar debido a las infidelidades de Israel, así el
creyente. Jesús, vino a darle a la ley su sentido y plenitud; dejó de lado la
interpretación farisaica. El Sermón de la Montaña señala esa justicia superior
de los discípulos de Jesús, por sobre la de escribas y fariseos (cfr. Mt. 5,
20). Las prescripciones sobre la limpieza de los vasos sagrados utilizados en
el culto, los fariseos la habían extendido a los utensilios de uso doméstico
(v.25). Esto le sirve a Jesús para hacer una reflexión la pureza del corazón
del hombre que cree; primero será purificar lo interior, Luego viene la pureza
exterior como consecuencia de aquella. Será la palabra de Dios la que purifique
el corazón y la respuesta dada a esa palabra como obediencia de fe (cfr. Jn.
15, 3; Rm. 1, 5). Todo es puro, si sale de un corazón
limpio, pero se puede volver impuro, cuando se cae en el ritualismo vacío, el
mercantilismo hipócrita ante Dios, de aquellos que imponen prácticas marginales,
por sobre la ley esencial de amar a Dios y al prójimo.
Teresa
de Jesús, descubre en la oración el espacio donde el Señor le descubre tesoros
de fe y humanismo, es decir, encarnar la verdad del evangelio en la vida del
orante y contemplativo. “Bienaventurada alma, que le trae el Señor a entender
verdades” (V 21,1).
Lecturas bíblicas
a.- 1Tes. 2,9-13: Trabajando
proclamaos el Evangelio de Dios.
b.- Mt. 23, 27-32: Sois hijos
de los que asesinaron a los profetas.
Las
dos últimas maldiciones o recriminaciones de Jesús contra los fariseos se
refieren a la pureza del corazón (vv.27.29). Comparar a los fariseos con
sepulcros blanqueados, es decirles, que por fuera son blancos y puros, pero por
dentro, están llenos de corrupción; se trata de la contraposición entre lo
exterior y lo interior. La crítica, va en contra del afán de cumplir la ley,
cuando lo que pretende es burla la ley en sus exigencias más profundas (cfr. Rm. 2, 17ss). No cumple la ley, pero se gloria de hacerlo
(cfr. Mt. 6, 2. 5. 16), usa la ley para adquirir prestigio ante los hombres.
Una segunda mención a los sepulcros, se refiere a los profetas que mataron los
judíos (cfr. 2Cro. 24, 20-22). Había surgido en tiempos de Jesús, un culto a
los profetas mártires y a los grandes hombres
del pueblo de Israel. En Hebrón, se habían levantado sendos sepulcros a
Abraham, Isaac y Jacob, pero sus hijos habían matado a los embajadores de Yahvé
por eso, Jesús los condena porque ahora tampoco aceptan a su enviado el Mesías.
Velada alusión a su propia muerte, al destino que le esperaba entre esa gente,
por eso dice: “¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!” (v. 32).
Como el profeta, Jesús tiene su destino sellado y, serán precisamente escribas
y fariseos, quienes lo condenarán a muerte en el Calvario, pero que con su Resurrección traerá la salvación al mundo entero. A
nosotros este evangelio nos dice que
debemos cumplir la palabra de Dios, pero lejos de nosotros pensar que por ello
ya estamos seguros de la salvación u obtenemos una salvación automática. No, la
salvación aunque cumplamos todo, es siempre una gracia nueva del Señor, don
gratuito, amor que nos hace mejores cristianos cada día, y por ello, debemos
ser hombres y mujeres agradecidos. Dios cuenta con nuestra voluntad, para
seguir amándole y sirviendo al prójimo, desde una respuesta libre y humilde,
aunque somos cristianos desde la cuna, siempre tendremos que decir: somos
siervos inútiles, hicimos o que teníamos que hacer en la casa del Señor (cfr.
Lc. 17, 10).
Teresa
de Jesús, buscaba en la lectura de libros espirituales, el camino de la oración
y, cuando se los quitaron, el Señor le dijo que ÉL sería en el futuro su libro
vivo: “Cuando se quitaron muchos libros de romance, que no se leyesen, yo sentí
mucho, porque algunos me daba recreación leerlos, y yo no podía ya, por dejar
los [escritos] en latín. Me dijo el Señor: No tengas pena, que Yo te daré libro
vivo. Yo no podía entender por qué se me había dicho esto, porque aún no tenía
visiones; después, desde a bien pocos días, lo entendí muy bien, porque he
tenido tanto en qué pensar y recogerme en lo que veía presente, y ha tenido
tanto amor el Señor conmigo para enseñarme de muchas maneras, que muy poca o
casi ninguna necesidad he tenido de libros. Su Majestad ha sido el libro
verdadero adonde he visto las verdades” (V 26,5).
Lecturas bíblicas
a.- 1Tes.3, 7-13: Que el Señor
les haga rebosar de amor mutuo.
b.- Mt. 24, 42-51: Estad
alerta para no ser sorprendidos.
En
este evangelio, se quiere resaltar la responsabilidad del siervo o
administrador de todo aquello que le ha sido confiado. Mateo, está pensando en
sus destinatarios más cercanos, judíos o judeocristianos. No olvidemos que el
siervo en la Biblia, supone una elección de Dios, para una misión específica
que siempre implica responsabilidad. La vigilancia que exige el reino de Dios,
es necesaria particularmente en los responsables del nuevo pueblo de Israel,
los jefes de la Iglesia. La parábola, menciona las responsabilidades del
siervo, pero también señala el peligro de convertir ese servicio en una actitud
despótica de mando con los demás, y de perjuicio personal, al entregarse a todo
tipo de vicios: comer y beber en exceso
y castigar a sus compañeros. El siervo se convierte en un servido, es decir,
traiciona su misión específica: esperar trabajando el regreso de su señor. Ahora
bien, si el señor le sorprende en esa actitud, lo separará de sí, y lo pondrá
en el sitio de los hipócritas, donde será el
llanto y el rechinar de dientes (v. 51), es decir, la exclusión de la
vida eterna. Recordemos, sin embargo, la alabanza por el siervo vigilante con
que comienza la parábola (v.45). A él le ha sido confiada la casa y los
siervos, es decir, la Iglesia, el pueblo fiel. Como buen administrador dará a
los siervos todo cuanto necesitan, compartir la voluntad de su señor, para que
todos haciendo su voluntad, tengan participación en el banquete de bodas de su
señor. Se trata de participar en el en el reino de Dios, cuando regrese al
final de los tiempos. Esta parábola, es una seria advertencia a los dirigentes
del nuevo Israel. Que no suceda lo mismo, que con los escribas y fariseos del
tiempo de Jesús, poseían la llave de la ciencia, pero no dejaban ver su
contenido ni su autor, por la interpretación equivocada que hacían, y no
entraban al reino de Dios ni ellos ni los demás (cfr. Lc.11,52). Al siervo
responsable se le exige vigilancia activa, puesto que explica la voluntad de su
Señor, con la misma pureza, con que fue propuesta por Jesucristo el Señor.
Teresa
vivió en continua tensión de eternidad, esperando el momento del encuentro
definitivo con el Señor Jesús. “Gran cosa es lo que agrada a Nuestro Señor
cualquier servicio que se haga a su Madre, y grande es su misericordia. Sea por
todo alabado y bendito, que así paga con eterna vida y gloria la bajeza de
nuestras obras y las hace grandes siendo de pequeño valor” (F 10,5).
Lecturas bíblicas
a.- 1Tes. 4,1-8: Esto quiere
el Señor de vosotros una vida sagrada.
b.- Mt. 25, 1-13: Parábola de
las diez vírgenes.
Esta
parábola, se refiere claramente a la segunda venida de Cristo, para aquellos
que viven entre la Resurrección y la Parusía del Señor. La importancia se
desplaza de los invitados, las diez vírgenes, a la celebración de la boda.
Momento solemne, que se vive en la consumación del mundo, juicio final, momento
último; por esto el reino de Dios, se compara con el banquete donde ingresan
las vírgenes. Otro momento importante de la parábola, es la preparación para
participar en el banquete, pero hay dos elementos a considerar: el retraso de
la llegada del novio y el sueño que las embarga a todas. Las necias no estaban
preparadas, no trajeron aceite para sus lámparas, no contaron con el posible
retraso del novio. Cuando se oye que llega, todas preparan sus lámparas, para
acompañarlo, las prudentes se lo niegan, no por egoísmo, sino porque la
preparación es personal e insustituible. Las prudentes les aconsejan a sus
compañeras, vayan a comprar más aceite,
mientras tanto llegó el novio, entraron al banquete y se cerró la puerta. El
momento es tan solemne, como serio, lo que exige una responsabilidad personal:
a la hora menos pensada llega el esposo. Sólo los que estén preparados, cuando
venga el esposo podrán ingresar en la sala del banquete, y participar de la
boda; el no estar preparados, supone la no participación, la exclusión, cerrada
la puerta, no vale insistir. Sólo oirán: “En verdad os digo, no os conozco.
Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora” (v. 12-13). Toda una
invitación a vivir preparando el encuentro con el Señor ahora, con una vida sacramental frecuente, una oración dinámica y un apostolado fecundo y
discreto en el hogar, en el trabajo, etc.
Teresa
de Jesús, invita a sus monjas y a nosotros a estar siempre trabajando contentos
y alegres en la viña del Señor, la mejor disposición para entrar al banquete de
bodas cuando llegue el Esposo Cristo. “Como los ve presentes y con gana de
servir, y tiene ya entendido para lo que es cada uno, reparte los oficios como
ve las fuerzas, y si no estuviesen presentes no le daría nada ni mandaría en
qué sirviesen. Así que, hermanas, oración mental, y quien ésta no pudiere,
vocal y lección y coloquios con Dios, como después diré. No se deje las horas
de oración que todas, no sabe cuándo llamará el Esposo no acaezca como a las vírgenes locas (Mt.
25,1-13), y la querrá dar más trabajo disfrazado con gusto; si no, entiendan no
son para ello y que les conviene aquello y aquí entra el merecer con la
humildad creyendo con verdad que aun
para lo que hacen no son, andar alegres sirviendo en lo que les mandan, como he
dicho” (CV 18,4).
Lecturas bíblicas
a.- 1Tes. 4,9-11: Dios les ha
enseñado a amarse los unos a los otros.
b.- Mt. 25, 14-30: Parábola de
los talentos.
Este
evangelio, nos presenta la parábola de los talentos. El señor confía a sus
criados varios encargos para cuando se ausente; lo que importan es que cumplan
su voluntad. El dinero confiado, no es para guardarlo de los ladrones, sino
para hacerlos ganar más dinero, lo que exige en el fondo, es tener deseos de
aumentar esos bienes con la iniciativa y riesgo personal. La distinta cantidad
de dinero, se suma a la capacidad personal de cada criado; el señor confía en
la acreditada fidelidad de cada uno y la ratifica en la cantidad que le confió:
uno recibe, cinco, otro dos, el tercero uno. Los dos primeros producen lo
esperado, pero el tercero, decepciona a su señor, porque enterró el dinero y no
produjo nada. Hay que destacar el tiempo, que tuvieron para trabajar ese
dinero, ya que el señor, volvió después de mucho tiempo, en forma al parecer
imprevista. En el ajuste de cuentas, sólo sale mal el tercero, puesto que no
sólo no trabajó, sino que además acusa al señor de codicioso o haber querido
enriquecer injustamente; este siervo no comprendió desde el comienzo la
voluntad de su señor. Los dos primeros son premiados ubérrimamente, en cambio,
el tercero, es castigado a las tinieblas, donde hay llanto y crujir de dientes.
Finalmente, se descubre que el único talento que tenía el mal siervo, pasa a
aumentar al que tiene diez, con lo que se dice, que los talentos han pasado a
ser propiedad de los siervos. No sólo deben restituir lo confiado, sino que el
señor les entregó los talentos para que los trabajaran, los administrasen y los
aumentaran. Los dos primeros siervos,
son premiados con entrar en el banquete de su señor, es decir, participación en
el reino de Dios, en cambio el siervo perezoso, perdió el único talento que se
le confió y además fue condenado a las tinieblas, es decir, exclusión del
banquete del reino de Dios. Esta parábola quiere resaltar por una parte, la
libertad y misericordia infinita con que obra Dios, pero por otra, la obra y
responsabilidad del hombre en lo que a la fidelidad a la voluntad de Dios se refiere, a
la justicia y amor, por el encargo recibido. Jesucristo vendrá, y pagará a cada
uno según sus obras (cfr. Mt. 16, 27), es decir, se tomará en cuenta la fe
vivida, podrá vivir la esperanza, quien es fiel administrador de lo confiado,
sólo quien tiene el aceite vigilante del amor en su lámpara, y viste el traje
nupcial de la gracia bautismal, ingresará en la vida eterna, en el banquete de
su Señor.
La
Santa Madre Teresa de Jesús, buscó siempre gente en sus empresas fundacionales,
hombres y mujeres de letras y muchos talentos, pues toda la persona debía estar
al servicio del Señor Jesús: “Alabe muy mucho al Señor el alma…a quien dio letras
y talentos” (V 30, 21).
P. Julio González C. ocd