VIGESIMA SEGUNDA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

(Año Impar. Ciclo C)

Fr. Julio González Carretti


Contenido

DOMINGO.. 1

LUNES.. 1

MARTES.. 2

MIERCOLES.. 2

JUEVES.. 2

VIERNES.. 3

SÁBADO.. 3


DOMINGO

Lecturas bíblicas

a.- Eclo. 3, 17-18. 20.28-29: Hazte pequeño, y alcanzarás el favor de Dios.

El libro del Eclesiástico, nos habla de los deberes de los hijos para con los padres, y de la humildad, virtud  a practicar en nuestra relación con el prójimo. La actitud a cultivar, es aquella  de no considerarse por encima de los demás, sino saber cuál es el lugar que le corresponde a cada uno, lo que es más importante que la generosidad. Un hombre, que conoce su realidad, sus límites, piensa, habla y obra según su condición, esto atrae el aprecio de su prójimo. Ser grande o pequeño, depende de la imagen que cada hombre posea en el interior de sí mismo, valores personales, situación económica y rol que ocupe en la sociedad. A pesar de esto, el hombre no debe olvidar nunca su condición de criatura, tomar conciencia de su pequeñez,  como Abraham (cfr. Gn. 18, 27). El hombre sólo atraerá la bendición divina, cuando se abaje y se humille delante de Dios. Sólo el humilde, vislumbra la distancia entre la realidad humana y la grandeza de Dios, es más, sólo el humilde puede reconocer y glorificar la majestad de Dios. Sólo él posee el arma para defenderse de la soberbia espiritual, la humildad de conocer sus límites y la gran distancia que lo separa de Yahvé. No cae en la autosuficiencia o excesiva confianza en sí mismo, quien no  sobrepasa sus límites. El humilde glorifica a Dios, porque se abre a la verdadera sabiduría.

b.- Hb. 12, 18-19. 22-24: Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo.

El apóstol clarifica la situación del cristiano, entre la antigua revelación que tuvo lugar en el Sinaí,  y la nueva, la revelación definitiva, que nos viene por Jesucristo. En la primera, el pueblo de Dios, se encontraba al pie del monte, contempló todas las manifestaciones de Dios, hasta oír su voz. Era tal el espectáculo que contemplaba lo que  infundía pavor a Moisés y los suyos; fue una experiencia dominada por el miedo. Yahvé había promulgado la Ley; hay que obedecerla, para no caer en el juicio de Dios.  En cambio, el cristiano se encamina hacia el monte Sión, la Jerusalén celestial, la ciudad de Dios, contemplado por miles de ángeles, la asamblea de los primogénitos, los justos en definitiva, va al encuentro de Dios. El monte donde suben los cristianos, es el lugar de la presencia amorosa de Dios, lugar de salvación, ciudad construida y habitada por el mismo Dios, por los ángeles y justos (cfr. Is.2; Heb. 11, 10; Gál. 4, 26).  Son los inscritos en el libro de los justos, y todos los cristianos pueden llegar, porque hasta ahí llegó Jesús, único Mediador de la Nueva Alianza, ÉL es el camino para llegar a Dios, a esa comunión viva, a la ciudad del Dios vivo.  La Alianza sellada en el Sinaí ha sido superada; Jesús murió y resucitó, su sangre es más valiosa que la de Abel, porque no pide venganza, sino misericordia y perdón. La aspersión de la sangre purificaba a los hombres para entrar en la presencia de Yahvé; la sangre de Cristo, lava la conciencia de los pecados, por eso, habla mejor que la de Abel.

c.- Lc.14, 1. 7-14: Todo el que se  humilla será enaltecido.

El evangelio, nos presenta a Jesús en un banquete, donde hace alusión al reino de Dios. Él propone dos actitudes para acceder a este banquete del reino: la humildad y el amor desinteresado al prójimo. Encontramos dos momentos en este evangelio: la parábola de los puestos en la mesa (vv.7-11),  y la elección de los convidados (vv.12-14). La primera parte de este evangelio se dirige a todos los invitados: hay que escoger los últimos puestos, y no  buscar los primeros, como hacían los fariseos.  Porque se deja la oportunidad al anfitrión de ponerte en un lugar más adelante; esta propuesta de Jesús, además de ser una norma de educación, es una actitud humilde y religiosa en vista al banquete del reino de Dios. En la comunidad eclesial, el que sirve es el primero, porque la humildad y la fraternidad, se viven en relación con el otro. Un segundo momento, es la elección de los convidados, donde se debe evitar el interés en convidar a ciertas personas escogidas, pensando en lo que se pueda recibir luego como recompensa, porque el reino de Dios, es don gratuito al hombre. Por lo tanto, hay que invitar a los pobres, quienes no podrán corresponder, y ser pagado en la resurrección de los justos. Se exhorta a practicar la humildad, principio básico de la vida comunitaria; humilde, es el que reconoce la distancia que lo separa de Dios. El hombre debe aprender a situarse frente a Dios, tarea de la humildad, que no lo disminuye, sino que lo coloca en su justo lugar, como criatura e hijo de Dios Padre. Se trata, que en nuestras relaciones, aprendamos a ser pobres de espíritu, realismo de aceptar la propia condición, es decir, vacíos de sí mismos, para ser invadidos en lo interior por su gracia salvadora, que perdona y une con ÉL. Siempre tendremos que poner los ojos en Cristo Jesús, porque se humilló hasta la muerte de cruz; por lo que fue luego exaltado a la gloria de la resurrección.  La humildad,  se debe cultivar al interior de la vida eclesial, y también en la vida social, para testimoniar el modo de actuar de Jesús, el  cristiano vive de cara al reino de Dios y de su prójimo más cercano.

Teresa de Jesús, da una definición de humildad que hay que considerar siempre a la hora de querer trabajar esta virtud en la vida cristiana: “Una vez estaba yo considerando por qué razón era nuestro Señor tan amigo de esta virtud de la humildad, y púsoseme delante, a mi parecer, sin considerarlo sino de presto, esto: que es porque Dios es suma Verdad y la humildad es andar en verdad; que lo es muy grande no tener cosa buena de nosotros, sino la miseria y ser nada; y quien esto no entienda, anda en mentira. A quien más lo entienda agrada más a la suma Verdad, porque, anda en ella. ¡Plega a Dios, hermanas, nos haga merced de no salir jamás de este propio conocimiento, amén!” (6 M 10,7).


LUNES

Lecturas bíblicas

a.- 1Tes. 4,13-17: A los que han muerto en Jesús Dios los llevará con ÉL.

b.- Lc. 4, 16-30: Me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres.

El evangelista nos presenta la visita de Jesús a la sinagoga de Nazaret, su pueblo. Lee un pasaje del profeta Isaías, con el cual se siente plenamente identificado (vv. 18-21; cfr. Is. 61,1-2). “El Espíritu está sobre mí”, en tiempos de Jesús, se consideraba, todo un anuncio de la llegada del profeta escatológico y ÉL se lo aplica, inaugurando ese momento. Este comienzo tiene sus características en la misión de Jesús: predica la buena nueva a los pobres, la clase más olvidada de los poderosos, y la que más refleja su necesidad de Dios, y en todos aquellos que se abren a la acción de la salvación. Anuncia la libertad a los cautivos, alusión profética a los exiliados. Esta libertad en la mente del evangelista, encierra lo físico, lo moral y lo espiritual; sanar la ceguera, significa también ver el camino de Dios, tener acceso a la salvación; el profeta escatológico es la luz del mundo (cfr. Is. 42, 6-7). Proclama la libertad a los oprimidos. Todo lo que no hicieron los antepasados, en particular los reyes de Israel, lo hará el profeta con una justicia para los más pobres. Proclama un año de gracia del Señor o jubilar, que más que coincidir con fechas del calendario judío, es un tiempo especial de salvación que inaugura en ese momento. Terminada la lectura, todos en la asamblea lo miran dirigiendo a ÉL sus interrogantes, un joven rabino que ha vuelto después de un tiempo de estar fuera de Nazaret  (vv. 21-22). El hoy de Jesús se prolonga en el tiempo, su palabra y obras, se hacen realidad en todo creyente, que lo acepta como Señor de su existencia. Escucharle significa dar una respuesta, sabiendo que la salvación, viene del profeta escatológico ahora presente en medio de su pueblo. La palabra y autoridad de Jesús, provocó la admiración de sus paisanos, reconoce que Dios, estaba detrás de sus palabras (cfr. Dt. 8,3).  Ha cambiado el ambiente de la sinagoga, de la admiración, se pasa al rechazo, porque no era posible que una familia tan pobre, un hijo del pueblo, diera un año jubilar, trajera la liberación a Israel; demasiado mensaje y muy poco profeta. Jesús, adivina su incredulidad, e indignación, se aplica varios proverbios (vv.23-24), lo que supone, que ellos no aceptan que haya hechos grandes milagros en Cafarnaún, y no los haga ahora en su Nazaret natal;  en fin, ningún profeta, es bien recibido en su tierra (v. 24). Provoca a la asamblea al recordarles la actitud de Elías y Eliseo, que sanaron a paganos, como la viuda de Sarepta  y el leproso Naamán, el sirio (cfr.1Re.17-18; 2Re. 5, 1-14). Con esto, la ira llegó a su punto máximo contra Jesús, ya que comparó a los nazarenos con paganos; lo sacaron de la sinagoga, pidiéndole que se marchara. El cristianismo es fe en el hoy de Dios, no es mirar el pasado, sino fe en la palabra de Dios. El creyente ha de vivir con alegría el hoy eterno de Dios, que desde su palabra, nos hace nacer cada día en el Espíritu de Cristo Resucitado.         

Teresa de Jesús, mujer de la Iglesia del Concilio de Trento, sufrió la ruptura protestante y por eso uno de los fines de la Reforma de la Orden Carmelitana fue orar por la Iglesia y los sacerdotes que defendían con la santidad de vida, la predicación y sus escritos la verdad de la fe católica. “Todas ocupadas en oración por los…predicadores y letrados que defienden la Iglesia” (CV 1,2).


MARTES

Lecturas bíblicas

a.- 1Tes. 5,1-6.9-11: Murió por vosotros para que vivamos con Él.

b.- Lc. 4, 31-37: Jesús enseña en Cafarnaún y sana a un endemoniado.

Este evangelio nos muestra a Jesús, que enseña una doctrina nueva (vv.31-32), y la autoridad que tiene sobre los demonios y su victoria sobre sobre el mal (vv.33-37). En la primera parte, encontramos que Jesús baja de Nazaret a Cafarnaún, a la orilla del lago. Rechazado en su ciudad, Nazaret escoge esta segunda ciudad; la palabra viene de Galilea, allí se reúnen los primeros creyentes. Los palanes de Dios, siguen  adelante  a pesar de la oposición de los hombres (cfr. Hch. 2, 7). En Cafarnaún actúa como en su pueblo, enseña en la sinagoga durante la liturgia, interpreta la Palabra como realidad cumplida de las antiguas promesas. La palabra de Jesús tiene poder, autoridad, el Espíritu da vida a su palabra para convertirla en fuerza creadora. “La palabra de Dios es viva y operante” (Heb. 4,12). En un segundo momento, vemos a la palabra sigue la acción poderosa. El espíritu maligno domina al poseso, lo vuelve impuro. El demonio no soporta la presencia de Jesús, grita, confesando su identidad: es el Santo de Dios (v.34; cfr. Jn.6, 69; Lc. 1,35). El tiempo de la salvación, trae la ruina a los demonios. A la confesión de ángeles y demonios  se une  la de los hombres que hacen su camino hacia esa profesión de fe (cfr. Flp.2, 9ss).  Ya se habían enfrentado Jesús y Satanás en el episodio de las tentaciones (cfr. Lc. 4, 1-13). Jesús le manda callar,  expulsa al demonio, se da un signo de la expulsión como es la caída del poseído, es decir, sin daño físico, y la gente queda admirada (vv. 36-37). La amenaza de Jesús tiene fuerza divina, los demonios se inclinan ante ÉL, pues sus palabras son la amenaza de Dios. La profesión de fe del demonio, es rechazada por Cristo, puesto que ella debe ir acompañada de buenas obras que agraden a Dios (cfr. Sant. 2, 17-20). Si bien el demonio se resiste, no causa ningún daño al hombre (v.35). Lo extraordinario de Jesús, está en la autoridad con que expulsa los demonios, pues estos le reconocen, como un profeta, con una misión específica: destruir el poder del mal. El evangelista, quiere dejar en claro que el prodigio se realizó con el poder de Dios, lo mismo, cuando devuelve la salud, por la santidad de su vida y su doctrina verdaderamente salvadora,  rescata al hombre del mal, de la enfermad y de la muerte. Se confirman las palabras de Juan el Bautista, cuando anunciaba que Jesús es más fuerte que él, que hasta las fuerzas del mal le obedecen (cfr. Mt. 3,11).  Dios actúa por medio de ÉL, el Santo de Dios, por lo cual, Dios se muestra como el Santo, el totalmente distinto, el Otro, poderoso. La acción poderosa de Jesús, provoca la admiración, el asombro, el respeto; las gentes hablan entre sí, con temor quizás, de romper ese ambiente de manifestación de la gloria de Dios. Todos esos sentimientos son los preliminares de la fe, es decir, reconocer a Dios y su revelación en Jesús. Se admira la palabra de Jesús, que tiene poder, autoridad divina, y su mejor eco de su mensaje, es la buena fama se difunde por todos los rincones de la región.

Recomienda la Santa Madre Teresa mucha oración para no ser tentados por el demonio de dejar la oración, primer modo de alejar al cristiano de Jesucristo. “Este modo de traer a Cristo con nosotros aprovecha… para… andar seguros de los peligros que el demonio puede poner en la oración” (V 12,3).


MIERCOLES

Lecturas bíblicas

a.- Col. 1,1-8: El mensaje de la verdad ha llegado a vosotros y al mundo entero.

b.- Lc. 4, 38-44: También a los otros pueblos tengo que anunciarles el Reino de Dios.

En este pasaje encontramos tres momentos diversos: la curación de la suegra de Pedro (vv. 38-39); las numerosas curaciones (40-41) y la exigencia de extender el mensaje del reino fuera de Cafarnaúm (v. 42-44). Jesús se acerca a la enferma, a suegra de Pedro, e inclinándose sobre ella increpa a la fiebre, como había hecho con los demonios, la palabra produce efecto inmediato, sobreviene la sanación. Nada se opone a la  palabra de Dios pronunciada por Jesús. La recién sanada, se pone a servir la mesa. Totalmente recuperada la mujer por la palabra de Jesús, ahora sirve a su familia. En Cafarnaún Jesús encuentra, en  casa de Pedro, un nuevo hogar. Se cumple aquello de escuchar la palabra y ponerla en práctica (cfr. Lc. 8,21). La casa de Pedro se convierte casi en otra sinagoga, porque también aquí, se proclama la palabra y se realizan obras salvíficas, o dicho de otro modo la palabra sale de la sinagoga y llega a la casa de los hombres. En el tema de las curaciones, segundo momento, Jesús ofrece a todos la salud, confirmando la acción del Espíritu, que comienza a transformar la vida de los hombres (cfr. Lc. 4, 18-21). Su acción vence a la enfermedad y al mal, en la vida de los hombres, salvación y liberación, es un nuevo modo de vida. Jesús actúa como el Salvador de todos, por ello, la gracia de Dios se desborda en Jesús al imponerlas manos. Es el Espíritu que poseía Jesús, que comunica por medio de la imposición de sus manos, a cada uno, comunica la fuerza que posee y sana; su bondad le hace interesarse por cada uno. El hecho que los demonios lo reconozcan como el “Hijo de Dios” (v. 41), significa, que saben que lucha contra todo lo que es sufrimiento y opresión para los hombres, con la fuerza del Espíritu. Jesús no se detiene, sabe que lo que destruye al hombre no es de Dios, y lucha por vencerlo. La grandeza de Jesús está en su nombre: Hijo de Dios, es el Mesías, el Ungido. Cristo, es desde el comienzo, lleno del Espíritu Santo (cfr. Lc.1, 35). Jesús no los dejó hablar, no quiere recibir su confesión de fe de los demonios. La auténtica confesión de parte del discípulo, será fruto del misterio pascual de Jesús (cfr. Flp. 2, 8ss). Finalmente, Jesús al amanecer decide marcharse a un lugar solitario, la gente quiere retenerle, como si fuera un simple curandero, pero les advierte: “También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto  he sido enviado.» E iba predicando por las sinagogas de Judea.” (vv. 43-44). Jesús no permite que le retengan, su vida es una peregrinación, camina para anunciar la palabra que necesita extenderse a otras ciudades. Sólo cuando sea exaltado, se cumplirá plenamente su deseo porque ya no se proclamará en la sinagoga sino en la Iglesia y pueblos, plazas, y caminos del mundo entero.

Teresa de Jesús experimentó muchas veces, la fuerza de la palabra de Dios, comunicaciones directas del Señor Jesús a su alma: “Quedé… con grandísima fortaleza…para cumplir con todas mis fuerzas la más pequeña parte de la Escritura divina. Paréceme que ninguna cosa se me pondría delante que no pasase por esto” (V 40,2).


JUEVES

Lecturas bíblicas

a.- Col. 1, 9-14: Hemos recibido la redención, el perdón de sus pecados.

b.- Lc. 5, 1-11: Vocación de los primeros cuatro discípulos.

En este evangelio encontramos tres momentos: una panorámica de la actividad de Jesús (vv.1-3), una historia de la pesca milagrosa (vv.4-9), y la llamada vocación de Pedro y sus compañeros (10-11). La intención de Lucas, es colocar la llamada vocacional, luego de un periodo de enseñanzas y milagros, con lo que la respuesta de los apóstoles a Jesús, resulta más verosímil. La gente se acercaba a Jesús, para oír la palabra de Dios y ÉL les enseñaba en las orillas del lago de Genesaret. Había subido a la barca de Pedro, se sienta y como maestro comienza  a enseñar a las gentes que escuchaban. Este nuevo encuentro de Jesús con Pedro, que ya se conocen, había sido su huésped, le sanó a la suegra, pero a su vez Pedro conoce el poder de la palabra de Jesús. La adhesión de Pedro a Jesús es algo que ha sido preparado con tiempo; es la palabra de Dios que se posesiona del hombre.  Acabado de predicar Jesús manda a Pedro que bogue mar adentro, lo hace él y sus compañeros, para echar las redes se necesitaban, por lo menos, cuatro hombres, pero habiéndole advertido que habían pasado la noche sin coger nada durante la noche, tiempo para pescar, menos cogerán ahora por la mañana. La palabra de Jesús se dirige a Pedro, sólo a él, lo distingue de la multitud. “Por tu palabra echaré las redes” (v. 5), y nuevamente echaron las redes. La elección y la vocación exigen fe, aunque no se comprenda racionalmente, es la esperanza contra toda esperanza (cfr. Rom. 4,18). Es la fe de Abraham, Isaac y Jacob, de María de Nazaret (cfr. Rm.4, 18-21; Gen.15,5). Recogieron una gran redada de peces y Pedro se echa a los pies de Jesús y le pide alejarse de él por considerarse un pecador (vv. 8-9). ¿Qué había sucedido? Simón reconoce que la palabra de Jesús tiene autoridad y que realiza lo que las fuerzas humana no pueden lograr, a su palabra nada se puede oponer. La fe en la palabra poderosa del Maestro, no se ve frustrada, las redes estaban a punto de romperse debido al número de peces. Pedro ve en Jesús una manifestación de la gloria de Dios, lo que suscita la conciencia de su condición de pecador, lo que lo hace alejarse de ÉL (cfr. Is. 6,5; Lc.3,21; Hch.5,19; 12,17). Finalmente la llamada vocacional. Hasta ahora, Jesús ha estado sólo en su actividad evangelizadora, luego de la admiración de Pedro y sus compañeros, le dice: “No temas. Desde ahora serás pescador de hombres” (vv.10-11). Si bien la palabra se dirige a Pedro esto incluye a los cuatro primeros discípulos: Santiago y Juan, Pedro y Andrés. (cfr. Mc. 1,16-20; Mt. 4,18-22). ¿Qué vio Jesús en estos hombres? Pescadores de hombres que lo seguirán como discípulos (vv. 10-11). Jesús quita de Pedro el temor reverencial a Dios, fundamento de toda vocación, en la que Dios se muestra como el Santo y Fuerte. Hasta ahora Pedro había recogido peces del lago, en adelante pescará hombres para el Reino de Dios. Pedro, Santiago y Juan, dejaron las redes y lo siguieron. Lo que llenará la vida de Pedro y los suyos, es Jesús, el Reino y la pesca de hombres. La manifestación de Dios, en Jesús,  Pedro la vive con ÉL, se reconoce pecador con temor revente y recibe la vocación para la salvación. Ha comenzado el tiempo de la salvación.

Bien comprendió Teresa de Jesús, eso de ser discípula de tan gran Maestro, puesto que se puso a su escucha y servicio, por esto les propone a sus hijos e hijas este pensamiento: “No es pequeño bien y regalo del discípulo ver que su maestro le ama” (CV 26,10).


VIERNES

Lecturas bíblicas

a.- Col. 1, 15-20: Todo fue creado por ÉL y para ÉL

b.- Lc. 5, 33-39: El vino añejo es el mejor.

En este evangelio tenemos el tema del ayuno (vv.33-35), luego las parábolas del vestido y del vino nuevo (vv.36-39). El tema del ayuno en la vida de Jesús no es problema, por una razón muy sencilla, porque estaba mandado ayunar por la ley de Moisés, lo que lo hacía del ayuno una práctica habitual de la religiosidad judía (cfr. Lv. 16,29-31; 23,27-32). Jesús y sus discípulos participan de los banquetes, mientras los fariseos y escribas velan por la santidad del pueblo. Ellos como Juan Bautista ayunan y hacen oración con frecuencia.  Con ello querían señalar lo transitorio de la vida del justo y para otros, una forma de apresurar la venida del Mesías. Pero, ¿por qué los discípulos de Jesús no ayunan como ellos? Para Cristo Jesús y sus discípulos hay más motivos para estar alegres, que para hacer penitencia. Si unos esperaban al Mesías con ayunos, los discípulos ya lo encontraron, por lo tanto, en su lugar se impone la alegría, tiempo de bodas, por el Esposo Cristo que  está en medio de ellos; el reino de Dios ha sido inaugurado por ÉL, en sus palabras y obras. La espera acabó, estamos en tiempo de bodas, nadie invita a los comensales de una boda a ayunar  (vv. 34-35). El tiempo de salvación ha llegado, lo compara Jesús con tiempo de bodas y tiempo de alegría. Es el año del Señor, tiempo más propicio de banquetes que de ayunos. Cuando les sea arrebatado el novio, entonces ayunarán, dice Jesús (v.35), es decir, los discípulos ayunarán, en memoria de la muerte violenta de Cristo. Mientras tanto es el Mesías, el Esposo prometido, tiempo marcado por la alegría que provoca la salvación que ya alborea entre los hombres. En un segundo momento de este evangelio Jesús les propone dos parábolas que describen la novedad del evangelio: una usa la imagen del manto o vestido nuevo y la otra habla del vino nuevo. ¿Cómo se han de distinguir los discípulos de Jesús? Los fariseos pensaban que la renovación religiosa consistía en alejarse de lo impuro con nuevas prácticas religiosas, ayunos y oraciones, en cambio Jesús piensa en renovar las actitudes interiores. Lo que anuncia Jesús no es un remiendo sobre un manto viejo, como el judaísmo, el evangelio es algo nuevo que supone conversión total en el modo de pensar del hombre. Hay que hacer un manto nuevo con la palabra y persona de Jesús. Tampoco se puede verter, el vino nuevo en los viejos odres o moldes, de la religiosidad judía; quien recibe a Jesucristo en su vida, debe cambiar sus odres, sus esquemas, sus valores, todo. Se trata de comenzar una vida nueva desde ÉL y con ÉL. El mejor vino es el añejo, es decir, Jesús y su evangelio; sus discípulos, son el mejor vino de Jesús y de la Iglesia, porque ha descubierto la alegría de creer. Muchos creyentes no han descubierto la novedad del evangelio y llevan en sus vidas remiendos de cristianismo; necesitan revestirse de Jesucristo esposo del alma y beber el vino nuevo de la fidelidad.          

Este pasaje del Cantar de los cantares, expresa la experiencia de Teresa de Jesús de saber que la caridad, su amor eterno, ordena toda su voluntad, todo su querer, la hace criatura nueva. “La metió Dios en la bodega del vino, y ordenó en ella la caridad” (5M 2,12; cfr. Ct. 2, 4).


SÁBADO

Lecturas bíblicas

a..- Col. 1,21-23: Habéis sido reconciliados.

b.- Lc. 6, 1-5: ¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?

Este pasaje del evangelio, se refiere a las tradiciones judías, a la correcta interpretación de la Ley. El texto, compara a Jesús con David, y sus discípulos sus con militares, demostrando así que, si el rey obró legalmente, también lo hizo Jesús con sus seguidores. En los dos casos, la Ley aparece como  servidora de los hombres, y no al revés, los hombres servidores de la ley. Jesús camina con sus discípulos, atraviesa unos campos de trigo, y como tenían hambre, cogieron espigas, las frotaban en las manos, y comían los granos, pero los fariseos que sus obrar, reprochan al Maestro el actuar de sus discípulos. Se permitía coger espigas de un campo ajeno, siempre que no se metiera la hoz (cfr. Dt. 23, 26; Ex. 34,21). La crítica no estaba en haber cogido las espigas, sino en haberlas frotado, considerado ese acto como un trabajo en sábado, día de reposo, día del Señor; estaba prohibido preparar comida en ese día de descanso, pero los discípulos, por su itinerancia no la pudieron preparar el día anterior. Jesús usando el mismo método de ellos, el  de la dialéctica, para defender su causa, trae a la memoria el episodio de David y sus compañeros, que regresado de una batalla, cansados y hambrientos, usó el pan consagrado para alimentar a sus soldados, pan que le concedió el sacerdote Ajimélek y que se acababa de retirar del altar; alimento que sólo comían los sacerdotes del templo. Les exigió eso sí, que estuvieran limpios de mujer, antes de comer el pan. Jesús sabe que lo que hizo David no era legal, pero lo interpreta correctamente, y espera que los fariseos cambien de actitud, pero éstos no consideran a Jesús uno de los suyos. La frase última del texto sobre el Hijo del Hombre, se refiere a que ÉL, es Señor del sábado, darle su sentido original al sábado como tiempo sagrado, para hacer el bien, sanar a los enfermos, escuchar su palabra, en definitiva alabar y bendecir a Dios (cfr. Gn.2,3; Lc.6,9; 4,3; 13,16). Pronto la comunidad cristiana dejó el sábado por el domingo, día de la Resurrección del Señor Jesús, para celebrar la palabra de Dios, alimentarse de la Eucaristía y hacer obras de misericordia con el prójimo.

Teresa de Jesús, descubre en el misterio de la Eucaristía, una de las manifestaciones de la kénosis de Cristo Jesús, es decir, ese abajamiento suyo para estar cerca del hombre pecador, del redimido hasta hacerse alimento sustancioso para su vida. “Cuando yo veo una Majestad tan grande disimulada en cosa tan poca como es la Hostia…me admira sabiduría tan grande” (V 38, 21).

                             P. Julio González C. 


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