VIGESIMA SEXTA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO,

(Año Impar. Ciclo C)

 Fr. Julio González Carretti


 

Contenido

DOMINGO   1

LUNES   1

MARTES   2

MIERCOLES   2

JUEVES   2

VIERNES   3

SABADO   3

 

DOMINGO

Lecturas bíblicas:

a.- Am. 6,1.4-7: Los que lleváis una vida disoluta, iréis al destierro.

La primera lectura, es una clara denuncia del profeta contra Israel, Samaria y sus representantes. Es una llamada de atención, a los líderes de Samaria, capital del reino del Norte, condena la confianza fetichista en lugares, ritos, templos que encubren la injusticia, y desenfreno moral de sus habitantes. Cuando condena el profeta Amos, sabe de lo que habla, porque conoce su riqueza escandalosa, sus manjares exquisitos, sus orgías y borracheras, ungüentos, etc. Amos, es uno de los profetas  más directos en su ataque contra la clase dominante, en ese momento; con lo que queda claro, que cada profeta enviado por Dios, posee un matiz propio, que se inserta en la historia de la salvación hasta Jesucristo, que también tiene un espacio para sus discípulos comprometidos con su fe.               

b.- 1Tm. 6,11-16: Guarda el mandamiento hasta la venida del Señor.

Tenemos una gran exhortación a Timoteo. Son recomendaciones que todo catequista y ministro deberían tener en cuenta a la hora de ser responsable de una comunidad eclesial. Al comienzo encontramos unos consejos para desempeñar la labor de ministro como auténtico cristiano, en contraste con los falsos doctores sancionados anteriormente (v.11; cfr. 1Tim.6, 30-10). La solemne profesión a la que alude el autor sagrado se refiere seguramente a la ordenación para el ministerio o su confesión de bautismal. El ministro desempeña su cargo, el mandato, en vista de Jesucristo, cuyo testimonio fue de palabra y con la vida, incluida la pasión, muerte y resurrección. La mención de Poncio Pilato, es importante porque fue quien recibió el testimonio histórico de Cristo de ser el Mesías, ahora es necesario para los cristianos, que deben dar razón de su fe en el Crucificado y Resucitado, ante las autoridades paganas. El autor hace cercano el testimonio de Cristo a sus discípulos hoy destinatarios de su epístola. Testimonio de Cristo y del cristiano que ha de dudar hasta el día de su Manifestación o parusía final (cfr. 2 Tm.4,1.8; Tt.2,13). Concluye con una doxología, referida a Dios como origen de la manifestación gloriosa de Jesucristo.

c.- Lc. 16,19-31: Lázaro y el rico.    

El evangelio nos presenta la vida presente  y el más allá de la muerte de un rico y de mendigo. Luego de proclamar las bienaventuranzas de los pobres y las conminaciones contra los ricos, el evangelista nos presenta el destino final de ambos. Está presente la idea de no dejarse convencer por la Escritura, lo que significa, rechazar el mensaje y al enviado de Dios. Se resalta la idea de la generosidad en esta vida y de dar cuenta de los bienes en la eternidad y el querer rectificar lo malo es imposible, sólo se puede realizar en esta vida. El corazón duro no se convierte aunque resucite un muerto. Los protagonistas son un hombre rico y un mendigo. El primero vive bien, veste bien, daba grandes banquetes cada día. Vive como si Dios no existiera, no ve a Dios mucho menos al pobre (cfr. Lc.12,19). A la puerta de su casa había un mendigo, postrado, cubierto de llagas, deseaba las sobras que caían de la mesa del rico y los perros lamían sus llagas.  Muertos ambos, la suerte de ellos es muy distinta, mientras Lázaro es llevado por los ángeles al seno de Abraham (cfr. Mt.8,11), el rico fue al infierno, lugar de los muertos, sitio de castigo y tormento. La vida perdura después de la muerte, y según cumplieran con la voluntad de Dios en esta tierra será su destino eterno en el más allá. El rico quiere cambiar su destino, y acude a Abraham que mande a Lázaro para alivie su sed, sigue viendo al mendigo como un servidor. Abraham no consiente, le recuerda haber gozado en vida de sus bienes, en cambio, Lázaro males, con lo cual se deduce que el rico, sufre no por haber sido rico, sino por haber usado mal su riqueza (cfr. Lc. 16,9). Sigue lejos de Dios, puesto que cuando vivía no hizo caso de Yahvé, sólo que no era consciente del dolor que ello suponía, por eso sufre ahora. Fue sordo a la palabra de Dios (cfr. Rm.15, 4). Lázaro, aunque quisiera no podría ir porque hay un abismo entre buenos y malos. Lázaro puso su confianza en Dios, por ello es admitido en el banquete celestial (cfr. Mt.5,3-10).  En Moisés y los profetas, en las Escrituras Dios nos dejó su palabra que nos guía para vivir para siempre con ÉL en comunión perfecta y no lejos como el destino del rico (cfr. 2Pe.1, 19). Ahora es Jesucristo es su palabra, su contenido su vida y obras, su misterio de pasión muerte y resurrección (cfr. Lc. 24, 27-46). Quien se hace su discípulo, y cumple su palabra, es preservado del infierno, porque fruto del evangelio, ella es la conversión (cfr. Hch. 2,37s). Quien no escucha la Palabra de Dios, menos se dejará convencer aunque resucite un muerto; Lázaro de Betania resucitó, sin embargo fue ese el motivo que condenó a Jesús a la muerte por parte de los fariseos (cfr. Jn.11, 46ss). Dios hizo lo que el rico pedía pero resucitando a Jesús de entre los muertos. Es la gran señal que pedían los doctores de la ley y que el rico. El rico no debe fiarse de las riquezas y apoyarse de ellas, debe buscar la voluntad de Dios, y fruto de ello, será el amor al prójimo (cfr. Is.58,6s; Sant.2,5.6.12s). La comunidad eclesial necesita siempre de esta amonestación de parte del Señor Jesús.

Teresa de Jesús enseña que en la oración podemos acostumbrarnos a estar ante la Verdad que es Dios y desde su luz mirar nuestra historia, nuestra vida y convertirnos día a día a su evangelio. “Qué será el día del juicio, cuando esta Majestad se nos mostrará claramente y veremos las ofensas que hemos hecho” (V 40,11).


LUNES

Lecturas bíblicas

a.- Zac. 8,1-8: Yo libertaré a mi pueblo del país de Oriente y de Occidente.

b.- Lc.  9, 46-50: El más pequeño de vosotros, es el más importante.

En este texto, encontramos dos temas: la disputa de los apóstoles, por saber quién es el mayor  entre ellos (vv.46-48) y el empleo del Nombre de Jesús para expulsar un demonio (vv.49-50). Después del segundo anuncio de la pasión, sin comprender las palabras de Jesús, los discípulos por su cuenta tienen su propia discusión: ¿quién es el mayor a la llegada del reino de Dios? Al anuncio del dolor que se aproxima para el Maestro, se contrasta con el anhelo de poder de parte de los discípulos, buscan la grandeza para ellos, no entienden la cruz. Jesús que conoce sus pensamientos, toma un niño, nos dice Lucas, que hay que imitar al niño o hacerse como un niño, acogerlo como si se acogiera a Jesús. Acogerlo a ÉL, significa acoger al que lo envió, es decir, a Dios Padre y su reino, lo que se extiende también a los más pequeños de la sociedad, lo menos considerados, en definitiva, abiertos a todos, porque a los grandes nadie los excluye. Poco entendieron esta vez los apóstoles, puesto que se opondrán más tarde a que los niños se acerquen a Jesús, y nuevamente discutirán sobre mayorazgos entre ellos (cfr. Lc. 18, 15; 22, 24-37). El segundo momento, tiene que ver con los intentos fallidos de los apóstoles por impedir hacer un exorcismo a un hombre que usaba el Nombre de Jesús para ello, y la reacción de Jesús. Es Juan apóstol, quien le cuenta que han tratado de detener a uno que exorcizaba en su Nombre, y le da la razón, porque no pertenece al número de los Doce. Se puede ver el intento de los discípulos de no perder protagonismo, pues ellos, estaban encargados de eso. La respuesta de Jesús  es breve y concisa: no impedírselo. Su poder es amplio y no queda circunscrito al grupo de los Doce y añade: “El que no está contra vosotros, está a favor vuestro” (v. 50), es decir, faculta de alguna manera a todas las personas a que invoquen su santo Nombre para hacer el bien, aunque no pertenezca ordinariamente, al grupo de los Doce o a la comunidad eclesial. Todos los hombres y mujeres de buena voluntad, pueden ayudar a extender el reino de Dios (cfr.Flp.1,18); se trata de lo que algunos denominan cristianos anónimos, que sin pertenecer a la Iglesia, son simpatizantes de la causa de Jesús. 

Teresa de Jesús, nos enseña a servir desde lo interior del ser humano, con limpio corazón, humildad y amor entrañable a Dios y al prójimo, “la caridad crece con ser comunicada” (V 7, 12), decía ella. Afirma también: “Quien con más…limpieza de conciencia sirviere a nuestro Señor, esa será la más santa” (6M 8,10).


MARTES

Lecturas bíblicas

a.- Zac. 8,20-23: Vendrán pueblos incontables al Señor de Jerusalén.

b.- Lc. 9, 51-56: Tomó la decisión de ir a Jerusalén.

Este evangelio marca un hito en la vida de Cristo, y de los discípulos: ha concluido la tarea evangelizadora en Galilea, ahora sube a Jerusalén a sufrir la pasión, muerte, resurrección y ascensión gloriosa a los cielos. Ha terminado el tiempo de los signos y milagros, de palabras y mensaje de amor; ahora corresponde el compromiso con la vida verdadera que debe conquistar para los suyos. Sube a Jerusalén, sube al Padre, no sólo, sino con los que crean en ÉL. Desde ahora Lucas, traza el camino de Jesucristo que asciende al Padre (cfr. Hch. 1, 2; 11,22). En pobreza y desvalimiento frente a la muerte ya cercana, Jesús va a culminar su obra redentora, camino del Padre, con lo cual queda señalada la vía que deberán recorrer los apóstoles. Subirán al cielo con Cristo, sólo si arriesgan la vida, si comparten sus sufrimientos y si asumen su misión; solo así podrán conquistar lo nuevo. Lucas insiste en poner al discípulo sobre la misma vía de Jesucristo, sus trabajos, sufrimientos y misión evangelizadora, que más tarde darán sentido al discipulado, el sufrimiento que hay en la vida, la esperanza, la pobreza y el amor al prójimo. El cristiano también debe subir a Jerusalén, a morir con Cristo al final de su vida. Los discípulos van en camino, pero necesitan aprender a padecer con ÉL el rechazo, por ejemplo de los samaritanos, como parte del auténtico seguimiento de Cristo. No los quieren recibir por dirigirse a Jerusalén, recordemos la enemistad histórica entre judíos y samaritanos, pero los discípulos, Santiago y Juan, demuestran que caminan con Jesús, pero no lo comprenden, porque piden fuego del cielo, es decir, quieren usar el poder de Dios, para vengarse contra los samaritanos, sus enemigos.  Pedir fuego del cielo, lo encontramos en Elías (cfr.1 Re. 18, 30-39; Eclo. 48, 3), y se asocia al poder judicial y bautismo con que Jesucristo bautizará a los hombres (cfr. Lc. 3, 16). Con esto se quiere enseñar que Jesús, destruye con fuego al mundo viejo del pecado y crea todo nuevo en el Espíritu Santo. Juan y Santiago quieren purificar al mundo con el fuego del juicio de Dios, para defender sus propias pretensiones, queriendo que la decisión escatológica de Dios, condene a los samaritanos. Esta es una realidad que persiste en muchos cristianos, que frente al mal del mundo, y la perversión de las costumbres, imploran fuego del cielo para quienes comenten esos errores en nuestra sociedad. Como los discípulos, esos cristianos todavía no comprenden que el camino de Jesús es otro: asumir el dolor y sufrimiento personal, y social en forma salvadora, y no hacer sufrir a los demás con las penas del infierno; se trata de transformar por la cruz de Cristo el dolor, de malo, en un servicio redentor. En el fuego arderán los que rechazan a Cristo y su evangelio, en cambio, el único fuego que nos interesa que nos consuma, es del amor de Dios y al prójimo, que el Espíritu derrama en nuestras almas para serviles como hizo Jesús.

Teresa de Jesús quiere en todo momento estar con Jesús, acompañarle en su pasión, muerte y resurrección, teniendo muy claro, por quien sufrió tanto dolores. “Si estáis con trabajos, o triste, miradle camino del Huerto…o miradle atado a la columna…o miradle cargado con la Cruz” (CV 26,5).


MIERCOLES

Lecturas bíblicas

a.- Neh. 2,1-8: Iré y reconstruiré la ciudad de mis padres.

b.- Lc. 9, 57-62: Exigencias de la vocación apostólica. Te seguiré a donde vayas.

El evangelio nos presenta la vida de  Jesús, como camino y la de sus discípulos como seguimiento. Sabemos que seguirle no conlleva ningún tipo de ventajas, al contrario, encierra riesgos y mucho valor. Al primer hombre que se ofrece a seguirle donde vaya, Jesús le dice que el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza, es decir, este seguimiento no supone premios en este mundo; sólo le ofrece al final del camino, el Calvario y la Resurrección.  Este hombre es tremendamente generoso, te seguiré donde vayas, ha previsto la exigencia de Jesús: la absoluta gratuidad. Despojado de todo, en su pobreza, es  donde se revela la fuerza de Dios (vv.57-58). Se expone a carecer de hogar y de patria, es duro no tener un lugar tranquilo para descansar. El discípulo de Jesús debe estar dispuesto a todo, a peregrinar, se expulsado, renunciar a un hogar. Al segundo es Jesús quien lo llama pero pone una condición ir a enterrar a su padre (cfr. Mc.1,14; Jn.15,16). Enterrar a los padres era un deber muy rigoroso, la ley dispensaba de otros deberes, de ahí el permiso que pide antes de seguirle (vv.59.61). La respuesta que Jesús quiere es un sí absoluto, sin condiciones, ofrece el seguimiento a todos los hombres, ingresar al reino de Dios supone asumir el sufrimiento, y fidelidad que ellos conlleva. “Dejar que los muertos entierren a sus muertos” (v. 60), nos enseña que el reino de Dios y el seguimiento de Cristo están por sobre la familia y el parentesco, sólo el amor de Dios supera todo otro amor humano. Es necesario, superar las categorías de este mundo, para seguir a Jesús, sólo su amor, ayuda a amar desde ÉL a todos los seres queridos. Lo importante es que ese amor divino, no queda encerrado en el ámbito familiar, sino abierto y fecundo al misterio del amor de Dios Trinidad, amor que es servicio al prójimo. Un tercero, quiere seguirle pero primero quiere despedirse de los suyos. Tomar el arado y no mirar hacia atrás (v. 62), viene a significar tomar una decisión firme respecto del seguimiento de Cristo, recibir el reino de Dios es asumirlo en su totalidad, desde ese riego, se ama la familia, el trabajo la vida que Dios regala con el amor y sacrificio que el camino de Jesucristo nos entrega para vivir responsablemente. Pide lo mismo que Eliseo (cfr.1Re.19,20s). Jesús pide disponibilidad absoluta, exige desprendimiento de los familiares, desapego de lo que exige hasta el corazón. Al discípulo se le enseña, de qué debe separase, sino hacia dónde dirigir sus pasos. Por la comunión de vida con Jesús, el hombre se hace digno de la misión confiada de anunciar el reino de los cielos, de ahí que su pensar y querer sea sin divisiones. El discípulo no tiene hogar permanente, porque como Jesús, camina hacia Jerusalén donde le espera la cruz y la gloria de la resurrección.  

Teresa de Jesús exhorta a sus hijos e hijas a continuamente redescubrir la llamada que el Señor ha hecho a cada uno a vivir su consagración religiosa en el Carmelo. “Es harta misericordia la que las hace Dios, porque, puesto que son muchos los llamados, pocos son los escogidos (cfr. Mt 20,16), así digo ahora que, aunque todas las que traemos este hábito sagrado del Carmen somos llamadas a la oración y contemplación, porque este fue nuestro principio; de esta casta venimos, de aquellos santos padres nuestros del Monte Carmelo que en tan gran soledad y con tantos desprecios del mundo buscaban este tesoro, esta preciosa margarita de que hablamos, pocas nos disponemos para que nos la descubra el Señor; porque, cuanto a lo exterior, vamos bien para llegar a lo que es menester; en las virtudes, para llegar aquí, hemos menester mucho y no nos descuidar poco ni mucho. Por eso, hermanas mías, alto a pedir al Señor, que pues en alguna manera podemos gozar del cielo en la tierra, que nos dé su favor para que no quede por nuestra culpa, y nos muestre el camino, y dé fuerzas en el alma para cavar hasta hallar este tesoro escondido (Mt 13,44), pues es verdad que le hay en nosotras mismas; que esto querría yo dar a entender, si el Señor es servido que sepa.” (5 M 1,2).


JUEVES

Lecturas bíblicas

a.- Neh. 8,1-12: Esdras abrió el libro de la ley.

b.- Lc. 10, 1-12: Misión de los setenta y dos discípulos.

Este evangelio nos habla de la misión confiada por Cristo Jesús a Setenta y dos discípulos. Con el envío de los Setenta y dos, como el de los Doce, Jesús nos enseña que su misión está abierta para quien quiera participar en ella. El número setenta representa a la naciones de la que habla la Escritura, y por ello Jesús llama a toda la humanidad (cfr. Gn.10).  La mies es mucha, pero los trabajadores son pocos, porque son pocos, los que se deciden por Cristo, su evangelio, su Iglesia; los Setenta y dos, número de plenitud, representa a todos los evangelizadores que vendrán a trabajar en la Viña del Señor, que es la Iglesia. Por ahora los discípulos van a Palestina, de dos en dos, van delante del Señor, preparan su llegada; los límites desaparecerán luego de la Ascensión de Jesús a los cielos (cfr. Dt.19, 15; Mt.18,16). ¿Cuáles son las características de esta misión? Lo primero, es que el reino de Dios ha llegado con Cristo Jesús; la misión se entiende como enviados por Jesús, el poder de Dios les acompañará;  es el reino que genera misioneros que lo anuncien a los hombres. Un segundo aspecto es que  Jesús les advierte que los envía, como ovejas en medio de lobos, es decir, encontrarán gente que rechace el mensaje y al mensajero, por lo tanto, deberán sacudir el polvo de sus pies, sin dejar de anunciarles que “el reino de Dios está cerca” (v. 11). Van sin aprovisionamiento y toda defensa humana, confiados como Israel, que su Pastor los cuida y salva. Jesús envía a los Setenta y dos discípulos como pobres, son el nuevo núcleo de Israel, la pobreza es necesaria para ingresar en el reino de Dios y los que lo anuncian deben vivirla (cfr.Mt.5, 3s; Lc.6, 20). No saludar por el camino viene a significar, no dejarse distraer de la misión (cfr. Hch. 8, 30). El método de misionar es ir de casa en casa, con el saludo y el don  de la paz (cfr. Hch.10, 36). La paz se posa sobre quien la recibe, ha sido elegido para la salvación, el saludo produce lo que expresan como el espíritu que comunicó Moisés a los setenta ancianos (cfr. Núm.11, 26; 2 Re.2, 15; Is. 45,23). A estos dones dados por el misionero, corresponderá la hospitalidad de los beneficiados, cuidando los discípulos de no cambiar de casa buscando bienestar, comer lo que les presenten, sanar a los enfermos y a todos anunciar la llegada del reino de Dios (cfr.1 Tim.5,18; 1Cor.9,11; 10,27; Hch.15). Ante la ciudad que los rechacen, hasta el polvo de sus pies sacudirán, como signo de rompimiento de ellos con Israel, porque al anuncio del juicio, le sigue el Juicio, si se cierra al anuncio, atrae sobre sí la condenación, sino se arrepiente y se convierte. Mientras ellos alcanzarán la palma de la victoria por su fidelidad a Cristo y su anuncio del evangelio, esos fracasarán en el negocio más importante de la vida: la salvación eterna. 

Teresa de Jesús, quiso la paz que el Señor le regaló por medio de la contemplación y el compromiso con su vida religiosa. “¡Oh Jesús, y quién supiera las muchas cosas de la Escritura que debe haber para dar a entender esta paz del alma! ¡Dios mío, pues veis lo que nos importa, haced que quieran los cristianos buscarla, y a los que la habéis dado no se la quitéis por vuestra misericordia; que, en fin, hasta que le deis la verdadera y la llevéis adonde no se puede acabar, siempre se ha de vivir con temor! Digo «la verdadera», no porque entienda ésta no lo es, sino porque se podría tornar la guerra primera si nosotros nos apartásemos de Dios” (7M 3,13).


VIERNES

Lecturas bíblicas

a.- Bar. 1, 15-22: Pecamos contra el Señor no haciendo caso.

b.- Lc. 10, 13-16: Quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.

Este  breve pasaje del evangelio, es una clara condena contra Corazaim y de Betsaida, a la que se agrega Cafarnaúm, lugares donde Jesús había realizado una intensa actividad, donde los milagros manifestaban su poder divino. Su centro era ahora precisamente Cafarnún, por eso se le pueden aplicar las palabras del profeta dirigidas al rey de Babilonia: “Tú, que decías en tu corazón: Subiré a los cielos; en lo alto, sobre las estrellas de Dios, elevaré mi trono; me instalaré en el monte santo, en las profundidades del aquilón. Subiré sobre la cumbre de las nubes y seré igual al Altísimo. Pues bien, al sepulcro has bajado, a las profundidades del abismo” (Is.14, 13-15).  A ella la consideraba su ciudad, y como a las otras ciudades les ofreció la salvación, poder y gloria, las exaltó para darles participación en el reino de Dios. Los milagros obrados en ellas estaban destinados para reflexionar, reconocer la voluntad de Dios, disponerlos a la conversión. Pero ninguna de ellas cumplió con la oferta de salvación que Dios les hacía, de ahí la amenaza de Jesús con el Juicio final. A mayor gracia que se les había manifestado, tanto más se les ha de pedir en el Juicio final. Si Tiro y Sidón, ciudades paganas hubiesen sido visitadas por Dios, habrían hecho penitencia, cubiertos de sacos y ceniza. Como Dios sabe que otros hubieran aprovechado mejor la gracia que ahora se les ofrece a estas ciudades, Corazín y Betsaida, a unas juzgará con suavidad, en cambio, a otras con mayor severidad. El castigo a estas ciudades galileas, es la medida de lo que sucederá en el futuro a otras ciudades que rechacen a Jesús en sus enviados. Lo que pudo ser motivo de salvación, se convierte en sentencia de condena, porque no se prestó atención a la conversión que exige el evangelio. Es la última llamada de conversión al corazón de hombre, son los últimos tiempos, los del Mesías.  «Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza  a mí, rechaza al que me ha enviado.» (v. 16). El enviado es como el que envía; en cada enviado viene Jesús y en ÉL Dios Padre. Sus palabras son el evangelio de Jesús y esas palabras las pronuncia Dios.  Quien las acepta o rechaza, acepta o rechaza a Jesús y la palabra de Dios (cfr. Jn.5, 23). Entre Dios y los enviados está Jesús, como el único Mediador, para ejercer esta mediación se sirve de sus enviados; los hombres son conducidos a Dios por medio de hombres. Pablo fue enviado a Ananías y sabrá lo que ha de hacer (cfr. Hch. 9, 6). Los mensajeros son servidores de la palabra anunciada. Entre oír y no hacerlo, no se puede permanecer en forma indiferente; quien no está a favor de Jesús está contra ÉL. Quien no acepta la palabra de Jesús, no la acepta, ni cumple, en el fondo la desprecia. Sólo la conversión nos puede salvar y ella nos viene por Jesucristo.    

Teresa de Jesús, tenía buena conciencia de saber que todo venía de la mano de Dios para su vida, sobre todo después de su famosa conversión. “No había fuerzas en mi alma para salvarse, si su Majestad con tantas fuerzas no se las pusiera” (V 18,5).


SABADO

Lecturas bíblicas

a.- Bar. 4,5-12.27-29: ¡Ánimo, hijos, gritad a Dios!

b.- Lc. 10, 17-24: Estad alegres, porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.

Este evangelio tiene dos momentos bien precisos: el regreso de los setenta y dos discípulos (vv.17-20) y la revelación del Evangelio a los sencillos (vv.21-24). Muy contentos por la misión llevada a cabo por los discípulos, Jesús revela el verdadero sentido de la misma. La llegada del reino de Dios y la obra de Jesús, supone la caída de Satanás y de su poder en el mundo. En apocalíptica judía, se pensaba que Satanás había puesto su trono en las esferas superiores, desde donde gobernaba a los hombres, la misión evangelizadora alcanza también lo cósmico, donde el destino de la realidad  está en juego con la presencia de Dios en la vida de los hombres, y la caída del poder de Satanás (v. 18). Los predicadores de la palabra son capaces de vencer el mal, lo mismo el cristiano, al mundo, en la sociedad y a nivel personal. Las palabras de Jesús y caída de Satanás, recuerdan las que fueron dirigidas a Nabucodonosor (cfr. Is.14, 12. 15). Vencer al mal es obra y fruto de la muerte en cruz de Cristo y sus glorificación: “Éste es el momento de la condenación de este mundo; ahora el jefe de este mundo será arrojado fuera” (Jn.12, 23). Los creyentes en Cristo se les declara dichosos, porque están viviendo la plenitud de los tiempos del Mesías, que los profetas habían anunciado y los hombres habían esperado. Lo más importante es la cercanía con Cristo y su evangelio, es decir, el encuentro personal con Dios, los hace acreedores que sus nombres están inscritos en el cielo (v. 20). Esta victoria de los misioneros sobre las fuerzas del mal, revela lo más íntimo de la condición humana, en el sentido que el hombre no es esclavo de las fuerzas de la naturaleza, ni del mal, ni tampoco de la miseria propia ni ajena. A los misioneros de Jesús se les ha confiado el poder de vencer el mal, en todas sus manifestaciones, porque es como si fuera el propio Jesús, quien librara la batalla con el demonio. Los Doce forman parte del triunfo de Jesús, a los que se agregan ahora los Setenta y dos discípulos. Tienen poder sobre serpientes y escorpiones, el Mesías prometido, camina por sobre ellos (cfr. Sal.91, 13). Los discípulos tienen poder contra todos las fuerzas del enemigo, porque vencen en amor de Jesucristo (cfr. Rm. 8, 37-39). La razón suprema de gozo de los discípulos es su elección predestinación a la vida eterna y sus nombres escritos en el libro de la vida (cfr. Sal .69, 29; Ex.32, 52s; Is.,4,3; 56,5; Dan.12,1; Ap.3,5; 13,8). En un segundo tiempo, Jesús lleno de gozo eleva su acción de gracias al Padre, movido por la fuerza del Espíritu Santo (cfr.Lc.1, 41; 1, 67; Rom.8, 14). La revelación que hace Jesús, es porque agradece y alaba al Padre que ha hecho a los pequeños y manifiesta la admirable unión entre ellos (v. 22; cfr. Mc.14, 36; Lc. 8,10; 1 Cor.1, 26; Lc. 4,18). Qué gran importancia le da Jesús al conocimiento, es decir, estar unidos con ÉL y a través de ÉL con el Padre. Esta unidad del Padre y del Hijo está abierta a todos los que creen en Jesucristo (cfr. Mt.28,18; Jn.3,35). Entendida así la misión no sería otra cosa que la expansión del amor  del Padre y del Hijo y que llega a los pequeños e ingresan en esa intimidad divina por la aceptación de la predicación del evangelio de la gracia, mientras que para los poderosos de este mundo, esta sabiduría permanece escondida porque para ellos llega la destrucción de todo poderío mundano que se opone al reino de Dios (cfr. Jn.10, 14. 30; 17,2-3; Rm. 8,15; Gál. 4,6). Jesús declara dichos a sus discípulos por lo que ven y escuchan por el conocimiento del Mesías y del tiempo de salvación que con ellos se inaugura. Dichosos porque son pequeños, la fe que los penetra y les da el conocimiento acerca de Jesús, sólo a ellos les proporciona verlo y escucharlo, causa de júbilo que se prolonga hasta la vida eterna.

Teresa de Jesús, mujer alegre por naturaleza, hace de ella un apostolado para servir de  mejor ánimo al Señor Jesús. “Si estáis alegres miradle resucitado, que con sólo imaginar cómo salió del sepulcro, os alegrará. Mas ¡Con qué claridad y con qué hermosura! ¡Con qué majestad, qué victorioso, qué alegre!” (CV 26,4).

P.  Julio González C.


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