CAMINO DE PERFECCIÓN
INTRODUCCIÓN
Este libro trata de avisos y consejos que da Teresa
de Jesús a las hermanas religiosas e hijas suyas de los monasterios que con el favor
de nuestro Señor y de la gloriosa Virgen Madre de Dios, Señora nuestra, ha
fundado de la Regla primera de nuestra Señora del Carmen. En especial le dirige
a las hermanas del monasterio de San José de Avila, que fue el primero, de
donde ella era priora cuando le escribió (1).
En todo lo que en él dijere, me sujeto a lo que tiene
la madre Santa Iglesia Romana, y si alguna cosa fuere contraria a esto, es por
no lo entender. Y así, a los letrados que lo han de ver, pido, por amor de
nuestro Señor, que muy particularmente lo miren y enmienden si alguna falta en
esto hubiere, y otras muchas que tendrá en otras cosas. Si algo hubiere bueno,
sea para gloria y honr de Dios y servicio de su sacratísima Madre, Patrona y
Señora nuestra, cuyo hábito yo tengo, aunque harto indigna de él (2).
NOTAS
1 Un censor anotó enseguida: "Yo he visto este
libro, y lo que de él me parece está escrito al cabo de él y firmado de mi
nombre". El fin del libro se halla, en un papel suelto, la
"aprobación", pero sin firma. A lo largo del autógrafo, el mismo
censor tachó, enmendó y glosó profusamente el texto de la Santa. Los editores
han creído tratarse del P. Báñez, pero equivocadamente.
2 Tomamos esta protesta del ms. de Toledo. Fue
compuesta por la Santa al preparar el libro para la edición. Precede el
encabezamiento: "Comienza el tratado llamado Camino de perfección".
1. Sabiendo las hermanas de este monasterio de San
José cómo tenía licencia del Padre Presentado Fray Domingo Bañes (1), de la
Orden del glorioso Santo Domingo, que al presente es mi confesor, para escribir
algunas cosas de oración en que parece podré atinar por haber tratado con
muchas personas espirituales y santas, me han tanto importunado les diga algo
de ella, que me he determinado a las obedecer, viendo que el amor grande que me
tienen puede hacer más acepto lo imperfecto y por mal estilo que yo les dijere,
que algunos libros que están muy bien escritos de quien sabía lo que escribe
(2). Y confío en sus oraciones que podrá ser por ellas el Señor se sirva
acierte a decir algo de lo que al modo y manera de vivir que se lleva en esta
casa conviene (3). Y si fuere mal acertado, el Padre Presentado que lo ha de
ver primero, lo remediará o lo quemará, y yo no habré perdido nada en obedecer
a estas siervas de Dios, y verán lo que tengo de mí cuando Su Majestad no me
ayuda.
2. Pienso poner algunos remedios para algunas
tentaciones menudas que pone el demonio (4), que -por serlo tanto- por ventura
no hacen caso de ellas, y otras cosas, como el Señor me diere a entender y se
me fueren acordando, que como no sé lo que he de decir, no puedo decirlo con
concierto; y creo es lo mejor no le llevar, pues es cosa tan desconcertada
hacer yo esto. El Señor ponga en todo lo que hiciere sus manos para que vaya
conforme a su santa voluntad, pues son éstos mis deseos siempre, aunque las
obras tan faltas como yo soy.
3. Sé que no falta el amor y deseo en mí para ayudar
en lo que yo pudiere para que las almas de mis hermanas vayan muy adelante en
el servicio del Señor. Y este amor, junto con los años y experiencia que tengo
de algunos monasterios, podrá ser aproveche para atinar en cosas menudas más
que los letrados, que por tener otras ocupaciones más importantes y ser varones
fuertes no hacen tanto caso de cosas que en sí no parecen nada, y a cosa tan
flaca como somos las mujeres todo nos puede dañar; porque las sutilezas del
demonio son muchas para las muy encerradas, que ven son menester armas nuevas
para dañar. Yo, como ruin, heme sabido mal defender, y así querría escarmentasen
mis hermanas en mí. No diré cosa que en mí, o por verla en otras, no la tenga
por experiencia (5).
4. Pocos días ha me mandaron escribiese cierta
relación de mi vida, adonde también traté algunas cosas de oración (6). Podrá
ser no quiera mi confesor le veáis, y por esto pondré aquí alguna cosa de lo
que allí va dicho y otras que también me parecerán necesarias. El Señor lo
ponga por su mano, como le he suplicado, y lo ordene para su mayor gloria,
amén.
NOTAS
1 Un censor (quizá el mismo
interesado) tachó: fray Domingo Bañes. El mismo repitió la tacha sobre el
propio nombre en el epílogo del libro )c. 42, n. 7). En cambio la Autora, al
preparar el ms. de Toledo para la edición tuvo en cuenta el nuevo título del
catedrático de Prima y tachó Presentado, para escribir entre líneas: Maestro,
añadiendo luego del nombre: catedrático de Salamanca. -Sobre Báñez, véase Vida
c. 36, n. 15, nota 27.
2 Al margen anotó uno de los
censores: "San Gregorio escribió sobre Job los Morales importunado de
siervos de Dios confiando en sus oraciones, como él dice".
3 En la 1ª redacción había escrito
así: ... me han tanto importunado lo haga por tenerme tanto amor que, aunque
hay libros muchos que de esto tratan y quien sabe bien y ha sabido lo que
escribe, parece la voluntad hace aceptas algunas cosas imperfectas y faltas más
que otras muy perfectas; y, como digo, ha sido tanto el deseo que las he visto
y la importunación, que me he determinado a hacerlo, pareciéndome por sus
oraciones y humildad querrá el Señor acierte algo a decir que les aproveche, y
me lo dará para que se lo dé.
4 En la 1ª redacción: Pienso poner
algunos remedios para tentaciones de religiosas...
5 En la 1ª redacción había añadido:
o dada en oración a entender por el Señor.
6 Alude al Libro de la Vida.
De la causa que me movió a hacer con
tanta estrechura este monasterio.
1. Al principio que se comenzó este monasterio a
fundar (por las causas que en el libro tengo escrito (1) están dichas, con
algunas grandezas del Señor, en que dio a entender se había mucho de servir en
esta casa), no era mi intención hubiera tanta aspereza en lo exterior ni que
fuese sin renta, antes quisiera hubiera posibilidad para que no faltara nada.
En fin, como flaca y ruin; aunque algunos buenos intentos llevaba más que mi
regalo.
2. En este tiempo vinieron a mi noticia los daños de
Francia y el estrago que habían hecho estos luteranos y cuánto iba en
crecimiento esta desventurada secta (2). Dime gran fatiga, y como si yo pudiera
algo o fuera algo, lloraba con el Señor y le suplicaba remediase tanto mal.
Parecíame que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las muchas que
allí se perdían. Y como me vi mujer y ruin e imposibilitada de aprovechar en lo
que yo quisiera en el ser servicio del Señor, y toda mi ansia era, y aún es,
que pues tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que ésos fuesen buenos,
determiné a hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos
evangélicos con toda la perfección que yo pudiese y procurar que estas poquitas
que están aquí hiciesen lo mismo, confiada en la gran bondad de Dios, que nunca
falta de ayudar a quien por él se determina a dejarlo todo; y que siendo tales
cuales yo las pintaba en mis deseos, entre sus virtudes no tendrían fuerza mis
faltas, y podría yo contentar en algo al Señor, y que todas ocupadas en oración
por los que son defendedores de la Iglesia y predicadores y letrados que la
defienden, ayudásemos en lo que pudiésemos a este Señor mío, que tan apretado
le traen (3) a los que ha hecho tanto bien, que parece le querrían tornar ahora
ala cruz estos traidores y que no tuviese adonde reclinar la cabeza.
3. ¡Oh Redentor mío, que no puede mi corazón llegar
aquí sin fatigarse mucho! ¿Qué es esto ahora de los cristianos? ¿Siempre han de
ser los que más os deben los que os fatiguen? ¿A los que mejores obras hacéis,
a los que escogéis para vuestros amigos, entre los que andáis y os comunicáis
por los sacramentos? ¿No están hartos de los tormentos que por ellos habéis
pasado?
4. Por cierto, Señor mío, no hace nada quien ahora se
aparta del mundo. Pues a Vos os tienen tan poco ley, ¿qué esperamos nosotros?
¿Por ventura merecemos nosotros mejor nos la tengan? ¿por ventura hémosles
hecho mejores obras para que nos guarden amistad? ¿qué es esto? ¿qué esperamos
yo los que por la bondad del Señor estamos sin aquella roña pestilencial, que
ya aquéllos son del demonio? Buen castigo han ganado por sus manos y bien han
granjeado con sus deleites fuego eterno. ¡Allá se lo hayan!, aunque no me deja
de quebrar el corazón ver tantas almas como se pierden. Mas del mal no tanto:
querría no ver perder más cada día.
5. ¡Oh hermanas mías en Cristo! ayudadme a suplicar
esto al Señor, que para eso os juntó aquí; éste es vuestro llamamiento, éstos
han de ser vuestros negocios, éstos han de ser vuestros deseos, aquí vuestras
lágrimas, éstas vuestras peticiones; no, hermanas mías, por negocios del mundo;
que yo me río y aun me congojo de las cosas que aquí nos vienen a encargar
supliquemos a Dios, de pedir a Su Majestad rentas y dineros, y algunas personas
que querría yo suplicasen a Dios los repisasen todos. Ellos buena intención
tienen y, en fin, se hace por ver su devoción, aunque tengo para mí que en
estas cosas nunca me oye. Estáse ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar
a Cristo, como dicen, pues le levantan mil testimonios, quieren poner su
Iglesia por el suelo, ¿y hemos de gastar tiempo en cosas que por ventura, si
Dios se las diese, tendríamos un alma menos en el cielo? No, hermanas mías, no
es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia.
6. Por cierto que, si no mirase a la flaqueza humana,
que se consuela que las ayuden en todo (y) es bien si fuésemos algo), que
holgaría se entendiese no son éstas las cosas que se han de suplicar a Dios con
tanto cuidado.
NOTAS
1 El Libro de la Vida, de que se ha
hablado en el n. anterior: cf. cc. 32-36.
2 Al margen escribió el mismo censor
(cf. Pról. n. 1 nota 2): "El intento que le motivó a escribir vida tan
estrecha"
3 Completar: tan apretado le traen
aquellos a los que... -Sigue una alusión a Lc 9, 58.
Que trata cómo se han de descuidar
de las necesidades corporales, y del bien que hay en la pobreza.
1. No penséis, hermanas mías, que por no andar a
contentar a los del mundo os ha de faltar de comer, yo os aseguro. Jamás por
artificios humanos pretendáis sustentaros, que moriréis de hambre, y con razón.
Los ojos en vuestro esposo; él os ha de sustentar. Contento él, aunque no
quieran, os darán de comer los menos vuestros devotos, como lo habéis visto por
experiencia. Si haciendo vosotras esto muriereis de hambre, ¡bienaventuradas
las monjas de San José! Esto no se os olvide, por amor del Señor. Pues dejáis
la renta, dejad el cuidado de la comida; si no, todo va perdido. Los que quiere
el Señor que la tengan, tengan enhorabuena esos cuidados, que es mucha razón,
pues es su llamamiento; mas nosotras, hermanas, es disparate.
2. Cuidado de rentas ajenas, me parece a mí sería
estar pensando en lo que los otros gozan. Sí, que por vuestro cuidado no muda
el otro su pensamiento ni se le pone deseo de dar limosna. Dejad ese cuidado a
quien los puede mover a todos, que es el Señor de las rentas y de los renteros.
Por su mandamiento venimos aquí; verdaderas son sus palabras; no pueden faltar;
antes faltarán los cielos y la tierra (1.) No le faltemos nosotras, que no
hayáis miedo que falte. Y si alguna vez os faltare, será para mayor bien, como
faltaban las vidas a los santos cuando los mataban por el Señor, y era para
aumentarles la gloria por el martirio. Buen trueco sería acabar presto con todo
y gozar de la hartura perdurable.
3. Mirad, hermanas, que va mucho en esto muerta yo,
que para esto os lo dejo escrito; que mientras yo viviere os lo acordaré, que por
experiencia veo la gran ganancia: cuando menos hay, más descuidada estoy, y
sabe el Señor que, a mi parecer, me da más pena cuando mucho sobra que cuando
nos falta. No sé si lo hace como ya tengo visto nos lo da luego el Señor. Sería
engañar el mundo otra cosa, hacernos pobres no lo siendo de espíritu, sino en
lo exterior. Conciencia se me haría, a manera de decir, y parecerme hía era
pedir limosna las ricas, y plega a Dios no sea así, que adonde hay estos
cuidados demasiados de que den, una vez u otra se irán por la costumbre, o
podrían ir y pedir lo que no han menester, por ventura a quien tiene más
necesidad. Y aunque ellos no pueden perder nada sino ganar, nosotras
perderíamos. No plega a Dios, mis hijas. Cuando esto hubiera de ser, más
quisiera tuvierais renta.
4. En ninguna manera se ocupe en esto el pensamiento,
os pido por amor de Dios en limosna. Y la más chiquita, cuando esto entendiese
alguna vez en esta casa, clame a Su Majestad y acuérdelo a la mayor. Con
humildad le diga que va errada; y valo tanto, que poco a poco se va perdiendo
la verdadera pobreza. Yo espero en el Señor no será así ni dejará a sus
siervas. Y para esto, aunque no sea para más, aproveche esto que me habéis
mandado escribir por despertador.
5. Y crean, mis hijas, que para vuestro bien me ha
dado el Señor un poquito a entender los bienes que hay en la santa pobreza, y
las que lo probaren lo entenderán, quizá no tanto como yo; porque no sólo no
había sido pobre de espíritu, aunque lo tenía profesado, sino loca de espíritu.
Ello es un bien que todos los bienes del mundo encierra en sí (2). Es un
señorío grande. Digo que es señorear todos los bienes de él otra vez a quien no
se le da nada de ellos. ¿Qué se me da a mí de los reyes y señores, si no quiero
sus rentas, ni de tenerlos contentos, si un tantito se atraviesa haber de
descontentar en algo por ellos a Dios? ¿Ni qué se me da de sus honras, si tengo
entendido en lo que está ser muy honrado un pobre, que es en ser verdaderamente
pobre?
6. Tengo para mí que honras y dineros casi siempre
andan juntos, y que quien quiere honra no aborrece dineros, y que quien los
aborrece que se le da poco de honra. Entiéndase bien esto, que me parece que
esto de honra siempre trae consigo algún interés de rentas o dineros; porque
por maravilla hay honrado (3) en el mundo si es pobre; antes, aunque lo sea en
sí, le tienen en poco. La verdadera pobreza trae una honraza consigo que no hay
quien la sufra; la pobreza que es tomada por solo Dios, digo, no ha menester
contentar a nadie, sino a él. Y es cosa muy cierta, en no habiendo menester a
nadie, tener muchos amigos. Yo lo tengo bien visto por experiencia.
7. Porque hay tanto escrito de esta virtud que no lo
sabré yo entender, cuánto más decir, y por no la agraviar en loarla yo, no digo
más de ella. Sólo he dicho lo que he visto por experiencia, y yo confieso que
he ido tan embebida, que no me he entendido hasta ahora. Mas, pues está dicho,
por amor del Señor, pues son nuestras armas la santa pobreza y lo que al
principio de la fundación de nuestra Orden tanto se estimaba y guardaba en
nuestros santos Padres (que) me ha dicho quien la sabe, que de un día para otro
no guardaban nada), ya que en tanta perfección en lo exterior no se guarde, en
lo interior procuremos tenerla. Dos horas son de vida, grandísimo el premio; y
cuando no hubiera ninguno sino cumplir lo que nos aconsejó el Señor, era grande
la paga imitar en algo a Su Majestad.
8. Estas armas han de tener nuestras banderas, que de
todas maneras lo queramos guardar: en casa, en vestidos, en palabras y mucho
más en el pensamiento. Y mientras esto hicieren, no hayan miedo caiga la
religión de esta casa, con el favor de Dios; que, como decía Santa Clara,
grandes muros son los de la pobreza. De éstos, decía ella, y de humildad quería
cercar sus monasterios (4). Y a buen seguro, si se guarda de verdad, que esté
la honestidad y todo lo demás fortalecido mucho mejor que con muy suntuosos
edificios. De esto se guarden; por amor de Dios y por su sangre se lo pido yo;
y si con conciencia puedo decir, que el día que tal hicieren se torne a caer
(5).
9. Muy mal parece, hijas mías, de la hacienda de los
pobrecitos se hagan grandes casas. No lo permita Dios, sino pobre en todo y
chica. Parezcámonos en algo a nuestro Rey, que no tuvo casa, sino en el portal
de Belén adonde nació, y la cruz adonde murió. Casas eran éstas adonde se podía
tener poca recreación. Los que las hacen grandes, ellos se entenderán; llevan
otros intentos santos. Mas trece pobrecitas, cualquier rincón les basta. Si
porque es menester por el mucho encerramiento tuvieren campo (y) aun ayuda a la
oración y devoción) con algunas ermitas para apartarse a orar, enhorabuena; mas
edificios y casa grande ni curioso nada, ¡Dios nos libre! Siempre os acordad se
ha de caer todo el día del juicio; ¿qué sabemos si será presto?
10. Pues hacer mucho ruido al caerse casa de trece
pobrecillas no es bien, que los pobres verdaderos no han de hacer ruido; gente
sin ruido ha de ser para que los hayan lástima. Y cómo se holgarán si ven
alguno por la limosna que les ha hecho librarse del infierno; que todo es
posible, porque están muy obligadas a rogar por sus almas muy continuamente,
pues os dan de comer; (6) que también quiere el Señor que, aunque viene de su
parte, lo agradezcamos a las personas por cuyo medio nos lo da; y de esto no
haya descuido.
11. No sé lo que había comenzado a decir, que me he
divertido. Creo lo ha querido el Señor, porque nunca pensé escribir lo que aquí
he dicho. Su Majestad nos tenga siempre de su mano para que no se caiga de
ello, amén.
NOTAS
1 Cf. Lc. 21, 33.
2 En la 1ª redacción se lee: ...
todos los bienes del mundo encierra en sí y, creo, muchos de los de todas las
virtudes. En esto no me afirmo, porque no sé el valor que tiene cada una, y lo
que no me parece entiendo bien, no lo dirá; mas tengo para mí que abraza a
muchas.
3 Honrado: ser objeto de honores.
4 Lo leyó en una de las vidas de S.
Clara. En 1526 se había editado en Toledo la Leyenda mayor de S. Francisco y S.
Clara, de S. Buenaventura (n. 13. BAC p. 144).
5 En la 1ª redacción había escrito
con mucha más fuerza: y si con conciencia puedo [?] decir que el día que tal
quisieren se torne a caer que las mate a todas, yendo con buena conciencia, lo
digo y lo suplicará a Dios.
6 El mismo inciso en cursiva está tomado
de la 1ª redacción. La Santa lo omitió por descuido al pasar la página. Ya fray
Luis de León (p. 10) lo introdujo en el texto. La propia Santa, al corregir el
ms. de Salamanca, enmendó entre líneas: "muy obligadas de encomendarlos a
Dios".
Prosigue lo que en el primero
comencé a tratar, y persuade a las hermanas a que se ocupen
1. Tornando a lo principal (1) para lo que el Señor
nos juntó en esta casa y por lo que yo mucho deseo seamos algo para que
contentemos a Su Majestad, digo que viendo tan grandes males que fuerzas
humanas no bastan a atajar este fuego de estos herejes, con que (2) se ha
pretendido hacer gente para si pudieran a fuerza de armas remediar tan gran mal
y que va tan adelante, hame parecido es menester como cuando los enemigos en
tiempo de guerra han corrido toda la tierra, y viéndose el Señor de ella
apretado se recoge a una ciudad, que hace muy bien fortalecer, y desde allí
acaece algunas veces dar en los contrarios y ser tales los que están en la
ciudad, como es gente escogida, que pueden más ellos a solas que con muchos
soldados, si eran cobardes, pudieron, y muchas veces se gana de esta manera
victoria; al menos, aunque no se gane, no los vencen; porque, como no haya
traidor, si no es por hambre, no los pueden ganar. Acá esta hambre no la puede
haber que baste a que se rindan; a morir sí, mas no a quedar vencidos.
2. Mas ¿para qué he dicho esto? Para que entendáis,
hermanas mías, que lo que hemos de pedir a Dios es que en este castillito que
hay ya de buenos cristianos no se nos vaya ya ninguno con los contrarios, y a
los capitanes de este castillo o ciudad, los haga muy aventajados en el camino
del Señor, que son los predicadores y teólogos; y pues los más están en las
religiones, que vayan muy adelante en su perfección y llamamiento, que es muy
necesario; que ya, como tengo dicho (3), nos ha de valer el brazo eclesiástico
y no el seglar. Y pues para lo uno ni lo otro no valemos nada para ayudar a
nuestro Rey, procuremos ser tales que valgan nuestras oraciones para ayudar a
estos siervos de Dios, que con tanto trabajo se han fortalecido con letras y
buena vida y trabajado para ayudar ahora al Señor.
3. Podrá ser digáis que para qué encarezco tanto esto
y digo hemos de ayudar a los que son mejores que nosotras. Yo os lo diré,
porque aún no creo entendéis bien lo mucho que debéis al Señor en traeros
adonde tan quitadas estáis de negocios y ocasiones y tratos: es grandísima merced
ésta; lo que no están los que digo (4), ni es bien que estén, en estos tiempos
menos que en otros; porque han de ser los que esfuercen la gente flaca y pongan
ánimo a los pequeños. ¡Buenos quedarían los soldados sin capitanes! Han de
vivir entre los hombres y tratar con los hombres y estar en los palacios y aun
hacerse algunas veces con ellos en lo exterior. ¿Pensáis, hijas mías, que es
menester poco para tratar con el mundo y vivir en el mundo y tratar negocios
del mundo y hacerse, como he dicho (5), a la conversación del mundo, y ser en
lo interior extraños del mundo y enemigos del mundo y estar como quien está en
destierro y, en fin, no ser hombres sino ángeles?
Porque a no ser esto así, ni merecen nombre de
capitanes, ni permita el Señor salgan de sus celdas, que más daño harán que
provecho. Porque no es ahora tiempo de ver imperfecciones en los que han de
enseñar; [4] y si en lo interior no están fortalecidos en entender lo mucho que
va en tenerlo todo debajo de los pies y estar desasidos de las cosas que se
acaban y asidos a las eternas, por mucho que lo quieran encubrir, han de dar
señal. Pues ¿con quién lo han sino con el mundo? No hayan miedo se lo perdone,
ni que ninguna imperfección dejen de entender. Cosas buenas, muchas se les
pasarán por alto, y aun por ventura no las tendrán por tales; mas mala o
imperfecta, no hayan miedo. Ahora yo me espanto quién los muestra la
perfección, no para guardarla (que) de esto ninguna obligación les parece
tienen, harto les parece hacen si guardan razonablemente los mandamientos),
sino para condenar, y a las veces lo que es virtud les parece regalo.
Así que no penséis es menester poco favor de Dios
para esta gran batalla adonde se meten, sino grandísimo.
5. Para estas dos cosas os pido yo procuréis ser
tales que merezcamos alcanzarlas de Dios: la una, que haya muchos, de los muy
muchos letrados y religiosos que hay, que tengan las partes que son menester
para esto, como he dicho, y a los que no están muy dispuestos, los disponga el
Señor; que más hará uno perfecto que muchos que no lo estén. La otra, que
después de puestos en esta pelea, que -como digo- (6) no es pequeña, los tenga
el Señor de su mano para que puedan librarse de tantos peligros como hay en el
mundo y tapar los oídos, en este peligroso mar, del canto de las sirenas. Y si
en esto podemos algo con Dios, estando encerradas peleamos por El, y daré yo
por muy bien empleados los trabajos que he pasado por hacer este rincón (7),
adonde también pretendí se guardase esta Regla de nuestra Señora y Emperadora
con la perfección que se comenzó.
6. No os parezca inútil ser continua esta petición,
porque hay algunas personas que les parece recia cosa no rezar mucho por su
alma; y ¿qué mejor oración que ésta? Si tenéis pena porque no se os descontará
la pena del purgatorio, también se os quitará por esta oración, y lo que más
faltare, falte. ¿Qué va en que esté yo hasta el día del juicio en el
purgatorio, si por mi oración se salvase sola un alma? ¡Cuánto más el provecho
de muchas y la honra del Señor! De penas que se acaban no hagáis caso de ellas
cuando interviniere algún servicio mayor al que tantas pasó por nosotros.
Siempre os informad lo que es más perfecto (8).
Así que os pido por amor del Señor pidáis a Su
Majestad nos oiga en esto. Yo, aunque miserable, lo pido a Su Majestad, pues es
para gloria suya y bien de su Iglesia, que aquí van mis deseos.
7. Parece atrevimiento pensar yo he de ser alguna
parte para alcanzar esto. Confío yo, Señor mío, en estas siervas vuestras que
aquí están, que veo y sé no quieren otra cosa ni la pretenden sino contentaros.
Por Vos han dejado lo poco que tenían, y quisieran tener más para serviros con
ello. Pues no sois Vos, Criador mío, desagradecido para que piense yo dejaréis
de hacer lo que os suplican. Ni aborrecisteis, Señor, cuando andabais en el
mundo, las mujeres, antes las favorecisteis siempre con mucha piedad (9).
Cuando os pidiéremos honras no nos oigáis, o rentas, o dineros, o cosa que sepa
a mundo; mas para honra de vuestro Hijo, ¿por qué no nos habéis de oír, Padre
eterno, a quien perdería mil honras y mil vidas por Vos? No por nosotras,
Señor, que no lo merecemos, sino por la sangre de vuestro Hijo y sus
merecimientos.
8. ¡Oh Padre eterno! mirad que no son de olvidar
tantos azotes e injurias y tan gravísimos tormentos. Pues, Criador mío, ¿cómo
pueden sufrir unas entrañas tan amorosas como las vuestras que lo que se hizo
con tan ardiente amor de vuestro Hijo y por más contentaros a Vos (que)
mandasteis nos amase) sea tenido en tan poco como hoy día tienen esos herejes
el Santísimo Sacramento, que le quitan sus posadas deshaciendo las iglesias?
¡Si le faltara algo por hacer para contentaros! Mas todo lo hizo cumplido. No
bastaba, Padre eterno, que no tuvo adonde reclinar la cabeza mientras vivió
(10), y siempre en tantos trabajos, sino que ahora las que tiene para convidar
sus amigos (por) vernos flacos y saber que es menester que los que han de
trabajar se sustenten de tal manjar) se las quiten? ¿Ya no había pagado
bastantísimamente por el pecado de Adán? ¿Siempre que tornamos a pecar lo ha de
pagar este amantísimo Cordero? No lo permitáis, Emperador mío. Apláquese ya
Vuestra Majestad. No miréis a los pecados nuestros, sino a que nos redimió
vuestro sacratísimo Hijo, y a los merecimientos suyos y de su Madre gloriosa y
de tantos santos y mártires como han muerto por Vos.
9. ¡Ay dolor, Señor, y quién se ha atrevido a hacer
esta petición en nombre de todas! ¡Qué mala tercera (11), hijas mías, para ser
oídas, y que echase por vosotras la petición! ¡Si ha de indignar más a este
soberano Juez verme tan atrevida, y con razón y justicia! Mas mirad, Señor, que
ya sois Dios de misericordia; habedla de esta pecadorcilla, gusanillo que así
se os atreve. Mirad, Dios mío, mis deseos y las lágrimas con que esto os
suplico, y olvidad mis obras, por quien Vos sois, y habed lástima de tantas
almas como se pierden, y favoreced vuestra Iglesia. No permitáis ya más daños
en la cristiandad, Señor. Dad ya luz a estas tinieblas.
10. Pídoos yo, hermanas mías, por amor del Señor,
encomendéis a Su Majestad esta pobrecilla y le supliquéis la dé humildad, como
cosa a que tenéis obligación. No os encargo particularmente los reyes y
prelados de la Iglesia, en especial nuestro obispo; (12) veo a las de ahora tan
cuidadosas de ello, que así me parece no es menester más. Vean las que vinieren
que teniendo santo prelado lo serán las súbditas, y como cosa tan importante la
poned siempre delante del Señor. Y cuando vuestras oraciones y deseos y
disciplinas y ayunos no se emplearen por esto que he dicho, pensad que no
hacéis ni cumplís el fin para que aquí os juntó el Señor (13).
NOTAS
1 "Torna" al c. q, n. 2 s:
tema misionero de Francia y los protestantes.
2 Con que: equivale a aunque (en la
1ª redacción había escrito aunque). Un corrector tachó toda la frase ("con
que... gran mal") en el autógrafo.
3 En el n. 1.
4 Lo que no están (libres de
negocios etc.) los que digo (predicadores y teólogos, cf. n. 2).
5 En este mismo n. 3.
6 En los nn. 2-3. -Al margen anotó
el censor de turno: "cuánto importan letrados perfectos".
7 El monasterio de San José.
8 Omite a continuación un pasaje
interesante de la 1ª redacción: "siempre os informad de lo que es más
perfecto, pues, como os rogaré mucho y daré las causas, siempre habéis de
tratar con letrados. Ya en la 1ª redacción enmendó la Santa este pasaje.
9 La Santa omitió aquí un hermoso
pasaje tachado en la 1ª redacción: Ni aborrecisteis, Señor de mi alma, cuando
andabais por el mundo, las mujeres, antes las favorecisteis siempre con mucha
piedad, y hallasteis en ellas tanto amor y más fe que en los hombres, pues
estaba vuestra sacratísima Madre en cuyos méritos merecemos -y por tener su
hábito- lo que desmerecimos por nuestras culpas. No basta, Señor, que nos tiene
el mundo acorraladas... que no hagamos cosa que valga nada por Vos en público,
ni osemos hablar algunas verdades que lloramos en secreto, sino que no nos
habíais de oír petición tan justa. No lo creo yo, Señor, de vuestra bondad y
justicia, que sois juez justo y no como los jueces del mundo, que -como son
hijos de Adán y, en fin, todos varones- no hay virtud de mujer que no tengan
por sospechosa. Sí, que algún día ha de haber, Rey mío, que se conozcan todos.
No hablo por mí, que ya tiene conocida el mundo mi ruindad y yo holgado que sea
pública; sino porque veo los tiempos de manera que no es razón desechar ánimos
virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres. (Los suspensivos son nuestros e
indican un paso ilegible del autógrafo).
10 Lc 9, 58. -Precede una alusión a
Mc 7, 37.
11 Tercera: intercesora, medianera.
12 Don Alvaro de Mendoza (cf. Vida
33, 16). -En el ms. de Toledo añadió la Santa de propia mano: ... y esta Orden
de la Virgen sacratísima y las demás...
13 En la 1ª redacción concluye así: y
no permita el Señor esto se quite de vuestra memoria jamás, por quien Su
Majestad es.
En que persuade la guarda de la
Regla, y de tres cosas importantes para la vida espiritual.
1. Ya, hijas, habéis visto la gran empresa que
pretendemos ganar (2). ¿Qué tales habremos de ser para que en los ojos de Dios
y del mundo no nos tengan por muy atrevidas? Está claro que hemos menester
trabajar mucho, y ayuda mucho tener altos pensamientos para que nos esforcemos
a que lo sean las obras. Pues con que procuremos guardar cumplidamente nuestra
Regla y Constituciones con gran cuidado, espero en el Señor admitirá nuestros
ruegos; que no os pido cosa nueva, hijas mías, sino que guardemos nuestra
profesión, pues es nuestro llamamiento y a lo que estamos obligadas, aunque de
guardar a guardar va mucho.
2. Dice en la primera Regla nuestra que oremos sin
cesar (3). Con que se haga esto con todo el cuidado que pudiéremos, que es lo
más importante, no se dejarán de cumplir los ayunos y disciplinas y silencio
que manda la Orden. Porque ya sabéis que para ser la oración verdadera se ha de
ayudar con esto; que regalo y oración no se compadece.
3. En esto de oración es lo que me habéis pedido diga
alguna cosa, y lo dicho hasta ahora, para en pago de lo que dijere, os pido yo
cumpláis y leáis muchas veces de buena gana.
Antes que diga de lo interior, que es la oración,
diré algunas cosas que son necesarias tener las que pretenden llevar camino de
oración, y tan necesarias que, sin ser muy contemplativas, podrán estar muy
adelante en el servicio del Señor, y es imposible si no las tienen ser muy
contemplativas, y cuando pensaren lo son, están muy engañadas. El Señor me dé
el favor para ello y me enseñe lo que tengo de decir, porque sea para su
gloria, amén.
4. No penséis, amigas y hermanas mías, que serán
muchas las cosas que os encargaré, porque plega al Señor hagamos las que
nuestros santos Padres ordenaron y guardaron, que por este camino merecieron
este nombre (4). Yerro sería buscar otro ni deprenderle de nadie. Solas tres me
extenderé en declarar, que son de la misma Constitución, porque importa mucho
entendamos lo muy mucho que nos va en guardarlas para tener la paz que tanto
nos encomendó el Señor, interior y exteriormente: la una es amor unas con
otras; otra, desasimiento de todo lo criado; la otra, verdadera humildad, que
aunque la digo a la postre, es la principal y las abraza todas (5).
5. Cuanto a la primera, que es amaros mucho unas a
otras, va muy mucho; porque no hay cosa enojosa que no se pase con facilidad en
los que se aman y recia ha de ser cuando dé enojo. Y si este mandamiento se
guardase en el mundo como se ha de guardar, creo aprovecharía mucho para
guardar los demás; mas, más o menos, nunca acabamos de guardarle con
perfección.
Parece que lo demasiado entre nosotras no puede ser
malo, y trae tanto mal y tantas imperfecciones consigo, que no creo lo creerá
sino quien ha sido testigo de vista (6). Aquí hace el demonio muchos enredos,
que en conciencias que tratan groseramente de contentar a Dios se sienten poco
y les parece virtud, y las que tratan de perfección lo entienden mucho, porque
poco a poco quita la fuerza a la voluntad para que del todo se emplee en amar a
Dios.
6. Y en mujeres creo debe ser esto aun más que en
hombres; y hace daños para la comunidad muy notorios; porque de aquí viene el
no se amar tanto todas, el sentir el agravio que se hace a la amiga, el desear
tener para regalarla, el buscar tiempo para hablarla, y muchas veces más para
decirle lo que la quiere y otras cosas impertinentes que lo que ama a Dios.
Porque estas amistades grandes pocas veces van ordenadas a ayudarse a amar más
a Dios, antes creo las hace comenzar el demonio para comenzar bandos en las
religiones; que cuando es para servir a Su Majestad, luego se parece, que no va
la voluntad con pasión, sino procurando ayuda para vencer otras pasiones.
7. Y de estas amistades querría yo muchas donde hay
gran convento, que en esta casa, que no son más de trece ni lo han de ser (7),
aquí todas han de ser amigas, todas se han de amar, todas se han de querer,
todas se han de ayudar; y guárdense de estas particularidades, por amor del
Señor, por santas que sean, que aun entre hermanos suele ser ponzoña y ningún
provecho en ello veo; y si son deudos, muy peor, ¡es pestilencia! (8) Y
créanme, hermanas, que aunque os parezca es éste extremo, en él está gran
perfección y gran paz, y se quitan muchas ocasiones a las que no están muy
fuertes; sino que, si la voluntad se inclinare más a una que a otra (que) no
podrá ser menos, que es natural, y muchas veces nos lleva a amar lo más ruin si
tiene más gracias de naturaleza), que nos vayamos (9) mucho a la mano a no nos
dejar enseñorear de aquella afección. Amemos las virtudes y lo bueno interior,
y siempre con estudio traigamos cuidado de apartarnos de hacer caso de esto
exterior.
8. No consintamos, oh hermanas, que sea esclava de
nadie nuestra voluntad, sino del que la compró por su sangre (10). Miren que,
sin entender cómo, se hallarán asidas que no se puedan valer. ¡Oh, válgame
Dios!, las niñerías que vienen de aquí no tienen cuento. Y porque son tan
menudas que sólo las que lo ven lo entenderán y creerán, no hay para qué las
decir aquí más de que en cualquiera será malo y en la prelada pestilencia (11).
9. En atajar estas parcialidades es menester gran
cuidado desde el principio que se comience la amistad; esto más con industria y
amor que con rigor. Para remedio de esto es gran cosa no estar juntas sino las
horas señaladas, ni hablarse, conforme a la costumbre que ahora llevamos, que
es no estar juntas, como manda la Regla (12), sino cada una apartada en su
celda. Líbrense en San José de tener casa de labor; (13) porque, aunque es loable
costumbre, con más facilidad se guarda el silencio cada una por sí, y
acostumbrarse a soledad es gran cosa para la oración; y pues éste ha de ser el
cimiento de esta casa (14), es menester traer estudio en aficionarnos a lo que
a esto más nos ayuda.
10. Tornando al amarnos unas a otras, parece cosa
impertinente encomendarlo, porque ¿qué gente hay tan bruta que tratándose
siempre y estando en compañía y no habiendo de tener otras conversaciones ni
otros tratos ni recreaciones con personas de fuera de casa, y creyendo nos ama
Dios y ellas a él pues por Su Majestad lo dejan todo, que no cobre amor? En
especial, que la virtud siempre convida a ser amada; y ésta, con el favor de
Dios, espero en Su Majestad siempre la habrá en las de esta casa. Así que en esto
no hay que encomendar mucho, a mi parecer.
11. En cómo ha de ser este amarse y qué cosa es amor
virtuoso -el que yo deseo haya aquí- y en qué veremos tenemos esta virtud, que
es bien grande, pues nuestro Señor tanto nos la encomendó y tan encargadamente
a sus Apóstoles (15), de esto querría yo decir ahora un poquito conforme a mi
rudeza. Y si en otros libros tan menudamente lo hallareis, no toméis nada de
mí, que por ventura no sé lo que digo.
12. De dos maneras de amor es lo que trato: una es
espiritual, porque ninguna cosa parece toca a la sensualidad ni la ternura de
nuestra naturaleza, de manera que quite su puridad; otra es espiritual, y junto
con ella nuestra sensualidad y flaqueza o buen amor, que parece lícito, como el
de los deudos y amigos. De éste ya queda algo dicho (16).
13. Del que es espiritual, sin que intervenga pasión
ninguna, quiero ahora hablar, porque, en habiéndola, va todo desconcertado este
concierto; y si con templanza y discreción tratamos personas virtuosas,
especialmente confesores, es provechoso. Mas si en el confesor se entendiere va
encaminado a alguna vanidad, todo lo tengan por sospechoso, y en ninguna
manera, aunque sean buenas pláticas, las tengan con él, sino con brevedad
confesarse y concluir. Y lo mejor sería decir a la prelada que no se halla bien
su alma con él y mudarle. Esto es lo más acertado, si se puede hacer sin
tocarle en la honra.
14. En caso semejante y otros que podría el demonio
en cosas dificultosas enredar y no se sabe qué consejo tomar, lo más acertado
será procurar hablar a alguna persona que tenga letras; -que habiendo necesidad
dase libertad para ello-, y confesarse con él y hacer lo que le dijere en el
caso; porque, ya que no se pueda dejar de dar algún medio, podíase errar mucho;
y ¡cuántos yerros pasan en el mundo por no hacer las cosas con consejo, en
especial en lo que toca a dañar a nadie! Dejar de dar algún medio, no se sufre;
porque cuando el demonio comienza por aquí, no es por poco, si no se ataja con
brevedad; y así lo que tengo dicho de procurar hablar con otro confesor es lo
más acertado, si hay disposición, y espero en el Señor sí habrá.
15. Miren que va mucho en esto, que es cosa peligrosa
y un infierno y daño para todas. Y digo que no aguarden a entender mucho mal,
sino que al principio lo atajen por todas las vías que pudieren y entendieren
con buena conciencia lo pueden hacer. Mas espero yo en el Señor no permitirá
que personas que han de tratar siempre en oración puedan tener voluntad sino a
quien sea muy siervo de Dios, que esto es muy cierto, o lo es que no tienen
oración ni perfección, conforme a lo que aquí se pretende; porque, si no ven
que entiende su lenguaje y es aficionado a hablar en Dios, no le podrán amar,
porque no es su semejante. Si lo es, con las poquísimas ocasiones que aquí
habrá, o será muy simple o no querrá desasosegarse y desasosegar a las siervas
de Dios.
16. Ya que he comenzado a hablar en esto, que -como
he dicho- (17) es gran daño el que el demonio puede hacer y muy tardío en
entenderse, y así se puede ir estragando la perfección sin saber por dónde.
Porque si éste (18) quiere dar lugar a vanidad por tenerla él, lo hace todo
poco aun para las otras. Dios nos libre, por quien Su Majestad es, de cosas
semejantes. A todas las monjas bastaría a turbar, porque sus conciencias les
dice al contrario de lo que el confesor y si las aprietan en que tengan uno
solo, no saben qué hacer ni cómo se sosegar; porque quien lo había de quietar y
remediar es quien hace el daño. Hartas aflicciones debe haber de éstas en
algunas partes. Háceme gran lástima, y así no os espantéis ponga mucho en daros
a entender este peligro (19).
NOTAS
1 El presente cap. corresponde a los
caps. IV y V del autógrafo. En el n. 5 comenzaba nuevo capítulo, pero la propia
Santa anotó al margen del ms. de Toledo, luego de tachar el título
correspondiente: "No ha de haber aquí capítulo, que es el mismo
quinto". -Siguiendo esta indicación, reducimos a uno solo ambos capítulos,
pero conservamos el título del "quinto", en la segunda cláusula del
presente epígrafe.
2 La 1ª redacción añadía: Por el
prelado y obispo que es vuestro prelado, y por la Orden, ya va dicho en lo
dicho, pues todo es bien de la Iglesia, y eso cosa que es de obligación...
3 Así se leía en la versión castellana
de la Regla carmelitana usada por la Santa: "Estén todos los hermanos
siempre en sus celdas, o junto a ellas, meditando y pensando de noche y de día
en la ley de Dios y velando en oraciones, si no estuvieren ocupados en otros
justos y honestos oficios y ejercicios.
4 La Santa modificó
intencionadamente este pasaje; en la 1ª redacción se leía: Plega al Señor
hagamos las que nuestro Padres ordenaron en la regla y constituciones
cumplidamente, que son con todo cumplimiento de virtud. La modificación del
texto se debió, probablemente, a la introducción de nuevas constituciones en el
monasterio reformado de S. José.
5 En este punto concluía el cap. IV.
6 Como yo en otras partes, añadió la
Santa entre líneas en el ms. de Toledo.
7 La Santa amplió más tarde este
número. Cf. Vida, c. 32, n. 13 nota 24. -Por eso, en el ms. de Toledo enmendó
el texto así: ... en esta casa que son pocas, todas han de...
8 En la redacción 1ª añadió:
"si no, mírenlo por Josef", aludiendo al episodio bíblico de los
hijos de Jacob (Gn 37). -La frase siguiente -"¡es pestilencia!- es una
especie de anatema teresiano que indica la gravedad y contagiosidad de un mal
moral (cf. n. 8)).
9 Vamos, escribió la Santa.
10 Alusión a
11 El ms. de El Escorial ofrece una
variante de interés: Y porque no se entiendan tantas flaquezas de mujeres y no
deprendan las que no lo saben, no las quiero decir por menudo. Mas, cierto, a
mí me espantaban algunas veces verlas, que yo, por la bondad de Dios, en este
caso jamás me así mucho, y por ventura sería porque lo estaba en otras cosas
peores; mas, como digo, vilo muchas veces. Y en los más monasterios temo que
pasa, porque en algunos lo he visto, y sé que para mucha religión y perfección
es malísima cosa en todas. En la prelada sería pestilencia; esto ya se está
dicho.
12 Constitución, escribió en la 1ª
redacción.
13 Casa de labor: oficina para el
trabajo en común.
14 La 1ª redacción añadía: ... y a
esto nos juntamos, más que ninguna otra cosa hemos de traer estudio en
aficionarnos a lo que a esto nos aprovecha.
15 Jn 13, 34.
16 Todo este pasaje fue
decididamente modificado por la Autora, que no contenta con la segunda
redacción (ms. de Valladolid), arrancó íntegra la hoja del propio autógrafo y
la sustituyó con la que ahora leemos. Con todo, la redacción 1ª (ms. del
Escorial) sigue siendo interesante, y por ello la trascribimos íntegra: ...
otro es espiritual y que junta con él nuestra sensualidad y flaqueza; que esto
es lo que hace al caso: estas dos maneras de amarnos sin que intervenga pasión
ninguna, porque en habiéndola, va todo desconcertado este concierto; y si con
templanza y discreción tratamos el amor que tengo dicho, va todo meritorio,
porque lo que nos parece sensualidad se torna en virtud; sino que va tan
entremetido, que a veces no hay quien lo entienda, en especial si es con algún
confesor; que personas que tratan oración, si le ven santo y las entiende la
manera de proceder, tómase mucho amor. Y aquí da el demonio gran batería de
escrúpulos, que desasosiega el alma harto, que esto pretende él. En especial si
el confesor la trae a más perfección apriétala tanto que le viene a dejar. Y no
la deja con otro ni con otro de atormentar aquella tentación.
Lo que en esto pueden hacer es
procurar no ocupar el pensamiento en si quieren o no quieren; sino si
quisieren, quieran. Porque, pues cobramos amor a quien nos hace algunos bienes
al cuerpo, quien siempre procura y trabaja de hacerlos al alma ¿por qué no le
hemos de querer? Antes tengo por gran principio de aprovechar mucho tener amor
al confesor, y si es santo y espiritual y veo que pone mucho en aprovechar mi
alma; porque es tal nuestra flaqueza, que algunas veces nos ayuda mucho para
poner por obra cosas muy grandes en servicio de Dios. Si no es tal como he
dicho, aquí está el peligro, y puede hacer grandísimo daño entender él que le
tienen voluntad, y en casas muy encerradas mucho más que en otras. Y porque con
dificultad se entenderá cuál es tan bueno, es menester gran cuidado y aviso;
porque decir que no entienda él que hay la voluntad y que no se lo digan, esto
sería lo mejor; mas aprieta el demonio de arte, que no da ese lugar, porque
todo cuanto tuviere que confesar le parecerá es aquello y que está obligada a
confesarlo. Por esto querría yo que creyesen no es nada ni hiciesen caso de
ello.
Lleven este aviso: si en el confesor
entendieren que todas sus pláticas es para aprovechar su alma y no le vieren ni
entendieren otra vanidad (que luego se entiende a quien no se quiere hacer
boba), y le entendieren temeroso de Dios, por ninguna tentación que ellas
tengan de mucha afición se fatiguen, que de que el demonio se canse se le
quitará. Mas si en el confesor entendieren va encaminado a alguna vanidad en lo
que les dicen, todo lo tengan por sospechoso, y ninguna manera, -aunque sean
pláticas de oración ni de Dios- las tengan con él, sino con brevedad confesarse
y concluir; y lo mejor sería decir a la Madre no se halla su alma bien con él y
mudarle. Esto es lo más acertado, si hay disposición, y espero en Dios sí
habrá; y poner lo que pudiere en no tratar con él, aunque sienta la muerte.
-Prosigue en el n. 15. Todo el n. 14 faltaba en la 1ª redacción.
17 En el n. 14.
18 Este: el confesor. -Lo hace todo
poco: lo juzga cosa sin importancia.
19 En la 1ª redacción concluía así:
He visto en monasterios gran aflicción de esta parte -aunque no en el mío- que
me han movido a gran piedad.
Prosigue en los confesores. Dice lo
que importa sean letrados.
1. No dé el Señor a probar a nadie en esta casa el trabajo
que queda dicho, por quien Su Majestad es, de verse alma y cuerpo apretadas, o
que si la prelada está bien con el confesor, que ni a él de ella ni a ella de
él no osan decir nada. Aquí vendrá la tentación de dejar de confesar pecados
muy graves, por miedo de no estar en desasosiego. ¡Oh, válgame Dios, qué daño
puede hacer aquí el demonio y qué caro les cuesta el apretamiento y honra! Que
porque no traten más de un confesor, piensan granjean gran cosa de religión y
honra del monasterio, y ordena por esta vía el demonio coger las almas, como no
puede por otra. Si piden otro, luego parece va perdido el concierto de la
religión, o que si no es de la Orden, aunque sea un santo, aun tratar con él
les parece les hace afrenta (1).
2. Esta santa libertad pido yo por amor del Señor a
la que estuviere por mayor: (2) procure siempre con el obispo o provincial (3)
que, sin los confesores ordinarios, procure algunas veces tratar ella y todas y
comunicar sus almas con personas que tengan letras, en especial si los confesores
no las tienen, por buenos que sean. Son gran cosa letras para dar en todo luz.
Será posible hallar lo uno y lo otro junto en algunas personas. Y mientras más
merced el Señor os hiciere en la oración, es menester más ir bien fundadas sus
obras y oración.
3. Ya sabéis que la primera piedra ha de ser buena
conciencia y con todas vuestras fuerzas libraros aun de pecados veniales y
seguir lo más perfecto. Parecerá que esto cualquier confesor lo sabe, y es
engaño. A mí me acaeció tratar con uno cosas de conciencia que había oído todo
el curso de teología, y me hizo harto daño en cosas que me decía no eran nada;
y sé que no pretendía engañarme ni tenía para qué, sino que no supo más. Y con
otros dos o tres, sin éste, me acaeció (4).
4. Este tener verdadera luz para guardar la ley de
Dios con perfección es todo nuestro bien. Sobre ésta asienta bien la oración.
Sin este cimiento fuerte, todo el edificio va falso. Si no les dieren libertad
para confesarse, para tratar cosas de su alma con personas semejantes a lo que
he dicho (5). Y atrévome más a decir, que aunque el confesor lo tenga todo,
algunas veces se haga lo que digo; porque ya puede ser él se engañe, y es bien
no se engañen todas por él; procurando siempre no sea cosa contra la
obediencia, que medios hay para todo, y vale mucho a las almas, y así es bien
por las maneras que pudiere lo procure.
5. Todo esto que he dicho toca a la prelada. Y así la
torno a pedir que, pues aquí no se pretende tener otra consolación sino la del alma,
procure en esto su consolación, que hay diferentes caminos por donde lleva Dios
y no por fuerza los sabrá todos un confesor; que yo aseguro no les falten
personas santas que quieran tratarlas y consolar sus almas, si ellas son las
que han de ser, aunque seáis pobres; que el que las sustenta los cuerpos
despertará y pondrá voluntad a quien con ella dé luz a sus almas, y remédiase
este mal, que es el que yo temo; que cuando el demonio tentase al confesor en
engañarle en alguna doctrina, como sepa trata con otros iráse a la mano y
mirará mejor, en todo, lo que hace (6).
Quitada esta entrada al demonio, yo espero en Dios no
la tendrá en esta casa; y así pido por amor del Señor al obispo que fuere, que
deje a las hermanas esta libertad y que no se la quite, cuando las personas
fueren tales que tengan letras y bondad, que luego se entiende en lugar tan
chico como éste.
6. Esto que aquí he dicho, téngolo visto y entendido
y tratado con personas doctas y santas, que han mirado lo que más convenía a
esta casa para que la perfección de esta casa fuese adelante. Y entre los
peligros -que en todo le hay mientras vivimos- éste hallamos ser el menor; y
que nunca haya vicario (7) que tenga mano de entrar y salir, ni confesor que
tenga esta libertad; sino que éstos sean para celar el recogimiento y
honestidad de la casa y aprovechamiento interior y exterior, para decirlo al
prelado cuando hubiere falta; mas no que sea él superior.
7. Y esto es lo que se hace ahora, y no por solo mi
parecer; porque el obispo que ahora tenemos, debajo de cuya obediencia estamos
(que) por causas muchas que hubo, no se dio la obediencia a la Orden) (8), que
es persona amiga de toda religión y santidad y gran siervo de Dios (llámase)
Don Alvaro de Mendoza, de gran nobleza de linaje, y muy aficionado a favorecer
esta casa de todas maneras) (9), hizo juntar personas de letras y espíritu y
experiencia para este punto, y se vino a determinar esto. Razón será que los
prelados que vinieren se lleguen a este parecer, pues por tan buenos está determinado
y con hartas oraciones pedido al Señor alumbrase lo mejor; y, a lo que se
entiende hasta ahora, cierto esto lo es. El Señor sea servido llevarlo siempre
adelante como más sea para su gloria, amén.
NOTAS
1 En la 1ª redacción había escrito
con fina ironía: Si no es de la Orden, aunque fuese un San Jerónimo, luego
hacen afrenta a la Orden toda. -Alabad mucho, hijas, a Dios por esta libertad
que tenéis que -aunque no ha de ser para con muchos- podréis tratar con
algunos, aunque no sean los ordinarios confesores, que os den luz para todo.
-Es interesante notar que en este delicado asunto la legislación eclesiástica
ha venido a dar la razón a Santa Teresa.
2 Quien estuviere por
"mayor": la superiora.
3 O provincial: añadido entre líneas
por la Santa. En la 3ª redacción (ms. de Toledo), la Santa tachó además obispo
y escribió prelado. -Todo este pasaje tenía sentido diverso en la 1ª redacción:
procure siempre tratar con quien tenga letras, y que traten sus monjas. Dios
las libre, por espíritu que uno les parezca tenga y en hecho de verdad le
tenga, regirse en todo por él, si no es letrado.
4 Véase Vida c. 6, n. 4; y c. 4, n.
7; c. 5, n. 3; c. 8, n. 11; c. 26, n. 3...
45 En el laconismo de esa frase
compendia las siguientes de la 1ª redacción: Así que gente de espíritu y de
letras han menester tratar. Si el confesor no pudieren lo tenga todo, a tiempos
procurar otros; y si por ventura las ponen precepto no se confiesen con otros,
sin confesión traten su alma con personas semejantes a lo que digo. -Uno de los
censores, luego de haber subrayado largamente el texto del autógrafo, anotó al
margen: "Esto es bien; porque hay unos maestros espirituales que, por no
errar, condenan cuantos espíritus hay, por demonios, y yerran más en esto,
porque ahogan los espíritus del Señor, como dice el Apóstol".
6 La 1ª redacción continuaba: ... no
las quite que algunas veces se confiesen con ellos [con letrados] y traten su
oración aunque haya confesores; que para muchas cosas sé que conviene, y que el
daño que puede haber es ninguno en comparación del grande y disimulado y casi
sin remedio, a manera de decir, que hay en lo contrario. Que esto tienen los
monasterio: que el bien cáese presto, si con gran cuidado no se guarda; y el
mal, si una vez comienza, es dificultosísimo de quitarse, que muy presto la
costumbre se hace hábito y naturaleza de cosas imperfectas.
7 Vicario: superior facultado por el
Obispo o Provincial Cf. carta al P. Gracián (B.M.C., 350, n. 1) con
instrucciones para el gobierno de las carmelitas.
8 En la 1ª redacción continuaba
insistiendo: Porque, como digo, hallóse grandes causas para ser esto lo mejor,
miradas todas, y que un confesor confiese ordinario que sea el mismo capellán,
siendo tal; y que para las veces que hubiere necesidad en un alma, puedan confesarse
con personas tales como quedan dichas, nombrándolas al mismo prelado o, si la
Madre fuera tal que el Obispo que fuere fíe esto de ella, a su disposición;
que, como son pocas, poco tiempo ocuparán a nadie. Esto se determinó después de
harta oración y de muchas personas y mía -aunque miserable- y entre personas de
grandes letras y entendimiento y oración; y así espero en el Señor es lo más
acertado.
9 Véase Vida c. 33, n. 16. -El
elogio de D. Alvaro aquí hecho por la Santa, fue borrado por ella misma en el
ms. de Toledo, al preparar el libro para la edición, y asimismo en el ms. de
Madrid; lo conservó en el ms. de Salamanca.
Torna a la materia que comenzó del
amor perfecto.
1. Harto me he divertido; mas importa tanto lo que
queda dicho, que quien lo entendiere no me culpará. Tornemos ahora al amor que
es bien y lícito nos tengamos (1), del que digo es puro espiritual. No sé si sé
lo que me digo. Al menos paréceme no es menester mucho hablar en él, porque le
tienen pocos. A quien el Señor se le hubiere dado, alábele mucho, porque debe
ser de grandísima perfección. En fin, quiero tratar algo de él. Por ventura
hará algún provecho, que poniéndonos delante de los ojos la virtud, aficiónase
a ella quien la desea y pretende ganar.
2. Plega a Dios yo sepa entenderle, cuánto más
decirle, que ni creo sé cuál es espiritual, ni cuándo se mezcla sensual, ni sé
cómo me pongo a hablar en ello. Es como quien oye hablar de lejos, que no
entiende lo que dicen; así soy yo, que algunas veces no debo entender lo que
digo y quiere el Señor sea bien dicho; si otras fuere dislate, es lo más
natural a mí no acertar en nada.
3. Paréceme ahora a mí que cuando una persona ha
llegado la Dios a claro conocimiento de lo que es el mundo, y qué cosa es
mundo, y que hay otro mundo, y la diferencia que hay de lo uno a lo otro, y que
lo uno es eterno y lo otro soñado, o qué cosa es amar al Criador o a la
criatura (esto) visto por experiencia, que es otro negocio que sólo pensarlo y
creerlo), o ver y probar qué se gana con lo uno y se pierde con lo otro, y qué
cosa es Criador y qué cosa es criatura, y otras muchas cosas que el Señor
enseña a quien se quiere dar a ser enseñado de él en la oración o a quien Su
Majestad quiere, que aman muy diferentemente de los que no hemos llegado aquí.
4. Podrá ser, hermanas, que os parezca tratar en esto
impertinente y que digáis que estas cosas que he dicho ya todas las sabéis.
Plega al Señor sea así que lo sepáis de la manera que hace al caso, imprimido
en las entrañas; pues si lo sabéis, veréis que no miento en decir que a quien
el Señor llega aquí tiene este amor. Son estas personas que Dios las llega a
este estado almas generosas, almas reales; no se contentan con amar cosa tan
ruin como estos cuerpos, por hermosos que sean (2), por muchas gracias que
tengan, bien que place a la vista y alaban al Criador; mas para detenerse en
ello, no. Digo "detenerse", de manera que por estas cosas los tengan
amor; parecerles hía que aman cosa sin tomo y que se ponen a querer sombra;
correrse hían de sí mismos y no tendrían cara, sin gran afrenta suya, para
decir a Dios que le aman.
5. Diréisme: "esos tales no sabrán querer ni
pagar la voluntad que se les tuviere".
-Al menos dáseles poco de que se la tengan. Ya que de
presto algunas veces el natural lleva a holgarse de ser amados, en tornando
sobre sí ven que es disparate, si no son personas que las ha de aprovechar su
alma o con doctrina o con oración. Todas las otras voluntades les cansan, que
entienden ningún provecho les hace y les podría dañar, no porque las dejan de
agradecer y pagar con encomendarlos a Dios. Tómanlo como cosa que echan carga
al Señor los que las aman, que entienden viene de allí, porque en sí no les
parece que hay qué querer, y luego les parece las quieren porque las quiere
Dios, y dejan a Su Majestad lo pague y se lo suplican, y con esto quedan
libres, que les parece no les toca. Y bien mirado, si no es con las personas
que digo que nos pueden hacer bien para ganar bienes perfectos, yo pienso
algunas veces cuán gran ceguedad se trae en este querer que nos quieran.
6. Ahora noten que, como el amor, cuando de alguna
persona le queremos, siempre se pretende algún interés de provecho o contento
nuestro, y estas personas perfectas ya todos los tienen debajo de los pies los
bienes que en el mundo les pueden hacer y regalos, los contentos ya están de
suerte, que, aunque ellos quieran, a manera de decir, no le pueden tener que lo
sea fuera de con Dios o en tratar de Dios. Pues ¿qué provecho les puede venir
de ser amados?
7. Como se les representa esta verdad, de sí mismos
se ríen de la pena que algún tiempo les ha dado si era pagada o no su voluntad.
Aunque sea buena la voluntad, luego nos es muy natural querer ser pagada.
Venido a cobrar esta paga, es en pajas, que todo es aire y sin tomo, que se lo
lleva el viento. Porque, cuando mucho nos hayan querido, ¿qué es esto que nos
queda? Así que, si no es para provecho de su alma con las personas que tengo
dichas, porque ven ser tal nuestro natural que si no hay algún amor luego se
cansan, no se les da más ser queridas que no.
Pareceros ha que estos tales no quieren a nadie, ni
saben, sino a Dios.
-Mucho más (3), y con más verdadero amor, y con más
pasión y más provechoso amor: en fin, es amor. Y estas tales almas son siempre
aficionadas a dar, mucho más que no a recibir; aun con el mismo Criador les
acaece esto. Digo que merece éste nombre de amor, que esotras aficiones bajas
le tienen usurpado el nombre.
8. También os parecerá, que si no aman por las cosas
que ven, que ¿a qué se aficionan?
-Verdad es que lo que ven aman y a lo que oyen se
aficionan; mas es a cosas que ven son estables. Luego éstos, si aman, pasan por
los cuerpos y ponen los ojos en las almas y miran si hay qué amar; y si no lo
hay y ven algún principio o disposición para que, si cavan, hallarán oro en
esta mina, si la tienen amor, no les duele el trabajo; ninguna cosa se les pone
delante que de buena gana no la hiciesen por el bien de aquel alma, porque
desean durar en amarla y saben muy bien que, si no tiene bienes y ama mucho a
Dios, que es imposible. Y digo que es imposible, aunque más la obligue y se
muera queriéndola y la haga todas las buenas obras que pueda y tenga todas las
gracias de naturaleza juntas; no tendrá fuerza la voluntad ni la podrá hacer
estar con asiento. Ya sabe y tiene experiencia de lo que es todo; no le echarán
dado falso; (4) ve que no son para en uno, y que es imposible durar a quererse
el uno al otro, porque es amor que se ha de acabar con la vida si el otro no va
guardando la ley de Dios y entiende que no le ama y que han de ir a diferentes
partes.
9. Y este amor que sólo acá dura, alma de éstas a
quien el Señor ya ha infundido verdadera sabiduría, no le estima en más de lo
que vale, ni en tanto. Porque para los que gustan de gustar de cosas del mundo,
deleites y honras y riquezas, algo valdrá, si es rico o tiene partes para dar
pasatiempo y recreación; mas quien todo esto aborrece ya, poco o nonada se le
dará de aquello.
Ahora, pues, aquí -si tiene amor- es la pasión para
hacer esta alma para ser amada de él; (5) porque, como digo, sabe que no ha de
durar en quererla. Es amor muy a su costa. No deja de poner todo lo que puede
porque se aproveche. Perdería mil vidas por un pequeño bien suyo.
¡Oh precioso amor, que va imitando al capitán del
amor, Jesús, nuestro bien!
NOTAS
1 Reanuda el tema del c. 4, n. 13.
-La Santa había escrito: "es bien y lícito...".
2 En el ms. de Toledo la Santa
intercaló este inciso: digo amor que sujete y ate.
3 Una segunda mano enmendó el
autógrafo así: "Digo que si aman mucho más ...". La corrección no fue
incluida por la Santa en el ms. de Toledo, ni pasó a la edición príncipe (p.
21v), ni a la de fray Luis (p. 37). -En el ms. de Toledo la Santa misma
corrigió la frase siguiente: "... y con más pasión": "aunque sin
pasión", titubeo lexical que se debe a su inseguridad sobre el alcance
filosófico técnico del término "pasión": "yo sé poco de estas
pasiones del alma" (M. IV, 1, 5). Ver la nota 5.
4 Echar dado falso: engañar. -No son
para en uno: no tienen condición para vivir unidos o conformes, o: "no son
el uno para el otro".
5 Para ser amada: equivale a
"digna de, apta para ...". Uno de los censores corrigió el autógrafo:
"... para hacer esta alma ame a Dios para ser amada de él". En el ms.
de Toledo la Santa corrige "pasión" y escribe "afición"
(frase precedente), pero no acepta la enmienda del corrector, que no pasa a la
edición príncipe (p. 23), pero sí a la de fray Luis (p. 39) y a la generalidad
de las ediciones. -A continuación: "como digo": alude a lo dicho en
el n. 8.
En que trata de la misma materia de
amor espiritual, y da algunos avisos para ganarle.
1. Es cosa extraña qué apasionado amor es éste, qué
de lágrimas cuesta, qué de penitencias y oración, qué cuidado de encomendar a todos
los que piensa le han de aprovechar con Dios para que se le encomienden, qué
deseo ordinario, un no traer contento si no le ve aprovechar. Pues si le parece
está mejorado y le ve que torna algo atrás, no parece ha de tener placer en su
vida; ni come ni duerme sino con este cuidado (1), siempre temerosa si alma que
tanto quiere se ha de perder, y si se han de apartar para siempre, que la
muerte de acá no la tienen en nada, que no quiere asirse a cosa que en un soplo
se le va de entre las manos sin poderla asir. Es -como he dicho- (2) amor sin
poco ni mucho de interés propio. Todo lo que desea y quiere es ver rica aquella
alma de bienes del cielo.
Esta es voluntad, y no estos quereres de por acá
desastrados, aun no digo los malos, que de ésos Dios nos libre: [2] en cosa que
es infierno no hay que nos cansar en decir mal, que no se puede encarecer el
menor mal de él. Este no hay para qué tomarle nosotras, hermanas, en la boca,
ni pensar le hay en el mundo, en burlas ni en veras oírle, ni consentir que delante
de vosotras se trate ni cuente de semejantes voluntades. Para ninguna cosa es
bueno, y podría dañar aun oírlo. Sino de estotros lícitos, como he dicho, que
nos tenemos unas a otras, o de deudos y amigas. Toda la voluntad es que no se
nos muera: (3) si les duele la cabeza, parece nos duele el alma; si los vemos
con trabajos, no queda -como dicen- paciencia; todo de esta manera.
3. Estotra voluntad no es así. Aunque con la flaqueza
natural se siente algo de presto, luego la razón mira si es bien para aquel
alma, si se enriquece más en virtud y cómo lo lleva, el rogar a Dios la dé
paciencia y merezca en los trabajos. Si ve que la tiene, ninguna pena siente,
antes se alegra y consuela; bien que lo pasaría de mejor gana que vérselo
pasar, si el mérito y ganancia que hay en padecer pudiese todo dársele, mas no
para que se inquiete ni desasosiegue.
4. Torno otra vez a decir (4), que se parece y va
imitando este amor al que nos tuvo el buen amador Jesús; y así aprovechan
tanto, porque no querrían ellos sino abrazar todos los trabajos, y que los
otros sin trabajar se aprovechasen de ellos. Así ganan muy mucho los que tienen
su amistad; y crean que, o los dejarán de tratar -con particular amistad, digo-
o acabarán con nuestro Señor que vayan por su camino, pues van a una tierra,
como hizo Santa Mónica (5) con San Agustín. No les sufre el corazón tratar con
ellos doblez, porque si les ven torcer el camino, luego se lo dicen, o algunas
faltas. No pueden consigo acabar otra cosa. Y como de esto no se enmendarán ni tratan
de lisonja con ellos ni de disimularles nada, o ellos se enmendarán o apartarán
de la amistad; porque no podrán sufrirlo, ni es de sufrir; para el uno y para
el otro es continua guerra. Con andar descuidados de todo el mundo y no
trayendo cuenta si sirven a Dios o no porque sólo consigo mismos la tienen, con
sus amigos no hay poder hacer esto, ni se les encubre cosa. Las motitas ven.
Digo que traen bien pesada cruz (6).
5. Esta manera de amar es la que yo querría
tuviésemos nosotras. Aunque a los principios no sea tan perfecta, el Señor la
irá perfeccionando. Comencemos en los medios, que aunque lleve algo de ternura,
no dañará, como sea en general. Es bueno y necesario algunas veces mostrar
ternura en la voluntad, y aun tenerla, y sentir algunos trabajos y enfermedades
de las hermanas, aunque sean pequeños; que algunas veces acaece dar una cosa
muy liviana tan gran pena como a otra daría un gran trabajo, y a personas que
tienen de natural apretarle mucho pocas cosas (7). Si vos le tenéis al
contrario, no os dejéis de compadecer; y por ventura quiere nuestro Señor
reservarnos de esas penas y las tendremos en otras cosas, y de las que para
nosotras son graves -aunque de suyo lo sean- para la otra serán leves. Así que
en estas cosas no juzguemos por nosotras ni nos consideremos en el tiempo que,
por ventura sin trabajo nuestro, el Señor nos ha hecho más fuertes, sino
considerémonos en el tiempo que hemos estado más flacas.
6. Mirad que importa este aviso para sabernos
condoler de los trabajos de los prójimos, por pequeños que sean, en especial a
almas de las que quedan dichas; (8) que ya éstas, como desean los trabajos,
todo se les hace poco, y es muy necesario traer cuidado de mirarse cuando era
flaca y ver que si no lo es, no viene de ella; porque podría por aquí el
demonio ir enfriando la caridad con los prójimos y hacernos entender es
perfección lo que es falta. En todo es menester cuidado y andar despiertas,
pues él no duerme, y en los que van en más perfección, más; porque son muy más
disimuladas las tentaciones, que no se atreve a otra cosa, que no parece se
entiende el daño hasta que está ya hecho, si -como digo- no se trae cuidado. En
fin, que es menester siempre velar y orar, que no hay mejor remedio para
descubrir estas cosas ocultas del demonio y hacerle dar señal que la oración
(9).
7. Procurar también holgaros con las hermanas cuando
tienen recreación con necesidad de ella y el rato que es de costumbre, aunque
no sea a vuestro gusto, que yendo con consideración todo es amor perfecto (10).
Así que es muy bien las unas se apiaden de las necesidades de las otras. Miren
no sea con falta de discreción en cosas que sea contra la obediencia. Aunque le
parezca áspero dentro en sí lo que mandare la prelada, no lo muestre ni dé a
entender a nadie, si no fuere a la misma priora con humildad, que haréis mucho
daño. Y sabed entender cuáles son las cosas que se han de sentir y apiadar de
las hermanas, y siempre sientan mucho cualquiera falta, si es notoria, que
veáis en la hermana. Y aquí se muestra y ejercita bien el amor en sabérsela
sufrir y no se espantar de ella, que así harán las otras las que vos tuviereis,
que aun de las que no entendéis deben ser muchas más; y encomendarla mucho a
Dios, y procurar hacer vos con gran perfección la virtud contraria de la falta
que le parece en la otra. Esforzarse a esto, para que enseñe a aquélla por obra
lo que por palabra por ventura no lo entenderá, ni le aprovechará, ni castigo.
Y esto de hacer una lo que ve resplandecer de virtud en otra, pégase mucho.
Este es buen aviso; no se os olvide.
8. ¡Oh, qué bueno y verdadero amor será el de la
hermana que puede aprovechar a todas, dejado su provecho por los de las otras,
ir muy adelante en todas las virtudes y guardar con gran perfección su Regla!
Mejor amistad será ésta que todas las ternuras que se pueden decir, que éstas
no se usan ni han de usar en esta casa, tal como "mi vida", "mi
alma", "mi bien", y otras cosas semejantes, que a las unas
llaman uno y a las otras otro. Estas palabras regaladas déjenlas para con su
Esposo, pues tanto han de estar con El y tan a solas, que de todo se habrán
menester aprovechar, pues Su Majestad lo sufre, y muy usadas acá no enternecen
tanto con el Señor; y sin esto, no hay para qué; es muy de mujeres y no querría
yo, hijas mías, lo fueseis en nada, ni lo parecieseis, sino varones fuertes:
que si ellas hacen lo que es en sí, el Señor las hará tan varoniles que
espanten a los hombres. ¡Y qué fácil es a Su Majestad, pues nos hizo de nonada!
9. Es también muy buena muestra de amor en procurar quitarlas
de trabajo y tomarle ella para sí en los oficios de casa, y también de holgarse
y alabar mucho al Señor del acrecentamiento que viere en sus virtudes. Todas
estas cosas, dejado el gran bien que traen consigo, ayudan mucho a la paz y
conformidad de unas con otras, como ahora lo vemos por experiencia, por la
bondad de Dios. Plega a Su Majestad lo lleve siempre adelante, porque sería
cosa terrible ser al contrario, y muy recio de sufrir, pocas y mal avenidas; no
lo permita Dios.
10. Si por dicha (11) alguna palabrilla de presto se
atravesare, remédiese luego y hagan gran oración. Y en cualquiera de estas
cosas que dure, o bandillos, o deseo de ser más, o puntito de honra (que)
parece se me hiela la sangre, cuando esto escribo, de pensar que puede en algún
tiempo venir a ser, porque veo es el principal mal de los monasterios), cuando
esto hubiese, dense por perdidas. Piensen y crean han echado a su Esposo de
casa y que le necesitan a ir a buscar otra posada, pues le echan de su casa
propia. Clamen a Su Majestad. Procuren remedio. Porque, si no le pone confesar
y comulgar tan a menudo, teman si hay algún Judas.
11. Mire mucho la priora, por amor de Dios, en no dar
lugar a esto, atajando mucho los principios, que aquí está todo el daño o
remedio; (12) y la que entendiere lo alborota, procure se vaya a otro
monasterio, que Dios las dará con qué la doten. Echen de sí esta pestilencia.
Corten como pudieren las ramas. Y si no bastare, arranquen la raíz. Y cuando no
pudiesen esto, no salga de una cárcel quien de estas cosas tratare: mucho más
vale, antes que pegue a todas tan incurable pestilencia. ¡Oh, que es gran mal!
Dios nos libre de monasterio donde entra. Yo más querría entrase en éste un
fuego que nos abrasase a todas.
Porque en otra parte creo diré algo más de esto -como
en cosa que nos va tanto- no me alargo más aquí (13)
NOTAS
1 Entre líneas añadió la Santa en el
códice de Toledo: no se ha de entender que es con inquietud interior.
2 En el c. 6, nn. 6 y 9.
3 En el códice de Toledo arregló la Autora
este pasaje de suerte que dijese: sea nuestra voluntad tal que no nos quite la
paz y libertad.
4 Véase lo dicho al fin del c. 6.
5 Amonica escribe la Santa.
6 La Santa suprimió allí un pasaje
interesante de la 1ª redacción: ¡Oh dichosas almas que son amadas de los tales!
¡dichoso el día en que los conocieron! ¡Oh Señor mío! ¿no me haríais merced que
hubiese muchas que así me amasen? Por cierto, Señor, de mejor gana lo
procuraría que ser amada de todos los reyes y señores del mundo; y con razón, pues
éstos no procuran, por cuantas vías pueden, hacer tales que señoreemos el mismo
mundo y que nos estén sujetas todas las cosas de él.
Cuando alguna persona semejante
conociereis, hermanas, con todas las diligencias que pudiere la Madre procure
trate con vosotras. Quered cuanto quisiereis a los tales. Pocos debe haber, mas
no deja el Señor de querer se entienda cuando alguno hay que llegue a la
perfección. Luego os dirán que no es menester, que basta tener a Dios. Buen
medio es para tener a Dios tratar con sus amigos; siempre se saca gran
ganancia, yo lo sé por experiencia; que, después del Señor, si no estoy en el
infierno, es por personas semejantes, que siempre fui muy aficionada me
encomendasen a Dios, y ansí lo procuraba. Ahora tornemos a lo que íbamos.
7 Prosigue la 1ª redacción: Y no se
espanten; que el demonio por ventura puso allí todo su poder con más fuerza que
para que vos sintieseis las penas y trabajos grandes.
8 Importa este aviso... a almas de
las que quedan dichas en el n. 4.
9 Alusión a dos consejos del Señor:
Mt 26, 41 y 17, 20.
10 En la 1ª redacción seguían estas
dos delicadas confidencias: Y es así que queriendo tratar del que no lo es
tanto [tan perfecto], que no hallo camino en esta casa para que me parezca
entre nosotras será bien tenerle; porque si por bien es, como digo, todo se ha
de volver a su principio, que es el amor que queda dicho.
Pensé decir mucho de esotro [de la
segunda especie de amor menos perfecto], y venido a adelgazar, no me parece se
sufre aquí con el modo que llevamos; y por eso, lo quiero dejar en lo dicho,
que espero en Dios, -aunque no sea con toda perfección- no habrá en esta casa
disposición para que haya otra manera de amaros.
11 Por dicha: equivale a "por
ventura".
12 Añadía con fuerza en la 1ª
redacción: y cuando no bastare con amor, sean graves castigos.
13 El capítulo tenía un hermoso epílogo en la 1ª redacción. Helo aquí: Porque [en] otra parte trataré aún otra vez de esto, no digo aquí más, sino que quiero más que se quieran y amen tiernamente y con regalo (aunque no sea tan perfecto como el amor que queda dicho, como sea en general) que no haya un punto de discordia. No lo permita el Señor, por quien Su Majestad es, amén.