CAPÍTULO 39
Prosigue la misma materia, y da
avisos de tentaciones algunas de diferentes maneras, y pone los remedios para
que se puedan librar de ellas (1).
1. Pues guardaos también, hijas, de unas humildades
que pone el demonio con gran inquietud de la gravedad de nuestros pecados, que
suele apretar aquí de muchas maneras, hasta apartarse de las comuniones y de
tener oración particular (por) no lo merecer, les pone el demonio); y cuando
llegan al Santísimo Sacramento, en si se aparejaron bien o no, se les va el
tiempo que habían de recibir mercedes. Llega la cosa a término de hacer parecer
a un alma que, por ser tal, la tiene Dios tan dejada, que casi pone duda en su
misericordia. Todo le parece peligro lo que trata, y sin fruto lo que sirve,
por bueno que sea. Dale una desconfianza que, se le caen los brazos para hacer
ningún bien, porque le parece que lo que lo es en los otros, en ella es mal.
2. Mirad mucho, hijas, en este punto que os diré,
porque algunas veces podrá ser humildad y virtud teneros por tan ruin, y otras
grandísima tentación. Porque yo he pasado por ella, la conozco. La humildad no
inquieta ni desasosiega ni alborota el alma, por grande que sea; sino viene con
paz y regalo y sosiego. Aunque uno, de verse ruin, entienda claramente merece
estar en el infierno, y se aflige y le parece con justicia todos le habían de aborrecer , y que no osa casi pedir misericordia, si es
buena humildad, esta pena viene con una suavidad en sí y contento, que no
querríamos vernos sin ella. No alborota ni aprieta el alma, antes la dilata y
hace hábil para servir más a Dios. Estotra pena todo lo turba, todo lo
alborota, toda el alma revuelve, es muy penosa. Creo pretende el demonio que
pensemos tenemos humildad, y si pudiese, a vueltas, que desconfiásemos de Dios.
3. Cuando así os hallarais, atajad el pensamiento de
vuestra miseria lo más que pudiereis, y ponedle en la misericordia de Dios y en
lo que nos ama y padeció por nosotros. Y si es tentación, aun esto no podréis
hacer, que no os dejará sosegar el pensamiento ni ponerle en cosa, sino para
fatigaros más. Harto será si conocéis es tentación (2).
Así es en penitencias desconcertadas, para hacer
entendernos que somos más penitentes que las otras y que hacéis algo. Si os andáis
escondiendo del confesor o prelada, o si diciéndoos que lo dejéis no lo hacéis,
es clara tentación. Procurad -aunque más pena os dé- obedecer, pues en esto
está la mayor perfección.
4. Pone otra bien peligrosa, que es una seguridad de
parecernos que en ninguna manera tornaríamos a las culpas pasadas y contentos del mundo; "que ya le tengo entendido y sé
que se acaba todo y que más gusto me dan las cosas de Dios". Esta, si es a
los principios, es muy malo, porque con esta seguridad no se les da nada de
tornarse a poner en las ocasiones, y hácenos dar de
ojos, y plega a Dios que no sea muy peor la recaída.
Porque, como el demonio ve que es alma que le puede dañar y aprovechar a otras,
hace todo su poder para que no se levante.
Así que, aunque más gustos y prendas de amor el Señor
os dé, nunca tanto andéis seguras que dejéis de temer podéis tornar a caer, y
guardaros de las ocasiones.
5. Procurad mucho tratar esas mercedes y regalos con
quien os dé luz, sin tener cosa secreta. Y tened este cuidado: que en principio
y fin de la oración, por subida contemplación que sea, siempre acabéis en
propio conocimiento. Y si es de Dios, aunque no queráis ni tengáis este aviso,
lo haréis aun más veces, porque trae consigo humildad y siempre deja con más
luz para que entendamos lo poco que somos.
No me quiero detener más, porque muchos libros
hallaréis de estos avisos. Lo que he dicho es porque he pasado por ello y vístome en trabajo algunas veces. Todo cuanto se puede
decir no puede dar entera seguridad.
6. Pues, Padre Eterno, ¿qué hemos de hacer sino
acudir a Vos y suplicaros no nos traigan estos contrarios nuestros en
tentación? Cosas públicas vengan, que con vuestro favor mejor nos libraremos.
Mas esas traiciones ¿quién las entenderá, Dios mío? Siempre hemos menester
pediros remedio. Decidnos, Señor, alguna cosa para que nos entendamos y
aseguremos. Ya sabéis que por este camino no van los muchos, y si han de ir con
tantos miedos, irán muy menos.
7. Cosa extraña es ésta, ¡como si para los que no van
por camino de oración no tentase el demonio!, y que se espanten más todos de
uno que engaña de los que van más llegados a perfección, que de cien mil que
ven en engaños y pecados públicos, que no hay que andar a mirar si es bueno o
malo, porque de mil leguas se entiende es Satanás.
A la verdad, tienen razón, porque son tan poquísimos
a los que engaña el demonio de los que rezaren el Paternóster como queda dicho,
que como cosa nueva y no usada da admiración; que es cosa muy de los mortales pasar
fácilmente por lo continuo que ven, y espantarse mucho de lo que es muy pocas
veces o casi ninguna. Y los mismos demonios los hacen espantar, porque les está
a ellos bien, que pierden muchos por uno que se llega a la perfección (3).
NOTAS
1 Uno de los censores anotó sobre el
título: "El capítulo 40 es mucho de notar, así para los tentados de
humildades falsas, como para los confesores". Los amanuenses incluyeron la
observación en el texto, y dentro de él la conservó fray Luis de León (p. 235).
2 El lugar de los períodos que
preceden, en la 1ª redacción se leía: Pues guardaos, hijas, de unas humildades
que pone el demonio, con gran inquietud, de la gravedad de los pecados pasados:
"si merezco llegarme al Sacramento", "si me dispuse bien",
"que no soy para vivir entre buenos", cosas de éstas, que viniendo
con sosiego y regalo y gusto, como el trae consigo el conocimiento propio, es
de estimar; mas si viene con alboroto e inquietud y apretamiento de alma y no
poder sosegar el pensamiento, creed que es tentación, y no os tengáis por
humildes, que no viene de ahí.
3 La 1ª redacción concluía así el
capítulo: Y digo que es tan de espantar, que no me maravillo se espanten;
porque, si no es muy por su culpa, van tan más seguros que los que van por otro
camino, como los que están en el cadalso mirando al toro o los que andan
poniéndosele en los cuernos. Esta comparación he oído, y paréceme al pie de la
letra.
No hayáis miedo, hermanas, de ir por
estos caminos, que muchos hay en la oración, porque unos aprovechan en uno y
otros en otro, como he dicho; camino seguro es; mas aina
os libraréis de la tentación estando cerca del Señor, que no estando lejos.
Suplicádselo y pedídselo, como lo hacéis tantas veces al día en el Paternóster.
Dice cómo procurando siempre andar
en amor y temor de Dios, iremos seguras entre tantas tentaciones.
1. Pues, buen Maestro nuestro, dadnos algún remedio
cómo vivir sin mucho sobresalto en guerra tan peligrosa.
El que podemos tener, hijas, y nos dio Su Majestad es
"amor y temor"; que el amor nos hará apresurar los pasos; el temor
nos hará ir mirando adónde ponemos los pies para no caer por camino adonde hay
tanto en que tropezar como caminamos todos los que vivimos. Y con esto a buen
seguro que no seamos engañadas.
2. Diréisme que en qué
veréis que tenéis estas dos virtudes tan grandes. Y tenéis razón, porque cosa
muy cierta y determinada no la puede haber; porque siéndolo de que tenemos
amor, lo estaremos de que estamos en gracia (1). Mas mirad, hermanas: hay unas
señales que parece los ciegos las ven; no están secretas; aunque no queráis
entenderlas, ellas dan voces que hacen mucho ruido, porque no son muchos los
que con perfección las tienen, y así se señalan más. ¡Como quien no dice nada:
amor y temor de Dios! Son dos castillos fuertes, desde donde se da guerra al
mundo y a los demonios.
3. Quien (2) de veras aman a Dios, todo lo bueno
aman, todo lo bueno quieren, todo lo bueno favorecen, todo lo bueno loan, con
los buenos se juntan siempre y los favorecen y defienden. No aman sino verdades
y cosa que sea digna de amar. ¿Pensáis que es posible quien muy de veras ama a
Dios amar vanidades? Ni puede, ni riquezas, ni cosas del mundo, de deleites, ni
honras; ni tiene contiendas ni envidias. Todo porque no pretende otra cosa sino
contentar al Amado. Andan muriendo porque los ame, y así ponen la vida en
entender cómo le agradarán más.
¿Esconderse? (3) -¡Oh, que el amor de Dios, si de
veras es amor, es imposible! Si no, mirad un San Pablo, una Magdalena: en tres
días el uno comenzó a entenderse que estaba enfermo de amor; éste fue San
Pablo. La Magdalena desde el primer día, ¡y cuán bien entendido! Que esto
tiene, que hay más o menos; y así se da a entender como la fuerza que tiene el
amor: si es poco, dase a entender poco; y si es
mucho, mucho; mas poco o mucho, como haya amor de Dios, siempre se entiende.
4. Mas de lo que ahora tratamos más, que es de los
engaños e ilusiones que hace el demonio a los contemplativos, no hay poco;
siempre es el amor mucho -o ellos no serán contemplativos-, y así se da a
entender mucho y de muchas maneras. Es fuego grande, no puede sino dar gran
resplandor. Y si esto no hay, anden con gran recelo, crean que tienen bien que
temer, procuren entender qué es, hagan oraciones, anden con humildad y supliquen
al Señor no los traiga en tentación; que, cierto, a no haber esta señal, yo
temo que andamos en ella. Mas andando con humildad, procurando saber la verdad,
sujetas al confesor y tratando con él con verdad y llaneza, que, -como está
dicho- (4), con lo que el demonio os pensare dar la muerte os da la vida,
aunque más cocos e ilusiones os quiera hacer (5).
5. Mas si sentís este amor
de Dios que tengo dicho y el temor que ahora diré, andad alegres y quietas, que
por haceros turbar el alma para que no goce tan grandes bienes, os pondrá el
demonio mil temores falsos y hará que otros os los pongan. Porque ya que no
puede ganaros, al menos procura hacernos algo perder, y que pierdan los que
pudieran ganar mucho creyendo son de Dios las mercedes que hace tan grandes a
una criatura tan ruin, y que es posible hacerlas, que parece algunas veces
tenemos olvidadas sus misericordias antiguas (6).
6. ¿Pensáis que le importa poco al demonio poner
estos temores? -No, sino mucho, porque hace dos daños: el uno, que atemoriza a
los que lo oyen (7) de llegarse a la oración, pensando han también de ser
engañados. El otro, que se llegarían muchos más a Dios, viendo que es tan bueno
-como he dicho- (8), que es posible comunicarse ahora tanto con los pecadores. Póneles codicia -y tienen razón- que yo conozco algunas
personas que esto los animó y comenzaron oración, y en poco tiempo salieron
verdaderos, haciéndolos el Señor grandes mercedes.
7. Así que, hermanas, cuando entre vosotras viereis
hay alguna que el Señor las haga, alabad mucho al Señor por ello, y no por eso
penséis está segura, antes la ayudad con más oración; porque nadie lo puede
estar mientras vive y anda engolfado en los peligros de este mar tempestuoso.
Así que no dejaréis de entender este amor adonde
está, ni sé cómo se pueda encubrir (9). Pues si amamos acá a las criaturas,
dicen ser imposible y que mientras más hacen por encubrirlo, más se descubre,
siendo cosa tan baja que no merece nombre de amor, porque se funda en nonada;
¿y habíase de poder encubrir un amor tan fuerte, tan
justo, que siempre va creciendo, que no ve cosa para dejar de amar, fundado
sobre tal cimiento como es ser pagado con otro amor, que ya no puede dudar de
él por estar mostrado tan al descubierto, con tan grandes dolores y trabajos y derramamiento
de sangre, hasta perder la vida, porque no nos quedase ninguna duda de este
amor? ¡Oh, válgame Dios, qué cosa tan diferente debe ser el un amor del otro a
quien lo ha probado!
8. Plega a Su Majestad nos
le dé antes que nos saque de esta vida, porque será gran cosa a la hora de la
muerte ver que vamos a ser juzgadas de quien habemos amado sobre todas las
cosas (10). Seguras podremos ir con el pleito de nuestras deudas. No será ir a
tierra extraña, sino propia, pues es a la de quien tanto amamos y nos ama (11).
Acordaos, hijas mías, aquí de la ganancia que trae este amor consigo y de la
pérdida no le tener, que nos pone en manos del tentador, en manos tan crueles,
manos tan enemigas de todo bien y tan amigas de todo mal.
9. ¿Qué será de la pobre alma que, acabada de salir
de tales dolores y trabajos como son los de la muerte, cae luego en ellas? ¡Qué
mal descanso le viene!; ¡qué despedazada irá al infierno!; ¡qué multitud de
serpientes de diferentes maneras!; ¡qué temeroso lugar!; ¡qué desventurado
hospedaje! Pues para una noche una mala posada se sufre mal, si es persona
regalada (que) (12) son los que más deben de ir allá), pues posada de para
siempre, para sin fin, ¿qué pensais sentirá aquella
triste alma?
Que no queramos regalos, hijas; bien estamos aquí;
todo es una noche la mala posada. Alabemos a Dios. Esforcémonos a hacer
penitencia en esta vida. Mas ¡qué dulce será la muerte de quien de todos sus
pecados la tiene hecha y no ha de ir al purgatorio! ¡Cómo desde acá aun podrá
ser comience a gozar de la gloria! No verá en sí temor sino toda paz.
10. Ya que no lleguemos a esto, hermanas (13),
supliquemos a Dios, si vamos a recibir luego penas, sea adonde con esperanza de
salir de ellas las llevemos de buena gana, y adonde no perdamos su amistad y
gracia, y que nos la dé en esta vida para no andar en tentación sin que lo
entendamos (14).
NOTAS
1 Al margen del manuscrito añadió
uno de los censores, por escrúpulo teológico: "Lo cual no es posible sino
por especial privilegio".
2 Quien por "quienes": uso
frecuente en la Santa.
3 "Del todo", añadió al
margen el mismo censor del número 2, por el mismo escrúpulo, tachando a
continuación la frases alusivas a S. Pablo y a la
Magdalena, hasta: ... bien entendido.
4 Está dicho en el c. 38, nn. 3-4-. -En la 1ª redacción alegaba de nuevo el
pensamiento de S. Pablo ("fiel es el Señor" 1 Cr
10, 13), y recomendaba estar sujetas a todo lo que tiene la Iglesia...
5 Hablará de él en el c. 41.
6 Alusión al Salmo 88, 50.
7 "Y temen", añadió el
censor.
8 Alude a lo dicho en el c. 16, nn. 6-8; y c. 25, nn. 1-2.
9 "Del todo", acotó el
censor; y en la frase siguiente: ...ser imposible "se encubra el
amor". Poco más abajo, el mismo escrúpulo teológico de otras veces lo
indujo a recortar dos frases: con otro amor "del cual ya no puede
dudar", hasta perder la vida "por nosotros y" porque no nos
quedase ninguna duda de este amor "del Señor".
El presente pasaje era más vivaz y
expresivo en la 1ª redacción: como digo, luego se conoce adonde está [este
amor]; pues no se puede encubrir si se ama un hombrecillo o una mujercilla,
sino que mientras más lo encubren parece más se descubre -con no tener que amar
sino un gusano, ni merece nombre de amor, porque se funda en nonada, y es asco
poner esta comparación-, y ¿habíase de poder encubrir
un amor tan fuerte como el de Dios, fundado sobre tal cimiento, teniendo tanto
que amar y tantas causas por qué amar? En fin, es amor y merece este nombre,
que hurtado se le deben tener acá las vanidades del mundo.
10 Será gran cosa a la hora de la
muerte - "que vamos adonde no sabemos", añadió en la 1ª redacción;
pero el censor se creyó en la necesidad de tachar no sabemos y escribir
"creemos". -Todo este número es un delicado mosaico de reminiscencias
bíblicas.
11 En la 1ª redacción: Que esto
tiene mejor -con todo lo demás- que los queredes de
acá: que en amándole, estamos bien seguras que nos ama.
12 El tenaz censor tachó el que y
escribió "como".
13 El amanuense del ms. de Toledo copió: "Y que no lleguemos a esto,
hermanas", y la Santa añadió: siendo posible, gran cobardía será.
14 La conclusión de la 1ª redacción
era más compendiosa: Alabemos a Dios, y siempre cuidado de suplicarle nos tenga
de su mano, y a todos los pecadores, y no nos traiga en estas ocultas
tentaciones.
Que habla del temor de Dios, y cómo
nos hemos de guardar de pecados veniales.
1. ¡Cómo me he alargado! Pues no tanto como quisiera,
porque es cosa sabrosa hablar en tal amor. ¿Qué será tenerle? (1) El Señor me
le dé, por quien Su Majestad es.
Ahora vengamos al temor de Dios (2). Es cosa también
muy conocida de quien le tiene y de los que le tratan. Aunque quiero entendáis
que a los principios no está tan crecido, si no es algunas personas, a quien
-como he dicho- (3) el Señor hace grandes mercedes, que en breve tiempo las
hace ricas de virtudes. Y así no se conoce en todos, a los principios, digo. Vase aumentando el valor creciendo más cada día; aunque
desde luego se entiende, porque luego se apartan de pecados y de las ocasiones
y de malas compañías y se ven otras señales. Mas cuando ya llega el alma a
contemplación -que es de lo que más ahora aquí tratamos-, el temor de Dios
también anda muy al descubierto, como el amor; no va disimulado, aun en lo
exterior. Aunque mucho con aviso se miren estas personas, no las verán andar
descuidadas, que por grande que le tengamos a mirarlas, las tiene el Señor de
manera que, si gran interés se le ofreciese, no harán de advertencia un pecado
venial. Los mortales temen como al fuego.
Y éstas son las ilusiones que yo querría, hermanas,
temiésemos mucho, y supliquemos siempre a Dios no sea tan recia la tentación,
que le ofendamos, sino que nos la dé conforme a la fortaleza que nos ha de dar
para vencerla. Esto es lo que hace al caso; este temor es el que yo deseo nunca
se quite de nosotras, que es lo que nos ha de valer.
2. ¡Oh, que es gran cosa no tener ofendido al Señor,
para que sus siervos y esclavos infernales estén atados!; (4) que, en fin,
todos le han de servir, mal que les pese, sino que ellos es por fuerza y
nosotros de toda voluntad. Así que, teniéndole contento, ellos estarán a raya,
no harán cosa con que nos puedan dañar, aunque más nos traigan en tentación y
nos armen lazos secretos.
3. Tened esta cuenta y aviso -que importa mucho- que
no os descuidéis (5) hasta que os veáis con tan gran determinación de no
ofender al Señor, que perderíais mil vidas antes que hacer un pecado mortal, y
de los veniales estéis con mucho cuidado de no hacerlos; esto de advertencia,
que de otra suerte, ¿quién estará sin hacer muchos? Mas hay una advertencia muy
pensada; otra tan de presto, que casi haciéndose el pecado venial y
advirtiendo, es todo uno, que no nos pudimos entender. Mas pecado muy de
advertencia, por chico que sea, Dios nos libre de él (6). ¡Cuánto más que no
hay poco, siendo contra una tan gran Majestad y viendo que nos está mirando!
Que esto me parece a mí es pecado sobrepensado, y
como quien dice: "Señor, aunque os pese, haré esto; ya veo que lo veis, y
sé que no lo queréis y lo entiendo; mas quiero más seguir mi antojo y apetito
que no vuestra voluntad". Y que en cosa de esta suerte hay poco, a mí no
me lo parece, por leve que sea la culpa, sino mucho y muy mucho (7).
4. Mirad, por amor de Dios, hermanas, si queréis
ganar este temor de Dios, que va mucho entender cuán grave cosa es ofensa de
Dios y tratarlo en vuestros pensamientos muy ordinario, que nos va la vida y
mucho más tener arraigada esta virtud en nuestras almas. Y hasta que entendáis
muy de veras que le tenéis (8), es menester andar siempre con mucho mucho cuidado, y apartarnos de todas las ocasiones y
compañías que no nos ayuden a llegarnos más a Dios. Tener gran cuenta con todo
lo que hacemos, para doblar en ello nuestra voluntad, y cuenta con que lo que
hablare vaya con edificación; huir de donde hubiere pláticas que no sean de
Dios.
Ha menester mucho que en sí quede muy impreso este
temor; aunque si de veras hay amor, presto se cobra. Mas en teniendo el alma
visto con gran determinación en sí, que -como he dicho- (9) por cosa criada no
hará una ofensa de Dios, aunque después se caiga alguna vez, porque somos
flacos y no hay que fiar de nosotros; (cuando) más determinados, menos
confiados de nuestra parte, que de donde ha de venir la confianza ha de ser de
Dios); cuando esto que he dicho entendamos de nosotros, no es menester andar
tan encogidos ni apretados, que el Señor nos favorecerá, y ya la costumbre nos
será ayuda para no ofenderle; sino andar con una santa libertad, tratando con
quien fuere justo y aunque sean distraídas (10). Porque las que antes que
tuvieseis este verdadero temor de Dios os fueran tóxico y ayuda para matar el
alma, muchas veces después os la harán para amar más a Dios y alabarle porque
os libró de aquello que veis ser notorio peligro. Y si antes fuerais parte para
ayudar a sus flaquezas, ahora lo seréis para que se vayan a la mano en ellas
por estar delante de vos, que sin quereros hacer honra acaece esto.
5. Yo alabo al Señor muchas veces, y pensando de dónde
vendrá por qué, sin decir palabra, muchas veces un siervo de Dios ataja
palabras que se dicen contra El, debe ser que así como acá, si tenemos un
amigo, siempre se tiene respeto, -si es en su ausencia-, a no hacerle agravio
delante del que saben que lo es, y como aquél está en gracia, la misma gracia
debe hacer que, por bajo que éste sea, se le tenga respeto y no le den pena en
cosa que tanto entienden ha de sentir, como ofender a Dios. El caso es que yo
no sé la causa, mas sé que es muy ordinario esto.
Así que no os apretéis, porque si el alma se comienza
a encoger, es muy mala cosa para todo lo bueno, y a las veces dan en ser
escrupulosas, y veisla aquí inhabilitada para sí y
para los otros. Y ya que no dé en esto, será buena para sí, mas no llegará
muchas almas a Dios, como ven tanto encogimiento y apretura. Es tal nuestro
natural, que las atemoriza y ahoga y huyen de llevar el camino que vos lleváis,
aunque conocen claro ser de más virtud.
6. Y viene otro daño de aquí, que es juzgar a otros:
como no van por vuestro camino, sino con más santidad por aprovechar el prójimo
tratan con libertad y sin esos encogimientos, luego os parecerán imperfectos.
Si tienen alegría santa, parecerá disolución, en especial en las que no tenemos
letras ni sabemos en lo que se puede tratar sin pecado. Es muy peligrosa cosa y
un andar en tentación continuo y muy de mala
digestión, porque es en perjuicio del prójimo. Y pensar que si no van todos por
el modo que vos, encogidamente, no van tan bien, es malísimo.
Y hay otro daño: que en algunas cosas que habéis de
hablar y es razón habléis, por miedo de no exceder en algo no osaréis sino por
ventura decir bien de lo que sería muy bien abominaseis.
7. Así que, hermanas, todo lo que pudiereis sin
ofensa de Dios procurad ser afables y entender de manera con todas las personas
que os trataren, que amen vuestra conversación y deseen vuestra manera de vivir
y tratar y no se atemoricen y amedrenten de la virtud. A religiosas importa
mucho esto: mientras más santas, más conversables con sus hermanas, y que
aunque sintáis mucha pena si no van sus pláticas todas como vos las querríais
hablar, nunca os extrañéis de ellas, si queréis aprovechar y ser amada. Que es
lo que mucho hemos de procurar: ser afables y agradar y contentar a las personas
que tratamos, en especial a nuestras hermanas.
8. Así que, hijas mías, procurad entender de Dios en
verdad que no mira a tantas menudencias (11) como vosotras pensáis, y no dejéis
que se os encoja el ánima y el ánimo, que se podrán perder muchos bienes. La
intención recta, la voluntad determinada, como tengo dicho (12), de no ofender
a Dios. No dejéis arrinconar vuestra alma, que en lugar de procurar santidad
sacará muchas imperfecciones que el demonio le pondrá por otras vías y, como he
dicho (13), no aprovechará a sí y a las otras tanto como pudiera.
9. Veis aquí cómo con estas dos cosas -amor y temor
de Dios- podemos ir por este camino sosegados y quietos,
aunque, como el temor ha de ir siempre delante, no descuidados; que esta
seguridad no la hemos de tener mientras vivimos, porque sería gran peligro. Y
así lo entendió nuestro Enseñador cuando en el fin de esta oración dice a su
Padre estas palabras (14), como quien entendió bien eran menester.
NOTAS
1 La 1ª redacción proseguía: ¡Oh
Señor mío, dádmele Vos! No vaya yo de esta vida hasta que no quiera cosa de
ella, ni sepa qué cosa es amar fuera de Vos, ni acierte a poner este nombre en
nadie, pues todo es falso, pues lo es el cimiento, y así no dura el edificio.
No sé por qué nos espantamos: cuando
oigo decir "aquél me pagó mal", "estotro no me quiere", yo
me río entre mí; ¿qué os ha de pagar, ni qué os ha de querer? En esto veréis
quién es el mundo, que vuestro mismo amor os da después el castigo; y eso es lo
que os deshace, porque siente mucho la voluntad de que la hayáis traído
embebida n juego de niños.
A ahora vengamos al temor, aunque se
me hace de mal no hablar en este amor de mundo un rato, porque le conozco bien,
por mis pecados, y quisiéraosle dar a conocer porque
os librarais de él para siempre. Mas porque salgo de
propósito lo habré de dejar. -Fray Luis incluyó este hermoso pasaje en su
edición (pp. 246-247), aunque muy retocado.
2 Véase la división del tema en el
c. 10, n. 1.
3 Lo ha dicho en el c. 40, n. 3, y
c. 16, nn. 6-9.
4 Estén atados: para completar la
frase añadió fray Luis esas dos palabras (p. 248), tomándolas a su vez de la
edición de Evora (p. 136 v).
5 Que hasta que, escribió por
descuido la Santa.
6 Yo no sé cómo tenemos tanto
atrevimiento como es ir contra un tan gran Señor, aunque sea en muy poca cosa.
Así la 1ª redacción.
7 La 1ª redacción continuaba: Por
amor de Dios, hijas, que nunca os descuidéis en esto, como ahora -¡gloria sea
al Señor!- lo hacéis.
8 Por el reiterado escrúpulo
teológico de la no certeza del estado de gracia, el censor tachó en el
autógrafo: "entendáis muy de veras". Fray Luis aceptó la corrección
del censor (p. 250).
9 Lo ha dicho en los nn. 1 y 3. -En el ms. de Toledo
añadió la Santa: no se desanime, que quizá lo permite para que más se conozca;
sino procure luego pedir perdón. -En la 1ª redacción era más tajante: ... que
por cosa criada, ni por medio de mil muertes no haría un pecado venial...
10 Personas distraídas (1ª
redacción).
11 Cf. 23, 3.
12 Lo ha dicho en el n. 3.
13 En los nn.
5-6.
14 Estas palabras, es decir, la
última petición del Paternóster. -He aquí la hermosa conclusión del capítulo en
la 1ª redacción: Veis aquí cómo con estas dos cosas, de amor y temor de Dios,
podéis ir con quietud por este camino y no pareciendo que veis a cada paso el
hoyo adonde caer, que nunca acabaréis de llegar. -Mas, porque aun esto no se
puede saber cierto si es verdad que tenemos estas dos cosas como son bien
menester, habiéndonos el Señor lástima de que vivimos en vida tan incierta y
entre tantas tentaciones y peligros, dice bien Su Majestad, enseñándonos que
pidamos, y El lo pide para Sí: "Mas líbranos del mal. Amen".
En que trata de estas postreras
palabras del Paternóster: "Sed libera nos a malo. Amen". Mas líbranos del mal. Amén.
1. Paréceme tiene razón el buen Jesús de pedir esto
para Sí, porque ya vemos cuán cansado estaba de esta vida cuando dijo en la
cena a sus Apóstoles: "Con deseo he deseado cenar con vosotros" (1),
que era la postrera cena de su vida. Adonde se ve cuán cansado debía ya estar
de vivir. Y ahora no se cansarán los que han cien años, sino siempre con deseo
de vivir más. A la verdad, no la pasamos tan mal ni con tantos trabajos como Su
Majestad la pasó, ni tan pobremente. ¿Qué fue toda su vida sino una continua
muerte, siempre trayendo la que le habían de dar tan cruel delante de los ojos?
Y esto era lo menos; mas ¡tantas ofensas como se hacían a su Padre y tanta
multitud de almas como se perdían! Pues si acá una que tenga caridad le es esto
gran tormento, ¿qué sería en la caridad sin tasa ni medida de este Señor? Y
¡qué gran razón tenía de suplicar al Padre que le librase ya de tantos males y
trabajos y le pusiese en descanso para siempre en su reino, pues era verdadero
heredero de él!
2. "Amén" (2). Que el amén entiendo yo que
pues con él se acaban todas las cosas, que así pide el Señor seamos librados de
todo mal para siempre (3). Y así lo suplico yo al Señor me libre de todo mal
para siempre, pues no me desquito de lo que debo, sino que puede ser por
ventura cada día me adeudo más. Y lo que no se puede sufrir, Señor, es no poder
saber cierto que os amo, ni si son aceptos mis deseos delante de Vos. ¡Oh Señor
y Dios mío, libradme ya de todo mal, y sed servido de llevarme adonde están
todos los bienes! ¿Qué esperan ya aquí a los que Vos habéis dado algún
conocimiento de lo que es el mundo y los que tienen viva fe de lo que el Padre
Eterno les tiene guardado?
3. El pedir esto con deseo grande y toda
determinación es un gran efecto para los contemplativos de que las mercedes que
en la oración reciben son de Dios. Así que los que lo fueren, ténganlo en mucho
(4). El pedirlo yo no es por esta vía; digo que no se tome por esta vía, sino
que, como he tan mal vivido, temo ya de más vivir, y cánsanme
tantos trabajos. Los que participan de los regalos de Dios, no es mucho deseen
estar adonde no los gocen a sorbos y que no quieran estar en vida que tantos
embarazos hay para gozar de tanto bien y que deseen estar adonde no se les
ponga el sol de justicia (5). Haráseles todo oscuro
cuanto después acá ven, y de cómo viven me espanto. No debe ser con contento
quien ha comenzado a gozar y le han dado ya acá su reino y no ha de vivir por
su voluntad, sino por la del rey.
4. ¡Oh, cuán otra vida debe ser ésta para no desear
la muerte! ¡Cuán diferentemente se inclina nuestra voluntad a lo que es la
voluntad de Dios! Ella quiere queramos la verdad, nosotros queremos la mentira;
quiere que queramos lo eterno, acá nos inclinamos a lo que se acaba; quiere
queramos cosas grandes y subidas, acá queremos bajas y de tierra; querría
quisiésemos sólo lo seguro, acá amamos lo dudoso: que es burla, hijas mías,
sino suplicar a Dios nos libre de estos peligros para siempre y nos saque ya de
todo mal. Y aunque no sea nuestro deseo con perfección, esforcémonos a pedir la
petición. ¿Qué nos cuesta pedir mucho, pues pedimos a poderoso? (6) Mas, por
que más acertemos, dejemos a su voluntad el dar, pues ya le tenemos dada la
nuestra. Y sea para siempre santificado su nombre en los cielos y en la tierra,
y en mí sea siempre hecha su voluntad. Amén (7)
***
5. Ahora mirad, hermanas, cómo el Señor me ha quitado
de trabajo enseñando a vosotras y a mí el camino que comencé a deciros, dándome
a entender lo mucho que pedimos cuando decimos esta oración evangelical.
Sea bendito por siempre, que es cierto que jamás vino a mi pensamiento que
había tan grandes secretos en ella, que ya habéis visto encierra en sí todo el
camino espiritual, desde el principio hasta engolfar Dios el alma y darla
abundosamente a beber de la fuente de agua viva que dije estaba al fin del
camino (8). Parece nos ha querido el Señor dar a entender, hermanas, la gran
consolación que está aquí encerrada, y es gran provecho para las personas que
no saben leer. Si lo entendiesen, por esta oración podían sacar mucha doctrina
y consolarse en ella.
6. Pues deprendamos,
hermanas, de la humildad con que nos enseña este nuestro buen Maestro, y
suplicadle me perdone, que me he atrevido a hablar en cosas tan altas. Bien
sabe Su Majestad que mi entendimiento no es capaz para ello, si El no me
enseñara lo que he dicho. Agradecédselo vosotras, hermanas, que debe haberlo
hecho por la humildad con que me lo pedisteis y quisisteis ser enseñadas de
cosa tan miserable.
7. Si el Padre Presentado Fray Domingo Báñez (9), que es mi confesor, a quien le daré antes que le
veáis, viere es para vuestro aprovechamiento y os le diere, consolarme he que
os consoléis. Si no estuviere para que nadie lo vea, tomaréis mi voluntad, que
con la obra he obedecido a lo que me mandasteis; que yo me doy por bien pagada
del trabajo que he tenido en escribir, que no por cierto en pensar lo que he
dicho.
Bendito sea y alabado el Señor, de donde nos viene
todo el bien que hablamos y pensamos y hacemos. Amén (10).
NOTAS
1 Lc 22, 15. -Uno de los censores
del autógrafo fue limando teológicamente los conceptos teresianos de este
pasaje: ... tiene razón "en alguna manera" de pedir esto para Sí.
-Tachó: cuán cansado, y escribió: "gana de despedirse de esta vida".
Tachó de nuevo cuán cansado debía ya estar, y escribió "poca gana debía ya
tener". -A causa, quizá, de estas censuras, la Santa corrigió a fondo este
pasaje en el ms. toledano: tachó el primer período y
escribió: Como sabe nuestro buen Maestro los peligros y trabajos de esta vida,
pide esta petición para nosotros, y aun había probado por experiencia cuán
penosa es. -Borró asimismo "cansado debía estar de vivir" y escribió:
[cuán] sabrosa le era la muerte.
2 Amén: escrito al margen,
probablemente por mano extraña.
3 Aquí la propia Santa arrancó una
hoja entera de su autógrafo, limitándose a retocar las frases siguientes para
llenar la laguna. El texto suprimido dice así en la 1ª redacción:
Excusado es, hermanas, pensar que
mientras vivimos podemos estar libres de muchas tentaciones e imperfecciones y
aun pecados, pues se dice que quien pensare está sin pecado se engaña [1 Jn 1,
10] y es así. Pues si echamos a males del cuerpo y trabajos, ¿quién está sin
muy muchos de muchas maneras? Ni es bien pidamos estarlo.
Pues entendamos qué pedimos aquí,
pues este decir "de todo mal" parece imposible: o de cuerpo -como he
dicho-, o de imperfecciones y faltas en el servicio de Dios. De los santos no
digo nada: todo lo podrán en Cristo, como decía San Pablo [Fp
4, 13]. Mas los pecadores como yo, que me veo rodeada d flojedad y tibieza y
poca mortificación y otras muchas cosas, veo que me cumple pedir al Señor
remedio. -Vosotras, hijas, pedid como os pareciere; yo no le hallo viviendo, y
así le pido al Señor que me libre de todo mal para siempre. ¿Qué bien hallamos
en esta vida, hermanas, pues carecemos de tanto bien, y estamos ausentes de él?
Libradme, Señor, de esta sombra de
muerte, libradme de tantos trabajos, libradme de tantos dolores, libradme de
tantas mudanzas, de tantos cumplimientos como forzado hemos de tener los que
vivimos, de tantas, tantas, tantas cosas que me cansan y fatigan, que cansaría
a quien esto leyese si las dijese todas. No hay ya quien sufra vivir. Debe de
venirme este cansancio de haber tan mal vivido, y de ver que aun lo que vivo
ahora no es como he de vivir, pues tanto debo.
4 La Santa completó así el
pensamiento en el ms. de Toledo: ... son de Dios,
"no siendo por huir los trabajos, sino sólo por gozar de El: a quien
nuestro Señor los diere" ténganlo en mucho.
5 Alusión al texto litúrgico tomado
de Ml. 4, 2. -Todo el presente pasaje fue
profundamente reelaborado por la Autora. En la 1ª redacción concluía: ¡bonico es el mundo para gustar de él quien ha comenzado a
gozar de Dios y le han dado ya acá su reino y no ha de vivir por su voluntad,
sino por la del rey! -La revisión del n. siguiente se
debió a escrúpulos teológicos: ¡Cuán diferentemente se inclina la voluntad de
Dios a la nuestra! Ella desea la verdad, la nuestra la mentira; desea lo
eterno, acá lo que se acaba; desea cosas grandes y subidas, acá bajas y de
tierra; desea todo lo seguro, acá todo lo dudoso.
6 Vergüenza sería pedir a un
emperador un maravedí, -añadía la 1ª redacción.
7 La 1ª redacción proseguía: Veis
aquí, amigas, cómo es el rezar vocalmente con perfección: mirando y entendiendo
a quién se pide y quién pide y qué es lo que se pide. -Cuando os dijeren no es
bien tengáis otra oración sin vocal, no os desconsoléis: leed esto muy bien, y
lo que no entendiéreis de oración, suplicad a Dios os
lo dé a entender. Que rezar vocalmente no os lo puede quitar nadie: ni no rezar
el Paternóster de corrida y sin entenderos tampoco. -Si os lo quitaren alguna
persona u os lo aconsejare, no le creáis; creed que es falso profeta, y mirad
que en estos tiempos no habéis de creer a todos; que, aunque de los que ahora
os pueden aconsejar no hay que temer, no sabemos lo que está por venir.
También pensé deciros algo de cómo
habéis de rezar el Avemaría; mas heme alargado tanto, que se quedará. Y basta
haber entendido cómo se rezará bien el Paternóster para todas las oraciones
vocales que hubiereis de rezar.
8 Alude al c. 19. -La 1ª redacción
contenía en este lugar una interesante declaración personal de la Santa,
seguida de una alusión velada a los decretos inquisitoriales que prohibieron
los "libros en romance": ... la fuente de agua viva de que hablamos.
Y así es que, salida de ella -digo de esta oración del Paternóster-, no sé ya
más ir adelante. -Parece ha querido el Señor entendamos, hermanas, la gran
consolación que aquí está encerrada y que, cuando os quitaren libros, no nos
pueden quitar este libro, que es dicho por la boca de la misma verdad, que no
puede errar. Y pues tantas veces, como he dicho, decimos al día el Paternóster,
regalémonos con él, y procuremos aprender de tan excelente Maestro la humildad
con que ora y todas las demás partes que quedan dichas.
Añade en seguida un texto alusivo al
libro de la Vida, suprimido íntegramente en la 2ª redacción: Pues, hermanas, ya
parece no quiere [el Señor] diga más, porque no sé qué, aunque pensé ir
adelante; pues el Señor os ha enseñado el camino y a mí que en el libro pusiese
-que he dicho está escrito [libro de la Vida]- cómo se han de haber llegadas a
esta fuente de agua viva, y qué siente allá el alma, y cómo la harta Dios y la
quita la sed de las cosas de acá y la hace que crezca en las cosas del servicio
de Dios, que para las que hubieren llegado a ella será de gran provecho y les
dará mucha luz; procuradle, que el Padre fray Domingo Báñez,
presentado de la Orden de santo Domingo (que, como he dicho, es mi confesor, y
es a quien daré éste), le tiene. Si éste va para que le veáis y os le da,
también os dará el otro.
9 Un censor -quizás el P. García de
Toledo- tachó "Presentado fray Domingo Báñez".
Otro tanto había hecho en el prólogo del libro (véase la nota al prólogo, n.
1). -En cambio, la Santa, siempre bien informada de los títulos profesorales de
su gran teólogo, al preparar el texto para la estampa en el ms.
toledano, tachó la palabra Presentado y escribió Maestro; y a continuación del
nombre completó el título añadiendo: de la Orden de Santo Domingo.
10 He aquí dos variantes que matizan
esta conclusión en la redacción primera: ... no por cierto en pensar lo que
había de decir en lo que el Señor me había dado a entender de los secretos de
esta oración evangelical, que me ha sido gran
consuelo. -Sea bendito y alabado sin fin. Amén Jesús. -En el ms. toledano, la Santa duplicó de su propia letra: Amén,
amén.