A Santa Teresa de
Jesus Caminando con Jesus Pedro Sergio Antonio Donoso Brant |
SANTA TERESA DE JESÚS LA VOZ DE DIOS EN SANTA TERESA DE
JESÚS 15 DE OCTUBRE DE 2002 FIESTA DE SANTA TERESA DE JESUS,
DOCTORA DE LA IGLESIA Autor: Padre Jesús Martí Ballester Edición: Pedro S.A. Donoso Brant "Señor Dios nuestro, que has suscitado a Santa Teresa para mostrar
a tu Iglesia el camino de la perfección, concédenos vivir de su doctrina y
enciende en nuestros corazones el deseo de la verdadera santidad" 1. Desde niña Doña Teresa de Cepeda y Ahumada, había oído la voz de
Dios y la había escuchado. De una piedad innata, y un sentido de lo eterno muy acusado, ella
ejercitaba su carisma con su hermanito Rodrigo, un poco mayor que ella, y los
dos construían ermitas para dedicarse a orar y a releer y memorizar las
lecturas de las Vidas de los Santos, que escuchaban al amor de la lumbre, con
toda la familia reunida. Se le encendían en el corazón los deseos del
martirio y pensaba que los mártires habían comprado barato el cielo. Llegó la
adolescencia y se enfrió, se disipó, se volvió vanidosa y coqueta, flirteaba
con sus primos, y a punto estuvo de perder su gran llamada, su vocación de
orante y maestra de oración. Cuidado con las amistades que. pueden apagar el golpear de la llamada de Dios, y empañar
el timbre, suave y fuerte a la vez, de su voz. Ello es posible y debemos
estar prevenidos. Y tomar las oportunas cautelas, no sólo cuanto a las
amistades, sino también en lo referente a lecturas, espectáculos,
conversaciones en las que se infiltran los criterios del mundo y la escala de
valores de la tierra. 2. Su tío, Don Pedro Sánchez de Cepeda, junto con Doña María de
Briceño, la monja agustina que la cuidaba en su
convento, la devolvieron al camino. El primero con el testimonio de su vida
orante y de penitencia, pues, viudo cómo era, se retiró a un monasterio de
monjes Jerónimos, no sin antes poner en las manos de Teresa el libro que la
salvaría: “El tercer Abecedario de Francisco de Osuna”, que la conduciría a
reencontrarse a sí misma, a través de la palabra de Dios. 3. Decidida a ingresar en el Carmelo, se lo comunicó a su padre, que era
para ella asunto irreversible y acabado pues, era tan tenaz, pundonorosa y
valerosa, que ya nadie, después de empeñada su palabra, la detendría ni sería
capaz de influenciarla para que diera un paso atrás, como dice el Evangelio
del que pone su mano en el arado. 4. Buscó y ojalá no encontrara. Buscó y
encontró medio letrados, personas con el corazón poco
ablandado en Cristo, pusilánimes y temerosos y tan calculadores de los
resortes humanos que la hacían desistir del seguimiento de su evidente
llamada. Unos qué para qué monja. Otros qué para qué tanta oración. Que ya
era suficiente con rezar el breviario y el rosario... Casi todos también qué
para qué otra Orden. Que las que habían sobraban y
que se creía superior a todos, pues se erigía ella en Fundadora. Todo la hizo
sufrir. Siguió buscando y cada día peor. 5. Llegó un tiempo que no había quien la quisiera confesar, porque el
revuelo y la murmuración en su ciudad era general y deprimente. Le hicieron
creer que era demonio lo que Jesús le comenzó a regalar. Se predicó contra
ella en los púlpitos y se la humilló y ridiculizó ignominiosamente, con un
manifiesto desprecio a su dignidad de mujer y de cristiana. Se le prohibieron
los libros que eran su único consuelo y que la conducían hasta que Jesús le dijo
un día, cuando estaba abrumada por la desolación. “No temas, hija, que desde
hoy te daré libro Vivo”. Y se lo dio: Fue El, glorioso y vivificante que le
dio la vida y la elevó a la cumbre más elevada y luminosa de la cristificación, como Ella describe en sus celestiales
Moradas. 6. Porque escuchó y fue fiel, aunque perdió el camino, pero siguió,
tras el despiste, en la búsqueda. Porque ante los desvíos, siguió y no
retrocedió. Porque no se amilanó ante las persecuciones y murmuraciones y
difamaciones que amenazaban paralizarla, hoy tenemos una maestra excelsa de
oración, y una madre que siempre nos ayuda a discernir, a seguir, a caminar,
y a buscar hasta encontrar el agua viva siquiera llegue, murmure quien
murmurare, siquiera se hunda el mundo, siquiera me muera en el camino. 7. De almas como Teresa está necesitada la Iglesia. Nosotros, al menos,
tomémosla como Maestra, que iremos bien servidos, pues Dios quiso hacer de
Teresa un testigo de Jesús resucitado, como hizo a Juan y a Pedro y a los
apóstoles. Esta elección la convirtió en mujer nueva, capacitada para
testificar con su vida lo que había visto y oído. Y el mensaje que aportó
Teresa a la Iglesia de su tiempo fue, principalmente, el de la imperiosa
necesidad de orar, como camino para amar, cuando la oración mental, fruto de
la devotio moderna, que había degenerado en puro
juego de silogismos, era desconocida y peligrosa. 8. Los teólogos escolásticos oficiales de entonces, carecían del
conocimiento de este don. Decía fray Domingo de Soto que «si no era con el evangelio delante no
sabía pensar en Dios, que, como era invisible, no sabía qué pensaban algunos
hincados de rodillas dos horas delante del altar, que él no podía
hacerlo". Otros, tanto o más calificados, tuvieron expresiones todavía
más inauditas y lamentables. Melchor Cano ataca los «Comentarios sobre el
catecismo cristiano» de Bartolomé Carranza porque divulgan la oración mental
entre todos los cristianos. Por la misma razón acusaba a fray Luis de
Granada, y hasta veía en la oración mental peligro para el desarrollo normal
de la sociedad. Se comprende, sólo con asomarnos a aquel ambiente, que Teresa
tuviera dificultades, y no sólo las sociales. En una atmósfera, no sólo poco
propicia, sino hostil, cuando sólo el pensamiento de buscar la interioridad
era peligroso (se temía el erasmismo y el alumbradismo),
Teresa se abre camino y ofrece con contundencia el mensaje de aquel momento,
para aquel momento. Y en medio de la tormenta se abrió camino, ¡y qué camino! 9. Creo que no hay en toda la historia de la Iglesia un panegirista de
la oración más caracterizado, elocuente y persuasivo que Teresa en obras y en
palabras. Fue su gran divina intuición. Hemos vivido unos años de verdadera
algarabía en torno a la oración. Y no sólo en la Iglesia Católica sino
también en las separadas. Sobre la oración primero fue el silencio. Después
la calumnia. Luego la omisión. Y ahora que se habla más de ella, creo que se
habla más que se ejerce. Mientras avanza el desierto. 10. Con la teología radical de la muerte de Dios, no había posibilidad
de diálogo con un Dios muerto. Con la crisis y falta de fe, Dios no
interesaba al hombre. La autonomía del hombre descartaba el trato con el Ser
trascendente. Más, se le consideraba rival y amenazante. Estorbo para el
desarrollo humano. Con la secularización y la desacralización, el trato con
Dios era una forma alienante de la personalidad. Le escasa coherencia de los
orantes profesionales, daba origen a acusar a la oración de evasión y desencarnación de la vida. 11. En esta situación, como en la suya, no más fácil, ni menos difícil,
Teresa alza la voz y nos dice: «que nadie tomó a Dios por amigo que no se lo
pagase». Y se pregunta: ¿Por qué no hacen oración? <Por cierto, si no es
para pasar con más trabajo los trabajos de la vida, yo no lo puedo entender,
y para cerrar a Dios la puerta para que no les dé alegría en la oración.
Cierto, les tengo lástima, porque a su costa sirven a Dios; porque a los que
hacen oración el mismo Señor corre con el gasto, pues por un poco de trabajo
les da gusto para que con él se pasen los trabajos». 12. La oración es importantísima, pero no lo es todo. El primado es del
amor, pero sin oración el huerto no produce flores, es decir, ni amor ni
valores humanos, ni virtudes evangélicas, y las bienaventuranzas sin ella
yacen marchitas, heladas: «Que para esto es la oración, para que nazcan
siempre obras, obras, obras», que en el pensamiento de la maestra equivalen a
virtudes. “No pongáis vuestro fundamento sólo en rezar y contemplar; porque
si no procuráis virtudes y no hay ejercicio de ellas, siempre os quedaréis
enanas”. Es decir, sin oración no hay cristianos. Y sin cristianos no puede
haber "nueva evangelización”, al menos en profundidad. Por eso Juan
Pablo II, promotor de la misma, ha dicho que «el mensaje de santa Teresa conserva
hoy toda su verdad y fuerza» y pide «que el pueblo cristiano se ponga a la
escucha del mensaje teresiano». 13. Es en la oración, ciertamente, donde Jesús nos hac
el el yugo suave y nos aligera la carga. Allí es
donde nos enseña a ser humildes y mansos de corzón.
Es allí donde, cuando llegamos cansados y agobiados por nuestros trabajos y
contradicciones, encontramos nuestro descanso. os en
el mundo. Los carmelitas descalzos son 3.800 en 490 conventos. JESUS MARTI
BALLESTER |
Caminando con Jesus www.caminando-con-jesus.org Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant |