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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

p.s.donoso@vtr.net

 

POESÍAS DE SANTA TERESA DE LISIEUX

2 de febrero de 1893

POESÍAS

(Primera parte)


Poesía 1

Poesía 2

Poesía 3

Poesía 4

Poesía 5

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INTRODUCCIÓN A LAS POESÍAS

FUENTES: www.clerus.org

EDICIÓN: www.caminando-con-jesus.org

Publicamos aquí una amplia selección de las Poesías de Santa Teresa de Lisieux

Y lo hacemos en la última traducción que de las mismas he hecho el P. Emeterio García Setién, O.C.D., TERESA DE LISIEUX, Obras Completas, 8ª ed., Burgos, Monte Carmelo, 1994. Unicamente nos hemos permitido algunos ligeros retoques y adiciones, con el fin de ofrecer, de acuerdo a la edición francesa, el texto original de la Santa (es sabido cómo la madre Inés de Jesús, al publicarlas, introdujo diversas modificaciones en el texto de su hermana).

Agradecemos cordialmente al P. Emeterio la amabilidad de permitirnos utilizar su traducción para esta nueva edición de las Obras completas, así como el detalle de traducir para nosotros dos nuevas poesías (la 5 y la 25), a pesar de su edad avanzada y su delicada salud.

Las Recreaciones Piadosas, con las que se completa la obra poética de Teresa, las publicará nuestra Editorial en volumen aparte.

 

Las Poesías son, sin duda alguna, junto con las Recreaciones Piadosas, la parte más desconocida de los escritos de Teresa de Lisieux. En ellas se han concentrado numerosos prejuicios y tópicos, y han contribuido a crear en torno a su figura una cierta reputación de amaneramiento que aún la rodea, aun cuando los estudiosos de su pensamiento -Mons. André Combes, el P. Francisco de Santa María, Hans Urs von Balthasar, Jean Guitton, Jean-François Six, Conrad de Meester, y, desde el principio, el P. Godefroid Madelaine- hayan insistido en la importancia que revisten las poesías para el conocimiento y la interpretación de su mensaje.

Desconocidas, sí. Pero, sobre todo, mal conocidas. Quince de ellas han permanecido inéditas hasta 1979 (1), pero sólo cuatro de estas quince tienen verdadero interés (PN 6, 22, 29 y sobre todo la 50). Todas las demás habían aparecido y en las antiguas ediciones de la Historia de un alma, en versión retocada de la madre Inés de Jesús, que con frecuencia modificaba el pensamiento de Teresa. Además, entre 1953 y 1979 no fueron ya reeditadas.

Por poco que se las examine con atención, se revelan de hecho mucho más ricas de lo que a primera vista puede parecer. Pues ésta es la verdadera problemática de sus poesías: que hay que traspasar la apariencia ingenua de la expresión para descubrir los tesoros que tras ella se esconden.

Para Teresa, la poesía no es "un arte de pasatiempo". Ella no compone sus versos por gusto personal; lo hace, si no por obligación, sí al menos con el deseo de servir, de ayudar, de animar a las demás (cf Cta 220, por ejemplo). Al hacerlo, sigue una tradición, la del Carmelo. Ese pequeño talento que las demás le reconocen, tiene que emplearlo, y esto, sin ser nunca un objetivo en sí mismo, jugará un papel importante en su vida.

Si se quiere apreciar adecuadamente la obra poética de Teresa, no conviene olvidar que ha sido escrita entre febrero de 1893 y mayo de 1897, por una joven entre los veinte y los veinticuatro años, y sin ninguna preparación para ello. Su cultura literaria es evidentemente mediocre, al igual que su cultura general y su ortografía. Su hermana Celina ha hecho, de palabra, interesantes precisiones (2) sobre estas composiciones poéticas:

1º Sor Teresa del Niño Jesús no aprendió de nadie las reglas de la versificación, que desconocía. Tan sólo aprovechó los escasos conocimientos que le proporcionaron sus estudios escolares, de los que retuvo, por ejemplo, algunos pasajes de L'Art poétique de Boileau.

2º Nunca utilizó ningún "diccionario de rimas", pues no lo había en el Carmelo.

3º Antes de entrar en el Carmelo no había escrito ninguna poesía, y en el Carmelo sólo las escribió para responder, la mayoría de las veces, a los deseos de las hermanas.

4º Muchas veces componía por el día, durante el trabajo o en ciertos momentos de recogimiento; pero, excepto los días festivos, como los domingos, tenía que esperar a la hora del tiempo libre de la noche para escribir sus versos. No tenía ningún poeta preferido, pero le gustaron algunas de las poesías que leyó en colecciones de fragmentos escogidos; le gustaba también leer las Fábulas de Lafontaine, y sabía muchas de memoria.

5º Normalmente hacía un borrador de su primera inspiración, y luego lo elaboraba mejor hasta que quedaba a su gusto. Pero, evidentemente, lo que contaba para ella eran las ideas profundas del tema que desarrollaba, mucho más que la expresión poética que les iba a dar, y decía con frecuencia que le costaba expresar exactamente el fondo de su pensamiento.

De hecho, junto con algunos escritores románticos -Lamartine, Mousset, Chateaubriand-, los "modelos poéticos" de Teresa son los cantos que se cantan en el Carmelo, las imágenes piadosas de que vive rodeada, las poesías de sus hermanas (especialmente las de la madre Inés de Jesús) y los textos, muy pobres en general, de las canciones sobre las que calcará sus versos. Léanse, después de esto, poemas como Vivir de amor, Al Sagrado Corazón de Jesús, Sólo Jesús, Mis armas o Una rosa deshojada, y se comprobará hasta qué punto son la expresión de un genio espontáneo en que el material poético se ve sublimado por la intensidad espiritual. Pero las fuentes más importantes de la inspiración de Teresa son los textos bíblico y litúrgicos que constituyen su alimento cotidiano, así como las obras de san Juan de la Cruz; de ellos saca lo esencial de su inspiración.

Géneros literarios

No todas las poesías de Teresa tienen el mismo valor, ni mucho menos. De entre su abundante producción, que fue naciendo al hilo de la vida de su convento, ella misma seleccionó algunas, entre otros para sus "hermanos espirituales" Mauricio Bellière y Adolfo Roulland; y al final de su vida, aceptaba la posibilidad de su publicación.

Estas composiciones poéticas tienen muy diversas finalidades. Algunas están escritas "por cortesía", sin ninguna otra pretensión, y en ellas, por diversas razones, es poco lo que Teresa se entrega personalmente; otras son poemas nacidos de circunstancias concretas o de acontecimientos comunitarias, y a veces no carecen de cierto encanto. Muchas de ellas están escritas por encargo de las hermanas, y en ellas a veces Teresa versifica dócilmente siguiendo la inspiración de la hermana que se le encargó, a veces se entrega un poco más ella misma (Mi cielo, El abandono, Un lirio entre espinas), y en otras se entrega por entero (Mi cántico de hoy, Al Sagrado Corazón de Jesús, Acuérdate, Sed de amor, Mi esperanza, Mi paz y mi alegría) pero sin olvidar en el curso de las mismas a la destinataria (cf Sólo Jesús).

Muy semejantes a éstas últimas son los poemas dedicados a una o otra de las hermanas (Santa Cecilia, Cántico a la Santa Faz, etc.) y a veces no resulta fácil hacer la distinción. Con frecuencia Teresa aprovecha una circunstancia concreta para ofrecer una lección (Acuérdate), o una palabra de aliento (Historia de una pastora), moduladas con gran delicadeza, y estos poemas requieren una exégesis cuidadosa pues hay que evitar interpretarlas únicamente en función de su autora (Mi cielo).

Finalmente, hay algunos poemas de libre expresión personal (aun cuando respondan a una petición o lleven dedicatoria), y tienen también géneros literarios diferentes:

- Recuerdos de infancia, a los que se encuentran asociadas sus hermanas Martin (sobre todo Plegaria de la hija de un santo);

- himnos de inspiración litúrgica (Arrojar flores), exaltación de los santos a los que se siente más cercana y que son sus modelos (Santa Cecilia, Cántico de santa Inés, A Juana de Arco) o de la Santísima Virgen (Por qué te amo, María);

- poemas de lucha y de apostolado (Mis armas);

- y sobre todo, poemas de contemplación y de amor a Jesús, a la Santa Faz, al Sagrado Corazón: toda una gama de poemas de amor y de esponsales, que se van haciendo más y más luminosos y trágicos a medida que cae la noche de la fe (Vivir de amor, Al Sagrado Corazón, Acuérdate, Sed de amor, Mi esperanza, Sólo Jesús, Mi paz y mi alegría, Una rosa deshojada).

El "oficio" de poeta

Si es cierto que Teresa no tuvo ningún maestro y que escribió sus versos sin pretensión poética alguna, no lo es menos procuró respetar las reglas normales de la versificación, cosa que por otro lado no cesaba de recordarle su hermana Inés, cuyas numerosas correcciones estaban muchas veces inspiradas por esta honrosa preocupación (al volver a los textos auténticos de Teresa, encontramos naturalmente numerosas faltas de prosodia y de sintaxis).

Y aun cuando le preocupaban más las ideas que la forma, Teresa se esforzó denodadamente por dominar su oficio de poeta, convencida de que lo que quería decir adquiriría mayor fuerza si acertaba a formularlo en una expresión más elaborada. Los borradores y las numerosas versiones de sus poemas están ahí para probarlo.

El soporte musical

Al enviar al Hno. Simeón, de Roma, una selección de las poesías de su hermana, de entre "las más características", sor Genoveva pone cuidado en indicarle las melodías, ya que, según dice, "cantado es más bonito". Esta era, sin duda, también la opinión de Teresa, que generalmente suele indicar la melodía elegida (3).

Hoy nos resulta difícil ratificar esta opinión, tanta es la distancia entre nuestro ambiente cultural y el de hace un siglo, tan cerrado además en sí mismo. La mayoría de estas melodías están tremendamente anticuadas, algo así como los sombreros de las damas en las antiguas fotos de familia. Ahora bien, lo que importa es el rostro, y no los sombreros. Y esa "música", en vez de beneficiar a la poesía de Teresa, más bien corre el riesgo de ridiculizarla, como un adorno anticuado.

Los modelos musicales que elige no eran precisamente, las más de las veces, los más adecuados para formar su gusto. La adaptación rítmica no le preocupa mayormente. Las sílabas mudas recaen en tiempos musicales fuertes, y vice versa. Es probable que, una vez elegida la melodía, Teresa ya sólo tiene en cuenta el número de sílabas, y entonces el ritmo y la melodía se suceden mal que bien.

Sus melodías preferidas las iremos indicando en nuestro repertorio. Para sus creaciones más personales, Teresa las elige de manera espontánea, sin duda porque descubre en ellas un eco de su propio canto. Ofrecen un ritmo lento, una expresión ferviente o nostálgica que responde a sus sentimientos. Y en algunos casos más bien desafortunados, se produce entonces una coincidencia entre el texto y la música; pero hay que reconocer que esos casos son raros. En realidad, su armonía es ante todo espiritual, una "melodía del cielo" que trasciende a todo estilo literario.

Lo que canta Teresa de Lisieux

Y es que la vida de Teresa es un canto de amor. Ya en la primera página de los Manuscritos autobiográficos anuncia: "No voy a hacer más que una cosa: comenzar a cantar lo que he de repetir eternamente: ¡¡¡las Misericordias del Señor!!!" (Ms A 2r). Esta cita del salmo 88 aparece también en lo alto del "escudo de armas de Jesús y de Teresa", en el que junto a la Santa Faz está representada un arpa con esta leyenda: "El arpa representa a Teresa que quiere cantar incesantemente a Jesús melodías de amor" (Ms A 85v). Así es como ella quedará en el recuerdo de sus hermanas antes de que se imponga la imagen de Teresa con las rosas: la madre Inés había escogido, como primer título para la Historia de un alma, "Un cántico de amor"; María del Sagrado Corazón decía de su hermana, ya el 14 de julio de 1897; "su vida no habrá sido más que una melodía celestial" (Ultimas Conversaciones, Burgos, Monte Carmelo, 1973, p. 632); y el primer cuadro de Celina (1899) representaba a Teresa con el Evangelio sobre el corazón y tocando las cuerdas de un arpa (una santa Cecilia en carmelita).

Ese canto es un canto eminentemente "cristiano": cuando se canta, se canta para alguien, en nombre de alguien, a alguien. Y el canto de Teresa, que nunca es egoísta, se dirige a su familia, a sus hermanas, a sus hermanos misioneros, a los santos del cielo, a la Santísima Virgen, a Dios; y, sobre todo, es un diálogo espiritual o místico con Jesús.

Teresa pone así en diálogo a la tierra con el cielo. Su poesía es, fundamentalmente, un "canto del destierro" en tierra extranjera al borde de la rivera, con una frecuente referencia al salmo 136, Super flumina Babylonis (4), un canto que se dirige al cielo (la Patria) o que habla del cielo. De ahí, el movimiento tan continuo de vaivén entre el cielo y la tierra, y el papel de los ángeles, del vuelo, de las alas.

Esta escala de Jacob, este puente aéreo que Teresa establece entre la tierra y el cielo es una exaltación de "las misericordias del Señor": su poesía canta un asombro perpetuo, su acción de gracias ante el Todopoderoso que se hizo hombre y se desposó con la pobre humanidad. De ahí esas numerosas imágenes y esos enlaces de palabras paradójicas que hacen el efecto de saltos de amor en tantos de sus poemas.

Y es que, para Teresa, la más grande de las maravillas, el tema inagotable de sus poesías, es el amor de Jesús (a veces identificado con toda la Trinidad), el Señor del mundo que es su prometido, su esposo; un amor al que ella responde con un amor apasionado, cada vez más desasido y más ardiente, martirizado y combatiente, hasta la oblación total y absoluta de Una rosa deshojada. Es el canto de una gran enamorada, casi casi "posesiva", y esta característica (tan fuertemente presente también en san Pablo o en Pascal) será una constante en sus poemas, que en ocasiones hará dar marcha atrás a sus hermanas.

Un notable "alegría" (sentida o no sentida) refina aún más la dicha de amar y acentúa la vibración poética. El sufrimiento físico o moral, la abnegación de una vida austera, la misma prueba de la fe están vistas en una perspectiva profundamente positiva, porque detrás de ellas está el amor de Dios al que amor de Teresa no hace más que responder.

Bajo esta óptica, las Poesías son además sumamente reveladoras de la gran dinámica de la oración de Teresa. El "Tú" (y, en sentido inverso, el "Yo" divino) son una constante. Teresa la contemplativa, que nunca pasa más de tres minutos sin pensar explícitamente "en Dios" (Cf CSG, p. 77), ora mientras compone sus poemas a lo largo de su jornada de trabajo. El "Tú" hace que se liberen los recursos de familiaridad que en ella estaban encerrados. Si, según sus confidencias a Celina (cf CSG, p. 82), Teresa tutea a Jesús en la oración -cosa que no osa hacer cuando habla o cuando escribe-, se atreve a hacerlo en las poesías.

La forma poética le permite expresar toda la ternura de su ser de mujer y de esposa. ¡Cuántas veces no la vemos en los "brazos" del Amado, descansando sobre su corazón, leyendo en su mirada, acariciando su rostro, aspirando a recibir de él el beso del amor! Pocas son las personas que han creído tan profundamente, tan carnalmente podríamos decir, en la Encarnación del Hijo de Dios. Si algo de "satisfacción natural" encontraba todavía, será totalmente depurado por la prueba de la fe, como ella misma lo asegura en el Manuscrito C (7vº), justo después de haber hablado de sus poesías. El Resucitado irá educando la ternura natural de esta nueva Magdalena (Ms A 38vº/39rº) haciéndola cada día "más pura y más divina" (Ms C 9rº; Cántico de santa Inés).

Importancia de las poesías

Cuanto más se leen las Poesías, más uno se convence de son imprescindibles para conocer a Teresa de Lisieux. Pues el lenguaje poético -con su reclamo a la música, a la sensibilidad, al inconsciente- y la misma dificultad de buscar un ritmo y unas rimas, que en cierta medida neutralizan el control de la reflexión, la obligan a decir ciertas cosas, a utilizar determinadas imágenes, a desvelar el fondo de su ser en una manera que la prosa pone de lado o disimula con mayor facilidad. Ese mismo lenguaje le permite también, en las poesías que dirige a sus hermanas, franquear ciertas barreras (Historia de una pastora), deslizar no pocos consejos, no pocas verdades que en la vida normal de cada día le resultaría difícil decir sin lastimar.

Pero, más aún, las Poesías nos informan sobre la evolución interior de Teresa, sobre su proceso de maduración, sobre su irradiación, sobre su amor, y quizás más que nada sobre la dureza de su lucha en la prueba de la fe.

Al concluir esta introducción, alguien podría temerse que hemos elogiado en demasía lo que en definitiva no son más que unos "pobres versos" de carmelita con unas imágenes muchas veces convencionales. Pero lo que a primera vista parece insignificante revela en realidad un riqueza y una fuerza desconocidas, que brotan de la santidad de Teresa, que lo mismo sabía transfigurar con un gran sueño de amor los gestos más humildes de la vida cotidiana que ensanchar a escala cósmica las fronteras de su horizonte humano (5).

NOTAS A LA INTRODUCCIÓN

(1) PN 2, 6, 7 (= P 5), 9, 11, 12, 15, 19, 22, 29, 37, 38, 39, 50, a las que hay que añadir las ocho PS (Poésies supplémentaires).

(2) Recogidas por sor María Enriqueta hacia 1953.

(3) En total, son treinta y nueve melodías diferentes las que hemos podido identificar para las poesías. Las nuevas melodías introducidas en las Recreaciones Piadosas hacen ascender el total a sesenta y ocho. Cf Poésies I, pp. 31-32 y II, pp. 22-25; Récréations, pp. 411ss.

(4) Cf La Bible avec Thérèse de Lisieux, Cerf-DDB, 1979.

(5) En el volumen de las Poesías de la Nueva Edición del Centenario podrán encontrarse todas las precisiones necesarias acerca de los manuscritos, las copias, la datación, los destinatarios, las variantes, el "oficio" poético, las melodías, las correcciones de la madre Inés y las ediciones sucesivas.

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POESIA 1

 

EL ROCIO (1) DIVINO
O LA LECHE (2) VIRGINAL

1 Envuelto en luz de amor,
en el blando regazo de tu Madre,
¡oh, mi dulce Jesús!, te muestras a mis ojos,
radiante de amor (3).
El amor:
misteriosa razón
que te alejó (4) de tu mansión celeste
y te trajo al destierro.
Deja que yo me esconda bajo el velo (5)
que a la humana mirada te disfraza.
Solamente a tu lado, ¡oh Estrella matutina!,
mi corazón pregusta un avance del cielo.

2 Cuando al nacer de cada nueva aurora
aparecen del sol los rayos de oro,
la tierna flor que empieza a abrir su cáliz
espera de lo alto un bálsamo precioso:
la rutilante perla matutina,
misteriosa y henchida de frescura,
es la que, produciendo rica savia,
hace abrirse a la flor muy lentamente.

3 Tú eres, Jesús, la flor que acaba de entreabrirse,
contemplando aquí estoy tu despertar primero.
Tú eres, Jesús, la encantadora rosa,
el capullito fresco, gracioso y encarnado.
Los purísimos brazos de tu Madre querida
son para ti tu cuna y trono real.
Es tu sol dulce el seno de María,
tu rocío, la leche virginal.

4 Divino Amado y hermanito mío,
columbro en tu mirada tu futuro:
¡pronto a tu Madre dejarás por mí,
pues ya el amor te empuja al sufrimiento!
Pero sobre la cruz, ¡oh flor abierta!,
reconozco tu aroma matinal,
reconozco las perlas de María:
¡es tu sangre la leche virginal!

5 Este rocío se esconde en el santuario,
hasta el ángel quisiera poder beber de él:
al ofrecer a Dios su plegaria sublime,
como san Juan repite: "¡Hele aquí!".
¡Oh sí!, miradle aquí a este Verbo hecho Hostia,
eterno Sacerdote, sacerdotal Cordero.
El que es Hijo de Dios es hijo de María...
¡Se ha hecho pan de los ángeles la leche virginal!

6 El serafín se nutre de la gloria,
del puro amor y del perfecto gozo;
yo, pobre y débil niña, sólo veo
en el copón sagrado
de la leche el color y la figura.
Mas le leche es un bien para la infancia.
Del corazón divino el amor no halla igual...
¡Oh tierno amor, potencia incalculable!
¡Mi hostia blanca es la leche virginal!

 
NOTAS P 1 - EL ROCÍO DIVINO

Fecha: 2 de febrero de 1893. - Compuesta para: sor Teresa de San Agustín. - Publicación: HA 98 (once versos corregidos) - Melodía: Minuit, chrétiens.

Un capullo de rosa que se abre con los primeros rayos del sol, bajo el efecto del rocío de la mañana: a nadie puede sorprender el encontrarse en el umbral de las Poesías con un símbolo tan teresiano.

Con la audacia serena de un niño, y como quien se siente a gusto en el misterio, Teresa va siguiendo el itinerario de ese "rocío celestial". Reconoce su "aroma matinal" en la Flor sangrante del Calvario; vuelve a encontrar su sabor en el Pan de los ángeles", el Cuerpo eucarístico del Señor, el "Verbo hecho Hostia" después de haberse hecho carne por la mediación de María. En definitiva, Teresa canta, en su propio tono, y aunque sea balbuciendo, el mismo Ave verum que santo Tomás de Aquino.

Para quien nunca había compuesto un solo verso era una empresa temeraria hacer sus primeros pinitos abordando un tema tan difícil. Detrás de la inexperiencia, especialmente en la continuidad y la apropiación de las imágenes, se revela la capacidad de la autora para hacernos entrar, a través de la modalidad poética, en "misterios más ocultos y de un orden superior" (Cta 134).

Sor Teresa de San Agustín ha contado cómo pidió a Teresa esta poesía (Souvenirs d'une sainte amitié, publicados en VT nº 100, pp. 241-255), antes de hacerla practicar la caridad de manera heroica al final de su vida (cf Ms C 14rº)...

La lactación del Hijo de Dios por una Madre Virgen es un aspecto de la Encarnación que ha sido cantado por la Iglesia a través de lo siglos. Teresa recibió esa tradición de la liturgia y de diversos autores espirituales (entre otros, a través de El Año Litúrgico de Dom Guéranger). Es también innegable el influjo de la Vida de sor María de San Pedro, de la que Teresa de San Agustín era una ferviente lectora.

(1) Esta palabra aparece cincuenta veces en los escritos. Como buena normanda, Teresa toma en un principio sus imágenes de las riquezas de la naturaleza (cf Cta 141). El rocío será una metáfora de la Sangre de Jesús (P 15; RP 2, 8rº), del Bautismo (P 28; RP 2, 6vº), o de la Eucaristía (Cta 240).

(2) Uso más bien escaso: catorce veces (de las cuales siete aquí); Teresa nunca digirió la leche...

(3) "Jesús, ¿quién te ha hecho tan pequeño? El amor" (San Bernardo, citado en Cta 162).

(4) Cf P 8,9, 2+.

(5) Cf P 8,4+.

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POESIA 2

SANTA CECILIA

"Mientras sonaban los órganos,
Cecilia cantaba en su corazón"
(Oficio divino)

¡Oh santa del Señor, yo contemplo extasiada
el surco luminoso (1) que dejas al pasar;
aún me parece oír tu dulce melodía
y hasta mí llega tu celeste canto.
De mi alma desterrada escucha la plegaria,
déjame que descanse
sobre tu dulce corazón de virgen,
inmaculado lirio
que brilla en las tinieblas de la tierra
con claro resplandor maravilloso
y casi sin igual.

Castísima paloma, pasando por la vida,
no buscaste a otro esposo que no fuera Jesús.
Habiendo él escogido por esposa a tu alma,
se había unido a ella,
hallándola aromada y rica de virtud.

Sin embargo, otro amante,
radiante de hermosura y de virtud,
respiró tu perfume, blanca y celeste flor.
Por hacerte flor suya y ganar tu ternura,
el joven Valeriano
quiso darte, sin mengua, todo su corazón.
Preparó sin demora, bodas maravillosas,
retembló su palacio de cantos melodiosos;
pero tu corazón de virgen repetía
cánticos misteriosos,
cuyo divino eco se elevaba hasta el cielo.
Tan lejos de tu patria
y viendo junto a ti a este frágil mortal,
¿qué otra cosa podías tú cantar?
¿Deseabas, acaso, abandonar la vida
y unirte para siempre con Jesús en el cielo?
¡Oh no, que no era eso! Oigo vibrar tu lira,
la seráfica lira de tu amor,
la de las dulces notas,
cantando a tu Señor este sublime cántico:
"Conserva siempre puro
mi corazón, Jesús, mi tierno Esposo".

¡Inefable abandono, sublime melodía!
Revelas el amor en tu celeste canto,
el amor que no teme, que se duerme y olvida
como un niño pequeño en los brazos de Dios (2)...

En la celeste bóveda brilló la blanca estrella
que a esclarecer venía con sus tímidos rayos
la noche luminosa que nos muestra, sin velo,
el virginal amor
que en el cielo se tienen los esposos...

Entonces Valeriano se iluminó de gozo,
pues todo su deseo, Cecilia, era tu amor.
Mas halló mucho más en tu noble alianza:
¡le mostraste la vida que nunca acabará!

"¡Oh, mi joven amigo -tú misma le dijiste-,
cerca de mí está siempre un ángel del Señor
que me conserva puro el corazón!
Nunca de mí se aparta, ni aun cuando estoy dormida,
y me cubre gozoso con sus alas azules.
Yo veo por la noche brillar su amable rostro
con una luz más suave que el rayo de la aurora,
su cara me parece la transparente imagen,
el purísimo rayo de la cara de Dios".

Replicó Valeriano: "Muéstrame ese ángel bello,
así a tu juramento podré prestar yo fe;
de lo contrario, teme desde ahora
que mi amor se transforme
en terribles furores y en odio contra ti".

¡Oh paloma escondida
en las hondas cavernas de la piedra (3),
no temiste la red del cazador!
El rostro de Jesús (4) te mostraba sus luces,
el sagrado Evangelio reposaba en tu pecho (5)...,
y con dulce sonrisa al punto le dijiste:

"Mi celeste guardián escucha tu deseo,
tú le verás muy pronto, se dignará decirte
que tienes que ser mártir para volar al cielo.
Mas antes que tú veas a mi ángel,
es cosa necesaria que el bautismo
derrame por tu alma una santa blancura,
que el verdadero Dios habite en ella,
que el Espíritu Santo
le dé a tu corazón su propia vida.

El Verbo, Hijo del Padre, y el Hijo de María,
con un inmenso amor se inmola en el altar;
tienes que ir a sentarte
al sagrado convite de la vida,
para comer a Cristo, que es el pan de los cielos (6).
El serafín, entonces, te llamará su hermano,
y al ver tu corazón ya convertido
en trono de su Dios,
hará que tú abandones las playas de la tierra,
tú verás la morada
de este celeste espíritu de fuego".

"Mi corazón se quema en una nueva llama
-exclamó, transformado, el ardiente patricio-,
quiero que el Señor venga y que habite en mi alma,
¡oh, Cecilia, mi amor será digno del tuyo!"

Vestido con la blanca vestidura,
emblema de inocencia,
Valeriano vio al ángel hermoso de los cielos,
y contempló, extasiado, su sublime potencia,
vio el dulcísimo brillo que irradiaba su frente.
El serafín brillante sostenía en sus manos
frescas y bellas rosas, y blanquísimos lirios,
flores abiertas, todas, en el jardín del cielo
bajo el rato de amor del Astro creador.

"¡Oh, queridos esposos, a los que el cielo ama
-así les dijo el ángel del Señor (7)-,
las rosas del martirio
servirán de corona a vuestras frentes,
y no hay lira ni voz que cantar pueda
este inmenso favor.
Yo que vivo abismado
en mi Dios y contemplo sus encantos,
no puedo ni inmolarme ni sufrir por su amor,
ofrecerle no puedo la sangre de mis venas
ni el llanto de mis ojos,
yo no puedo morir para expresar mi amor.
La pureza es del ángel brillante patrimonio,
su inabarcable gloria nunca terminará;
¡mas vosotros, mortales,
sobre el ángel tenéis la gran ventaja
de poder ser muy puros y de poder sufrir!

....................................................

"En estos blancos lirios perfumados
estáis viendo vosotros
el misterioso símbolo de la virginidad,
que es el dulce presente del Cordero.
Coronados seréis con la blanca aureola,
por siempre y para siempre vuestro canto
será el cántico nuevo.

Vuestra unión casta engendrará a otras almas (8)
que por único esposo buscarán a Jesús;
junto al trono divino, y entre los elegidos,
vosotros las veréis alzar su lumbre
cual purísimas llamas".

¡Oh, préstame, Cecilia, tu dulce melodía!
Quisiera conquistarle a Jesús corazones,
y, como tú, quisiera sacrificar mi vida,
darle toda mi sangre y el llanto de mis ojos...
Haz que yo guste en la extranjera playa (9)
el perfecto abandono, del amor dulce fruto.
¡Oh, mi santa querida, haz que vuele a tu lado,
muy pronto y para siempre, muy lejos de la tierra...!

28 de abril de 1894

 

NOTAS P 2 - SANTA CECILIA

Fecha: 28 de abril de 1894. - Compuesta para: Celina al cumplir los veinticinco años, unida a la Cta 161. - Publicación: HA 98 (diez y siete versos corregidos). - Melodía: Himno a la Eucaristía: Dieu de paix et d'amour, o bien Prends mon coeur, le voilà, Vierge, ma bonne Mère.

Este primer poema espontáneo de Teresa es también una especie de "Primera Sinfonía" por su extensa composición, el entrelazado de los temas, un cierto aire de nobleza y la disposición en grandes estrofas. Es un mensaje para Celina, que se ha quedado sola junto a un padre anciano y casi inconsciente. Aunque se ha consagrado a Dios con un voto privado, Celina se siente tentada por el matrimonio. Teresa acaricia el sueño de tenerla a su lado en el Carmelo (Ms A 82rº). Para seducirla sin violentarla, recurre al lenguaje poético: "la historia de Cecilia" ¿no es acaso una parábola profética de "la historia de Celina" (cf Cta 161)?

Teresa intenta "balbucir" las relaciones que descubre entre virginidad, matrimonio y martirio. No desprestigia la admiración de su hermana por el matrimonio; sin embargo, la orienta hacia una fecundidad espiritual todavía mayor: la de la virginidad consagrada.

Pero este poema es también un canto personal en el que Teresa quiere expresar su "ternura de amiga" hacia Cecilia, su "santa predilecta" (Ms A 61vº; cf Cta 149), que es por encima de todo "la santa del abandono". Pronto hará Teresa de ese abandono una de las componentes fundamentales de su "caminito".

Teresa toma los elementos históricos de su poema del Oficio propio del Breviario romano (22 de noviembre) y de Sainte Cécile et la société romaine aux deux premiers siècles de Don Guéranger (1875).

(1) Cf Ms A 22rº; P 11, 3o; y VT nº 61, p. 74.

(2) Los versos "¡Inefable abandono ... en los brazos de Dios" son ya una especie de anticipo del "caminito".

(3) Cf el comentario de san Juan de la Cruz a la canción 35 del Cántico Espiritual.

(4) En 1889 Teresa descubrió ya, no sólo la Faz dolorosa, sino también la Faz luminosa de Jesús; cf Cta 95. Veintiún veces la menciona en sus Poesías. Cf P 13.

(5) Cf Ms A 61vº. Teresa seguirá el ejemplo de Cecilia llevando constantemente el Evangelio sobre su corazón.

(6) En estos once versos condensa Teresa lo esencial de la iniciación cristiana.

(7) Estas palabras del ángel desarrollan una idea muy querida de Teresa, la de la superioridad del hombre sobre el ángel (P 7,9,1; P 8,2,2; Cta 83; RP 2, final, nota; RP 5,1rº; CA 16.8.4); de ahí una cierta envidia en los ángeles.

(8) Esta pincelada delicada y muy teresiana precisa la índole específica del apostolado de Cecilia y Valeriano: al elegir la castidad perfecta, engendran espiritualmente una posteridad a imagen de sí mismos, enamorada de la virginidad (cf la exclamación de Teresa en el borrador de PN 26: Poésies II. p. 178).

(9) Estos cuatro últimos versos datan sin duda de mayo de 1897

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POESIA 3

CÁNTICO PARA OBTENER LA CANONIZACIÓN DE LA VENERABLE JUANA DE ARCO

1 Dios vencedor, tu Iglesia, toda entera,
rendir pronto quisiera honor en los altares
a una virgen y mártir, a una niña guerrera,
cuyo nombre resuena ya en el cielo.

Estrib. 1 Por tu poder,
¡oh Rey del cielo!,
dale a Juana de Francia }
aureola y altar. } bis

2 Para salvar a Francia, a la Francia culpable,
no desea tu Iglesia ningún conquistador.
A Francia solamente Juana puede salvarla:
¡todos los héroes juntos pesan menos que un mártir!

3 Juana es obra maestra de tus manos, Señor.
Un corazón de fuego y un alma de guerrero
diste a la virgen tímida,
coronando su frente de lirio y de laurel.

4 En su humilde pradera oyó voces del cielo
que a los campos de lucha la llamaban.
Partió rápidamente para salvar la patria,
y, tierna jovencita, a soldados mandó.

5 De los fieros guerreros Juana ganó las almas:
el resplandor divino de este ángel de los cielos
y su mirada pura y su palabra en llamas
hicieron que las frentes atrevidas
al suelo se inclinaran.

6 Por un prodigio, entonces, que es único en la historia,
un monarca cobarde y tembloroso
reconquistó su gloria y su corona
valiéndose del brazo de una débil doncella.

7 Mas no son éstas las victorias grandes
que de Juana hoy queremos celebrar;
la verdaderas glorias que en ella celebramos
son y serán por siempre, ¡oh Dios!,
sus virtudes, su amor.

8 Salvó a Francia en los campos de batalla,
mas su grandes virtudes
necesitaban el divino sello
del sufrimiento amargo,
que fue el sello bendito de su Esposo, Jesús.

9 Sobre la pira en llamas sacrificó su vida,
y en aquel mismo instante
ella escuchó las voces de los santos,
abandonó el destierro por la Patria,
el ángel salvador se remontó a los cielos...

10 Tú eres, pura doncella, nuestra dulce esperanza,
escucha nuestras voces, ven de nuevo a nosotros.
Baja y convierte a Francia,
y por segunda vez ven a salvarla.

Estrib. 2 Por el poder
del Dios de las victorias,
¡salva, salva a tu Francia, }
ángel libertador! } bis

11 Hija de Dios, bellos fueron tus pasos,
arrojando al inglés de tu nación.
Mas no eches en olvido
que en los días primeros de tu infancia
te dedicabas a cuidar corderos.

Estrib. 3 Sé tú la defensora
de los que nada pueden,
conserva la inocencia }
en las cándidas almas }
de los niños. } bis

12 Tuyos, ¡oh dulce mártir!, son nuestros monasterios,
tú sabes que las vírgenes hermanas tuyas son;
y sabes que el objeto de sus ruegos
es, como fue el objeto de los tuyos,
ver que en todas las almas reina Dios.

Estrib. 4 Salvar las almas
es su deseo,
de apóstol mártir }
dales tu llama. } bis

13 Muy lejos de nosotros huirán temor y miedo
cuando la Iglesia ensalce la figura
de Juana, nuestra Santa,
coronando su frente, limpia y pura.

Entonces cantaremos:

Estrib. 5 En ti tenemos puesta
toda nuestra esperanza.
¡Oh, ruega por nosotros, }
santa Juana de Francia! } bis

 

NOTAS P 3 - CÁNTICO PARA OBTENER LA CANONIZACIÓN DE LA VENERABLE JUANA DE ARCO

Fecha: 8 de mayo de 1894. - Compuesto para sí misma y dedicado a Celina. - Publicación: HA 98 (quince versos corregidos). - Melodía: Pitié, mon Dieu.

Poesía patriótica y religiosa en la que la expresión es casi trivial. Teresa pone el acento en las virtudes cristianas y profundas de su heroína. En algunas estrofas reúne los principales temas de sus dos obras teatrales dedicadas a Juana de Arco: la vocación (estr. 3 y 4), tema de RP 1 (21 de enero de 1894); la misión y la pasión (estr. 5-6 y 8-9), tema de RP 3 (21 de enero de 1895), y la misión póstuma (estr. 10-11). La estrofa 3 recoge una estrofa de RP 1, 5rº. Sobre las circunstancias de esta composición, véanse las introducciones a estas dos Recreaciones.

Del entusiasmo de Teresa nos ofrecen variados matices los títulos que ella misma puso en la copia original de su cántico - "Un soldado francés, defensor de la Iglesia y admirador de Juana de Arco"-, que dedica a su hermana, el "Valeroso caballero C. Martin".

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POESIA 4

MI CANTO DE HOY

1 Mi vida es un instante (1), una efímera hora,
momento que se evade y que huye veloz.
Para amarte, Dios mío, en esta pobre tierra
no tengo más que un día:
¡sólo el día de hoy!

2 ¡Oh, Jesús, yo te amo! A ti tiende mi alma.
Sé por un solo día mi dulce protección,
ven y reina en mi pecho, ábreme tu sonrisa
¡nada más que por hoy!

3 ¿Qué me importa que en sombras esté envuelto el futuro?
Nada puedo pedirte, Señor, para mañana.
Conserva mi alma pura, cúbreme con tu sombra
¡nada más que por hoy!

4 Si pienso en el mañana, me asusta mi inconstancia (2),
siento nacer tristeza, tedio en mi corazón.
Pero acepto la prueba, acepto el sufrimiento
¡nada más que por hoy!

5 ¡Oh Piloto divino, cuya mano me guía!,
en la ribera eterna pronto te veré yo.
Por el mar borrascoso gobierna en paz mi barca
¡nada más que por hoy!

6 ¡Ah, deja que me esconda en tu faz adorable (3),
allí no oiré del mundo el inútil rumor.
Dame tu amor, Señor, consérvame en tu gracia
¡nada más que por hoy!

7 Cerca yo de tu pecho, olvidada de todo,
no temo ya, Dios mío, los miedos de la noche.
Hazme un sitio en tu pecho, un sitio, Jesús mío,
¡nada más que por hoy!

8 Pan vivo, Pan del cielo, divina Eucaristía,
¡conmovedor misterio que produjo el amor!
Ven y mora en mi pecho, Jesús, mi blanca hostia,
¡nada más que por hoy!

9 Uneme a ti, Dios mío, Viña santa y sagrada,
y mi débil sarmiento dará su fruto bueno,
y yo podré ofrecerte un racimo dorado (4),
¡oh Señor, desde hoy!

10 Es de amor el racimo, sus granos son las almas,
para formarlo un día tengo, que huye veloz.
¡Oh, dame, Jesús mío, el fuego de un apóstol
nada más que por hoy!

11 ¡Virgen inmaculada, oh tú, la dulce Estrella
que irradias a Jesús y obras con él mi unión!,
deja que yo me esconda bajo tu velo, Madre,
¡nada más que por hoy!

12 ¡Oh ángel de mi guarda, cúbreme con tus alas,
que iluminen tus fuegos mi peregrinación!
Ven y guía mis pasos, ayúdame, ángel mío,
¡nada más que por hoy!

13 A mi Jesús deseo ver sin velo, sin nubes.
Mientras tanto, aquí abajo muy cerca de él estoy.
Su adorable semblante se mantendrá escondido
¡nada más que por hoy!

14 Yo volaré muy pronto para ensalzar sus glorias,
cuando el día sin noche se abra a mi corazón.
Entonces, con la lira de los ángeles puros,
¡yo cantaré el eterno, interminable hoy!

 

NOTAS P 4 - MI CANTO DE HOY

Fecha: 1 de junio de 1894. - Compuesto para: María del Sagrado Corazón, a petición suya, para su santo. - Publicación: HA 98 (veintiún versos corregidos). - Melodía: Himno a la Eucaristía "Dieu de paix et d'amour", o bien Une religieuse à son crucifix.

Esta poesía nació de una conversación con María del Sagrado Corazón en la primavera de 1894. Teresa expresa los pensamientos de ambas con ocasión del onomástico de su hermana mayor. La imagen, la actitud del alma, se va desarrollando de manera armoniosa y sin violencias a lo largo de todo el poema: la de un ser débil que nada puede prometer ni pedir para mañana, pero que vive entregado totalmente a Dios, confiado en su gracia. Esta poesía, de una gran riqueza, reúne como en un manojo varios de los grandes temas preferidos de Teresa.

El lenguaje es sencillo, con imágenes que le son familiares a Teresa, y el entusiasmo va creciendo poco a poco, conservando sin embargo su sencillez, gracias al estribillo: "Nada más que por hoy". La última estrofa es típicamente teresiana con su vuelo potente y definitivo.

Es innegable una tonalidad lamartiniana, que refleja los gustos de María del Sagrado Corazón. Pero a la observación negativa del poeta: "Sólo tenemos el día de hoy" (L'Homme), Teresa responde de forma positiva: "Lo que cuenta para nosotras es el día de hoy", ese día de hoy que nos trae su gracia. Hay que subrayar la coherencia de esta poesía con toda la vida de Teresa (cf Cta 89, 96, 169, 241 y CA 19.8.10).

Además de Lamartine, puede notarse también el parentesco con una hoja, "Mi hoy", que Teresa conservaba en un libro de uso corriente. Pero el enfoque supera aquí la perspectiva de paciencia en el sufrimiento a que se limita el texto de esa hoja.

(1) Palabra muy teresiana, que encontramos ciento diez veces en sus escritos.

(2) Unica vez que aparece en Teresa.

(3) Este versículo bíblico (Sal 30,21) volverá a repetirse cuatro veces más en las Poesías (PN 11,3; 12,8; 16,1; 20,5 = P 12,5) y lo elegirán para el recordatorio del señor Martin.

(4) Cf P 36,8+.

(5) Acerca de María como Estrella, cf RP 1,11rº/vº; RP 3,12vº; Ms A 85vº+.

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POESIA 5

CANTO DE GRATITUD A LA VIRGEN DEL CARMEN

1 Desde el primer instante de mi vida
me tomaste en tus brazos,
y desde aquel momento,
amada Madre mía,
me das tu protección aquí en la tierra.
Para guardar intacta mi inocencia,
me escondiste en un blando y dulce nido,
custodiaste mi infancia
a la sombra bendita
de un retirado claustro.

2 Y más tarde, al llegar
mi juventud a sus primeros días,
escuché la llamada de Jesús.
Me mostraste el Carmelo
con ternura inefable.
"Ven a inmolarte por tu Salvador
-me decías entonces con dulzura-.
Cerca de mí te sentirás dichosa,
ven a inmolarte con tu Salvador".
........................................

3 Cerca de ti, oh tierna Madre mía,
he encontrado la paz del corazón;
en esta tierra nada más deseo,
sólo Jesús es toda mi ventura.
Si alguna vez me asaltan
la tristeza o el miedo,
en mi debilidad tú me sostienes
y siempre, Madre mía, me bendices.

4 Otórgame la gracia
de mantenerme fiel
a mi divino Esposo,
Jesús.
Para que un día
su dulce voz yo escuche,
cuando a volar me invite y a sentarme
entre sus elegidos.
Entonces ya no habrá
ni más destierro ni más sufrimiento.
Ya en el cielo,
yo volveré a cantarte
mi amor y gratitud,
amable y dulce Reina del Carmelo.

16 de julio de 1894

 

NOTAS P 5 - CANTO DE GRATITUD A LA VÍRGEN DEL CARMEN

Fecha: 16 de julio de 1894. - Compuesta para: sor Marta de Jesús, con motivo de sus veintinueve años. - Publicación: Poésies, 1979.

Unos versos sencillos, cuyo interés es más histórico que poético. Destacan la delicadeza de Teresa para con su novicia (huérfana desde los ocho años) y nos ofrecen mas información acerca de la personalidad de ésta última que acerca de la vida mariana de la autora. Notemos, no obstante que ya aquí María aparece como "más Madre que Reina".

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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

p.s.donoso@vtr.net