http://www.buenanueva.es/wp-content/uploads/2016/02/ABRAZO-540x320.jpg

 

SAN JUAN DE LA CRUZ Y COMO NOS AMA EL PADRE

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

(Para meditar y orar)


 

Vamos a meditar en oración esta fineza de Dios de amarnos intensamente y ser sus hijos. “Pues todos somos hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.” (Gal 3,26) San Pablo dice además; “La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!” (Gal 4,6)

No hay como dirigirse a Dios, como con el gozo de saber que somos sus hijos e iguales en el amor. El amor iguala. En este momento que hemos dejado para hacer oración, recordemos que Dios no nos mira como oramos, pero si mirara la fe con la cual lo hacemos. Como dice el santo padre san Juan de la Cruz; “el cual sólo mira la fe y pureza de corazón del que ora.” (3S 36,1) Él siempre nos mira. Y  mirar Dios es amar. (CB 19,6)

En esta meditación, tratemos de no caer en la tentación de procurar más el sabor del espíritu que la pureza y discreción de él, que es lo que Dios mira y acepta en todo el camino espiritual. (N 6,1). El Padre no espera otra cosa de sus hijos, que nos dirijamos a Él con simplicidad, inocencia y naturalidad. Dejémonos guiar por su Espíritu. En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. (Rom 8,14)

La manera como nos ha amado el Padre es comunicándonos el mismo amor que le da al hijo. A El por naturaleza, a nosotros por unidad y transformación de amor; En palabras de San Juan de la Cruz dice; “comunicándoles el mismo amor que al Hijo, aunque no naturalmente como al Hijo, sino, como habemos dicho, por unidad y transformación de amor.” (CB 39, 5)

Y sigue san Juan de la Cruz; “Y cómo esto sea, no hay más saber ni poder para decirlo, sino dar a entender cómo el Hijo de Dios nos alcanzó este alto estado y nos mereció este subido puesto de poder ser hijos de Dios” (CB 39,5) y a continuación nos recuerda como dice san Juan (Evangelista); “Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre;” (Jn 1, 12)

Nos ayuda San Juan de la Cruz a entender que este proceso de ser transformados en hijos en el Hijo se realiza por la acción del Espíritu Santo que purifica al creyente de todo lo que no es Dios y le da la posibilidad de amar a Dios con el mismo amor de Dios y lleva a plenitud la imagen de Dios que somos desde el momento de nuestro nacimiento.

Nos comenta el santo en Subida del Monte Carmelo; “que los hijos de Dios, que son estos transformados y unidos en Dios, son movidos del Espíritu de Dios, esto es, a divinas obras en sus potencias. Y no es maravilla que las operaciones sean divinas, pues que la unión del alma es divina.” (3S2, 16) y se basa en la opinión de San Pablo cuando le escribe a los Romanos; “En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios.” (Rom 8,14-16)

Y este es un gran regalo de Dios, darnos este obsequio, como cosa suya, voluntariamente, es más que un buen motivo para amarle. Dios, es todo  generosidad con sus hijos, y no nos pide que pensemos en El, nos ha dicho que le amemos. Dice san Juan de la Cruz en Llama de Amor; “Y así, la voluntad para ir a Dios más ha de ser desarrimándose de toda cosa deleitosa y sabrosa, que arrimándose; que así cumple bien el precepto de amor, que es amarle sobre todas las cosas, (Ll (A) 3,43). Y en Cantico Espiritual comenta; “porque Dios, amándonos primero, nos muestra a amar pura y enteramente como él nos ama. (CA 37,3) 

Y el santo dice que así lo pidió al Padre, tal como se expresa en el Evangelio de san Juan; “Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplan mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo.” (Jn 17,24), luego sigue el santo; “para que vean la claridad que me diste; es a saber: que hagan por participación en nosotros la misma obra que yo por naturaleza, que es aspirar el Espíritu Santo. (CB 39,5) Es decir quiere el Esposo que, así como el aspira al Espíritu Santo por naturaleza, los aspiremos nosotros por participación de la misma naturaleza. Y sigue luego recordando lo que dice el Evangelio de Juan; “No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.” (Jn 17, 20-24). Con esto tenemos claridad que la manera como nos ha amado el Padre es comunicándonos el mismo amor que le da al hijo. A El por naturaleza, a nosotros por unidad y transformación de amor.

Lo asombroso es que Dios siempre se fía de nosotros, además él cree en nosotros. Nos parece increíble, pero además, Dios espera más de nosotros que nosotros de él y nos ama mucho más de los que nosotros le amamos. No obstante, nosotros estamos capacitados para amar.

Estos regalos se hacen al alma, como dice el santo; “con muy particular amor de Dios que tiene con la tal alma, porque el alma también se le tiene a él” (2 S 26, 10) Y luego recuerda los que dice el Evangelista; “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.” (Jn 14,21) y sigue comentando; “En lo cual se incluyen las noticias y toques (toques divinos, con lo que le hace recordar él) que vamos diciendo que manifiesta Dios al alma (que se llega a él y) de veras le ama.” (2 S 26, 10).

Y así Dios se ha hecho uno de tantos y semejante a los hombres, haciéndonos comprender que todos somos hijos de Dios. El santo padre Juan de la Cruz nos dice; “Esta es la adopción de los hijos de Dios; que de veras dirán a Dios lo que el mismo Hijo dijo por san Juan (17, 10) al Eterno Padre, diciendo: Todas mis cosas son tuyas y tus cosas son mías. El por esencia, por ser Hijo natural; nosotros por participación, por ser hijos adoptivos.” (CB 36,5) Y reflexiona más adelante; “Porque esto es lo que entiendo quiso decir san Pablo (Gal. 4, 6), cuando dijo; Por cuanto sois hijos de Dios, envió Dios en vuestros corazones el espíritu de su Hijo, clamando al Padre.”

El deseo de Dios, es engrandecer el alma. Dios tiene más amor y se recrea más en el alma del que lo ama. Y dice el santo en Llama de Amor (LlB 2,34); “Porque el alma, como ya verdadera hija de Dios, en todo es movida por el espíritu de Dios, como enseña san Pablo; En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.”

Oración

Bendito sea tu Nombre Santo, Señor Dios, que has creado la vida, que me has formado en el vientre de mi madre y que me conocías antes de que yo viniera a la existencia. Bendito sea el gran regalo de la vida que disfrutamos gracias a ti Señor. Yo te agradezco por tu bondad infinita, por la cual has permitido que yo viniera a la existencia. Te agradezco por hacerme un ser único, lleno de regalos propios de un hijo de Dios.

Gracias Padre, porque en tu gran amor, nos has enviado a tu Hijo Jesús, para que todo el que crea en Él no perezca sino que tenga Vida Eterna.

Gracias Señor porque nos has dado el mundo, este maravilloso escenario de la vida que tú nos presentas diariamente. Te agradecemos Señor por las vidas de todos nuestros hermanos y hermanas, tanto vivos como difuntos. Gracias Señor por el regalo de la vida. Gracias Señor por todos los elementos que nos acompañan y nos permiten nuestra existencia.

Gracias Señor por el aire que respiramos, y todos los elementos de la naturaleza que son muestra de tu amor por nosotros. Gracias Señor por este maravilloso universo que siempre está más allá de nuestro entendimiento. Gracias Señor porque nos has dotado de talentos, por nuestra inteligencia, por nuestra fe y por darnos tu Presencia en los Sacramentos de la Iglesia. Gracias Señor porque nos llamas tus hijos, y por hacernos tuyos.

Gracias Señor.

“Un amor enciende otro amor.” (CB 13,11)

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

www.caminando-con-Jesus.org

 

Fuentes y referencias

Obras Completas Editorial Monte Carmelo

Textos Bíblicos: Biblia de Jerusalén

Siglas

CB= Cantico Espiritual (B)

CA= Cantico Espiritual (A)

LLB= Llama de Amor (B)

LlA= Llama de Amor (A)

S= Subida Monte Carmelo

N= Noche Oscura