Caminando con
Jesús Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant |
¿NO
SERÁ ESTE EL MESÍAS? Jesús concibe su
misión como la del Mesías Siervo 1. "MESÍAS", UNA
PALABRA EXTRAÑA. Es de todos conocidos que
judíos y cristianos han polemizado, desde los orígenes
cristianos hasta nuestros días, para averiguar si el rabino Yeshúa de Nazareth
(Galilea) daba cumplimiento o no a la espera mesiánica. La discusión ha sido tanto
más difícil cuanto que, como hemos observado ya, no
había una sola, sino varias formas de espera mesiánica. Una cosa parece cierta: para el
hombre del siglo XX a menos que pertenezca a la comunidad judía, la
noción misma de Mesías, y de mesianismo apenas tiene
significado alguno. Los hombres del siglo XX, en su inmensa mayoría
americanos o chinos, rusos o alemanes, ingleses o españoles, ignoran
casi lo que estos términos significan. De ahí que cuando se
pronuncian las palabras Jesucristo, Jesús, se acepta tal cual el
nombre propio, pero sin discernir su significado, evidente, sin embargo, para
los oídos palestinos del siglo I de nuestra era. Tocante al término
"Cristo", díganos lisa y llanamente que es una palabra cuyo
significado está herméticamente cerrado para la inmensa
mayoría de nuestros contemporáneos. 2. "MESÍAS" Y
"MESIANISMO" EN El término castellano
"Cristo" es la trascripción del vocablo griego Khristos, que significa "ungido", aquel que ha
recibido la unción santa, Khristos procede
del verbo Khrio que significa "ungir". El griego Khristos
es la traducción del hebreo mashiah, trascrito también en
griego como Mesías. Mashiah se deriva del verbo hebreo mashah que significa "ungir". El mashiah es aquel que ha
recibido la unción hecha con aceite. Los sacerdotes eran
"ungidos" (Cf. Lev.4, 3.5.16; 6,15). El primer libro de Samuel nos narra
la unción de Saúl y de David, después por el Profeta
Samuel: 1 Sam. 10: "Entonces sacó Samuel una redomita de
óleo y derramó sobre la cabeza de Saúl y besóle, diciendo: ¿No es Yhaveh quien te ha ungido para príncipe de su
pueblo? Tú regirás al pueblo de Yhaveh
y lo liberarás de las manos de sus enemigos que lo rodean...
"Así que Saúl volvió las espaldas, y se
separó de Samuel, múdele a Dios el corazón en otro...
Arrebatado de espíritu del Señor se puso a profetizar..."
1 Saín. 16, 1: "Entonces dijo Yhaveh a Samuel:
¿Hasta cuándo has de llorar tú a Saúl,
habiéndole yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu
cuerno, de óleo y ven, pues quiero enviarte a Isaías de
Belén, porque de entre tus hijos me he provisto de un rey...
Ungirá sal que yo te señale. Hízole,
pues, Samuel como Yhaveh le había mandado".
1 Sam. 16, 11: "Y añadió Samuel a Isaías:¿No tienes ya a mis hijos? Y éste
contestó: Aún tengo otro pequeño que está
apacentando las ovejas" Dijo Samuel a Isaías: Envía por
él y tráele aquí, que no nos pondremos a la mesa hasta
que él venga. Envió por Isaías, y se lo presentó.
Era David, rubio, de bella presencia y de hermosos ojos. Dijo entonces Yhaveh: Ea, úngele,
porque ese es. Tomó, pues, Samuel la cuerna del óleo y
ungiéndole en presencia de sus hermanos, y desde aquel día en
adelante el espíritu de Yhaveh quedó
difundido en David... Se advierte por estos textos que
la unción practicada por Samuel en nombre de Dios es un verdadero
sacramento: sacramento de consagración real, que provoca la
comunicación del espíritu de Dios; sacramento del profetismo. Se denomina "mesianismo"
la espera, en Israel, de un rey "ungido" que ocupará el
trono de David (Is. 11, 1); "Y saldrá un renuevo
del tronco de Isaías, y de su raíz se elevará una flor. Y reposará sobre él el
espíritu de Yhaveh, espíritu de
sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y de
fortaleza, espíritu de ciencia y de temor de Yhaveh... Juzgará a los pobres con
justicia, y tomará con rectitud la
defensa de los humildes de la tierra... y cíngulo de sus lomos
será la justicia; y la fe del cinturón con que se ceñirá su cuerpo. Habitará el lobo justamente
con el cordero; la pantera estará echada
junto al cabrito, el becerro y el cachorro de
león parecerán juntos, y un niño pequeñito
será su pastor, La vaca y la osa se harán
amigos, sus pequeños dormirán juntos... Ellos no dañarán ni
matarán en todo mi monte santo; porque el conocimiento de Yhaveh llenará la tierra, como las aguas llenan el mar". 3. ¿QUISO Jesús
aceptar este título? La relación en que
Jesús se hallaba con el nuevo Israel fue definida en Más aún: parece que
Jesús mismo trató de disuadir a otros que querían darle
tal título, aunque quizá no siempre se hallara en condiciones
de hacerlos callar. Sólo en dos casos parece, algo dudosamente,
haberlo aceptado. a) En Cesárea de Filipo: En la primera ocasión, tal
como lo describen los tres primeros Evangelios, Jesús se halla solo
con sus discípulos más allegados, en un lugar fuera de los
límites de Palestina, conocido como Cesárea de Filipo. Jesús
preguntó a los discípulos quién decían las gentes
que era él. Ellos dieron diferentes respuestas. Luego preguntó
"Y vosotros ¿quién decís que soy yo?". Pedro
respondió: "Tú eres el Mesías". Desde este punto divergen nuestros
informadores. Según Marcos (seguido de cerca por Lucas), Pedro no
obtuvo respuesta alguna, sino que Jesús "les advirtió
severamente que nadie dijera nada acerca de él". Mateo se expresa
de otra manera. Según él, Jesús hizo buena acogida a la
aserción de Pedro, pero, con todo después de alabarlo,
pasó (como en el relato de Marcos) a advertirles que no dijeran a
nadie que él era el Mesías. En Juan (para completar nuestro
examen) tenemos la sensación de completar la misma escena, aunque
quizá •a través de un medio
menos transparente, pero nos permite ver sus grandes líneas.
Según Juan, Pedro ni usó realmente el término
"Mesías" sino que dijo: "Nosotros sabemos bien que eres
el santo de Dios" La diferencia puede ser puramente verbal: la
"unción" (que constituye un Mesías) es
consagración, y la persona consagrada es "santa" por definición.
En esta escena hay algo extrañamente enigmático. ¿Quiso
o no quiso Jesús aceptar el título? Si nos atenemos a Mateo, lo
quiso, aunque con cierta reserva. Si nos atenemos a Marcos, Lucas y Juan,
todo lo que podemos decir es que no lo rechazó. (Mc.8, 27-30; Mt. 16,
13-16; Lc. 9. 18-21; comparece Jn. 6, 6769). b) Ante el Tribunal: Examinemos ahora la otra
ocasión. Según los tres primaros Evangelios, cuando
Jesús compareció ante el tribunal de Pilato, se le
preguntó aboca de jarro: ¿Eres tú el
Mesías?" Según Marcos, respondió sin ambages:
"Sí lo soy". Según Mateo, la respuesta fue: "Son
tus palabras" (literalmente: "Tú lo has dicho"; no hay
una prueba suficiente de que esto fuera una forma reconocida de
afirmación, ni en griego, ni en hebreo o arameo; podemos parafrasear:
"Puedes pensarlo así, si te parece"). En Lucas leemos que
Jesús se negó absolutamente a responder. "Si tú
eres el Mesías, dínoslo", dice el sumo sacerdote.
Jesús replica: "Si os lo digo, no creeréis; y si os
pregunto, no responderéis". Juan no describe la escena ante el
sumo sacerdote, pero parece haber un eco de ella en un pasaje donde se
refiere públicamente a Jesús con palabras semejantes a las
escogidas por Lucas: "Si tú eres el Mesías, dínoslo
claramente". Jesús replica: "Os lo dije ya, pero no
queréis creerlo" '; ‘‘(dando a entender, como se ve,
que diferentes cosas que había dicho y hecho podían sugerirles
la respuesta apropiada) (Mc. 14, 61-61; Mt. 23, 63-64; Lc. 22, 67-70;
comparece Jn. 10, 24). Aquí volvemos a encontrarnos con el mismo
problema; ¿quiso o no quiso Jesús aceptar el titulo de
"Mesías" cuando se le preguntó públicamente? c) "Tú lo has
dicho" Quizá podamos alcanzar
alguna luz en esta materia si consideramos las consecuencias de estas
preguntas. Ya fuera en una investigación formal en el proceso, o bien
anteriormente en una discusión pública, la pregunta crucial que
se formuló a Jesús puede muy bien ser entendida como
preámbulo para la acusación ante el gobernador romano. El cargo
del que preferentemente le acusaban entonces los sacerdotes era el de haber
pretendido ser el "rey de los judíos" Naturalmente, el cargo
había sido forjado para oídos romanos. Los sacerdotes no
emplearían esta expresión entre ellos mismos. Habrían
dicho que había pretendido falsamente ser el rey "ungido" de
Israel, el Mesías. En el interrogatorio ante Pilato, se
preguntó a Jesús: "¿Eres tú el rey de los
judíos?", y él contestó (según el testimonio
concordé de todos los Evangelios) con la frase sin compromiso:
"Tú lo has dicho" ("Puedes pensarlo así,si te parece). En este contexto negarse a repudiar
el título habría tenido el mismo efecto que' la
confesión abierta, y se trataba de una cuestión de vida o
muerte. d) Su misión: En todo caso, Jesús se
dejó condenar a muerte por pretender ser (en términos
judíos) el Mesías (Mc.15, 2; Mt. 27, 11; Lc. 23, 3; Jn.
18,33-37). Como hemos visto, el oficio de
Mesías se concebía de varias formas, pero siempre estaba
vinculado a la vocación y destino especial de Israel como pueblo de
Dios. De los Evangelios concluimos que Jesús se propuso constituir el
nuevo Israel bajo su caudillaje; llamó a los primeros miembros, los
admitió en la nueva "alianza" y promulgó su nueva
ley. Tal era su misión. Si bien no estaba enteramente de acuerdo con
todas las ideas contemporáneas de lo que había de hacer el
Mesías, no se disponía de otro término más
apropiado para expresar dicha misión. El no la podía negar; no
podía repudiar la autoridad que esta implicaba; por consiguiente, si
se planteaba la cuestión, no podía rechazar sin más el
título de "Mesías". Jesús se hallaba entre la
espada y la pared y prefirió que el título no se usara
públicamente, hasta que al fin no hubo escapatoria. En la mentalidad
popular, el mesianismo estaba asociado con el papel político y militar
del "Hijo de David". Ni por asomo deseaba Jesús
desempeñar esté papel. Cualquier insinuación que hubiera
hecho de obrar así, habría sido un impedimento para su
verdadera obra y un peligro para su causa. La llamada a su pueblo
debía apoyarse en algo distinto de una discutible pretensiónde
mesianismo. 4. ¿QUE CLASE DE
MESÍAS? Sin embargo, un título que
él no negaría a fin de salvar su vida no pudo carecer de
significado para él. Ciertamente Jesús era Mesías, pero
en el sentido que él mismo daba al término. Así pues,
debemos formular de otra manera la cuestión y preguntar no si
Jesús pretendió ser el Mesías, sino
"¿qué clase de Mesías entendía ser?" No
sería el Mesías de la expectación popular.
¿Cuál pues? En Cesárea de Filipo, Pedro ensalzó a
Jesús como Mesías. Jesús, después de advertir a
sus discípulos que no dijeran nada de esto en publico, abruptamente
cambió de tema, o así les pareció a ellos:
"Comenzó a enseñarles sobre que el Hijo del hombre
tenía que padecer mucho y que había de ser reprobado" (La
expresión enigmática "Hijo del hombre" será
examinada en otro lugar; aquí podemos tomar sencillamente como una
circunlocución en el sentido de "yo"). Pedro se
escandalizó y trató de poner las cosas en su punto: "'¡Dios
no lo quiera! "¡No, Señor, esto no
te debe suceder!" Jesús replicó en términos de una
aspereza inusitada: "¡Quítate de mi presencia,
Satanás, porque no piensas a lo divino, sino a lo humano!" (Mc.8,
31-33). Bajo; la radical permutación latía una profunda
diferencia de puntos de vista. Para Pedro, aquel hablar de
sufrimiento y de reprobación estaba en absoluta contradicción
con cualquier idea mesiánica; la mayoría de los judíos
de aquel tiempo habrían pensado también de aquella manera. El
Mesías había de ser un conquistador, no tenía que sufrir
ni ser reprobado, sino aclamado como rey de Israel, Así
parecían aprobarlo las Escrituras. a) "Siervo de Yavé" Sin embargo, podían
recordar que el Antiguo Testamento sabía de otro personaje, apenas
menos significativo que el Mesías mismo, cuyo papel era esencialmente
el de un inocente que tenía que sufrir. Esta figura aparece
especialmente en algunos pasajes de la última parte del libro de
Isaías, (El más importante de éstos es el poema
contenido en 52, 13; 53, 12, aunque el tema del siervo de Dios se pierde
raras veces de vista a lo largo de los capítulos 40 55, El lenguaje de
estos capítulos tiene eco con notable frecuencia a través de
todo el Nuevo Testamento, bien citado directamente, bien por medio de
alusiones), bajo la forma del "siervo de Dios". Para resumirlo
brevemente: Se trata de alguien que recibió y aceptó la llamada
de Dios y se consagró en cuerpo y alma a su servicio, dando testimonio
de la verdad de Dios, soportando muchos sufrimientos y dando al fin su vida
por los otros. Cuando Mateo, en efecto, echó mano
del pasaje en que Isaías introduce la figura del siervo y lo
asoció como una especie de lema a su relato de la misión de
Jesús: "Mirad a mi siervo, a quien
ya elegí, a mi predilecto en quien me he complacido. Sobre él pondré mi
espíritu, y él anunciará
juicio entre las naciones" No porfiará ni
gritará, y nadie oirá su voz en las plazas. La caña cascada no la
quebrará, y la mecha humeante no la
apagará, hasta que haga triunfar el juicio. "¡Yen su nombre
pondrán las naciones su esperanza!" (Is.42, 1-4, citado en Mt.17, 21) b) Su misión y su destino El siervo tiene particularmente el
encargo "de llevar a Jacob al Señor y de reunirlo a Israel"
(Is.49,5), y así se nos dice que Jesús declaró de
sí mismo que "había sido enviado a las ovejas perdidas de
la casa de Israel" (Mt. 15, 24; Lc. 19, l-10,i en éste Zaqueo
está representado precisamente como oveja perdida; es un "hijo de
Abraham" que se había extraviado, y Jesús "vino a
buscar y salvar lo que había perdido"). Y de hecho, como veremos,
esta es la clave de gran parte de su actividad. Ello explica la importancia
que daba a su trato con publícanos y pecadores, en los que veía
tales "ovejas perdidas". Y si la misión del siervo
definía la obra a que se consagró Jesús, el destino del
siervo, cuya vida "fue ofrecida en sacrificio por el pecado" (Is.
53, 10-12), y que "llevó sobre sí los pecados de
muchos", señalaba el destino que le esperaba: "El Hijo del
hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por
muchos" (Mc. 10, 45). Hay razones para creer que Jesús mismo atrajo
primeramente la atención a sus discípulos hacia la figura del
siervo. Lo hizo porque ellos, reflexionando sobre esto, podían ser
llevados a formarse una idea exacta de lo que significaba el
"Mesías". "No piensas a lo divino, sino a lo humano",
dijo a Pedro: ¿nosotros podemos permitirnos parafrasear? "Vuestro
Mesías es un conquistador; el Mesías de Dios es un
siervo". c) Mesías y siervo en el
bautismo: La fusiónde
las dos figuras ideales del Mesías y del siervo de Dios en la persona
histórica de Jesúsestá representada
dramáticamente en la escena que en todos los Evangelios precede como
preámbulo al relato de su vida pública. Veamos la versiónde Marcos. Jesúsha
sido bautizado en el Jordán. "Y en el momento de salir del agua,
vio los cielos abiertos y al Espíritu que, como una paloma, descendíasobre él. Y una voz del cielo
dijo: "Tú eres mi Hijo amado: en ti me he complacido" (Mc.
l, 10-11) (comparece Mt.3, 16-17; Lc.3 21-22; Jn. 1, 32). Por supuesto, todo
esto es simbólico. Si tratamos de descifrar el simbolismo, podemos
comenzar por las palabras pronunciadas por la "voz del cielo".
Tales palabras vienen del Antiguo Testamento.: "Tú eres mi
Hijo" fue dicho al rey de Israel, prototipo del Mesías"
(Sal.2, 7). "Mi amado en quien me he complacido" es el siervo del
Señor en la profecíade Isaías
(Is 42, 1). Allí,el
siervo viene equipado para su misióncon el
don del Espíritu, que aquí está simbolizado por los
cielos , hay un resumen del significado esencial de la vida y obra de Jesúsen una especie de reproduccióntaquigráfica:
Jesúsemprendió su misión,
dicen nuestros informadores, de Mesías, de Hijo de Dios, de siervo de
Dios, en la virtud del Espíritu divino; y esto es "verdad de
Dios", afirmada por la voz divina, cuyo eco puede ser percibido por el
oído interior. Bibliografía y fuentes Caminando con Jesús Congregación para el Clero de la Santa Sede |