Caminando con Jesús

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

 

¿CUÁNDO Y DÓNDE VIVIÓ JESÚS?

 

Apuntes históricos y geográficos de Palestina en tiempos de Jesús.

1.- ENSAYO DE UNA CRONOLOGÍA:

Los siguientes pasajes de los cuatro Evangelios ofrecen una base para encuadrar la vida de Jesús:

 

Mt.

Mc.

Lc.

Jn.

2,1

 

1,5

 

 

 

2,1

 

 

 

3,1 y ss.

 

 

 

3, 23

 

 

 

 

2, 20

 

15, 42

 

18, 28

 

 

 

19, 31

 

Los únicos datos cronológicos directos se encuentran en Lc. 3,1 y siguientes: "El año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea; Herodes, tetrarca de Galilea; su hermano Filipo, Tetrarca de Iturea y de la región de Traconítide; Lisanias, tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de Anas y Caifas, la palabra de Dios vino sobre Juan, el hijo de Zacarías, en el Desierto".

Se trata del período comprendido entre octubre del año 27 y septiembre del año 28 D. C. En la hipótesis de que la vida pública de Jesús haya abarcado dos o tres años, la crucifixión tendría que colocarse en el año 29 o 30.

"El 7 de abril del año 30 D. C. tiene una gran probabilidad de responder a la fecha de la muerte de Jesús". (Josef Blinzier)

Para datar el nacimiento de Jesús, es también extraordinariamente importante el hecho, garantizado por fuentes extrabiblicas, de que el rey Herodes, el asesino de los niños de Belén, murió en el año 750 de la Fundación de Roma, o sea, en el año 4 A. C., de aquí el nacimiento de Cristo deba remontarse a algunos años antes de esta fecha.

 

HISTORIA CONTEMPORÁNEA

VIDA DE JESÚS

37 - 4 a.C.: Rey Herodes I

 

30 a.C. - 14 d.C.: Augusto, Emperador

 

20 a.C.: Comienzo de la construcción del templo herodiano (terminado en el 64 d. C.)

 

 

7 (6) d.C. Nacimiento de Cristo

14 - 36 d.C.: Tiberio, Emperador.

 

18 - 36 d. C.: Caifás, Sumo Sacerdote

 

26 - 36 d.C.: Poncio Pilato, gobernador romano

 

 

27 (octubre) o 28 (septiembre): bautismo y comienzo de la vida pública de Jesús.

 

30 (7 de abril): Crucifixión de Jesús

 

II GEOGRAFÍA DE PALESTINA

Palestina, llamada en principio Caná, etimológicamente se deriva del vocablo "Filisteos" (Ex. 15, 14; Is. 14, 29). Está situada entre el grado 30 y el 33 de latitud y el grado 34 y el 36 de longitud, y su extensión, de casi 30,000 Km2, viene a ser aproximadamente como toda Galilea.

La depresión, interesantísima desde el punto de vista geológico, del valle del Jordán (Ghor), divide el territorio palestinense en dos regiones: Jordania oriental y Jordania occidental.

La depresión del Jordán se ha formado hacia el fin de la época terciaría, o sea, hace cerca de un millón de años.

 

Diferencias de Altitud

Ciudades

Hebrón

927 m.

Belén

777 m.

Jericó

-250 m.

Jerusalén

760 m.

Nazaret

350 m.

Montañas  

Ebal

938 m.

Garizim

868 m.

Skopus

820 m.

M. Olivos

818 m.

Tabor

562 m.

Mares (o lagos) 

Lago de Hule

2 m.

Lago de Genezaret

- 208 m.

Mar Muerto

- 392 m.

 

El Jordán, que nace en el monte Hermón, de 2,760 m. de altura, desemboca al término de su curso de cerca de 320 Km., en el mar Muerto, que se halla a 392 m. bajo el nivel del mar.

Jordania Oriental (Transjordania) es una altiplanicie que se des ploma sobre la depresión jordánica, profundamente surcada por estrechos valles y por cauces de torrentes (Jarmuc Jabboc).

Jordania Occidental (CisJordania) es un territorio montañoso, que se eleva directamente por encima de la depresión jordana, y se compone de tres regiones:

- La altiplanicie Galilea (Nazaret y Caná)

- La región montañosa de Samaria (Siquem y Samaría)

- Los montes de Judea (Jerusalén, Belén y Hebrón)

1.- GALILEA.

La región septentrional de Palestina, que se eleva sobre la llanura de Esdrelón, se llama Galilea. Este nombre se deriva seguramente de la palabra hebrea galil o gelila (=círculo; confróntese Jos. 20,7; 21,32; 1 Crón. 6, 61; 1 Re. 9, 11-13). Como en este territorio la población indígena se había, en gran parte, fusionado con los forasteros paganos, se podían hablar de un "Galil de los gentiles" (Is. 9, 1 y ss.; Mt.4, 15) Esta mancha de Galilea se trasluce de la pregunta de Natanael: "De Nazaret ¿puede salir cosa buena?" (Jn. 1, 46).

En la parte montañosa de Galilea se hallan las ciudades de Naim, Nazaret y Caná. Un importante centro comercial en la célebre ruta de caravanas para Damasco y Mesopotamia era Séforis, a cinco kilómetros al noroeste de la región que circunda el lago de Genésaret (Lc. 5, 1), al que los Evangelios llaman también"Mar de Galilea" (Jn. 6,1) o Mar de Tiberíades (Jn. 6,23; 21,1). El Lago de Genésaret, que se encuentra ya a 208 metros bajo el nivel del mar, tiene 21 kilómetros de largo, 12 de ancho y de 40 a 50 metros de profundidad, con una superficie de cerca de 170 Km.2.

Todos los evangelistas hablan de la primera actividad de Cristo en Galilea. A causa de la amplia cosecha de éxitos que Jesús recogió en Galilea, a este primer periodo de su actividad pública se le llama también "primavera Galilea". Las multitudes seguían al Señor en masa (Mt. 7,8; Mc. 1,37; 3,20; 12-37; Lc. 4,42; Jn.12, 28 y ss.), hasta querían hacerle rey, Jn. 6,15). Mas este apogeo de la actividad de Jesús presentó también un cambio. Si, en un primer tiempo, el pueblo seguía al Señor en masa, después de la multiplicación de los panes y el discurso eucarístico (Cafarnaún) (Jn.6, 22 y ss.) surgieron la desconfianza y la duda. La oposiciónse endureció (Jn. 6, 59-67). No sin razón se ha considerado justamente la crisis galilea como una etapa importante en el camino del proceso y de la crucifixión.

Crisis Galilea

Primavera Galilea

* Crucifixión

Casi todas las localidades y aldeas de pescadores que se encuentran a orillas del Lago de Genésaret, como Tiberíades, Mágdala, Cafarnaún y Betsaida, están enlazadas con la vida de Jesús y con importantes acontecimientos de la salvación. A Cafarnaún, que viene a ser su patria de elección, le ha tocado, sin más, el título honorífico de "su ciudad" (Mt. 9, 1), incluso muchas frases y palabras de Jesús están sacadas del ambiente del lago y de la actividad de los pescadores "Venid conmigo y os haré pescadores de hombres" (Mc. 1,17).

2. JUDEA.

La región montañosa de Judea, en el sur de Palestina, es el segundo y último escenario de la actividad pública de Jesús. Este territorio estaba antes bajo la dominación de Herodes (37-4 a.C.). Tras un breve período de gobierno en su hijo Arquelao (4 a.C. 6 d.C.), pasó bajo la administración de los procuradores romanos que residían en Cesárea del Mar, pero en los períodos críticos, por ejemplo, en las grandes solemnidades religiosas de los judíos, se trasladaban a Jerusalén con un fuerte contingente de tropas, de modo que pudieran sofocar las eventuales insurrecciones en el momento de aparecer.

Además de Jerusalén, han tenido gran importancia en la vida de Jesús las ciudades de Belén, Betania, Emaús y Jericó. Una particular fuerza de atracción ejercían las montañas de Judea, llamadas también desierto de Judá. A causa del silencio y la soledad que reinaban en aquella región, pero también a causa de su áspera belleza, hombres y mujeres se retiraban allí continuamente para consagrarse a Dios en el ayuno y en la oración. Esta región era particularmente familiar a Juan Bautista (Mc.1, 4 y ss.) y también a Jesús, que allí "estuvo durante cuarenta días" (Mc. 1, 12 y ss.)

Pero muchos de aquellos que se dirigían "al desierto", querían también protestar contra la exteriorización religiosa, que se había infiltrado en el templo de Jerusalén. En particular, ellos querían constituir un ejemplo contra los compromisos políticos con los romanos, a los que se sometían sobre todo los fariseos. La oposición religiosa tenía sus fortalezas en el desierto de Judá o en las escapardas pendientes de la ribera occidental del mar Muerto (Qumran). Mas en el desierto de Judá vivían también los que se agitaban en la espera febril del Mesías y se preparaban con ásperas penitencias al "día de Yavé".

Cristo conocía estas regiones, como se deduce de la célebre parábola del Buen Samaritano (Lc. 10, 30-37), en la que la soledad y también el peligro, que merodeaba el camino que conduce de Jerusalén a Jericó a través del desierto, crean un fondo de una eficacia extraordinaria.

3. JERUSALÉN:

En Jerusalén se concentraba, y se concentra todavía, la grandeza nacional y religiosa del pueblo de Israel. El nombre de Jerusalén no sólo evoca el recuerdo de los espléndidos reinados de David y Salomón. Jerusalén es la unidad métrica de las grandezas de Israel, evocada en los períodos de miseria para despertar la fe de los padres y un empeño personal más intenso.

La ciudad surge sobre una altiplanicie de las montañas de Judea, a 760 metros de altura, delimitada por dos valles: el valle de Cedrón, un poco llano, en forma de cuenca, al Este, y el despeñado valle de Hinnom al Suroeste. Con los valles de Cedrón y Hinnom enlazaba la fe judía particulares creencias escatológicas. Según una profecía de Joel (4, 2-12), en el día del juicio toda la humanidad se reunirá en el valle del Cedrón para escuchar la sentencia divina. El valle de Hinnom (Ge-Hinnom), o valle de la Gehenna, ha venido a ser sinónimo de "fuego del infierno". En él, en tiempos del rey Acab y Manases, se habían ofrecido sacrificios humanos al Dios Moloc (2 Re. 16,3; 21, 6 2 Crón. 28,3; 33,6). Para marcarlo como lugar de infamia y de reprobación, lo habían destinado a recoger en sus profundos precipicios las basuras de la ciudad de Jerusalén (2 Re. 23,10). El fuego permanentemente encendido, que subía desde el abismo, se había convertido en símbolo del castigo del fuego del infierno (Is. 66, 24; Jer. 7, 32; 19, 6).

El más antiguo centro urbano fortificado hay testimonios arqueológicos que se remontan hasta el tercer milenio A.C. estaba ciertamente sobre el Ofel (monte Sión), aquella parte de cadena montañosa que se halla al sur del emplazamiento actual del templo y al oeste del Valle del Cedrón. Sólo bajo el rey David pudo conquistarse la poderosa fortaleza jebusea y elevarla a dignidad de capital del reino. Al norte del Ofel, David compró una era, situada un poco más en alto (Monte Moria), sobre lo, que su hijo Salomón erigió el templo.

En el último siglo antes de Cristo, Jerusalén fue ampliada al oeste y al norte. En el antiguo noroeste de la ciudad alta surgió el imponente complejo arquitectónico del palacio de Herodes y al norte de la explanada del templo se levantó la fortaleza Antonia. La ciudad de Jerusalén, que en tiempo de Jesús debía contar unos 10,000 habitantes, estaba rodeada de murallas de 4,5 kilómetros, coronadas de pináculos, las cuales saliendo de la explanada, abrazaban al Ofel y descendían hasta el cruce del valle de Cedrón con el valle de Gehenna, para subir después hasta el palacio de Herodes, que estaba unido con la fortaleza Antonia por un cuadrilátero fortificado.

4. EL TEMPLO HERODIANO.

El templo en que Jesús oró y enseñó era el "tercer" templo que surgía en la altiplanicie por encima del valle del Cedrón. Herodes el grande había comenzado esta construcción el año64 D.C. para que el magnífico edificio fuese terminado.

La actual explanada del templo, con sus potentes contra fuertes que llegan hasta el valle del Cedrón, corresponde exactamente a la planta del templo herodiano, que formaba un rectángulo irregular (lado sur, 283 metros - lado norte 317 metros - lado este, 490 metros - lado oeste, 474 metros). Las majestuosas murallas que garantizaban la seguridad del templo, han quedado intactas hasta hoy. En el ángulo sureste de estos muros se halla el llamado pináculo del templo (Mt. 4,5). En la parte sur de los muros occidentales está el llamado muro de las lamentaciones.

El propio y verdadero templo estaba, por todos lados, circundado de magníficas columnatas. La planta del templo estaba determinada por la tradición; por esto, allí sólo se introdujeron modificaciones de poca importancia. Flavio Josefo (la guerra judía V - 9) y el tratado de la Mishma Middoth refieren que el templo herodiano, con el candor de sus piedras y el fulgor de sus decoraciones de oro, constituía en sus tiempos un edificio famoso, que en su grandeza y en su fastuosidad superaba incluso el templo salomónico.

Cuando Jesús puso pie en el templo de Herodes algunas partes todavía estaban en construcción (Jn.2, 20). A su muerte la pesada cortina que separaba el Santo de los santos (debir) del Santo (Hekal), se rasgó por la mitad," como nota expresamente el Evangelio de Lucas (Lc. 23, 45).

En el año 70 D.C. sólo pocos decenios después de la muerte de Jesús, la predicción del Señor: "¿Ves esos grandes edificios? No quedará aquí piedra sobre piedra, todo será destruido" (Mc. 13, 2), vino a ser una espantosa realidad.

A diferencia del evangelio de Marcos (MC. 13. 5-32), que fue escrito antes de la destrucción de Jerusalén, los autores de los evangelios de Mateo y de Lucas (Mt. 22, 6 y ss.; 24, 4-36; Lc. 19, 43 y ss; 21,8-36) contemplaron retrospectivamente su ruina y "la abominación de la desolación...en el lugar santo" (Mt. 24, 15).

¿COMO ERA EL AMBIENTE POLÍTICO-RELIGIOSO?

Situación político-religiosa de Palestina en tiempos de Jesús.

Palestina se hallaba cerca de las fronteras del imperio romano, que en esta región era el sucesor de las grandes monarquías griegas establecidas después de la conquista de Persia por Alejandro Magno. En toda la religión era la lengua y la cultura griega un factor de unión, mientras que la unidad política venía impuesta por la administración romana. La mayoría de los pueblos sometidos estaba razonablemente satisfecha de tal estado de cosas. El régimen romano podía ser severo, con frecuencia duro y a veces opresor, pero era una mejora con respecto a la anarquía y al desgobierno de las monarquías griegas en su decadencia.

a) JUDÍOS.-

Palestina, sin embargo, era una excepción. Los judíos que representaban la parte preponderante de la población, eran un pueblo peculiar y porfiado. Los romanos no los comprendieron nunca. Durante largo tiempo también habían estado sometidos, primero al imperio persa y luego a las monarquías griegas de Siria y de Egipto. Habían asimilado buena parte de la cultura de sus sucesivos dominadores, pero un brote de nacionalismo en el siglo II A.C. les habíadado el gusto de la independencia bajo una dinastía autóctona. Comenzó con la heroica resistencia de los Macabeos, floreció algún tiempo bajo sus sucesores, los príncipes Hasmoneos y se consumió en mezquinas disensiones entre sus últimos herederos, haciéndose entonces inevitable la toma del poder por los romanos.

Los judíos, sin embargo, no olvidaron su breve período de gloria y se entregaron a una peligrosa nostalgia. La primera intención de los romanos había sido de gobernar con un "régimen indirecto", que tuvo efecto durante algún tiempo, pero al fin la parte sur del país fue organizada como provincia romana de Judea, bajo gobernadores de segundo orden con el título de prefectos (y posteriormente de procuradores), mientras que el resto del país fue dejado bajo príncipes títeres. En la época de nuestra historia era procurador de Judea Poncio Pilato, que desempeñó su cargo del 26 al 37 D.C.

b) SAMARITANOS.

Justamente al norte de Judea, aunque todavía dentro de la provincia romana, estaba el distrito conocido como Samaria. Sus habitantes eran de origen israelita y mixto y practicaban una religión fundamentalmente idéntica a la de los judíos, aunque con algunas desviaciones en puntos particulares. Los judíos, sin embargo, los proscribían como extranjeros y herejes. Amargos recuerdos del pasado y varios siglos de razas afines, vecinos próximos en un país muy exiguo, una mentalidad de odio mutuo, que se expresaba constantemente en mezquinas provocaciones y, eventualmente, en reyertas homicidas.

c) GALILEOS.-

La parte septentrional de Palestina, conocida como Galilea, con el territorio al este del Jordán, estaba gobernada por un príncipe nativo, Herodes Antipas. Galilea teníauna poblaciónmixta, fundamentalmente ruda. Era un semillero de deslealtad a los judíos. Muchos galileos que pasaban por judíos debían ser descendientes de extranjeros "convertidos" por la fuerza cuando los Hasmoneos conquistaron el territorio, pero su celo por su religión no era por eso menos fanático. El prefecto de Judea miraba siempre con inquietud a los turbulentos galileos, que bajaban a millares a Jerusalén para las fiestas religiosas nacionales. En tales ocasiones solía abandonar la residencia del gobierno, Cesárea, y se establecía en Jerusalén, cuidando de que un contingente razonable de tropas estuviese disponible en la fortaleza para vigilar los patios del templo.

d) ESCRIBAS.-

El templo era, en efecto, el centro neurálgico de la vida judía. Políticamente carecía de importancia el exiguo enclave judío, pero como centro religioso tenía alcance mundial. De ello se hacía perfectamente cargo el imperio romano, dado que en todas partes del imperio había judíos que miraban Jerusalén como su metrópolis. Cinco siglos antes, cuando revivió la comunidad judía, después de haberse casi extinguido como entidad se parada se había organizado en forma más parecida a una Iglesia a un Estado. Su "constitución", por lo menos tan fundamental o inmutable como la de los Estados Unidos, era la llamada ley de Moisés, que no sólo cubrí a todo el ámbito de la organización civil y eclesiástica, sino que ofrecía un amplio código de ética social y personal, que en teoría obligaba a todo miembro de la comunidad, ya residiera en la patria o estuviera dispersado por el exterior. Consiguientemente, aquella clase de personas que eran reconocidas como versadas en la ley y se dedicaban por oficio a exponerla, alcanzaron una posición de especial influencia y prestigio. Estas personas eran conocidas por un nombre que convencionalmente se traduce por "escribas", pero que puede reproducirse más adecuadamente por la expresión "doctores de la ley".

e) FARISEOS.

La dificultad obvia de aplicar las prescripciones de la ley en todo su detalle a una situación mucho más complicada que aquella para la que habían sido concebidas en su origen indujo a los que deseaban seriamente formarse ha bajo este respecto, a reunirse en "corporaciones" con miras a ayudarse e instruirse mutuamente. Los miembros de tales corporaciones vinieron a ser conocidos en la época que nos ocupa como "fariseos", palabra de origen incierto, pero que al parecer significa algo así como "los separados". Si es así, definirá su posición de manera bastante apropiada ya que a todas luces ellos se sentían también como separados de "la gente que no se cuidaba de la ley". Aquellos hombres eran respetados e influyentes, y sus corporaciones incluían a personas del alto nivel moral e intelectual, aunque a no dudarlo, estaban expuestas a las tentaciones comunes a las personas que quieren ser más religiosas que los demás. Los fariseos eran "fuertes en las sinagogas" locales, que servían no sólo como lugares de culto, sino también como centros sociales, e incluso, en cierta medida, como órganos de gobierno local de la comunidad judía.

f) SADUCEOS.

Se les encuentra en la aristocracia de Jerusalén. Se dan por antepasado a "Sadoc", sumo sacerdote en tiempos de Salomón. Son el semillero del "clero" contemporáneo. En el plano religioso, son conservadores. Para ellos. Dios habita el Santo de los santos del templo. Observan estrictamente la ley escrita, por ejemplo, respecto al sábado. No aceptan las creencias recientes: los ángeles, los demonios, la resurrección. Se levantan contra Jesús a causa de su actitud hacia el Templo.

En el plano político, aceptan a los romanos. Buscan calmar la hostilidad del pueblo contra los ocupantes. Se oponen a los zelotes que ejercen la resistencia armada y a los fariseos que tienen una actitud de rechazo silencioso. Son poco numerosos y desaparecen después de la ruina de Jerusalén en el 70. Se les conoce mal; los documentos que hablan de ellos vienen de sus adversarios o de hombres que les eran extraños. Se comprende que los evangelios apenas hablen de ellos: cuando se escriben, los saduceos ya no existían casi.

g) SACERDOTES.

En la capital, la presencia del templo daba un poder y prestigio abrumador a la jerarquía. El sumo sacerdote, cuyo cargo era hereditario en ciertas familias, ejercíag ran autoridad, aunque los romanos le habían cortado las alas considerablemente. Presidía el gran consejo o senado, conocido como el Sanedrín (voz griega empleada como hebrea, lo cual muestra hasta que punto había penetrado la influencia griega). Las autoridades imperiales, conforme a su costumbre en las provincias, permitían al Sanedrín ejercer un grado nada despreciable, aunque bien controlado, de autonomía local. En general, la aristocracia sacerdotal y sus adeptos más inmediatos tendían a ser amables y hasta obsequiosos y serviles con los romanos. Lo hacían en su propio interés y hasta pudieron pensar que interesaba el judaísmo en conjunto mantener con el poder supremo relaciones tan llanas y naturales como fuera posible en aquella situación. En el período de nuestra historia era sumo sacerdote José Caifas que había sido investido de su cargo por el predecesor de Pilato. Sin embargo, parece ser que su suegro Anas conservaba todavía bastante poder. Anas había sido inducido, o forzado a abandonar su cargo algunos años antes, pero únicamente para seguir influyendo entre bastidores, manejando a cinco de sus hijos sucesivamente, así como a su yerno, en el trono pontificio. La "casa de Anas" tenía una reputación poco halagüeña en la tradición judía.

h) ESENIOS.

Con todo, algunos de los elementos más poderosos en la sociedad judía del siglo I estaban al margen de la organización oficial. Había diversas sectas con sus doctrinas y prácticas peculiares. Una de ellas ha venido a nuestro conocimiento hace algunos años con el descubrimiento de los llamados "Rollos del mar Muerto". Estos contienen la literatura sectaria de una comunidad casi monástica, cuya residencia se ha identificado en la localidad llamada Qumrán. Fanáticamente celosos de la ley tenían su propia interpretación de los preceptos de ésta. Repudiaban el sacerdocio de Jerusalén y tenían sus propios sacerdotes, cuyas "ordenes" (para servirnos de una fraseología moderna) eran considerados como las únicas "válidas". Sus miembros se reclutaban exclusivamente entre ellos, vivían bajo una disciplina rigurosa y puritana y practicaban rituales de un tenor sumamente severo. Eran ferozmente nacionalistas. Uno de sus documentos contiene instruí clones bien desarrolladas tocante a la organización de un ejército para combatir a los "hijos de las tinieblas".

Esto cae en gran parte dentro del ámbito de la fantasía, aunque no hay razón para dudar de que aquellos sectarios tuvieran puesta la mira de una guerra final de liberación, que terminaría con el triunfo del pueblo judío sobre todos sus enemigos. El documento no menciona expresamente a los romanos, pero su alusión es suficientemente transparente.

i) ZELOTES

No consta que los devotos sectarios pensaran en convertir la fantasía en realidad, asociándose a alguna insurrección militar. Probablemente lo hicieron. Si no, hubo otros que lo hicieron. Desde que el año 6 d.C. un cierto Judas de Galilea había dirigido una rebelión abortada contra el gobierno romano, se mantuvo subterráneamente un movimiento de resistencia, que estalló esporádicamente de tiempo en tiempo, hasta que el año 66 logró desencadenar un alzamiento en gran escala. Los insurrectos gustaban ser llamados zelotes. El gobierno no los llamaba bandidos. El tipo es sobradamente familiar en el siglo XX. La actitud de los fariseos frente a este movimiento clandestino parece haber sido ambigua; muchos de ellos habrían dicho probablemente que aprobaban sus objetivos, pero que desaprobaban sus métodos. Los aristócratas sacerdotes estaban nerviosamente preocupados por amortiguar toda manifestación peligrosa de nacionalismo militante.

j) EN CONJUNTO

Durante la primera mitad del siglo I, Palestina se hallaba constantemente en un estado de agitación con rivalidades de partidos, disputas de sectas y diferencias políticas. Fue en este clima de tensión cuando, como lo asegura una tradición judía, "ejecutaron a Jesús de Nazareth la víspera de la Pascua porque practicaba la hechicería y extraviaba a Israel" (Talmud Babilónico, tratado Sanedrín, 43 b). Es un informe tan poco simpático como el del historiador romano, pero una vez más es un punto de vista externo que ayuda a situar los orígenes del cristianismo en el mapa histórico del siglo I.

Bibliografía y fuentes

Caminando con Jesús

Congregación para el Clero de la Santa Sede

 

p.s.donoso@vtr,net