450 AÑOS DE LA FUNDACION DEL CONVENTO DE SAN JOSE, EN AVILA

 

Queridos amigos, y amigas, hermanos y hermanas:

Este esta semana, el 24 de agosto se cumples 450 años de la fundación del Convento de San José en Ávila. He tenido la suerte conocer los lugares esenciales de la vida de la Santa Madre Teresa de Jesús en España y he visitado en diversas ocasiones la Ciudad de Ávila, año 1970, 74, 80, 90, 98, 2008 y 2010. Me ha parecido atractivo y emocionante respirar los mismos aires que inspiró la santa Madre Teresa de Jesús, aunque en otro tiempo. En todo caso la Ciudad de Ávila lo transporta a uno en el tiempo.

Cuando se visita Ávila, son básicamente tres los puntos que uno esta obligado a conocer, la Casa Natal de la Santa, el  Monasterio de La Encarnación y el Monasterio de San José, también conocido en Ávila como el Monasterio de las Madres.

Y en este aniversario, es una buena ocasión para unirnos en oración y gozar de este acontecimiento. El monasterio de Carmelitas Descalzas de San José de Ávila es la Casa-Madre del Carmelo Teresiano, obra importante de la Santa Madre Teresa de Jesús, es su primera casita  donde ella puso en obra todo los que ya había dialogado íntimamente en amistad con el Señor, y es el lugar donde comenzó la Reforma del Carmelo el 24 de agosto de 1562.

El Señor bendiga a todas las hijas e hijos de Santa Teresa, y en especial a la  Madre Julia de la Madre de Dios, Priora del convento de S. José y todas sus hijas.

 

Visita a Ávila, con Anita en el año 90

 

MONASTERIO DE LA ENCARNACION

Visita al la Encarnación, invierno de 2008

Teresa de Jesús, permanece en el Monasterio de la Encarnación casi ininterrumpidamente desde 1535 hasta 1574.

El Monasterio de La Encarnación había nacido como un beaterio fundado por Doña Elvira González de Medina en 1478 junto a la puerta de San Vicente, poco después se trasladó a la antigua calle del Lomo y en 1510, siendo priora Doña Beatriz de Guiera, se trasladaron al lugar actual, convirtiéndose en religiosas con votos.

Cuando Teresa de Cepeda, sin permiso paterno, ingresa en la Orden del Carmen, el monasterio era uno de los más poblados de la ciudad. Contaba con un número muy elevado de bienes, y al igual que en otros muchos, la vida de convento no era rigurosa y existían diferencias sociales muy acusadas entre las monjas. En La Encarnación recibe los consejos de Francisco de Borja, de Juan de la Cruz y de Pedro de Alcántara y desde aquí se prepara la Reforma del Carmelo.

CASA NATAL DE LA SANTA

Casa Natal de la Santa última visita julio 2010

A fines de los años del siglo XVI llegan a Ávila los carmelitas descalzos procedentes de Duruelo, primera fundación masculina de la Orden, con la idea de establecer casa en la ciudad. Tras superar diversas dificultades y haber pasado por distintos lugares (San Segundo, unas casas cerca de Santo Tomás y otras dejadas por los moriscos en donde hoy está situada la Residencia Santa Teresa Jornet), adquieren los restos de la vivienda que había pertenecido a la familia de la Santa con la idea de edificar la iglesia y el convento. Contaron para esta empresa con el apoyo del obispo Francisco Márquez de Gaceta y más tarde del Conde Duque de Olivares a quien el prelado cedió el patronazgo.

Las trazas son del arquitecto carmelita Fray Alonso de San José, la iglesia es barroca, obedece a la estética de su tiempo; responde a la tipología de la Orden, planta de cruz latina de una sola nave y dos de capillas laterales. En el exterior se organiza un triple pórtico formado por arcos de medio punto, y en la fachada destacan los escudos de los Cepeda y Ahumada, los de la Orden carmelita, el del Conde Duque de Olivares, el de Intendencia (cuerpo militar del que es patrona) y el de Doctora de la Iglesia.

Hay que destacar por un lado su peculiar orientación que viene marcada por el deseo de hacer coincidir la zona del presbiterio con las habitaciones en las que había nacido la Santa y por otro, el hecho de que toda la iglesia se erige sobre una cripta abovedada, única en el ámbito español, donde se ha instalado un museo sobre la vida y la obra de Teresa de Jesús.

En el interior sobresale el conjunto escultórico formado por retablos, imágenes y mesas de altar, algunas de Gregorio Fernández y otras de su taller. Destacan especialmente el retablo mayor y las tallas de Cristo atado a la columna y la de Santa Teresa, que inicialmente formaban un grupo escultórico, la de la Virgen del Carmen y la de San Juan de la Cruz.

 

CONVENTO SAN JOSE

Saliendo del Convento San José en el Invierno de 2008

Es sin duda este monasterio el que recoge mejor que ningún otro el ideal monástico de Teresa de Ávila, caracterizado por la sencillez y austeridad.

Es la primera fundación y fueron muchas las dificultades que se encontró la Santa para llevar a buen término su proyecto, pues necesitó de la ayuda de familiares, amigos y miembros de la nobleza y del clero abulense. Su hermana Juana de Ahumada y su cuñado Juan de Ovalle adquirieron las casas como residencia habitual y emprendieron la adaptación de las mismas en dependencias conventuales. Para su financiación contó con los envíos que realizaba su hermano Lorenzo de Cepeda desde las Indias. Sus amigas, Doña Guiomar de Ulloa y Doña Aldonza de Guzmán, solicitaron la licencia al Papa para fundar un convento de Carmelitas y algunos prelados abulenses, como el obispo Álvaro de Mendoza, Gaspar Daza y Pedro de Alcántara, apoyaron también a la carmelita.

El monasterio se componía de una serie de casas, que se agruparon y unieron creando un espacio arquitectónico que aún hoy se conserva y que nada tenía que ver con la arquitectura de otros monasterios de la ciudad y una pequeña iglesia, hoy desaparecida, que fue sustituida en 1608 por otra levantada con las trazas del arquitecto Francisco de Mora, gran devoto de la Santa, que planteó el prototipo de iglesia carmelitana.

El templo responde a nuevos planteamientos estéticos e inaugura el modelo de los templos de la Orden, con un triple pórtico, sobre el que avanza el coro de las religiosas, una sola nave y capillas a los lados que fueron dotadas por miembros de la nobleza abulense y una de ellas lugar de enterramiento de su hermano Lorenzo. En la fachada la imagen de San José, cuya figura fue ensalzada por la Santa.

Se conservan en el interior las antiguas dependencias conventuales, que permiten imaginar cómo era aquel primer convento de la reforma y el espíritu de su promotora: cocina, refectorio, la celda de la santa, el claustro, la campana fundacional, la escalera del diablo, por la que Teresa se cayó unas navidades de 1577 rompiéndose el brazo izquierdo. Varios de estos elementos pueden contemplarse en el museo del convento.

Muro exterior a la entrada del Monasterio

 

Muro exterior del Convento de San José

Capilla

Capilla Fundacional

Capilla, altar San Juan de la Cruz

Altar, Capilla de la Virgen del Carmen

Capilla, Altar Teresa de Jesús

San José

 

Carta del Fr. Saverio Cannistrà, ocd, Preposito Generale

"Pensaba qué podría hacer por Dios" (V 32, 9)

El 24 de agosto de 2012 se cumplirán 450 años de la fundación por Santa Teresa de Jesús del Monasterio de San José de Ávila. Este feliz aniversario se produce sólo tres años antes de la conmemoración de los 500 años de la celebración del nacimiento de la Santa y supone, consecuentemente, un excelente pórtico que nos prepara a dicha celebración.

En aquellas casitas transformadas en "monasterio más encerrado", según el querer de la Santa, se sembraba, así, el germen que daría comienzo a la reforma teresiana del Carmelo Descalzo que, rompiendo los esquemas de las reformas comunes a otras órdenes en aquel tiempo, puede ser considerada como una auténtica fundación.

Teresa narra los avatares de la fundación del Monasterio de San José en los capítulos 32 a 36 del Libro de la Vida. Llama la atención del lector que, inmediatamente antes de comenzar el relato, Santa Teresa cuenta su visión del infierno, experiencia espantosa pero de la que ella obtiene grandes beneficios; entre ellos "gané también la grandísima pena que me da de las muchas almas que se condenan […], y los ímpetus grandes de aprovechar almas, que me parece a mí que, por librar una sola de tan gravísimos tormentos, pasaría yo muchas muertes muy de buena gana" (V 32, 6).

Aun antes de confesarlo explícitamente unos párrafos más adelante, por tanto, Santa Teresa pone en relación este deseo de contribuir a la salvación de las almas con el hecho de la fundación de San José.

La empresa fundacional de San José, que supone el nacimiento del Carmelo Descalzo, no es ante todo la materialización de un deseo personal de mayor perfección o mayor seguridad. Como toda empresa evangélica, los cimientos de San José son el amor a Dios y el amor a los otros. Teresa, como los grandes testigos del amor de Cristo, sale de su Monasterio "aunque en la casa adonde estaba había muchas siervas de Dios y era harto servido en ella" (V 32, 9), sale de sí misma, de sus miedos y sus proyectos, para realizar exclusivamente el plan de Dios, para vivir, imitando a Cristo, al servicio del Señor y al servicio de los otros.

La celebración del 450º aniversario de la fundación del Monasterio de San José, por tanto, debe ser para el Carmelo Descalzo, y también para la diócesis de Ávila y para todos los creyentes, un momento de gozo y acción de gracias, sí, pero también una oportunidad de revisar la propia vida, la de las comunidades y los individuos, para reforzar nuestra fidelidad a Cristo, al Evangelio, y recrear nuestra existencia cristiana como servicio constante e incansable a Dios y a los hermanos.

"¡Qué sería del mundo si no fuese por los religiosos!", dice el Señor a Santa Teresa para animarla a la fundación del Monasterio. Desde hace 450 años, las Carmelitas Descalzas velan allí y en tantísimos otros Monasterios extendidos por todo el mundo para dar cumplimiento a la palabra de Dios sobre aquella obra: "Que se serviría mucho en él, y que se llamase San José, y que a la una puerta nos guardaría él, y nuestra Señora la otra, y que Cristo andaría con nosotras, y que sería una estrella que diese de sí gran resplandor" (V 32, 11).

Y ello unidas siempre a sus hermanos, entregando generosamente su vida en la oración, el sacrificio y el apostolado por lo que se refiere a los frailes.

Hace 450 años, al fundar San José de Ávila, Santa Teresa nos propuso un camino hacia la felicidad, aquella que consiste en vivir sólo para Dios y para los otros, olvidándonos de nosotros mismos por amor: "Esta casa es un cielo, si le puede haber en la tierra, para quien se contenta sólo de contentar a Dios y no hace caso de contento suyo" (C 13, 7). Demos gracias al Señor en tan feliz aniversario y supliquémosle no querer más, porque ello nos llevará a perderlo todo.

Fr. Saverio Cannistrà, ocd

Preposito Generale

 

MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

AL OBISPO DE ÁVILA (ESPAÑA)

CON OCASIÓN DEL 450° ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN

DEL MONASTERIO DE SAN JOSÉ EN ÁVILA

Y DEL INICIO DE LA REFORMA DEL CARMELO

 

Al venerado Hermano

Monseñor Jesús GARCÍA BURILLO,

Obispo de Ávila

1. Resplendens stella. «Una estrella que diese de sí gran resplandor» (Libro de la Vida 32,11). Con estas palabras, el Señor animó a Santa Teresa de Jesús para la fundación en Ávila del monasterio de San José, inicio de la reforma del Carmelo, de la cual, el próximo 24 de agosto, se cumplen cuatrocientos cincuenta años. Con ocasión de esa feliz circunstancia, quiero unirme a la alegría de la querida Diócesis abulense, de la Orden del Carmelo Descalzo, del Pueblo de Dios que peregrina en España y de todos los que, en la Iglesia universal, han encontrado en la espiritualidad teresiana una luz segura para descubrir que por Cristo llega al hombre la verdadera renovación de su vida. Enamorada del Señor, esta preclara mujer no ansió sino agradarlo en todo. En efecto, un santo no es aquel que realiza grandes proezas basándose en la excelencia de sus cualidades humanas, sino el que consiente con humildad que Cristo penetre en su alma, actúe a través de su persona, sea Él el verdadero protagonista de todas sus acciones y deseos, quien inspire cada iniciativa y sostenga cada silencio.

2. Dejarse conducir de este modo por Cristo solamente es posible para quien tiene una intensa vida de oración. Ésta consiste, en palabras de la Santa abulense, en «tratar de amistad, estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama» (Libro de la Vida 8,5). La reforma del Carmelo, cuyo aniversario nos colma de gozo interior, nace de la oración y tiende a la oración. Al promover un retorno radical a la Regla primitiva, alejándose de la Regla mitigada, santa Teresa de Jesús quería propiciar una forma de vida que favoreciera el encuentro personal con el Señor, para lo cual es necesario «ponerse en soledad y mirarle dentro de sí, y no extrañarse de tan buen huésped» (Camino de perfección 28,2). El monasterio de San José nace precisamente con el fin de que sus hijas tengan las mejores condiciones para hallar a Dios y entablar una relación profunda e íntima con Él.

3. Santa Teresa propuso un nuevo estilo de ser carmelita en un mundo también nuevo. Aquellos fueron «tiempos recios» (Libro de la Vida 33,5). Y en ellos, al decir de esta Maestra del espíritu, «son menester amigos fuertes de Dios para sustentar a los flacos» (ibíd. 15,5). E insistía con elocuencia: «Estáse ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo, quieren poner su Iglesia por el suelo. No, hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios asuntos de poca importancia» (Camino de perfección 1,5). ¿No nos resulta familiar, en la coyuntura que vivimos, una reflexión tan luminosa e interpelante, hecha hace más de cuatro siglos por la Santa mística?

El fin último de la Reforma teresiana y de la creación de nuevos monasterios, en medio de un mundo escaso de valores espirituales, era abrigar con la oración el quehacer apostólico; proponer un modo de vida evangélica que fuera modelo para quien buscaba un camino de perfección, desde la convicción de que toda auténtica reforma personal y eclesial pasa por reproducir cada vez mejor en nosotros la «forma» de Cristo (cf. Gal 4,19). No fue otro el empeño de la Santa ni el de sus hijas. Tampoco fue otro el de sus hijos carmelitas, que no trataban sino de «ir muy adelante en todas las virtudes» (Libro de la Vida 31,18). En este sentido, Teresa escribe: «Precia más [nuestro Señor] un alma que por nuestra industria y oración le ganásemos mediante su misericordia, que todos los servicios que le podemos hacer» (Libro de las Fundaciones 1,7). Ante el olvido de Dios, la Santa Doctora alienta comunidades orantes, que arropen con su fervor a los que proclaman por doquier el Nombre de Cristo, que supliquen por las necesidades de la Iglesia, que lleven al corazón del Salvador el clamor de todos los pueblos.

4. También hoy, como en el siglo XVI, y entre rápidas transformaciones, es preciso que la plegaria confiada sea el alma del apostolado, para que resuene con meridiana claridad y pujante dinamismo el mensaje redentor de Jesucristo. Es apremiante que la Palabra de vida vibre en las almas de forma armoniosa, con notas sonoras y atrayentes.

En esta apasionante tarea, el ejemplo de Teresa de Ávila nos es de gran ayuda. Podemos afirmar que, en su momento, la Santa evangelizó sin tibiezas, con ardor nunca apagado, con métodos alejados de la inercia, con expresiones nimbadas de luz. Esto conserva toda su frescura en la encrucijada actual, que siente la urgencia de que los bautizados renueven su corazón a través de la oración personal, centrada también, siguiendo el dictado de la Mística abulense, en la contemplación de la Sacratísima Humanidad de Cristo como único camino para hallar la gloria de Dios (cf. Libro de la Vida 22,1; Las Moradas 6,7). Así se podrán formar familias auténticas, que descubran en el Evangelio el fuego de su hogar; comunidades cristianas vivas y unidas, cimentadas en Cristo como en su piedra angular y que tengan sed de una vida de servicio fraterno y generoso. También es de desear que la plegaria incesante promueva el cultivo prioritario de la pastoral vocacional, subrayando peculiarmente la belleza de la vida consagrada, que hay que acompañar debidamente como tesoro que es de la Iglesia, como torrente de gracias, tanto en su dimensión activa como contemplativa.

La fuerza de Cristo conducirá igualmente a redoblar las iniciativas para que el pueblo de Dios recobre su vigor de la única forma posible: dando espacio en nuestro interior a los sentimientos del Señor Jesús (cf. Flp 2,5), buscando en toda circunstancia una vivencia radical de su Evangelio. Lo cual significa, ante todo, consentir que el Espíritu Santo nos haga amigos del Maestro y nos configure con Él. También significa acoger en todo sus mandatos y adoptar en nosotros criterios tales como la humildad en la conducta, la renuncia a lo superfluo, el no hacer agravio a los demás o proceder con sencillez y mansedumbre de corazón. Así, quienes nos rodean, percibirán la alegría que nace de nuestra adhesión al Señor, y que no anteponemos nada a su amor, estando siempre dispuestos a dar razón de nuestra esperanza (cf. 1 Pe 3,15) y viviendo, como Teresa de Jesús, en filial obediencia a nuestra Santa Madre la Iglesia.

5. A esa radicalidad y fidelidad nos invita hoy esta hija tan ilustre de la Diócesis de Ávila. Acogiendo su hermoso legado, en esta hora de la historia, el Papa convoca a todos los miembros de esa Iglesia particular, pero de manera entrañable a los jóvenes, a tomar en serio la común vocación a la santidad. Siguiendo las huellas de Teresa de Jesús, permitidme que diga a quienes tienen el futuro por delante: Aspirad también vosotros a ser totalmente de Jesús, sólo de Jesús y siempre de Jesús. No temáis decirle a Nuestro Señor, como ella: «Vuestra soy, para vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí?» (Poesía 2). Y a Él le pido que sepáis también responder a sus llamadas iluminados por la gracia divina, con «determinada determinación», para ofrecer «lo poquito» que haya en vosotros, confiando en que Dios nunca abandona a quienes lo dejan todo por su gloria (cf. Camino de perfección 21,2; 1,2).

6. Santa Teresa supo honrar con gran devoción a la Santísima Virgen, a quien invocaba bajo el dulce nombre del Carmen. Bajo su amparo materno pongo los afanes apostólicos de la Iglesia en Ávila, para que, rejuvenecida por el Espíritu Santo, halle los caminos oportunos para proclamar el Evangelio con entusiasmo y valentía. Que María, Estrella de la evangelización, y su casto esposo San José intercedan para que aquella «estrella» que el Señor encendió en el universo de la Iglesia con la reforma teresiana siga irradiando el gran resplandor del amor y de la verdad de Cristo a todos los hombres. Con este anhelo, Venerado Hermano en el Episcopado, te envío este mensaje, que ruego hagas conocer a la grey encomendada a tus desvelos pastorales, y muy especialmente a las queridas Carmelitas Descalzas del convento de San José, de Ávila, que perpetúan en el tiempo el espíritu de su Fundadora, y de cuya ferviente oración por el Sucesor de Pedro tengo constancia agradecida. A ellas, a ti y a todos los fieles de Ávila, imparto con afecto la Bendición Apostólica, prenda de copiosos favores celestiales.

Vaticano, 16 de julio de 2012

BENEDICTUS PP. XVI

Mas información sobre este acontecimiento, imágenes, videos y musica desde este link: http://www.sanjosedeavila.es/

Datos de http://www.vivebodaavila.net/ruta-teresiana-avila/

Unidos en la oración

Pedro