¿PODRÁN LOS
DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR COMULGAR EN LA MISA? Autor: Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant A LA HORA DE COMULGAR, SON MUCHOS
LOS QUE NO SE RESISTEN Y RECIBEN LA COMUNIÓN Muchos
han sido los temas del Sínodo de los Obispos sobre la Familia, pero uno ellos
ha captado el interés principal. ¿Podrán los divorciados vueltos a casar
comulgar en la misa?. En mi vida de fiel de la
Iglesia Católica, a mis 65 años, este ha sido el aspecto más doloroso que he
observado. En efecto, en la fila a la hora de comulgar, son muchos los que no
se resisten y reciben la comunión. No he visto hasta ahora, que se les
niegue, ni gente que los critique. Aunque a veces en silencio, se castiga con
la mirada. Tampoco se puede saber, salvo que se conozca a la persona, cuál es su situación. Mateo
relata que: “tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus
discípulos, dijo: Tomad, comed, éste es mi cuerpo. Tomó luego una copa y,
dadas las gracias, se la dio diciendo: Bebed de ella todos” (Mateo 26, 26) y San Pablo, le escribe a
los Corintios que lo hacían muy mal cuando se reunían en la Cena del Señor;
“Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo
del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma así
el pan y beba de la copa.” (1
Corintios 11,27-28) En
una ocasión, la persona que guiaba la Misa, recordaba en el momento de la
comunión unos versículos del Evangelio de San Juan; “Si uno come de este pan,
vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida
del mundo. (Jn 6,51) El que come mi carne y bebe mi
sangre, permanece en mí, y yo en él. (Jn 6, 56). Soy testigo que en esa
ocasión, fue un llamado para todos los asistentes, y pareció que ninguna
persona se quedó sin comulgar. El Templo estaba lleno de fieles, sentados y
muchos de pie. LA POSICIÓN ACTUAL DE LA IGLESIA La Iglesia tiene dispuesto que todo
fiel, si está debidamente preparado, tiene el derecho –y el deber según lo
que dijo Jesús en el discurso sobre el pan de la vida en la sinagoga de Cafarnaúm,
(Jn 6, 55)– de recibir la Sagrada Eucaristía, por lo menos una vez al año. Se
trata aquí de la expresión mínima de un derecho-deber, que se une al deber de
participar cada domingo o fiesta de precepto en la celebración de la Santa
Misa y a la recomendación de recibir la Comunión, si el alma está en gracia
porque no es consciente de pecado grave. Se trata de un derecho-deber de
todos los bautizados que, sin embargo, ha sido, desde el inicio de la
Iglesia, regulado por la Autoridad Apostólica. Es bien sabido cuanto escribe
San Pablo a la comunidad cristiana de Corinto a propósito de la digna participación
en la Eucaristía. (Ver segundo párrafo) Pero también la Iglesia nos dice que
no se encuentran en situación de pecado grave habitual los fieles divorciados
que se han vuelto a casar que, no pudiendo por serias razones –como, por
ejemplo, la educación de los hijos– “satisfacer la obligación de la
separación, asumen el empeño de vivir en perfecta continencia, es decir, de
abstenerse de los actos propios de los cónyuges” (Familiaris
consortio, n. 84), y que sobre la base de ese
propósito han recibido el sacramento de la Penitencia. Debido a que el hecho
de que tales fieles no viven “more uxorio” (como marido y mujer) es de por sí oculto,
mientras que su condición de divorciados que se han vuelto a casar es de por
sí manifiesta, sólo podrán acceder a la Comunión eucarística “remoto scandalo”
(fuera de escándalo).(LA EUCARISTÍA EN EL ORDENAMIENTO
JURÍDICO DE LA IGLESIA, pagina WEB www.vatican.va
) QUE
HACER POR AHORA Cito
Ecclesia de Eucharistia; “La Iglesia ha dado normas
que se orientan a favorecer la participación frecuente y fructuosa de los
fieles en la Mesa eucarística y, al mismo tiempo, a determinar las
condiciones objetivas en las que no debe administrar la comunión. El esmero
en procurar una fiel observancia de dichas normas se convierte en expresión
efectiva de amor hacia la Eucaristía y hacia la Iglesia” (Encíclica Ecclesia
de Eucharistia, cit., n. 42.) La
norma es clara en la determinación de los tres requisitos para que el
ministro del Sacramento niegue la Comunión: que se trate de pecado grave, que
sea pecado manifiesto en el fuero externo –no oculto– y que el fiel persevere
obstinadamente en ese estado. Entre los que se encuentran en esta situación
irregular están incluidos son las llamadas “uniones libres”; los que contraen
sólo matrimonio civil y los divorciados que se vuelven a casar civilmente.
Razón, por la cual estos últimos debe acudir a la Iglesia, como a los
tribunales eclesiástico a fin de consultar si pueden regularizar su situación
matrimonial y declararlo nulo, lo que le permitirá volver a casarse por la
Iglesia. Recordemos que el Papa pidió agilizar los procesos de nulidad
matrimonial por justicia con la gente que espera y además recomienda estudiar
que los juicios sean gratuitos, según propuestas hechas en el Sínodo de la
Familia. LOS OBISPOS HA DADO SU OPINIÓN Durante
el Sínodo y una vez concluido, muchos Obispos han dado su opinión. No todos
opinan lo mismo, y al no haber una sola voz, nos provoca inquietud, porque es
necesario saber qué hacer. Me imagino que el Papa luego dirá la última
palabra y habrá talvez algunos disidentes y otros a favor. Se
lee en diarios digitales y prensa escrita. “Los divorciados que han vuelto a
contraer matrimonio civil "no están fuera de la Iglesia, no están
excomulgados, forman parte de la comunidad cristiana porque "la
misericordia de Dios no tiene fin". En ese recorrido, se
irá viendo hasta donde se puede llegar. Ha puntualizado que
"nunca se trata de soluciones generales sino concretas muy
personalizadas". Así lo ha declarado el presidente de la CEE, Monseñor Ricardo
Blázquez y luego ha añadido: ha recordado mucho al Concilio Vaticano
Segundo. "La Iglesia se acerca a las personas, no para condenar,
sino para escuchar y transmitir la misericordia de Dios". Por otra
parte, el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha asegurado
que el Sínodo de los Obispos sobre la Familia, que se clausuró el pasado
sábado, no abre la puerta a que los divorciados que se han vuelto a casar por
lo civil puedan comulgar porque esto es "imposible". Y añade
luego: "Algunos pensaban que iba a venir el Sínodo e iba a decir que
los divorciados vueltos a casar pueden comulgar. Eso no ha sido y es
imposible porque es contradecir la fe de la Iglesia. Si para comulgar hay que
estar en gracia de Dios y el divorcio y las nuevas nupcias es adulterio,
¿nosotros quienes somos para rectificar la palabra de Jesucristo?. Es
imposible que el Sínodo pudiera decirlo y que el Papa pueda decirlo porque no
tenemos autoridad sobre la palabra de Dios", ha subrayado. (Ambos
artículos en la página web de Religión Digital) HACER EXEGESIS DE LOS EVANGELIOS, NO
ES NI PECAR NI ESTAR EN CONTRA DE LA IGLESIA. Uno
de los argumentos que se señalan para no hacer modificaciones, es lo que
indica el Evangelio de Marcos: “Y ya en casa, los discípulos le volvían a
preguntar sobre esto. Jesús les dijo: “Quien repudie a su mujer y se case con
otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se
casa con otro, comete adulterio.” (Marcos 10, 10-12) Se llama adulterio el
vivir con una mujer distinta que la propia, no siendo de este hombre la que
toma después de dejar a la primera, por lo que comete adulterio con ella,
esto es, con la segunda que toma, sucediendo lo mismo de parte de la mujer y
no puede unirse a otro hombre como a su propio marido, si abandona a éste.
San Mateo es más explícito sobre este punto. "Ahora bien, os digo que
quien repudie a su mujer - no por fornicación - y se case con otra, comete
adulterio (Mt 19,9) Por tanto
sólo la fornicación es la razón carnal de abandonar a la mujer propia, y no
hay otra espiritual para ello que el temor de Dios, como sabemos que les ha
sucedido a muchos por causa de religión. No
soy un erudito para decir que hacer ni para opinar si el contexto del relato
es distinto hoy. Además es difícil dar una opinión sin meditarla. Me viene a
la memoria el Evangelio de Juan, donde los escribas y fariseos le llevan una
mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen a Jesús:
“Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio” y pretenden
hacer caer en una trampa a Jesús. Sigue el relato diciendo que Jesús,
inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. (¿Meditando?), y
luego de retirarse los fariseos avergonzados y sin condenar a la mujer que
ellos mismos trajeron, Jesús la mira con misericordia y le dice; “Tampoco yo
te condeno. Vete, y en adelante no peques más.” (Juan 8,4). El Señor, no la condena por la
acusación de adulterio, pero le pide, no siga con esa vida. ¿Eso debemos
hacer?. También quiero hacer notar, que Jesús a la
samaritana le pide; “Dame de beber” y luego él le increpa a la mujer: “has
tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo”, (Juan 4, 1-25). Es decir, Jesús, se da el
tiempo para hablar con ella y aconsejarla. ¿Eso debemos hacer? NO HAY NINGUNA CAUSA PRESCRITA QUE
AUTORICE A UNIRSE A OTRA MUJER DESPUÉS DE ABANDONADA LA LEGÍTIMA Si
bien es cierto que en la ley de Dios no hay ninguna causa prescrita que
autorice a unirse a otra mujer después de abandonada la legítima, hay casos
que deben analizarse detenidamente con sabiduría. No dejemos a los que están
en desgracia en el camino. No olvidemos que Jesús nos pone un buen ejemplo
para que no hagamos como que no vemos cuando nos encontramos con un hombre
que ha caído en infortunios, me refiero en el que un hombre camino de
Jerusalén a Jericó cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y
golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel
camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. Pero luego un samaritano que
iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión y acercando curo
sus heridas. (Lucas 10,33) Entonces,
consecuente con el espíritu de párrafo anterior, y con el espíritu de no
dejar en el camino a los que están en desgracia, quiero apoyarme en un
ejemplo que escribo de un caso real de alguien que conozco: Un hombre joven
casado es abandonado por su mujer, esta pide el divorcio y la ley se lo
otorga, ¿Está condenado este hombre a vivir solo o soltero el resto de su
vida?, ¿A consecuencia de este abandono de su mujer, está condenado a no
volverse a casar y tener hijos? ¿Si este hombre es fiel devoto de la fe, no
puede aspirar a vivirla plenamente? ¿Tenemos alguna atribución de condenarle?
Dejo en claro que no tengo el propósito de decir que es lo que se debe hacer,
a mí no me corresponde, lo debe hacer mi Iglesia y confío en mi Iglesia, que
encontrara la sabiduría para dar una opinión y solución que a todos nos deje
en paz. Monseñor Ricardo Blázquez ha dicho que “En ese recorrido, se
irá viendo hasta donde se puede llegar.” "LA MISERICORDIA DE DIOS NO
TIENE FIN". Monseñor
Ricardo Blázquez también ha dicho que "la misericordia de Dios no
tiene fin". Siendo esta expresión muy cierta, creo que puedo opinar
tratando de ser consecuente con lo que me pide mi fe. El Maestro nos pide:
“Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no
sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Mt
9,13) y más adelante agrega: “Si hubieseis comprendido lo que significa
aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio, no condenaríais a los que
no tienen culpa.” (Mt 12,7) y por esa
razón, estoy de acuerdo con analizar antes de condenar. El Concilio Vaticano
Segundo ha dejado en claro: "La Iglesia se acerca a las personas, no
para condenar, sino para escuchar y transmitir la misericordia de Dios". Jesús
es la manifestación perfecta de la caridad divina del Padre; en realidad él
amó de forma profunda y concreta, como solamente un hombre de corazón puro y
un verdadero Dios podía amar. Jesús amó sinceramente a todos los hombres, a
los justos y a los pecadores. Jesús quiso sincera y profundamente a sus
amigos y es el salvador de todos los hombres (Jn 4,42); por consiguiente, no excluye a nadie de su corazón;
más aún, los pobres y los pecadores son el objeto privilegiado de su caridad
divina. Y nosotros los hombres, tenemos que aprender a analizar con caridad
cada caso en particular, y no abandonar a los que injustamente pasan por
situaciones impensadas. Los
evangelista están de acuerdo en señalar la familiaridad Jesús con los
publicanos y los pecadores; en la descripción de la vocación de Leví se
mostró vivamente este comportamiento de Jesús, que para los escribas y
fariseos en esos tiempos y de hoy se convierte en motivo de escándalo y
ocasión de reproche, Ya que Jesús compartió su mesa y comió con los
pecadores, personas aborrecibles para los se creían justos, busquemos
nosotros el modo de compartir también con ellos y hagamos en cada caso
particular un verdadero análisis, que abra las esperanzas de los que sufren
por no vivir en plenitud su fe. Mi
padre, frente al dolor y los infortunios, nos pedía siempre, hijo, deja esto
en la manos de Dios, y aprendí dar gracias por lo que dice el sabio de las
Escrituras: “Y por suerte; “Caeremos en manos del Señor y no en manos de los
hombres, pues como es su grandeza, tal su misericordia.” (Eclesiástico 2,7). PEDRO DONOSO BRANT |