Cuarto mandamiento: Honrar Padre y Madre

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

  

(Segunda Reflexión para padres, apoderados, profesores y alumnos del colegio de mis hijos)

“Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar (Ex 20,12).”

Queridos amigos

Para ilustrar esta reflexión, me he permitido traer este relato de un testimonio familiar.

1) Testimonio

Una mañana de invierno, en competencia con el andar del reloj, una niña prepara sus cosas para salir de casa con destino a la escuela, en la puerta del hogar, su madre la toma del brazo y le dice con voz autoritaria: “No sales si no te abrigas bien”, al observar este hecho el padre de la niña, mira las condiciones climáticas través de la ventana, y le contradice a su esposa, “Amor, no hace tanto frío, déjala que vaya como esta vestida”, acto seguido, la esposa interviene con ambas manos en las caderas, “ No señor, yo soy quien se preocupa de ella, yo soy quien la cuida cuando se resfría, yo soy quien le prepara la comida, por lo tanto no te intrometas en esto”. Continuando con el ánimo de discutir, la madre mira su hija y le llama severamente la atención y aprovecha la situación para descargar otras situaciones ya superadas, entonces el padre vuelve a intervenir diciendo “Por favor, no sea tan exigente con la niña, acuérdate como no te gustaba que te reprendiera tu madre a esa edad”. La escena continúa cada vez más violenta y la niña observa y escucha. La madre, recrimina al padre diciéndole gritando, "¡No te metas! Yo sé lo que hago, el padre se retira un momento, y la madre dirigiéndose a su hija la amenaza, “si no me obedeces, le contare a tu papa que tienes algunas calificaciones malas, ahí se va ha enojar y te va a dar una paliza, entonces la niña va por su abrigo. El padre regresa y su esposa cumple la amenaza, “Para que sepas, tu hijita querida es una floja, tiene dos notas rojas, que me dices ahora, porque no le dices algo a la niña, porque no le das su castigo”. El padre reacciona en tono subido, ¿Por qué no lo castigas tú?, yo estoy todo el día mortificándome en mi trabajo, llego a mi casa en busca de descanso, y me das problemas, regreso por la tarde esperando encontrar tranquilidad y no la encuentro, hasta cuando”. La madre excitada replica: "¡Y todavía te quejas! Se ve que no tienes que aguantarla todo el día, ¿qué crees que hago yo en casa?, estoy todo el día ordenado tus desordenes, trabajo más que tú!". Y así cada vez se sube el tono, las palabras van y vienen, hasta que el padre sale enfurecido de casa con un gran portazo.

2) 1º Reflexión: La obediencia de los hijos es el reflejo de la unidad de sus padres.

Los padres de este testimonio ponen en evidencia falta de unión y entendimiento, y están socavando los fundamentos de la confianza y el respeto mutuo, entonces los padre destruyen su propia autoridad, no pueden pretender que sus hijos les obedezcan.

En efecto el ejemplo de confianza en los esposos, motiva la obediencia de los hijos, en cambio con sus discusiones dan un ejemplo de discordia e inclinan a la desobediencia a los padres. Recordemos que en la mente de la niña la familia es una unidad y los padres son una sola cosa, ellos no pueden elegir entre uno y el otro, y al observar actitudes opuestas sobre un problema la desorientan. No debería haber grandes diferencia en el modo de educar a los hijos entre los padres, y cuando hay ideas distintas, la niña debería observar que se resuelven dentro de ciertos límites de respeto y confianza.

Si el padre opina que es equivocada una medida tomada por la madre, no la contradiga delante de la niña, pero, si cree absolutamente necesario intervenir en ese momento, hágalo con serenidad y prudencia y solamente para disminuir las consecuencias de lo que él considera que está mal. El modo como educar a los hijos, las críticas, el cambio de ideas, es para otro momento, me parece perjudicial para los que ejercen la autoridad, discutir "perdiendo la cabeza" frente a sus hijos. Si uno pierde la cabeza, que el otro la conserve. Así no dará a sus hijos el triste espectáculo de una discusión violenta, incongruente, de oídos sordos, de odios y rencores entre los seres que más ama. Las consecuencias de un resfrío, de una mala calificación, nunca serán tan graves como la de una discusión violenta en presencia de los hijos.

No hay que desautorizar al otro cónyuge, en ningún caso los esposos deberían desautorizarse modificando una orden dada por el otro. Además de perder autoridad, crean mutuos resentimientos e incitan a la niña a adoptar una actitud de habilidad frente a sus padres, y se trasforman en cierto péndulo, que oscila hacia uno u otro lado, según convenga a sus deseos. Igualmente, los padres no deberían recurrir a la amenaza de contárselo al otro, es una confesión de impotencia que les quita autoridad moral.

Así es, la unidad de lo esposos sólo puede ser producto de la confianza y el respeto, la obediencia de los hijos es el reflejo de la unidad de sus padres, en consecuencia, ésta es producto de la confianza y el respeto que reina entre los padres. Es sabido que un ambiente donde vive la comprensión, la sinceridad, la comunicación, la tolerancia, el sacrificio, en ese ambiente esta presente el propósito que busca la auténtica felicidad de los seres que se ama. Sin embargo cuando en el hogar se vive ese ambiente, tenso como en el relato, difícilmente llegan a crear el respeto de los hijos adolescentes. El amor, la unión y buena voluntad de los padres, son ingredientes que permiten al hijo superar las dificultades que normalmente se le presentan. Es indudable, cuando los hijos viven en un ambiente en que se ama y se sienten amado, se comprende y se sienten comprendidos, saben que cuentan con sus padres, y se forman en una vida de valores.

Las enseñanzas de nuestro Catecismo, debemos tenerlas siempre presente

Nuestro Catecismo Católico, tiene por fin presentar los contenidos esenciales y fundamentales de la doctrina católica tanto sobre la fe como sobre la moral. Del cuarto mandamiento nos señala:

1 Dios quiso que, después de él, honrásemos a nuestros padres, a los que debemos la vida y que nos han transmitido el conocimiento de Dios.

2 El cuarto mandamiento, se dirige expresamente a los hijos en sus relaciones con sus padres

3 Un hombre y una mujer unidos en matrimonio forman con sus hijos una familia.

4 Sus miembros son personas iguales en dignidad.

5 Las relaciones en el seno de la familia entrañan una afinidad de sentimientos, afectos e intereses que provienen sobre todo del mutuo respeto de las personas.

6 La familia es una "comunidad privilegiada" llamada a realizar un "propósito común de los esposos y una cooperación diligente de los padres en la educación de los hijos.

7 El respeto de los hijos, menores o mayores de edad, hacia su padre y hacia su madre

8 El respeto a los padres está hecho de gratitud para quienes, mediante el don de la vida, su amor y su trabajo., han traído sus hijos al mundo y les han ayudado a crecer en estatura, en sabiduría y en gracia.

9 El respeto de los hijos se revela en la docilidad y la obediencia verdaderas.

10 El hijo sabio ama la instrucción, el arrogante no escucha la reprensión

11 Mientras vive en el domicilio de sus padres, el hijo debe obedecer a todo lo que estos dispongan para su bien o el de la familia.

12 Cuando sean mayores, los hijos deben seguir respetando a sus padres.

13 Deben prever sus deseos, solicitar dócilmente sus consejos y aceptar sus amonestaciones justificadas.

14 La obediencia a los padres cesa con la emancipación de los hijos, pero no el respeto que permanece para siempre

15 El cuarto mandamiento recuerda a los hijos mayores de edad sus responsabilidades para con los padres.

16 Deberes de los padres la fecundidad del amor conyugal no se reduce a la sola procreación de los hijos, sino que debe extenderse también a su educación moral y a su formación espiritual.

17 Los padres deben mirar a sus hijos como a hijos de Dios y respetarlos como a personas humanas.

18 Han de educar a sus hijos en el cumplimiento de la ley de Dios, mostrándose ellos mismos obedientes a la voluntad del Padre del cielo.

19 La educación en la fe por los padres debe comenzar desde la más tierna infancia.

20 Los hijos, a su vez, contribuyen al crecimiento de sus padres en la espirituales.

21 En el transcurso del crecimiento, el mismo respeto y la misma dedicación llevan a los padres a enseñar a sus hijos a usar rectamente de su razón y de su libertad.

22 Cuando llegan a la edad correspondiente, los hijos tienen el deber y el derecho de elegir su profesión y su estado de vida.

23 Los padres deben cuidar no violentar a sus hijos ni en la elección de una profesión ni en la de su futuro cónyuge. Este deber de no inmiscuirse no les impide, sino al contrario, ayudarles con consejos juiciosos, particularmente cuando se proponen fundar un hogar.

3)  2ª Reflexión: Cuando los niños sufren y el honrar a los padres es con dolor.

No es fácil pedirle a alguien que describa los recuerdos de la niñez, si sus padres no tuvieron un matrimonio feliz y optaron por la separación, lo más probable que escuchemos historias de dolor, tristeza, confusión, amargura y falsa esperanzas de la vida, y cargan con una gran peso, cuando adultos saben que sus padres permanecían juntos por esa expresión ya conocida, "solo estábamos juntos por el bien de los niños".

Los padres pueden demostrar que son un matrimonio, pero cuando una madre y un padre muestran hostilidad y desprecio el uno hacia el otro, sus hijos sufren y los destruyen emocionalmente. La manera como llevan sus relaciones como padres, influye en las actitudes y logros de sus hijos, especialmente en la capacidad para regular sus emociones, algo esencial para llevarse bien con los demás. Es muy distinto cuando los padres se preocupan y se apoyan mutuamente, la actitud emocional en los hijos se funda en la felicidad.

Lo triste en nuestra sociedad, es que los hijos que están expuestos a un ambiente hostil, se van formando en una realidad muy dolorosa, no hay ninguna duda de que ellos se sienten afligidos, apenados, triste, desolados, cuando son testigos de discusiones, grito y las peleas de los padres. Sus reacciones varían entre el llanto, quedarse inmóviles, sufrir una gran tensión, se tapan los oídos, se esconden bajo una mesa, se vuelven a la pared y se tapan los ojos, en fin la escena los destroza. En lo fisiológico se producen trastornos insospechados, le palpita el corazón aceleradamente, conocen el estrés, les afecta al sistema nervioso y les disminuye la capacidad de resolver problemas. En las escuelas, obtienen bajas calificaciones porque no se pueden concentrar en el estudio, y el fracaso intelectual les produce una situación emocional difícil.

Luego en la sociedad, formados ya en un matrimonio se caracterizó por la crítica, la posición defensiva y el desprecio, agresivo, le es duro regular sus emociones, concentrar su atención y calmarse a sí mismos cuando se sienten perturbados.

Pero debemos atender a estos hijos en la esperanza, y aunque los padre este separados o vueltos casar, deben sentirse motivados por cuidar y dar un buen ejemplo a sus hijos.

Algunos Consejos

a) El primer y más importante es, terminar con el conflicto comprendiendo que resulta tan perjudicial y aprender a llevar las disputas de otra forma.

b) No agotar las energías en discusiones y mutuas recriminaciones, para tener tiempo y energía para dedicarlas a los hijos.

c) Estar presentes y atentos desde el punto de vista emocional, ayudándolos a enfrentar los sentimientos negativos, escuchándolos y guiándolos.

d) Comprender que la separación no es necesariamente lo que perjudica a los hijos, es el trato agresivo, hostil y la mala comunicación que puede desarrollarse los padres.

e) Rehabilitarse espiritual y emocionalmente

f) No dejar ningún instante, en entregar amor y cariño a los hijos

g) Reeducar al hijo, en el trato entre sus pares, hermanos, familia y la sociedad.

h) No olvidar que el hijo nació del matrimonio y el amor conyugal.

i) Los hijos son, ciertamente, el don más excelente del matrimonio y contribuyen mucho al bien de los mismos.

j) El hijo llegó al mundo terrenal por el deseo personal de los padres.

k) El hijo no llegó desde fuera a añadirse al amor mutuo de los esposos, viene del corazón mismo.

l) Los hijos son un bien común de a familia.

m) Que al nacer el hijo, existió el compromiso de acoger y educar cristianamente a los hijos.

n) Es preciso respetar el sentido del amor mutuo y verdadero entre hijo y padre

o) Orar por los Hijos y la Familia

Finalmente, creo que mi mejor consejo, es enseñar a nuestros hijos, que tengan una vida orientada hacia Dios.

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

    Mayo 2001

 

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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