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MISERICORDIA Y PERDON, UN MANDAMIENTO DEL SEÑOR, NO UNA OPCIÓN.

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

“Cuaresma, tiempo de conversión”

“He aquí, el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” Juan 1:29.

1.        PARA DIOS EL PERDÓN ES IMPORTANTÍSIMO

Pedimos misericordia y perdón cuando pecamos, pero: ¿Que es el pecado?, ¿Cuándo pecamos? Si hacemos, decimos, pensamos, u omitimos algo que va en contra de la ley de Dios y de sus preceptos o mandamientos, estamos pecando, del mismo modo cualquier acto o comportamiento lamentable que nos aparten de lo que es recto o justo. También lo es lo que destruye la caridad en el corazón de las personas, se opone esto al deseo de Dios y, por tanto, deja subsistir la caridad en el corazón, la ofende y la hiere

¿Y cual es el pecado más grande?, ¿Cuál pecado no sería perdonado? ¿Es  pecado no perdonar? Talvez si conociéramos bien lo que Dios quiere de nosotros, sería más fácil la respuesta. En efecto, Dios nos ha enviado a su Hijo para perdonar nuestros pecados, el de toda la humanidad, y para disfrutar de esta gracia, don gratuito que Dios nos da a las personas para poder alcanzar la gloria y porque no recocer que es muchas veces un beneficio que se nos otorga sin merecimiento, debemos hacer dos cosas, arrepentirnos y confesar nuestras faltas, sin dejar  de creer en que recibiremos nuestro perdón. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 9). Nuestro Buen Padre, siempre estará dispuesto a perdonarnos si nosotros estamos dispuestos a aislarnos de nuestros pecados y alejarnos por siempre de la idea de toda falta, entonces de este modo reconciliarnos con EL.

Cristo nos enseño en le Padrenuestro, “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.”. Esta el la voluntad de Dios, que sepamos además reconocer que todos merecen los que Dios nos da a nosotros y que del mismo modo como El nos perdona, perdonemos también a nuestros hermanos. De este modo, será además una falta, no estar dispuesto a perdonar. El mismo Cristo nos enseño: Porque si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, también el Padre celestial les perdonará a ustedes. Pero si ustedes no perdonan a los demás, tampoco el Padre les perdonará a ustedes. Mateo 6:14-15.

“Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado (Rom 5:5), Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe (Gálatas 5:22). El perdonar es un hecho de amor divino. Dios nos ha perdonado a través de su amor divino y eterno, y en consecuencia es a través de este mismo amor divino que El ha puesto en nosotros, así es que podemos perdonar a otros.

Para Dios el perdón es importantísimo, y lo es porque nos ama al extremo, por eso El envió a su Hijo Jesucristo para salvarnos, para redimirnos y para perdonarnos de nuestros pecados. Si entendemos esto, nos daremos cuenta de la importancia que tiene para nuestro Padre el Perdón. Entonces no seríamos consecuentes en nuestra unión con Cristo si denegáramos la misericordia y el perdón a nuestro Hermanos.

Pero también debemos tener muy en cuenta que si le pedimos a Dios su perdón incondicional, hacia otros tiene que ser del mismo modo. Y hagámoslo en nombre de Jesucristo, “Y todo lo que Hagáis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Colosenses 3:17.

2.        PERDONAR PARA SER PERDONADOS (Mt 18, 21-35)

Entonces Pedro se acercó con esta pregunta: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas de mi hermano? ¿Hasta siete veces?»  Jesús le contestó: «No te digo siete, sino setenta y siete veces».Mateo, 18: 21-22.

¿Por qué poner límites?, la caridad, el amor no tiene limites, siete es un número indefinido, Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”, esto es, un rechazo de plano a la limitación agregándole un número simbólico aún más indefinido.

¿Cuál ha de ser la actitud cristiana ante las faltas reiteradas del prójimo? La vida está llena de reincidencias en culpas perdonadas, entonces, entonces, ¿vamos estar sometidos al un número de indefinidos perdones? nuestros perdones, ¿consideran una actitud sincera de perdón ante Dios?

Pedro, que plantea el problema, lo lleva al extremo de preguntar si incluso ha de perdonar “siete veces,” número muchas veces simbólico de lo universal (Gen 4:24). La pregunta de Pedro es equivalente a saber si tiene que perdonar siempre. El judaísmo discutía el número legal de veces a perdonar; generalmente eran cuatro. Pero era un perdón externo. La respuesta de Jesús es afirmativa, con el grafismo oriental, de perdonar no sólo “siete veces,” sino “setenta veces siete.” Y para hacer más gráfica la enseñanza se expone una parábola.

Dice Jesús: “Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos.” El “talento” era una unidad fundamental de peso; indicaba un peso determinado de dinero. El “talento” comprendía 60 “minas” = 6.000 “dracmas áticas.” La “dracma ática” era equivalente al “denario.” Y éste era la paga diaria de un jornalero (Mt 20:1). Por eso la deuda de 10.000 “talentos” era equivalente a 60 millones de "denarios.” La deuda era, pues, fabulosa. Entonces, la escena, utiliza deliberadamente datos supuestos, para una finalidad pedagógica.

Dice la parábola; “Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda.” Se manda, para compensar en parte, vender a su mujer, hijos y propiedades. En los contratos de entonces entraba la responsabilidad familiar. Sin embargo, no es posible, con esta venta, lograr pagar una cantidad respetable de la deuda de los 10.000 “talentos.” Sin embargo se acusa la misericordia de su señor con él. Por lo que, no pudiendo pagar, el dueño se lo perdona todo.

Pero se contrapone la conducta de este siervo perdonado con lo que exige a su otro compañero para que le pague, inmediatamente, una pequeña deuda: 100”denarios.” Y al no pagarlos, lo mete en la cárcel. Enterado el rey, lo manda encarcelar hasta que pague la deuda. La parábola se alegoriza en parte. Se destacan algunas situaciones especiales, como el motivo por el que el compañero del siervo debía haber perdonado, porque el rey — Dios — le había perdonado a él. “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5:43-48; cf. Col 3:12-15; Sant 2:13). También se percibe, alegorizada, la distancia entre el perdón del rey al siervo (60.millones de denarios”) y lo que no quería perdonar aquel otro compañero (100 “denarios”). Esto habla de la deuda infinita del perdón de Dios a los seres humanos, y la pequeñez de perdón de los seres humanos entre sí.

Pero el punto central es la necesidad de perdonar para que Dios perdone.

Pablo nos recuerda: “Sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros, como Dios los perdonó en Cristo” (Ef 4,32). Esto es los cristianos debemos perdonarnos siempre, no algunas veces. Ser buenos, como dice Pablo, es saber emplear bien esta palabra, porque cuando queremos decir que aprobamos algo y estamos conforme decimos esta bueno, y cuando queremos indicar que algo que ya es suficiente y debe terminar, como el rencor, decimos bueno, ya esta bien, aún mas cuando recibimos una agradable noticia decimos que bueno, y cuando pecamos o ofendemos y nos arrepentimos o vemos a alguien arrepentido, hay sentimientos de pena y lástima por la desgracia o por el sufrimiento ajeno, por eso debemos ser buenos y compasivos. Es así, como perdonamos siempre, como Dios nos perdona a nosotros, como Dios es bueno con nosotros.

Para que la caridad siempre este viva y reine entre nosotros, es indispensable el perdón de las injurias, es así como Jesús rechaza las limitaciones que quiso poner Pedro, para destacar aún más la necesidad de perdonar y sin límites, además que hay que perdonar y siempre hacerlo de corazón, a igual que el amor, cuando uno ama, ama de verdad, de todo corazón, sin límite y siempre. Así es, nuestro Dios Padre con nosotros, así nos ha enseñado, y así debemos ser y actuar, perdonar a nuestro prójimo de corazón, rogar por él, desearle todo bien y hacer que llegue la paz, por sobre cualquier dificultad.

La parábola que nos deja hoy Jesús, nos llega al corazón, porque nos damos cuenta de la falta de generosidad de aquel que había recibido la benevolencia y la comprensión y luego el se la niega a un hermano. Es así como luego al enterarse el rey lo mandó llamar y le dijo: "¡Miserable!" e indignado, lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Esa es la gran diferencia que quiere destacar Jesús y nos pone en contrastes la generosidad de Dios, que nos perdona grandes deudas, contra la mezquindad de los hombres, el cual muchas veces ni siquiera quiere perdonar pequeñísimas cosas. No deja de se cierto la gran diferencia de nuestros pecados contra Dios y la de algunos contra nosotros que comete nuestro prójimo o nosotros contra ellos, por eso Jesús destaca que el servidor debía diez mil y a el tan solo cien.

Pero debemos tener muy en cuenta, que al final de este Evangelio, Jesús no dice “Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos". Esta deducción es muy clara, Dios no nos perdonará, si nosotros no perdonamos. ¿Es justo esto?, lo que no es justo es que nosotros pidamos perdón, Dios nos conceda misericordia y nosotros no seamos capaces de perdonar (“perdona nuestras deudas…así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden...)

El perdón es un mandamiento del Señor, no una opción.    El que dice: "Yo le conozco" y no guarda sus mandamientos es mentiroso, y la verdad no Está en él. Pero en el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios ha sido perfeccionado. Por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él debe andar como él anduvo. (I Juan 2:4-6). Jesús caminó y habló con y en el perdón, luego fue crucificado, siendo inocente, porque fue acusado falsamente y mucha gente mintió acerca de El, conspiraron en su contra, lo azotaron, lo torturaron. ¿Y que hizo Cristo después de esto?, mientras estaba en la cruz, nos enseño el ejemplo superior y supremo de perdón, “Padre, perdónalos, porque ellos no saben lo que hacen.” Lc 23:34.

Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba diciendo: --¡Señor Jesús, recibe mi Espíritu! Y puesto de rodillas Clamó a gran voz: --¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado! Y habiendo dicho esto, Durmió. (Hechos 7-60). Al leer este texto, me he preguntado si estaríamos dispuestos a hacer lo mismo.

Me encanta leer a san Pablo cuando dice: Con Cristo he sido juntamente crucificado; y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en Mí. Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me Amó y se Entregó a Sí mismo por Mí. (Gálatas 2:20). Nuestro Buen Padre Dios nos perdonó por todas las cosas, por siempre, a través de Su Hijo, Jesucristo. En esta cuaresma vivamos la vida de fe en El y caminemos en amor, siendo capaces de tener misericordia y dar con libertad y cariño perdón nuestros hermanos.

Termino esta reflexión para la cuaresma con las palabras de san Pablo:    “Por tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, Vestíos de profunda Compasión, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia, Soportándoos los unos a los otros y Perdonándoos los unos a los otros, cuando alguien tenga queja del otro. De la manera que el Señor os Perdonó, Así también hacedlo vosotros. Pero sobre todas estas cosas, Vestíos de amor, que es el Vínculo perfecto. Y la paz de Cristo gobierne en vuestros corazones, pues a ella fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite abundantemente en vosotros. “(Colosenses 3: 12-16)

El Señor les Bendiga y le regale su amorosa Paz

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Cuaresma 2002

 

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