EL
PENSAMIENTO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II Edición Nº 3 Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant |
Catequesis de Su Santidad Juan Pablo II 3
de julio de 1985 1. Nuestras catequesis llegan hoy al gran misterio
de nuestra fe, el primer artículo de nuestro Credo: Creo en Dios. Hablar de
Dios significa afrontar un tema sublime y sin límites, misterioso y
atractivo. Pero aquí en el umbral, como quien se prepara a un largo y
fascinante viaje de descubrimiento tal permanece siempre un genuino
razonamiento sobre Dios, sentimos la necesidad de tomar por anticipado la
dirección justa de marcha, preparando nuestro espíritu a la comprensión de
verdades tan altas y decisivas. A este fin considero necesario responder enseguida
a algunas preguntas, la primera de las cuales es: ¿Por qué hablar hoy de Dios?. 2. En la escuela de Job, que confesó humildemente:
'He hablado a la ligera. Pondré mano a mi boca' (40, 4), percibimos con fuerza
que precisamente la fuente de nuestras supremas certezas de creyentes, el
misterio de Dios, es antes todavía la fuente fecunda de nuestras más
profundas preguntas: ¿Quién es Dios?. ¿Podemos
conocerlo verdaderamente en nuestra condición humana?.
¿Quiénes somos nosotros, criaturas, ante Dios?. Con las preguntas nacen siempre muchas y a veces
tormentosas dificultades: Si Dios existe, ¿por qué tanto mal en el mundo?. ¿Por qué el impío triunfa y el justo viene pisoteado?
¿La omnipotencia de Dios no termina con aplastar nuestra libertad y
responsabilidad? Son preguntas y dificultades que se entrelazan con
las expectaciones y las aspiraciones de las que los hombres de 3. La segunda pregunta es cómo hablar de Dios, cómo
hablar de El rectamente. Incluso entre los cristianos, muchos poseen una
imagen deformada de Dios. Es obligado preguntarse si se ha hecho un justo
camino de investigación, sacando la verdad de fuentes genuinas y con una
actitud adecuada. Aquí creo necesario citar ante todo, como primera actitud,
la honestidad de la inteligencia, es decir, el permanecer abiertos a aquellos
signos de verdad que Dios mismo ha dejado de Sí en el mundo y en nuestra
historia. Hay ciertamente el camino de la sana razón (y tendremos
tiempo de considerar que puede el hombre conocer de Dios con sus fuerzas).
Pero aquí me urge decir que a la razón, más allá de sus recursos naturales,
Dios mismo le ofrece de Sí una espléndida documentación: la que con lenguaje
de la fe se llama 'Revelación'. El creyente, y todo hombre de buena voluntad
que busque el rostro de Dios, tiene a su disposición ante todo el tesoro
inmenso de Tendremos cuidado en remitirnos a estas genuinas
fuentes de verdad. La catequesis saca además sus contenidos sobre Dios
también de la doble experiencia eclesial: la fe rezada, la liturgia, cuyas
formulaciones son un continuo e incansable hablar de Dios hablando con El; y
la fe vivida por parte de los cristianos, de los santos en particular, que
han tenido la gracia de una profunda comunión con Dios. Así, pues, no estamos
destinados sólo a hacer preguntas sobre Dios, para luego perdernos en una
selva de respuestas hipotéticas o bien demasiado abstractas. Dios mismo ha
venido a nuestro encuentro con una riqueza orgánica de indicaciones seguras. 4. Es lo que pretendo hacer en estos encuentros.
¿Pero cómo?. Hay diversas maneras de hacer
catequesis, y su legitimidad depende en definitiva de la fidelidad respecto a
la fe integral de Es mi propósito, al proclamar la verdad sobre Dios,
invitaros a todos a reconocer la validez del camino histórico-positivo y del
camino ofrecido por la reflexión doctrinal elaborada en los grandes Concilios
y en el Magisterio ordinario de Fuente Vaticano.va |
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