EL
PENSAMIENTO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II Edición Nº 2 Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant |
Catequesis de Su Santidad Juan Pablo II 31
de julio de 1985 ¿QUIÉN
ES DIOS? 1. Al pronunciar las palabras 'Creo en Dios', expresamos ante todo la
convicción de que Dios existe. Este es un tema que hemos tratado ya en las
catequesis del ciclo anterior, referentes al significado de la palabra
'creo'. Según la enseñanza de Los cielos pregonan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia las
obras de sus manos. El día transmite el mensaje al día, y la noche a la noche
pasa la noticia (Sal 18, 2-3). Este himno cósmico de exaltación de las
criaturas es un canto de alabanza a Dios como creador. He aquí algún otro
texto: ¡Cuántas son tus obras, oh Yahvéh! ¡Todas
las hiciste con sabiduría! Está llena la tierra de tu riqueza (Sal 103, 24).
El con su poder ha hecho la tierra, con su sabiduría cimentó el orbe y con su
inteligencia tendió los cielos. Embrutecióse el
hombre sin conocimiento (Jer 10, 12-14). Todo lo hace El apropiado a su
tiempo. Conocí que cuanto hace Dios es permanente y nada se le puede añadir,
nada quitar (Qoh 3, 11-14). 2. Son sólo algunos pasajes en los que los autores inspirados expresan
la verdad religiosa sobre Dios-Creador, utilizando la imagen del mundo a
ellos contemporánea. Es ciertamente una imagen pre-científica,
pero religiosamente verdadera y poéticamente exquisita. La imagen de que
dispone el hombre de nuestro tiempo, gracias al desarrollo de la cosmología
filosófica y científica, es incomparablemente más significativa y eficaz para
quien procede con espíritu libre de prejuicios. Las maravillas que las diversas ciencias específicas nos desvelan
sobre el hombre y el mundo, sobre el microcosmo y el macrocosmos, sobre la
estructura interna de la materia y sobre las profundidades de la psique
humana son tales que confirman las palabras de los autores sagrados,
induciendo a reconocer la existencia de una Inteligencia suprema creadora y
ordenadora del universo. 3. Las palabras 'creo en Dios' se refieren ante todo a aquel que se ha
revelado a Sí mismo. Dios que se revela es Aquel que existe: en efecto, puede
revelarse a Sí mismo sólo Uno que existe realmente. Del problema de la
existencia de Dios 4. Cuando decimos 'creo en Dios', nuestras palabras tienen un carácter
preciso de 'confesión'. Confesando respondemos a Dios que se ha revelado a Sí
mismo. Confesando nos hacemos partícipes de la verdad que Dios ha revelado y
la expresamos como contenido de nuestra convicción. Aquel que se revela a Sí
mismo no sólo nos hace posible conocer que El existe, sino que nos permite
también conocer Quién es El. Así, la autorrevelación
de Dios nos lleva al interrogante sobre 5. Hagamos referencia aquí al acontecimiento bíblico narrado en el
libro del Éxodo (3, 1-14). Moisés que apacentaba la grey
en las cercanías del monte Horeb advierte un
fenómeno extraordinario. 'Veía Moisés que la zarza ardía y que no se
consumía' (Ex 3, 2). Se acercó y Dios 'le llamó de en medio de la zarza:
"Moisés!. "Moisés!,
él respondió: Heme aquí. Yahvéh le dijo: 'No te
acerques. Quita las sandalias de tus pies, que el lugar en que estás es
tierra santa'; y añadió: 'Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán,
el Dios de Isaac, el Dios de Jacob. Moisés se cubrió el rostro, pues temía
mirar a Dios' (Ex 3, 4-6). El acontecimiento descrito en el libro del Éxodo se define una
'teofanía', es decir, una manifestación de Dios en un signo extraordinario y
se muestra, entre todas las teofanías del Antiguo Testamento, especialmente
sugestiva como signo de la presencia de Dios. La teofanía no es una
revelación directa de Dios, sino sólo la manifestación de una presencia
particular suya. En nuestro caso esta presencia se hace conocer tanto
mediante las palabras pronunciadas desde el interior de la zarza ardiendo, como
mediante la misma zarza que arde sin consumirse. 6. Dios revela a Moisés la misión que pretende confiarle: debe liberar
a los israelitas de la esclavitud egipcia y llevarlos a la tierra Prometida.
Dios le promete también su poderosa ayuda en el cumplimiento de esta misión:
'Yo estaré contigo'. Entonces Moisés se dirige a Dios: 'Pero si voy a los
hijos de Israel y les digo: el Dios de vuestros padres me envía a vosotros, y
me pregunta cual es su nombre, ¿Qué voy a responderles?'. Dijo Dios a Moisés:
'Yo soy el que soy'. Después dijo: 'Así responderás a los hijos de Israel: Yo
soy me manda a vosotros' (Ex 3, 12-14). Así, pues, el Dios de nuestra fe -el Dios de Abrahán, de Isaac y de
Jacob- revela su nombre. Dice así: 'Yo soy el que soy'. Según la tradición de
Israel, el nombre expresa la esencia. Fuente vatican.va |
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