Caminando con Jesus Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant ¿QUIÉN
ES DIOS? Este cuento escrito en mi infancia lo
he relatado muchas veces, y lo sigo haciendo para crear un ambiente de
reflexión sobre Dios. Un profesor descubre un niño
leyendo un pequeño libro sobre Dios mientras esta en clase, y le
pregunta porque lee ese libro, el niño le responde, estoy leyendo
sobre Dios, el profesor le responde que pierde el tiempo, porque Dios no
existe, a esa afirmación el niño le dice que si existe,
entonces el profesor le desafía a que lo pruebe y le da algunos
ejemplos triviales, que dos naranjas mas dos naranjas son cuatro y eso es
probable y demostrable, pero la existencia de Dios no, entonces el
niño le pide una demostración a su manera, el profesor accede.
El niño saca de un bolso una naranja, le quita la cáscara, la
aprieta un poco para extraer el jugo y la degusta, luego la desgaja y degusta
una parte, luego le pregunta, al profesor, ¿maestro, que sabor tiene
este gajo?, él responde; “no lo se”, el niño le
pregunta: ¿Y porque no lo sabe”, el profesor le responde;
“muy sencillo, pues no lo he probado”, y el niño le dice,
esta es mi prueba, usted no ha probado la existencia de Dios, no la ha
saboreado, por eso sabe que gusto tiene, yo si lo he hecho y se que sabor
tiene, pruebe y verá y conocerá su sabor. Es muy cierto, si alguien empieza un
camino espiritual, empieza a saborear la proximidad de Dios, comienza a
reconocer que es un misterio, es algo que llega a se inconcebible,
sorprendente, extraordinario, pero no deja de ser un misterio, invisible a
los ojos, fuerte a los sentimientos, trascendente, culminante, mas
allá de todo pensamiento, mas allá de toda palabra o comentario
y muy lejos de toda comprensión humana. Aún mas, Dios es
desconocido para la inteligencia, y con mucha facilidad decimos que el hombre
esta hecho a su imagen y semejanza, pero no podemos decir, que Dios esta
hecho a la semejanza del hombre. Dios es un misterio. Sin embargo, este Dios misterioso
esta muy cerca de nosotros, mucho mas de lo que cualquier imaginación
puede pensar, el lo colma todo, delante, detrás, al lado, alrededor,
presente en todas partes, nos conoce bien, nada le podemos ocultar, esta en
nosotros, sabe nuestro nombre, ve nuestros corazones, directo y por sí
mismo presente, pero mas allá de toda comprensión nuestra, no
obstante se nos revela como persona estableciendo una relación de amor
llamándonos, y lo hace por nuestro nombre, y nosotros sentimos su
presencia y le respondemos, ¡Padre!. Le amamos y establecemos una
relación de amor, y sabemos que le necesitamos más que a cualquier
cosa, es vital para nuestra vida, confiamos en El, sabemos de su justicia,
conocemos de su amor, se nos enardece el corazón, se nos aviva el alma
cuando le queremos hablar, y nos gusta saber que esta ahí
escuchándonos Pero que paradoja más grande, que
incongruencia más increíble, en la experiencia del hombre
también hay un Dios lejano en nosotros, le apartamos cuando El
más quiere estar cerca, hablamos de caridad, y cruzamos a la acera del
frente si vemos a alguien del que pensamos nos puede complicar, o nos va a
pedir algo, queremos que Dios no nos abandone y nosotros por comodidad
abandonamos con facilidad lo que predicamos. También parece
increíble que cuando más caminamos por caminos espirituales,
nos parece un Dios muy íntimo y a ratos alejado, cuando creemos
conocerle, nos damos cuenta que es más desconocido y mientras
más estudiamos para conocer a Dios, nos damos cuenta que hasta un
niño sabe mucho más de Dios que nosotros. Así es Dios, establece su
morada en nuestros propios corazones, y a pesar de eso, se nos hace
inaccesible en muchas ocasiones que le pedimos algo y parece que no nos
quiere conceder lo solicitado, sentimos su presencia y creemos que no nos
escucha. Dios alfa y omega, principio y fin de todo, nos dirigimos a El como
nuestro Padre, lo es todo, nos acompaña y nos acoge, pero no deja de
ser un misterio, dormimos y pasamos la noche con El, llega el día y
nos ponemos a caminar solo, pero El camina con nosotros como el mejor de
nuestros amigos. Dios, un misterio. Pedro Sergio Antonio Donoso Brant |