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I. EL CUIDADO Y El hermano enfermo no solo tiene el derecho del cuidado físico en su
enfermedad, además tiene el derecho del cuidado y atención espiritual. En efecto, un gran gesto de amor, una actitud de caridad, algo
importante que podemos hacer por un ser querido, o un hermano enfermo, es
ayudarle con nuestras oraciones y cuidados espirituales. Del mismo modo, como cristianos debemos procurar en primer lugar
cuidar nuestra salud y la de nuestro prójimo. Nosotros somos creación del
Señor, por tanto patrimonio de Dios, entonces tenemos el deber de cuidarnos
la salud física y la del alma, y si padecemos alguna dolencia, aprovechar la
oportunidad de ofrecer los sufrimientos a Cristo. El cuidado de la salud de los hombres requiere la ayuda de sus
hermanos, de sus familiares, de sus amigos, como también del resto de la
sociedad en la cual viven, a fin de lograr las condiciones de calidad de vida
que permiten crecer, estudiar, formar familia, formarse espiritualmente, como
alimentarse, vestirse, tener vivienda, trabajo y jubilarse o pensionarse. En nuestra vida terrena, estamos expuestos a que nos sucedan cosas
como algunas enfermedades imprevistas y tenemos que padecer y en algunas
ocasiones debemos operarnos, si estas salen bien, alegrémonos y demos gracias
a Dios, pero sabemos que no siempre es así, si estas salen mal, alegrémonos
por esta oportunidad de ofrecer al Señor, la oportunidad de ayudarle con la
dulce carga de Debemos si tener cuidado de tener una actitud por un excesivo cuidado
por conservar la salud, cuando esta se interpreta como una señal de egoísmo y
falta de confianza en Dios. Recuerdo en mi juventud, como mi padre me enseñaba la necesidad de
cuidar el cuerpo de manera razonablemente, porque no debíamos olvidar que es
templo del Espíritu Santo. Entonces nos invitaba a la vida sobria, sin
excesos y lejos de todo lo nocivo para el cuerpo humano. Es así, como la vida y la salud física son bienes preciosos confiados
por Dios, razón importante para cuidar a los enfermos, teniendo en cuenta sus
necesidades y la de los demás y el bien común. También es bueno recordar, que el hermoso don de la vida está en
manos de Dios. En efecto, el hombre no es dueño de su vida ni de su salud y
perjudicarlas por desidia, falta de cuidado o negligencia es una ofensa a
Dios. Es así entonces, que no debemos ser indisciplinados con los buenos
consejos médicos, como por ejemplo no tomar los medicamentos recomendados o
hacernos el desentendido con ciertos síntomas que nos advierten de algún
peligro de enfermedad. También me parece, que no debemos engañar a un hermano enfermo si
está cerca de la muerte, no estaría bien decirle que todo anda bien y que no
hay que preocuparse. Seamos misericordiosos con esto, ya que se trata de un tiempo en que
el enfermo debe aprovechar para prepararse al encuentro con el Señor. Los
últimos días de vida pueden ser decisivos para la vida eterna, es cuando el
hermano enfermo debe recibir los Sacramentos de Penitencia y Reconciliación,
esto es, Por otra parte no dejemos de lado, En una ocasión, junto a un Tío Presbítero, se la dimos a mi padre cuando
tenía 78 años, el cual estaba bastante mal y temíamos por su vida, hoy
nuevamente, se le ve sonreír, por continuar viendo a diario su familia que el
formó con los fundamentos de nuestra fe. Oremos entonces con y por los hermanos enfermos, lo podemos hacer con
el rosario y otras oraciones, meditemos los mensajes del Señor en Recordemos que estamos con Nuestro Señor, con su Hijo Jesucristo, con
nuestra Madre |
La
oración, bella oportunidad para dialogar con Dios. Estén
siempre alegres, oren si cesar, (1 Tes 5,15) Unidos
en la Oración Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant |