EL CUIDADO Y LA ATENCION ESPIRITUAL

DE LOS ENFERMOS

 

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

“Estuve enfermo y fueron a visitarme”

(San Mateo 25,36)”

 

 

VI LA ENFERMEDAD EN LA SAGRADAS ESCRITURAS

 

Antiguo Testamento

Leemos en Isaías:

Isaías 30, 29; pero vosotros tendréis una canción, como la noche en que se celebra una fiesta sagrada. Tendréis alegría de corazón, como el que, al son de la flauta, viene al monte de Yahvé, a la Roca de Israel.

Isaías 35, 10: los rescatados de Yahvé volverán y entrarán en Sion con cánticos. Y sobre sus cabezas habrá alegría perpetua. Alcanzarán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido.

Y por qué no confiar que Él nos dará la salud? En el libro de las profecías de Baruc, nos consuela la frase;

Baruc 4, 29: “Porque aquel que os envió estos males, Él mismo traerá gozo sempiterno (que es eterno o que dura siempre, porque teniendo principio no tendrá fin) con la salud que os dará”.

Pidamos a Dios que nos libre de todos los males, ¿A quién más podríamos recurrir?

Sabiduría 16: “Con lo que le demostraste a nuestros enemigos que tú eres el que libra de todo mal”.

Sabiduría 16, 12: “Fue tu palabra, Oh Señor, la cual sana todas la cosas”.

Así podemos, a través de la Palabra de Dios, encontrar muchas respuestas a nuestras inquietudes, su promesa es que El nos traerá alegría al corazón y nos liberará de los males.

La enfermedad llega a todos los hombres, no estamos libres de ella, es para los justos y para los pecadores. La enfermedad no es un castigo, pero es un sufrimiento que llega a probar si somos fieles a Dios. Si somos justos, tenemos la posibilidad de demostrar a Dios, que aceptamos su voluntad, y que bajo cualquier circunstancia somos fieles. Si somos pecadores, tenemos una buena ocasión para arrepentimos de nuestras faltas.

Nuevo Testamento

En el Nuevo Testamento nos maravillamos de la admirable actividad de Jesús, quien tiene la más amorosa relación que se conoce con los enfermos: Jesús recorre a través de Judea, Samaria, Galilea, por todas las ciudades, aldeas y pueblos, haciendo curaciones y milagros. Jesús sana las enfermedades a toda hora y durante todos los días sin descanso.

Mateo 9, 35:”Jesús recorría todas las ciudades y pueblos; enseñaba en sus sinagogas, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba todas las dolencias y enfermedades”.

Lucas 4, 38-39: “Al salir Jesús de la sinagoga fue a casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta, y le rogaron por ella. Jesús se inclinó hacia ella, dio una orden a la fiebre y ésta desapareció. Ella se levantó al instante y se puso a atenderlos”.

Lucas 4, 40: “Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversos males se los llevaban a Jesús y él los sanaba imponiéndoles las manos a cada uno.”

Lucas 5, 12-13: “Estando Jesús en uno de esos pueblos, se presentó un hombre cubierto de lepra. Apenas vio a Jesús, se postró con la cara en tierra y le suplicó: «Señor, si tú quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda limpio».”

Jesús cura a los enfermos, es un claro signos de su persona en quien se ha puesto una confianza absoluta y de quien se espera la solución de todos los males, es nuestra esperanza, El nos trajo la buena nueva.

Lucas 7, 21-22: “En ese momento Jesús curó a varias personas afligidas de enfermedades, de achaques y de espíritus malignos y devolvió la vista a algunos ciegos. Contestó, pues, a los mensajeros: «Vuelvan y cuéntenle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos se despiertan, y una buena nueva llega a los pobres.

Jesús nos enseño y nos dio ejemplo de acogida a los enfermos, nosotros imitándole a El, como verdaderos cristianos, nos corresponde ser amorosos con nuestros hermanos que sufren la enfermedad. Nuestro papel de cristianos, es orar, y alentar a nuestros hermanos cuando están enfermos, darles ánimo y no dejar que se depriman y rogando al Señor, ellos se curarán.

Juan 4, 49-50: El funcionario le dijo: «Señor, ten la bondad de venir antes de que muera mi hijo. Jesús le contestó: «Puedes volver, tu hijo está vivo». El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino.

Tengamos la convicción, Jesús es nuestra ayuda en la enfermedad.

Marcos 9, 23: “Jesús le dijo: « ¿Por qué dices “si puedes”? Todo es posible para el que cree».

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Estén siempre alegres, oren si cesar, (1 Tes 5,15)

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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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