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HISTORIA DE LA SALVACIÓN |
INTRODUCCIÓN
Estas
páginas intentan ayudar a descubrir de manera sencilla las cosas grandes que
el Señor ha realizado en la historia de su pueblo y que quedaron consignadas
por escrito en la Biblia. Toda
la Sagrada Escritura, en efecto, está basada en una serie de hechos que el
pueblo de Dios ha vivido descubriendo en ellos el sentido profundo. Donde una
mirada superficial sólo vería circunstancias casuales, motivadas muchas veces
por intereses políticos o ambiciones humanas, los
creyentes -amaestrados por sus profetas-descubrían «el brazo
fuerte del Señor» (Éx. 15,6). Su fe era capaz de detectar al Dios que
actuaba invisiblemente en su favor, que ponía en juego su poder, su
misericordia y su sabiduría para salvar al pueblo con el que había hecho
alianza inquebrantable. En
este sentido toda la Biblia es historia de salvación. Relata una serie de
hechos interpretándolos, no desde el punto de vista político, económico,
social, etc., sino desde el punto de vista de Dios. Por eso, los autores
sagrados no tienen demasiado empeño en aportarnos excesivos detalles, sino
que proporcionan los datos esenciales y se detienen sobre todo en su
significado profundo, en el sentido que tienen a la luz de la fe. Hasta los asuntos
más triviales y «profanos» son recogidos, pues encierran un mensaje de Dios y
son portadores de salvación. Esta
historia, que tiene como punto de arranque y experiencia radical la
liberación de la esclavitud de Egipto, se va realizando de manera progresiva
y dinámica según el plan de Dios. Los acontecimientos, que están enlazados y
unificados por la intervención personal de Dios como protagonista principal,
no se realizan sin la colaboración de los hombres, una
colaboración que Dios mismo suscita. Otras veces las cosas salen a pesar de
ellos y aun en contra de ellos; en efecto, la Biblia subraya reiteradamente
las resistencias e infidelidades del pueblo, de manera que desde el Génesis
al Apocalipsis predomina una dinámica de pecado-liberación (normalmente entre
el pecado y la salvación suele mediar la experiencia del propio fracaso, que
es invitación a convertirse y volver a Dios). Estas
páginas pretenden hacer la misma labor que el guía de un museo: explicar lo
suficiente para que la gente contemple los cuadros. Por eso son sólo un
medio. Sólo sirven como guía para adentrarse en la lectura y meditación de
los textos bíblicos. Intentan dar las claves de los principales relatos de la
Escritura para dejar al lector frente a ellos y que sean ellos mismos quienes
le hablen. De
este modo, estas páginas habrán logrado su objetivo: estimular a la lectura
de la Palabra de Dios que es «lámpara para nuestros pasos»
(Sal. 119, 105). Esta lectura de la historia de la salvación debe ayudarnos a
leer nuestra propia vida a la luz de la fe. También nuestra propia historia,
todo lo que nos sucede, grande o pequeño, agradable o desagradable, está
invisiblemente regido por el Buen Dios y tiene un sentido. Tanto en la vida
personal de cada uno como en la historia de los pueblos y de la humanidad
Dios continúa actuando y continúa hablando. Si la historia es maestra de la
vida, la historia de la salvación es doblemente maestra, y la Biblia nos
ayuda a descubrir ese sentido profundo, aparentemente imperceptible, de todo
cuanto sucede. El
pueblo de Israel volvía continuamente sobre las maravillas que Dios había
realizado en tiempos antiguos para meditarlos y «escudriñar» en ellas el
mensaje de Dios (Sal. 111,2). El «revolver» estos acontecimientos -cosa que
también hará María: Lc. 2,19- alimentaba y vigorizaba su fe y les hacía
capaces de afrontar la situación presente con todas sus dificultades e
incertidumbres. También para nosotros, en este final de milenio, ante los
grandes retos de la Nueva evangelización, el volver a meditar los prodigios
del Señor nos avivará la fe y nos hará más capaces de captar la voz de Dios
que habla en los «signos de los tiempos» (Lc. 12,54-56),
en los acontecimientos de nuestros días,de descubrir su acción y de
secundarla respondiendo a las llamadas de Dios contenidas en esos mismos
acontecimientos. Están
recogidas de manera muy sintética las grandes etapas de la Historia de la
Salvación. Cada capítulo suele contener cuatro partes: a)
Los datos históricos fundamentales de este periodo, que nos sitúan en la
historia de Israel en el contexto de la historia de los pueblos circunvecinos
con los que se relaciona. b)
El mensaje religioso contenido en esos hechos, que es lo que a la Sagrada
Escritura le interesa y pone de relieve por encima de todo. c)
Algunas pistas -no exhaustivas- indicando cómo esos hechos
continúan hablándonos a nosotros hoy, en la convicción de que «fue escrito
para aviso de los que hemos llegado a la plenitud de los tiempos» (1 Cor. 10,
11) (muchas veces es simplemente recoger la prolongación de un determinado
acontecimiento, personaje o tema del A. T. en el N. T.). d)
Algunos textos principales -tanto del A. T. como del N. T.- en que se
encuentra todo lo anterior, y que conviene leer y meditar para dejarse
iluminar por la Palabra de Dios de manera personal. |
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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant |