“Yo te amo, Señor, mi fortaleza”

Reflexión desde el Salmo 17, 2-4.47.51

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


SALMO Sal 17, 2-4.47.51

R. Yo te amo, Señor, mi fortaleza.

Yo te amo, Señor, mi fuerza, Señor, mi Roca, mi fortaleza y mi libertador. R.

Mi Dios, el peñasco en que me refugio, mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoqué al Señor, que es digno de alabanza y quedé a salvo de mis enemigos. R.

¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca! ¡Glorificado sea el Dios de mi salvación! Él concede grandes victorias a su rey y trata con fidelidad a su Ungido. R.

Canto Triunfal de Liberación.

Este salmo es un himno de acción de gracias, puesto en boca de David, tiene el aire de una selección salmódica. Según el título, el salmo fue compuesto por el propio David cuando se vio libre de todos los enemigos, sobre todo de Saúl, que ferozmente le persiguió por el desierto de Judá.

La liturgia de hoy, solo ha tomado unos pocos versos, al comienzo del 2 al 4, el 47 y el 51. El contexto general, este poema de pude dividir en  tres partes principales, en las que no faltan incrustaciones más o menos artificiales de pensamientos que se repiten a través de todo el Salterio.

Una primera parte, entre la antífona  2 al 20, después de una breve introducción, el salmista describe la situación apurada en que se hallaba por efecto del ataque de sus enemigos. Una intervención milagrosa de Dios — descrita con los tonos repetidos de las teofanías bíblicas, en medio de conmociones cósmicas — le salva del peligro, entregando en sus manos a sus enemigos. En la segunda parte, de la antífona 21 a la 31, el Señor le protege, porque siempre ha sido fiel a sus preceptos y finalmente entre la antífona 32 a la 51, se hace una descripción del triunfo sobre los enemigos con la ayuda de Dios, al que da gracias.

Introducción suplicante

El salmista expresa su confianza total en Dios, que es su refugio y fortaleza en las adversidades. Yo te amo, Señor, mi fuerza, Señor, mi Roca, mi fortaleza y mi libertador”. Las semejanzas están tomadas de la estrategia militar. Si el compositor es el propio David, como se afirma en el título, se entienden bien estas similitudes en un poeta-guerrero que pasó gran parte de su vida luchando a la intemperie, aprovechando las irregularidades del terreno contra las incursiones de sus enemigos, más organizados, como eran las huestes de Saúl; roca, fortaleza, escudo; Mi Dios, el peñasco en que me refugio, mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte”.... son nombres que encuentran su explicación en el trasfondo geográfico de la atormentada geografía del desierto de Judá. Estos símiles son corrientes en la literatura salmódica,  el Señor es su fuerza salvadora.

Consciente del poder absoluto del Señor, el salmista le alaba e invoca, pues sabe que en él está la salvación contra sus enemigos. Invoqué al Señor, que es digno de alabanza y quedé a salvo de mis enemigos”. Esta confianza está basada en la experiencia, como lo demuestra la descripción que hace en el resto del salmo.

Acción de gracias

La exposición de las victorias se cierra con un himno de acción de gracias al que se las otorgó de modo tan generoso. El Señor es, en realidad, su Roca y fortaleza, y confiando en El ha logrado la plena victoria sobre sus enemigos. ¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca! ¡Glorificado sea el Dios de mi salvación! Él concede grandes victorias a su rey y trata con fidelidad a su Ungido. David logró vengarse de sus enemigos y ser reconocido como rey. Esta venganza es atribuida a Dios, que le dio la victoria. La perspectiva es en consonancia con la sensibilidad espiritual ruda del A.T. Con todo, se nota la confianza total en el Señor y la gratitud hacia El. En su mentalidad netamente religiosa, el salmista atribuye las victorias exclusivamente al Señor. Por eso le alabará entre las gentes como reza el verso 50: “Por eso te alabaré, ¡oh Señor! entre las gentes, y cantaré salmos en tu honor”. La sumisión de los pueblos extranjeros sirve para que éstos conozcan las proezas del único y verdadero Dios. Las victorias del Señor proclaman su poder. San Pablo trae estas palabras para probar que la admisión de los gentiles al mensaje de salvación estaba anunciada en el A.T.; “y para que los gentiles glorificasen a Dios por su misericordia, como dice la Escritura: Por eso te bendeciré entre los gentiles y ensalzaré tu nombre”. (Romanos 15, 9).

Identificados con el salmista, nos acercamos a Dios con todo nuestro sentimiento, nuestra alma, nuestro espíritu, nuestro corazón, para decirle: Dios mío, yo te amo, eres roca mía, refugio mío, mi libertador, eres para mi todo, por eso junto al salmo cantamos: Yo te amo, Señor, mi fortaleza.

Pedro Sergio

www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

Fuentes: Algunos comentarios están tomados del estudio de la Biblia Comentada de Nácar-Colunga.

                 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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