“Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste”

Reflexión desde el Salmo: Salmo 29, 2. 4-6. 11-12. 13

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


 

Consciente de esta verdad, el salmo de este domingo nos invita a dar gracias a Dios por el don de la vida. Participamos de esta oración, aclamando:

R. Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste.

Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí. Tú, Señor, me levantaste del Abismo y me hiciste revivir, cuando estaba entre los que bajan al sepulcro. R.

Canten al Señor, sus fieles; den gracias a su santo Nombre, porque su enojo dura un instante, y su bondad, toda la vida: si por la noche se derraman lágrimas, por la mañana renace la alegría. R.

Escucha, Señor, ten piedad de mí; ven a ayudarme, Señor. Tú convertiste mi lamento en júbilo. ¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente! R.

1.      Acción de Gracias después de una Enfermedad grave.

Este salmo es un himno eucarístico de un justo que, después de hallarse postrado en el lecho del dolor, fue liberado, gracias a la intervención divina, de la muerte segura. Después de invitar a los piadosos a gozarse con él por el favor conseguido, ensalzando la bondad del Señor, relata cómo, a causa de un acto de presunción, apartó su rostro de él, privándole de su protección y dejándolo en un estado de postración física y de peligro de muerte. Angustiado, clamó a El, quien le salvó de aquella situación comprometida. Por ello, su duelo se cambió en alegría, pues se veía ya a las puertas del sepulcro. Agradecido, cantará eternamente las alabanzas de su Dios.

2.      Acción de gracias por la salud otorgada

El salmista prorrumpe en un himno de acción de gracias al sentirse libre de un peligro inminente de muerte. Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste”. Con ello se habrían alegrado sus enemigos, pues hubieran deducido de su desaparición que El Señor no era ya su protector. y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí”. El salmista se siente tan próximo a la muerte, que supone, por licencia poética, que ha visitado ya su alma la región tenebrosa del sepulcro, donde están las sombras de los muertos Tú, Señor, me levantaste del Abismo”. Por ello ahora se siente como resucitado de entre los que bajan a la fosa o sepulcro. y me hiciste revivir, cuando estaba entre los que bajan al sepulcro”. Se daba ya por difunto, pero la intervención divina le devolvió la vida.

3.      Invitación a los piadosos a celebrar su curación

Radiante de alegría por la recuperación de la salud, el salmista invita a los piadosos, que saben apreciar los secretos caminos de la Providencia en la vida de los justos, a entonar un himno en acción de gracias en honor del santo recuerdo de Yahvé, es decir, sus proezas y favores extraordinarios. Canten al Señor, sus fieles; den gracias a su santo Nombre”. En ellas se manifiesta su “nombre” o gloria; por eso en los salmos la expresión “den gracias a su santo Nombre”, equivale a “alabar su nombre sagrado”; el nombre del Señor, su acción gloriosa, ha dejado un santo recuerdo en la historia en favor de Israel y de sus fieles. Su “nombre” sintetiza su naturaleza y sus acciones gloriosas; Alegraos en Yahvé, ¡oh justos! y alabad su santo recuerdo. (Sal 96,12). Y el salmista concreta en qué consiste el santo recuerdo o la huella del Dios santísimo en la vida: su providencia se guía por las exigencias de sus justicias y de su misericordia; pero en su proceder prevalece siempre la benevolencia, pues mientras su cólera dura un instante para castigar justamente las transgresiones, su benevolencia tiene un efecto permanente durante toda la vida; porque su enojo dura un instante, y su bondad, toda la vida”. La protección del Señor hacia los justos es permanente, y sólo es interrumpida momentáneamente por alguna falta cometida; “No juntes con los pecadores mi alma, ni mi vida” (Sal 26,9). Las pruebas a que son sometidos los justos son transitorias, mientras que la amistad benevolente del Señor permanece por toda la vida. Para probar su afirmación, el salmista trae a colación un proverbio: si por la noche se derraman lágrimas, por la mañana renace la alegría”.  El duelo y los llantos son como un huésped inoportuno, al que se le da hospedaje a regañadientes, pero después al día siguiente se convierte en motivo de alegría. En realidad, el llanto para el justo es un peregrino que a lo sumo pasa una noche con él; pero al día siguiente cambia la situación, y con la luz del día renace la alegría y bienestar.

4.      Súplica de salvación

Postrado y abandonado a sus fuerzas, el salmista clama ansioso al Señor para que tenga piedad de él. Escucha, Señor, ten piedad de mí; ven a ayudarme”. La muerte significaba, en realidad, para los justos del A.T., la interrupción de una vida de amistad con Dios; por eso, al morir, no se podía continuar las alabanzas al Señor. Por ello, el salmista ansiosamente pide a su Dios que le escuche y le salve de la situación de peligro en que se haya de descender a la fosa o sepulcro.

Conforme a la dramatización literaria habitual en el estilo salmódico, el justo se presenta ya con la salud recuperada, cambiando su lamentación en júbilo Señor. Tú convertiste mi lamento en júbilo. Por ello, el salmista entona un himno de alabanza a la gloria del Señor, que ha de perdurar por siempre. “¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!” La expresión por la eternidad es enfática e hiperbólica, para recalcar su decisión de alabar constantemente al Dios Salvador.

5.      A la luz del evangelio de hoy, este salmo es un canto a Jesucristo, el Dios de la vida, el Dios que nos resucitará.

Hoy somos nosotros, cristianos, los que podemos rezar hoy este salmo con pleno sentido. Un israelita sabía que si era librado de la muerte ello sucedía sólo de forma momentánea, porque al final sucumbía inexorablemente en sus garras. A la luz del evangelio de hoy, este salmo es un canto a Jesucristo, el Dios de la vida, el Dios que nos resucitará. Si es verdad que Dios no nos ahorra la muerte – como no se la ahorró al propio Cristo –, nuestro destino es la vida eterna, incluida la resurrección de nuestro cuerpo, en una dicha que nos saciará por toda la eternidad.

Hemos de dejarnos invadir por los sentimientos de este salmo. ¿Hasta qué punto me alegro de júbilo por haber sido librado de la muerte por Cristo? ¿En qué medida desbordo de gratitud porque mi destino no es la fosa? ¿Experimento el reconocimiento agradecido porque mi Señor no ha permitido que mi enemigo – Satanás – se ría de mí? La fe en la resurrección es algo esencial en la vida del cristiano. Pero es sobre todo en un mundo asediado por el tedio y la tristeza de la muerte cuando se hace más necesario nuestro testimonio gozoso y esperanzado de una fe inconmovible en Cristo resucitado y en nuestra propia resurrección. Si todo acabase con la muerte, la vida sería una aventura inútil.

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio

Domingo XIII Ciclo B

Reflexiones de los Salmos Dominicales en este link:

REFLEXIONES DESDE LOS SALMOS

www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

Fuentes:

Algunos comentarios están tomados de la Biblia Nácar Colunga, adaptación pedagógica: del Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teología, otros comentarios están tomados de Maximiliano García Cordero, en la Biblia comentada de la BAC y del P. Julio Alonso Ampuero, Meditaciones Bíblicas Sobre El Año Litúrgico.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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