El ritmo semanal con el
domingo como día central es el primer eslabón de la cadena del Año
litúrgico. Con el tiempo, un domingo destacó sobre los demás: fue el
domingo de Pascua. En rigor, todos los domingos del año son domingos pascuales, pascua semanal. La Iglesia desde el Siglo
V ha impuesto la obligación de santificar el día del Señor, día que
comienza en las Vísperas, o sea, en la tarde anterior (sábado) siguiendo la
costumbre judía de contar los días. También las solemnidades comienzan en la Víspera. Por este
motivo la misa vespertina del sábado "vale" para cumplir el
precepto dominical porque en rigor ya es domingo.
El domingo pascual,
núcleo del Año litúrgico, quedó fijado por el Concilio de Nicea reunido el año 325 que dispuso que la Pascua se celebrase el
domingo posterior al primer plenilunio del equinoccio de primavera, o dicho
de otra manera, el domingo que sigue a la primera luna llena que haya
después del 22 de marzo. Por este motivo, la Pascua de Resurrección
es fiesta variable, ya que depende de la luna y necesariamente deberá
oscilar entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Una vez fijado el domingo
pascual de cada año se establecen los demás tiempos movibles y sus fiestas:
el tiempo pascual (cincuenta días posteriores) y el tiempo cuaresmal
(cuarenta días atrás) además de las solemnidades que dependen de la fecha
de Pentecostés (Santísima Trinidad, Corpus Christi,
Sagrado Corazón).
El Año Litúrgico puede
decirse que se compone de tiempos “fuertes” (Adviento, Navidad, Cuaresma y
Pascua) en los cuales se celebra un misterio concreto de la historia de la Salvación y otro
tiempo llamado Tiempo Ordinario en el cual no se celebra ningún aspecto
concreto sino más bien el mismo misterio de Cristo en su plenitud,
especialmente en los domingos. Este Tiempo Ordinario transcurre partido y
dura treinta y tres o treinta y cuatro semanas.
TIEMPO DE ADVIENTO: El año litúrgico
comienza en las vísperas del primer domingo de Adviento, que es siempre el
domingo más cercano al día 30 de noviembre, festividad de San Andrés. Dura
cuatro semanas con sus respectivos domingos.
TIEMPO DE NAVIDAD: Abarca desde el
veinticinco de diciembre hasta el domingo posterior a la Epifanía (6 de
enero). Ese domingo celebramos el bautismo del Señor.
TIEMPO ORDINARIO: PRIMERA PARTE. Abarca
desde el lunes posterior a la fiesta del Bautismo del Señor hasta el martes
anterior al Miércoles de Ceniza.
TIEMPO DE CUARESMA: La Cuaresma, tiempo de
preparación para la Pascua
de Cristo, es un tiempo claramente penitencial. "Actualmente, el
cómputo matemático hace de nuestra Cuaresma un período de cuarenta y cuatro
días, incluidos el miércoles de Ceniza y el Jueves Santo". Incluye
cuarenta días de penitencia, excluyendo los cinco domingos de Cuaresma y el
de Ramos (el domingo siempre es día festivo) y añadiendo los días del Viernes
y Sábado Santo, ya en pleno Triduo Pascual. En sentido estricto, la Cuaresma abarca desde
el miércoles de Ceniza hasta la misa vespertina de la Cena del Señor del Jueves
Santo (NUALC 29).
SEMANA SANTA: Es la semana que
abarca desde el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor hasta la Vigilia Pascual
del Sábado Santo. Incluye al Triduo Pascual, que comienza con la Misa vespertina en la Cena del Señor, del
Jueves Santo y se prolonga Viernes, Sábado Santo y
el Domingo de Resurreción. Triduo del Señor muerto,
enterrado y resucitado. Es un error muy extendido hoy día seguir llamando
Domingo de Pasión al domingo anterior al de Ramos (V de Cuaresma) cuando
hoy día el domingo de Pasión es el mismo del de Ramos ya que se denomina
Domingo de Ramos en la
Pasión del Señor.
TIEMPO PASCUAL: Abarca los cincuenta
días posteriores a Pascua de Resurrección (cincuentena pascual), incluyendo
el domingo pascual, y se distinguen tres períodos:
v
Octava de Pascua: son los ocho días posteriores y deben considerarse
como un solo día festivo. Termina en las Vísperas del II Domingo de Pascua.
v
Tiempo Pascual hasta la
Ascensión
v
Tiempo Pascual después
de la Ascensión.
El Domingo de
Pentecostés, que se celebra a los cincuenta días de Pascua, es el colofón
del ciclo pascual, no debe pues considerarse como una nueva Pascua.
TIEMPO ORDINARIO: (SEGUNDA PARTE).
Abarca desde el lunes posterior a Pentecostés hasta las Vísperas del primer
domingo de Adviento. El domingo anterior al primero de Adviento, último del
Año litúrgico, celebramos la solemnidad de Cristo Rey.
Los días que no son
domingos de cualquier tiempo se llaman ferias. Según la costumbre latina,
el lunes recibe el nombre de "feria segunda" y así sucesivamente
hasta la feria sexta (viernes). Recuérdese el nombre tan clásico y
venerable de "feria V in Coena Domini" al Jueves Santo y el de "feria VI in Passione Domini" al
Viernes Santo. El sábado tiene su nombre propio heredado de los judíos (Sabbat que significa descanso). El dies
domínica, (kyriaké emera)
es el domingo, el día del Señor. Ese día fue el de la resurrección de
Cristo. Así nos lo cuentan los evangelistas (Mateo 28.1-7; Marcos 16. 1-8;
Lucas 24.1-12; Juan 20. 1-10). Es también ese día el elegido por Jesús
Resucitado para aparecerse a sus discípulos en el camino de Emaús y en el
Cenáculo. También al domingo se la ha llamado el “octavo día” por los
Padres de la Iglesia,
haciendo referencia al tiempo nuevo que abre la resurrección y en otro
sentido se le ha llamado el “tercer día” si se mira desde la perspectiva de
la Cruz. De
los simbolismos expuestos considerarlo como primer día de la semana será el
más importante.
Terminamos con las
palabras que la
Constitución Litúrgica del Vaticano II (S.C.) nos dice sobre el año litúrgico:
"La Santa Madre
Iglesia considera deber suyo celebrar con un sagrado recuerdo en días
determinados a través del año la obra salvífica
de su divino Esposo. Cada semana en el día que llaman del Señor, conmemora
su resurrección, que una vez al año celebra, junto con su santa pasión, en
la solemnidad de la
Pascua. Además, en el círculo del año desarrolla todo el
misterio de Cristo, desde la
Encarnación y la Navidad hasta la Ascensión,
Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza y venida del Señor.
Conmemorando así los misterios de la redención, abre las riquezas del poder
santificador y de los méritos de su Señor, de tal manera que, en cierto
modo, se hacen presentes en todo tiempo para que puedan los fieles ponerse
en contacto con ellos y llenarse de la gracia de la salvación.
En la celebración de
este círculo anual de los misterios de Cristo, la santa Iglesia venera con
amor especial a la bienaventurada Madre de Dios, la Virgen María,
unida con lazo indisoluble a la obra salvífica de
su Hijo... Además, la
Iglesia introdujo en el círculo anual el recuerdo de los
mártires y de los demás santos que, llegado a la perfección por la
multiforme gracia de Dios, y habiendo ya alcanzado la salvación eterna,
cantan la perfecta alabanza de Dios en el cielo e interceden por nosotros" (SC. 102, 103,
104).
Siglas empleadas:
CDC: Código de Derecho Canónico
NUALC: Normas Universales para el Año Litúrgico.
SC.: Sacrosanctum
Concilium
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
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