Para la celebración
litúrgica hay unos espacios especialmente significativos. Se entiende por
espacio celebrativo los lugares donde se
desarrollan las acciones litúrgicas. Estos espacios litúrgicos que alberga
toda Iglesia son:
EL BAPTISTERIO: Se trata del lugar
destinado a la celebración del bautismo y en el que se encuentra la fuente
bautismal. En los templos el baptisterio está cerca de la puerta principal.
Ello tiene un significado: nos recuerda que el bautismo es la puerta de
entrada en la Iglesia,
y, así, a la vida de los hijos de Dios. El ritual del bautismo lo describe
así: “El baptisterio –es decir, el lugar donde brota el agua de la fuente
bautismal o simplemente, está colocada permanentemente la pila– debe ser reservado al sacramento del Bautismo y
ser verdaderamente digno, de manera que aparezca con claridad que allí los
cristianos renacen del agua y del Espíritu Santo”.
LA NAVE: Se denomina nave a la parte central del
templo, destinada a la asamblea que celebra la liturgia bajo la presidencia
del ministro que representa a Cristo. No hay manifestación más transparente
de la Iglesia
que esta: la reunión de los bautizados para la celebración de la Misa. Este espacio
va desde la puerta de entrada hasta el espacio del presbiterio. Es un gran
espacio, signo de una comunidad amplia, abierta que tiene su fundamento no
en sí misma sino en Cristo muerto y resucitado.
LAS CAPILLAS LATERALES: Son como otras tantas
pequeñas Iglesias dentro de la principal. Responden al deseo de dar culto a
Santos locales y universales de mayor devoción
TORRES Y CAMPANARIOS: Indican la presencia
de Dios en ese lugar. Los campanarios rematan, la mayoría de veces, con una
cruz, veleta o gallo. La cruz proclama el signo de Cristo; la veleta
recuerda los vaivenes de la fama y lo efímero de la vida; y el gallo es
símbolo de la vigilancia.
CRIPTA: Los primeros
cristianos la usaban como sepulcro para sus santos mártires y para sitio de
reunión en el día del aniversario de su martirio. Con el tiempo, cada
cripta sepulcral se convirtió en una pequeña capilla sobre la que se
erigieron luego otras iglesias superiores, haciendo coincidir los altares
de ambas.
LA SACRISTÍA: Aunque estrictamente no forma parte de los
lugares de celebración, tiene un papel importante en la preparación del
culto y en su digna realización. Es la sala donde normalmente se revisten y
preparan los ministros antes de salir a la celebración. Es también el lugar
donde se guardan los objetos, vestidos y utensilios litúrgicos.
EL CONFESIONARIO (Sede Penitencial): Es
el lugar donde se celebra el sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación. Toma
el nombre del aspecto más característico del mismo, la confesión de los
pecados ante el sacerdote. Los confesionarios se encuentran cerca de la
nave, una sede (asiento), normalmente de madera para oír confesiones, en un
lugar patente y provisto de rejillas entre el penitente y el confesor que
puedan utilizar libremente los fieles que así lo deseen.
EL PRESBITERIO: Se llama presbiterio
al área en torno al altar, un poco elevado y distinto de la nave. Es un
espacio particularmente digno y significativo. El presbiterio debe quedar
bien diferenciado respecto a la nave del templo, sea por su diversa
elevación, sea por una estructura y ornato peculiar. En el presbiterio
existen tres elementos: altar (lugar del sacrificio eucarístico), sede
(lugar de presidencia) y ambón (lugar de la proclamación de la Palabra de Dios).
EL ALTAR: Es el elemento más
relevante de lo que encontramos en el edificio de la iglesia. Es el centro
de nuestra celebración. Es signo de Cristo y, por tanto, merece toda
nuestra veneración: los ministros lo besan, lo inciensan, se inclinan ante
él, se ilumina. El altar es, simultáneamente, el ara donde se realiza
sacramentalmente el único sacrificio de Cristo en la cruz, la mesa del
Señor –dispuesta con blancos manteles– en torno
al cual se congrega el único Pueblo de Dios para recibir el alimento, el
Cuerpo y la Sangre
de Cristo.
EL AMBÓN: Es el lugar litúrgico
para la proclamación de la
Palabra de Dios. La palabra latina “ambo” proviene del
griego “anabaino”, subir, y designaba un sitio
elevado, la tribuna, con barandilla y atril, cerca de la nave.
LA SEDE: Es el asiento reservado para el que preside la
asamblea litúrgica, modera la oración y exhorta a la comunidad de los
fieles reunida para la celebración eucarística. La sede es signo de la
presencia de Cristo, a través de su ministro, preside a su iglesia. La sede
del Obispo recibe el nombre de Cátedra.
EL SAGRARIO o
TABERNÁCULO: El sagrario (lugar donde se guarda lo sagrado) o el tabernáculo
(tienda de campaña: de ahí la fiesta de los Tabernáculos o tienda de
encuentro) es el lugar donde se conserva la eucaristía después de la
celebración para que pueda ser llevada a los enfermos o puedan comulgar
fuera de la misa los que no han podido participar en ella. Ahora, la
verdadera “tienda” o “tabernáculo” es Cristo mismo. La lámpara que luce
junto al sagrario, indica y honra la presencia de Cristo.
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
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