Cuarenta días antes del
Domingo de Ramos empieza el tiempo de Cuaresma, que la Iglesia instituye para
prepararnos a celebrar los misterios de la Pasión. Desde
fines del S. II ya existe en la
Iglesia un período de preparación a la Pascua, observado con
días de ayuno y penitencia.
Este ayuno de cuarenta
días se observaba desde la sexta semana antes de Pascua, pero habiendo por
medio seis domingos (días siempre festivos y nunca penitenciales) y para
completar el número simbólico de cuarenta días de penitencia (cuarenta años
fue la peregrinación del pueblo de Israel en el desierto, cuarenta horas
permaneció Jesús muerto, cuarenta días duró el diluvio, cuarenta días
estuvo Moisés en el Sinaí) se amplió al miércoles
anterior.
Más tarde se añadieron
otros domingos de preparación a la Cuaresma (Quincuagésima, Sexagésima y
Septuagésima, hoy suprimidos). Era en Cuaresma la época en que los
catecúmenos que se iban a bautizar en la Vigilia Pascual
se preparaban intensamente para recibir el Sacramento. También, en el
Miércoles de Ceniza, eran separados públicamente de la Asamblea los
pecadores, imponiéndoseles la ceniza y obligándoseles a la penitencia
pública, generalizando la costumbre de la imposición de la ceniza a todos
los fieles el papa Urbano II en el Sínodo de Benevento
del año 1001. La
Constitución litúrgica (SC 109) recuerda el carácter
bautismal y penitencial de la Cuaresma. Es la época del "Convertíos y
creed en el Evangelio" (Mc 1,15)
Abarca pues desde el
Miércoles de Ceniza hasta el Triduo pascual. El computo matemático total en
la actualidad suma cuarenta y cuatro días, incluidos el Miércoles
de Ceniza y el Jueves Santo. Dentro de la Cuaresma entran las
siguientes fiestas:
v Solemnidad de San José,
el diecinueve de marzo.
v La Anunciación del Señor, el
veinticinco de marzo.
La SC nos recuerda el doble carácter de la Cuaresma: penitencial
y bautismal. Insiste en la escucha asidua de la palabra y en la dedicación
a la oración. Teológicamente el protagonista de la Cuaresma es Cristo
(se retira al desierto a orar, se encuentra con la samaritana y la salva,
cura al ciego, etc). Él es el dueño de la
historia y avanza hacia la
Pascua sembrando la Salvación.
La trilogía cuaresmal
que la iglesia nos propone consiste en limosna, oración y ayuno.
En cuanto a normas
litúrgicas y orientaciones pastorales propias de este tiempo podemos
apuntar algunas:
v En general se debe
buscar en el tiempo cuaresmal la mayor austeridad posible, tanto para el
altar como para los demás lugares y elementos celebrativos.
v El contraste entre esta
austeridad cuaresmal y las maneras festivas que se ofrecerán al llegar la Pascua (Pascua=paso)
ayudarán a captar este concepto de "paso".
v En este tiempo hay que
suprimir las flores, la música instrumental (salvo si es imprescindible
para acompañar el canto) y los adornos.
v Una celebración
comunitaria de la
Penitencia es muy recomendable, con confesión personal
como preparación inmediata al Triduo Pascual, así como el ejercicio del Vía
Crucis.
v En la Misa se omite siempre el
Aleluya.
v Se dicen los prefacios
de Cuaresma (excepto las fiestas que los tengan propios).
v Los domingos se omite el Gloria.
v Antes del Evangelio, el
lugar del Aleluya se puede hacer una aclamación a Cristo.
v El acto penitencial de la Misa debe destacarse.
v El miércoles de Ceniza
y el Viernes Santo hay que guardar abstinencia de carne y ayuno.
v Los viernes de Cuaresma
(y todos los del año) son días penitenciales de abstinencia. Esta puede ser
sustituida por alguna práctica religiosa: lectura de la Sagrada Escritura,
limosna penitencial, obras de caridad o piedad, etc.
v En el miércoles de
Ceniza, la imposición de la ceniza debe hacerse después del Evangelio y la
homilía. Por ese motivo en la
Misa de ese día se omite el acto penitencial. Es
recomendable que el sacerdote presidente se imponga a sí mismo la ceniza o
que alguno de los fieles se adelante a imponérsela: debe dar ejemplo de
que, como signo visible de Cristo en la comunidad, se incorpora también a
su camino de Pascua.
v El sexto domingo de
Cuaresma se llama domingo en la
Pasión del Señor o de Ramos (antes de la reforma
litúrgica se conocía por el nombre de Domingo de Pasión al anterior a
Ramos).
v Las vestiduras son,
como en Adviento, moradas.
Resumiendo pues, en
Cuaresma se debe buscar la mayor austeridad posible como tiempo penitencial
propio tanto en el exorno de los altares como en los demás elementos celebrativos, suprimiendo flores y cánticos. En la
antigua liturgia hispánica, en este tiempo se cubría el altar con un paño
de saco. Se omite siempre el "Aleluya" y está mandado suprimir
los adornos y las flores, excepto el domingo IV llamado de Laetare por su Introito (ese domingo se pueden usar
ornamentos rosas), omitiéndose los domingos el "Gloria". Es
tiempo adecuado para realizar celebraciones comunitarias de la Penitencia. El
ayuno está limitado al Miércoles de Ceniza y al Viernes Santo, y la
abstinencia de carne los días anteriores y a todos los viernes del año, no
sólo los cuaresmales, ya que el CDC no hace distinción alguna entre unos
viernes u otros (CDC 1.250 y siguientes). No obstante, el ayuno y la
abstinencia pueden ser sustituidos por otra práctica penitencial como obras
de caridad o de piedad, limosnas, lecturas de las Sagradas Escrituras, etc (Artículo 13.2 del Decreto general sobre Normas
Complementarias al Nuevo Código de Derecho Canónico de 26/11/83).
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
www.caminando-con-jesus.org
caminandoconjesus@vtr.net
|