Las solemnidades de la Virgen son tres: La
primera de ellas cronológicamente hablando se produce a raíz de la
proclamación del dogma de la maternidad divina de María en el Concilio de Éfeso del año 431 siendo a partir de entonces cuando el
culto a la Virgen
se desarrolla de manera clara. Cronológicamente aparece después el dogma de
la
Inmaculada Concepción de María en el S XIX y a mediados
del S. XX se proclama el dogma de la Asunción de la Virgen María a
los cielos en cuerpo y alma.
LA SOLEMNIDAD DE MARÍA, MADRE DE DIOS: (antes fiesta de la Circuncisión) Es
dogma de fe desde que el Concilio de Éfeso en 431
así lo proclamara. Esta fiesta está destinada a "celebrar la parte que
tuvo María en el misterio de la salvación y a exaltar la singular dignidad
de que goza la santa Madre de Dios, por la que merecimos recibir al autor
de la vida" (MC 5). Ese día se celebra también la "Jornada
mundial por la Paz",
instituida por Pablo VI. La solemnidad de María, Madre de Dios se celebra
el 1 de enero. Ocho días después del nacimiento de un niño los judíos
practicaban el rito de la
Circuncisión, signo visible de la pertenencia al pueblo
escogido y de la Alianza
con Yahvé, fiesta que la
Iglesia recordaba en la octava de Navidad, primer día del
año conjuntamente con la solemnidad de la Maternidad de María
como Madre de Dios. Fue el Concilio de Éfeso el
que proclama a María no sólo como Madre de Cristo sino como Madre de Dios
gracias entre otros a San Cirilo que defendió el
dogma en contra de la opinión de Nestorio. Así,
María no es solo Madre de Cristo sino Theotokos,
o sea, Madre de Dios. Este título de la Virgen como Madre de Dios fue el primero que la Iglesia reconoció,
siendo el último otro que también hace referencia a su aspecto de Madre, el
de Madre de la Iglesia.
LA
INMACULADA CONCEPCIÓN: Solemnidad que del 8
de diciembre, creencia piadosa defendida desde el S. XVI y declarado dogma
por Pío IX el 8 de diciembre de 1854 por la Bula Ineffabilis
Deus. El papa Sixto IV introduce esta fiesta en
el calendario romano en 1476. En el Misal de san Pío V figuraba sólo como
memoria y no será hasta Pío IX en 1854 cuando se proclame como Dogma.
La Pureza de María era especialmente defendida por los
franciscanos, siguiendo las enseñanzas de Duns Scotto, y era combatida por los dominicos que seguían
la enseñanza de Santo Tomás en el sentido de que sólo Cristo había estado
libre del pecado original y que la Virgen fue purificada en el momento de su
Concepción. Si Cristo redimió a todos los hombres (redención universal)
también redimió a María y si Ella no tuvo pecado original entonces ¿cómo
pudo ser redimida? Este razonamiento tomista implicaba que para que la
redención fuese universal debía abarcar a toda la Humanidad incluyendo
a la Virgen
y para que Ella fuera redimida debía haber tenido al menos el llamado
“pecado original” que todos los humanos por el hecho se serlo traemos al
mundo. El dogma hay que entenderlo como un privilegio especial concedido a
su Madre: Cristo impidió que tuviese pecado pero ese hecho la Virgen se lo debe a Él
luego Ella fue también redimida, aunque de otra forma que el resto de los
mortales.
LA ASUNCIÓN DE LA
VIRGEN: 15 de agosto. Fue declarada dogma de fe el 1
de noviembre de 1950 por Pío XII, con estas palabras: "Proclamamos,
declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre
de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue
asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial" (Constitución
Apostólica Munificentissimus Deus).
El sentido de esta fiesta es que "María asunta al cielo personifica el
estado de gloria que tiene todos los que, como Ella, murieron en
Cristo".
La MC dice al respecto: "En la solemnidad del
15 de agosto celebramos la gloriosa Asunción de María al cielo: fiesta en
la que recordamos su destino de plenitud y bienaventuranza, la
glorificación de su alma inmaculada y de su cuerpo virginal, su perfecta configuración
con Cristo resucitado. Fiesta que propone a la Iglesia y a la Humanidad la imagen
y la consoladora garantía del cumplimiento de la esperanza final. Pues
dicha glorificación plena es el gozoso destino de todos aquellos a quines
Cristo ha hecho hermanos, teniendo en común con ellos la carne y la
sangre" (MC 6).
Esta creencia ya se
venía aceptando desde el S. VI, muy relacionada con la fiesta de la Dormición
celebrada desde muy antiguo en las iglesias orientales. Desde el S. VI se
celebraba una fiesta en Jerusalén que pasa a Occidente con el nombre de la Dormición
de Santa María.
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
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