Misa Diaria

MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS

"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)

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Página de PEDRO SERGIO ANTONIO DONOSO BRANT

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san basilio magno y gregorio nacianceno (mo) bLANCO

NAVIDAD

 

Santos Basilio y Gregorio

San Basilio nace en Cesárea de Capadocia el año 330, y el mismo año nace san Gregorio en Nacianzo, de la misma nación. Basilio pertenece a una familia de santos: santa su abuela, santos sus padres, santos sus dos hermanos y santa su hermana. Basilio y Gregorio se encuentran con motivo de sus estudios en Grecia, y se vuelven grandes amigos. Basilio se hace monje y luego es nombrado obispo de Cesárea. Gregorio sigue a Basilio en la vida monástica y es nombrado patriarca de Constantinopla. San Gregorio, refiriéndose a la amistad con Basilio, escribe: 7Vos movía un mismo deseo de saber... Parecía que teníamos una misma alma que sustentaba dos cuerpos... Una sola tarea y afán había para ambos, y era la virtud, así como vivir para las esperanzas futuras de tal modo que, aun antes de partir de esta vida, pudiese decirse que habíamos emigrado ya de ella”. Basilio falleció en el 379 y Gregorio en el 389.

ANTÍFONA DE ENTRADA Ecli 15, 5

Los pueblos proclamen la sabiduría de los santos, y la Iglesia cante sus alabanzas; sus nombres vivirán por los siglos de los siglos.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que has querido iluminar a tu iglesia con la vida y la enseñanza de los santos obispos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno, concédenos la gracia de conocer humildemente tu verdad y de vivirla fielmente en la caridad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

LECTURA 1Jn 2, 22-28

Lectura de la primera carta de san Juan.

Hijos míos: ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ése es el Anticristo: el que niega al Padre y al Hijo. El que niega al Hijo no está unido al Padre; el que reconoce al Hijo también está unido al Padre. En cuanto a ustedes, permanezcan fieles a lo que oyeron desde el principio: de esa manera, permanecerán también en el Hijo y en el Padre. La promesa que él nos hizo es ésta: la Vida eterna. Esto es lo que quería escribirles acerca de los que intentan engañarlos. Pero la unción que recibieron de él permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les enseñe. Y ya que esa unción los instruye en todo y ella es verdadera y no miente, permanezcan en él, como ella les ha enseñado. Sí, permanezcan en él, hijos míos, para que cuando él se manifieste, tengamos plena confianza, y no sintamos vergüenza ante él en el día de su venida.

Palabra de Dios.

COMENTARIO; La carta está escrita en medio de una situación de engaño y mentira que atenta contra la vida de los creyentes. ¿Cómo vivir cuando estos peligros acechan constantemente a la comunidad? La clave es permanecer firmes en Jesucristo; en él están la verdad y la vida.

SALMO Sal 97, 1-4

R. ¡El Señor manifestó su victoria!

Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. R.

El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R.

ALELUYA Heb 1, 1-2

Aleluya. Después de haber hablado a nuestros padres por medio de los profetas, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo. Aleluya.

EVANGELIO Jn 1, 19-28

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Éste es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: Quién eres tú?, él confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: -Yo no soy el Mesías-. -¿Quién eres, entonces?-, le preguntaron. -¿Eres Elías?-. Juan dijo: -No-. -¿Eres el Profeta?-. –Tampoco- respondió. Ellos insistieron: -Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?-. Y él les dijo: -Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías-. Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: -¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?-. Juan respondió: -Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: Él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia-. Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.

Palabra del Señor.

COMENTARIO; El relato presenta de manera progresiva y cronológica los inicios de la misión de Jesús. Presenta también la actividad de Juan Bautista que precede a la predicación de Jesús y que resulta cuestionadora para los jefes religiosos de la época, al punto que preguntan por su identidad. La respuesta de Juan, más que satisfacer la curiosidad de los sacerdotes, levitas y fariseos, quiere suscitar en los corazones la expectativa y la apertura hacia el que viene, Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, este sacrificio de tu pueblo, para que los dones ofrecidos a ti en honor de los santos Basilio y Gregorio, sean para nuestra salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Lc 12, 42

Nosotros predicamos a Cristo crucificado, fuerza y sabiduría de Dios.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te pedimos, Dios todopoderoso, que la participación en la mesa celestial robustezca y aumente las fuerzas espirituales de quienes celebramos la fiesta de los santos Basilio y Gregorio; para que guardemos con integridad el don de la fe y recorramos el camino que nos señalaron. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

  REFLEXIÓN BÍBLICA

 

Él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalias

Jn 1, 19-28

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

1.      YO NO SOY EL MESÍAS.

Este es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos de Jerusalén enviaron una comisión de sacerdotes y levitas para preguntar a Juan quién era. El confesó rotundamente: Yo no soy el Mesías.

Estas palabras introductorias podrían ser una alusión literaria a la misión del Bautista, que se dijo en el prólogo que era la de dar testimonio de Cristo (Jn 1:6-8), aunque allí nada se dijo de la forma histórica en que el Bautista cumplió ese testimonio.

El momento en que el Bautista hace su aparición en el valle del Jordán, predicando la proximidad del reino de Dios y orientando hacia él los espíritus y preparándoles con un bautismo que era símbolo de la renovación total, era un momento en Israel de máxima expectación mesiánica. 

La figura y predicación de Juan el Bautista era lo que más contribuía a crear este interés mesiánico en las multitudes. Los evangelios sinópticos hablan ampliamente de la persona ascética del Bautista: se presenta con una vestidura austera, que evocaba la vestidura de viejos profetas de Israel, y con ausencia de ellos después de tantos siglos, y con gran austeridad en su vida y su escenario era el desierto de Judá, de donde, conforme al ambiente de entonces, se esperaba saldría el Mesías.

La manifestación del Bautista en la región del Jordán, en aquel ambiente de expectación mesiánica, y anunciando que “llegó el reino de Dios” (Mt 3:2), produjo una conmoción fortísima en Israel. Ante esta fuerte conmoción religioso-mesiánica, es cuando el evangelista recoge la comisión que le enviaron desde Jerusalén los judíos.

En el Evangelio de Juan los judíos tienen diversas acepciones, pero en este caso, se puede decir con bastante probabilidad que los judíos que enviaron a Juan Bautista, son una delegación de sacerdotes y levitas, son las autoridades religiosas de Jerusalén, los grandes sacerdotes, excitados y movidos por los fariseos.

A primera vista extraña por qué se incluyen en esta delegación oficial a los levitas, ya que éstos no eran miembros del Sanedrín. Los levitas eran especialistas en los actos cultuales, eran los liturgistas o ritualistas del culto. Y el Bautista se caracterizaba por un especial bautismo, de tipo desconocido en Israel, y del que esta delegación le pedirá cuenta porque lo hace. Tal vez por eso la delegación está formada por especialistas en materia de purificación cultual.

El diálogo de este interrogatorio, tal como lo relata el evangelista, es sintético, pero preciso, y acusa la austeridad, y puede pensarse como de sagacidad, del Bautista.

“¿Tú quién eres?” Naturalmente, lo que les interesa no es su origen, sino su misión, la respuesta del Bautista es clara y terminante: Yo no soy el Mesías. Acaso hubo preguntas más explícitas sobre este punto. Pero, en todo caso, el Bautista responde al ambiente de expectación que había sobre su posible mesianismo. Lc dice, a propósito de la acción y conmoción que produce la presencia del Bautista: se hallaba el pueblo en expectación, y pensando todos en sus corazones acerca de Juan si sería él el Mesías (Lc 3:15; cf. Hech 13:25).

2.      NO SOY ELÍAS.

Ellos le preguntaron: Entonces, ¿eres tú Elías? Juan respondió: No soy Elías.

Descartado que fuese el Mesías, su aspecto y conducta, anunciando la proximidad de la venida del reino, hizo pensar, en aquellos días de expectación mesiánica, que él, vestido como un viejo profeta  pudiera ser el precursor del Mesías, el cual, según las creencias rabínicas, sería el profeta Elías.

Los rabinos habían ido estableciendo las diversas funciones que ejercería Elías en su venida precursora. Vendría a reprochar a Israel sus infidelidades, para que se convierta, vendría a resolver cuestiones difíciles, que aún no estaban zanjadas, tendría una misión cultual y restituiría al templo el vaso del maná, la redoma del agua de la purificación, la vara de Aarón, y traería la ampolla con el aceite de la unción mesiánica. Y según una tradición judía, recogida por San Justino, Elías anunciaría la venida del Mesías, le daría la consagración real y le presentaría al pueblo. Tal era el ambiente que sobre la función precursora de Elías, que había en el Israel contemporáneo de Cristo, como reflejan estos escritos. Jesucristo mismo hizo ver que esta función de Elías precursor la había cumplido el Bautista (Mt 17:10-13; Mc 9:11-13).

Por otra parte, dado el grado de suficiencia y petulancia farisaicas, sería difícil saber el grado de sinceridad que hubo en este interrogatorio. Las respuestas secas del diálogo, ¿serán simple resumen esquemático, acusándose literariamente el intento polémico del Evangelista, o reflejarán el desagrado del Bautista ante el interrogatorio y tono exigente y escéptico de aquella misión farisaica jerosolimitana?

3.      ¿ERES EL PROFETA QUE ESPERAMOS?

Luego volvieron a preguntarle: ¿Eres el Profeta que esperamos? Él respondió: No. No de no ser ninguno de estos personajes mesiánicos, no cabría más que preguntar, ante aquella figura y conducta del Bautista, si era un profeta, cuya investigación es uno de los puntos de competencia explícitamente citados en la legislación sobre el Sanedrín. ¡Hacía tanto tiempo que la voz del profetismo había cesado en Israel! ¡Unos cinco siglos!

Pero el problema está en que aquí le preguntan si él es el Profeta, en singular y con artículo, determinándolo de modo preciso. Los rabinos no parecen que hayan interpretado este pasaje de ningún profeta insigne en concreto. Los judíos entendían un confuso modo, sea del Mesías (Jn 6:14), sea de alguno de entre los grandes personajes de Israel (Jn 7:40): como Samuel, Isaías, Jeremías. Y hasta se pensó que pudiera referirse al mismo Moisés, pues se tenía la creencia popular de que no había muerto, sino que había sido arrebatado corporalmente al cielo.

Lo más extraño es que el Bautista niega ser el Profeta, cuando, en realidad, su misión era profética. En el Benedictus se le reconoce por tal: será llamado profeta del Altísimo (Lc 1:76). Y Cristo dirá de él mismo que no hay entre los nacidos de mujer profeta más grande que Juan (Lc 7:28).

Acaso la solución se encuentra en el mismo evangelio de Jn. Después de la multiplicación de los panes, los “hombres, viendo el milagro que había hecho, decían: Verdaderamente éste es el Profeta que ha de venir al mundo (Jn 6:14). Juan entiende probablemente el profeta en un sentido equivalente a Mesías; de ahí su respuesta negativa.

4.      ¿QUÉ DICES DE TI MISMO?

De nuevo insistieron: Entonces dinos quién eres. Tenemos que dar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? Y el Bautista, ante aquella delegación oficiosa del Sanedrín, va a dar: testimonio de la Luz (Jn 1:7). Y va a dar el testimonio oficialmente, para que lo transmitan a la autoridad de la nación. Yo soy la voz que grita en el desierto: enderecen el camino del Señor.

El Bautista se figura que él es el mensajero que, estando en el desierto, desde él pide a todos que se preparen para la inminente venida del Mesías.

Algunos de la comisión eran fariseos. No sería improbable que, si el Sanedrín fue el que envió esta delegación, lo hiciese, como antes se dijo, movido por los fariseos. Estos le preguntaron: “Si no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta esperado, ¿por qué bautizas?”

Estos enviados fariseos, especialistas en todo lo de la Ley, al ver que él negaba ser el Mesías, o Elías, o el Profeta, le preguntan por qué entonces bautiza. Que éstos instituyesen ritos nuevos, nada tenía de particular; como enviados de Dios, podían obrar conforme a sus órdenes. Pero un simple asceta, ¿podría arrogarse este derecho?

En la época de Cristo, los judíos practicaban numerosos ritos de purificación. Pero no eran verdaderos bautismos. El verdadero bautismo para ellos era el de los prosélitos, que se administraba a los paganos que se incorporaban al judaísmo. Los demás ritos de lavado, entre los judíos, no tenían carácter bautismal, y ninguno estaba en función de la venida del reino. Pero el Bautista había introducido un rito nuevo, pues estaba en función de la purificación del corazón,  conversión, y en relación con la inminencia de la venida del reino de Dios. ¿Qué potestad tenía él para esto? Era lo que le exigía la autoridad religiosa, encargada de velar por las tradiciones de Israel.

5.      YO BAUTIZO CON AGUA.

Entonces Juan, afirmó: Yo bautizo con agua. En efecto, a la primera parte de la respuesta del Bautista: Yo bautizo con agua, se esperaría la contraposición que Cristo bautizaría en fuego o en Espíritu Santo. El Bautista no conoció el bautismo en el Espíritu Santo, como apropiación de una persona divina; no salió de la mentalidad del ambiente del A.T., en el que el Espíritu Santo era la acción del Dios “ad extra.”

En efecto, el bautismo de Juan no tenía valor legal moral, sino que tenía valor en cuanto, siendo un símbolo externo de purificación, excitaba y protestaba la confesión de los pecados (Mt 3:6; Mc 1:5). Hasta el historiador judío Flavio Josefo destaca esto, así es como escribe que: este bautismo no era usado para expiación de crímenes, sino para la purificación del cuerpo, una vez que ya las mentes estaban purificadas por la justicia.

Pero, en lugar de contraponer a su bautismo el de Cristo, hace el elogio de éste en contraposición consigo mismo, “pero en medio de ustedes hay uno a quien no conocen. Es ello una alusión al tema mesiánico conocido en Israel. Según creencia popular, el Mesías, antes de su aparición, estaría oculto en algún lugar desconocido. Llama así la atención mesiánica sobre Cristo, conforme a la creencia ambiental. Luego dirá el Bautista cómo supo él que Cristo era el Mesías (Jn 1:31-34). Por eso, si Cristo está oculto, el que los judíos no le conozcan no es reproche. Precisamente la misión del Bautista es presentarlo a Israel (Jn 1:31). Así evocaba la creencia ambiental en el Mesías oculto, Cristo, y en Elías precursor, cuya función realizaba el Bautista (Mt 11:14; Lc 7:27).

6.      EL VIENE DETRÁS DE MÍ, AUNQUE YO NO SOY DIGNO DE DESATAR LAS CORREAS DE SUS SANDALIAS.

Luego dice: El viene detrás de mí, aunque yo no soy digno de desatar las correas de sus sandalias. El Bautista, de forma enigmática, anuncia que él sólo es el precursor de una persona cuya dignidad anuncia, pero que él no es digno de desatarle las correas de la sandalia. Era este oficio propio de esclavos.

Aprendemos de este fragmento del Evangelio, que profetizar es proclamar un mensaje de salvación, ya que el profeta es un mensajero, un porta voz que habla en nombre de Dios, y todos nosotros podemos ser como Juan Bautista, pero al modo de él, sin evanecerse por su misión. Recordemos que él niega lo que es, pero da a conocer lo que es y lo hace defiriéndose a Cristo y lo alaba juzgándose a sí mismo, indigno aún de desatar las correas de sus sandalias.

El Bautista nos da demostración que su razón de ser es dar testimonio del Mesías, a él no le interesa otra cosa que dar testimonio de Cristo, él nos demuestra que no hace falta perder tiempo en defender posiciones propias, y lo que importa no es el concepto que otros tengan de nosotros y si tenemos o no autoridad, lo que vale es el testimonio de Cristo. No tengamos miedo de hablar de Jesucristo, podemos hacerlo en cualquier momento, en cualquier ocasión, hablar de Él nunca está de más, al contrario, es positivo y da mucha paz hacerlo.

7.      EN MEDIO DE USTEDES HAY ALGUIEN AL QUE USTEDES NO CONOCEN

Avivemos hoy nuestra fe de creyente, hagamos notar la bondad activa que nos ha enseñado Jesús para con nuestros hermanos, esto será un medio importante y eficaz para dar testimonio de Cristo, pero por sobre todo, darlo a conocer al mundo. Tengamos presente las palabras del Bautista: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen”. Es Jesús el que está en medio de nosotros, en medio de la Iglesia, en la Eucaristía, y en la gracia por la cual esté presente y operante en los bautizados. “Hay alguien al que ustedes no conocen”.

En efecto, el mundo no lo conoce, y esto sucede porque a nuestro pesar, muchos prefieren cerrar los ojos, y también porque no son muchos los que dan testimonio del Evangelio vivido de esa bondad que revele al mundo de la bondad de Cristo Jesús. Y también tenemos que reconocer, que en medio de nosotros, hay muchos hermanos que son creyentes, y tampoco lo conocen, porque no se dan el tiempo a estar muy unidos con el Señor a través de la oración, o porque su frialdad no les permite reconocer donde él se esconde, allí en los más pobres, en los afligidos, en los que buscan consuelo, en los que sufren de enfermedad física o espiritual.

El Evangelio, nos muestra a un Juan Bautista, que es modelo de testimonio de Cristo; que nos revela una fe pujante, que es austero, desinteresado, humilde y que: Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.”

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

EL CRISTIANO DE HOY ESTÁ LLAMADO A SER ANUNCIADOR DEL EVANGELIO Y LA PALABRA DE JESÚS

La fe del Bautista está orientada al anuncio de Jesús. El Mesías, pues, tanto en su aparecer como en el curso sucesivo de la historia humana, por él atravesada y revolucionada, no revela inmediata ni completamente su origen ni su misión. Es preciso que quien recibe de Dios el don de tocar el misterio de Cristo, reflexionando sobre los misterios de su historia, lo anuncie con la vida y la palabra, como el Bautista junto al Jordán. En efecto, el hombre forjado en la soledad del desierto se esconde y casi desaparece a la sombra de aquel que él presenta al mundo. Esta, justamente, fue su misión: dar testimonio del Esperado que vive en medio de su pueblo.

También el cristiano de hoy está llamado a ser anunciador del evangelio y la Palabra de Jesús, la voz que grita con la vida la verdad de Cristo, a pesar de la pobreza que experimenta y la fragilidad de sus palabras humanas. Cristiano es el hombre que se define en función de Cristo, de Aquel que viene siempre a los suyos para comunicar salvación y vida. El da testimonio de Cristo, nos relaciona con él y le prepara su misión; es el heraldo que invita a volver al desierto para preparar espiritualmente el camino al Mesías; es el que reclama atención no para sí mismo, sino para el que está por llegar. Todo cristiano es un propagador de la Palabra de Dios en la aridez espiritual de nuestro mundo, el que allana el camino a los hermanos para que encuentren a Cristo, y es testigo del evangelio con la propia vida.

ORACIÓN (3)

 

Señor Jesús, que has querido ser solidario con nosotros y solidario con el Padre, te pedimos nos enseñes a ser como el Bautista, auténticos testigos de tu amor a los hermanos. La tarea de tu testigo en el desierto fue la de empeñar su voz, sus fuerzas, su vida entera para que los hombres optasen por ti. Lo mismo nos ha dicho tu evangelista Juan, cuando ha recordado a su comunidad que el que no confiesa tu mesianismo no está en comunión contigo ni con el Padre (cf. 2,23).

Te rogamos, por eso, que refuerces nuestra fe en ti, único salvador de la humanidad, haciéndonos experimentar el poder de tu Espíritu, que nos ha sido dado en el bautismo, y que es nuestra fuerza y nuestro apoyo espiritual.

Señor Jesús, el Bautista se declaró indigno de desatar las correas de tus sandalias, él, el más grande de los nacidos de mujer, y así dio de sí mismo un testimonio de extraordinaria humildad y de servicio. Enséñanos a no presumir nunca de nosotros mismos en ninguna circunstancia de la vida, a ser humildes incluso cuando nos son confiados cargos de prestigio y de éxito, conocedores de que todo nos viene de tu bondad y de los dones que tú nos has regalado.

Queremos ser sólo un instrumento en tus manos para que tu reino de justicia y de amor se extienda al mundo entero. Queremos ser testigos de tu Palabra, siempre antigua y siempre nueva, que nos dejaste como testamento antes de tu retorno al Padre, la de la fe confesada ante toda la humanidad y del amor fraterno practicado con todos, sin acepción de personas.

SANTORAL (4)

 

SAN BASILIO Y SAN GREGORIO NACIANCENO,

OBISPOS Y DOCTORES

Cuando surge el problema del arrianismo, San Atanasio, se convirtió en uno de los principales defensores y portaestandarte de la teología nicena, y en la lucha que emprendió contra los arríanos supo atraerse el apoyo de los monjes egipcios. La Vida de Antonio le ofreció la oportunidad de consolidar y difundir esta alianza presentando una imagen del gran anacoreta leal a la causa del obispo y al credo niceno. Este hecho tuvo una enorme trascendencia pues, cuando, tras la muerte del emperador Valente en 378, se impuso en Oriente la teología nicena, la mayoría de los monjes egipcios eran seguidores de la misma, lo que facilitó en gran medida el entendimiento entre la Iglesia y los monjes. La importancia que este hecho tuvo se puede deducir de la comparación con lo que sucedió en el siglo siguiente con el monofisismo: en este caso la mayor parte de los monjes orientales, en Siria y Egipto principalmente, se adhirieron a esta doctrina, lo que provocó una ruptura de hecho de estos países con el Estado bizantino y abrieron la vía a la conquista musulmana de estos territorios.

Contemporáneo, aunque más joven que San Atanasio, fue San Basilio de Cesárea, que jugó en el campo doctrinal junto con los otros obispos denominados Padres capadocios, San Gregorio de Nisa, su hermano y su amigo San Gregorio de Nacianzo, un papel decisivo en el triunfo de la teología nicena. San Basilio pertenecía a la aristocracia helenizada de las regiones interiores de Asia Menor que había aceptado pronto el cristianismo. Fue un hombre profundamente imbuido de la cultura clásica, estudió en Constantinopla y Atenas, pero cuando iniciaba una brillante carrera como rétor y político se sintió también profundamente atraído por el ascetismo monástico. El principal difusor de éste en el interior de Asia Menor era Eustacio de Sebaste, quien preconizaba un ascetismo extremo con marcada influencia encratista.

Eustacio se había ganado a la hermana y a la madre de San Basilio y después al propio Basilio, que se hizo seguidor suyo. Llevado del afán por conocer mejor las experiencias monacales realizó un viaje por Oriente y Egipto, donde entró en contacto con el cenobitismo pacomiano. Esta experiencia debió influir profundamente en él. Vuelto a su tierra hacia el 358, se retira a una propiedad familiar en el Ponto, donde con un grupo de seguidores, entre ellos San Gregorio Nazianceno, creó una comunidad. Hacia el 362 o 364 el obispo de Cesarea de Capadocia, Eusebio, le convenció para que se ordenara sacerdote, se convirtió en un auxiliar indispensable suyo e inició en la diócesis una enorme actividad pastoral y social. Ésta se incrementó cuando en el 370 fue elegido sucesor suyo, como obispo de Cesarea y metropolitano de Capadocia. Hasta su muerte en el 378 desplegaría una acción incansable en todos los órdenes, eclesiástico, social y político, que harán de él uno de los personajes más representativos e influyentes de su época.

Jesús Martí Ballester

FUENTES DE LA PAGINA

 

La Página de la Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.

Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),

(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd,

(4) Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo.

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