Misa Diaria

MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS

"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)

Página de PEDRO SERGIO ANTONIO DONOSO BRANT

23 años en Internet desde 1998

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5-12-2021

Nº MD 9.096

LITURGIA DE LAS HORAS

II DOMINGO DE ADVIENTO, Morado

ADVIENTO

 

LA PALABRA DE DIOS APARECE

 Dios dirigió su palabra a Juan”.  Lucas, con su mentalidad de historiador, tiene mucho interés en precisar los datos históricos de la predicación del Bautista. La palabra de Dios aparece. No se nos habla de algo irreal, abstracto o ajeno a nuestra historia. Dios interviene en momentos concretos y en lugares determinados de la historia de los hombres. También de la tuya. Quizá ahora mismo, en este preciso instante...

“Un bautismo de conversión”. La misión de Juan ha estado marcada por esta llamada incesante a la conversión. También la Iglesia ha recibido este encargo. Y esta invitación no siempre nos resulta grata; nos escuece, nos molesta... Y sin embargo, la llamada a la conversión es llamada a la vida: sólo mediante la conversión será realidad que “todos verán la salvación de Dios”. Convertirnos es en realidad despojarnos del vestido de luto y aflicción y vestirnos las galas perpetuas de la gloria que Dios nos da (1ª lectura: Bar 5,1).

“Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas”. La esperanza del adviento quiere levantarnos de los valles de nuestros desánimos y cobardías, y abajarnos de los montes de nuestros orgullos y autosuficiencias. Quiere ponernos en la verdad de Dios y en la verdad de nosotros mismos. Quiere conducirnos a no esperar nada de nosotros mismos, y al mismo tiempo a esperarlo todo de Dios, a esperar cosas grandes y maravillosas porque Dios es grande y maravilloso.  ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!,  El Señor hizo maravillas. ¡Aleluya! 

Para ver la Reflexión completa de las 3 lecturas y el salmo de la Liturgia de este domingo pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE DIOS

 

I.  RITOS INICIALES

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr Is30, 19-30

Pueblo de Sión, el Señor vendrá para salvar a las naciones. El hará oír su voz majestuosa, y llenará de alegría sus corazones.

ACTO PENITENCIAL

·     Tú vienes para que estemos rebosantes de alegría. Señor, ten piedad.

·     Tú vienes para que seamos puros e irreprochables.  Cristo, ten piedad.

·     Tú vienes a ofrecernos el perdón de los pecados. Señor, ten piedad.

No se dice Gloria

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y rico en mise­ricordia, que nuestras ocupaciones cotidianas no nos impidan acudir presurosos al encuentro de tu Hijo, para que, guiados por tu sabiduría divina, podamos gozar siempre de su compañía. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

II. LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA Bar 5, 1-9

La mejor noticia, para los habitantes de Jerusalén, es que se acaba para ellos la aflicción y el luto. Ahora viene la fiesta y la alegría. Dios pone las cosas en su lugar, con amor y justicia eleva este pueblo a la luz de su gloria

Lectura del libro de Baruc.

Quítate tu ropa de duelo y de aflicción, Jerusalén, vístete para siempre con el esplendor de la gloria de Dios, cúbrete con el manto de la justicia de Dios, coloca sobre tu cabeza la diadema de gloria del Eterno. Porque Dios mostrará tu resplandor a todo lo que existe bajo el cielo.

Porque recibirás de Dios para siempre este nombre: «Paz en la justicia» y «Gloria en la piedad». Levántate, Jerusalén, sube a lo alto y dirige tu mirada hacia el Oriente: mira a tus hijos reunidos desde el oriente al occidente por la palabra del Santo, llenos de gozo, porque Dios se acordó de ellos. Ellos salieron de ti a pie, llevados por enemigos, pero Dios te los devuelve, traídos gloriosamente como en un trono real. Porque Dios dispuso que sean aplanadas las altas montañas y las colinas seculares, y que se rellenen los valles hasta nivelar la tierra, para que Israel camine seguro bajo la gloria de Dios. También los bosques y todas las plantas aromáticas darán sombra a Israel por orden de Dios, porque Dios conducirá a Israel en la alegría, a la luz de su gloria, acompañándolo con su misericordia y su justicia.

Palabra de Dios.

SALMO Sal 125, 1-6

Ante la actitud bondadosa de Dios el salmo canta las grandes cosas que hizo el Señor por nosotros. Participamos de esta oración aclamando:

R. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!

O bien: El Señor hizo maravillas. ¡Aleluya! 

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía que soñábamos: nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones. R.

Hasta los mismos paganos decían: « ¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!» ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría! R.

¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los torrentes del Négueb! Los que siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones. R.

El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas. R.

SEGUNDA LECTURA Flp 1, 4-11

San Pablo agradece a los filipenses su contribución generosa en la tarea de evangelización y les augura que continúen con el mismo fervor. Cuando la misión es compartida, todos se enriquecen y glorifican a Dios.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos. 

Hermanos: Siempre y en todas mis oraciones pido con alegría por todos ustedes, pensando en la colaboración que prestaron a la difusión del Evangelio, desde el comienzo hasta ahora. Estoy firmemente convencido de que Aquél que comenzó en ustedes la buena obra la irá completando hasta el Día de Cristo Jesús. Y es justo que tenga estos sentimientos hacia todos ustedes, porque los llevo en mi corazón, ya que ustedes, sea cuando estoy prisionero, sea cuando trabajo en la defensa y en la confirmación del Evangelio, participan de la gracia que he recibido. Dios es testigo de que los quiero tiernamente a todos en el corazón de Cristo Jesús. Y en mi oración pido que el amor de ustedes crezca cada vez más en el conocimiento y en la plena comprensión, a fin de que puedan discernir lo que es mejor. Así serán encontrados puros e irreprochables en el Día de Cristo, llenos del fruto de justicia que proviene de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.

Palabra de Dios.

ALELUYA Lc 3, 4. 6

Aleluya. Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. Todos los hombres verán la Salvación de Dios. Aleluya.

EVANGELIO Lc 3, 1-6

Juan Bautista levanta su voz anunciando al Salvador y denunciando la situación de pecado que debe cambiar y todo esté en orden, para que entre Dios y se sienta cómodo allí. Es necesario eliminar montañas de orgullo y egoísmo.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

El año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Filipo tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanias tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de Anás y Caifás, Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto. Éste comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro del profeta Isaías: “Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados”

Palabra del Señor.

Profesión de fe.

CREDO DE NICEA

"Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,

Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros lo hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.

Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.

Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.

Amén.

ORACIÓN DE LOS FIELES

A cada intención, pedimos: Ayúdanos a convertirnos de verdad ¡Ven Señor Jesús!

·     Por la unión de las Iglesias cristianas; para que allanen los senderos que nos separan, y coincidamos todos en el camino de la única Iglesia de Cristo. Oremos.

·     Por todos los que se encuentran fuera de su patria, de su casa: los emigrantes, los exilados, los deportados; para que sea posible el retorno. Oremos.

·     Por todos los que lloran en este valle de lágrimas; para que halle eco en sus corazones la palabra que verdaderamente consuela. Oremos.

·     Por nosotros, aquí reunidos; para que lleguemos al Día de Jesucristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia. Oremos.

III. LITURGIA EUCARÍSTICA

La bondad del Señor, Dios del universo, puso a nuestra disposición todos los bienes de la tierra. Por eso, unidos a Cristo, presentemos al Señor la decisión de convertirnos de verdad y crecer en obras de caridad.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te pedimos, Dios nuestro, que te agraden nuestras humildes oraciones y ofrendas, y ya que carecemos de méritos propios socórrenos con tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO DE ADVIENTO II

La misa es el recuerdo y la actualización de la obra redentora de Cristo. Por eso, demos gracias a Dios uniéndonos al himno de alabanza que proclama él celebrante que “Jesucristo es el Salvador que Dios había prometido en su misericordia y fidelidad”.

RITO DE COMUNIÓN

PADRE NUESTRO

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

LA PAZ

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy”. No tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

CORDERO

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Bar 5, 5; 4, 36

Levántate, Jerusalén, permanece en alto, y mira la alegría que vendrá de tu Dios.

En la Eucaristía Jesús viene a nuestro encuentro nos fortalece para preparar un camino en nuestro corazón. Alegres, y con renovada fe vayamos a recibir el Pan de Vida.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Saciados con el alimento espiritual, te rogamos, Padre, que por la parti­cipación en este santo misterio, nos enseñes a valorar sabiamente las realidades terrenas con el corazón puesto en las celestiales. Por Jesu­cristo, nuestro Señor.

IV. RITOS DE CONCLUSIÓN

BENDICIÓN SOLEMNE

El Señor todopoderoso y lleno de misericordia, por la primera venida de su Hijo en la que creemos, y por la segunda que esperamos, los ilumine con su luz y los colme con su bendición. R. Amén. 

En el camino de esta vida los haga constantes en la fe, alegres en la esperanza y activos en el amor. R. Amén.

Ya que se alegran con la venida temporal de nuestro Redentor, sean recompensados con el don de la Vida eterna cuando venga por segunda vez en su gloria.  R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén.

Canto final

Con el gozo de saber que Jesús viene a nuestro encuentro en cada circunstancia de la vida, nos retiramos cantando.

  REFLEXIÓN BÍBLICA

 

“Una voz grita en el desierto…Todos verán la salvación de Dios”

Lc 3, 1-6

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.     UNA VOZ GRITA EN EL DESIERTO

Este fragmento del Evangelio según san Lucas, tiene algunos aspectos originales para presentar la predicación del Bautista, los que permiten captar mejor su mensaje. Pone de manifiesto en primer lugar el acontecimiento de gracia. Conforme al estilo de los profetas, “Una voz grita en el desierto”, fue dirigida la palabra de Dios a Juan para que comenzase su obra. Al "acontecimiento" de la Palabra Lucas antepone un cuadro histórico con tono muy solemne: “El año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Filipo…..” Entonces Lucas nos viene a situar la obra del Precursor en un encuadre geográfico-cronológico orientador del mismo para la mejor comprensión de sus lectores étnico-cristianos.

Situado en este marco geográfico-cronológico, Lucas relata cómo fue el momento de la aparición del Bautista. Juan aparece en el desierto, pero era un predicador “volante.” Lucas, omite la evocación judía que traen Mateo y Marcos sobre su vestido y alimento; “Juan iba vestido de pelo de camello, llevaba un cinturón de cuero a la cintura y se alimentaba de langostas y miel silvestre.” Sólo destaca lo que era más característico de su apostolado: un bautismo de conversión para el perdón de los pecados”. En la literatura griega clásica es el arrepentimiento después de cometida una mala acción.

2.     PREPAREN EL CAMINO DEL SEÑOR, ALLANEN SUS SENDEROS

Como los otros sinópticos, cita el pasaje de Isaías, más completo, pero también adaptado. “Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados” (Is 40:3-5). Juan es la voz que clama “en el desierto.” Se presenta al modo de los antiguos profetas, que insisten en la “conversión”. Probablemente el dar la cita completa es para acentuar el final “universalista” de la misma con la venida del Mesías: todos los hombres verán la salvación de Dios.”

Y el grito de Isaías es repetido y transmitido los Evangelios a través de Juan Bautista, “el mensajero de Dios, pide conversión para que sean perdonados los pecados”. El hombre pecador es mirado por Dios con misericordia infinita, por eso le llama a la conversión. Y si nos hemos convertido, demos frutos, obras, de conversión. Él es la voz de quien grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”. En este relato el “camino” tiene un sentido de éxodo-liberación y el “desierto” de conciencia y preparación.

El evangelista Marcos (Mc 1, 1-8), presenta al precursor que bautiza, donde “Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados”. Juan Bautista, invita a los hombres a preparar el camino del Señor, pero sólo después de haberla preparado él en sí mismo retirándose al desierto y viviendo separado de todo lo que no era Dios.

Recordemos también que Juan Bautista (Mateo 3,1) se presentó en el desierto predicando: “Conviértanse, porque está cerca el reino de los cielos”. Es decir, era un llamado a que cambiar de vida, porque ya estaba muy cerca Jesús, y hoy es para nosotros la misma necesidad, transformar nuestras vidas, volvernos a Dios, porque Él se ha vuelto a los hombres. Y nos pide también hoy “Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”. ¿Cómo? Podríamos decir de muchas formas, y una de ellas es que nos pongamos de acuerdo entre nosotros, acojamos con paciencia y alegría, a nuestros hermanos, del mismo modo como Cristo nos ha acogido.

3.     ALLÍ EN EL DESIERTO, ES EL LUGAR DONDE CON MÁS FACILIDAD NOS ENCONTRAMOS CON DIOS

Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto, en los evangelios de Mateo y Marcos “Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre.” De este modo, él vivió alejado del murmullo y de los ruidos que no dejan preparase a los hombres para tener un ambiente favorable para oír la llamada de Dios, para escuchar la llamada a la penitencia. Porque quien predica, debe hacerlo más con la vida, es decir con su testimonio personal más que con las palabras. Y para oír a quien nos interesa, debemos hacerlo en un clima de silencio, para oír a Dios, debemos callarnos y en el silencio, hacer oración.

Posiblemente por eso Juan fue a desierto y muchos van hoy al desierto, ¿y para qué?, porque no cabe la menor duda que allí es el lugar donde con más facilidad nos encontramos con Dios, allí donde se escucha el silencio, y en el silencio se escucha mejor a Dios. Y en este tiempo es propicio vivir un pequeño desierto, donde no haya voces perturbadoras, para que podamos oír con la voz que nos habla dentro, oír lo que hay en nuestra conciencia que, rectamente formada, es la voz de Dios. Esta voz interior, no dirá de mejor forma lo que debemos cambiar, para estar mejor preparados para nuestra conversión.

4.     HUMILDAD DEL BAUTISTA ANTE LO QUE ERA CRISTO

La figura del Bautista causó una fortísima conmoción en Israel. Hasta Josefo, historiador Judío, se hace eco de ella, diciendo que Antipas “temió la grande autoridad de aquel hombre.” Hubo un momento en que las gentes pensaron, ante aquella figura ascética y profética que anunciaba la llegada inminente del Reino, si él mismo no sería el Mesías. El mismo Sanedrín de Jerusalén le envió una representación para que dijese si era él el Mesías (Jn 1:19-28). Y éste es el momento, tanto en los evangelios sinópticos como en Juan, en que el Bautista declara que él sólo es un “esclavo,” pues él no es digno de ejercer con El oficio de los esclavos: “descalzarle.” El evangelio de Lucas, que es quien mejor da la razón de la confesión de humildad del Bautista ante lo que era Cristo, (Lc 3, 15), y en relato del evangelista Marcos, el que nos expresa que Juan Bautista predicaba, diciendo: “Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”.

5.     TODOS VERÁN LA SALVACIÓN DE DIOS.

Ni el pesimismo agotador, ni la temeraria autosuficiencia, ni las conductas torcidas son senderos que nos llevan a Cristo. Solo la renovación interior puede abrir nuestras vidas al mensaje del Evangelio y al Amor santificador de Cristo. Si el Adviento ha introducido en la historia humana la Época última y se identifica con ella, ha de ser por esto una actitud constante de la vida cristiana. El creyente ha de sentirse siempre en estado permanente de conversión.

Oigamos a San León Magno: “Demos gracias a Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo, que, por la inmensa misericordia con que nos amó, se compadeció de nosotros y, estando muertos por el pecado, nos resucitó a la vida de Cristo (Ef 2,5) para que fuésemos en Él una nueva criatura, una nueva obra de sus manos. Por tanto, dejemos al hombre viejo con sus acciones (Col 3,9) y renunciemos a las obras de la carne nosotros que hemos sido admitidos a participar del nacimiento de Cristo. Reconoce ¡oh cristiano! tu dignidad, pues participas de la naturaleza divina (2 Pe 1,4) y no vuelvas a la antigua vileza con una vida depravada. Ten presente que, arrancado al poder de las tinieblas (Col 1,13) se te ha trasladado al reino y claridad de Dios. Por el sacramento del bautismo te convertiste en templo del Espíritu Santo. No ahuyentes a tan escogido huésped con acciones pecaminosas” (Homilía 1ª sobre la Natividad del Señor 3).

Entonces, para poder crecer en la caridad y desarrollar el discernimiento para que “el amor de nosotros crezca cada vez más”, para saber leer en los acontecimientos de la historia la presencia salvífica de Dios, es necesario que como creyentes nos abramos continuamente a Dios y a la historia. De ahí la actualidad de la predicación del Bautista como programa de apertura penitencial a Cristo y a la gracia del Evangelio de los que buscan sinceramente los designios divinos de la salvación que nos da Cristo, pues precisamente a esto ha venido El, para que veamos la salvación de Dios, por tanto, Jesús ha venido también para quitarnos el pecado que nos hace desventurados. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría! , porque él nos quiere felices y llenos de gloria. Es nuestra vida íntegra la que habrá de llevar a los demás hombres la autenticidad de nuestra fe y de nuestra comunión con Jesús, el Señor, más allá del altar y del templo. Hemos de ir por la vida abriendo a los hombres senderos para Cristo.

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

II Domingo de Adviento Ciclo C

PARA LA LECTIO DIVINA 

 

¿QUÉ QUIERE DECIR, PARA NOSOTROS, SER PROFETAS?

El comienzo de la época cristiana está marcado con el reaparecer de la profecía. Para Lucas, en Hechos, también el acontecimiento Iglesia comenzará con el don del Espíritu que nos hace profetas a todos los cristianos, hombres de la Palabra, capacitándonos, como al Bautista, para escuchar las urgencias de nuestro tiempo y proclamar la Palabra de salvación que enderece nuestros senderos humanos.

¿Qué quiere decir, para nosotros, ser profetas? Ante todo y fundamentalmente significa recibir un anuncio de esperanza de parte de Dios. “Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas" y Dios es el sujeto de estas acciones.

Él será quien rebajará los montes y rellenará los valles de nuestra soberbia, de la injusticia social, de la incredulidad de nuestro corazón y allanará para cada uno de nosotros el camino de la conversión antes de que nos mande recorrerlo. Ciertamente que no nos faltarán cansancios cuando colaboremos responsablemente en enderezar los caminos. Pero si es Dios quien interviene, quiere decir que ninguna de nuestras situaciones, por duras que sean, carecen de esperanza; precisamente nuestro compromiso "profético" está para que se pueda realizar nuestra esperanza.

Además al profeta nunca le falta el desierto. Decir desierto significa silencio, búsqueda de la esencialidad, lucha contra la propia soberbia y contra los múltiples enemigos del alma, escucha atenta de la Palabra, distancia crítica de las "modas" y juicios demasiado precipitados.

Quizás no resulte fácil pensar que ante una multitud bulliciosa sea más probable encontrar a alguno que escuche, pero el Bautista no parece que pensaba así. Juan nos enseña a amar el desierto, aunque conlleve no pocas situaciones de pobreza, indiferencia, injusticia, en las que se nos invita a hacer resonar la Palabra del consuelo y la fraternidad.

ORACIÓN

 

Señor:

Me sorprende también este año tu promesa: mientras voy caminando con la Iglesia para preparar la Navidad, escucho que eres tú quien me abres el camino de la conversión.

Me abres un camino alcanzándome con tu Palabra, mientras yo con frecuencia la escucho distraídamente y sin entusiasmo, tú me recuerdas que el encuentro con tu Palabra es más fuerte que la potencia de los imperios y que los grandes de este mundo transformando mi vida en historia de salvación. Enséñame a escuchar, enséñame el silencio.

Me abres un camino prometiendo rebajar los montes y rellenar los valles. Si no fuera porque tú me lo dices, estaría tentado de pensar que tengo la batalla perdida de antemano: que no cese, Señor, de luchar contra las montañas del orgullo, de la ira, de los vicios y no me asuste por los fallos de mi respuesta poco generosa.

Me abres un camino indicándome tantos desiertos que encuentro a mi alrededor y los espacios vacíos que nuestra caridad no sabe cómo llenar: que pueda, Señor, hacer lo que esté de mi parte, sin desanimar.

FUENTES DE LA PAGINA

 

La Página de la Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.

Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),

(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd,

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