Misa Diaria
MISA DIARIA DE CAMINANDO CON
JESUS
"La Eucaristía es fuente y culmen de toda
la vida cristiana" (LG 11)

Página de PEDRO SERGIO ANTONIO DONOSO BRANT
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24 y
25-12-2022
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Edición Nº 9.470
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LITURGIA DE LAS HORAS
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Esta edición especial, incluye
las Misas siguientes: (Pinchar los links)
MISA DE LA
MAÑANA, MISA VESPERTINA (VIGILIA), MISA
DE LA NOCHE, MISA DE LA AURORA (25 DIC)
MISA DEL DÍA DE NAVIDAD (25 DIC)
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MISA DE LA MAÑANA
ANTÍFONA DE
ENTRADA Gál 4, 4
Ya se cumplió el tiempo
establecido, en el que Dios envió a su Hijo a la tierra.
ORACIÓN
COLECTA
Señor Jesús, apresúrate,
no tardes, para que tu venida consuele y anime a quienes confían en tu
bondad. Tú que eres Dios y vives y reinas con el Padre, en la unidad del
Espíritu Santo. Por los siglos de los siglos.
LECTURA
2Sam 7, 1-5. 8b-12. 14a. 16
Lectura del segundo libro de Samuel.
Cuando David se
estableció en su casa y el Señor le dio paz, librándolo de todos sus
enemigos de alrededor, el rey dijo al profeta Natán: “Mira, yo habito en
una casa de cedro, mientras el arca de Dios está en una tienda de campaña”.
Natán respondió al rey: “Ve a hacer todo lo que tienes pensado, porque el
Señor está contigo”. Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a
Natán en estos términos: “Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el
Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que yo la habite? Yo
te saqué del campo de pastoreo, de detrás del rebaño, para que fueras el
jefe de mi pueblo Israel. Estuve contigo dondequiera que fuiste y exterminé
a todos tus enemigos delante de ti.
Yo haré que tu nombre
sea tan grande como el de los grandes de la tierra. Fijaré un lugar para mi
pueblo Israel y lo plantaré para que tenga allí su morada. Ya no será
perturbado, ni los malhechores seguirán oprimiéndolo como lo hacían antes,
desde el día en que establecí Jueces sobre mi pueblo Israel. Yo te he dado
paz, librándote de todos tus enemigos. Y el Señor te ha anunciado que él
mismo te hará una casa. Sí, cuando hayas llegado al término de tus días y
vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes,
a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza. Seré un padre
para él, y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino durarán eternamente
delante de mí, y tu trono será estable para siempre”.
Palabra de Dios.
COMENTARIO: La profecía de Natán es la carta del
mesianismo real. Al rey que se propone edificar una casa para el Señor, se
le dice que a él se le construirá una casa: la elección de su dinastía.
Ello significa que el Señor estará con él y con su pueblo, como garantía de
su integridad y de su paz. El mismo Señor edificará para David una casa,
dándole un trono eterno. Esta promesa, es uno de los ejes de la historia;
resume y concentra en la familia de David las promesas hechas a los
patriarcas y será evocada con frecuencia por las sucesivas profecías
mesiánicas, comunicadas por Amós, Isaías, Jeremías, Malaquías y Ezequiel.
SALMO Sal
88, 2-5. 27. 29
R. ¡Cantaré eternamente tu misericordia, Señor!
Cantaré eternamente el
amor del Señor, proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.
Porque tú has dicho:
“Mi amor se mantendrá eternamente, mi fidelidad está afianzada en el
cielo”. R.
Yo sellé una alianza
con mi elegido, hice este juramento a David, mi servidor: “Estableceré tu
descendencia para siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones”.
R.
Él me dirá: “Tú eres mi
padre, mi Dios, mi roca salvadora”. Le aseguraré mi amor eternamente, y mi
alianza será estable para él. R.
ALELUYA
Aleluya. Sol naciente, resplandor de la luz
eterna, sol de justicia, ven a iluminar a los que están en las tinieblas y
en la sombra de la muerte. Aleluya.
EVANGELIO
Lc 1, 67-79
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Zacarías, el padre de
Juan, quedó lleno del Espíritu Santo y dijo proféticamente: Bendito sea el
Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, y nos
ha dado un poderoso salvador en la casa de David, su servidor, como lo
había anunciado mucho tiempo antes por boca de sus santos profetas, para
salvarnos de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian.
Así tuvo misericordia
de nuestros padres y se acordó de su santa alianza, del juramento que hizo
a nuestro padre Abraham de concedernos que, libres de temor, arrancados de
las manos de los enemigos, lo sirvamos en santidad y justicia bajo su mirada,
durante toda nuestra vida. Y tú, niño, serás llamado profeta del altísimo,
porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer conocer a
su pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados; gracias a la
misericordiosa ternura de nuestro Dios, que nos traerá del cielo la visita
del sol naciente, para iluminar a los que están en las tinieblas y en la
sombra de la muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Palabra del Señor.
COMENTARIO: Zacarías nos ofrece una síntesis brillante
de los principales temas de la historia de la salvación. La obra del Señor
tiene como soporte su gran misericordia que se nos manda imitar en nuestras
relaciones humanas (cf. Lc 6, 36). El “Hijo de David”, prometido desde
antiguo, conducirá al pueblo no con la fuerza de las armas, sino por la
santidad y la justicia; cumplirá las promesa hechas,
a pesar de los muros levantados por la infidelidad, la idolatría, la
injusticia y la hipocresía de los hombres. Bendito sea el Señor que ha sido
justo y misericordioso para sacar a su pueblo de la esclavitud y
capacitarlo para que viva en paz y libertad.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta con bondad,
Padre, los dones que te ofrecemos; haz que, al recibirlos, nos libren de
nuestros pecados y podamos esperar con alma limpia la gloriosa venida de tu
Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
ANTÍFONA
DE COMUNIÓN Lc 1, 68
Bendito sea el Señor, Dios
de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Renovados por esta
eucaristía, te pedimos, Padre, que así como preparamos la fiesta del
admirable nacimiento de tu Hijo, también podamos recibir con alegría la
abundancia de sus dones eternos. Él que vive y reina por los siglos de los
siglos.
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REFLEXIÓN
Lc 1, 67-79
El cántico de Zacarías
es un tejido de reminiscencias bíblicas que exalta el cumplimiento de las
promesas de salvación hechas por Dios en las antiguas profecías. Zacarías,
sacerdote de la antigua ley, pero lleno del Espíritu Santo, en el presente
cántico de bendición por la visita del Señor a su pueblo, inaugura la nueva
alianza, cuyo precursor será su hijo Juan, en el que la larga espera de
siglos llega a su cumplimiento.
El texto bíblico se
divide en dos partes: la primera resume la historia de salvación,
resaltando la misericordia de Dios con los padres y su inquebrantable
fidelidad a la alianza, que se realizará en la figura del Mesías (w.
68-75); la segunda mira al Bautista, «profeta del Altísimo
» (v. 76), destinado a preparar los caminos del Señor con la
predicación de la redención y salvación universal, efectiva en la persona
de Jesús, por el perdón de los pecados, fruto de su inmensa bondad.
El cántico ensalza a
Cristo, el sol de la resurrección, engendrado antes de la aurora, que con
sus rayos ilumina a los que viven en tinieblas y en espera, vivifica a los
que carecen de vida y la imploran. Él es la paz, plenitud de los dones
mesiánicos, destinada a los que alaban y dan gloria a Dios. Él, el Verbo
del Padre, es luz y vida de los hombres, en el cual ven a Dios y al cual
obedecen.
ORACIÓN
Señor Jesús, Verbo del
Padre y luz de los hombres, te adoramos en esta vigilia de Navidad y
esperamos gozosos tu venida, que una vez más lleva a cumplimiento las
promesas de Dios. Iluminados por tu luz, creemos que eres Aquel que ama al
hombre y que la única finalidad de tu vida es la salvación de todo hombre.
La fe nos introduce en este misterio de vida, la experiencia nos lo enseña
y tu Palabra de verdad nos guía en este camino de luz.
Verbo eterno del
Padre, queremos ser tus primeros adoradores, adictos a la bondad y al bien,
testigos de tu misericordia. Tú que no te ocultas a nadie, sino que a todos
concedes tu divina luz, seas por siempre nuestra verdadera luz que alumbre
a toda la humanidad. Apresuramos nuestro camino hacia la salvación, hacia
el nuevo nacimiento, porque deseamos, a pesar de ser multiplicidad,
reunirnos en un solo amor siguiendo el modelo de unidad del misterio
trinitario en el que nos sumerges y renovar de este modo la alianza
contigo. Como la virgen María, lugar de la encarnación, concédenos saber
interiorizar tu Palabra para descubrir cada vez más la hondura de este
misterio dentro de nosotros mismos, misterio en el que «vivimos, nos
movemos y existimos» (Hech 17,28), y llegar a ser contemplativos como María
para no confundir esta Palabra con nuestro mismo ser, sino identificamos
con la que lleva al Verbo en sus entrañas y lo engendra como hijo suyo.
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MISA VESPERTINA
De la vigilia de la Natividad del Señor. (S). Blanco.
ANTÍFONA
DE ENTRADA Cfr. Éx 16, 6-7
Hoy sabrán que el Señor
viene a salvarnos, y mañana verán aparecer su gloria.
ORACIÓN
COLECTA
Dios nuestro, que cada
año nos alegras con la esperanza de la salvación, concédenos que,
recibiendo con gozo a tu Hijo unigénito como Redentor, podamos contemplarlo
confiadamente cuando venga como juez. Él que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA
LECTURA Is 62, 1-5
Lectura del libro de Isaías.
Por amor a Sión no me
callaré, por amor a Jerusalén no descansaré, hasta que irrumpa su justicia
como una luz radiante y su salvación, como una antorcha encendida. Las
naciones contemplarán tu justicia y todos los reyes verán tu gloria; y tú
serás llamada con un nombre nuevo, puesto por la boca del Señor. Serás una
espléndida corona en la mano del Señor, una diadema real en las palmas de
tu Dios. No te dirán más « ¡Abandonada!», ni dirán
más a tu tierra « ¡Devastada!», sino que te llamarán «Mi deleite», y a tu
tierra «Desposada». Porque el Señor pone en ti su deleite y tu tierra
tendrá un esposo.
Como un joven se casa
con una virgen, así te desposará el que te reconstruye; y como la esposa es
la alegría de su esposo, así serás tú la alegría de tu Dios.
Palabra de Dios.
SALMO Sal
88, 4-5. 16-17. 27. 29
R. Cantaré eternamente la misericordia del Señor.
Yo sellé una alianza con
mi elegido, hice este juramento a David, mi servidor: «Estableceré tu
descendencia para siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones».
R.
¡Feliz el pueblo que
sabe aclamarte! Ellos caminarán a la luz de tu rostro; se alegrarán sin
cesar en tu Nombre, serán exaltados a causa de tu justicia. R.
Él me dirá: «Tú eres mi
padre, mi Dios, mi Roca salvadora». Le aseguraré mi amor eternamente, y mi
alianza será estable para él. R.
SEGUNDA
LECTURA Hech 13, 16-17. 22-25
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
Al llegar a Antioquía
de Pisidia, Pablo se levantó en la sinagoga y, pidiendo silencio con un
gesto, dijo: «Escúchenme, israelitas y todos los que temen a Dios.
El Dios de este Pueblo,
el Dios de Israel, eligió a nuestros padres y los convirtió en un gran
Pueblo, cuando todavía vivían como extranjeros en Egipto. Luego, con el
poder de su brazo, los hizo salir de allí. Y cuando Dios desechó a Saúl,
les suscitó como rey a David, de quien dio este testimonio: “He encontrado
en David, el hijo de Jesé, a un hombre conforme a mi corazón que cumplirá
siempre mi voluntad”. De la descendencia de David, como lo había prometido,
Dios hizo surgir para Israel un Salvador, que es Jesús.
Como preparación a su
venida, Juan Bautista había predicado un bautismo de penitencia a todo el
pueblo de Israel. Y al final de su carrera, Juan Bautista decía: “Yo no soy
el que ustedes creen, pero sepan que después de mí viene Aquél a quien yo
no soy digno de desatar las sandalias”».
Palabra de Dios.
ALELUYA
Aleluya. Mañana quedará
borrada la iniquidad de la tierra, y reinará sobre nosotros el Salvador del
mundo. Aleluya.
EVANGELIO
Mt 1, 1-25
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Genealogía de
Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham fue padre de Isaac;
Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos. Judá fue
padre de Fares y de Zará, y la madre de éstos fue Tamar. Fares fue padre de
Esrón; Esrón padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón;
Naasón, padre de Salmón.
Salmón fue padre de
Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de
éste fue Rut. Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del rey David. David fue
padre de Salomón, y la madre de éste fue la que había sido mujer de Urías.
Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá;
Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías.
Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías;
Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón, padre de
Josías; Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro
en Babilonia. Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de
Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel; Zorobabel, padre de Abiud; Abiud,
padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor. Azor fue padre de Sadoc; Sadoc,
padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud; Eliud, padre de Eleazar; Eleazar,
padre de Matán; Matán, padre de Jacob. Jacob fue padre de José, el esposo
de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. El total de las
generaciones es, por lo tanto: desde Abraham hasta David, catorce
generaciones; desde David hasta el destierro en Babilonia, catorce
generaciones; desde el destierro en Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.
Éste fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con
José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra
del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería
denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba
en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo
de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido
engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a
quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su Pueblo de todos
sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había
anunciado por el Profeta: «La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien
pondrán el nombre de Emanuel», que traducido significa: «Dios con
nosotros». Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había
ordenado: llevó a María a su casa, y sin que hubieran hecho vida en común,
ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús.
Palabra del Señor.
O bien más
breve: Mt 1, 18-25
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Este fue el origen de
Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía
no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla
públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el
Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David,
no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en
ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás
el nombre de Jesús, porque Él salvará a su Pueblo de todos sus pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por
el Profeta: «La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el
nombre de Emanuel», que traducido significa: «Dios con nosotros». Al
despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a
María a su casa, y sin que hubieran hecho vida en común, ella dio a luz un
hijo, y él le puso el nombre de Jesús.
Palabra del Señor.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor Dios
nuestro, anticipar con un culto fervoroso esta solemnidad, ya que en ella
manifiestas el comienzo de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
ANTÍFONA
DE COMUNIÓN Cfr. Is 40, 5
Se manifestará la
gloria del Señor, y todos verán la salvación de nuestro Dios.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, fortalécenos con
la celebración anticipada del nacimiento de tu Hijo único, que se ha hecho
comida y bebida en este sacramento de salvación. Él que vive y reina por
los siglos de los siglos.
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REFLEXION
Mt 1, 1-25
A primera vista, la
genealogía con que Mateo abre su evangelio crea un cierto disgusto por el
relato árido y sin sentido, pero, en realidad, esconde una gran riqueza de
enseñanzas teológicas, expresadas en un lenguaje lleno de artificios
exegéticos. El evangelista, injertando a Jesús en un árbol genealógico,
pretende decirnos que viene de Israel y es Hijo de David, pero que, al
mismo tiempo, es mucho más. Observando, pues, la genealogía, se advierte
que está construida de modo simétrico con tres períodos de catorce nombres.
¿Por qué este modo de
proceder? La apocalíptica judía nos enseña que el actuar de Dios, como el
camino de la historia, es misterioso y numéricamente fijo en la
periodicidad; esto es: la venida de Jesús a nosotros tiene lugar en el
tiempo fijado por Dios, cuando la historia llega a su plenitud.
Pero el centro sobre
el que converge el texto bíblico es el versículo 16: “Jacob engendró a
José, el esposo de María, de la que nació Jesús llamado Mesías”. Este
versículo, si se observa bien, constituye una ruptura en la genealogía: la
generación, de hecho, es quitada a José, porque el verbo no está en forma
activa: «engendró», sino en pasiva: fue engendrado». Es evidente, pues,
como afirman los vv. 18-25, que Jesús no es sólo hijo de David, sino que
procede de Dios. Éste es el misterio de Jesús; sorpresa para algunos y
escándalo para otros. Jesús está ciertamente injertado en la historia
humana y en la hebrea, pero la supera, porque viene de lo alto, su origen
está en el Padre.
ORACIÓN
Jesús, tú te has hecho
nuestro hermano y amigo y no has vacilado en hacerte hombre como nosotros
para restablecer la amistad entre Dios y la humanidad. Nosotros queremos,
ante todo, agradecer al Padre tuyo y Padre nuestro (cf. Jn 20,17) porque no
ha vacilado en mandarte a ti, que eres el mayor don que hemos recibido,
eligiendo así el camino más bello para llevar a cabo nuestra salvación.
Tú eres la
transparencia personal del amor del Padre y lo eres sólo en virtud de tu
unión con Dios y de tu ser Hijo: y nosotros te damos gracias por la
obediencia con que has respondido a su proyecto de amor y por el modo con
que nos lo has hecho conocer desvelándonos su rostro interior. Pero es tu
ejemplo de vida quien nos ha conquistado, porque es una página abierta
sobre la que se puede leer cómo nos ha amado Dios. Todo ha partido del amor
y a través del amor toma al amor.
Jesús, tú estás
siempre a la escucha del Padre con mirada de contemplación interior y
transmites sus palabras, más aún, comunicas tan bien la palabra del Padre
que tú mismo eres la Palabra. Queremos en esta Navidad entrar en el
silencio y en el estupor de la gruta de Belén.
Ésta es muy distinta
de aquella en la que tú naciste hace tantos años, pero todavía nos dice que
para venir a nosotros no escogiste el camino del poder sino el de la
humildad y el ocultamiento; no escogiste la riqueza sino la pobreza,
privilegiando a los pobres y a los últimos; no escogiste el camino del
éxito y de los honores sino el de la humillación y la cruz. Que esta
Navidad sea una nueva visita tuya a nuestro corazón para vivir con todos
nuestros hermanos el amor, que tú nos has enseñado.
|
MISA DE LA NOCHE
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal
2, 7
El
Señor me ha dicho: Tú eres mí Hijo yo te he
engendrado hoy.
Motivación de entrada: La solemnidad del
nacimiento de Cristo es la fiesta de la intimidad familiar, pero también de
la alegría universal: la salvación, largamente esperada, se hace presente
en Jesús: un niño indefenso, amable, acogedor. Belén es la primera cátedra
de vida cristiana.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que has iluminado esta santísima
noche con la claridad de Cristo, luz verdadera, concédenos que, después de
haber conocido en la tierra los misterios de esa luz, podamos también gozar
de ella en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de
los siglos.
PRIMERA LECTURA Is 9,
1-6
El profeta anuncia la salvación
que se revela como luz, alegría y liberación en Jesús, príncipe de la paz.
Lectura del libro de Isaías.
El
pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que
habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz. Tú has multiplicado
la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia,
como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del
botín. Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el
palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián.
Porque las botas usadas en la refriega y las túnicas manchadas de sangre, serán presa de las llamas, pasto del fuego.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa
sobre sus hombros y se le da por nombre: «Consejero
maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz». Su
soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y
para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho y la justicia,
desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará todo
esto.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 95, 1-3. 11-13
R. Hoy nos ha nacido un Salvador: el
Mesías, el Señor.
Canten
al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; canten al Señor,
bendigan su Nombre. R.
Día
tras día, proclamen su victoria, anuncien su gloria entre las naciones, y
sus maravillas entre los pueblos. R.
Alégrese
el cielo y exulte la tierra, resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos, griten de gozo los árboles del
bosque. R.
Griten
de gozo delante del Señor, porque Él viene a gobernar la tierra: Él
gobernará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad. R.
SEGUNDA LECTURA Tit 2,11-14
En
Jesús se nos revela la presencia salvadora de Dios entre nosotros. Esto nos
estimula a vivir una vida religiosa, sobria y justa.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a Tito.
La
gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha
manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos,
para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras
aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran
Dios y Salvador, Cristo Jesús. Él se entregó por nosotros, a fin de
librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido
y lleno de celo en la práctica del bien.
Palabra de Dios.
ALELUYA Lc 2, 10-11
Aleluya.
Les traigo una buena noticia, una gran alegría: hoy les ha nacido un
Salvador, el Mesías, el Señor. Aleluya.
EVANGELIO Lc 2, 1-14
Lucas
relata el viaje de José y de María, a Belén, y el nacimiento de Jesús en la
más grande pobreza. Realmente el Señor asume en concreto la condición
humana.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas.
Apareció
un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en
todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la
Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que
pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se
dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María,
su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó
el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo
envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque donde se alojaban no
había lugar para ellos. En esa región acampaban unos pastores, que
vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.
De
pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los
envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo:
«No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo
el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el
Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién
nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre ».
Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial,
que alababa a Dios, diciendo: « ¡Gloria a Dios en
las alturas, y en la tierra paz a los hombres amados por Él!»
Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía:
Con los dones del pan y del vino, ofrecemos nuestra vida al Señor que, en
un admirable intercambio, nos ha unido a su divinidad.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Padre,
recibe nuestra ofrenda en esta fiesta, para que, por este sagrado
intercambio, lleguemos a ser semejantes a aquél que unió a ti nuestra
humanidad, Jesucristo nuestro Señor. Que vive y reina por los siglos de los
siglos.
Preparación
a la comunión: Hoy, en la Navidad, valoramos lo que significa la
identificación con Cristo: él se ha hecho hombre para que el hombre llegue
a ser Dios.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. Jn 1, 14
La
Palabra se hizo carne, y nosotros hemos visto su gloria.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor
y Dios nuestro, llenos de alegría hemos celebrado el nacimiento de nuestro
Redentor; concédenos la gracia de una vida santa y llegar así a la perfecta
comunión con él. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Despedida:
La Navidad no se agota en el pesebre ni en el árbol de los regalos. Es la fiesta
de la solidaridad cristiana. Vamos a anunciar y a testimoniar que en Cristo
Jesús nos sentimos todos hermanos de verdad.
|
REFLEXION
Lc 2, 1-14
Sobre el fondo de los anuncios proféticos (d.
Miq 5,1-4; 1 Sm 16,1-3), Lucas en el evangelio nos habla del nacimiento
histórico de Jesús. El relato es simple, pero sugestivo, lleno de matices
teológicos y construido sobre el modelo del anuncio misionero, que
comprende tres momentos. Primero la narración del acontecimiento: el edicto
de César Augusto en tiempos de Quirino, gobernador de Siria, y el
nacimiento de Jesús en Belén, en la pobreza, en un país sometido a una
potencia extranjera (vv. 1-7); después el anuncio hecho por los ángeles a
los pastores, primeros testigos del evento de la salvación (vv. 8-14); y,
por último, la acogida del anuncio, con los pastores que van a la gruta,
encuentran a Jesús, y sucesivamente el relato de su experiencia a otros
(vv. 15-20).
El punto central del relato, sin embargo, son
las palabras de los ángeles a los pastores, que consideran con respeto el
sentido gozoso del acontecimiento y la fe en Jesús Salvador en la figura de
un niño pobre, «envuelto en pañales, acostado en un pesebre» (v. 12). Dos
motivos, pues, se iluminan uno a otro en el texto: la visible pobreza en la
vivencia humana de Jesús y la gloria de Dios escondida en su presencia
entre los hombres. Sólo unos cuantos pastores, representantes de gente
pobre y humilde, reconocen al Mesías esperado: éste es el signo divino
extraordinario del inicio de una época nueva en la historia de los hombres.
ORACIÓN
Te damos gracias, Señor del universo y de los
hombres, porque en Jesús niño, que vino a la tierra portador de tus dones
-la paz, la alegría, la justicia y la salvación-, se ha manifestado tu amor
a todos. Queremos comprender, si bien con la pequeñez de nuestra mente,
algo del misterio del Verbo encarnado, porque con ello se iluminará nuestro
misterio humano.
Para los judíos era absurdo pensar que la
Palabra definitiva de Dios apareciese en la debilidad del hombre Jesús.
Para los paganos era escándalo aceptar la plena humanidad del Hijo de Dios,
lugar indigno de la divinidad.
Nosotros, por el contrario, creemos que la
Palabra, en un momento histórico muy preciso, «se hizo carne» en la
fragilidad e impotencia como toda criatura, naciendo de una mujer, María
(cf. 1 Jn 4,2-3), y creemos que en Cristo Jesús, verdadero
Dios y verdadero hombre, reside la revelación definitiva del Padre y
el anuncio de la fe que nos salva.
El hombre del tercer milenio tiene necesidad de
Jesús, revelador de tu amor de Padre, para escapar de su individualismo y
de su superficialidad, que lo privan de los verdaderos valores en que se
puede encontrar la esperanza de vivir. Señor, el nacimiento de tu Hijo nos
revela que también nosotros en Jesús hemos sido hechos hijos tuyos y te
podemos conocer.
Haz que toda nuestra vida, sobre el modelo de la
de Cristo, se vuelva en actitud de docilidad filial hacia ti y, para ello,
en la noche de Navidad nos ponemos de rodillas, en adoración ante el rostro
humano del Jesús-Niño, tu Hijo unigénito, en el que resplandece e irradia
tu rostro invisible de Padre, para ver nuestro rostro divino.
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MISA DE LA AURORA
De la Natividad del Señor. (S). Blanco.
Gloria. Credo. Prefacio de Navidad I, II o III
ANTÍFONA DE ENTRADA
Cfr. Is 9, 1.5; Lc 1, 33
Hoy
brillará la luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor; él será
llamado Dios admirable, Príncipe de la paz, Padre para siempre, y su reino
no tendrá fin.
ORACIÓN COLECTA
Dios
todopoderoso, envueltos con la nueva luz de tu Verbo hecho carne, te
pedimos que resplandezca en nuestras obras lo que, por la fe, brilla en
nuestro espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos.
PRIMERA LECTURA Is 62, 11-12
Lectura del libro de Isaías.
Esto
es lo que el Señor hace oír hasta el extremo de la tierra: «Digan a la hija
de Sión: Ahí llega tu Salvador; el premio de su victoria lo acompaña y su
recompensa lo precede. A ellos se los llamará “Pueblo santo”. “Redimidos
por el Señor”; y a ti te llamarán “Buscada”, “Ciudad no abandonada”».
Palabra de Dios.
SALMO Sal 96, 1. 6. 11-12
R. Hoy nos ha nacido el Señor. ¡Aleluya!
¡El
Señor reina! Alégrese la tierra, regocíjense las islas incontables. Los
cielos proclaman su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria. R.
Nace
la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alégrense,
justos, en el Señor y alaben su santo Nombre. R.
SEGUNDA LECTURA Tit 3,4-7
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a Tito.
Cuando
se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres,
no por las obras de justicia que habíamos realizado, sino solamente por su
misericordia, Él nos salvó, haciéndonos renacer por el bautismo y
renovándonos por el Espíritu Santo. Y derramó abundantemente ese Espíritu
sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador, a fin de que, justificados
por su gracia, seamos en esperanza herederos de la Vida eterna.
Palabra de Dios.
ALELUYA Lc 2, 14
Aleluya.
¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres amados por
Él! Aleluya.
EVANGELIO Lc 2, 15-20
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas.
Después
que los ángeles volvieron al cielo, los pastores se decían unos a otros:
«Vayamos a Belén, y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha anunciado».
Fueron rápidamente y encontraron a María, a José y al recién nacido acostado
en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño,
y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los
pastores.
Mientras
tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los
pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían
visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.
Palabra del Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor,
que estas ofrendas sean dignas del misterio de la Navidad que hoy
celebramos; y así como te manifiestas en la humanidad de tu Hijo, también
nos comuniques tu gracia en estos dones de la tierra. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. Zac 9, 9
Alégrate,
hija de Sión; canta de gozo, hija de Jerusalén; ya llega tu Rey, santo y salvador
del mundo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor
Dios, tú nos has reunido para celebrar con alegría en nacimiento de tu
Hijo: concédenos conocer con fe plena la profundidad de este santo misterio
y amarlo aún más intensamente. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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REFLEXION
Lc 2, 15-20
Este evangelio de la "misa de la
aurora" es la continuación del de la noche, que Lucas nos ha
presentado con los tres momentos del esquema del anuncio misionero:
narración del hecho, anuncio a los pastores y acogida del acontecimiento.
El evangelista, en efecto, se detiene sobre este último momento en que los
pastores se dirigen inmediatamente a Belén y encuentran en la gruta, como
les había sido anunciado por los ángeles, al niño Jesús con María y José.
Estamos ante un verdadero itinerario de fe con
sus etapas, en las que aparece claro que la decisión interior se traduce
inmediatamente en gestos concretos de vida: primero la búsqueda (“fueron
deprisa”: v. 16a), después el hallazgo y la experiencia humana y espiritual
(“encontraron al Niño”: v. 16b), por último el testimonio de vida
(“contaron lo que del Niño se les había dicho”: v. 17). Del testimonio
nace, pues, la reacción de asombro y de fe en los que habían escuchado el
relato (“se quedaban admirados de lo que decían los pastores”: v. 18), y
así la fe comienza a propagarse.
El texto termina con una preciosa referencia a
María: (“ella conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón”: v.
19), lo que significa que la Virgen permanece pensativa en la contemplación
de los hechos narrados y de las palabras de los pastores sobre el pequeño
Jesús. Ya la historia del Hijo, que va del vientre materno al vientre-tumba
de la resurrección, forma un todo con la historia de María, porque, desde
el fiat de la anunciación, ella ha aceptado en la fe servir dócilmente los
caminos de Dios.
ORACIÓN
Acepta, Señor, nuestra oración silenciosa y
adorante porque en este día queremos hacerla con los labios y el corazón de
María, tu Madre, que largamente en el silencio ha contemplado tu rostro y
ha escuchado antes que nadie tus palabras: «Dichosos los que escuchan la
Palabra de Dios y la cumplen» (Lc 11,28). Te damos gracias, Señor, por tu
persona que se ha hecho Palabra, por tu Espíritu que ora en nosotros, por
las pocas y tantas cosas que nos has dicho desde tu pesebre de Belén con tu
silencio. También nosotros quisiéramos callar y únicamente contemplar tu
rostro, porque él nos habla y eso nos basta. Contemplar y callar,
conservando y meditando en el corazón.
Te pedimos sólo que cada uno de nosotros busque,
hoy y en el futuro, no las cosas que se ha propuesto hacer, sino aquellas
que tú quieres que haga, lo que tú, amorosamente, nos invitas a hacer.
Ayúdanos, por un momento, a acallar nuestras preocupaciones inmediatas para
dejarnos llevar por ti hacia las preocupaciones verdaderas y así, olvidando
las cosas "urgentes", nos ocuparemos, por fin, de lo
auténticamente importante.
Y tú, María, que meditabas en tu corazón las
palabras y los hechos de Jesús, haz que te imitemos con sencillez, con
tranquilidad, con paz. Aparta de nosotros todo afán, preocupación y
esfuerzo, y haznos atentos escuchadores de la Palabra, como has hecho tú, para
que nazca en nosotros el fruto del evangelio, tu Hijo Jesús, que llevaste
en tu seno.
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MISA DEL DÍA
De la Natividad del Señor. (S). Blanco.
Gloria. Credo. Prefacio de Navidad I, II o III.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Is 9, 1.5
Un
niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; la soberanía reposa sobre sus
hombros, y su nombre será Consejero admirable.
Motivación
de entrada: La liturgia hace suyas, en esta celebración, las palabras del
profeta Isaías: “Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. La insignia
del poder está sobre sus hombros y se le llamará Consejero
admirable” (Isaías 9, 6). Es toda una invitación a reflexionar y adorar.
ORACIÓN COLECTA
Dios
nuestro, que admirablemente creaste la naturaleza humana y, de modo aún más
admirable, la restauraste; concédenos participar de la vida divina de tu
Hijo, como él compartió nuestra condición humana. Que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA Is 52, 7-10
Con
estilo poético, el profeta anuncia el retorno de Dios en medio de su
pueblo.
Lectura del libro de Isaías.
¡Qué
hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia,
del que proclama la paz, del que anuncia la felicidad, del que proclama la
salvación y dice a Sión: « ¡Tu Dios reina!»
¡Escucha! Tus centinelas levantan la voz, gritan todos juntos de alegría,
porque ellos ven con sus propios ojos el regreso del Señor a Sión.
¡Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén, porque el Señor
consuela a su Pueblo, Él redime a Jerusalén! El Señor desnuda su santo
brazo a la vista de todas las naciones, y todos los confines de la tierra
verán la salvación de nuestro Dios.
Palabra de Dios.
Comentario:
El
Profeta es quien habla en nombre de Dios, también puede ser llamado
“testigo” (que ha visto, no es un parlante, sino un comunicador). Y Dios
siempre es una “buena noticia”. Quien anuncia y predica la Palabra de Dios,
si responde a un llamado divino, dejará sus “pasos” marcados por donde vaya
con la buena noticia y la alegría que sólo Dios puede comunicar. Pensemos
sólo en nuestros santos.
SALMO Sal 97, 1-6
R. Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Canten
al Señor un canto nuevo, porque Él hizo maravillas: su mano derecha y su
santo brazo le obtuvieron la victoria. R.
El
Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad a favor del pueblo de Israel. R.
Los
confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al
Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R.
Canten
al Señor con el arpa y al son de instrumentos musicales; con clarines y
sonidos de trompeta aclamen al Señor, que es Rey. R.
SEGUNDA Lectura Heb 1, 1-6
Dios,
después de hablar a los hombres de muchas maneras por los profetas, ahora
nos ha hablado por su mismo Hijo.
Lectura de la carta a los Hebreos.
Después
de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los Profetas,
en muchas ocasiones y de diversas maneras, ahora, en este tiempo final,
Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas
las cosas y por quien hizo el mundo. Él es el resplandor de su gloria y la
impronta de su ser. Él sostiene el universo con su Palabra poderosa, y
después de realizar la purificación de los pecados, se sentó a la derecha
del trono de Dios en lo más alto del cielo. Así llegó a ser tan superior a
los ángeles, cuanto incomparablemente mayor que el de ellos es el Nombre
que recibió en herencia. ¿Acaso dijo Dios alguna vez a un ángel: «Tú eres
mi Hijo, yo te he engendrado hoy»? ¿Y de qué ángel dijo: «Yo seré un padre
para él y él será para mí un hijo»? Y al introducir a su Primogénito en el
mundo, Dios dice: «Que todos los ángeles de Dios lo adoren».
Palabra de Dios.
Comentario:
Dios
ha hablado de muchas maneras en la historia, pero la “última carta” es la
vida y la palabra de Cristo. La Biblia, incluso el calendario romano, se
divide en dos: antes y después de Cristo. Él inaugura una “nueva etapa” de
la historia. Esta realidad hace caer aquellas revelaciones que pretenden
inquietar las conciencias. Dios ya ha hablado y hay que escucharlo desde
Cristo.
ALELUYA
Aleluya.
Nos ha amanecido un día sagrado; vengan, naciones, adoren al Señor, porque
hoy una gran luz ha bajado a la tierra. Aleluya.
EVANGELIO Jn 1, 1-18
El evangelista Juan, divinamente
inspirado, nos hace remontar en el misterio de Dios. Jesús es la palabra
eterna del Padre que se hace hombre para salvarnos.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Juan.
Al
principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la
Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron
hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que
existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz
brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un
hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar
testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la
luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al
venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella
estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no
la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos
los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar
a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la
carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto
su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia
y de verdad. Juan da testimonio de Él, al declarar: «Éste es Aquél del que
yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes
que yo». De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido
gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la
gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a
Dios; el que lo ha revelado es el Dios Hijo único, que está en el seno del
Padre.
Palabra del Señor.
O bien más breve: Jn 1, 1-5. 9-14
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Juan.
Al
principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la
Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios.
Todas
las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada
de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los
hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo
hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y
el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero
a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el
poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por
obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados
por Dios.
Y
la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su
gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y
de verdad.
Palabra del Señor.
Comentario:
Juan
no hace una narración folklórica del nacimiento de Jesús, como pueden
hacerlo los otros evangelistas, sino más bien profundiza una reflexión que
parte de preexistencia del Verbo (Hijo de Dios) junto a Dios (Padre) y de
su “encarnación” (se hizo uno de nosotros) convertida en Palabra de Dios en
este mundo. De esta gracia somos partícipes, si la recibimos con fe y nos
convertimos en testigos de Dios en este mundo.
Presentación
de las ofrendas: En el día de Navidad, el ofertorio del pan y del vino
cobra un significado particular, Dios se hace uno de nosotros en Belén, que
significa “casa del pan”. Nos comprometemos a que no falte el pan en ningún
hogar, por amor a Cristo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
En
este día de fiesta acepta, Señor, este sacrificio que nos reconcilia
plenamente contigo y contiene toda la alabanza que el hombre puede
ofrecerte. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Preparación
a la comunión: Comulguemos hoy con Jesús, palabra de Dios hecha carne,
mientras pedimos que nuestra vida y la de nuestros hermanos de comunidad se
transformen en una perenne Navidad.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 97, 3
Los
confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios
misericordioso, hoy nos ha nacido el Salvador del mundo; te pedimos que así
como nos ha hecho hijos tuyos, también nos haga partícipes de su
inmortalidad. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Despedida:
Dios se ha hecho hombre para que el hombre llegue a poseer la vida divina.
Es la alegre noticia que debemos anunciar a todos en esta Navidad, con
nuestra palabra y, sobre todo, con el testimonio de nuestra vida.
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REFLEXION
Jn 1, 1-18
El prólogo de Juan es una síntesis meditativa de
todo el misterio de Navidad, porque el Niño de Belén es la revelación de
Dios, la verdad de Dios y del hombre, y reflexionando sobre este evento nos
ponemos en tesitura de comprender quién es el que ha nacido y quienes somos
nosotros.
El núcleo del prólogo está en el v. 14: «Y la
Palabra se hizo carne», que contiene el hecho de la encarnación y, por
tanto, de Navidad: el Hijo de Dios se ha hecho hombre con la fragilidad e
impotencia de toda criatura. Para comprenderlo Juan se remonta al misterio
trinitario y luego vuelve a descender hasta el hombre. El inicio, pues, es
la afirmación que nos sitúa fuera del tiempo en el misterio de Dios: «En el
principio era la Palabra» (v. la) y nos habla de una existencia sin
comienzo ni devenir.
Después en la frase: «La Palabra estaba junto al
Padre » (v. lb), el evangelista precisa la
situación del Lagos (= la Palabra), que existe desde siempre, en parangón
con Dios: el Verbo, en su ser más profundo, está en actitud de escucha y
obediencia, completamente vuelto hacia el Padre. Jesús, la Palabra
encarnada, hace a Dios visible y cercano al hombre, siendo su reflejo. Así
pues, toda la historia y la realidad humana tienen vida por la Palabra:
(“En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres” (v. 4),
porque en Jesús todo encuentra consistencia, significado, fin y
especialmente la salvación de todo hombre. Todas estas afirmaciones de Juan
son importantes para comprender el papel de Jesús como revelador y testigo
veraz de Dios. Por esto (“de su plenitud todos hemos recibido gracia sobre
gracia” (v. 16), es decir, de su vida filial todos podemos recibir
abundantemente.
ORACIÓN
Padre nuestro, en estos días hemos escuchado
muchas palabras sobre la Navidad y estamos saciados de ellas pero, en
realidad, no hemos comprendido a fondo el sentido de aquellas verdades.
Juan Pablo II ha hecho esta reflexión: «El Niño alienta. ¿Quién oye el
vagido del Niño? Por Él, empero, habla el cielo y es el cielo el que revela
la enseñanza de este nacimiento. Es el cielo el que la explica con estas
palabras: « ¡Gloria a Dios en las alturas y en la
tierra paz a los hombres que gozan de su amor!». Es preciso que nosotros,
tocados por el hecho del nacimiento de Jesús, escuchamos este grito del cielo ». ¿Cómo acoger y escuchar el vagido de este Niño?
Ésta es la pregunta que tú, Señor, suscitas en nuestro corazón. Nuestra
respuesta quiere ser pronta y generosa, sobre todo con la escucha de tu
Palabra que se presenta educadora de sensibilidad cristiana para hacer la
experiencia de que tú eres «Emmanuel». Queremos, además, corresponder a los
dones, como el grandísimo que nos has hecho al nacer entre nosotros.
Nuestro don es nada respecto al tuyo, pero continúa esta donación por
solidaridad y participación plena de la vivencia humana.
Tu Navidad nos propone también la consciencia de
la fraternidad universal. Cada uno de nuestros gestos navideños pretende
ser no sólo privado o familiar, sino abierto a la solidaridad y a la
bondad, especialmente con los más necesitados de ellas, como los pobres,
los inmigrantes, los explotados, los que viven en soledad o son olvidados,
porque justicia social y solidaridad van siempre juntas.
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FUENTES DE LA PAGINA
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La Página de la Misa
Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant, desde
Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor
Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda
mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto
nos ama.
Nota: Para la Liturgia
de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el
estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia
Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),
(3) Para la Lectio
Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier
Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd.
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