Misa Diaria

MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS

"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)

Página de PEDRO SERGIO ANTONIO DONOSO BRANT

24 años en Internet, desde 1998

 

La edición de la Misa Diaria, Reflexión Bíblica, Lectio Divina y Santoral, enviada por correo por sistema de grupos, es las más antigua de Internet, comenzó en el año 1998 y hoy llega a más de 23.880 suscriptores de 56 países distintos. Se envía desde Santiago de Chile. Si desea suscribirse o comunicar algo, escriba al correo electrónico:  caminandoconjesus@vtr.net

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24 y 25-12-2022

Edición  9.470

LITURGIA DE   LAS HORAS 

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Esta edición especial, incluye las Misas siguientes: (Pinchar los links)

MISA DE LA MAÑANA, MISA VESPERTINA (VIGILIA), MISA DE LA NOCHE, MISA DE LA AURORA (25 DIC)

MISA DEL DÍA DE NAVIDAD (25 DIC)

 

MISA DE LA MAÑANA

ANTÍFONA DE ENTRADA Gál 4, 4

Ya se cumplió el tiempo establecido, en el que Dios envió a su Hijo a la tierra.

ORACIÓN COLECTA

Señor Jesús, apresúrate, no tardes, para que tu venida consuele y anime a quienes confían en tu bondad. Tú que eres Dios y vives y reinas con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo. Por los siglos de los siglos.

LECTURA 2Sam 7, 1-5. 8b-12. 14a. 16

Lectura del segundo libro de Samuel.

Cuando David se estableció en su casa y el Señor le dio paz, librándolo de todos sus enemigos de alrededor, el rey dijo al profeta Natán: “Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el arca de Dios está en una tienda de campaña”. Natán respondió al rey: “Ve a hacer todo lo que tienes pensado, porque el Señor está contigo”. Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos: “Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que yo la habite? Yo te saqué del campo de pastoreo, de detrás del rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel. Estuve contigo dondequiera que fuiste y exterminé a todos tus enemigos delante de ti.

Yo haré que tu nombre sea tan grande como el de los grandes de la tierra. Fijaré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que tenga allí su morada. Ya no será perturbado, ni los malhechores seguirán oprimiéndolo como lo hacían antes, desde el día en que establecí Jueces sobre mi pueblo Israel. Yo te he dado paz, librándote de todos tus enemigos. Y el Señor te ha anunciado que él mismo te hará una casa. Sí, cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza. Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y tu trono será estable para siempre”.

Palabra de Dios.

COMENTARIO: La profecía de Natán es la carta del mesianismo real. Al rey que se propone edificar una casa para el Señor, se le dice que a él se le construirá una casa: la elección de su dinastía. Ello significa que el Señor estará con él y con su pueblo, como garantía de su integridad y de su paz. El mismo Señor edificará para David una casa, dándole un trono eterno. Esta promesa, es uno de los ejes de la historia; resume y concentra en la familia de David las promesas hechas a los patriarcas y será evocada con frecuencia por las sucesivas profecías mesiánicas, comunicadas por Amós, Isaías, Jeremías, Malaquías y Ezequiel.

SALMO Sal 88, 2-5. 27. 29

R. ¡Cantaré eternamente tu misericordia, Señor!

Cantaré eternamente el amor del Señor, proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.

Porque tú has dicho: “Mi amor se mantendrá eternamente, mi fidelidad está afianzada en el cielo”. R.

Yo sellé una alianza con mi elegido, hice este juramento a David, mi servidor: “Estableceré tu descendencia para siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones”. R.

Él me dirá: “Tú eres mi padre, mi Dios, mi roca salvadora”. Le aseguraré mi amor eternamente, y mi alianza será estable para él. R.

ALELUYA

Aleluya. Sol naciente, resplandor de la luz eterna, sol de justicia, ven a iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte. Aleluya.

EVANGELIO Lc 1, 67-79

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Zacarías, el padre de Juan, quedó lleno del Espíritu Santo y dijo proféticamente: Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, y nos ha dado un poderoso salvador en la casa de David, su servidor, como lo había anunciado mucho tiempo antes por boca de sus santos profetas, para salvarnos de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian.

Así tuvo misericordia de nuestros padres y se acordó de su santa alianza, del juramento que hizo a nuestro padre Abraham de concedernos que, libres de temor, arrancados de las manos de los enemigos, lo sirvamos en santidad y justicia bajo su mirada, durante toda nuestra vida. Y tú, niño, serás llamado profeta del altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer conocer a su pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados; gracias a la misericordiosa ternura de nuestro Dios, que nos traerá del cielo la visita del sol naciente, para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Palabra del Señor.

COMENTARIO: Zacarías nos ofrece una síntesis brillante de los principales temas de la historia de la salvación. La obra del Señor tiene como soporte su gran misericordia que se nos manda imitar en nuestras relaciones humanas (cf. Lc 6, 36). El “Hijo de David”, prometido desde antiguo, conducirá al pueblo no con la fuerza de las armas, sino por la santidad y la justicia; cumplirá las promesa hechas, a pesar de los muros levantados por la infidelidad, la idolatría, la injusticia y la hipocresía de los hombres. Bendito sea el Señor que ha sido justo y misericordioso para sacar a su pueblo de la esclavitud y capacitarlo para que viva en paz y libertad.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta con bondad, Padre, los dones que te ofrecemos; haz que, al recibirlos, nos libren de nuestros pecados y podamos esperar con alma limpia la gloriosa venida de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Lc 1, 68

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Renovados por esta eucaristía, te pedimos, Padre, que así como preparamos la fiesta del admirable nacimiento de tu Hijo, también podamos recibir con alegría la abundancia de sus dones eternos. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

 

REFLEXIÓN Lc 1, 67-79

El cántico de Zacarías es un tejido de reminiscencias bíblicas que exalta el cumplimiento de las promesas de salvación hechas por Dios en las antiguas profecías. Zacarías, sacerdote de la antigua ley, pero lleno del Espíritu Santo, en el presente cántico de bendición por la visita del Señor a su pueblo, inaugura la nueva alianza, cuyo precursor será su hijo Juan, en el que la larga espera de siglos llega a su cumplimiento.

El texto bíblico se divide en dos partes: la primera resume la historia de salvación, resaltando la misericordia de Dios con los padres y su inquebrantable fidelidad a la alianza, que se realizará en la figura del Mesías (w. 68-75); la segunda mira al Bautista, «profeta del Altísimo » (v. 76), destinado a preparar los caminos del Señor con la predicación de la redención y salvación universal, efectiva en la persona de Jesús, por el perdón de los pecados, fruto de su inmensa bondad.

El cántico ensalza a Cristo, el sol de la resurrección, engendrado antes de la aurora, que con sus rayos ilumina a los que viven en tinieblas y en espera, vivifica a los que carecen de vida y la imploran. Él es la paz, plenitud de los dones mesiánicos, destinada a los que alaban y dan gloria a Dios. Él, el Verbo del Padre, es luz y vida de los hombres, en el cual ven a Dios y al cual obedecen.

ORACIÓN

Señor Jesús, Verbo del Padre y luz de los hombres, te adoramos en esta vigilia de Navidad y esperamos gozosos tu venida, que una vez más lleva a cumplimiento las promesas de Dios. Iluminados por tu luz, creemos que eres Aquel que ama al hombre y que la única finalidad de tu vida es la salvación de todo hombre. La fe nos introduce en este misterio de vida, la experiencia nos lo enseña y tu Palabra de verdad nos guía en este camino de luz.

Verbo eterno del Padre, queremos ser tus primeros adoradores, adictos a la bondad y al bien, testigos de tu misericordia. Tú que no te ocultas a nadie, sino que a todos concedes tu divina luz, seas por siempre nuestra verdadera luz que alumbre a toda la humanidad. Apresuramos nuestro camino hacia la salvación, hacia el nuevo nacimiento, porque deseamos, a pesar de ser multiplicidad, reunirnos en un solo amor siguiendo el modelo de unidad del misterio trinitario en el que nos sumerges y renovar de este modo la alianza contigo. Como la virgen María, lugar de la encarnación, concédenos saber interiorizar tu Palabra para descubrir cada vez más la hondura de este misterio dentro de nosotros mismos, misterio en el que «vivimos, nos movemos y existimos» (Hech 17,28), y llegar a ser contemplativos como María para no confundir esta Palabra con nuestro mismo ser, sino identificamos con la que lleva al Verbo en sus entrañas y lo engendra como hijo suyo.

 

MISA VESPERTINA

De la vigilia de la Natividad del Señor. (S). Blanco.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Éx 16, 6-7

Hoy sabrán que el Señor viene a salvarnos, y mañana verán aparecer su gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que cada año nos alegras con la esperanza de la salvación, concédenos que, recibiendo con gozo a tu Hijo unigénito como Redentor, podamos contemplarlo confiadamente cuando venga como juez. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA Is 62, 1-5

Lectura del libro de Isaías.

Por amor a Sión no me callaré, por amor a Jerusalén no descansaré, hasta que irrumpa su justicia como una luz radiante y su salvación, como una antorcha encendida. Las naciones contemplarán tu justicia y todos los reyes verán tu gloria; y tú serás llamada con un nombre nuevo, puesto por la boca del Señor. Serás una espléndida corona en la mano del Señor, una diadema real en las palmas de tu Dios. No te dirán más « ¡Abandonada!», ni dirán más a tu tierra « ¡Devastada!», sino que te llamarán «Mi deleite», y a tu tierra «Desposada». Porque el Señor pone en ti su deleite y tu tierra tendrá un esposo.

Como un joven se casa con una virgen, así te desposará el que te reconstruye; y como la esposa es la alegría de su esposo, así serás tú la alegría de tu Dios.

Palabra de Dios.

SALMO Sal 88, 4-5. 16-17. 27. 29

R. Cantaré eternamente la misericordia del Señor.

Yo sellé una alianza con mi elegido, hice este juramento a David, mi servidor: «Estableceré tu descendencia para siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones». R.

¡Feliz el pueblo que sabe aclamarte! Ellos caminarán a la luz de tu rostro; se alegrarán sin cesar en tu Nombre, serán exaltados a causa de tu justicia. R.

Él me dirá: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora». Le aseguraré mi amor eternamente, y mi alianza será estable para él. R.

SEGUNDA LECTURA Hech 13, 16-17. 22-25

Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

Al llegar a Antioquía de Pisidia, Pablo se levantó en la sinagoga y, pidiendo silencio con un gesto, dijo: «Escúchenme, israelitas y todos los que temen a Dios.

El Dios de este Pueblo, el Dios de Israel, eligió a nuestros padres y los convirtió en un gran Pueblo, cuando todavía vivían como extranjeros en Egipto. Luego, con el poder de su brazo, los hizo salir de allí. Y cuando Dios desechó a Saúl, les suscitó como rey a David, de quien dio este testimonio: “He encontrado en David, el hijo de Jesé, a un hombre conforme a mi corazón que cumplirá siempre mi voluntad”. De la descendencia de David, como lo había prometido, Dios hizo surgir para Israel un Salvador, que es Jesús.

Como preparación a su venida, Juan Bautista había predicado un bautismo de penitencia a todo el pueblo de Israel. Y al final de su carrera, Juan Bautista decía: “Yo no soy el que ustedes creen, pero sepan que después de mí viene Aquél a quien yo no soy digno de desatar las sandalias”».

Palabra de Dios.

ALELUYA

Aleluya. Mañana quedará borrada la iniquidad de la tierra, y reinará sobre nosotros el Salvador del mundo. Aleluya.

EVANGELIO Mt 1, 1-25

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos. Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de éstos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón; Esrón padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón.

Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de éste fue Rut. Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de éste fue la que había sido mujer de Urías. Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá; Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías. Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías; Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón, padre de Josías; Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia. Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel; Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor. Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud; Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob. Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. El total de las generaciones es, por lo tanto: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta el destierro en Babilonia, catorce generaciones; desde el destierro en Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones. Éste fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su Pueblo de todos sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: «La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel», que traducido significa: «Dios con nosotros». Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa, y sin que hubieran hecho vida en común, ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús.

Palabra del Señor.

O bien más breve: Mt 1, 18-25

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su Pueblo de todos sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: «La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel», que traducido significa: «Dios con nosotros». Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa, y sin que hubieran hecho vida en común, ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús.

Palabra del Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Señor Dios nuestro, anticipar con un culto fervoroso esta solemnidad, ya que en ella manifiestas el comienzo de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. Is 40, 5

Se manifestará la gloria del Señor, y todos verán la salvación de nuestro Dios.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, fortalécenos con la celebración anticipada del nacimiento de tu Hijo único, que se ha hecho comida y bebida en este sacramento de salvación. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

 

 

REFLEXION Mt 1, 1-25

A primera vista, la genealogía con que Mateo abre su evangelio crea un cierto disgusto por el relato árido y sin sentido, pero, en realidad, esconde una gran riqueza de enseñanzas teológicas, expresadas en un lenguaje lleno de artificios exegéticos. El evangelista, injertando a Jesús en un árbol genealógico, pretende decirnos que viene de Israel y es Hijo de David, pero que, al mismo tiempo, es mucho más. Observando, pues, la genealogía, se advierte que está construida de modo simétrico con tres períodos de catorce nombres.

¿Por qué este modo de proceder? La apocalíptica judía nos enseña que el actuar de Dios, como el camino de la historia, es misterioso y numéricamente fijo en la periodicidad; esto es: la venida de Jesús a nosotros tiene lugar en el tiempo fijado por Dios, cuando la historia llega a su plenitud.

Pero el centro sobre el que converge el texto bíblico es el versículo 16: “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús llamado Mesías”. Este versículo, si se observa bien, constituye una ruptura en la genealogía: la generación, de hecho, es quitada a José, porque el verbo no está en forma activa: «engendró», sino en pasiva: fue engendrado». Es evidente, pues, como afirman los vv. 18-25, que Jesús no es sólo hijo de David, sino que procede de Dios. Éste es el misterio de Jesús; sorpresa para algunos y escándalo para otros. Jesús está ciertamente injertado en la historia humana y en la hebrea, pero la supera, porque viene de lo alto, su origen está en el Padre.

ORACIÓN

Jesús, tú te has hecho nuestro hermano y amigo y no has vacilado en hacerte hombre como nosotros para restablecer la amistad entre Dios y la humanidad. Nosotros queremos, ante todo, agradecer al Padre tuyo y Padre nuestro (cf. Jn 20,17) porque no ha vacilado en mandarte a ti, que eres el mayor don que hemos recibido, eligiendo así el camino más bello para llevar a cabo nuestra salvación.

Tú eres la transparencia personal del amor del Padre y lo eres sólo en virtud de tu unión con Dios y de tu ser Hijo: y nosotros te damos gracias por la obediencia con que has respondido a su proyecto de amor y por el modo con que nos lo has hecho conocer desvelándonos su rostro interior. Pero es tu ejemplo de vida quien nos ha conquistado, porque es una página abierta sobre la que se puede leer cómo nos ha amado Dios. Todo ha partido del amor y a través del amor toma al amor.

Jesús, tú estás siempre a la escucha del Padre con mirada de contemplación interior y transmites sus palabras, más aún, comunicas tan bien la palabra del Padre que tú mismo eres la Palabra. Queremos en esta Navidad entrar en el silencio y en el estupor de la gruta de Belén.

Ésta es muy distinta de aquella en la que tú naciste hace tantos años, pero todavía nos dice que para venir a nosotros no escogiste el camino del poder sino el de la humildad y el ocultamiento; no escogiste la riqueza sino la pobreza, privilegiando a los pobres y a los últimos; no escogiste el camino del éxito y de los honores sino el de la humillación y la cruz. Que esta Navidad sea una nueva visita tuya a nuestro corazón para vivir con todos nuestros hermanos el amor, que tú nos has enseñado.

 

MISA DE LA NOCHE

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 2, 7

El Señor me ha dicho: Tú eres Hijo yo te he engendrado hoy.

Motivación de entrada: La solemnidad del nacimiento de Cristo es la fiesta de la intimidad familiar, pero también de la alegría universal: la salvación, largamente esperada, se hace presente en Jesús: un niño indefenso, amable, acogedor. Belén es la primera cátedra de vida cristiana.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que has iluminado esta santísima noche con la claridad de Cristo, luz verdadera, concédenos que, después de haber conocido en la tierra los misterios de esa luz, podamos también gozar de ella en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA Is 9, 1-6

El profeta anuncia la salvación que se revela como luz, alegría y liberación en Jesús, príncipe de la paz.

Lectura del libro de Isaías.

El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz. Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia, como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín. Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián. Porque las botas usadas en la refriega y las túnicas manchadas de sangre, serán presa de las llamas, pasto del fuego. Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: «Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz». Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto.

Palabra de Dios.

SALMO Sal 95, 1-3. 11-13

R. Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor.

Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; canten al Señor, bendigan su Nombre. R.

Día tras día, proclamen su victoria, anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos. R.

Alégrese el cielo y exulte la tierra, resuene el mar y todo lo que hay en él; regocíjese el campo con todos sus frutos, griten de gozo los árboles del bosque. R.

Griten de gozo delante del Señor, porque Él viene a gobernar la tierra: Él gobernará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad. R.

SEGUNDA LECTURA Tit 2,11-14

En Jesús se nos revela la presencia salvadora de Dios entre nosotros. Esto nos estimula a vivir una vida religiosa, sobria y justa.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a Tito.

La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. Él se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.

Palabra de Dios.

ALELUYA Lc 2, 10-11

Aleluya. Les traigo una buena noticia, una gran alegría: hoy les ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Aleluya.

EVANGELIO Lc 2, 1-14

Lucas relata el viaje de José y de María, a Belén, y el nacimiento de Jesús en la más grande pobreza. Realmente el Señor asume en concreto la condición humana.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque donde se alojaban no había lugar para ellos. En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.

De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre ». Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: « ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres amados por Él!»

Palabra del Señor.

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS

Guía: Con los dones del pan y del vino, ofrecemos nuestra vida al Señor que, en un admirable intercambio, nos ha unido a su divinidad.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Padre, recibe nuestra ofrenda en esta fiesta, para que, por este sagrado intercambio, lleguemos a ser semejantes a aquél que unió a ti nuestra humanidad, Jesucristo nuestro Señor. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Preparación a la comunión: Hoy, en la Navidad, valoramos lo que significa la identificación con Cristo: él se ha hecho hombre para que el hombre llegue a ser Dios.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. Jn 1, 14

La Palabra se hizo carne, y nosotros hemos visto su gloria.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor y Dios nuestro, llenos de alegría hemos celebrado el nacimiento de nuestro Redentor; concédenos la gracia de una vida santa y llegar así a la perfecta comunión con él. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Despedida: La Navidad no se agota en el pesebre ni en el árbol de los regalos. Es la fiesta de la solidaridad cristiana. Vamos a anunciar y a testimoniar que en Cristo Jesús nos sentimos todos hermanos de verdad.

 

REFLEXION Lc 2, 1-14

Sobre el fondo de los anuncios proféticos (d. Miq 5,1-4; 1 Sm 16,1-3), Lucas en el evangelio nos habla del nacimiento histórico de Jesús. El relato es simple, pero sugestivo, lleno de matices teológicos y construido sobre el modelo del anuncio misionero, que comprende tres momentos. Primero la narración del acontecimiento: el edicto de César Augusto en tiempos de Quirino, gobernador de Siria, y el nacimiento de Jesús en Belén, en la pobreza, en un país sometido a una potencia extranjera (vv. 1-7); después el anuncio hecho por los ángeles a los pastores, primeros testigos del evento de la salvación (vv. 8-14); y, por último, la acogida del anuncio, con los pastores que van a la gruta, encuentran a Jesús, y sucesivamente el relato de su experiencia a otros (vv. 15-20).

El punto central del relato, sin embargo, son las palabras de los ángeles a los pastores, que consideran con respeto el sentido gozoso del acontecimiento y la fe en Jesús Salvador en la figura de un niño pobre, «envuelto en pañales, acostado en un pesebre» (v. 12). Dos motivos, pues, se iluminan uno a otro en el texto: la visible pobreza en la vivencia humana de Jesús y la gloria de Dios escondida en su presencia entre los hombres. Sólo unos cuantos pastores, representantes de gente pobre y humilde, reconocen al Mesías esperado: éste es el signo divino extraordinario del inicio de una época nueva en la historia de los hombres.

ORACIÓN

Te damos gracias, Señor del universo y de los hombres, porque en Jesús niño, que vino a la tierra portador de tus dones -la paz, la alegría, la justicia y la salvación-, se ha manifestado tu amor a todos. Queremos comprender, si bien con la pequeñez de nuestra mente, algo del misterio del Verbo encarnado, porque con ello se iluminará nuestro misterio humano.

Para los judíos era absurdo pensar que la Palabra definitiva de Dios apareciese en la debilidad del hombre Jesús. Para los paganos era escándalo aceptar la plena humanidad del Hijo de Dios, lugar indigno de la divinidad.

Nosotros, por el contrario, creemos que la Palabra, en un momento histórico muy preciso, «se hizo carne» en la fragilidad e impotencia como toda criatura, naciendo de una mujer, María (cf. 1 Jn 4,2-3), y creemos que en Cristo Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, reside la revelación definitiva del Padre y el anuncio de la fe que nos salva.

El hombre del tercer milenio tiene necesidad de Jesús, revelador de tu amor de Padre, para escapar de su individualismo y de su superficialidad, que lo privan de los verdaderos valores en que se puede encontrar la esperanza de vivir. Señor, el nacimiento de tu Hijo nos revela que también nosotros en Jesús hemos sido hechos hijos tuyos y te podemos conocer.

Haz que toda nuestra vida, sobre el modelo de la de Cristo, se vuelva en actitud de docilidad filial hacia ti y, para ello, en la noche de Navidad nos ponemos de rodillas, en adoración ante el rostro humano del Jesús-Niño, tu Hijo unigénito, en el que resplandece e irradia tu rostro invisible de Padre, para ver nuestro rostro divino.

 

MISA DE LA AURORA

De la Natividad del Señor. (S). Blanco.

Gloria. Credo. Prefacio de Navidad I, II o III

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Is 9, 1.5; Lc 1, 33

Hoy brillará la luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor; él será llamado Dios admirable, Príncipe de la paz, Padre para siempre, y su reino no tendrá fin.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso, envueltos con la nueva luz de tu Verbo hecho carne, te pedimos que resplandezca en nuestras obras lo que, por la fe, brilla en nuestro espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA Is 62, 11-12

Lectura del libro de Isaías.

Esto es lo que el Señor hace oír hasta el extremo de la tierra: «Digan a la hija de Sión: Ahí llega tu Salvador; el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede. A ellos se los llamará “Pueblo santo”. “Redimidos por el Señor”; y a ti te llamarán “Buscada”, “Ciudad no abandonada”».

Palabra de Dios.

SALMO Sal 96, 1. 6. 11-12

R. Hoy nos ha nacido el Señor. ¡Aleluya!

¡El Señor reina! Alégrese la tierra, regocíjense las islas incontables. Los cielos proclaman su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria. R.

Nace la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alégrense, justos, en el Señor y alaben su santo Nombre. R.

SEGUNDA LECTURA Tit 3,4-7

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a Tito.

Cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres, no por las obras de justicia que habíamos realizado, sino solamente por su misericordia, Él nos salvó, haciéndonos renacer por el bautismo y renovándonos por el Espíritu Santo. Y derramó abundantemente ese Espíritu sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador, a fin de que, justificados por su gracia, seamos en esperanza herederos de la Vida eterna.

Palabra de Dios.

ALELUYA Lc 2, 14

Aleluya. ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres amados por Él! Aleluya.

EVANGELIO Lc 2, 15-20

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos a Belén, y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha anunciado». Fueron rápidamente y encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.

Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.

Palabra del Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, que estas ofrendas sean dignas del misterio de la Navidad que hoy celebramos; y así como te manifiestas en la humanidad de tu Hijo, también nos comuniques tu gracia en estos dones de la tierra. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. Zac 9, 9

Alégrate, hija de Sión; canta de gozo, hija de Jerusalén; ya llega tu Rey, santo y salvador del mundo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor Dios, tú nos has reunido para celebrar con alegría en nacimiento de tu Hijo: concédenos conocer con fe plena la profundidad de este santo misterio y amarlo aún más intensamente. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

REFLEXION Lc 2, 15-20

Este evangelio de la "misa de la aurora" es la continuación del de la noche, que Lucas nos ha presentado con los tres momentos del esquema del anuncio misionero: narración del hecho, anuncio a los pastores y acogida del acontecimiento. El evangelista, en efecto, se detiene sobre este último momento en que los pastores se dirigen inmediatamente a Belén y encuentran en la gruta, como les había sido anunciado por los ángeles, al niño Jesús con María y José.

Estamos ante un verdadero itinerario de fe con sus etapas, en las que aparece claro que la decisión interior se traduce inmediatamente en gestos concretos de vida: primero la búsqueda (“fueron deprisa”: v. 16a), después el hallazgo y la experiencia humana y espiritual (“encontraron al Niño”: v. 16b), por último el testimonio de vida (“contaron lo que del Niño se les había dicho”: v. 17). Del testimonio nace, pues, la reacción de asombro y de fe en los que habían escuchado el relato (“se quedaban admirados de lo que decían los pastores”: v. 18), y así la fe comienza a propagarse.

El texto termina con una preciosa referencia a María: (“ella conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón”: v. 19), lo que significa que la Virgen permanece pensativa en la contemplación de los hechos narrados y de las palabras de los pastores sobre el pequeño Jesús. Ya la historia del Hijo, que va del vientre materno al vientre-tumba de la resurrección, forma un todo con la historia de María, porque, desde el fiat de la anunciación, ella ha aceptado en la fe servir dócilmente los caminos de Dios.

ORACIÓN

Acepta, Señor, nuestra oración silenciosa y adorante porque en este día queremos hacerla con los labios y el corazón de María, tu Madre, que largamente en el silencio ha contemplado tu rostro y ha escuchado antes que nadie tus palabras: «Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen» (Lc 11,28). Te damos gracias, Señor, por tu persona que se ha hecho Palabra, por tu Espíritu que ora en nosotros, por las pocas y tantas cosas que nos has dicho desde tu pesebre de Belén con tu silencio. También nosotros quisiéramos callar y únicamente contemplar tu rostro, porque él nos habla y eso nos basta. Contemplar y callar, conservando y meditando en el corazón.

Te pedimos sólo que cada uno de nosotros busque, hoy y en el futuro, no las cosas que se ha propuesto hacer, sino aquellas que tú quieres que haga, lo que tú, amorosamente, nos invitas a hacer. Ayúdanos, por un momento, a acallar nuestras preocupaciones inmediatas para dejarnos llevar por ti hacia las preocupaciones verdaderas y así, olvidando las cosas "urgentes", nos ocuparemos, por fin, de lo auténticamente importante.

Y tú, María, que meditabas en tu corazón las palabras y los hechos de Jesús, haz que te imitemos con sencillez, con tranquilidad, con paz. Aparta de nosotros todo afán, preocupación y esfuerzo, y haznos atentos escuchadores de la Palabra, como has hecho tú, para que nazca en nosotros el fruto del evangelio, tu Hijo Jesús, que llevaste en tu seno.

 

MISA DEL DÍA

De la Natividad del Señor. (S). Blanco.

Gloria. Credo. Prefacio de Navidad I, II o III.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Is 9, 1.5

Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; la soberanía reposa sobre sus hombros, y su nombre será Consejero admirable.

Motivación de entrada: La liturgia hace suyas, en esta celebración, las palabras del profeta Isaías: “Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. La insignia del poder está sobre sus hombros y se le llamará Consejero admirable” (Isaías 9, 6). Es toda una invitación a reflexionar y adorar.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que admirablemente creaste la naturaleza humana y, de modo aún más admirable, la restauraste; concédenos participar de la vida divina de tu Hijo, como él compartió nuestra condición humana. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA Is 52, 7-10

Con estilo poético, el profeta anuncia el retorno de Dios en medio de su pueblo.

Lectura del libro de Isaías.

¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz, del que anuncia la felicidad, del que proclama la salvación y dice a Sión: « ¡Tu Dios reina!» ¡Escucha! Tus centinelas levantan la voz, gritan todos juntos de alegría, porque ellos ven con sus propios ojos el regreso del Señor a Sión. ¡Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén, porque el Señor consuela a su Pueblo, Él redime a Jerusalén! El Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios.

Palabra de Dios.

Comentario: El Profeta es quien habla en nombre de Dios, también puede ser llamado “testigo” (que ha visto, no es un parlante, sino un comunicador). Y Dios siempre es una “buena noticia”. Quien anuncia y predica la Palabra de Dios, si responde a un llamado divino, dejará sus “pasos” marcados por donde vaya con la buena noticia y la alegría que sólo Dios puede comunicar. Pensemos sólo en nuestros santos.

SALMO Sal 97, 1-6

R. Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.

Canten al Señor un canto nuevo, porque Él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. R.

El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad a favor del pueblo de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R.

Canten al Señor con el arpa y al son de instrumentos musicales; con clarines y sonidos de trompeta aclamen al Señor, que es Rey. R.

SEGUNDA Lectura Heb 1, 1-6

Dios, después de hablar a los hombres de muchas maneras por los profetas, ahora nos ha hablado por su mismo Hijo.

Lectura de la carta a los Hebreos.

Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los Profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras, ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo el mundo. Él es el resplandor de su gloria y la impronta de su ser. Él sostiene el universo con su Palabra poderosa, y después de realizar la purificación de los pecados, se sentó a la derecha del trono de Dios en lo más alto del cielo. Así llegó a ser tan superior a los ángeles, cuanto incomparablemente mayor que el de ellos es el Nombre que recibió en herencia. ¿Acaso dijo Dios alguna vez a un ángel: «Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy»? ¿Y de qué ángel dijo: «Yo seré un padre para él y él será para mí un hijo»? Y al introducir a su Primogénito en el mundo, Dios dice: «Que todos los ángeles de Dios lo adoren».

Palabra de Dios.

Comentario: Dios ha hablado de muchas maneras en la historia, pero la “última carta” es la vida y la palabra de Cristo. La Biblia, incluso el calendario romano, se divide en dos: antes y después de Cristo. Él inaugura una “nueva etapa” de la historia. Esta realidad hace caer aquellas revelaciones que pretenden inquietar las conciencias. Dios ya ha hablado y hay que escucharlo desde Cristo.

ALELUYA

Aleluya. Nos ha amanecido un día sagrado; vengan, naciones, adoren al Señor, porque hoy una gran luz ha bajado a la tierra. Aleluya.

EVANGELIO Jn 1, 1-18

El evangelista Juan, divinamente inspirado, nos hace remontar en el misterio de Dios. Jesús es la palabra eterna del Padre que se hace hombre para salvarnos.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.

Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de Él, al declarar: «Éste es Aquél del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo». De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Dios Hijo único, que está en el seno del Padre.

Palabra del Señor.

O bien más breve: Jn 1, 1-5. 9-14

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios.

Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.

Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.

Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.

Palabra del Señor.

Comentario: Juan no hace una narración folklórica del nacimiento de Jesús, como pueden hacerlo los otros evangelistas, sino más bien profundiza una reflexión que parte de preexistencia del Verbo (Hijo de Dios) junto a Dios (Padre) y de su “encarnación” (se hizo uno de nosotros) convertida en Palabra de Dios en este mundo. De esta gracia somos partícipes, si la recibimos con fe y nos convertimos en testigos de Dios en este mundo.

Presentación de las ofrendas: En el día de Navidad, el ofertorio del pan y del vino cobra un significado particular, Dios se hace uno de nosotros en Belén, que significa “casa del pan”. Nos comprometemos a que no falte el pan en ningún hogar, por amor a Cristo.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

En este día de fiesta acepta, Señor, este sacrificio que nos reconcilia plenamente contigo y contiene toda la alabanza que el hombre puede ofrecerte. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Preparación a la comunión: Comulguemos hoy con Jesús, palabra de Dios hecha carne, mientras pedimos que nuestra vida y la de nuestros hermanos de comunidad se transformen en una perenne Navidad.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 97, 3

Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dios misericordioso, hoy nos ha nacido el Salvador del mundo; te pedimos que así como nos ha hecho hijos tuyos, también nos haga partícipes de su inmortalidad. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

Despedida: Dios se ha hecho hombre para que el hombre llegue a poseer la vida divina. Es la alegre noticia que debemos anunciar a todos en esta Navidad, con nuestra palabra y, sobre todo, con el testimonio de nuestra vida.

 

REFLEXION Jn 1, 1-18

El prólogo de Juan es una síntesis meditativa de todo el misterio de Navidad, porque el Niño de Belén es la revelación de Dios, la verdad de Dios y del hombre, y reflexionando sobre este evento nos ponemos en tesitura de comprender quién es el que ha nacido y quienes somos nosotros.

El núcleo del prólogo está en el v. 14: «Y la Palabra se hizo carne», que contiene el hecho de la encarnación y, por tanto, de Navidad: el Hijo de Dios se ha hecho hombre con la fragilidad e impotencia de toda criatura. Para comprenderlo Juan se remonta al misterio trinitario y luego vuelve a descender hasta el hombre. El inicio, pues, es la afirmación que nos sitúa fuera del tiempo en el misterio de Dios: «En el principio era la Palabra» (v. la) y nos habla de una existencia sin comienzo ni devenir.

Después en la frase: «La Palabra estaba junto al Padre » (v. lb), el evangelista precisa la situación del Lagos (= la Palabra), que existe desde siempre, en parangón con Dios: el Verbo, en su ser más profundo, está en actitud de escucha y obediencia, completamente vuelto hacia el Padre. Jesús, la Palabra encarnada, hace a Dios visible y cercano al hombre, siendo su reflejo. Así pues, toda la historia y la realidad humana tienen vida por la Palabra: (“En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres” (v. 4), porque en Jesús todo encuentra consistencia, significado, fin y especialmente la salvación de todo hombre. Todas estas afirmaciones de Juan son importantes para comprender el papel de Jesús como revelador y testigo veraz de Dios. Por esto (“de su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia” (v. 16), es decir, de su vida filial todos podemos recibir abundantemente.

ORACIÓN

Padre nuestro, en estos días hemos escuchado muchas palabras sobre la Navidad y estamos saciados de ellas pero, en realidad, no hemos comprendido a fondo el sentido de aquellas verdades. Juan Pablo II ha hecho esta reflexión: «El Niño alienta. ¿Quién oye el vagido del Niño? Por Él, empero, habla el cielo y es el cielo el que revela la enseñanza de este nacimiento. Es el cielo el que la explica con estas palabras: « ¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor!». Es preciso que nosotros, tocados por el hecho del nacimiento de Jesús, escuchamos este grito del cielo ». ¿Cómo acoger y escuchar el vagido de este Niño? Ésta es la pregunta que tú, Señor, suscitas en nuestro corazón. Nuestra respuesta quiere ser pronta y generosa, sobre todo con la escucha de tu Palabra que se presenta educadora de sensibilidad cristiana para hacer la experiencia de que tú eres «Emmanuel». Queremos, además, corresponder a los dones, como el grandísimo que nos has hecho al nacer entre nosotros. Nuestro don es nada respecto al tuyo, pero continúa esta donación por solidaridad y participación plena de la vivencia humana.

Tu Navidad nos propone también la consciencia de la fraternidad universal. Cada uno de nuestros gestos navideños pretende ser no sólo privado o familiar, sino abierto a la solidaridad y a la bondad, especialmente con los más necesitados de ellas, como los pobres, los inmigrantes, los explotados, los que viven en soledad o son olvidados, porque justicia social y solidaridad van siempre juntas.

FUENTES DE LA PAGINA

 

La Página de la Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.

Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),

(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

 

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