Misa Diaria
MISA
DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida
cristiana" (LG 11)
Página de PEDRO SERGIO ANTONIO DONOSO BRANT
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25-01-2021
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Edición N.º MD
8.142
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LITURGIA DE LAS HORAS
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LUNES 25 DE ENERO, LA CONVERSION DE SAN PABLO
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Conversión de san Pablo, apóstol
Saulo nace en Tarso,
hijo de hebreos. Formado en la escuela del maestro Gamaliel, se destaca como
fariseo rigorista. Presencia y aprueba la lapidación de san Esteban y luego
se pone a perseguir con odio implacable a los discípulos de Jesús. Pero no
sabe que a su vez es perseguido por aquel a quien persigue sin conocerlo, y
que lo alcanza en el camino de Damasco con una pregunta desconcertante:
“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Saulo responde rendido: “Señor,
¿quién eres? ¿Qué quieres que haga?” Muere el judío perseguidor de los
cristianos y nace el cristiano y el apóstol enamorado de Cristo, como luego
él mismo confesará: “Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del
conocimiento de Cristo”. La conversión de Saulo es uno de los mayores
acontecimientos de la
Iglesia. Su labor apostólica alcanza a todo el imperio
romano y sus cartas siguen hoy evangelizando al mundo. San Pablo es el
apóstol de la cruz y de la resurrección.
ANTÍFONA DE ENTRADA 2Tim 1,
12; 4, 8
Sé en quién he puesto
mi confianza, y estoy convencido de que el Señor, como justo juez, es capaz
de conservar hasta aquel día el bien que me ha encomendado.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que
instruiste a los pueblos mediante la predicación del apóstol san Pablo,
concede a quienes hoy celebramos su conversión que, imitando sus ejemplos,
nos acerquemos a ti y seamos en el mundo testigos de tu verdad. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LECTURA Hech
22, 3-16
Lectura
de los Hechos de los apóstoles.
Pablo dijo al pueblo:
-Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero me he criado en esta ciudad
de Jerusalén y he sido iniciado a los pies de Gamaliel en la estricta
observancia de la Ley
de nuestros padres. Estaba lleno de celo por Dios, como ustedes lo están
ahora. Perseguí a muerte a los que seguían este Camino, llevando
encadenados a la prisión a hombres y mujeres; el sumo sacerdote y el
Consejo de los ancianos son testigos de esto. Ellos mismos me dieron cartas
para los hermanos de Damasco, y yo me dirigí allá con el propósito de traer
encadenados a Jerusalén a los que encontrara en esa ciudad, para que fueran
castigados. En el camino, y al acercarme a Damasco, hacia el mediodía, una
intensa luz que venía del cielo brilló de pronto a mí alrededor. Caí en
tierra y oí una voz que me decía: ‘Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?’.
Le respondí: ‘¿Quién eres, Señor?’. Y la voz me dijo: ‘Yo soy Jesús de
Nazaret a quien tú persigues’. Los que me acompañaban vieron la luz, pero
no oyeron la voz del que me hablaba. Yo le pregunté: ‘¿Qué debo hacer,
Señor?’. El Señor me dijo: ‘Levántate y ve a Damasco, donde se te dirá lo
que debes hacer’. Pero como yo no podía ver, a causa del resplandor de esa
luz, los que me acompañaban me llevaron de la mano hasta Damasco. Un hombre
llamado Ananías, fiel cumplidor de la Ley, que gozaba de gran prestigio entre los
judíos del lugar, vino a verme, y acercándose a mí, me dijo: ‘Hermano
Saulo, recobra la vista’. Y en ese mismo instante, pude verlo. Él siguió
diciendo: ‘El Dios de nuestros padres te ha destinado para conocer su
voluntad, para ver al Justo y escuchar su palabra, porque tú darás
testimonio ante todos los hombres de lo que has visto y oído. Y ahora, ¿qué
esperas? Levántate, recibe el bautismo y purifícate de tus pecados,
invocando su nombre’-.
Palabra
de Dios.
O bien: Hech
9, 1-22
Lectura
de los Hechos de los apóstoles.
Saulo, que todavía
respiraba amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó
al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de
traer encadenados a Jerusalén a los adeptos que encontrara, hombres o
mujeres. Pero en el camino, cuando estaba cerca de Damasco, una luz que venía
del cielo lo envolvió de improviso con su resplandor. Y cayendo en tierra,
oyó una voz que le decía: -Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?-. Él
preguntó: -¿Quién eres tú, Señor?-. -Yo soy Jesús, a quien tú persigues –le
respondió la voz–. Ahora levántate, y entra en la ciudad: allí te dirán qué
debes hacer--. Los que lo acompañaban quedaron sin palabra, porque oían la
voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía los
ojos abiertos, no veía nada. Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco.
Allí estuvo tres días sin ver, y sin comer ni beber. Vivía entonces en
Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en una visión:
--¡Ananías!--Él respondió: - Aquí estoy, Señor -. El Señor le dijo: -Ve a
la calle llamada Recta, y busca en casa de Judas a un tal Saulo de Tarso.
Él está orando, y ha visto en una visión a un hombre llamado Ananías, que
entraba y le imponía las manos para devolverle la vista--. Ananías
respondió: --Señor, oí decir a muchos que este hombre hizo un gran daño a
tus santos en Jerusalén. Y ahora está aquí con plenos poderes de los jefes
de los sacerdotes para llevar presos a todos los que invocan tu nombre--.
El Señor le respondió: -Ve a buscarlo, porque es un instrumento elegido por
mí para llevar mi nombre a todas las naciones, a los reyes y al pueblo de
Israel. Yo le haré ver cuánto tendrá que padecer por mi nombre-. Ananías
fue a la casa, le impuso las manos y le dijo: --Saulo, hermano mío, el
Señor Jesús –el mismo que se te apareció en el camino – me envió a ti para
que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo--. En ese momento,
cayeron de sus ojos una especie de escamas y recobró la vista. Se levantó y
fue bautizado. Después comió algo y recobró sus fuerzas. Saulo permaneció
algunos días con los discípulos que vivían en Damasco, y luego comenzó a
predicar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios. Todos los que lo
oían quedaban sorprendidos y decían: -¿No es éste aquél mismo que perseguía
en Jerusalén a los que invocan este nombre, y que vino aquí para llevarlos
presos ante los jefes de los sacerdotes?-. Pero Saulo, cada vez con más
vigor, confundía a los judíos que vivían en Damasco, demostrándoles que
Jesús es realmente el Mesías.
Palabra
de Dios.
COMENTARIO: Pablo,
un judío celoso del cumplimiento de la Ley religiosa, tenía autoridad para perseguir
y encarcelar a los cristianos. En el camino, fue interpelado por Jesús y
llamado por él para luego anunciar su nombre a los paganos. La fe de Pablo
permitió este encuentro, que lo llevó a una transformación total de su
vida. Quien hasta ese momento era perseguidor se transformaría en el gran
apóstol de los cristianos.
SALMO Sal 116, 1-2
R.
Vayan por todo el mundo, anuncien el Evangelio.
Alaben al Señor, todas
las naciones, glorifíquenlo, todos los pueblos. R.
Es inquebrantable su
amor por nosotros, y su fidelidad permanece para siempre. R.
ALELUYA Cfr. Jn 15, 16
Aleluya. “Dice el
Señor: Yo los elegí del mundo, para que vayan y den fruto, y ese fruto sea
duradero”. Aleluya.
EVANGELIO Mc 16, 15-18
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús se apareció a los
Once y les dijo: -Vayan por todo el mundo, anuncien el Evangelio a toda la
creación. El que crea y se bautice se salvará. El que no crea se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán demonios en mi
nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus
manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las
manos sobre los enfermos y los curarán-.
Palabra
del Señor.
COMENTARIO: El
mandato misionero del final del evangelio de Marcos se aplica, sin lugar a
dudas, a Pablo, quien destinó gran parte de su vida a viajar para llevar la
noticia de la salvación a una gran cantidad de regiones y ciudades de Asia
Menor, Grecia y Roma. Entregó su vida al mensaje y fue coherente con lo que
predicaba.
PREFACIO DE LOS APÓSTOLES,
pág. 10-11
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, al celebrar
estos divinos misterios, te pedimos que tu Espíritu infunda en nosotros
aquella luz de la fe que iluminó al apóstol san Pablo para la propagación
de tu gloria. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Gál 2, 20
Vivo en la fe en el
Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor y Dios nuestro,
te pedimos que el sacramento recibido acreciente en nosotros el ardor de
aquella caridad con la que, vehementemente abrasado, el apóstol san Pablo
sobrellevó la preocupación por todas las Iglesias. Por Jesucristo nuestro
Señor.
BENDICIÓN SOLEMNE
V. El Dios que los ha
edificado a ustedes sobre el cimiento de los apóstoles, por la intercesión
gloriosa de san Pablo apóstol, los llene de sus bendiciones.
R. Amén.
V. El que los ha
enriquecido con la palabra y el ejemplo de los apóstoles, les conceda su
ayuda para que sean testigos de la verdad en el mundo.
R. Amén.
V. Para que así
obtengan la heredad del reino eterno por la intercesión del apóstol san
Pablo, por cuya palabra se mantienen firmes en la fe.
R. Amén.
V. Y la bendición de
Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. Amén.
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REFLEXIÓN
BÍBLICA
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“anuncien el Evangelio a toda la creación”
Mc 16, 15-18
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.
RESUCITADO
CRISTO, SE APARECIÓ VARIAS VECES A LOS ONCE.
Se apareció a los once
cuando estaban reunidos, para que todos fuesen testigos, y refiriesen a
todo el mundo lo que habían visto y oído. Al decir once, se designa a todo
el colegio apostólico antes de que Matías ocupase el lugar de Judas. Y
después de la ascensión ellos debían de predicar el Evangelio a gentes que
debían creer sin haber visto a Jesús.
Antes de partir,
increpó también el Señor a sus discípulos cuando iba a dejarlos
corporalmente, para que sus palabras quedasen impresas más profundamente en
sus corazones. Jesús Reprueba la incredulidad, para que la reemplace la fe;
reprueba la dureza del corazón de piedra, para que le reemplace otro de
carne lleno de caridad.
2.
JESÚS DA
LA ORDEN DE PREDICAR EL EVANGELIO A TODAS LAS GENTES
En un momento, a los
apóstoles no les fue fácil creer en la resurrección de Jesucristo, pero los
hechos les dieron mayor firmeza, al comprobar directamente la realidad de
los sucesos que estaban presenciando. Ellos convivieron directamente con el
Señor, así ellos constituidos en testigos, reciben el mensaje y el mandato
del Señor Resucitado para llevarlo a todo el mundo.
Luego Jesús da la
orden de predicar el Evangelio a todas las gentes, junto con el bautismo.
Se observa ya el universalismo cristiano en acción entre los gentiles. Este
es el gran mandato, es decir la gran misión que nos dio el Señor, que
debemos hacer con fidelidad en todos los tiempos y en todas las
circunstancias.
3.
JESÚS,
ENVÍA A SUS APÓSTOLES, POR TODO EL MUNDO
Es así como Jesús,
envía a sus apóstoles, por todo el mundo, a predicar a todas las gentes de
todas las naciones, para que la predicación apostólica, que antes fue
rechazada por la soberbia de los judíos, venga en nuestro auxilio. Cuando
Jesús dice a toda la creación, está diciendo a los creyentes e incrédulos.
El que crea y se bautice se salvará. El que no crea se condenará. Porque no
basta creer, porque el que cree y no está bautizado todavía, no ha
alcanzado aún la salvación, sino imperfectamente.
Así se dirá tal vez
cada cual a sí mismo: Yo seré salvo porque he creído. Y así será en efecto,
si une las obras a la fe; porque la verdadera fe consiste en que no se
contradiga la obra con lo que dice la palabra. "Pero el que no creyere
será condenado".
4.
ARROJARÁN
DEMONIOS EN MI NOMBRE Y HABLARÁN NUEVAS LENGUAS
Dice Jesús; “Y estos
prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán demonios en mi nombre y
hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si
beben un veneno mortal no les hará ningún daño; Puede entenderse también de
las serpientes ordinarias, como la víbora que mordió a Pablo sin causarle
daño. Muchos hechos semejantes encontramos en las historias de hombres a
quienes, defendidos bajo el estandarte de Cristo, no ha podido causar daño
el veneno que habían bebido.
También dice Jesús;
“impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán”. Cuando los
sacerdotes imponen sus manos sobre los creyentes, ellos están impidiendo
con la gracia que se les ha dado de exorcizar, la permanencia del espíritu
maligno en el corazón de aquéllos, es decir, no hacen otra cosa que lanzar
de ellos a los demonios. De esta forma, liberado del mal, dominará la
serpiente que ha provocado la malicia de su corazón. Con esto, aunque beba
el veneno de la maldad no le hará daño, esto es si oye malos consejos no se
dejara llevar al mal.
Así, nosotros también
debemos dar una mano al que está vacilante en el camino del bien, para que
quede curado y para que se fortifique y pueda hacer con ánimo un camino de
buenas obras.
El Señor les Bendiga
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
|
PARA LA LECTIO DIVINA (3)
|
QUIEN ENCUENTRA A JESÚS SE DA CUENTA
DE QUE YA NO PUEDE VIVIR SIN ÉL Y DEBE PROFUNDIZAR EN SU CONOCIMIENTO
PERSONAL.
No acabamos nunca de ahondar en el conocimiento de Saulo-Paulo,
incluso después de haber meditado una y otra vez sobre las páginas que
hablan de él y las que escribió él mismo. Sin embargo, hay algo que aparece
de inmediato con una gran evidencia: su itinerario de fe es símbolo del nuestro.
Creer implica, ante todo, encontrar personalmente a una persona, al
Dios hecho hombre, Jesús de Nazaret. No se cree en una doctrina, en una
fórmula, en un sistema, sino en una persona, la única digna de ser creída.
La fe es un encuentro que no se agota en un momento determinado de nuestra
propia vida, sino que continúa siempre, hasta la muerte. Quien encuentra a
Jesús se da cuenta de que ya no puede vivir sin él y debe profundizar en su
conocimiento personal.
Del encuentro se pasa al diálogo: la fe es, precisamente, un
encuentro entre personas inteligentes y libres. Por un lado, Dios se da a
conocer en lo que es, revela su voluntad, da a conocer sus proyectos. De
este modo, entabla el diálogo con todo el que está dispuesto a escuchar y a
reaccionar. Por otro, el creyente, en la medida en que presta una escucha
sincera y auténtica a la Palabra de Dios, se siente implicado en un diálogo
que no se desarrolla sólo en torno a conceptos y verdades, sino que se
entrelaza con experiencias, confidencias, comunión de vida. Se trata de un
diálogo vital que implica a dos seres vivos y llega a una forma de vida
cada vez más elevada.
Ahora bien, la fe cristiana es también obediencia, sumisión, abandono
total de la criatura al Creador, del hombre a Dios, del pecador al Justo.
Para el creyente, obedecer no significa en absoluto abdicar de su propia
libertad, ni siquiera de sus propios derechos; significa captar la infinita
distancia que media entre él y su propio interlocutor y, al mismo tiempo,
intuir que la adhesión a la voluntad de éste conduce a la plena y más
satisfactoria realización de sí mismo. Semejante acto de abandono está
sostenido por una promesa que no deja ningún espacio a la duda: cuando Dios
promete, se compromete por completo en beneficio de su interlocutor, le
llena el corazón de certezas sobrenaturales y abre ante él unos horizontes
ilimitados.
Por último, la fe cristiana se traduce en misión: el ejemplo de Pablo
es claro y decisivo. No puede privatizarse un bien que, por su propia
naturaleza, es comunitario. Quien ha recibido el don de la salvación en
Cristo se siente impulsado íntimamente a darlo a los otros.
|
ORACIÓN (3)
|
Oh Padre, Dios de
infinita bondad y misericordia, concédenos caminar fielmente, a ejemplo de
san Pablo, por el camino que nos has abierto en Cristo Jesús. Haz, oh Dios,
que nuestros caminos —como el de Saulo— se crucen con el tuyo, el que nos
has indicado en Cristo, tu Hijo, y en el cristianismo. Que, como el apóstol
Pablo, queramos caminar con Jesús y seguir sus pasos hasta que lleguemos a
ti, meta última de nuestra vida, meta suspirada y esperada.
Concédenos, oh Padre,
andar juntos por este camino bendecido por ti, a fin de que ninguno de
nosotros se pierda y nuestra comunión eclesial pueda ser, en el tiempo,
signo manifestativo de aquella comunión que gozaremos junto a ti en la
eternidad bienaventurada.
|
SANTORAL (4)
|
LA CONVERSIÓN DE
SAN PABLO
La Iglesia
dedica una fiesta especial a san Pablo, el 25 de enero.
San Pablo fue un judío célebre por ser cazador y
persecutor de los seguidores de Cristo. A Pablo, se le aparece directamente
Jesús y, queda convertido en apóstol, de la misma categoría que quienes
habían visto y seguido al Señor, durante su vida pública.
1.
LOS RELATOS DE LA CONVERSIÓN DE
SAULO
La
Primera Lectura de
hoy 25 de enero, Hechos de los Apóstoles 22:1-21, trae el discurso de Pablo
al pueblo, que en su parte principal dice: “Pero acaeció que, yendo mi
camino, cerca ya de Damasco, hacia el mediodía, de repente me envolvió una
gran luz del cielo. Caí al suelo y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo,
¿por qué me persigues? Yo respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy
Jesús Nazareno, a quien tú persigues. Los que estaban conmigo vieron la
luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba. Yo dije: ¿Qué he de hacer,
Señor?” (Hechos de los Apóstoles 21: 6-10) Este fragmento es parte del
discurso de Pablo al pueblo de Jerusalén, y que viene a ser una
autobiografía apologética. Pero además es una obra maestra de sutileza
apostólica, Pablo intenta demostrar a los judíos que él no es un enemigo de
la Ley, como
se le había ya acusado, al contrario, él quiere hacer ver que siempre fue
celoso observador de la Legislación. Pablo busca destacar que ahora
se ha hecho cristiano y ha abierto su campo de acción a los gentiles y, que
esto es así por expreso mandato del cielo. Pero esta parte de relato esta
también antes descrita en el capítulo de los Hechos de los Apóstoles 9:3-9,
donde dice así: “Estando ya cerca de Damasco, de repente se vio rodeado de
una luz del cielo; y cayendo a tierra, oyó una voz que le decía: Saulo,
Saulo, ¿por qué me persigues? Él contestó: ¿Quién eres, Señor? Y Él: Yo soy
Jesús, a quien tú persigues. Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá
lo que has de hacer. Los hombres que le acompañaban estaban de pie atónitos
oyendo la voz, pero sin ver a nadie” Saulo se levantó del suelo, y con los
ojos abiertos nada veía. Lleváronle de la mano y
le introdujeron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver y sin comer ni
beber.” Como podemos observar en los dos capítulos es narrada la conversión
de Saulo por San Lucas, esto es uno de los acontecimientos esenciales en la
historia del cristianismo.
2.
“SAULO, SAULO, ¿POR QUÉ ME PERSIGUES?
El hecho tuvo lugar probablemente en el año 36,
catorce años antes del concilio de Jerusalén. Saulo y sus acompañantes
estaban ya cerca de Damasco. Era hacia el mediodía. De repente una luz
resplandeciente los envuelve y caen a tierra. Es de creer, aunque el texto
bíblico explícitamente no lo dice, que el viaje lo hacían a caballo, no a
pie, y, por tanto, la caída hubo de ser más violenta y aparatosa. Surge
entonces el impresionante diálogo entre Jesús y Saulo: “Saulo, Saulo, ¿por
qué me persigues?... ¿Quién eres, Señor?”. Parece, a juzgar por la frase de
Jesús “duro es para ti pelear contra el aguijón” (cf. 26:14), que, en un
primer momento, Pablo trató de resistir a la gracia, como caballo que se
encabrita ante el pinchazo, pero pronto fue vencido y hubo de exclamar:
“¿Qué he de hacer, Señor?”. Sin duda, este modo de proceder del Señor en su
conversión influyó enormemente en él, para que luego en sus cartas
insistiera tanto en que la justificación no es efecto de nuestro esfuerzo o
de las obras de la Ley,
sino puro beneficio de Dios. También la pregunta “¿Por qué me persigues?”
debió de hacerle pensar en alguna misteriosa compenetración entre Cristo y
sus fieles, que le impulsará a formular la maravillosa concepción del
Cuerpo místico, otro de los rasgos salientes de su teología
3.
SAN PABLO EN ESTA OCASIÓN VIO
REALMENTE A JESUCRISTO
No parece caber duda que San Pablo en esta
ocasión vio realmente a Jesucristo en su humanidad gloriosa. Aunque el
texto bíblico no lo dice nunca de modo explícito, claramente lo deja
entender, cuando contrapone a Saulo y a sus acompañantes, diciendo que
éstos “oyeron la voz, pero no vieron a nadie”, y en 26:16 se dice
expresamente: “para esto me he aparecido a ti.” Por lo demás, el mismo
Pablo, aludiendo sin duda a esta visión, dirá más tarde a los Corintios:
“¿No soy apóstol? ¿No he visto a Jesús, Señor nuestro?” (1 Cor 9:1); y algo
más adelante: “Apareció a Cefas, luego a los Doce.. Últimamente, como a un aborto, se me apareció
también a mí” (1 Cor 15:5-9). Y nótese que esas apariciones a los apóstoles
eran reales y objetivas (cf. 1:3; 10:41), luego también la de Pablo, cosa,
además, que exige el contexto, pues si es que algo valían esas apariciones
para probar la resurrección de Cristo, es únicamente en la hipótesis de que
éste se apareciera con su cuerpo real y verdadero. Nada tiene, pues, de
extraño que, terminada la visión, Pablo quedara como anonadado, sin ganas
ni para comer, atento sólo a pensar y rumiar sobre lo acaecido, que
trastornaba totalmente el rumbo de su vida. El estado de ceguera contribuía
a aumentar más todavía está su tensión de espíritu. Sólo después del
encuentro con Ananías, pasados tres días, habiendo vuelto a tomar alimento,
de nuevo, Pablo cobra fuerzas como dice en el versículo 19, como hemos
visto en otras ocasiones, estas abstenciones de comer y beber han sido
siempre frecuentes en personas místicas, y Pablo parece que fue una de
ellas, a juzgar por algunos testimonios de sus cartas. Hay pequeñas
diferencias en los relatos de la conversión de Saulo, porque en una los
compañeros de Saulo “oyen la voz” pero “no ven a nadie” (cf. 9:7), mientras
que en la otra “no la oyen” pero “ven la luz” (cf. 22:9). Asimismo, según
una de las narraciones, esos compañeros “estaban de pie atónitos” (cf.
9:7), mientras que, según otra, “caen todos por tierra” (cf. 26:14). En
cuanto a si los compañeros de Saulo “oyeron” (9:7) o “no oyeron” (22:9) la
voz de Jesús, téngase en cuenta que la palabra oír puede tomarse en el
sentido simplemente de oír, o sea, percibir el sonido material, y también
en el de entender, o sea, captar el significado (cf. 1 Cor 14:2). Parece
que los compañeros de Saulo “oyeron la voz” (9:7); pero, al contrario que
éste, no “entienden” su significado (22:9), del mismo modo que “vieron la
luz” (22:9), pero no distinguen allí ningún personaje (9”?)• Y, en fin, por lo que
corresponde a si “cayeron a tierra,” parece que ciertamente “cayeron todos”
en un primer momento (26:14); pero, en un segundo momento de la escena,
cuando Pablo, mucho más afectado, seguía todavía en tierra, los compañeros
“estaban ya de pie” (9:7). Por lo demás, ese “estaban de pie atónitos”.
Hagamos todavía una observación. Eso de “caer en tierra” era algo como
inherente a los que recibían una visión divina (cf. Ez 1:28; 43:3; Dan
8:17) y, en nada cambiaría la historicidad del relato.
4.
LA CONVERSIÓN DE
SAN PABLO ES UNO DE LOS MAYORES ACONTECIMIENTOS EN LA HISTORIA DEL
CRISTIANISMO.
En todo caso, lo que deseo resaltar es que la
conversión de San Pablo es uno de los mayores acontecimientos en la
historia del cristianismo. Como se ha escrito, “es la muerte repentina,
trágica, del judío, y el nacimiento esplendoroso, resplandeciente, del
cristiano y del apóstol". San Jerónimo lo comentaba así: "El
mundo no verá jamás otro hombre de la talla de San Pablo". Saulo,
nacido en Tarso, hebreo, fariseo rigorista, bien formado a los pies de
Gamaliel, muy apasionado, ya había tomado parte en la lapidación del
diácono Esteban, guardando los vestidos de los verdugos "para tirar
piedras con las manos de todos", como interpreta agudamente San
Agustín. De espíritu violento, se adiestraba como buen cazador para cazar
su presa. Con ardor indomable perseguía a los discípulos de Jesús. Pero
Saulo cree perseguir, y es él el perseguido. Dios es infatigable cazador de
almas y cazará a Saulo, que se ha emboscado en el recodo del camino que va
de Jerusalén a Damasco. El Señor acecha a Saulo, su perseguidor bienamado.
A partir de entonces, en el destino de todo hombre existirá ese mismo Dios
al acecho, a la espera. Y oyó la voz de Jesús: Saulo, Saulo ¿por qué me
persigues? Saulo preguntó: ¿Quién eres tú, Señor? Jesús le respondió: Yo
soy Jesús a quien tú persigues. ¿Y qué debo hacer, Señor? Pocas veces un
diálogo tan breve ha transformado tanto la vida de una persona. Cuando
Saulo se levantó estaba ciego, pero en su alma brillaba ya la luz de
Cristo. Desde ahora este camino de Damasco y esta caída del caballo,
quedarán como símbolo de toda conversión. Quizá nunca un suceso humano tuvo
resultados tan luminosos. Quedaba el hombre con sus arrebatos, impetuoso y
rápido, pero sus ideales estaban en el polo opuesto al de antes de su
conversión. San Pablo en adelante únicamente Cristo será el centro de su
vida. "Todo lo que para mí era ganancia, lo tengo por pérdida
comparado con Cristo. Todo lo tengo por basura con tal de ganar a Cristo.
Sólo una cosa me interesa: olvidando lo que queda atrás y lanzándome a lo
que está delante, corro hacia la meta, hacia el galardón de Dios, en Cristo
Jesús".
5.
ES UN LLAMAMIENTO PERSONAL DE CRISTO
La vocación de Pablo es un caso único. Es un
llamamiento personal de Cristo. Pero no quita valor al seguimiento de
Pablo. En el Evangelio hay otros llamamientos personales del Señor, como el
del joven rico que no le siguieron o no perseveraron. "Dios es un gran
cazador y quiere tener por presa a los más fuertes" (Holzner). Pablo se rindió: "He sido cazado por
Cristo Jesús". Pero pudo haberse rebelado. Sin embargo casi todos los
llamados del Señor son mucho más sencillos y por cierto mucho menos
espectaculares, estos vienen a veces en los acontecimientos comunes de la
vida. De algún modo todos tenemos nuestro camino de Damasco. A cada uno nos
aguarda el Señor en el recodo más inesperado del camino.
6.
JUAN PABLO II Y SAN PABLO
Decía en unas de sus homilías, el Santo Padre
Juan Pablo II. Hasta aquel momento el celoso fariseo Saulo estaba
convencido de que el plan de la salvación se refería sólo a un único
pueblo: Israel. Por eso combatía con todos los medios posibles a los
discípulos de Jesús de Nazaret, a los cristianos. Desde Jerusalén se
dirigía hacia Damasco precisamente porque allí, donde el cristianismo se
estaba difundiendo rápidamente, quería encarcelar y castigar a todos los
que, abandonando las antiguas tradiciones de los padres, abrazaban la fe
cristiana. En Damasco recibe la iluminación de lo alto. Cae a tierra y en
ese momento dramático Cristo le hace ver su error. En esta circunstancia
Jesús se revela plenamente a Pablo como el que ha resucitado de entre los
muertos. Al Apóstol se le concede, así, «ver al Justo y oír su voz» (Hch 22, 14). Desde aquel momento, Pablo es constituido
«apóstol» como los Doce, y podrá afirmar, dirigiéndose a los Gálatas:
«Aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia,
tuvo a bien revelar en mí a su Hijo, para que lo anunciase entre los
gentiles» (Ga 1, 15-16).
La conversión de Pablo se realiza a través del
sufrimiento. Se puede decir que antes fue derrotado en él Saulo, el
perseguidor, para que pudiera nacer Pablo, el Apóstol de los gentiles. Su
llamada es, quizá, la más singular de un Apóstol: Cristo mismo derrota en
él al fariseo y lo transforma en un ardiente mensajero del Evangelio. La
misión que Pablo recibe de Cristo está en armonía con la que confió a los
Doce, pero con un matiz y un itinerario particular: él será el Apóstol de
los gentiles. (Homilía de S.S. Juan Pablo II en la misa de clausura de la
semana de oración por la unidad de los cristianos 25 de enero de 1997)
7.
BENEDICTO XVI Y JUAN PABLO
Las
últimas palabras de san Pablo, una exhortación a Timoteo desde la cárcel,
poco antes de su muerte: "Soporta conmigo los sufrimientos por el
Evangelio", dice el Apóstol a su discípulo (2 Tm 1, 8). Estas
palabras, escritas por el Apóstol como un testamento al final de su camino,
remiten al inicio de su misión. Mientras Pablo, después de su encuentro con
el Resucitado, estaba ciego en su casa de Damasco, Ananías recibió la orden
de ir a visitar al temido perseguidor e imponerle las manos para devolverle
la vista. Ante la objeción de que Saulo era un perseguidor peligroso de los
cristianos, Ananías recibió como respuesta: Este hombre debe llevar mi
nombre ante los pueblos y los reyes. "Yo le mostraré todo lo que
tendrá que padecer por mi nombre" (Hch 9,
16). El encargo del anuncio y la llamada al sufrimiento por Cristo están
inseparablemente unidos. La llamada a ser maestro de los gentiles es al
mismo tiempo e intrínsecamente una llamada al sufrimiento en la comunión
con Cristo, que nos ha redimido mediante su Pasión. En un mundo en el que
la mentira es poderosa, la verdad se paga con el sufrimiento. Quien quiera
evitar el sufrimiento, mantenerlo lejos de sí, mantiene lejos la vida misma
y su grandeza; no puede ser servidor de la verdad, y así servidor de la fe.
No hay amor sin sufrimiento, sin el sufrimiento de la renuncia a sí mismos,
de la transformación y purificación del yo por la verdadera libertad. Donde
no hay nada por lo que valga la pena sufrir, incluso la vida misma pierde
su valor. La
Eucaristía, el centro de nuestro ser cristianos, se funda
en el sacrificio de Jesús por nosotros, nació del sufrimiento del amor, que
en la cruz alcanzó su culmen. Nosotros vivimos de este amor que se entrega.
Este amor nos da la valentía y la fuerza para sufrir con Cristo y por él en
este mundo, sabiendo que precisamente así nuestra vida se hace grande,
madura y verdadera. A la luz de todas las cartas de san Pablo, vemos cómo
se cumplió en su camino de maestro de los gentiles la profecía hecha a
Ananías en la hora de la llamada: "Yo le mostraré todo lo que tendrá
que padecer por mi nombre". Su sufrimiento lo hace creíble como
maestro de verdad, que no busca su propio interés, su propia gloria, su
propia satisfacción personal, sino que se compromete por Aquel que nos amó
y se entregó a sí mismo por todos nosotros. En esta hora damos gracias al
Señor porque llamó a san Pablo, transformándolo en luz de los gentiles y
maestro de todos nosotros, y le pedimos: Concédenos también hoy testigos de
la
Resurrección, conquistados por tu amor y capaces de
llevar la luz del Evangelio a nuestro tiempo. San Pablo, ruega por nosotros.
Amén. (Fragmento de homilía del Santo Padre Benedicto XVI, Basílica de san
Pablo extramuros , Sábado 28 de junio de 2008, para leerla completa en el
siguiente link: Celebración
de las Primeras Vísperas
Este articulo también
lo he publicado en la
Revista El Mensajero del Corazón de Jesús
PARA LEER MAS SOBRE SAN PABLO EN EL SIGUIENTE LINK: SAN
PABLO
El Señor Le Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant
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Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant, desde
Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor
Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda
mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto
nos ama.
Nota: Para la Liturgia
de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el
estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia
Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),
(3) Para la Lectio
Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier
Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd,
(4) Santoral preparado
por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo.
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