Misa Diaria
MISA DIARIA DE CAMINANDO CON
JESUS
"La Eucaristía es fuente y culmen de toda
la vida cristiana" (LG 11)

Página de PEDRO SERGIO ANTONIO DONOSO BRANT
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27-12-2022
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Edición Nº 9.471
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LITURGIA DE LAS HORAS
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San Esteban (F) Rojo
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NAVIDAD
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SAN JUAN, APOSTOL Y
EVANGELISTA
ANTÍFONA DE ENTRADA
Juan es aquél que durante la Cena reclinó su
cabeza sobre el pecho del Señor. Bienaventurado el Apóstol a quien fueron
revelados los secretos celestiales, y difundió por todo el mundo las
palabras de vida.
ORACIÓN COLECTA
Señor y Dios nuestro, que nos revelaste los
misterios de tu Verbo por medio del Apóstol san Juan; concédenos la gracia
de comprender con claridad lo que él nos enseñó tan admirablemente. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA 1Jn 1, 1-4
Lectura de la primera
carta de san Juan.
Queridos hermanos: Lo que era desde el
principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que
hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la
Palabra de Vida, es lo que les anunciamos.
Porque la Vida se hizo visible, y nosotros la
vimos y somos testigos, y les anunciamos la Vida eterna, que existía junto
al Padre y que se nos ha manifestado.
Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos
también a ustedes, para que vivan en comunión con nosotros. Y nuestra
comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Escribimos esto para que
nuestra alegría sea completa.
Palabra de Dios.
COMENTARIO:
Para Juan, la misión es un acontecimiento
existencial. Se trata de proclamar nuestra comunión con el Padre en la
persona del Hijo y de compartir nuestra alegría. Por eso, no se puede
celebrar la Navidad sin conexión con el resto de la vida de Jesús. Sin sus
enseñanzas y ejemplos, quedaría reducida a una expresión de sentimentalismo
o en un paquete de concesiones a la sociedad de consumo. Es la vida la que
estaba junto al Padre y se manifestó. Por eso Juan, con gran énfasis nos
comunica que, la manifestación ha sido visible, audible y palpable como
testigo presencial. Manifestación y anuncio, no se agotan en información y
conocimiento intelectual, sino que se orientan a la vida trascendente.
SALMO Sal 96, 1-2. 5-6. 11-12
R. Alégrense, justos,
en el Señor.
¡El Señor reina! Alégrese la tierra, regocíjense
las islas incontables. Nubes y tinieblas lo rodean, la justicia y el
derecho son la base de su trono. R.
Las montañas se derriten como cera delante del
Señor, que es el dueño de toda la tierra. Los cielos proclaman su justicia
y todos los pueblos contemplan su gloria. R.
Nace la luz para el justo, y la alegría para
los rectos de corazón. Alégrense, justos, en el Señor y alaben su santo
nombre. R.
ALELUYA
Aleluya. A ti, Dios, te alabamos y cantamos; a
ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles. Aleluya.
EVANGELIO Jn 20, 1-8
Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Juan.
El primer día de la semana, de madrugada,
cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la
piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro
discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al
Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. Pedro y el otro discípulo salieron
y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió
más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las
vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo
seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el
sudario que había cubierto la cabeza de Jesús; éste no estaba caído con las
vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo,
que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.
Palabra del Señor.
COMENTARIO:
La carrera de los discípulos hacia el sepulcro
muestra el deseo de comprobar lo que les había anunciado María Magdalena.
Pedro y el “discípulo amado”, se encuentran frente al sepulcro vacío y,
éste, sin ver más que el sudario y las vendas por el suelo, le bastó para
creer que el Maestro había resucitado.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Santifica, Señor, los dones que te presentamos,
y concédenos ahondar en el misterio de tu Verbo eterno que en la última
cena revelaste a tu apóstol san Juan. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Jn 1, 14. 16
La Palabra se hizo carne y habitó entre
nosotros. De su plenitud, todos nosotros hemos participado.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Dios todopoderoso, que el Verbo
hecho carne anunciado por el apóstol san Juan, habite siempre en nosotros
por esta eucaristía que hemos celebrado. El que vive y reina por los siglos
de los siglos.
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REFLEXIÓN
BÍBLICA
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“él también vio y creyó”
Jn 20, 1-8
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. “MARÍA MAGDALENA FUE AL SEPULCRO Y VIO QUE LA
PIEDRA HABÍA SIDO SACADA.”
“María Magdalena fue al sepulcro y vio que
la piedra había sido sacada.” Según san Juan, el relato lo sitúa en “el
primer día de la semana.” Es decir, al día siguiente del sábado, y la hora
en que viene al sepulcro es de “madrugada”, esto es muy de mañana y cuando
aún hay “todavía estaba oscuro”. Es en la hora crepuscular del amanecer.
Por los sinópticos se sabe que esta visita de
María al sepulcro no la hace ella sola, sino que viene en compañía de otras
mujeres, cuyos nombres se dan: María, la madre de Santiago, y Salomé, la
madre de Juan y Santiago el Mayor (Mc 16:1) y otras más (Lc 24:10). Al ver,
desde cierta distancia, “sacada” la piedra rotatoria o golel, dejó a las
otras mujeres, que llevaban aromas para acabar de preparar el
“embalsamamiento” del cuerpo de Cristo, y “Corrió al encuentro de Simón
Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba”, que, por la confrontación de
textos, es, con toda probabilidad, el mismo Juan.
2. “EL OTRO DISCÍPULO AL QUE JESÚS AMABA”
Me parece bonita esta expresión que se lee
en este fragmento del evangelio, “El otro discípulo al que Jesús amaba”. Es
hermoso saber del amor de Jesús por sus apóstoles, pero en el caso de san
Juan, hay una predilección especial, pero aún es más hermosa esa humildad,
esa modestia y esa demostración de no ser vanidoso, san Juan en lugar de
nombrarse, utiliza esta frase “El otro discípulo al que Jesús amaba”.
Como ella, Magdalena, no entró en el
sepulcro, supuso la noticia que da a estos apóstoles: “Se han llevado del
sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. El plural con que
habla: no “sabemos”, entronca fielmente la narración con lo que dicen los
sinópticos de la compañía de las otras mujeres que allí fueron (Mt 28,lss; Mc 16ss; Lc 24:1ss; cf. Lc 24:10). Seguramente,
al ver, a cierta distancia, removida la piedra de cierre, cuya preocupación
de cómo la podían rodar para entrar temían (Mc 16:3), cambiaron, alarmadas,
sus impresiones, y Magdalena, más impetuosa, se dio prisa en volver, para
poner al corriente a Pedro y al anónimo Juan.
3. ESTE “DISCÍPULO” CORRÍA MÁS QUE PEDRO
Pedro y Juan debieron de salir enseguida de
recibir esta noticia, pues ambos “corrían.” Pero el evangelista dejará en
un rasgo su huella literaria. Este “discípulo” corría más que Pedro. En
efecto, Pedro debía de estar sobre la mitad de su edad, sobre los cincuenta
años (Jn 21:18.19), y, según San Ireneo, vivió hasta el tiempo de Trajano (98-117)
Esto hace suponer que Juan pudiese tener entonces sobre veinticinco o
treinta años. Juan, por su juventud y su fuerte ímpetu de amor a Cristo,
“corrió más rápidamente” y “llegó antes.” al sepulcro. Pero “no entró.”
Juan no entró, esperando a Pedro que es el
primero que entra en el sepulcro y “vio las vendas en el suelo, y también
el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús”. El evangelista, al
recoger estos datos, pretende, manifiestamente, hacer ver que no se trata
de un robo; de haber sido esto, los que lo hubiesen robado no se hubiesen
entretenido en llevar un cuerpo muerto sin su mortaja, ni en haber cuidado
de dejar “las vendas” y “sudario” puestos cuidadosamente en sus sitios
respectivos “sino enrollado en un lugar aparte”
4. JUAN PONE LUEGO EL TESTIMONIO DE FE
Observados el orden y la paz que reinaban
en él, el discípulo amado se abre a la visión de la fe, creyendo en los
signos visibles del Señor: “Vio y creyó”. No es aún la fe perfecta en la
resurrección. Para esto será necesario que el espíritu del discípulo se
abra a la inteligencia de la
Escritura (ef. Lc 24,45), que vea al Señor en persona y
que reciba de él el don del Espíritu Santo
Pero en todo caso, Juan puso el testimonio
de fe. “Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro:
él también “vio y creyó.” Es decir al no ver el cuerpo de Jesús, creyó que
estaba resucitado. San Juan cree, porque es limpio de corazón, su pureza no
le hace tener ninguna duda.
El Señor
les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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PARA
LA LECTIO DIVINA
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LA COMPRENSIÓN
PENETRANTE DE LA PALABRA DE VIDA.
La figura de Juan es de fundamental importancia en la Iglesia
primitiva, no sólo por su condición de discípulo amado por el Señor, sino
sobre todo por habernos dado con su contemplación el Jesús más íntimo, el
que se revela Hijo de Dios hecho carne, venido a desvelarnos el rostro del
Padre y el camino que lleva a la comunión con él. Entre los varios títulos
que la tradición antigua atribuye a Juan destaca el de teólogo, porque el
objetivo de sus escritos es creer en Jesús, Mesías e Hijo de Dios (ef. Jn
20,31). El símbolo del evangelista es el águila, porque, como declara un
dicho rabínico, es como el único pájaro que puede mirar el sol (que para
Juan es Cristo) sin quedar deslumbrado. Y su presencia en la comunidad
cristiana, que en todo tiempo debe estar a la búsqueda de los signos
visibles del Señor, es la de la contemplación y la comprensión penetrante
de la Palabra de vida.
Son muchos los carismas en la Iglesia, todos preciosos y necesarios,
como, por ejemplo, el carisma de la institución de Pedro o el de la
profecía de Juan. Sólo el respeto recíproco y la búsqueda común en el
compartir sincero y atento a los dones del Espíritu, permite adentrarse en
el misterio. El ejemplo de la búsqueda común y de la ayuda entre hermanos
de la misma fe, de que claramente nos habla el discípulo amado, lleva
necesariamente a reencontrarse juntos, reunidos en el reconocimiento de los
signos del Resucitado.
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ORACIÓN
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Señor Jesús, que revelaste los misteriosos secretos de la Palabra al discípulo
amado, Juan, da también hoya tu Iglesia una nueva inteligencia espiritual
de las Escrituras.
El Espíritu Santo, a través de las palabras del concilio, nos ha
recordado que “la Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras como
el Cuerpo mismo de Cristo” y que la Palabra de Dios es fuente pura y
“perenne de la vida espiritual” (DV 21). Por esto nosotros queremos
iluminar cada vez más nuestra vida espiritual con tu Palabra, para aprender
“la sublime ciencia de Jesucristo” (Flp 3,8). Sentimos cada vez más
verdadera, sin embargo, la afirmación conciliar según la cual la Escritura
“debe ser leída e interpretada con la ayuda del mismo Espíritu con que ha
sido inspirada” (DV 12). Da, Señor, a tu Iglesia pastores sabios y santos
que sepan captar el sentido espiritual y profundo de tus Escrituras e
introducir al pueblo entero de Dios en tu intimidad para conocer mejor tu
pensamiento, las profundidades del Espíritu y como guías a tu Iglesia. Pero
haznos comprender también que tantas crisis de nuestras comunidades
religiosas se superan sólo con la frecuente lectura y meditación de tu
Palabra “acompañadas por la oración, para que pueda brotar el coloquio
entre Dios y el hombre” (DV 25), lugar donde se opera en nosotros la
conversión del corazón nuevo y la apertura a la fraternidad universal.
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SANTORAL
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SAN JUAN APÓSTOL
San Juan se encuentra en una relación peculiar con cada uno de los diversos
aspectos del Misterio de Cristo. Al Apóstol «que durante la Cena reclinó su
cabeza en el pecho del Señor», que recibió a María por Madre al pie de la
Cruz y fue el primero de los discípulos en creer en la resurrección, se le
puede considerar como el teólogo del Misterio pascual, por lo que con toda
justicia leemos su Evangelio durante el tiempo de Pascua. Pero San Juan es,
asimismo, el heraldo del Misterio de la Encarnación, el hombre que, bajo la
inspiración del Espíritu, escribió: «La Palabra se hizo carne y acampó
entre nosotros». Resulta oportuno celebrar su fiesta dentro de la octava de
Navidad y comenzar hoy la lectura de la Carta en que nos relata «lo que ha
contemplado con sus propios ojos».
Juan gozó de la intimidad de Cristo, a quien encontrara en la ribera
del Jordán, fue junto con Pedro y Santiago testigo de su transfiguración y
compañero de su agonía, así como el único de entre los Apóstoles que vio
morir al Maestro y lo depositó en su sepulcro. Conservó de todo ello unos
recuerdos que habían de iluminar su larga vida. Así descubrió con
admiración que «Dios es amor» y que el mandamiento del Señor consiste en el
amor.
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FUENTES DE LA PAGINA
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La Página de la Misa Diaria,
está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant, desde Santiago de
Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y
por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este
servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para la Liturgia
de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el
estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia
Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),
(3) Para la Lectio
Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier
Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd.
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