Querido amigos, “La paz con ustedes”
(Juan 20,26)
Lo primero que los
ángeles pregonaron en el nacimiento del Señor fue “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz
a los hombres en quienes él se complace”.
(Lc 2,14), El nacimiento del Señor es el nacimiento de la paz; y así
dice el Apóstol: Él es nuestra paz. Les deseo de corazón que finalicen este
año que se va en paz y que comiencen el siguiente, con la paz de
Jesucristo.
“Dios nuestro, fuente del amor sincero y de la paz, concédenos
glorificar tu nombre con estas ofrendas que te presentamos; y por la
participación en la eucaristía ayúdanos a vivir unidos en un solo corazón.
Por Jesucristo, nuestro Señor.” (Oración Sobre las Ofrendas de hoy)
Les invito hace una “Oración Fin de Año”
Oh Dios, Padre
Todopoderoso, creador del cielo y la tierra, hoy que termina un viejo año
2020, a pesar de ser un año de dolor y de muchas penas a causa de la
pandemia, de amigos y familiares que partieron de esta vida, de muchos que
han perdido su trabajo y viven en dificultades, con la confianza que tengo
en tu amor por nosotros, con todo, quiero darte gracias por todo lo que nos
has dado, en especial por la vida, por el amor de nuestros amigos y
nuestros hermanos, por el aire que respiramos, por ver el sol de cada día,
por tantas alegrías en Ti, por la Paz y la Esperanza que recibimos de Ti,
por la Fe que nos entregas cada día, por tu perdón, tu misericordia y
porque ya se sienten aires de esperanza que pondrá fin a la pandemia.
Gracias Señor por tu
generosidad, por tu bondad si límites.
Gracias Señor Dios, por
el Dios de Jesucristo, cuyo amor a los hombres es extenso e ilimitado, amigo que no nos
abandona, nos alivia en nuestros dolores y nos regala una verdadera Paz.
Oh
Padre nuestro, por todo los que nos das cada día, te elogiamos, te cantamos
y te honramos y, nos postramos con alegría ante ti en agradecimiento a Tú
indescriptible comprensión, piedad y misericordia, y ahora que llega este
nuevo año 2021, te rogamos humildemente que nos ayudes a perfeccionar en el
amor hacia Ti, a nuestros hermanos y en todas las virtudes.
Te rogamos Señor, que
para este nuevo año 2021 que ya se inicia, nos hagas dignos de siempre para agradecer y
glorificarte junto a tu Hijo Jesucristo. Que vive y reina, contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos
De corazón, feliz 2021
Pedro Sergio.
ANTÍFONA
DE ENTRADA Is 9, 6
Un niño nos ha nacido,
se nos ha dado un hijo. Lleva sobre sus hombros el imperio y su nombre será: “Ángel del gran
consejo”.
ORACIÓN
COLECTA
Dios todopoderoso y
eterno, que en el nacimiento de tu Hijo estableciste el principio y la
perfección de toda religión, concédenos ser contados entre los miembros de
aquél en quien radica la plenitud de la humana salvación. Él que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de
los siglos.
LECTURA 1
Jn 2, 18-21
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.
Hijos míos, ha llegado
la última hora. Ustedes oyeron decir que vendría un Anticristo; en
realidad, ya han aparecido muchos anticristos, y por eso sabemos que ha
llegado la última hora. Ellos salieron de entre nosotros; sin embargo, no
eran de los nuestros. Si lo hubieran sido, habrían permanecido con
nosotros. Pero debía ponerse de manifiesto que no todos son de los
nuestros. Ustedes recibieron la unción del que es Santo, y todos tienen el
verdadero conocimiento. Les he escrito, no porque ustedes ignoren la
verdad, sino porque la conocen, y porque ninguna mentira procede de la
verdad.
Palabra de Dios.
COMENTARIO: Se aproxima el momento final de la
historia que camina hacia la manifestación última y definitiva de Jesús, el
Señor. Juan nos pone en guardia frente a los falsos maestros, cuya
aparición es inevitable mientras no llega el fin. Llegar a detectar a estos
falsos maestros es más complejo, ya que la frontera que separa a los que
están dentro de la Iglesia de los que están fuera no es, necesariamente, la
que separa la verdad de la mentira.
SALMO Sal
95, 1-2. 11-13
R. ¡Alégrese el cielo y exulte la tierra!
Canten al Señor un
canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; canten al Señor, bendigan su
Nombre, día tras día, proclamen su victoria. R.
Alégrese el cielo y
exulte la tierra, resuene el mar y todo lo que hay en él; regocíjese el
campo con todos sus frutos, griten de gozo los árboles del bosque. R.
Griten de gozo delante
del Señor, porque él viene a gobernar la tierra: Él gobernará al mundo con
justicia, y a los pueblos con su verdad. R.
ALELUYA Jn
1, 14. 12
Aleluya. La Palabra se
hizo carne y habitó entre nosotros. A todos los que la recibieron, les dio
el poder de llegar a ser hijos de Dios. Aleluya.
EVANGELIO
Jn 1, 1-18
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Al principio existía la
Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al
principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron
hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que
existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz
brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un
hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar
testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la
luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al
venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el
mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los
suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a
los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad
del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo
carne y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto
su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia
y de verdad. Juan da testimonio de él, al declarar: “Éste es aquél del que
yo dije: El que viene después de mí, me ha precedido, porque existía antes
que yo”. De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido
gracia sobre gracia; porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la
gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a
Dios; el que lo ha revelado, es el Dios Hijo único, que está en el seno del
Padre.
Palabra del Señor.
COMENTARIO: Estar en la “Octava de Navidad” es estar
en una fiesta que dura ocho días. Cada día se celebra como el día en que
nace Jesús. La Iglesia, quiere de este modo, que haya mucho tiempo para
celebrar, agradecer, orar y meditar sobre este misterio. Por eso, podemos
decir con total verdad, que hoy Jesús ha nacido; hoy el hombre, finalmente,
ha alcanzado un lugar de privilegio, porque Dios lo eligió como morada.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Dios nuestro, fuente
del amor sincero y de la paz, concédenos glorificar tu nombre con estas
ofrendas que te presentamos; y por la participación en la eucaristía
ayúdanos a vivir unidos en un solo corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA
DE COMUNIÓN 1Jn 4, 9
Dios envió al mundo a
su Hijo único para que tengamos Vida por medio de él.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor,
que tu pueblo constantemente dirigido por ti, reciba de tu bondad la ayuda
en el presente y en el futuro, para que, consolado en sus necesidades con
las cosas transitorias, aspire con mayor confianza a los bienes eternos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
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“La Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros”
Jn 1, 1-18
Comentario-estudio de la
lectura del santo Evangelio según Juan (1)
(Este comentario es solo a
efectos pedagógicos)
Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. AL PRINCIPIO ERA EL VERBO, Y
EL VERBO ESTABA EN DIOS, Y EL VERBO ERA DIOS. EL ESTABA AL PRINCIPIO EN DIOS.
San
Juan comienza a describir al Verbo con relación “al principio”. Porque no
pensar que el evangelista recuerda el pasaje de la creación en el Génesis.
Toda la obra creadora que se describe en el Génesis, fue hecha por palabra
creadora de Dios; es precisamente lo que aquí se va a decir del Verbo. Este
“principio” es, pues, punto de referencia con relación al existir del
Verbo. Es una valoración absoluta. En el lenguaje bíblico, antes de la
creación de las cosas no hay más que la eternidad de Dios. Por tanto, si en
el “principio,” en la creación de las cosas, pues todas van a ser creadas
por el Verbo, éste existía ya, es que no sólo es anterior a ellas, sino que
es eterno. A esta misma conclusión se llega, lógicamente, por la conexión
con el final de este mismo versículo, donde se dice explícitamente que este
Verbo era Dios. Luego eterno, “principio” absoluto (cf. Jn 17:5-24).
Por
eso el evangelista utiliza la forma imperfecta de “existía”. No limita su
duración ni a un tiempo pasado, como decir fue, o como un tiempo presente y
decir existe, sino que lo acusa en su duración indefinida.
Juan
en esta primera parte del versículo expresa la eternidad de este Verbo.
En
la segunda mitad del verso, va a expresar la distinción entre este Verbo y
el Padre. Pues el Verbo “estaba en Dios”. Es una proximidad interna,
íntima, de persona a persona (Jn 10:30; 14:20; 17:20.23). Esta expresión
que se utiliza parecería a primera vista muy sugerente, ¿Acaso está puesto
con una intención muy marcada por el evangelista, para indicar que ese
estar el Verbo con el Padre no era estático, sino dinámico: en íntima
vitalidad con él.
La
conclusión es que el Verbo estaba “en Dios.” La forma, con artículo,
significa al Padre, en contraposición a la misma palabra sin artículo, que
sólo expresa la divinidad. Esta distinción, revelación de personas en el
seno de la Trinidad
es tema del evangelio de Jn (Jn 10:30; cf. 2 Cor 13:13).
En
esta misma segunda mitad del verso, a la eternidad del Verbo, enseñada
antes, añade ahora Jn una distinción en el seno de la divinidad. Lo que se
ve incluso por lingüística: que el Verbo estaba con “el Padre.” Dios tiene,
pues, un Hijo eterno.
En
la tercera mitad del verso, se proclama explícitamente la divinidad del
Verbo: “y el Verbo era Dios.”
Sintéticamente
resume el evangelista todo su pensamiento en una expresión final: este
Verbo así descrito estaba eternamente con el Padre.
2. TODAS LAS COSAS FUERON
HECHAS POR EL, Y SIN EL NO SE HIZO NADA DE CUANTO HA SIDO HECHO.
Juan
expone esta enseñanza con un paralelismo encontrado. Todas las cosas, que,
sin artículo, no indican las cosas globalmente, sino que señalan a cada una
en particular, fueron hechas por El y sin Él no fue hecho nada; y
acusándose enfáticamente (Is 39:4; Jer 42:4) que “ni una sola cosa” existe
que no haya sido hecha por El.
Si
el Verbo es Dios, ¿qué causalidad o qué mediación tiene el Verbo en la obra
de la creación? El pensamiento de Jn sobre esta causalidad ha de
valorárselo en su ambiente bíblico. En efecto, en la
Escritura aparece un doble grupo de textos relativos a la
obra creadora o eficiente de Dios. En unos se acusa la acción eficiente o
causadora de Dios. Tales son los que hablan del “soplo de Dios,” del
“Espíritu de Dios,” de la “palabra” de Dios, mediante lo cual los seres son
creados. Otro grupo es el que presenta a Dios mirando, teniendo en cuenta,
para su obrar, a la “Sabiduría” (Prov. 8:27-30; Job 28:24-28). Dios obra
por “su palabra.” Pero no se excluye, conceptualmente, su entronque
bíblico, pues para Jn, siendo el Verbo Dios, la causalidad que tiene es tan
profunda como ha de ser la que le corresponde a Dios en la obra creadora.
3. EN EL ESTABA LA
VIDA, Y LA
VIDA ERA LA
LUZ DE LOS HOMBRES. LA
LUZ LUCE EN LAS TINIEBLAS, PERO LAS TINIEBLAS NO LA
ABRAZARON.
Lo
que fue hecho en El, era la vida. El pensamiento es manifiestamente que las
cosas que fueron hechas por el Verbo tienen vida en El. ¿En qué sentido? No
se trata de la vida de Dios — del Verbo — en sí mismo, pues no dice que “el
Verbo era la vida,” sino de la vida divina en cuanto va a ser ampliamente
participada. Pues esa “vida” va a ser “luz” de los seres humanos.
En
los pasajes bíblicos sapienciales, los conceptos de la
Ley, la
Sabiduría y la
Palabra tienen un paralelismo o identificación con el
concepto de “luz.” Así como la luz ilumina al hombre en su caminar diario,
y bajo ella no tropieza o cae, como en la noche (Jn 9:9-10), así el ser
humano, caminando moralmente a la “luz” de la
Ley, de la
Sabiduría o de la
Palabra divina, no tropieza ni cae en su marcha moral
hacia Dios: Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino. (Sal
119:105)
Estos
dos conceptos de “vida” y de “luz” andan parejos en el A.T. Si no son
sinónimos, están íntimamente entrelazados. La “luz” conduce a la “vida.”
Con esta “luz” se “vive” la vida verdadera. Es la misma forma de expresarse
Jn en su primera epístola (1 Jn 1:5-11; 2:8-11). Así, el pensamiento del
evangelista en el “prólogo” es el siguiente: Esta misma “vida” es “luz”
para los seres humanos. ¿Cómo? Toda la obra de la creación era, de suyo,
“luz” para que los seres humanos pudiesen venir en conocimiento de Dios y
de la vida moral (Rom 1:19-22). Pero no sólo era “luz” para conocerle
teóricamente, sino para conocerle y encuadrarse en esta “luz,” lo que era
“vivirla”: vivir la vida religiosa-moral. Por eso, esa “luz” que les viene
y conduce al Verbo, era ya en el mismo, en el sentido bíblico expuesto,
“vida” para los seres humanos
“La
noción de “vida,” lo mismo que la de “luz,” en el evangelio de Jn entra en
la esfera de lo divino.”
La
expresión “La luz luce en las tinieblas” se explica bien teniendo en cuenta
la acción permanente de la irradiación de la luz del Verbo: es un sol
permanente. Pero, frente a él, “las tinieblas” tomaron una posición hostil
a esta luz. ¿Quiénes son estas “tinieblas”? Instintivamente se piensa en
que estas “tinieblas” sean los hombres malos, hostiles a la luz, pero las
“tinieblas” no pueden ser los hombres. En otros pasajes del mismo evangelio
se dice que los “hombres” caminan en las “tinieblas” (Jn 8:12; 12:35; 1 Jn
2:11), o que ellos permanecen en las “tinieblas” (Jn 12:46; 1 Jn 2:9-11), o
que las “tinieblas” amenazan sorprender a los hombres (Jn 12:35); pero
jamás se dice que los hombres sean las “tinieblas.” En los manuscritos de
Qumrán hay un largo fragmento que se titula “Guerra de los hijos de la luz
y de los hijos de las tinieblas,” y en él se lee: “En manos del Príncipe de
la luz está el gobierno de los hijos de la justicia, que caminarán por los
senderos de la luz; en manos del ángel de las tinieblas está el gobierno de
los hijos de la iniquidad, que caminarán por los senderos de las
tinieblas.” Por el término de tinieblas no hay que pensar en los hombres
incrédulos, sino en el mundo satánico, opuesto a Dios.
A
esta misma conclusión llevan otras razones. Jn está imbuido en los
“sapienciales.” Y en ellos se dice que a la “Sabiduría no la vence la
maldad” (Sab 7:30). El mismo pensamiento se lee en las Odas de Salomón, en
donde se dice que “la luz no sea vencida por las tinieblas” (18:6).
El
pensamiento del evangelista es que esa “luz” del Verbo que luce en el mundo
no pudo ser “vencida” ni aplastada por los poderes del mal — demoníacos y
gobernadores del mal en los hombres — que influyen en el mundo en su lucha
contra la verdad y el misterio del Mesías. San Pablo dirá que nuestra lucha
es “contra dominadores de este mundo tenebroso” (Ef. 6:12).
4. HUBO UN HOMBRE ENVIADO DE
DIOS, DE NOMBRE JUAN. VINO ÉSTE A DAR TESTIMONIO DE LA
LUZ, PARA TESTIFICAR DE ELLA Y QUE TODOS CREYERAN POR ÉL.
El
Verbo hasta ahora no había ofrecido a los hombres más que una cierta
participación de su luz; ahora va a darla con el gran esplendor de su
encarnación. Para esto aparece introducida la figura del Bautista, y
aparece situado en un momento histórico ya pasado, en contraposición al
Verbo, que siempre existe. Juan no viene por su propio impulso; “es enviado
por Dios.” Trae una misión oficial. Viene a “testificar”, que en su sentido
original indica preferentemente un testigo presencial Viene a testificar a la
Luz, que se va a encarnar, para que todos puedan creer por
medio de él. El prestigio del Bautista era excepcional en Israel (Jn
1:19-28), hasta ser recogido este ambiente de expectación y prestigio por
el mismo Flavio Josefo. El tema del “testimonio” es uno de los ejes en el
evangelio de Jn, que se repartirá multitud de veces y por variados
testigos.
5. NO ERA ÉL LA
LUZ, SINO QUE VINO A DAR TESTIMONIO DE LA
LUZ. ERA LA
LUZ VERDADERA, (LUZ) QUE VINIENDO A ESTE MUNDO ILUMINA A
TODO HOMBRE. ESTABA EN EL MUNDO Y POR EL FUE HECHO EL MUNDO, PERO EL MUNDO
NO LE CONOCIÓ VINO A LOS SUYOS, PERO
LOS SUYOS NO LE CONOCIERON.
Se
insiste en algo evidente: que Juan no era la
Luz, sino que venía a testificar a la
Luz, puesto que el bautista sólo testifica al verbo
“encarnado,” en los pasajes.
El
Verbo es la luz verdadera. Así como de Dios se dice que es “verdadero” en
oposición a los ídolos (Jn 17:3; 1 Jn 5:20), o lo mismo que Cristo es el
pan “verdadero” en oposición al maná (Jn 6:32), así el Verbo es llamado luz
“verdadera” porque en él se incluyen todas y plenamente las cualidades,
metafóricamente, de la luz, pero elevadas al orden religioso-moral (Jn
7:28:17:3; cf. Rom 3:4). Es el ordenamiento divino, en contraposición a los
planes del hombre falaz, pecador.
Esta
luz del Verbo ilumina a todo ser humano. “Luz verdadera que ilumina a todo
hombre (luz) que está viniendo a este mundo.” Así dirá Jn en otros pasajes
que “vino la luz al mundo” (Jn 3:19; 9:39; 12:46). Por eso, esa “luz” así
descrita “estaba en el mundo,” y lo estaba precisamente porque el “mundo
fue hecho por el Verbo.” Pero el “mundo” no “conoció” a esta Luz: a Dios
Verbo. Los seres humanos debieron conocerlo. Las obras les llevaban a su
conocimiento y servicio (Sab 13:1-9; Rom 1:19-23). Pero este “conocimiento”
no es un simple conocimiento intelectual; hay que valorarlo en el sentido
semita: un conocimiento que entraña una vida y una actitud moral y servicio
a Dios. Así se lee en Jeremías: “Hacía justicia al pobre y al desvalido.
Esto es conocerme, dice Yahvé” (Jer 22:16; cf. Os 4:1-6). Los hombres,
teniendo motivos para conocer y servir a Dios, no lo hicieron: “el mundo no
le conoció.”
Pero
no sólo el “mundo,” sino “que vino a los suyos. “Y no le recibieron.”
¿Quiénes?, siempre se interpreta esta expresión a Israel, pueblo
especialmente elegido de Dios.
Vino
la Luz a
Israel con su Ley, con sus profetas, con sus enseñanzas; le anunciaron un
Mesías., y fueron rebeldes — ¡tantas veces! — a esta Luz de Dios, del
Verbo. Y vino el Verbo encarnado a ellos, a su pueblo, al pueblo que le
esperaba, y cuando llegó a ellos., Israel no le conoció, no lo recibió., y
¡crucificó! al Mesías.
6. MAS A CUANTOS LE RECIBIERON
DIOLES PODER DE VENIR A SER HIJOS DE DIOS, A AQUELLOS QUE CREEN EN SU
NOMBRE; QUE NO DE LA SANGRE,
NI DE LA VOLUNTAD
CARNAL, NI DE LA
VOLUNTAD DE VARÓN, SINO DE DIOS SON NACIDOS.
Frente
a este panorama del paganismo y de Israel, que no recibe la
Luz del Verbo, tono trágico con que el evangelista expone
esta actitud del mundo frente a la
Luz, va a describir, por contraste, la ventaja
incomparable que se sigue a los seres humanos de dejarse iluminar por esta
Luz de Dios.
San
Juan ha afirmado que no recibieron, no “aceptaron” esta Luz ni los paganos
ni los judíos. El modo semita de hablar gusta de hacer afirmaciones
rotundas, de fórmulas absolutas, sin matizar ni acusar las excepciones (Jn
3:31-32). Por eso podría ser que el evangelista pensase sólo en grupos —
incluso mayoritarios — judíos y paganos que no recibieron esta Luz. Y hasta
no sería improbable que influyese sobre él, para esto, o los hechos — grupo
de creyentes —, o la promesa de existencia de un “resto” santo en el Israel
fiel. Por eso hubo un sector que “le recibieron.” ¿Cómo? “Creyendo en su
nombre” (12; cf. Jn 3:11-12; 12:46-50; 5:43-44). Esta expresión es
característica de Juan. Treinta y cuatro veces la usa en su evangelio y
tres en su primera epístola, mientras que en el resto de todo el Nuevo
Testamento sólo sale nueve veces. Nombre, según el modo semita, está por
persona. “El que cree a alguien, recibe su testimonio; pero el que cree en
alguien se entrega totalmente a él.” En el vocabulario de Juan, “creer en
El” es entregársele plenamente.
A
estos que así “creen,” que así se entregan al Verbo, en esta perspectiva de
Jn, les confiere el mismo Verbo, sujeto de todo el desarrollo oracional, un
gran don: el poder ser hijos de Dios. La gracia de este don del Verbo es
ser “hijos de Dios.”
7. Y EL VERBO SE HIZO CARNE Y
HABITÓ ENTRE NOSOTROS.
En
esta sección se proclama la encarnación del Verbo (v.14ª), y se lo
garantiza luego con un doble grupo de testimonios: uno sus discípulos
(v.14b), El evangelista, que no explícito desde el v.3 al Verbo, lo vuelve
a tomar por sujeto explícito, como si quisiese precisar bien que el Verbo
del que habló, estando en el seno de la divinidad, es el mismo sujeto que
se va a encarnar. El Verbo, que se lo describía en su existencia eterna:
“era,” “existía,” actuó en un momento histórico: “fue,” “se hizo.” A la
duración eterna sucede una actuación temporal. Se hizo “carne”. No dice,
como en otras ocasiones, que se mudó (Jn 2:9), sino que se hizo, que tomó
“carne,” sin dejar de ser Verbo. No sólo todo el evangelio de Jn estaría
contra esto, sino que explícitamente lo dice el v.18b-e.
¿Por
qué Juan dice que se hizo “carne” y no que tomó cuerpo ο que se hizo
hombre? No dice “cuerpo,” probablemente porque no implica vida; ni “hombre,”
para indicar mejor el contraste que se propuso expresar entre la grandeza
del Verbo y el nuevo estado que va a tomar. “Carne,” en el lenguaje
bíblico, no es carne sin vida, sino que es el ser humano todo entero, pero
acusando el aspecto de su debilidad, de su humildad inherente a su
condición de criatura (Sal 56:5; Is 40:6; Mt 24:22; Jn 3:6; 17:2).
Juan
afirma el hecho de la encarnación del Verbo, pero no indica el momento
histórico en que esto se realizó. Lucas es el que lo precisa en el relato
de la “anunciación.” Y, aunque Juan tampoco dice como haya de representarse
la encarnación del Verbo, evidentemente no se trata de una transformación
de la divinidad en la humanidad que asume; estaría contra ello todo el
evangelio del hombre-Dios. Es una unión estable e indesunible.
Una
vez proclamada explícitamente la encarnación del Verbo, el evangelista hace
ver que fue un hecho real, pero no desconocido, sino que presenta un doble
testimonio de este hecho histórico. El primero es el de un grupo —
“nosotros” —, que son ciertamente los apóstoles, y probablemente un grupo
mayor: discípulos y aquellos que en Palestina fueron testigos. El autor del
evangelio se incluye, por tanto, en el grupo de estos testigos. Este mismo
testimonio lo traerá en la primera epístola (1:1-3ª). Alega este testimonio
porque el Verbo encarnado “habitó entre nosotros.” Por eso ellos son un
testimonio irrebatible.
8. Y HEMOS VISTO SU GLORIA,
GLORIA COMO DE UNIGÉNITO DEL PADRE, LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD
Por
eso, al morar “entre nosotros,” dice el evangelista enfáticamente,
“nosotros vimos su gloria.” Este “ver” que dice el evangelista es una
visión sensible. Este verbo nunca significa en el Ν. Τ. una
visión intelectual, sino sensible. Estos testigos han “visto con sus ojos” lo
que garantizan; pero no se excluye con esta expresión un sentido más amplio
de percepción, aunque sensible (1 Jn 1:1-3), v. gr., oír, tocar, etc.
Lo
que el evangelista “vio,” lo que este grupo testifica, es que “vieron (con
sus ojos) su gloria.” Aludiéndose a la presencia de la divinidad en el
tabernáculo con el verbo citado, esta “gloria” de Cristo responde también a
la gloria de Yahvé, que llenaba el tabernáculo
Esta
“gloria” no era otra cosa, como dice el evangelista, que la que le
correspondía al que era “Unigénito del Padre.” La conjunción “como” no
indica una comparación de semejanza, como si el Verbo encarnado disminuyese
en su esencia, sino que tiene valor, como en tantos otros casos, de una
afirmación e identidad. Así, se lee en Marcos: Cristo “les enseñaba como
quien tiene autoridad” (Mc 1:22), es decir, teniendo verdaderamente esta
autoridad (Mt 7:29; Lc 6:22; Rom 6:13; 2 Cor 2:17, etc.). Lo contrario iría
contra toda la doctrina del “prólogo” y del evangelio mismo de Juan.
Esta
“gloria” que tenía, le mostraba también “estar lleno de gracia y de
verdad.” Considerada la forma “lleno” como forma indeclinable, da una
lectura excelente junto con la más lógica posibilidad gramatical, por
proximidad, al concordarlo con “Unigénito.” Es el Verbo encarnado, el Unigénito
del Padre, al que testifican estos discípulos, al que vieron lleno de
“gracia y de verdad.” Los que traducen el pensamiento de Juan interpretando
las palabras “gracia” y “verdad” en su exclusivo sentido etimológico, lo
interpretan así: “Gracia dice abundancia de dones espirituales, tanto para
sí mismo (Col 2:9) como para otros (cf. v.16); y verdad, en el estilo
joanneo, significa el verdadero conocimiento de Dios, “que procede de Dios
y lleva a Dios (cf. 8:46ss; 18:37), la verdadera estimación de las cosas
espirituales, la genuina noticia de las cosas celestes y, en consecuencia,
el concepto idóneo de las terrestres.” Es a esta interpretación donde
llevaría el v.16.
9. JUAN DA TESTIMONIO DE EL,
CLAMANDO: ESTE ES DE QUIEN OS DIJE: EL QUE VIENE DETRÁS DE MÍ HA PASADO
DELANTE DE MÍ, PORQUE ERA PRIMERO QUE YO.
Manifiestamente
el v.15 rompe la consecuencia del cursus, siendo un paréntesis. Pues el
v.14 se une, lógicamente, con el v.16. Debe de ser una interpolación,
inspirada, y que guarda el puesto correspondiente de su “inclusión
semítica” con los v.6-8 33.
El
evangelista, discípulo del Bautista, evoca aquí el testimonio del
Precursor, en correspondencia estructural con el v.6-8. El Bautista tenía
la misión de testimoniar al Verbo encarnado. Acabando de afirmar la
encarnación, al punto le brota la escena en que el Bautista testifica que
Cristo es el Verbo encarnado. La escena es vivamente descrita. Está
redactado al modo de los antiguos profetas. Usa el enigma, tan del uso
oriental, para excitar más la atención de los oyentes. La expresión antes
que yo, nunca se dice en el Ν. Τ. de prioridad temporal Es la
confesión de la preexistencia de Cristo (Jn 3:30).
10. PUES DE SU PLENITUD RECIBIMOS TODA GRACIA SOBRE
GRACIA. PORQUE LA LEY FUE
DADA POR MOISÉS; LA GRACIA
Y LA
VERDAD VINO POR JESUCRISTO.
Terminado
este evocador paréntesis, estos versículos se unen conceptualmente al 14e,
al que desarrollan. Allí se proclama al Verbo encarnado “lleno de gracia y
de verdad.,” “por lo que de su plenitud recibimos todos gracia sobre
gracia.” En la nueva obra recibimos todos una gracia torrencial, como
participada y dispensada y proporcionada al Verbo encarnado, que la tiene
en plenitud.
Esta
obra maravillosa dispensada por el Verbo hecho carne evoca en el
Evangelista la antigua economía, promulgada en el Sinaí (Ex c.33 y 34),
contraponiendo ambas. Allí fue “dada” por Moisés. Moisés era ministro y
servidor. Aparece su Ley como algo normativo y oneroso. Pero en
contraposición de esto está la obra de Jesucristo. La oposición entre la
Ley y la
Gracia es un tema dominante “de la teología paulina:
mostrar el contraste entre las obras humanas y el don de Dios. Juan, en
cambio, declara abiertamente que el A.T. resulta superado y anulado por la
Gracia y la
Verdad que provienen de Cristo.” A la
Ley se contrapone con superación la “gracia” y la
“verdad.” Estas “fueron,” es decir, vinieron por Jesucristo. ¿En qué
sentido? ¿En el sentido de que aparecieron en Él? ¿O en el sentido de que
son dispensadas por Él?
Este
segundo sentido es el que se impone: primero, por la contraposición con
Moisés: éste le dio la Ley
a Israel; Cristo da, dispensa, a los hombres la “gracia.”; en segundo lugar
porque este versículo es continuación manifiesta de los 14-16, y
especialmente de éste último, en el que se dice que de “su plenitud
recibimos todos” la gracia correspondiente a la gracia, que se encuentra en
plenitud en el Verbo encarnado.
11. A DIOS NADIE LE VIO JAMÁS; DIOS UNIGÉNITO, QUE
ESTÁ EN EL SENO DEL PADRE, ÉSE NOS LE HA DADO A CONOCER.
San
Juan hace una reflexión final, va a explicitar al resolver una objeción que
era una convicción en el A.T.: no se podía ver a Dios sin morir (Ex 33:20;
Jue 13:21.22,). Así dice terminantemente Jn: que a Dios nadie le vio. No le
vieron, pues, ni Moisés (Ex 32:22-23) ni Isaías (Is 6:1.5). Acaso Jn piensa
también explícitamente en éstos. No vieron a Dios” facialmente”; sus
manifestaciones fueron teofanías simbólicas. La naturaleza divina es
inaccesible al ojo humano (1 Jn 3:2). Pero lo que no puede ver el ojo
humano, lo puede descubrir a él el que es Dios.
La
expresión “en el seno del Padre,” en lenguaje bíblico, expresa la idea de
afección e identidad. Así, el niño reposa en el seno de su madre (1 Re
3:20; cf. Núm 11:12). La mujer reposa por afección sobre el seno de su marido
(Dt 28:54-56). Noemí toma al hijo de su nuera y lo pone con afección sobre
su seno (Rut 4:16). El discípulo “amado de Jesús” estaba “recostado sobre
el pecho de Jesús” (Jn 13:23). Por eso, con la expresión “el Unigénito del
Padre,” que está perennemente en el “seno del Padre,” se está acusando la
constante intimidad y afección entre ambos, por lo que, estando en sus
secretos, puede comunicarlos.
La paz del Señor viva en sus corazones
El Señor
les Bendiga
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
Para este estudio y reflexión,
se han utilizado dos textos Bíblicos, Biblia de Jerusalén versión estudio,
de donde se han tomado las referencias y la Biblia de Nacar-Colunga, de
esta última se han considerado algunas precisiones y comentarios.
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