Querido amigos, “La paz
con ustedes” (Juan
20,26)
Lo primero que los ángeles pregonaron en el nacimiento del Señor fue “Gloria a Dios en las alturas y en la
tierra paz a los hombres en quienes él se complace”. (Lc 2,14), El nacimiento del Señor es el
nacimiento de la paz; y así dice el Apóstol: Él es nuestra paz. Les deseo
de corazón que finalicen este año que se va en paz y que comiencen el
siguiente, con la paz de Jesucristo.
“Dios nuestro, fuente
del amor sincero y de la paz, concédenos glorificar tu nombre con estas
ofrendas que te presentamos; y por la participación en la eucaristía
ayúdanos a vivir unidos en un solo corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.”
(Oración Sobre las Ofrendas de hoy)
Les invito hace una
“Oración Fin de Año”
Oh Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y la tierra, hoy, que
termina un viejo año 2016, quiero darte gracias por todo lo que nos has
dado, en especial por la vida, por el amor de nuestros amigos y nuestros
hermanos, por el aire que respiramos, por ver el sol de cada día, por
tantas alegrías en Ti, por la Paz y la Esperanza que recibimos de Ti, por
la Fe que nos entregas cada día, por tu perdón, tu misericordia. Gracias
Señor por tu generosidad, por tu bondad si límites. Gracias Señor Dios, por
el Dios de Jesucristo, cuyo amor a los hombres es extenso e ilimitado, amigo que
no nos abandona, nos alivia en nuestros dolores y nos regala una verdadera
Paz. Oh Padre nuestro, por todo los que nos das cada día, te elogiamos, te
cantamos y te honramos y, nos postramos con alegría ante Tí en agradecimiento
a Tú indescriptible comprensión, piedad y misericordia, y ahora que llega
este nuevo año 2017, te rogamos humildemente que nos ayudes a perfeccionar
en el amor hacia Ti, a nuestros hermanos y en todas las virtudes. Te
rogamos Señor, que para este nuevo año que ya se inicia, nos hagas dignos de
siempre para agradecer y glorificarte junto a tu Hijo Jesucristo. Que vive
y reina, contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos
de los siglos
De corazón, feliz 2020
Pedro Sergio.
ANTÍFONA
DE ENTRADA Is 9, 6
Un niño nos ha nacido, se nos ha dado un hijo. Lleva sobre sus
hombros el imperio
y su nombre será: “Ángel del gran consejo”.
ORACIÓN
COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que en el nacimiento de tu Hijo
estableciste el principio y la perfección de toda religión, concédenos ser
contados entre los miembros de aquél en quien radica la plenitud de la
humana salvación. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LECTURA 1
Jn 2, 18-21
Lectura de la primera
carta del apóstol san Juan.
Hijos míos, ha llegado la última hora. Ustedes oyeron decir que
vendría un Anticristo; en realidad, ya han aparecido muchos anticristos, y
por eso sabemos que ha llegado la última hora. Ellos salieron de entre
nosotros; sin embargo, no eran de los nuestros. Si lo hubieran sido,
habrían permanecido con nosotros. Pero debía ponerse de manifiesto que no
todos son de los nuestros. Ustedes recibieron la unción del que es Santo, y
todos tienen el verdadero conocimiento. Les he escrito, no porque ustedes ignoren
la verdad, sino porque la conocen, y porque ninguna mentira procede de la
verdad.
Palabra de Dios.
COMENTARIO: Se aproxima el momento final de la
historia que camina hacia la manifestación última y definitiva de Jesús, el
Señor. Juan nos pone en guardia frente a los falsos maestros, cuya
aparición es inevitable mientras no llega el fin. Llegar a detectar a estos
falsos maestros es más complejo, ya que la frontera que separa a los que
están dentro de la Iglesia de los que están fuera no es, necesariamente, la
que separa la verdad de la mentira.
SALMO Sal
95, 1-2. 11-13
R. ¡Alégrese el cielo y
exulte la tierra!
Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre, día tras día, proclamen su victoria.
R.
Alégrese el cielo y exulte la tierra, resuene el mar y todo lo que
hay en él; regocíjese el campo con todos sus frutos, griten de gozo los
árboles del bosque. R.
Griten de gozo delante del Señor, porque él viene a gobernar la
tierra: Él gobernará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad.
R.
ALELUYA Jn
1, 14. 12
Aleluya. La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. A todos
los que la recibieron, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Aleluya.
EVANGELIO
Jn 1, 1-18
Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Juan.
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y
la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no
se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era
la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no
la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran
por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz. La Palabra
era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo
no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos
los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de
llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de
la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por
Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre
como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él, al
declarar: “Éste es aquél del que yo dije: El que viene después de mí, me ha
precedido, porque existía antes que yo”. De su plenitud, todos nosotros
hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia; porque la Ley fue
dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado, es el Dios Hijo único,
que está en el seno del Padre.
Palabra del Señor.
COMENTARIO: Estar en la “Octava de Navidad” es estar
en una fiesta que dura ocho días. Cada día se celebra como el día en que
nace Jesús. La Iglesia, quiere de este modo, que haya mucho tiempo para
celebrar, agradecer, orar y meditar sobre este misterio. Por eso, podemos
decir con total verdad, que hoy Jesús ha nacido; hoy el hombre, finalmente,
ha alcanzado un lugar de privilegio, porque Dios lo eligió como morada.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Dios nuestro, fuente del amor sincero y de la paz, concédenos
glorificar tu nombre con estas ofrendas que te presentamos; y por la
participación en la eucaristía ayúdanos a vivir unidos en un solo corazón.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA
DE COMUNIÓN 1Jn 4, 9
Dios envió al mundo a su Hijo único para que tengamos Vida por medio
de él.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que tu pueblo constantemente
dirigido por ti, reciba de tu bondad la ayuda en el presente y en el
futuro, para que, consolado en sus necesidades con las cosas transitorias,
aspire con mayor confianza a los bienes eternos. Por Jesucristo nuestro
Señor.
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“La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”
Jn 1, 1-18
Comentario-estudio de la lectura del santo Evangelio según Juan (1)
(Este comentario es solo a efectos pedagógicos)
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. AL PRINCIPIO ERA EL VERBO, Y EL
VERBO ESTABA EN DIOS, Y EL VERBO ERA DIOS.
EL ESTABA AL PRINCIPIO EN DIOS.
San Juan comienza a describir al Verbo
con relación “al principio”. Porque no pensar que el evangelista recuerda
el pasaje de la creación en el Génesis. Toda la obra creadora que se
describe en el Génesis, fue hecha por palabra creadora de Dios; es
precisamente lo que aquí se va a decir del Verbo. Este “principio” es,
pues, punto de referencia con relación al existir del Verbo. Es una
valoración absoluta. En el lenguaje bíblico, antes de la creación de las
cosas no hay más que la eternidad de Dios. Por tanto, si en el “principio,”
en la creación de las cosas, pues todas van a ser creadas por el Verbo,
éste existía ya, es que no sólo es anterior a ellas, sino que es eterno. A
esta misma conclusión se llega, lógicamente, por la conexión con el final
de este mismo versículo, donde se dice explícitamente que este Verbo era
Dios. Luego eterno, “principio” absoluto (cf. Jn 17:5-24).
Por eso el evangelista utiliza la forma
imperfecta de “existía”. No limita su duración ni a un tiempo pasado, como
decir fue, o como un tiempo presente y decir existe, sino que lo acusa en
su duración indefinida.
Juan en esta primera parte del versículo
expresa la eternidad de este Verbo.
En la segunda mitad del verso, va a
expresar la distinción entre este Verbo y el Padre. Pues el Verbo “estaba
en Dios”. Es una proximidad interna, íntima, de persona a persona (Jn
10:30; 14:20; 17:20.23). Esta expresión que se utiliza parecería a primera
vista muy sugerente, ¿Acaso está puesto con una intención
muy marcada por el evangelista, para indicar que ese estar el Verbo con el
Padre no era estático, sino dinámico: en íntima vitalidad con él.
La conclusión es que el Verbo estaba “en
Dios.” La forma, con artículo, significa al Padre, en contraposición a la
misma palabra sin artículo, que sólo expresa la divinidad. Esta distinción,
revelación de personas en el seno de la
Trinidad es tema del evangelio de Jn (Jn 10:30; cf. 2 Cor
13:13).
En esta misma segunda mitad del verso, a
la eternidad del Verbo, enseñada antes, añade ahora Jn una distinción en el
seno de la divinidad. Lo que se ve incluso por lingüística: que el Verbo
estaba con “el Padre.” Dios tiene, pues, un Hijo eterno.
En la tercera mitad del verso, se
proclama explícitamente la divinidad del Verbo: “y el Verbo era Dios.”
Sintéticamente resume el evangelista todo
su pensamiento en una expresión final: este Verbo así descrito estaba
eternamente con el Padre.
2.
TODAS LAS COSAS FUERON HECHAS POR EL, Y SIN EL NO SE HIZO NADA DE
CUANTO HA SIDO HECHO.
Juan expone esta enseñanza con un
paralelismo encontrado. Todas las cosas, que, sin artículo, no indican las
cosas globalmente, sino que señalan a cada una en particular, fueron hechas
por El y sin Él no fue hecho nada; y acusándose enfáticamente (Is 39:4; Jer
42:4) que “ni una sola cosa” existe que no haya sido hecha por El.
Si el Verbo es Dios, ¿qué causalidad o
qué mediación tiene el Verbo en la obra de la creación? El pensamiento de
Jn sobre esta causalidad ha de valorárselo en su ambiente bíblico. En
efecto, en la Escritura
aparece un doble grupo de textos relativos a la obra creadora o eficiente
de Dios. En unos se acusa la acción eficiente o causadora de Dios. Tales
son los que hablan del “soplo de Dios,” del “Espíritu de Dios,” de la
“palabra” de Dios, mediante lo cual los seres son creados. Otro grupo es el
que presenta a Dios mirando, teniendo en cuenta, para su obrar, a la
“Sabiduría” (Prov. 8:27-30; Job 28:24-28). Dios obra por “su palabra.” Pero
no se excluye, conceptualmente, su entronque bíblico, pues para Jn, siendo
el Verbo Dios, la causalidad que tiene es tan profunda como ha de ser la
que le corresponde a Dios en la obra creadora.
3.
EN EL ESTABA LA VIDA,
Y LA VIDA ERA
LA LUZ DE
LOS HOMBRES. LA LUZ LUCE
EN LAS TINIEBLAS, PERO LAS TINIEBLAS NO LA
ABRAZARON.
Lo que fue hecho en El, era la vida. El
pensamiento es manifiestamente que las cosas que fueron hechas por el Verbo
tienen vida en El. ¿En qué sentido? No se trata de la vida de Dios — del
Verbo — en sí mismo, pues no dice que “el Verbo era la vida,” sino de la
vida divina en cuanto va a ser ampliamente participada. Pues esa “vida” va
a ser “luz” de los seres humanos.
En los pasajes bíblicos sapienciales, los
conceptos de la Ley,
la Sabiduría
y la Palabra
tienen un paralelismo o identificación con el concepto de “luz.” Así como
la luz ilumina al hombre en su caminar diario, y bajo ella no tropieza o
cae, como en la noche (Jn 9:9-10), así el ser humano, caminando moralmente
a la “luz” de la Ley,
de la Sabiduría
o de la Palabra
divina, no tropieza ni cae en su marcha moral hacia Dios: Lámpara es a mis
pies tu palabra, y lumbrera a mi camino. (Sal 119:105)
Estos dos conceptos de “vida” y de “luz”
andan parejos en el A.T. Si no son sinónimos, están íntimamente
entrelazados. La “luz” conduce a la “vida.” Con esta “luz” se “vive” la
vida verdadera. Es la misma forma de expresarse Jn en su primera epístola
(1 Jn 1:5-11; 2:8-11). Así, el pensamiento del evangelista en el “prólogo”
es el siguiente: Esta misma “vida” es “luz” para los seres humanos. ¿Cómo?
Toda la obra de la creación era, de suyo, “luz” para que los seres humanos
pudiesen venir en conocimiento de Dios y de la vida moral (Rom 1:19-22).
Pero no sólo era “luz” para conocerle teóricamente, sino para conocerle y
encuadrarse en esta “luz,” lo que era “vivirla”: vivir la vida
religiosa-moral. Por eso, esa “luz” que les viene y conduce al Verbo, era
ya en el mismo, en el sentido bíblico expuesto, “vida” para los seres
humanos
“La noción de “vida,” lo mismo que la de
“luz,” en el evangelio de Jn entra en la esfera de lo divino.”
La expresión “La luz luce en las
tinieblas” se explica bien teniendo en cuenta la acción permanente de la
irradiación de la luz del Verbo: es un sol permanente. Pero, frente a él,
“las tinieblas” tomaron una posición hostil a esta luz. ¿Quiénes son estas
“tinieblas”? Instintivamente se piensa en que estas “tinieblas” sean los
hombres malos, hostiles a la luz, pero las “tinieblas” no pueden ser los
hombres. En otros pasajes del mismo evangelio se dice que los “hombres”
caminan en las “tinieblas” (Jn 8:12; 12:35; 1 Jn 2:11), o que ellos
permanecen en las “tinieblas” (Jn 12:46; 1 Jn 2:9-11), o que las
“tinieblas” amenazan sorprender a los hombres (Jn 12:35); pero jamás se dice
que los hombres sean las “tinieblas.” En los manuscritos de Qumrán hay un
largo fragmento que se titula “Guerra de los hijos de la luz y de los hijos
de las tinieblas,” y en él se lee: “En manos del Príncipe de la luz está el
gobierno de los hijos de la justicia, que caminarán por los senderos de la
luz; en manos del ángel de las tinieblas está el gobierno de los hijos de
la iniquidad, que caminarán por los senderos de las tinieblas.” Por el
término de tinieblas no hay que pensar en los hombres incrédulos, sino en
el mundo satánico, opuesto a Dios.
A esta misma conclusión llevan otras
razones. Jn está imbuido en los “sapienciales.” Y en ellos se dice que a la
“Sabiduría no la vence la maldad” (Sab 7:30). El mismo pensamiento se lee
en las Odas de Salomón, en donde se dice que “la luz no sea vencida por las
tinieblas” (18:6).
El pensamiento del evangelista es que esa
“luz” del Verbo que luce en el mundo no pudo ser “vencida” ni aplastada por
los poderes del mal — demoníacos y gobernadores del mal en los hombres —
que influyen en el mundo en su lucha contra la verdad y el misterio del
Mesías. San Pablo dirá que nuestra lucha es “contra dominadores de este
mundo tenebroso” (Ef. 6:12).
4.
HUBO UN HOMBRE ENVIADO DE DIOS, DE NOMBRE JUAN. VINO ÉSTE A DAR TESTIMONIO
DE LA LUZ,
PARA TESTIFICAR DE ELLA Y QUE TODOS CREYERAN POR ÉL.
El Verbo hasta ahora no había ofrecido a
los hombres más que una cierta participación de su luz; ahora va a darla
con el gran esplendor de su encarnación. Para esto aparece introducida la
figura del Bautista, y aparece situado en un momento histórico ya pasado,
en contraposición al Verbo, que siempre existe. Juan no viene por su propio
impulso; “es enviado por Dios.” Trae una misión oficial. Viene a
“testificar”, que en su sentido original indica preferentemente un testigo
presencial Viene a testificar a la
Luz, que se va a encarnar, para que todos puedan creer por
medio de él. El prestigio del Bautista era excepcional en Israel (Jn
1:19-28), hasta ser recogido este ambiente de expectación y prestigio por
el mismo Flavio Josefo. El tema del “testimonio” es uno de los ejes en el
evangelio de Jn, que se repartirá multitud de veces y por variados
testigos.
5. NO
ERA ÉL LA LUZ,
SINO QUE VINO A DAR TESTIMONIO DE LA
LUZ. ERA LA
LUZ VERDADERA, (LUZ) QUE VINIENDO A ESTE MUNDO ILUMINA A
TODO HOMBRE. ESTABA EN EL MUNDO Y POR EL FUE HECHO EL MUNDO, PERO EL MUNDO
NO LE CONOCIÓ VINO
A LOS SUYOS, PERO LOS SUYOS NO LE CONOCIERON.
Se insiste en algo evidente: que Juan no
era la Luz,
sino que venía a testificar a la
Luz, puesto que el bautista sólo testifica al verbo
“encarnado,” en los pasajes.
El Verbo es la luz verdadera. Así como de
Dios se dice que es “verdadero” en oposición a los ídolos (Jn 17:3; 1 Jn
5:20), o lo mismo que Cristo es el pan “verdadero” en oposición al maná (Jn
6:32), así el Verbo es llamado luz “verdadera” porque en él se incluyen
todas y plenamente las cualidades, metafóricamente, de la luz, pero
elevadas al orden religioso-moral (Jn 7:28:17:3; cf. Rom 3:4). Es el
ordenamiento divino, en contraposición a los planes del hombre falaz,
pecador.
Esta luz del Verbo ilumina a todo ser
humano. “Luz verdadera que ilumina a todo hombre (luz) que está viniendo a
este mundo.” Así dirá Jn en otros pasajes que “vino la luz al mundo” (Jn
3:19; 9:39; 12:46). Por eso, esa “luz” así descrita “estaba en el mundo,” y
lo estaba precisamente porque el “mundo fue hecho por el Verbo.” Pero el
“mundo” no “conoció” a esta Luz: a Dios Verbo. Los seres humanos debieron
conocerlo. Las obras les llevaban a su conocimiento y servicio (Sab 13:1-9;
Rom 1:19-23). Pero este “conocimiento” no es un simple conocimiento
intelectual; hay que valorarlo en el sentido semita: un conocimiento que
entraña una vida y una actitud moral y servicio a Dios. Así se lee en
Jeremías: “Hacía justicia al pobre y al desvalido. Esto es conocerme, dice
Yahvé” (Jer 22:16; cf. Os 4:1-6). Los hombres, teniendo motivos para
conocer y servir a Dios, no lo hicieron: “el mundo no le conoció.”
Pero no sólo el “mundo,” sino “que vino a
los suyos. “Y no le recibieron.” ¿Quiénes?, siempre se interpreta esta
expresión a Israel, pueblo especialmente elegido de Dios.
Vino la
Luz a Israel con su Ley, con sus profetas, con sus
enseñanzas; le anunciaron un Mesías., y fueron rebeldes — ¡tantas veces! —
a esta Luz de Dios, del Verbo. Y vino el Verbo encarnado a ellos, a su
pueblo, al pueblo que le esperaba, y cuando llegó a ellos., Israel no le
conoció, no lo recibió., y ¡crucificó! al Mesías.
6. MAS A CUANTOS LE RECIBIERON
DIOLES PODER DE VENIR A SER HIJOS DE DIOS, A AQUELLOS QUE CREEN EN SU
NOMBRE; QUE NO DE LA SANGRE,
NI DE LA VOLUNTAD
CARNAL, NI DE LA
VOLUNTAD DE VARÓN, SINO DE DIOS SON NACIDOS.
Frente a este panorama del paganismo y de
Israel, que no recibe la Luz
del Verbo, tono trágico con que el evangelista expone esta actitud del
mundo frente a la Luz,
va a describir, por contraste, la ventaja incomparable que se sigue a los
seres humanos de dejarse iluminar por esta Luz de Dios.
San Juan ha afirmado que no recibieron,
no “aceptaron” esta Luz ni los paganos ni los judíos. El modo semita de
hablar gusta de hacer afirmaciones rotundas, de fórmulas absolutas, sin
matizar ni acusar las excepciones (Jn 3:31-32). Por eso podría ser que el
evangelista pensase sólo en grupos — incluso mayoritarios — judíos y
paganos que no recibieron esta Luz. Y hasta no sería improbable que
influyese sobre él, para esto, o los hechos — grupo de creyentes —, o la
promesa de existencia de un “resto” santo en el Israel fiel. Por eso hubo
un sector que “le recibieron.” ¿Cómo? “Creyendo en su nombre” (12; cf. Jn
3:11-12; 12:46-50; 5:43-44). Esta expresión es característica de Juan.
Treinta y cuatro veces la usa en su evangelio y tres en su primera
epístola, mientras que en el resto de todo el Nuevo Testamento sólo sale
nueve veces. Nombre, según el modo semita, está por persona. “El que cree a
alguien, recibe su testimonio; pero el que cree en alguien se entrega
totalmente a él.” En el vocabulario de Juan, “creer en El” es entregársele
plenamente.
A estos que así “creen,” que así se
entregan al Verbo, en esta perspectiva de Jn, les confiere el mismo Verbo,
sujeto de todo el desarrollo oracional, un gran don: el poder ser hijos de
Dios. La gracia de este don del Verbo es ser “hijos de Dios.”
7. Y EL VERBO SE HIZO CARNE Y HABITÓ
ENTRE NOSOTROS.
En esta sección se proclama la
encarnación del Verbo (v.14ª), y se lo garantiza luego con un doble grupo
de testimonios: uno sus discípulos (v.14b), El evangelista, que no
explícito desde el v.3 al Verbo, lo vuelve a tomar por sujeto explícito,
como si quisiese precisar bien que el Verbo del que habló, estando en el
seno de la divinidad, es el mismo sujeto que se va a encarnar. El Verbo,
que se lo describía en su existencia eterna: “era,” “existía,” actuó en un
momento histórico: “fue,” “se hizo.” A la duración eterna sucede una
actuación temporal. Se hizo “carne”. No dice, como en otras ocasiones, que
se mudó (Jn 2:9), sino que se hizo, que tomó “carne,” sin dejar de ser
Verbo. No sólo todo el evangelio de Jn estaría contra esto, sino que
explícitamente lo dice el v.18b-e.
¿Por qué Juan dice que se hizo “carne” y
no que tomó cuerpo ο que se hizo hombre? No dice “cuerpo,”
probablemente porque no implica vida; ni “hombre,” para indicar mejor el
contraste que se propuso expresar entre la grandeza del Verbo y el nuevo
estado que va a tomar. “Carne,” en el lenguaje bíblico, no es carne sin
vida, sino que es el ser humano todo entero, pero acusando el aspecto de su
debilidad, de su humildad inherente a su condición de criatura (Sal 56:5;
Is 40:6; Mt 24:22; Jn 3:6; 17:2).
Juan afirma el hecho de la encarnación
del Verbo, pero no indica el momento histórico en que esto se realizó.
Lucas es el que lo precisa en el relato de la “anunciación.” Y, aunque Juan
tampoco dice como haya de representarse la encarnación del Verbo,
evidentemente no se trata de una transformación de la divinidad en la
humanidad que asume; estaría contra ello todo el evangelio del hombre-Dios.
Es una unión estable e indesunible.
Una vez proclamada explícitamente la
encarnación del Verbo, el evangelista hace ver que fue un hecho real, pero
no desconocido, sino que presenta un doble testimonio de este hecho
histórico. El primero es el de un grupo — “nosotros” —, que son ciertamente
los apóstoles, y probablemente un grupo mayor: discípulos y aquellos que en
Palestina fueron testigos. El autor del evangelio se incluye, por tanto, en
el grupo de estos testigos. Este mismo testimonio lo traerá en la primera
epístola (1:1-3ª). Alega este testimonio porque el Verbo encarnado “habitó
entre nosotros.” Por eso ellos son un testimonio irrebatible.
8. Y HEMOS VISTO SU GLORIA, GLORIA
COMO DE UNIGÉNITO DEL PADRE, LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD
Por eso, al morar “entre nosotros,” dice
el evangelista enfáticamente, “nosotros vimos su gloria.” Este “ver” que
dice el evangelista es una visión sensible. Este verbo nunca significa en
el Ν. Τ. una visión intelectual, sino sensible. Estos testigos
han “visto con sus ojos” lo que garantizan; pero no se excluye con esta
expresión un sentido más amplio de percepción, aunque sensible (1 Jn
1:1-3), v. gr., oír, tocar, etc.
Lo que el evangelista “vio,” lo que este
grupo testifica, es que “vieron (con sus ojos) su gloria.” Aludiéndose a la
presencia de la divinidad en el tabernáculo con el verbo citado, esta
“gloria” de Cristo responde también a la gloria de Yahvé, que llenaba el
tabernáculo
Esta “gloria” no era otra cosa, como dice
el evangelista, que la que le correspondía al que era “Unigénito del
Padre.” La conjunción “como” no indica una comparación de semejanza, como
si el Verbo encarnado disminuyese en su esencia, sino que tiene valor, como
en tantos otros casos, de una afirmación e identidad. Así, se lee en
Marcos: Cristo “les enseñaba como quien tiene autoridad” (Mc 1:22), es
decir, teniendo verdaderamente esta autoridad (Mt 7:29; Lc 6:22; Rom 6:13;
2 Cor 2:17, etc.). Lo contrario iría contra toda la doctrina del “prólogo”
y del evangelio mismo de Juan.
Esta “gloria” que tenía, le mostraba
también “estar lleno de gracia y de verdad.” Considerada la forma “lleno”
como forma indeclinable, da una lectura excelente junto con la más lógica
posibilidad gramatical, por proximidad, al concordarlo con “Unigénito.” Es
el Verbo encarnado, el Unigénito del Padre, al que testifican estos
discípulos, al que vieron lleno de “gracia y de verdad.” Los que traducen
el pensamiento de Juan interpretando las palabras “gracia” y “verdad” en su
exclusivo sentido etimológico, lo interpretan así: “Gracia dice abundancia
de dones espirituales, tanto para sí mismo (Col 2:9) como para otros (cf.
v.16); y verdad, en el estilo joanneo, significa el verdadero conocimiento
de Dios, “que procede de Dios y lleva a Dios (cf. 8:46ss; 18:37), la
verdadera estimación de las cosas espirituales, la genuina noticia de las
cosas celestes y, en consecuencia, el concepto idóneo de las terrestres.”
Es a esta interpretación donde llevaría el v.16.
9. JUAN DA TESTIMONIO DE EL,
CLAMANDO: ESTE ES DE QUIEN OS DIJE: EL QUE VIENE DETRÁS DE MÍ HA PASADO
DELANTE DE MÍ, PORQUE ERA PRIMERO QUE YO.
Manifiestamente el v.15 rompe la
consecuencia del cursus, siendo un paréntesis. Pues el v.14 se une,
lógicamente, con el v.16. Debe de ser una interpolación, inspirada, y que
guarda el puesto correspondiente de su “inclusión semítica” con los v.6-8
33.
El evangelista, discípulo del Bautista,
evoca aquí el testimonio del Precursor, en correspondencia estructural con
el v.6-8. El Bautista tenía la misión de testimoniar al Verbo encarnado.
Acabando de afirmar la encarnación, al punto le brota la escena en que el
Bautista testifica que Cristo es el Verbo encarnado. La escena es vivamente
descrita. Está redactado al modo de los antiguos profetas. Usa el enigma,
tan del uso oriental, para excitar más la atención de los oyentes. La expresión
antes que yo, nunca se dice en el Ν. Τ. de prioridad temporal Es
la confesión de la preexistencia de Cristo (Jn 3:30).
10. PUES DE SU PLENITUD RECIBIMOS TODA GRACIA SOBRE GRACIA. PORQUE LA
LEY FUE DADA POR MOISÉS; LA
GRACIA Y LA
VERDAD VINO POR JESUCRISTO.
Terminado este evocador paréntesis, estos
versículos se unen conceptualmente al 14e, al que desarrollan. Allí se
proclama al Verbo encarnado “lleno de gracia y de verdad.,” “por lo que de
su plenitud recibimos todos gracia sobre gracia.” En la nueva obra
recibimos todos una gracia torrencial, como
participada y dispensada y proporcionada al Verbo encarnado, que la tiene
en plenitud.
Esta obra maravillosa dispensada por el
Verbo hecho carne evoca en el Evangelista la antigua economía, promulgada
en el Sinaí (Ex c.33 y 34), contraponiendo ambas. Allí fue “dada” por
Moisés. Moisés era ministro y servidor. Aparece su Ley como algo normativo
y oneroso. Pero en contraposición de esto está la obra de Jesucristo. La
oposición entre la Ley
y la Gracia
es un tema dominante “de la teología paulina: mostrar el contraste entre
las obras humanas y el don de Dios. Juan, en cambio, declara abiertamente
que el A.T. resulta superado y anulado por la
Gracia y la
Verdad que provienen de Cristo.” A la
Ley se contrapone con superación la “gracia” y la
“verdad.” Estas “fueron,” es decir, vinieron por Jesucristo. ¿En qué
sentido? ¿En el sentido de que aparecieron en Él? ¿O en el sentido de que
son dispensadas por Él?
Este segundo sentido es el que se impone:
primero, por la contraposición con Moisés: éste le dio la
Ley a Israel; Cristo da, dispensa, a los hombres la
“gracia.”; en segundo lugar porque este versículo
es continuación manifiesta de los 14-16, y especialmente de éste último, en
el que se dice que de “su plenitud recibimos todos” la gracia
correspondiente a la gracia, que se encuentra en plenitud en el Verbo
encarnado.
11. A DIOS NADIE LE VIO JAMÁS; DIOS UNIGÉNITO, QUE ESTÁ EN EL SENO
DEL PADRE, ÉSE NOS LE HA DADO A CONOCER.
San Juan hace una reflexión final, va a
explicitar al resolver una objeción que era una convicción en el A.T.: no
se podía ver a Dios sin morir (Ex 33:20; Jue 13:21.22,). Así dice
terminantemente Jn: que a Dios nadie le vio. No le vieron, pues, ni Moisés
(Ex 32:22-23) ni Isaías (Is 6:1.5). Acaso Jn piensa también explícitamente
en éstos. No vieron a Dios” facialmente”; sus manifestaciones fueron
teofanías simbólicas. La naturaleza divina es inaccesible al ojo humano (1
Jn 3:2). Pero lo que no puede ver el ojo humano, lo puede descubrir a él el
que es Dios.
La expresión “en el seno del Padre,” en
lenguaje bíblico, expresa la idea de afección e identidad. Así, el niño
reposa en el seno de su madre (1 Re 3:20; cf. Núm 11:12). La mujer reposa
por afección sobre el seno de su marido (Dt 28:54-56). Noemí toma al hijo
de su nuera y lo pone con afección sobre su seno (Rut 4:16). El discípulo
“amado de Jesús” estaba “recostado sobre el pecho de Jesús” (Jn 13:23). Por
eso, con la expresión “el Unigénito del Padre,” que está perennemente en el
“seno del Padre,” se está acusando la constante intimidad y afección entre
ambos, por lo que, estando en sus secretos, puede comunicarlos.
La paz del Señor
viva en sus corazones
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Para este estudio y reflexión, se han utilizado dos textos
Bíblicos, Biblia de Jerusalén versión estudio, de donde se han tomado las
referencias y la Biblia de Nacar-Colunga, de esta última se han considerado
algunas precisiones y
comentarios.
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