“Para que el amor con que Tú me amaste esté en
ellos, y Yo también esté en ellos.”
Jn 17,
20-26
Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. NO TE RUEGO SOLAMENTE POR ELLOS
Dice Jesús: Padre, no te ruego solamente por ellos,
sino también por todos lo que, creerán en mí gracias a su palabra.
El tercer aspecto de esta oración de Jesús es
por la Iglesia apostólica: por cuantos crean en mí por su palabra - de los
apóstoles - Esta predicación seguramente ha de tomarse aquí con un sentido
indefinido: aun los que procedan mediatamente de ellos. Son varias las
cosas que Jesús pide en esta oración para esos creyentes futuros.
Dice Jesús: Que todos sean uno. Es unión doble:
de los fieles entre sí y en unión con el Padre y el Hijo. Unión que ha de
estar calcada - lo mismo que lo somos tú y yo - en la unión del Padre y el
Hijo encarnado.
Con ello se busca la caridad, unión necesaria
para que ellos - por ellos - estén en nosotros.
2. YO LES HE DADO A ELLOS LA GLORIA QUE
TÚ ME DISTE A MÍ.
Jesús ha hecho donación de la gloria que le dio
el Padre a ellos, pero con esa donación busca la finalidad de la unión. La
gloria de filiación divina; la gloria de los milagros; la gloria que Jesús
comunicó al hombre dándose en la eucaristía y haciéndolo uno - 1 Cor 10:17
- basándose en el amor con que el Padre ama al Hijo y éste a los hombres.
Esta gloria aquí ha de interpretársela por otros textos paralelos. Unas
veces en San Juan esta gloria son los milagros - San Juan 1:14; 2:11 -.
Pero en esta misma oración hay pasajes en los que su gloria es la
divinidad.
Más si esta gloria es la divinidad que el Padre
le dio en la unión hipostática, ¿cómo Jesús puede dar a sus fieles su
divinidad? La explicación debe de ser lo que se lee en el mismo San Juan: que
a los que creen en el Hijo los hace hijos de Dios (Jn 1:12.13). Por la
unión hipostática, (relacionado con cada una de las
tres personas de la Santísima Trinidad) el Padre le hizo a Jesús el ser
verdaderamente su Hijo. Los cristianos — hijos de Dios — participan de la
plenitud - San Juan 1:16 - de la gracia de Jesús al ser hijos de Dios, es
decir, participan la naturaleza divina.
Ni se ve inconveniente en que la palabra gloria
no pueda expresar la filiación divina natural de Jesús y la participada de
los fieles. San Juan dice que Jesús es el Hijo de Dios, pero también los
fieles son los hijos de Dios. Es la misma palabra para expresar conceptos
analógicos.
3. LA CARIDAD, QUE ES UNIÓN DEL SER
HUMANO CON DIOS Y CON LOS DEMÁS HOMBRES.
Y en el mismo evangelio de San Juan se llama
con una misma palabra — Dios, dioses — a Dios y a los jueces, por
participar éstos el poder judicial de Dios. Y dice así: Si llama dioses a
aquellos a quienes fue dirigida la palabra de Dios., ¿a aquel a quien el
Padre santificó y envió al mundo, decís vosotros: Blasfemas, porque dije:
Soy Hijo de Dios? (Jn 10:34-36) -.
De aquí que, conforme al espíritu literario de San
Juan, se puede utilizar un mismo término para hablar del Hijo de Dios y de
la participación de esa filiación divina en los hombres - 1 San Juan 3:2 -.
Supuesto esto, se explica bien cómo esa gloria
produzca la unión de los creyentes, ya que la gracia — participación de la
naturaleza divina, de esa gloria — lleva consigo la caridad, que es unión
del ser humano con Dios y con los demás hombres.
4. PARA QUE EL MUNDO PUEDA RECONOCER ASÍ
QUE TÚ ME HAS ENVIADO.
Y el mundo pueda reconocer así que tú me has enviado,
y que los amas a ellos como me a amas a mí.
Jesús busca con esto también el provecho
apologético de esta unión. Dado el egoísmo humano, la superación del mismo
hace ver que es don de Dios dispensado por Jesús, que dejó este mandamiento
como necesario y nuevo. Ante ello, el mundo tiene objetivamente que
reconocer que el Padre le envió, pues tal obra realiza.
Dice Jesús: y que los amas a ellos como me a
amas a mí. Esta enseñanza está en íntima relación con la afirmación
anterior. Si ese amor entre ellos era una prueba apologética de que el
Padre lo había enviado, pues El enseñaba y dispensaba esa gracia de la
superación del egoísmo, esta gracia era don sobrenatural, originariamente
del Padre, en ellos. Y, por tanto, prueba del amor del Padre a los mismos.
5. PADRE, QUIERO QUE LOS QUE TÚ ME DISTE
ESTÉN CONMIGO DONDE YO ESTÉ
Luego Jesús pide que los suyos estén un día con
El en el cielo y vean su gloria -- y
yo mismo esté en ellos - La última petición es que los creyentes estén
donde está El: en el cielo. Para que vean mi gloria, la que el Padre le
dio, porque me amaste antes de la constitución del mundo. Esta gloria de
Jesús se comprende aquí mejor de la predestinación de la humanidad de Jesús
a la unión hipostática; éste es ese amor con que dice Jesús aquí que el
Padre le amó desde la eternidad, como lo expresa la frase bíblica antes de
la constitución del mundo - Ef 1:4 -.
Es de interés destacar la forma como que Jesús
dice esto al Padre: yo deseo. Es más que simple deseo, es la abierta
expresión de su voluntad. Es el Hijo, que, conociendo claramente la
voluntad definitiva del Padre, conforma su querer absoluto con ella.
También se ve aquí una predestinación, pues se
trata de los que el Padre le donó. Más no sería fácil saber si se trata de
un deseo de Jesús por sus creyentes con voluntad antecedente o
consiguiente. En otros pasajes de San Juan se habla de una predestinación
del Padre, pero se expone en forma sapiencial y según la naturaleza de las
cosas (Jn 6:36.39.44.65). Así, los que le da el Padre vienen a El, y los resucitará en el último día. Pero
parece que se habla sólo según una forma enunciativa y conforme a la
naturaleza de las cosas. No se dice si, después de venir a El, no lo abandonarán, como pasó con muchos
discípulos suyos (Jn 6:66). Aquí es probable que la redacción tenga un
valor equivalente a lo anteriormente dicho.
6. PADRE JUSTO, EL MUNDO NO TE HA
CONOCIDO, PERO YO TE CONOCÍ
Jesús finaliza este fragmento diciendo: Padre
justo, el mundo no te ha conocido; yo, en cambio, te conozco y todos estos
han llegado a reconocer que tú me has enviado. Les he dado a conocer quién
eres, y continuaré dándote a conocer, para que el amor con que me amaste
pueda estar también en ellos, y yo mismo esté en ellos
Estos dos versículos se los suele considerar
como independientes de la triple petición que Jesús tuvo; por lo que más
bien parecen un epilogo a la oración que él hace. Es una complacencia de
Jesús en la fe de sus apóstoles frente al mundo incrédulo. Si el mundo malo
no conoció — amor y entrega — al Padre, Jesús y los suyos lo conocieron:
conocieron que me has enviado: al Hijo de Dios, que se encarnó.
Jesús hizo esta obra en los apóstoles y se lo
hará conocer aún. Es la obra de Jesús, apareciéndoseles cuarenta días
después de resucitado – Hech 1:3 -- y habiéndoles del reino de Dios, pero
también lo hará con nuevas luces e ilustraciones. Es la acción del Espíritu
Santo en ellos, llevándolos a la verdad completa de sus enseñanzas mediante
la obra mediadora de Jesús-Vid, sin el cual nada se puede - San Juan 15:5
-.
Si aquí se llama al Padre, Padre justo, acaso
sea más que por una simple variación literaria. Pues al llamarle Padre
santo o simplemente Padre, siempre se ve relación entre el nombre y el
contexto en que se emplea.
Siendo el Padre justo y presentándosele el
contraste entre el mundo hostil y el conocimiento amoroso — de vida — que
de Él tienen Jesús y los suyos, quedaba establecido el motivo para que el
Padre justo viese con complacencia el deseo que el Hijo va a realizar con
ellos.
7. PARA QUE EL AMOR CON QUE TÚ ME AMASTE
ESTÉ EN ELLOS, Y YO TAMBIÉN ESTÉ EN ELLOS.
Pues, con toda esta obra de revelación, Jesús
busca también, como síntesis de todo — síntesis terrena y celestial — para
que el amor con que me amaste pueda estar también en ellos, y yo mismo esté
en ellos.
¿En qué sentido pide Jesús a su Padre que el
amor con que tú me amaste esté en ellos? Caben tres formas:
a) Que así como el Padre amó al Hijo encarnado
y de ese amor nació en Jesús el amor al Padre, así, de semejante manera,
que ese amor al Padre por el Hijo estuviese eficazmente en los apóstoles,
haciendo que ellos, al conocer por la fe al Padre y al Hijo, amasen al Hijo
al modo como lo ama el Padre. Acaso se podría basar esta interpretación en
este mismo contexto (Jn 17:25cd).
b) Conociendo los apóstoles por la fe al Padre
y al Hijo, haría esto que el Padre extendiese a ellos, por su unión con
Jesús, el amor predilecto con que amó a éste.
c) Por razón del Cuerpo místico. Estando unidos
ellos vitalmente a Jesús como sarmientos a la vid, así el amor del Padre a
Jesús cabeza haría que lo extendiese a los miembros: al Jesús total, según
San Agustín.
Si estas tres razones o modos de consideración
se unen entre sí, formando una razón, la visión y la posibilidad de este
amor del Padre todavía se vigorizan
Jesús pidió la unión de corazones y de espíritu
en el amor de Jesús para sus apóstoles, y la sigue pidiendo hoy para todos
sus fieles, para que nos unamos en el amor, por sobre cualquier obstáculo,
esta unión, debe ser el argumento que debe convencer al mundo de la verdad
de su misión. Es así como el Señor nos pide tener un solo corazón y una
sola alma por la fe y la caridad. Esta unidad es el gran testimonio de que
Jesucristo ha resucitado y sigue viviendo hoy en nosotros.
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant