“Jesús convocó a sus doce
discípulos”
Mt 10, 1-7
Autor: Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant
1. LES DIO EL PODER DE EXPULSAR A LOS ESPÍRITUS
IMPUROS
Jesús convocó a sus doce discípulos. Fue un
momento trascendental, a los doce patriarcas se les van a contraponer
otros doce fundadores. Los apóstoles van a ir a extender por el mundo el
nuevo Israel. Jesús los elige con plena libertad. Jesús los elige para
que lo acompañen, y en esa compaña el los forma para enviarlos a predicar
el Reino, y les da el poder de expulsar a los espíritus impuros y de
sanar cualquier enfermedad o dolencia. Ello habla de la grandeza de
Cristo y de la llegada del Reino (san Mateo 12:28).
Por otra parte, el poder sobre los demonios,
enemigos del reino de Dios y el poder sobre toda enfermedad, acusa un
mismo poder de origen y finalidad. Puesto que también las enfermedades
son una consecuencia del pecado y del reinado de Satán, como san Mateo
mismo enseña al ver en la obra de Jesús de expulsar demonios y curar
enfermedades. Al dotar Jesús así a los apóstoles de este poder en su
misión, predicando la llegada del reino, le entregaba credenciales
infalibles de lo que enseñaban, al ver que en ellos estaba la mano de
Dios, y que, si Dios no estuviese con ellos, no podían realizarlo. Pero
también, al ver el cumplimiento específico de tales milagros, que se
recordase el vaticinio profetice sobre los días mesiánicos, en diversos
pasajes alusivos, y con ello, que los recibiesen como embajadores del
Mesías.
2. A DOCE DE ELLOS, A LOS QUE DIO EL NOMBRE
DE APÓSTOLES
A doce de ellos, a los que dio el nombre de
Apóstoles, que significa enviados, el nombre era conocido, en cambio, el
oficio que se les confiaba es totalmente nuevo y permanente. El envío que
Dios hizo a Isaías (Is 6:8) y Jeremías (Jer 1:7-10) no tiene, en relación
con el poder de los doce apóstoles, más que un valor puramente analógico.
El Colegio Apostólico, que Jesús fundó, es único por su finalidad y sus
poderes.
Así instituyó a los Doce: Los nombres son: en
primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago,
hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el
publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el Cananeo, y Judas
Iscariote, el mismo que lo entregó.
Jesús, al elegir a estos doce amigos íntimos
como sus discípulos, establece los cimientos del nuevo Israel o pueblo de
Dios. Ahora estos discípulos, acompañaran y aprenderán el modo de vida de
su maestro, y le darán su apoyo, le tendrán fe, le entregarán su adhesión
total, para luego ser los apóstoles, que como enviados han de continuar
la misión entregada por Jesús.
3. CONOZCAMOS ALGO DE ESTOS DOCE AMIGOS
ÍNTIMOS:
PEDRO: Pedro figura en primer lugar en todas las
enumeraciones de Apóstoles que aparecen en el Nuevo Testamento, y tiene
entre los Doce, un lugar absolutamente singular, siendo protagonista de
numerosos episodios en el Evangelio. Por ello, tenemos abundantes datos
acerca del Príncipe de los Apóstoles; y a los que figuran en los
Evangelios, los Hechos y las Cartas apostólicas, hay que sumar, asimismo,
los que nos dan la tradición y la leyenda (especialmente los Hechos de
Pedro, apócrifo del siglo II, y los Hechos de Pedro y Pablo, del siglo
V), que han aportado lo suyo para dar como resultado una abundante y
variada iconografía.
ANDRÉS: Muchos títulos justifican la extraordinaria
devoción de que, desde tiempos muy antiguos, es objeto San Andrés, tanto
en la Iglesia de Oriente como en la de Occidente. En efecto, es el primer
llamado (en griego Protocleto) por Jesús al
ministerio apostólico, y hermano carnal de Pedro, cuya profesión de
pescador compartía. Andrés, además, introduce a su hermano en el
seguimiento de Cristo (cfr. Jn. 1, 35-42). Por otra parte, el haber
muerto crucificado, y el amor por la cruz que le atribuye la tradición,
lo hacen particularmente cercano al Maestro.
SANTIAGO EL MAYOR: Santiago, hijo de Zebedeo y Salomé (cfr. Mc.
15, 40; Mt 27, 59), es llamado el Mayor para distinguirlo del otro
Santiago, hijo de Alfeo. Santiago es hermano de Juan (probablemente su
hermano mayor), y ambos fueron testigos, junto con Pedro, de momentos muy
especiales de la vida de Jesús: entre ellos la transfiguración y la
agonía. A él y a su hermano -por su carácter impetuoso- Jesús los llamaba
hijos del trueno Después de los relatos del Evangelio que lo mencionan en
varias ocasiones, hay una laguna en la historia de Santiago, hasta su
muerte, que nos narran los Hechos de los Apóstoles. Pero un episodio
sumamente importante de su vida que recoge la tradición, viene a llenar
esa laguna: su viaje a España. Allí habría anunciado el Evangelio y
organizado la Iglesia.
JUAN: El discípulo amado, autor del Cuarto
Evangelio, tres Cartas, y el Apocalipsis. Pescador de Betsaida, hijo de
Zebedeo, hermano de Santiago, discípulo del Bautista y apodado hijo del
trueno, participó con Pedro y Santiago de los episodios más
significativos de la vida de Jesús, y en la Última Cena recostó su cabeza
en el pecho del Señor (por ello es llamado en griego Epistehios:
el que está sobre el pecho). Estuvo con María junto a la cruz (Jn. 19,
25-27), y fue testigo junto a Pedro del sepulcro vacío: vio y creyó (Jn.
20, 8). Los Hechos lo nombran nuevamente junto a Pedro, y San Pablo lo
menciona entre las columnas de la Iglesia (Gal. 2, 9). Es llamado el
Teólogo por la profundidad de su Evangelio, que difiere en no pocos
aspectos de los sinópticos.
FELIPE: El apóstol Felipe -que no debe ser confundido
con el diácono de igual nombre, que aparece en los Hechos de los
Apóstoles (cfr. 6, 5)- figura en quinto lugar en las listas de los Doce.
El Evangelio señala expresamente que era de Betsaida, la ciudad de Andrés
y de Pedro (Jn. 1, 44). Esa circunstancia, sumada al hecho de que Andrés
y él son los únicos apóstoles que tienen nombres griegos, y la
intercesión conjunta de ambos por los griegos que querían ver a Jesús (cfr.
Jn. 12, 21-22), hace suponer a algunos autores que Felipe y Andrés eran
parientes o amigos.
MATEO: Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que
estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo:
'Sígueme'. Él se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en
la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores y se sentaron a comer
con él y sus discípulos (Mt. 9, 9). Así narra Mateo su propia vocación.
El episodio, que concluye con una célebre frase de Jesús No he venido a
llamar a los justos, sino a los pecadores (Mt. 9, 13) aparece también en
los otros dos sinópticos, pero protagonizado por Leví. Marcos especifica:
Leví, hijo de Alfeo (cfr. Mc. 2, 14ss); Lucas, por su parte, subraya que
la comida era un gran banquete que Leví ofreció a Jesús... en su casa
(cfr. Lc 5, 27ss). Leví y Mateo, sin lugar a dudas, son la misma persona.
SANTIAGO EL MENOR: Santiago, hijo de Alfeo (Mc. 10, 3 y paralelos;
Hech. 1, 13) que aparece en noveno lugar en todas las listas de los Doce,
es apodado Santiago el Menor (Mc. 15, 40) -probablemente porque era de
baja estatura-, para distinguirlo del otro Santiago, el hijo de Zebedeo y
hermano de Juan. La tradición cristiana siempre lo ha identificado con el
hermano del Señor (Mc. 6, 3) que se entrevistó con Pablo (Gal. 1, 19);
con el Santiago mencionado en la misma Carta a los Gálatas como una de
las columnas de la Iglesia (Gal. 2, 9); con aquél que toma la palabra
durante el concilio de Jerusalén (Hech. 15, 13ss), obviamente un líder de
la comunidad, al que Pedro había mandado anunciar su liberación (cfr.
Hech. 12, 17); con quien quedó a cargo de la Iglesia de dicha ciudad
cuando la dispersión de los apóstoles por el mundo y fue su primer
Obispo; con aquél Santiago a quien -según cuenta Pablo- se apareció el
Señor Resucitado (1 Cor. 15, 7); y con el autor de la Carta de Santiago.
JUDAS TADEO: El Evangelio lo menciona como hijo de
Santiago (Lc. 6, 16) y como hermano (primo) del Señor, de Santiago, de
José y de Simón (Mc. 6, 13; Mt. 13, 55). Ocupa el último lugar en la
enumeración de los Doce que figura en Hech. 1, 13. Es el autor de una
Epístola canónica, en la que se presenta a sí mismo como servidor de
Jesucristo, y hermano de Santiago (el Menor), (Jds.
1, 1). Según la tradición -que es más bien tardía, y que fue recogida
desde el siglo VIII en el Martirologio Romano- predicó el Evangelio en
Mesopotamia y luego marchó con Simón a Persia, donde ambos sufrieron juntos
el martirio.
SIMÓN: Apodado el Zelote (por pertenecer a esa
secta) o el Cananeo (por provenir de Caná), aparece en décimo o en
undécimo lugar en las listas de apóstoles (Lc. 6, 15 y Mc. 3, 18,
respectivamente). Poco sabemos de su vida, pero una tradición señala que
predicó el Evangelio en Egipto. Por San Fortunato, obispo de Poitiers
(del siglo VI), sabemos que fue sepultado en Persia, donde había sido
muerto con su compañero San Judas. Una iglesia antigua dedicada a Simón,
existía ya entre el siglo VI y el VIII en Nicopsis,
en la costa del Mar Negro.
TOMÁS: Puede resultar paradójico que un apóstol de
Jesús sea recordado especialmente por su incredulidad. Pero eso es
precisamente lo que ocurre con Tomás, protagonista del célebre episodio
-referido por San Juan- que comenzó en la tarde misma de la resurrección
de Jesús y tuvo su coronación el domingo siguiente (cfr. Jn 20, 19-29).
Este episodio ha sido abundantemente representado en la iconografía del
apóstol, y el texto evangélico es proclamado cada año en el domingo que
sigue a la fiesta de Pascua y en la fiesta de Santo Tomás apóstol, que se
celebra el 3 de julio.
MATÍAS: Este apóstol, no está en esta lista de mateo
ni en los sinópticos, fue elegido por los Once, encabezados por Pedro,
para desempeñar el ministerio del apostolado, en el lugar dejado por
Judas (Hech. 1, 25; cfr. 1, 15-26). Pero después de este episodio, Matías
no vuelve a ser mencionado, y nada sabemos a ciencia cierta de su vida.
Según Eusebio, era uno de los setenta y dos discípulos (cfr. Lc 10, 1.
17). La literatura apócrifa (por ejemplo los Hechos de Andrés y Matías)
abunda en detalles acerca de su martirio: fue hecho prisionero por
antropófagos, cegado, curado y liberado por Andrés, y finalmente
decapitado. Esas leyendas le han valido diversos atributos: espada,
alabarda, piedras, cruz, hacha. Este último ha prevalecido en general.
San Matías no representa un papel importante en la piedad popular.
4. NO VAYAN A REGIONES PAGANAS
Dice Jesús: No vayan a regiones paganas, ni
entren en ninguna ciudad de los samaritanos., es decir, les manda se
limiten solamente a Palestina. Que no vayan a los gentiles ni a las
ciudades de los samaritanos en plan de misión, no de paso (Jn 4:4ss).
Estos eran considerados como judíos ilegítimos en lo étnico y como
cismáticos en lo religioso, por lo cual los judíos los tenían en el mayor
desprecio. A Jesús, para insultarle, le llamaron samaritano; casi como
hombre poseso del demonio (Jn 8:48) 28.
5. VAYAN, EN CAMBIO, A LAS OVEJAS PERDIDAS
Dice el Señor: Vayan, en cambio, a las ovejas
perdidas del pueblo de Israel. Jesús ha sido enviado directamente a
evangelizar a Israel; sólo como excepción lo hizo con los samaritanos (Jn
4:4ss), curó a unos endemoniados en el país de los gerasenos
(Mt 8:28) y a la hija de una cananea (Mt 15:21ss). Sin embargo, en el
plan de Dios, Israel tenía el privilegio, como elegido y transmisor de
las promesas mesiánicas. Así lo enseña San Pablo (Hech 13:46; Rom 1:16).
Y Jesús mismo lo supone en otra parábola (Mt 22:1-10). Al fin esto era dar
cumplimiento al anuncio del reino mesiánico hecho por los profetas (Is
60,lss), que se extendería, mediante Israel, a todas las naciones después
de la muerte y resurrección de Jesús, al promulgar el Evangelio y
bautismo a todas las gentes (Mt 28:19-20). Ahora se dirigirán a las
ovejas perdidas de la casa de Israel, a causa de la conducta de sus jefes
frente a Jesús Mesías, y la desorientación que producían en el pueblo.
6. USTEDES HAN RECIBIDO GRATUITAMENTE, DEN
TAMBIÉN GRATUITAMENTE
El tema de la predicación que han de llevar a
esas gentes es que se acerca el reino de los cielos. Es la misma frase
temática con la que el Bautista preparaba la venida del Mesías (3:2), y
la que se pone en boca del mismo Jesús (Mt 4:17). Mc, en el lugar
paralelo, explícita más: y marchados, predicaban que se arrepintiesen (Mc
6:12). Esta frase responde a los profetas, y que después de Jeremías
cobra el especial matiz de volverse a la Alianza, al auténtico pacto y
vivencia de la ley del Señor. Los evangelistas destacan el aspecto moral,
que incluye el verdadero pacto, en el cual encontrarán la verdadera
orientación al mesianismo.
Dice Jesús: Ustedes han recibido
gratuitamente, den también gratuitamente. Pero si les confiere el poder
de hacer milagros, les exige el ejercicio gratis de los mismos. Es don
sobrenatural para beneficencia de los hombres en función de la extensión
del reino y gloria de Dios. Por eso, lo que recibieron gratuitamente, lo
administrarán gratuitamente.
Cristo es "nuestra paz" (Ef 2, 14)
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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