MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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14-03-2021
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Edición N.º MD
8.195
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LITURGIA DE LAS HORAS
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DOMINGO IV DE CUARESMA
2Cron 36,14-16.19-23; Ef 2,4-10; Jn 3,14-21
Mirar al Crucificado
Toda Cuaresma converge hacia el Crucificado. Él es el signo
que el Padre levanta en medio del desierto de este mundo. Y se trata de
mirarle a Él. Pero de mirarle con fe, con una mirada contemplativa y con un
corazón contrito y humillado. Es el Crucificado quien salva. El que cree en
Él tiene vida eterna. En Él se nos descubre el infinito amor de Dios, ese
amor increíble, desconcertante.
Este amor es el que hace enloquecer a san Pablo. Estando
muertos por los pecados, Dios nos ha hecho vivir, nos ha salvado por pura
gracia. Es este amor gratuito, inmerecido, el que explica todo. Es este
amor el que nos ha salvado, sacándonos literalmente de la muerte. Nos ha
resucitado. Ha hecho de nosotros criaturas nuevas. Este es el amor que se
vuelca sobre nosotros en esta Cuaresma. Esta es la gracia que se nos
regala.
A la luz de tanto amor y tanta misericordia entendemos mejor
la gravedad enorme de nuestros pecados, que nos han llevado a la muerte y
al pueblo de Israel le llevaron al destierro. Entendemos que las expresiones
de la primera lectura no son exageradas y se aplican a nosotros en toda su
cruda y dolorosa realidad: hemos multiplicado las infidelidades, hemos
imitado las costumbres abominables de los gentiles, hemos manchado la casa
del Señor, nos hemos burlado de los mensajeros de Dios, hemos despreciado
sus palabras...
Que Dios es rico en misericordia no significa que nuestros
pecados no tengan importancia. Significa que su amor es tan potente que es
capaz de rehacer lo destruido, de crear de nuevo lo que estaba muerto. La
conversión a la que la cuaresma nos invita es una llamada a asomarnos al
abismo infernal de nuestro pecado y al abismo divino del amor
misericordioso de Cristo y del Padre. Leer
más en este link: Domingo IV
de Cuaresma
Para ver la Reflexión completa de las 3 lecturas y el salmo de la
Liturgia de este domingo pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE DIOS
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I.- RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Is 66,
10-11
Alégrese, Jerusalén, y que se
congreguen cuantos la aman. Compartan su alegría los que estaban tristes,
vengan a saciarse con su felicidad.
ACTO PENITENCIAL
·
¡Señor!. A pesar de nuestras infidelidades y abominaciones, tú
nos amas. Señor, ten piedad.
·
¡Cristo!. Cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados,
tú nos amaste. Cristo, ten piedad.
·
¡Señor!. Porque nos amas, no viniste a juzgar al mundo sino a
salvarlo, Señor ten piedad.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que reconcilias
maravillosamente al género humano por tu Palabra hecha carne; te pedimos
que el pueblo cristiano se disponga a celebrar las próximas fiestas
pascuales con una fe viva y una entrega generosa. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es
Dios, por los siglos de los siglos.
II.- LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA 2Crón 36, 14-16.
19-23
A pesar de que
multiplicaron sus infidelidades y abominaciones, Dios buscó la manera de
salvar al pueblo de Israel.
Lectura
del segundo libro de las Crónicas.
Todos los jefes de Judá, los
sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, imitando todas las
abominaciones de los paganos, y contaminaron el Templo que el Señor se
había consagrado en Jerusalén. El Señor, el Dios de sus padres, les llamó
la atención constantemente por medio de sus mensajeros, porque tenía
compasión de su pueblo y de su Morada. Pero ellos escarnecían a los
mensajeros de Dios, despreciaban sus palabras y ponían en ridículo a sus
profetas, hasta que la ira del Señor contra su pueblo subió a tal punto,
que ya no hubo más remedio. Los caldeos quemaron la Casa de Dios,
demolieron las murallas de Jerusalén, prendieron fuego a todos sus palacios
y destruyeron todos sus objetos preciosos. Nabucodonosor deportó a
Babilonia a los que habían escapado de la espada, y éstos se convirtieron
en esclavos del rey y de sus hijos hasta el advenimiento del reino persa.
Así se cumplió la palabra del Señor, pronunciada por Jeremías: “La tierra
descansó durante todo el tiempo de la desolación, hasta pagar la deuda de
todos sus sábados, hasta que se cumplieron setenta años”. En el primer año
del reinado de Ciro, rey de Persia, para que se cumpliera la palabra del
Señor pronunciada por Jeremías, el Señor despertó el espíritu de Ciro, el
rey de Persia, y éste mandó proclamar de viva voz y por escrito en todo su
reino: “Así habla Ciro, rey de Persia: El Señor, el Dios del cielo, me ha
dado todos los reinos de la tierra y él me ha encargado que le edifique una
Casa en Jerusalén, de Judá. Si alguno de ustedes pertenece a ese pueblo,
¡que el Señor, su Dios, lo acompañe y que suba!”.
Palabra
de Dios.
COMENTARIO
El cronista hace el balance de la historia del reino de Judá.
La dinastía davídica no ha sido el signo privilegiado del Señor que se
esperaba. El Señor no cesa de dar oportunidades para que el pueblo se
convierta.
Pero ni cesan las abominaciones ni se hace caso a los enviados.
Consecuencia: el cautiverio en Babilonia. Pero, ni la opresión ni la
liberación suceden en ausencia del Señor. Él se revela como liberador por
donde no se lo espera. Y vuelve a sacar de su fuente inagotable el amor que
devuelva al pueblo a la Jerusalén reconstruida.
SALMO Sal 136, 1-6
El grito angustiado que se escucha en
el salmo refleja la tristeza del hombre alejado de Dios. Participamos de
esta oración, aclamando: ¡Que no me olvide de ti, ciudad de Dios!
R. ¡Que
no me olvide de ti, ciudad de Dios!
Junto a los ríos de Babilonia,
nos sentábamos a llorar, acordándonos de Sión. En los sauces de las orillas
teníamos colgadas nuestras cítaras. R.
Allí nuestros carceleros nos
pedían cantos, y nuestros opresores, alegría: “¡Canten para nosotros un
canto de Sión!” R.
¿Cómo podríamos cantar un
canto del Señor en tierra extranjera? Si me olvidara de ti, Jerusalén, que
se paralice mi mano derecha. R.
Que la lengua se me pegue al
paladar si no me acordara de ti, si no pusiera a Jerusalén por encima de
todas mis alegrías. R.
SEGUNDA LECTURA Ef 2, 4-10
San Pablo entona un canto al amor
misericordioso de Dios.
Lectura de la carta del
Apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso. Hermanos: Dios, que es rico en
misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos
muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo – ¡ustedes
han sido salvados gratuitamente!– y con Cristo Jesús nos resucitó y nos
hizo reinar con él en el cielo. Así, Dios ha querido demostrar a los
tiempos futuros la inmensa riqueza de su gracia por el amor que nos tiene
en Cristo Jesús. Porque ustedes han sido salvados por su gracia, mediante
la fe. Esto no proviene de ustedes, sino que es un don de Dios; y no es el
resultado de las obras, para que nadie se gloríe. Nosotros somos creación
suya: fuimos creados en Cristo Jesús, a fin de realizar aquellas buenas
obras, que Dios preparó de antemano para que las practicáramos.
Palabra
de Dios.
COMENTARIO
“Muertos por los pecados, salvados por pura gracia”. La
condición humana es una condición de debilidad y el pecado conduce a la
muerte. Para Pablo sólo la iniciativa de Dios, gratuita y misericordiosa,
nos hace “revivir con Cristo”, y esta vida es ya una verdadera
resurrección, aunque no se haya manifestado claramente. El Dios de los
cristianos no es un producto de la imaginación, ni una proyección de los
deseos insatisfechos del hombre, ya que es él quien tiene la iniciativa en
el diálogo que entabla con el hombre.
ACLAMACIÓN Jn 3, 16
Dios amó tanto al mundo, que
entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él tenga Vida eterna.
EVANGELIO Jn 3, 14-21
El signo más grande del amor del
Padre es Jesucristo quien no vino para condenar al mundo Sino para
salvarlo.
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Dijo Jesús: De la misma manera
que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es
necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los
que creen en él tengan Vida eterna. Sí, Dios amó tanto al mundo, que
entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que
tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es condenado;
el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el Nombre del
Hijo único de Dios. En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los
hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.
Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que
sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se
acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido
hechas en Dios.
Palabra
del Señor.
COMENTARIO
Este pasaje es la prolongación del diálogo del Maestro con el
anciano Nicodemo, que nos hace comprender por qué un conocimiento perfecto
de las Escrituras y de los signos realizados por Jesús, no bastan para
penetrar el misterio de Cristo. Creer en Jesucristo es reconocer en él el
Enviado del Padre; es reconocer que la salvación integral del hombre está
unida a un nacimiento de lo alto (Jn 3,7), a una filiación, a una
dependencia radical del Señor.
CREDO
Creo en un solo Dios, Padre
Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo
invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del
Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero
de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación
bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la
Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de
Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de
nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá
fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del
Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una,
santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo para el
perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del
mundo futuro. Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A cada intención, pedimos:
Ayúdanos a aceptar tu misericordia.
·
Por la Iglesia en los países de misión: para que pueda anunciar
con libertad la misericordia de Dios. Oremos.
·
Por los pueblos divididos por el odio: para que ablanden sus corazones
mirando a un Dios rico en misericordia. Oremos.
·
Por los agobiados por sus culpas morales: para que se con
pecados, venzan de que Dios y Jesús los aman. Oremos.
·
Por nuestra comunidad parroquial: para que nuestras acciones
muestren al barrio el corazón misericordioso de Dios. Oremos.
III.- LITURGIA EUCARÍSTICA
Presentación de las ofrendas: Cristo
estuvo presente en su palabra, pronto estará también en Su Eucaristía.
Junto al pan y el vino, ofrezcamos al Señor un Corazón dispuesto a
abandonar las infidelidades aceptando su amor misericordioso.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te presentamos con alegría,
Señor, estos dones para la salvación eterna; ayúdanos a celebrarlos con
fidelidad y a ofrecerlos dignamente por la redención del mundo. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio (Cuaresma I): Nuestro Dios
es rico en misericordia. Por eso junto al celebrante demos gracias al
Señor, nuestro Dios, porque envió a Jesús no a condenar sino a salvar al
mundo.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 121,
3-4
Jerusalén, construida cual
ciudad bien compacta y armoniosa. Allí suben las tribus, las tribus del
Señor a celebrar tu nombre, Señor.
Comunión: Hermanos: Jesús que no vino
a condenar sino a salvar al mundo, se ofrece en la eucaristía para nuestra
salvación. Con alegría, vayamos a recibir el Pan de Vida.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
IÓN Padre, que iluminas a todo hombre que viene a este mundo, te
pedimos que alumbres nuestros corazones con el esplendor de tu gracia, para
que nuestros pensamientos sean dignos de ti y aprendamos a amarte de todo
corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.
IV.- DE CONCLUSIÓN
Canto final
Alegres, porque nos sentimos
amados por un Dios rico en misericordia, nos retiramos cantando.
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REFLEXIÓN BÍBLICA
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Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para
que el mundo se salve por él.
Jn 3, 14-21
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. LA SERPIENTE DEL DESIERTO
Dijo Jesús: De la misma manera que Moisés levantó en alto la
serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea
levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida
eterna. Esta reflexión que hace San Juan,
tiene como base la escena de la serpiente de bronce en el desierto, relato
del Libro Números 21.5-9. Sucedió que a los reclamos de los hijos de Israel
en el desierto, Dios envía contra ellos serpientes venenosas, cuyas
mordeduras eran punzantes y febriles y causantes de muerte. Y así luego
reconociendo el pueblo su pecado, pide perdón. Luego Dios ordena a Moisés
hacer una serpiente de bronce y ponerla bien a la vista, sobre un asta. Y
todos cuantos, habiendo sido mordidos, la mirasen, sanarían.
Pero ya el autor del libro de la Sabiduría comentaba: “El que
se volvía a mirarla no era curado por lo que veía, sino por ti, Salvador
(Yahvé) de todos” (Sab 16:7). Por eso, el mismo autor llama a aquella
serpiente de bronce “símbolo de salvación” (Sab 16:6). Aquella imagen era una
ordenación “característica” hecha por Dios, en el Antiguo Testamento, de la
plena realidad de Cristo en la cruz.
2. ES NECESARIO QUE EL HIJO DEL HOMBRE
SEA LEVANTADO EN ALTO
Si el recuerdo “característico” de la escena de Moisés en el
desierto se hace ahora, lo es para recordar el fragmento y diferenciar la
superioridad de la obra de Cristo, verdadero Liberador y Redentor, sobre el
primer liberador, Moisés; “Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la
gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.” (Juan (SBJ) 1;17)
En el Libro de Génesis, (Gen 3:1), se nos ha relatado que el
pecado fue introducido por la seducción de la gran serpiente, tal como lo
expone san Juan (Jn 8:44), esta serpiente es el diablo.
Aquí en el relato mosaico, los hombres se encuentran “mordidos” por la
serpiente, y están condenados a la muerte. Pero Dios dispone el plan
salvador de ellos. Análogamente a la serpiente de bronce, levantada en
alto, así “es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto”. Se
comprende que san Juan utiliza esta expresión “levantar”, para decir
“elevación” a la cruz, sea para expresar la “glorificación” de Cristo (Jn
8:28). Pero, en el evangelista, la muerte de Cristo, su “elevación” a la
cruz, es un paso a su “glorificación”: glorificación en la manifestación de
su divinidad en su resurrección, en su ascensión. Ver a Cristo “elevado,”
que es “verle” como Hijo de Dios. El Mismo Jesús dijo: “Cuando hayáis
levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago
nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es
lo que hablo”. (Juan (SBJ) 8, 28)
3. PARA QUE TODOS LOS QUE CREEN EN ÉL
TENGAN VIDA ETERNA
En esta parte, San Juan, nos da la razón de esto, y es; “para
que para que todos los que creen en él tengan Vida eterna”. Es, por tanto,
a Cristo, así “levantado” o “elevado” en la cruz, como es necesario “verle”
y “creer” en El para tener la “vida eterna.” Por
eso, a la “visión” de la serpiente de bronce corresponde aquí otro modo de
visión, que es la “fe” en El. Sólo esta fe en ver a Cristo levantado en la
cruz y muerto como Mesías e Hijo de Dios da la “vida eterna.” Es éste un
misterio fundamental.
El Antiguo Testamento ofrecía una vida larga a los que
cumplían sus preceptos, más el Evangelio ofrece vida eterna.
Escribe San Agustín. “Debe observarse que explica lo mismo
respecto del Hijo de Dios que lo anunciado respecto del Hijo del hombre
exaltado en la cruz, diciendo: "Para que todo aquél que crea en
El". Porque el mismo Redentor y Creador nuestro, el Hijo de Dios
existente antes de todos los siglos, ha sido hecho Hijo del hombre por los
siglos de los siglos, a fin de que quien por el poder de su divinidad nos
había creado para gozar de la felicidad de la vida eterna, El mismo nos
redimiese por medio de la fragilidad humana para que alcanzáramos la vida
que habíamos perdido”. (Catena aurea ES 12316). Y en realidad el mundo
conseguirá la vida eterna por el Hijo de Dios, porque para esto
precisamente vino al mundo.
4. DIOS AMÓ TANTO AL MUNDO, QUE
ENTREGÓ A SU HIJO ÚNICO
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para
que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna, es decir
el Fin de la Obra de Cristo es la Salvación de los Hombres.
Ante la “elevación” de Cristo en la cruz, como realidad ahora
en el Nuevo Testamento de la serpiente de bronce del desierto, san Juan nos
muestra la obra destacada del amor del Padre por el “mundo.”. Sin embargo
aquí, pues, el contraste está entre el “amor” profundo que el Padre
demostró al “mundo” malo con la prueba suprema que le dio. Pues “entregó a
su Hijo único”. Este no sólo se “encarnó,” no sólo fue “enviado,” sino que
lo dio, que en el contexto es: lo entregó a la muerte.
Pero la muerte de este “su Hijo único”, tiene una finalidad
salvadora para ese “mundo” malo. Y es que todo el que “crea en El,”
valorarlo como el Hijo de Dios, pero entregándosele como a tal, “tenga la
vida eterna.”
5. PORQUE DIOS NO ENVIÓ A SU HIJO PARA
JUZGAR AL MUNDO, SINO PARA QUE EL MUNDO SE SALVE POR ÉL
San Juan, destaca que el Padre no envió a su Hijo para
“juzgar” al mundo, sino para que éste sea salve por El. Se podría pensar
que esto es una gran alegría para todos los que vivimos sumergidos en toda
clase de faltas y pecados, desidia, abandono de nuestra fe, abusando de la
infinita misericordia que nos tiene el Señor. Y es así, como a muchos les
queda más cómodo pensar que el infierno no existe, que no tenemos un Dios
castigador y por tanto Él nos perdona todos los pecados. No obstante lo
anterior, no debemos olvidar sobre las dos venidas de Cristo, la que ya
hizo y la que habrá de venir, como reza nuestra profesión de fe, el credo,
“Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos”. Ciertamente, en la
primera venida, Cristo no vino para juzgar lo que los hombres habían hecho,
sino para perdonarlo. Más la segunda será no para perdonar sino para
juzgar.
Escribe san Juan Crisóstomo: “Respecto de la primera dice:
"No he venido para juzgar al mundo", porque es compasivo, no
juzga, sino que antes perdona los pecados por medio del bautismo y después
por la penitencia. Porque si no lo hubiera hecho así todos estarían
perdidos, pues que todos pecaron y necesitan de la gracia de Dios (Rm 34,23)
Y para que alguno no creyese que podía pecar impunemente, habla de los
castigos reservados a los que no creen: "Ya está juzgado" dijo
antes. Más el que cree en Él no es juzgado. El que cree, dijo, no el que
investiga. ¿Qué será, pues, si lleva una vida corrompida? Y con mayor
razón, diciendo San Pablo que estos no son fieles. Dice, además:
"Confiesan que conocen a Dios, y lo niegan con las obras" (Tt
1,16); pero esto significa que el que cree no será juzgado, pero que
sufrirá el castigo de sus obras; sin embargo no padecerá por causa de
infidelidad.” (Catena aurea ES 12316). El que cree en El y se identifica
con El, el juicio será distinto.
6. LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES
PREFIRIERON LAS TINIEBLAS A LA LUZ
En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los
hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.
San Juan, inconscientemente nos está estableciendo en los “hombres” un
juicio condenatorio por su actitud ante Cristo. El juicio consiste en que
“la Luz vino al mundo.” Es la encarnación de Cristo. Con su venida al mundo
se establece un juicio, consistente en su actitud ante El. Este juicio, o
mejor dicho de otra manera, esta “condenación,” consiste en “no creer en el
nombre del Hijo único de Dios. Este es un juicio personal que se realiza en
lo íntimo del alma de cada uno. Más adelante, san Juan lo vuelve a aclarar,
“Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de
Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre. (Juan (SBJ) 20,31)
El que “no cree” en la filiación divina de Cristo, Hijo único
de Dios ya “está condenado”, no obstante tiene la posibilidad de que no sea
así si hay un cambio de idea y se pasa a creer. Por tanto está en nosotros
separarnos de Cristo-Luz y quedar en las tinieblas o reconocer a
Cristo-Luz, el mismo Jesús nos lo ha dicho; “Yo soy la luz del mundo; el
que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la
vida. (Juan (SBJ) 8,12)
Es bueno tener en conciencia por qué los hombres que obran
mal, detestan la luz, y es porque ellos están con disposición a pecar
y esto es porque a quien le agrada el pecado, le estorba la luz que lo
descubre, es decir, moralmente hablando, prefieren mejor las tinieblas que
la luz aquellos que por envidia o simplemente porque no son buenos,
persiguen, calumnian y hacen mal a los que les enseñan la verdad. Sin
embargo, el que obra la verdad, viene a la luz.
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
(SBJ= Sagrada Biblia de Jerusalén)
|
PARA LA LECTIO DIVINA (3)
|
EL
TIEMPO CON JESÚS, VIVIDO MINUTO A MINUTO, ADQUIERE UN SIGNIFICADO NUEVO.
La Palabra nos invita ante
todo a reflexionar sobre la vida humana como viaje de regreso a la casa del
Padre, viaje no individual, sino como pueblo, como humanidad: no podemos
quedarnos indiferentes con la suerte de nuestros hermanos. La Iglesia -cada
cristiano- siente que debe vivir cada vez más en Cristo para poder dar vida
a quien yace "en las tinieblas y sombra de muerte". Teniendo la
mirada fija en él, la comunidad cristiana puede alimentar la lámpara de la
esperanza. Pues Cristo, sacerdote y víctima, es el documento con el que el
Padre celestial nos declara su amor infinito, nos revela su designio de
salvación y nos invita a acoger su don. Deseamos la vida, pero estamos
rodeados por la realidad de muerte. Para que crezca la vida, es preciso
insertarnos en la fuente de la vida que es Cristo, es necesario hacer de la
vida presente un don.
El tiempo con Jesús, vivido
minuto a minuto, adquiere un significado nuevo. Él se presenta como elevado
en la cruz, pero también como glorificado en el sufrimiento. En él se nos
brinda la visión concreta y desconcertante del amor de Dios. Si tenemos los
ojos fijos en el Crucificado, poco a poco, como fuente viva, brotará en
nosotros el testimonio del Espíritu: Cristo "me amó y se entregó por
mí" (Gál 2,20). Y esta fuente no dejará nunca de borbollar su canto de
amor en el que confluyen lágrimas de arrepentimiento y lágrimas de alegría.
Por pura gracia estamos salvados mediante la fe, por gracia, por gracia...
|
ORACION (3)
|
Jesús, sacerdote
eterno, que sabes compadecerte de nuestras enfermedades, que has sido
probado en todo, tenemos los ojos puestos en ti: somos tuyos, acógenos.
Déjanos oír hoy tu voz, tu Palabra, para que no se endurezcan nuestros
corazones. Haz que también nosotros nos dejemos herir por el amor y el
dolor para adherirnos con fe a la santísima voluntad del Padre.
Tú has sido fiel hasta
la cruz para abrirnos el camino del santuario del cielo, donde habrá plena
paz. Haznos sentir hoy, cada vez con más intensidad, la urgencia de llegar
a ser santos, totalmente dados a los demás para ayudarles, confortarles,
ser para ellos fieles compañeros de camino. No es mérito nuestro el haberte
encontrado y conocido: es don de tu gracia, que siempre nos renueva y nos
sorprende; que todos los hombres puedan leer en nuestro rostro el gozo de
pertenecerte, el anhelo de anunciarte, el deseo de vivir para siempre en la
Jerusalén celestial, en el seno de la Santísima Trinidad.
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SANTORAL (4)
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SANTA MATILDE 895-968
Reina y matrona, hija de los condes Teodorico
y Reinhilda, nació en la Westfalia y se educó en el monasterio
de Herford, del que salió en el año 909 para contraer matrimonio con
el duque de Sajonia, Enrique "el Pajarero", tan buen
cristiano como buen cazador. Según los cronistas, fue de una belleza
deslumbrante.
Ella fue su mejor guía y consejero.
En sus victorias, Matilde ponía el contrapeso
de su dulzura y moderación; en sus pesares, ella le daba ánimos para seguir
adelante. La joven princesa perfumaba toda la corte con sus virtudes y su
dulzura inefable. Dedicaba mucho tiempo a la oración y su mayor consuelo
era socorrer a los pobres, que la llamaban madre.
Serán sus hijos: Otón el Grande, emperador de
Alemania; Enrique, duque de Baviera; Bruno, arzobispo de Colonia; Gerberga,
esposa de Luis de Outremer; y Eduvigis, la madre de Hugo Capeto.
Matilde y Enrique eran un solo corazón.
"En ambos, dice el biógrafo, reinaba el mismo amor a Cristo, una misma
unión para el bien, una voluntad igual para la virtud, la misma compasión
para los súbditos y el mismo afecto entrañable para todos. Los dos merecieron
las alabanzas del pueblo".
Diez años después del matrimonio Enrique se
convertía en rey de Germania.
Matilde influyó en suavizar el violento talante
del monarca ("Tú mitigaste mis cóleras y me apartaste a menudo de la
iniquidad", le dijo en el lecho de muerte) y en inclinarle a hacer
limosna a los necesitados.
Pero el período más largo de su vida fue el de
sus treinta y cinco años de viudez, durante los cuales no le faltaron
humillaciones y enfrentamientos con dos de sus cinco hijos, el que fue
emperador con el nombre de Otón I y Enrique.
Retirada al monasterio de san Gervasio de Quedlinburg que
había fundado, murió “llena de días y de honores”, “colmada de buenas
obras, penitencias, oraciones, profecías, limosnas e infinitas
virtudes”. Era el 14 de marzo del año del Señor 968, Sábado de
Gloria. Dispuso que se la sepultase al lado de su esposo.
|
FUENTES DE LA PAGINA
|
La
Pagina de
la Misa Diaria,
esta preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde
Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor
Jesucristo y por la
Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse
este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia
Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los
textos de la
Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén
(SBJ),
(3)
Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio
Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de
Santa M. Magdalena ocd,
(4) Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia
de Vigo.
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ESTA PAGINA, SOLO DEBE INDICARSE EL AUTOR Y LAS FUENTES DE ORIGEN
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