MARTES
TERCERA SEMANA DE CUARESMA
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 16, 6. 8
Yo te invoco, Dios mío, porque
tú me respondes; inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras. Protégeme
como a la pupila de tus ojos; escóndeme a la sombra de tus alas.
ORACIÓN COLECTA
Te pedimos, Señor, que tu
gracia nunca nos abandone, para que podamos vivir entregados a tu servicio
y experimentar siempre tu protección. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos
LECTURA Dan 3, 25-26. 34-43
Lectura
de la profecía de Daniel.
Azarías tomó la palabra y oró
así: Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, y digno de alabanza, que
tu Nombre sea glorificado eternamente. No nos abandones para siempre a
causa de tu Nombre, no anules tu Alianza, no apartes tu misericordia de
nosotros, por amor a Abraham, tu amigo, a Isaac, tu servidor, y a Israel,
tu santo, a quienes prometiste una descendencia numerosa como las estrellas
del cielo y como la arena que está a la orilla del mar. Señor, hemos
llegado a ser más pequeños que todas las naciones, y hoy somos humillados
en toda la tierra a causa de nuestros pecados. En este tiempo, ya no hay
más jefe, ni profeta, ni príncipe, ni holocausto, ni sacrificio, ni
oblación, ni incienso, ni lugar donde ofrecer las primicias, y así,
alcanzar tu favor. Pero que nuestro corazón contrito y nuestro espíritu
humillado nos hagan aceptables como los holocaustos de carneros y de toros,
y los millares de corderos cebados; que así sea hoy nuestro sacrificio
delante de ti, y que nosotros te sigamos plenamente, porque no quedan
confundidos los que confían en ti. Y ahora te seguimos de todo corazón, te
tememos y buscamos tu rostro. No nos cubras de vergüenza, sino trátanos
según tu benignidad y la abundancia de tu misericordia. Líbranos conforme a
tus obras maravillosas, y da gloria a tu Nombre, Señor.
Palabra
de Dios.
COMENTARIO: El canto
de estos jóvenes es de lamento y esperanza por la situación del pueblo
exiliado. En el despojo total, en la ruina, en la oscuridad absoluta del
destino del pueblo, hay una luz que proviene justamente de la confianza que
“Dios nunca abandona”.
SALMO Sal 24, 4-5. 6-9
R.
¡Acuérdate, Señor, de tu ternura!
Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame,
porque Tú eres mi Dios y mi salvador. R.
Acuérdate, Señor, de tu
compasión y de tu amor, porque son eternos. Por tu bondad, Señor, acuérdate
de mí según tu fidelidad. R.
El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados; él guía a los humildes para
que obren rectamente y enseña su camino a los pobres. R.
VERSÍCULO Cf. Jl 2, 12-13
Vuelvan a mí de todo corazón,
porque soy bondadoso y compasivo.
EVANGELIO Mt
18, 21-35
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Se acercó Pedro y dijo a
Jesús: “Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a
mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le
respondió: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las
cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que
debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera
vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la
deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: “Dame
un plazo y te pagaré todo”. El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le
perdonó la deuda. Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros
que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo:
“Págame lo que me debes”. El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: “Dame
un plazo y te pagaré la deuda». Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en
la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver
lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor.
Este lo mandó llamar y le dijo: “¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la
deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me
compadecí de ti?”. E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos
hasta que pagara todo lo que debía. Lo mismo hará también mi Padre
celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos”.
Palabra
del Señor.
COMENTARIO: Cuaresma
es tiempo de perdón, de volver no sólo a Dios, sino también de abrirnos a
la reconciliación con los hermanos. Dios nos ha perdonado, su amor se
depositó gratuitamente sobre nuestras culpas; de igual manera es necesario
brindar el amor hecho perdón a quien nos ha ofendido y a quien hemos
ofendido.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, que este
sacrificio salvador nos purifique de nuestros pecados y atraiga sobre
nosotros tu poderosa ayuda. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 14, 1-2
Señor, ¿quién se hospedará en
tu carpa? ¿Quién habitará en tu santa montaña? El que procede rectamente y
practica la justicia.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Padre, que la
sagrada participación en este sacramento renueve nuestra vida, purifique
nuestros pecados y nos otorgue tu protección. Por Jesucristo nuestro Señor.
|
"si
no perdonan de corazón a sus hermanos”.
Mt
18, 21-35
Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. ¿CÓMO
PUEDE UN HOMBRE GUARDAR RENCOR A OTRO Y PEDIR LA SALUD AL SEÑOR?
¡Necesito que me pida perdón!, ¡Yo a este no lo
perdono!, ¿Perdonar?, parece que esto es algo que no resulta fácil, en
especial cuando las heridas son profundas y más aún, cuando el que ofende,
no muestra arrepentimiento o revela una soberbia. Pero ante todo parece que
lo que más necesitamos, es que se haga justicia, y lo más grave, es cuando
nos tienta la venganza, y a toda costa queremos una reparación del mal
causado.
¿Y dónde queda la misericordia? Decimos con gran
alegría que Dios es rico en misericordia, además que es infinita, pero y la
nuestra, ¿Hasta dónde llega?
La Sagradas Escrituras, a través del libro del
Eclesiástico (Eclo 27, 30- 28,7), no muestra el vínculo que une el perdón
otorgado por el hombre a su semejante, con el perdón que él mismo pide a
Dios y nos dice que “El rencor y la ira son abominables, y ambas cosas son
patrimonio del pecador”. Y nos preguntamos ¿Cómo puede un hombre guardar
rencor a otro y pedir la salud al Señor? ¡No tiene piedad de un hombre
semejante a él y se atreve a implorar por sus pecados! El punto está en si
somos capaces de aceptar de esta lectura: “Perdona el agravio a tu prójimo
y entonces, cuando ores, serán absueltos tus pecados.” o “y no guardes
rencor a tu prójimo; piensa en la Alianza del Altísimo, y pasa por alto la
ofensa.”
2. “EL
SEÑOR ES BONDADOSO Y COMPASIVO.”
Si miramos la cruz, resonarán la enseñanzas de
Jesucristo, Nuestro Señor, el antes de expirar, implora perdón para sus
verdugos.
Ciertamente, la “ley del talión”, fue abolida y
el mensaje del Eclesiástico no es otro que: si los hombres no olvidan los
agravios recibidos de sus prójimos, tampoco Dios les perdonará las ofensas
que han cometido contra Él. Inversamente, quien perdona a su prójimo, se
verá a su vez perdonado por Dios.
En respuesta a la infinita misericordia de Dios,
el salmo (Sal 102, 1-4.9-12), nos recuerda su bondad y compasión, “El Señor
es bondadoso y compasivo.”, Él perdona todas tus culpas y cura todas tus
dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura. No
acusa de manera inapelable ni guarda rencor eternamente; no nos trata según
nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas.
Jesús, es nuestro Maestro y de Él son todas las
buenas enseñanzas, el perfeccionó la ley del perdón ampliándola para todos
los hijos de su Padre y cualquier tipo de ofensa, ¡Señor Perdónalos porque
no saben lo que hacen!, y con su sangre nos ha hecho a todos los hombres
hermanos, y ha saldado los pecados de los hombres.
3. "SEÑOR,
¿CUÁNTAS VECES TENDRÉ QUE PERDONAR A MI HERMANO LAS OFENSAS QUE ME HAGA?
En el Evangelio de Mt 18, 21-35, Pedro, parece
convencido de que le plantea al
Señor algo exagerado, y se acerca a Jesús le preguntó a Jesús: "Señor,
¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga?
¿Hasta siete veces? Y el Señor le responde: “No te digo hasta siete veces,
sino hasta setenta veces siete”. Esta expresión oriental que significa un
número ilimitado de veces. Jesús emplea la misma expresión, para enseñar
así que el mal ha de ser vencido por la bondad ilimitada que se manifiesta
en el perdón incansable de las ofensas. Pensándolo bien resulta una
obligación desconcertante, casi impresionante.
¿Por qué poner límites?, la caridad, el amor no
tiene límites, como ya he comentado, siete es un número indefinido, Jesús
le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces
siete”, esto es, un rechazo de plano a la limitación agregándole un número
simbólico aún más indefinido.
¿Cuál ha de ser la actitud cristiana ante las
faltas reiteradas del prójimo? La vida está llena de reincidencias en
culpas perdonadas, entonces, entonces, ¿vamos estar sometidos al un número
de indefinidos perdones? nuestros perdones, ¿consideran una actitud sincera
de perdón ante Dios?
Pedro, que plantea el problema, lo lleva al
extremo de preguntar si incluso ha de perdonar “siete veces,” número muchas
veces simbólico de lo universal (Gen 4:24). La pregunta de Pedro es
equivalente a saber si tiene que perdonar siempre. El judaísmo discutía el número
legal de veces a perdonar; generalmente eran cuatro. Pero era un perdón
externo. La respuesta de Jesús es afirmativa, con el grafismo oriental, de
perdonar no sólo “siete veces,” sino “setenta veces siete.” Y para hacer
más gráfica la enseñanza se expone una parábola.
4. LA
DEUDA INFINITA DEL PERDÓN DE DIOS A LOS SERES HUMANOS, Y LA PEQUEÑEZ DE
PERDÓN DE LOS SERES HUMANOS ENTRE SÍ.
Dice Jesús: “Por eso, el Reino de los Cielos se
parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada
la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos.” El “talento”
era una unidad fundamental de peso; indicaba un peso determinado de dinero.
El “talento” comprendía 60 “minas” = 6.000 “dracmas áticas.” La “dracma
ática” era equivalente al “denario.” Y éste era la paga diaria de un
jornalero (Mt 20:1). Por eso la deuda de 10.000 “talentos” era equivalente
a 60 millones de "denarios.” La deuda era, pues, fabulosa. Entonces,
la escena, utiliza deliberadamente datos supuestos, para una finalidad pedagógica.
Dice la parábola; “Como no podía pagar, el rey
mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía,
para saldar la deuda.” Se manda, para compensar en parte, vender a su
mujer, hijos y propiedades. En los contratos de entonces entraba la
responsabilidad familiar. Sin embargo, no es posible, con esta venta,
lograr pagar una cantidad respetable de la deuda de los 10.000 “talentos.”
Sin embargo se acusa la misericordia de su señor con él. Por lo que, no
pudiendo pagar, el dueño se lo perdona todo.
Pero se contrapone la conducta de este siervo
perdonado con lo que exige a su otro compañero para que le pague,
inmediatamente, una pequeña deuda: 100 ”denarios.” Y al no pagarlos, lo
mete en la cárcel. Enterado el rey, lo manda encarcelar hasta que pague la
deuda. La parábola se alegoriza en parte. Se destacan algunas situaciones
especiales, como el motivo por el que el compañero del siervo debía haber
perdonado, porque el rey — Dios — le había perdonado a él. “Sed perfectos
como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5:43-48; cf. Col 3:12-15;
Sant 2:13). También se percibe, alegorizada, la distancia entre el perdón
del rey al siervo (60.millones de denarios”) y lo que no quería perdonar
aquel otro compañero (100 “denarios”). Esto habla de la deuda infinita del
perdón de Dios a los seres humanos, y la pequeñez de perdón de los seres
humanos entre sí.
5. PERO
EL PUNTO CENTRAL ES LA NECESIDAD DE PERDONAR PARA QUE DIOS PERDONE.
Pablo nos recuerda: “Sean mutuamente buenos y
compasivos, perdonándose los unos a los otros, como Dios los perdonó en
Cristo” (Ef 4,32). Esto es los cristianos debemos perdonarnos siempre, no
algunas veces. Ser buenos, como dice Pablo, es saber emplear bien esta
palabra, porque cuando queremos decir que aprobamos algo y estamos conforme
decimos está bueno, y cuando queremos indicar que algo que ya es suficiente
y debe terminar, como el rencor, decimos bueno, ya está bien, aún más
cuando recibimos una agradable noticia decimos que bueno, y cuando pecamos
u ofendemos y nos arrepentimos o vemos a alguien arrepentido, hay
sentimientos de pena y lástima por la desgracia o por el sufrimiento ajeno,
por eso debemos ser buenos y compasivos. Es así, como perdonamos siempre,
como Dios nos perdona a nosotros, como Dios es bueno con nosotros.
Para que la caridad siempre este viva y reine
entre nosotros, es indispensable el perdón de las injurias, es así como
Jesús rechaza las limitaciones que quiso poner Pedro, para destacar aún más
la necesidad de perdonar y sin límites, además que hay que perdonar y
siempre hacerlo de corazón, al igual que el amor, cuando uno ama, ama de
verdad, de todo corazón, sin límite y siempre. Así es, nuestro Dios Padre
con nosotros, así nos ha enseñado, y así debemos ser y actuar, perdonar a
nuestro prójimo de corazón, rogar por él, desearle todo bien y hacer que
llegue la paz, por sobre cualquier dificultad.
6. DIOS
NO NOS PERDONARÁ, SI NOSOTROS NO PERDONAMOS
La parábola que nos deja hoy Jesús, nos llega al
corazón, porque nos damos cuenta de la falta de generosidad de aquel que
había recibido la benevolencia y la comprensión y luego él se la niega a un
hermano. Es así como luego al enterarse el rey lo mandó llamar y le dijo:
"¡Miserable!" e indignado, lo entregó en manos de los verdugos
hasta que pagara todo lo que debía. Esa es la gran diferencia que quiere
destacar Jesús y nos pone en contrastes la generosidad de Dios, que nos
perdona grandes deudas, contra la mezquindad de los hombres, el cual muchas
veces ni siquiera quiere perdonar pequeñísimas cosas. No deja de ser cierto
la gran diferencia de nuestros pecados contra Dios y la de algunos contra
nosotros que comete nuestro prójimo o nosotros contra ellos, por eso Jesús
destaca que el servidor debía diez mil y a él tan solo cien.
Pero debemos tener muy en cuenta, que al final de
este Evangelio, Jesús nos dice “Lo mismo hará también mi Padre celestial
con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos". Esta deducción
es muy clara, Dios no nos perdonará, si nosotros no perdonamos. ¿Es justo
esto?, lo que no es justo es que nosotros pidamos perdón, Dios nos conceda
misericordia y nosotros no seamos capaces de perdonar (“perdona nuestras
deudas…así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden...)
El
Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant
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