DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida
cristiana" (LG 11)
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Página de Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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La edición de la Misa
Diaria, Reflexión Bíblica, Lectio Divina y Santoral, enviada por correo por
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16-04-2023
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Edición Nº 9.576
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LITURGIA DE LAS HORAS
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II
Domingo de Pascua, Ciclo A
CONTINÚA ACTUANDO
“Vivían todos unidos”. En medio de la alegría pascual la
liturgia proyecta nuestra mirada a la primera comunidad cristiana. «Todo el
mundo estaba impresionado...» «Tenían todo en común». «Día tras día el
Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando». La Iglesia es fruto
de la Pascua. La comunidad cristiana es posible porque Cristo ha
resucitado. Toda esa belleza tan atrayente brota de la victoria de Cristo
sobre el pecado. La Iglesia no es nada sin la presencia y la fuerza del
Resucitado. Pero este tampoco se hace visible sin hombres y mujeres que se
dejen transformar por su poder.
“Éste es el día que hizo el Señor”. No sólo actuó en el pasado. Este es el día en
que el Señor continúa actuando. Estamos en el día de la resurrección, en el
tiempo en que Cristo, a quien «ha sido dado todo poder», desea seguir
mostrando sus maravillas. El tiempo de Pascua es el tiempo por excelencia
de las obras grandes del Resucitado. Si lo creemos y lo deseamos, si nos
ponemos a acogerlo, seguiremos experimentando que «es el Señor quien lo ha
hecho, ha sido un milagro patente».
“Nos ha hecho nacer de nuevo”. Por la resurrección de Cristo somos ya
criaturas nuevas. La vida del Resucitado nos inunda ya ahora. Hemos nacido
de nuevo. Y, sin embargo, lo mejor está por llegar. Hay “una
herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera, que ustedes tienen
reservada en el cielo”. ¿Hay acaso motivo para la tristeza, la
desilusión o el desencanto?
Para leer la Reflexión completa de las Lecturas
de la Liturgia de este domingo (Primera Lectura, Segunda Lectura, Evangelio
y el Salmo) pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE DIOS
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El papa Juan Pablo II instituyó, en el año
2000, el domingo después de Pascua, el Domingo de la Misericordia, en
respuesta al pedido del Señor a sor Faustina. La
Fiesta de la Divina Misericordia tiene como fin principal
hacer llegar a los corazones de cada persona el siguiente mensaje: Dios es
Misericordioso y nos ama a todos... “y cuanto más grande es el pecador,
tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia” (Diario, 723).
I.-RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE ENTRADA 1Ped 2, 2
Como niños recién nacidos, deseen la leche pura
y espiritual que los haga crecer hacia la salvación. Aleluya.
O bien: Esd 2, 36-37
Celebren con alegría su victoria, dando gracias
a Dios, que los llamó a su Reino celestial. Aleluya.
ACTO PENITENCIAL
· Tú, el vencedor del pecado y de la muerte
Señor, ten piedad.
· Tú, alegría de los que creen en ti. Cristo, ten
piedad.
· Tú, la resurrección y la vida. Señor, ten
piedad.
SE DICE GLORIA A
DIOS.
Gloria a Dios en el
cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa
gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos
gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo
único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas
el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del
mundo, atiende nuestra suplica; tú que estás sentado a la derecha del
Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios
Padre. Amén.
ORACIÓN COLECTA
Dios de eterna misericordia, que en la
celebración anual de las fiestas pascuales reavivas la fe del pueblo santo,
acrecienta en nosotros los dones de tu gracia, para que comprender, verdaderamente,
la inestimable grandeza del bautismo que nos purificó, del Espíritu que nos
regeneró y de la sangre que nos redimió. Por nuestro Señor Jesucristo. Él
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por
los siglos de los siglos.
II. LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA Hech 2, 42-47
Lectura de los Hechos de los apóstoles.
Todos se reunían asiduamente para escuchar la
enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción
del pan y en las oraciones. Un santo temor se apoderó de todos ellos,
porque los Apóstoles realizaban muchos prodigios y signos. Todos los
creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus
propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las
necesidades de cada uno. Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el
Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y
sencillez de corazón; ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el
pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que
debían salvarse.
Palabra de Dios.
COMENTARIO: Las consecuencias de la resurrección abarcan
toda la vida de los cristianos. Incluso el modo de vivir comunitario. Desde
este hecho, la comunidad se transforma en signo vital para la sociedad:
nadie pasa necesidad, todos aprenden, oran y celebran. La fe se expresa y
traduce en la vida cotidiana.
SALMO Sal 117, 2-4. 13-15. 22-24
R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
O bien: Aleluya.
Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su
amor! Que lo diga la familia de Aarón: ¡es eterno su amor! Que lo digan los
que temen al Señor: ¡es eterno su amor! R.
Me empujaron con violencia para derribarme,
pero el Señor vino en mi ayuda. El Señor es mi fuerza y mi protección; él
fue mi salvación. Un grito de alegría y de victoria resuena en las carpas
de los justos. R.
La piedra que desecharon los constructores es
ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a
nuestros ojos. Éste es el día que hizo el Señor: alegrémonos y
regocijémonos en él. R.
SEGUNDA LECTURA 1 Ped
1, 3-9
Lectura de la primera carta del apóstol san
Pedro.
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor
Jesucristo, que en su gran misericordia, nos hizo renacer, por la
resurrección de Jesucristo, a una esperanza viva, a una herencia
incorruptible, incontaminada e imperecedera, que ustedes tienen reservada
en el cielo. Porque gracias a la fe, el poder de Dios los conserva para la
salvación dispuesta a ser revelada en el momento final. Por eso, ustedes se
regocijan a pesar de las diversas pruebas que deben sufrir momentáneamente:
Así, la fe de ustedes, una vez puesta a prueba, será mucho más valiosa que
el oro perecedero purificado por el fuego, y se convertirá en motivo de
alabanza, de gloria y de honor el día de la Revelación de
Jesucristo. Porque ustedes lo aman sin haberlo visto, y creyendo en Él sin
verlo todavía, se alegran con un gozo indecible y lleno de gloria, seguros
de alcanzar el término de esa fe, que es la salvación.
Palabra de Dios.
COMENTARIO: Las pruebas a las que se refiere la carta son,
muy probablemente, las persecuciones a las que se vieron sometidas las
comunidades de finales del siglo I. El imperio romano perseguía y
encarcelaba a quienes consideraba sus enemigos. Sin embargo, estos hombres
y mujeres veían que su fe era más fuerte que las dificultades y que la meta
era más alta que el camino.
ALELUYA Jn 20, 29
Aleluya. Ahora crees, Tomás, porque me has
visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO Jn 20, 19-31
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Juan.
Al atardecer del primer día de la semana, los
discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos.
Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: « ¡La paz esté con ustedes!». Mientras decía esto, les
mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando
vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: « ¡La
paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a Mí, Yo también los envío a
ustedes». Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el
Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los
perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan». Tomás, uno
de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó
Jesús. Los otros discípulos le dijeron: « ¡Hemos
visto al Señor!». Él les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en
sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su
costado, no lo creeré». Ocho días más tarde, estaban de nuevo los
discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció
Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: « ¡La paz esté con ustedes!». Luego dijo a Tomás: «Trae
aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado.
En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe». Tomás respondió: « ¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «Ahora crees,
porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!». Jesús
realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no
se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que
ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan
Vida en su Nombre.
Palabra del Señor.
COMENTARIO; Las palabras de Jesús a los apóstoles son un
modo de anunciar el inicio de lo que luego será la comunidad eclesial: los
exhorta a vivir la reconciliación y los envía al mundo. En definitiva, eso
mismo vino a hacer Jesús: enviado por el Padre, vino a reconciliar a todos
los hombres. La comunidad, entonces, es enviada como lo fue el Hijo, para
continuar con su obra.
EL CREDO
Creo en Dios Padre todopoderoso. Creador del
cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que
fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María
Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los
muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre
todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa
Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A cada intención, pedimos: Jesús resucitado,
auméntanos la fe.
· Para que los que trabajan por la justicia y la paz logren promover
una nueva convivencia entre los pueblos. Oremos
· Para que todos los que buscan y aún no han llegado a la fe tengan la
dicha de creer sin ver. Oremos.
· Para que los cristianos, en el mundo entero, irradien la alegría
pascual. Oremos.
· Para que nuestra comunidad parroquial imite la unidad y la fraterna
solidaridad de aquella primera comunidad. Oremos.
III.- LITURGIA EUCARÍSTICA
Presentación
de las ofrendas: Jesús resucitado es la garantía de nuestra fe. Por eso,
con el pan y el vino, presentemos al Señor el propósito de vivir con alegría
la cincuentena pascual
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, las ofrendas que te presentamos
[junto a los recién bautizados], y haz que, renovados por la confesión de
tu nombre y el bautismo lleguemos la felicidad eterna. Por Jesucristo
nuestro Señor.
PREFACIO PASCUAL
Jesús
nos trae la paz y nos envía a evangelizar. Por eso, con especial alegría,
unidos al celebrante, elevemos la gran acción de gracias al Padre porque
por Jesucristo, nos hizo vencer el pecado y la muerte y renacer a una nueva
vida.
RITO DE COMUNIÓN
PADRE NUESTRO
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en
la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
LA PAZ
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:
“La paz os dejo, mi paz os doy”. No tengas en cuenta nuestros pecados, sino
la fe de tu Iglesia, y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la
unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
CORDERO
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, danos la paz.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. Jn 20, 27
Acerca tu mano y reconoce el lugar de los
clavos; en adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe. Aleluya.
Comunión:
Unidos en una misma fe, con alegría, vayamos a recibir al mismo Cristo
resucitado que nos llama a vivir en verdadera comunidad.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso, concédenos que los frutos
del sacramento pascual que hemos recibido, permanezca
siempre en nuestros corazones. Por Jesucristo nuestro Señor.
IV.- RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICION
Canto final
Queridos amigos: ¡Cristo ha resucitado y vive
entre nosotros! Con esta alegría y seguridad, nos retiramos cantando.
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REFLEXIÓN BÍBLICA
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“Ahora crees, porque me has visto”
Jn 20, 19-31
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. AL ATARDECER DEL PRIMER DÍA DE LA SEMANA
Estas apariciones a los apóstoles son
destacadas en el Evangelio de San Juan para relatarnos su particular
importancia, estos son hechos excepcionales. La primera aparición, sucede
en la “tarde” del mismo día de la resurrección,
cuyo nombre de la semana era llamado por los judíos como lo pone aquí San
Juan, “el primer día de la semana.”
Los discípulos se encontraban con las puertas
cerradas por temor a los judíos. Suponemos que los once apóstoles están
juntos, sin embargo también se puede presumir que posiblemente hubiese con
ellos otras personas, pero estas no se citan.
El relato evangélico no precisa el lugar donde
sucedieron estos hechos, no obstante creíblemente podría ser en el cenáculo
(Hechos 1:4.13). Los sucesos de aquellos días, siendo ellos los
discípulos del Crucificado, les tenían temerosos. Esa es la razón por la
cual se ocultaban y permanecían a puertas cerradas. Temía la intromisión
inesperada de sus enemigos
2. EL ESTADO “GLORIOSO” EN QUE SE HALLA CRISTO
RESUCITADO
Pero la entrega de este detalle tiene también
por objeto demostrar el estado “glorioso” en que se
halla Cristo resucitado cuando se presenta ante ellos. Es así como
inesperadamente, Cristo se apareció en medio de ellos. En el relato de
Lucas, se comenta que quedaron “despavoridos,” pues creían ver un
“espíritu” o un fantasma.
Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de
ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Con
ello les dispensó lo que ésta llevaba adjunto (cf. Lc 24:36-43). San Juan
omite lo que dice en evangelio de Lucas, sobre que no se turben ni duden de
su presencia. Aquí, al punto, como garantía, les muestra “las
manos,” que con sus cicatrices les hacían ver que eran las
manos días antes perforadas por los clavos, y “el costado,” abierto por la
lanza; en ambas heridas, mostradas como títulos e insignias de triunfo, tal
así que Tomás podría poner sus dedos.
En evangelio de Lucas se relata que les muestra
“sus manos y pies,” y se omite lo del costado, sin duda porque se omite la
escena de Tomás. Ni quiere decir esto que Cristo tenga que conservar estas
señales en su cuerpo. Como se mostró a Magdalena seguramente sin ellas, y a
los peregrinos de Emaús en aspecto de un caminante, así aquí, por la
finalidad apologética que busca, les muestra sus llagas. Todo depende de su
voluntad. Esta, como la escena en Lucas, es un relato de reconocimiento:
aquí, de identificación del Cristo muerto y resucitado; en Lucas es prueba
de realidad corporal, no de un fantasma.
Bien atestiguada su resurrección y su presencia
sensible, San Juan transmite esta escena de trascendental alcance
teológico.
3. COMO EL PADRE ME ENVIÓ A MÍ, YO TAMBIÉN LOS ENVÍO A USTEDES.
Jesús anuncia a los apóstoles que ellos van a
ser sus “enviados,” como Él lo es del Padre. Es un tema constante
en los evangelios. Ellos son los “apóstoles” (Mt 28:19; Jn 17:18, etc.).
Jesucristo tiene todo poder en cielos y tierra
y los “envía” ahora con una misión concreta. Los
apóstoles son sus enviados con el poder de perdonar los pecados. Para ese
tiempo, ese envío era algo insólito. En el Antiguo Testamento, sólo Dios
perdonaba los pecados. Por eso, de Cristo, al considerarle sólo hombre,
decían los fariseos escandalizados: Este “blasfema. ¿Quién puede perdonar
los pecados sino sólo Dios?” (Mc 2:7).
4. AL DECIRLES ESTO, SOPLÓ SOBRE ELLOS Y AÑADIÓ: “RECIBAN EL ESPÍRITU
SANTO”
El Espíritu Santo es el “don” por excelencia,
infinito como infinito es Dios; aunque quien cree en Cristo ya lo posee,
puede sin embargo recibirlo y poseerlo cada vez más. La donación del
Espíritu Santo los Apóstoles en la tarde de la Resurrección demuestra que
ese don inefable, indescriptible, está estrechamente unido al misterio
pascual; es el supremo don de Cristo que, habiendo muerto y resucitado por
la redención de los hombres, tiene el derecho y el poder de concedérselo.
La bajada del Espíritu en el día de Pentecostés renueva y completamente
este don, y se realiza no de una manera íntima y privada, como en la tarde
de Pascua, sino en forma solemne, con manifestaciones exteriores y públicas
indicando con ello que el don del Espíritu no está reservado a unos pocos
privilegiados sino que está destinado a todos los hombres como por todos
los hombres murió, resucitó y subió a los cielos Cristo. El misterio
pascual culmina por lo tanto no sólo en la Resurrección y en la Ascensión,
sino también en el día de Pentecostés que es su acto conclusivo.
5. “LOS PECADOS SERÁN PERDONADOS A LOS QUE USTEDES SE LOS PERDONEN, Y
SERÁN RETENIDOS A LOS QUE USTEDES SE LOS RETENGAN”.
Al decir esto, “sopló” sobre
ellos. Es símbolo con el que se comunica la vida que Dios concede (Gen 2:7;
Ez 37:9-14; Sab 15:11). Por la penitencia, Dios
va a comunicar su perdón, que es el dar a los hombres el “ser hijos de
Dios” (Jn 1:12): el poder de perdonar, que es dar vida divina. Precisamente
en Génesis, Dios “sopla” sobre Adán el hombre de “arcilla,” y le “inspiró
aliento de vida” (Gen 2:7) Por eso, con esta simbólica sopladura explica su
sentido, que es el que “reciban el Espíritu Santo.” Dios
les comunica su poder y su virtud para una finalidad muy concreta: “Los
pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán
retenidos a los que ustedes se los retengan”.
Aquí el regalo del Espíritu Santo a los
apóstoles tiene una misión de “perdón.” Los apóstoles se encuentran en
adelante investidos del poder de perdonar los pecados. Este poder exige
para su ejercicio un juicio. Si han de perdonar o retener todos los
pecados, necesitan saber si pueden perdonar o han de retener. Evidentemente
es éste el poder sacramental de la confesión.
Por otra parte, para no confundirse, esta no es
la promesa del Espíritu Santo que les hace en el evangelio de Juan, en el
Sermón de la Cena (Jn 14:16.17.26; 16:7-15), ya que en esos fragmentos se
les promete al Espíritu Santo, que se les comunicará en Pentecostés, una
finalidad “defensora” de ellos e “iluminadora” y “docente.” En este relato
san Juan trata sólo del poder que se confiere del perdón de los pecados.
“Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán
retenidos a los que ustedes se los retengan”.
6. “¡HEMOS VISTO AL SEÑOR!”
En esta aparición del Señor a los apóstoles no
estaba el apóstol Tomás, de sobrenombre el mellizo. Si aparece, por una
parte, el hombre de corazón y de arranque que relata san Juan 11:16. En
el capítulo 14:5 san Juan lo muestra un tanto escéptico. Entonces
se diría que es lo que va a reflejarse aquí. No solamente no creyó en la resurrección
del Señor por el testimonio de los otros diez apóstoles, y no sólo exigió
para ello el verle él mismo, sino el comprobarlo. Es así como el necesitaba
ver las llagas de los clavos en las manos del Señor, y aún más, meter
su dedo en ellas, lo mismo que su mano en la llaga del costado de Cristo,
la que había sido abierta por el golpe de lanza del centurión. Entonces,
sólo a este precio creerá.
7. “TRAE AQUÍ TU DEDO: AQUÍ ESTÁN MIS MANOS.”
Pero a los ocho días se realizó otra vez la
visita del Señor. Estaban los apóstoles juntos, probablemente en el mismo
lugar, y Tomás con ellos. Y vino el Señor otra vez, cerradas las puertas.
San Juan relata esta escena muy sobriamente. Y después de desearles la
paz "¡La paz esté con ustedes!", se
dirigió a Tomás y le dijo: Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos y le
mandó que cumpliese en su cuerpo la experiencia que él exigía diciéndole:
Acerca tu mano, métela en mi costado. En adelante, no seas incrédulo, sino
hombre de fe.
No dice explícitamente el relato si Tomas llegó
a introducir el dedo en las llagas para cerciorarse, al contrario lo
exceptúa al decirle Cristo: Ahora crees, porque me has visto. La evidencia
de la presencia de Cristo había de deshacer la obstinación de Tomás.
8. ¡SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO!
Tomas exclamo: ¡Señor
mío y Dios mío! Esta exclamación encierra
una riqueza teológica grandiosa y hermosísima. Esta es un reconocimiento de
Cristo, es un afirmación de quién es El. Es,
además, esta enunciación, uno de los pasajes del evangelio de san Juan junto
con el prólogo, en donde explícitamente se proclama la divinidad de Cristo.
Dado el lento proceso de los apóstoles en ir valorando en Cristo su
divinidad hasta la gran clarificación de Pentecostés, sin duda la frase es
una explicitación de san Juan a la hora de la composición de su evangelio.
Pero supone el acto de fe de Tomás.
9. “AHORA CREES, PORQUE ME HAS VISTO.”
Tomás fue reprochado, no porque el ver para
creer sea malo, sino por haber rechazado el testimonio de los otros
apóstoles que vieron. Para creer hay que verlo directamente, como los
apóstoles, o indirectamente, como nosotros, que nos apoyamos en el ver y en
la predicación solemne y pública de los apóstoles.
La fe es un don de Dios, pero tiene también sus
bases humanas, como es el estudio y el testimonio de los testigos.
Este Evangelio nos enseña una lección de fe y,
nos invita a no esperar signos visibles para creer. Pero también es
comprensible que Tomás quisiera experimentar por sí mismo, del
mismo modo como nos gusta a nosotros experimentar por nosotros
mismos, porque a Cristo se le debe experimentar en primera
persona. Es cierto que la ayuda de los amigos como los consejos de nuestro
director espiritual son válidos, pero al final solo depende de
nosotros mismos dar ese gran paso a la fe, y entregarnos con toda confianza
a los brazos del Señor.
El Señor permite a Tomás esta experiencia, se
aparece a los apóstoles e inmediatamente le habla, me imagino la emoción de
Tomás al verle, tal vez entristecido por haber dudado, pero al mismo tiempo
agradecido por este actitud de Cristo y, así, el
hace ese hermoso reconocimiento a la divinidad de Jesús con esta hermosa
oración de alabanza: “Señor mío y Dios mío.”
10. ¡FELICES LOS QUE CREEN
SIN HABER VISTO!
Dice el Señor: “¡Felices los que creen
sin haber visto!” La respuesta de Cristo a esta confesión de
Tomás acusa el contraste, se diría un poco irónico, entre la fe de Tomás y
la visión de Cristo resucitado, para proclamar bienaventurados a los que
creen sin ver. No es censura a los motivos racionales de la fe y la
credibilidad, como tampoco lo es a los otros diez apóstoles, que ocho días
antes le vieron y creyeron, pero que no plantearon exigencias ni
condiciones para su fe, ya que ellos no tuvieron la actitud de Tomás, que
se negó a creer a los testigos para admitir la fe si él mismo no veía lo
que no sería posible verlo a todos, ni por razón de la lejanía en el
tiempo, ni por haber sido de los elegidos por Dios para ser testigos de su
resurrección (Hechos 2:32; 10:40-42). Es la bienaventuranza de Cristo
a los fieles futuros, que aceptan, por tradición ininterrumpida, la fe de
los que fueron elegidos por Dios para ser testigos oficiales de su
resurrección y para transmitirla a los demás. Es lo que Cristo pidió en la
Oración Sacerdotal: No ruego sólo por éstos (por los apóstoles), sino por
cuantos crean en mí por su palabra” (Jn 17:20).
Cristo es "nuestra paz" (Ef 2, 14),
la Paz de Cristo Resucitado para todos
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
II Domingo de Pascua Ciclo A
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PARA LA LECTIO DIVINA
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BIENAVENTURADOS NOSOTROS SI, AUNQUE NO LO
VEAMOS CON LOS OJOS DEL CUERPO, CREEMOS EN EL SEÑOR
Jesús quiere que expresemos nuestra unión con
él y que correspondamos a su amor viviendo en comunión entre nosotros,
dejándonos plasmar de verdad como criaturas nuevas que no viven aisladas,
sino unidas, por haber sido incorporadas todas a él. Ese es el fruto de la
pascua del Señor. Los que han nacido del mismo seno de la Iglesia forman
una sola familia. La novedad consiste precisamente en poder vivir con un
solo corazón y una sola alma en el amor.
En el evangelio se aparece Jesús a los
discípulos cuando están reunidos. Los abraza con su mirada, les da la paz,
les entrega el Espíritu Santo y les muestra sus llagas, signos de la
crucifixión. Jesús les hace constatar a través de las dudas de Tomás que el
que está delante de ellos es de verdad el Señor resucitado. También
nosotros estamos reunidos hoy para tocar las llagas de Jesús, unas llagas
gloriosas ahora, aunque siguen visibles en su cuerpo glorificado, como
signo de su amor. Aparecen justamente como la declaración escrita, en su
cuerpo, del amor que le llevó a morir por nosotros en la cruz.
Bienaventurados nosotros sí, aunque no lo
veamos con los ojos del cuerpo, creemos en el Señor, creemos en su amor y
besamos sus llagas. ¿Cómo? Besaremos a Jesús cuando también nosotros seamos
traspasados por clavos, por esas espinas que son las pruebas de la vida.
Porque es siempre él quien sufre en nosotros, es siempre él quien es
crucificado en nuestra humanidad, una humanidad que debe pasar también por
el crisol del dolor. Es siempre él: es él quien ya ha sido glorificado en
nosotros y, por consiguiente, está lleno de alegría; es él quien sigue
sufriendo y, por consiguiente, gime. Por eso, si tenemos fe, también
nosotros podremos sufrir juntos y alegrarnos, porque siempre estaremos
unidos a él, en su misterio.
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ORACION
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Señor Dios nuestro, en la plenitud de tu amor
nos has dado a tu Hijo unigénito y, añadiendo don sobre don, has derramado
en nosotros la abundancia de tu Espíritu de santidad.
Custodia esos tesoros tan grandes, urge en
nuestro ánimo el deseo de caminar hacia ti con pureza de corazón y santidad
de vida. Que podamos vivir con fe y amor, con serenidad y fortaleza, los
pequeños y los grandes sufrimientos de la vida diaria, a fin de que,
purificados de todo fermento de mal, lleguemos juntos al banquete de la
pascua eterna que has preparado desde siempre para nosotros, tus hijos,
pecadores perdonados por medio de tu Cristo.
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FUENTES DE LA PAGINA
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La Página de la Misa Diaria, está preparada y
es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds,
desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro
Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse
este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo
“Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario
de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o
Biblia de Jerusalén (SBJ),
(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para
cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier
Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd.
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caminandoconjesus@vtr.net
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